Año de publicación: 2021
Valoración: Muy recomendable
Hay libros (no sólo novelas, pero es más habitual que ocurra con algunas novelas) que te agarran, te muerden, se aferran a ti y no te sueltan, como la barracuda al brazo del buceador demasiado curioso o el perro de tu vecino cuando se aferra a tu pierna para... bueno, dejémoslo. El caso es que, como digo, hay libros que no te sueltan ni echándoles agua caliente o, mejor dicho, que uno es incapaz de soltar ya desde un principio y no se puede hacer otra cosa sino leerlos hasta que acaban. Sí, es cierto que existen fórmulas, trucos de escritor para conseguirlo y de eso se alimentan los escritores de best-sellers o, más aún, quienes publican libros sobre como escribir un best-seller, pero los escritores con auténtico talento, pese a que pueden utilizar todos esos trucos, en realidad no los necesitan o les salen solos, los traen ya aprendidos de serie. Esto, por supuesto, no se limita a los thrillers o, más en general, a las obras de género, como es el caso que nos ocupa, y se me ocurre un buen puñado de autores/as, no sólo de ficción, que saben cómo atrapar a los lectores y no soltarnos hasta que llegamos, exhaustos y a veces estremecidos e incluso emocionados, al final del libro. En ese grupo, a partir de ahora (y espero que sea algo que ratifiquen próximas lecturas) incluyo, sin la menor duda, a Jesús Cañadas.
Resumen resumido: en un Berlín pre-invernal, el agente de la Brigada Criminal del distrito de Neukölln Lukas Kocaj es asignado al caso de la desaparición, en preocupantes circunstancias, de Rebecca Lilienthal, una adolescente interna en un colegio católico. Su compañero es el veterano sargento Otto Ritter, alias Tenaza, una mala bestia de la antigua escuela, poco dado en contemplaciones con los sospechosos, sobre todo cuando lo son de violencia contra las mujeres. Juntos, aunque no siempre bien avenidos, tratarán de seguir la pista de la chica y de un enigmático y ominoso Rey, que parece acechar detrás de todo el asunto. Para ello tendrán que visitar el Incendio y el Hoyo, en busca de la misteriosa Zona de Fumadores, donde parece haber acabado Rebecca...
Como se ve, la novela discurre , en su primera mitad, por los caminos más o menos habituales del thriller policiaco, echando mano su autor, incluso, de algunos de los consabidos tópicos del género (poli novato frente a poli veterano, problemas personales de los mismos, etc.), aunque con la suficiente habilidad para integrarlos dentro de una historia que, por momentos, se va volviendo más extraña, hasta convertirse, ya definitivamente, en una historia de terror fantástico, aunque con el trasfondo, por desgracia más que real, de la violencia de distinta intensidad, pero inequívoca, que sufren tantas mujeres, no importa la edad... Cañadas mueve a sus personajes por un escenario inequívocamente urbano, un Berlín bastante alejado de los que suelen conocer los turistas e incluso, en más de una ocasión, de lo que conocen los propios berlineses, de una ciudad al parecer especialmente plagada de recovecos y grietas, donde se ocultan realidades cuando menos inquietantes; sin embargo, se diría que, junto a elementos arraigados tanto en la propia religión cristiana como en la mitología clásica (se podría decir que la novela es, en cierto modo, una traslación moderna del mito de Orfeo y Eurídice en la que ambos tuvieran un descenso al Hades y vuelta de allí, aún mucho más complicado) o la tradición de la narrativa de terror, se diría que también echa mano del imaginario propio de los cuentos tradicionales, de los hermanos Grimm, sin ir más lejos: encontramos con un caballero que trata de salvar a una princesa, con ogros y otros monstruos varios, con una bruja... (En realidad, mi teoría va un poco más allá y me atrevería a sugerir que la historia puede verse como una versión oscura y siniestra de un episodio de Hora de aventuras, con Kocaj haciendo de Finn el Humano, Ritter de Jake el Perro, Rebecca sería la Princesa Chicle y el Rey... pues el Rey Hielo, claro.
Digo que me atrevería a sugerirlo pero no me atrevo, porque si aún tengo miedo, desde que escribí que Nuestra parte de noche venía a ser una versión adulta de las aventuras de Harry Potter, de que la Reina Mariana le pida a San La Muerte que me haga algún trabajito, no voy a ahora a provocar que Jesús Cañadas contrate a unos sicarios del este de Europa para darme una paliza. Así que paz, ¿eh, Jesús, bro?. Buen rollito).
Vale, no voy a seguir por ahí, que luego se me queja el respetable y, además, quedan varias cosas importantes que decir acerca de esta novela:
1- El arco narrativo o incluso la transformación de los principales personajes. Y no sólo es que cambien, es que ya desde un principio (o de lo que parece en un principio, mejor dicho) todos ellos son más que complejos...
2- La frecuente aparición de momentos muy violentos, tanto en el plano real como en el fantástico, llegando a extremos bastante gore... Es necesario avisar de esto porque tampoco es ésta una novela apta para espíritus y estómagos delicados. No es una violencia, empero, gratuita, porque cierta violencia es, precisamente, el tema central de la novela.
3- La creación de ambientes y personajes -no me refiero sólo a los protagonistas, que también- absolutamente fascinantes, opresivos a la par que magnéticos, espeluznantes pero verosímiles. Quien viva o visite Berlín no podrá veer ciertas partes de la ciudad de la misma forma de la misma forma ni cruzarse con sus habitantes sin preguntaarse por los secretos que esconderán, sospecho... (hay que explicar, que el autor también vive allí, al parecer).
4- Y ya acabo: lo bien que escribe Cañadas y no sólo por su innegable sentido del ritmo, con el que sabe llevarte en andas toda la novela sin que te des cuenta, sino también su dominio de todos los recursos narrativos, que sabe manejar con destreza según las necesidades de cada momento, ya se trate de una escena de acción, una descripción, un interludio erótico o una mirada de frente al horror como la que encontramos, y en más de una y de dos ocasiones, en esta estupenda novela. ¿Que es una novela de género? Sí, carajo, y ojalá fueran todas así, en intensidad, honestidad y excelencia, ya se trate de terror, género negro o novelas "de tacitas". Y ojalá alguien se decidiera a hacer una peli o una serie basada en este libro, respetando todo lo posible sus muchas cualidades porque, creedme, lo íbamos a flipar...