Título original: The man in the Black Suit (el cuento de King)- Young Goodman Brown (el cuento de Hawthorne)
Añ8 de publicación: 1994
Traducción: Iñigo Jaúregui
Valoración: está muy bien
¿Apetece algo de Stephen King, aunque sea en pequeña dosis, en plan aperitivo? Claro que sí, ¿no? Pues aquí va un chupito de auténtico destilado del Rey, un relato no muy largo en el que un anciano de 90 años nos cuenta un extraño y terrorífico encuentro que tuvo en un bosque de Maine -where else?- en 1914, cuando el sólo contaba con nueve añitos. Tal encuentro fue con un pavoroso individuo vestido de negro del que no ha dejado de acordarse toda su vida, más aún cuando se acerca su hoja final.
El hombre del traje negro no es una de esas kilométricas novelas de Stephen King, tipo It o Apocalipsis, sino un relato, aunque contiene, condensado, no pocas de los elementales características de su narrativa de terror:
- El protagonismo de un niño. Un niño, además, que ya ha vivido una experiencia trágica con la pérdida, el año anterior, de su hermano, por lo que su encuentro terrorífico actúa un tanto de metáfora catártica de lo ocurrido.
- La aparición de un personaje misterioso y terrorífico, representando el mal por el mal, como Pennywise, y que enlaza tanto con la tradición de los cuentos populares -de los hermanos Grimm, etc.- como, además de con la tradición "kingseana", con personajes de la posterior aparición del creepy-paste, como el célebre Slenderman.
- Una ambientación realista, pegada al terruño, como base para sus historias fantásticas, de forma que les dotan de mayor veerosimilitud. En este caso se trataría, en realidad, de una recreación, al situarse en una granja de Maine a principios del siglo XX, pero el efecto conseguido es el mismo.
- El simbolismo, no demasiado explícito, pero innegable, de los elementos terroríficos; el "hombre de negro" puede representar tanto a las tentaciones y debilidades en las que un individuo puede verse tentado a caer a lo largo de su via como a la atracción del lado más oscuro de su interior. O referirse, quizás a la propia muerte... En todo caso, algo de lo que no estamos nunca fuera de peligro, desde que somos unos niños hasta la más avanzada ancianidad.
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