miércoles, 19 de julio de 2023

ULAD hace Historia #3: La fortaleza de Meša Selimović

Idioma original: Serbio
Título original: Tvrđava
Traducción: Miguel Roán
Año de publicación: 1970
Valoración: Recomendable (aunque no para todo el mundo)

La fortaleza es un clásico de la literatura yugoslava y, junto con El derviche y la muerte, la obra más representativa y lograda de Meša Selimović. Nos traslada al Sarajevo otomano del siglo XVIII, así que puede considerarse una novela histórica; personalmente, también la encasillaría dentro de la narrativa existencialista y filosófica.

Sigue los pasos de Ahmet Šabo, un profesor que acaba de regresar de la guerra. Una noche, el joven se enemista con las autoridades locales, las cuales le cerrarán puertas a nivel social y laboral. Sobrellevará su vida condenada al ostracismo y la pobreza gracias a una dignidad tambaleante y un amor incondicional hacia su esposa, Tijana.

Entre las muchas virtudes que le he encontrado a esta obra, destacaría las siguientes: 

  • Su factura demuestra madurez, inteligencia y sensibilidad. 
  • Su ritmo, por lo general pausado e introspectivo, permite que la acción se afianze y las meditaciones de Ahmet calen.
  • Las citadas meditaciones, junto a las disertaciones y los diálogos, barajan ideas interesantísimas. Ideas que, pese a su nivel de sofisticación, jamás se hacen pasar por verdades universales, ya que tanto el argumento como el propio protagonista las cuestionan a menudo. A excepción, claro, de algún que otro aforismo difícilmente rebatible, como, por ejemplo, «El dolor y la reflexión nos privan de la risa despreocupada».
  • La ambientación es exquisita. Sin recurrir apenas a descripciones ni requerir más que un puñado de notas del traductor, logra situar al lector en un lugar y una época lejanos.
  • Abunda en escenas conmovedoras que plasman el egoísmo e hipocresía humanos, la pobreza, la fuerza de la amistad y el amor, los abusos del poder, la religión, etc...
  • Los personajes están muy bien caracterizados. Todos se sienten complejos, contradictorios y, por tanto, verosímiles.
  • Nunca se endulzan las interacciones entre los personajes; éstas se abordan con sus luces y sus sombras. 

Creo haber dado suficientes razones para animaros a leer La fortaleza, siempre y cuando no os amedentren su extensión, su ambientación exótica, la densidad de su contenido, su argumento pausado o los meandros de su prosa. Pero, por si acaso, quiero mostraros la belleza formal y la riqueza conceptual de uno de mis pasajes favoritos. 

En él, Ahmet confiesa: «Cuando me sentía amedrentado, solo pensaba en ella y me animaba con su presencia. Cuando las cosas me iban mal, pronunciaba su nombre, como en una oración, y encontraba alivio. Cuando me sentía dichoso, corría a compartirlo con ella, agradecido, como si mi felicidad le correspondiera.» (199) Inmediatamente añade: «Esta mujer era todo mi mundo, la necesitaba para admirarla pero también necesitaba sentir mi poder sobre ella. La había creado, como un salvaje crea su ídolo, para que estuviera por encima del fuego de la cueva, la defensa contra el trueno, los enemigos, las fieras, la gente, el cielo y la soledad, para esperar lo ordinario pero también exigir lo imposible, sentir ilusión pero también indignación, para poder agradecer y discutir a la vez, siempre consciente de que, sin ella, los miedos serían insoportables, las esperanzas sin fundamento, las alegrías efímeras. / Gracias a ella, incluso la gente me parecía más cercana.» (200)

Llegados a este punto, sólo quiero reiterar que La fortaleza es un novelón. Un novelón en el que se plasman con asombrosa lucidez la tragicomedia humana, los sinsabores de la existencia y la angustia que provoca la búsqueda de sentido en un mundo lleno de maldad cotidiana y desigualdades obscenas. Un novelón que igual no gustará a todos, pero hará las delicias a quienes amamos la literatura de gran calibre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperaba con ansias esta reseña pq leí este invierno la novela y me impactó muchísimo tanto la primera parte como los momentos del matrimonio, sus charlas, ese personaje tan peculiar de la novela. Es verdad que hubo una parte en el que las preguntas que se hace el personaje principal se me hicieron un poco repetitivas pero es un novelón. Gracias por vuestro trabajo

Oriol dijo...

Hola, Anónimo. Tienes razón en que las preguntas del protagonista pueden hacerse reiterativas, pero creo que el autor sale airoso al no dar ninguna respuesta definitiva y cuestionarlas diegéticamente todo el rato.

Anónimo dijo...

Terminado. Me ha gustado, pero comparto que no es apto para cualquier lector, ya que cuesta un poco entrar.