Título original: Προμηθεὺς Δεσμώτης
Traducción: Marcelino Menéndez y Pelayo
Año de publicación: Siglo V a.C.
Valoración: ¿Está bien?
Prometeo encadenado es una tragedia griega atribuida al dramaturgo clásico Esquilo. Se especula que podría formar parte de una trilogía teatral cuyas entregas restantes no se han conservado.
Supongo que todos sabéis, más o menos, de qué trata; a fin de cuentas, se basa en un mito archiconocido. Aun así, resumámosla por si hay despistados en la sala:
Prometeo da el fuego a los hombres, gracias a lo cual los mortales consiguen desarrollar sus artes y ciencias. Pero a los dioses (en especial a Zeus) les ofende su acción, y deciden castigarlo severamente, haciendo que Hefesto, pariente del titán, lo encadene a una roca. Cada día, un ave de rapiña devorará las entrañas de nuestro héroe, y estas se regenerarán después para que su martirio se repita.
Varios personajes aconsejan a Prometeo que se disculpe con Zeus, muestre sumisión y suplique clemencia, sin querer considerar que el castigo puede ser desproporcionado e incluso injusto. No obstante, el titán se niega en rotundo a claudicar; en parte, porque sabe que eso no le garantizará el perdón, y en parte porque sabe que en realidad no ha cometido ninguna falta.
En este sentido, Prometeo recuerda al orgulloso (que no necesariamente arrogante) Satanás de John Milton. A los lectores se nos impele a simpatizar con él. ¿Acaso no demostraba su desafío a los dioses un afán desinteresado y democratizador? De igual modo, Zeus remite al Dios bíblico del Paraíso perdido, en el sentido que es igual de despótico y vengativo, aunque todavía más arbitrario.
En definitiva, Prometeo encadenado es una obra que, como todas las tragedias griegas, habla tanto de dioses como del ser humano. Habla de la soberbia, del rencor, de la venganza, del dolor y de la injusticia. Habla del Poder, de sus abusos y excesos, amén de la dignidad irreductible de aquel que se sabe justo y está dispuesto a aceptar cualquier castigo que se le imponga a cambio de no tener que bajar la cabeza ante el déspota de turno.
A su manera es bastante amena (especialmente si se lee en una versión cuyo lenguaje ha sido modernizado), pero tiene rasgos que pueden alejarla del público contemporáneo. Por ejemplo, su formato teatral, carente de acotaciones y repleto de diálogos redundantes o llenos de exposición. O su pertenencia a una narrativa más amplia (la de la mitología griega), lo cual presupone que el lector conoce a previamente un contexto panorámico y un elenco de personajes (Hefesto, Océano, Ío, etc...) que se introducen sin presentación alguna.
En mi opinión, suscita reflexiones valiosas, pero como clásico ha envejecido bastante mal por culpa de su formato y tema, y en tanto que texto de ficción deja mucho que desear porque no ubica ninguno de los elementos que presenta.
También de Esquilo en ULAD: La Orestíada
4 comentarios:
Oriol, juraría que este libro ya lo has comentado hace algunos meses. Da igual, está bien. Esquilo es del siglo VI antes de C. el primero de los dramaturgos griegos. Grandes los griegos, qué recursos tenían.
Saludos.
Hola, Beatriz.
En efecto: algo de esta obra comentamos cuando Carlos reseñó "Eneida". De hecho, rescato aquí el comentario que hiciste entonces de "Prometeo encadenado", pues es muy interesante:
"me ha gustado aunque eché de menos, en la versión que leí, ese lenguaje arcaico que a mí me gusta muchísimo, más cuanto más arcaico. En consonancia a mi edad. Aunque no le tengo afición al teatro y tampoco a la intervención de coros, no puedo evitar imaginar la representación de una obra tan antigua en uno de los teatros de piedra, al anochecer, de Grecia ( que no conozco ) y me estremece. Fueron grandes. Hombres con el lema: Lo tiene todo el que se tiene a sí mismo.
Prometeo, orgulloso y digno, como debe ser. Me consoló saber que el bruto de Hércules lo libera. Y sentí pena por Ío, qué manera de confundir a una inocente ternera, qué periplo."
Pues me ha parecido un libro muy apetecible, gracias por traerlo, Oriol.
Esquilo me parece un autor interesante, con cosas dignas de mención, como 'Los suplicantes', 'Los siete contra Tebas' o la 'Orestíada'. Aparte de que nos agraden más o menos el lenguaje o la escenografía, siempre plantean temas importantes como la culpa, el honor o el perdón.
Si lo lees, Carlos, ya me dirás qué te parece; es cortito, así que en una tarde te lo ventilas. Yo, por mi parte, anoto las obras que has listado.
Estoy de acuerdo en que los griegos tocaban temas importantes. Pero, a mi humilde entender y según mi acotada experiencia, lo hacen mediante una ejecución que a día de hoy se antoja un tanto ramplona o caduca, según el caso.
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