sábado, 1 de abril de 2023

Victoria Martín: Se tiene que morir mucha gente

Idioma original: español
Año de publicación: 2022
Valoración: entre recomendable y está bien

Una aterriza en el mundo con una carga genética heredada, en un entorno familiar, con unos factores culturales, sociales, políticos... Y con esas cartas se lanza una a transitar este mundo. Y el mundo tiene baches, tiene pinchos, tiene papel de lija, y aunque una hace lo que puede, a veces no puede evitar friccionar con algunos de esos elementos y texturas que le salen al paso. A veces pica, a veces duele y a veces se pone una de muy mala leche pero la buena noticia es que, fruto de esa fricción con el mundo, algunas consiguen hacer humor.

Resumen resumido: Bárbara, una guionista treintañera, adicta al alcohol, a los ansiolíticos y, sobre todo, a la deriva vital, se ve empujada a revisar su relación con sus dos amigas de la infancia cuando una de ellas se presenta en su casa con una barriga de veintisiete semanas.

Se tiene que morir mucha gente rebosa ingenio, inteligencia y unas ganas irrefrenables de ver el mundo arder. Se trata de una narración en primera persona, cargada de sarcasmo y humor irreverente, que aprovecha las vicisitudes que le facilita la trama para lanzar una crítica feroz hacia la misoginia y el machismo, el clasismo y las desigualdades, el racismo y toda una serie de «ismos» recogidos dentro del sistema capitalista del que todos participamos.
Vi a Claudia correteando como una loca, sus bucles terroríficos se movían con cada uno de sus saltos. Me entraron ganas de abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, pero me contuve porque no se puede abrazar a niños que no sean tuyos.
Para una seguidora de la carrera de Victoria Martín es inevitable reconocer su voz y su discurso tras el alter-ego de Bárbara. Tampoco creo que se esconda de ello. Victoria Martín no es una youtuber que se ha lanzado a escribir un libro para que lo compren sus seguidores; ella es periodista, guionista y cómica, y sabe muy bien lo que tiene entre manos, de ahí la buena factura de esta primera novela.

El estilo es muy reconocible ya que deriva claramente del mundo del guion (hemos visto algún otro caso igualmente exitoso) y que depende en gran medida del carisma de la voz narrativa para atraparnos, así como de un ritmo muy dinámico en el que el lector se ve atrapado y siente que continuamente están sucediendo cosas. Este último punto es quizá el único aspecto que, en mi opinión, no acababa de estar del todo calibrado. Es decir, la novela atrapa desde la primera página y fluye muy bien, pero algunas veces ese ritmo tan exigente que imprime la narradora no hace justicia a los pasajes más emotivos e intensos de la novela, que los hay. Al menos a mí como lectora me ha sucedido que de pronto me he visto ya inmersa en esos pasajes sin saber muy bien cómo he llegado a ellos, como cuando empiezas tarde a frenar y acabas con las ruedas delanteras en el paso cebra.

Y lo que, definitivamente, Se tiene que morir mucha gente no tiene, es sutileza. Ni lo pretende. Y es muy de agradecer. La verborrea de esta Bárbara asqueada con el mundo en general, le da una patada en la boca (con lucidez y desparpajo) a todas las convenciones tóxicas, lo cual resulta muy muy liberador:
(…) a lo largo de la historia los hombres han logrado que esta práctica sea una herramienta válida para infravalorar y desacreditar a las mujeres que prosperan en el trabajo. Si una mujer ha conseguido un ascenso a base de mamadas, me parece absolutamente lícito, solo faltaría que después de hacer algo así no te den un aumento, más responsabilidades y un despacho con vistas.
Sobre la protagonista, su pasividad, su falta de iniciativa para todo lo que no sea autodestruirse o intoxicar al personal, es un factor muy difícil de poner a su favor y, sin embargo, poco a poco se va humanizando a medida que avanza la trama y el lector acaba por quererla y aceptarla tal como es. Bárbara no es una heroína trágica ni tampoco vive una evolución espectacular. Es una personita más haciendo lo que buenamente puede y dando pequeños pasos, casi imperceptibles.

Así que entre recomendable y está bien, ya que no estamos ante una lectura complaciente ni apta para todos los paladares. Personalmente, espero leer más obras de ficción de esta autora.
Warning: Cayetanos, abstenerse.

Y ya dando la reseña por zanjada, aprovecho para decir que Victoria Martín y Carolina Iglesias son probablemente de lo mejor que le ha sucedido al mundo de la comunicación en los últimos cinco años, que su frescura, su verdad y su sentido del humor no solo resultan altamente terapéuticos si no que el discurso político que hay detrás deja en absoluta evidencia lo mal montado que está este sistema nuestro. Y no es casualidad que estén continuamente en el ojo del huracán de las rrss y que todo lo que digan o hagan sea sistemáticamente juzgado y/o cancelado. Su discurso no solo resulta molesto para ciertos sectores de nuestra suciedad, si no que está calando mucho más de lo que algunos desearían.

viernes, 31 de marzo de 2023

VV.AA.: Manifiesto conspiracionista

Idioma original:
Francés
Título original: Manifeste conspiracioniste
Traducción: Emilio Ayllón Rull / Julio Monteverde 
Año de publicación: 2022
Valoración: Curioso

Vaya por delante que me parece razonable, incluso sensato, mostrarse escéptico, cuando no abiertamente desconfiado, ante el prójimo; sobre todo si ese prójimo detenta el poder, se oculta tras una institución o justifica su proceder con una ideología. Es por ello que siempre me he sentido cercano a los conspiranoicos. No a los más trasnochados, por supuesto, pero sí a esos que exhiben unas dosis de saludable recelo y misantropía. 

Espero que el resto os mostréis, también, abiertos a las ocurrencias conspiranoicas. O que, al menos, no entorpezcáis las que tienen sentido. Recordad que «El objetivo de la retórica anticonspiracionista es asegurar a los propietarios de este mundo el monopolio de la capacidad de conspirar.» (34) ¡De modo que no os interpongáis entre aquellos que pretenden «reapropiarse del arte de conspirar» y sus, ¿nuestros?, enemigos! (290)

Los autores, varios y anónimos, del Manifiesto conspiracionista pertenecen a la rama de conspiranoicos moderados. Esos que tiran de hilos tangibles y no se montan pajas mentales esquizofrénicas. Esos que, como ellos mismos insinúan en las páginas de este libro, se adscriben en el linaje de pensadores proclives a la sospecha, como por ejemplo Foucault, Hegel, Marx, Nietzsche, Freud o Adorno, entre otros.

La forma de abordar y recibir el COVID les ha alarmado. Aunque sus denuncias se remontan a periodos anteriores, estos últimos años de pandemia son los que más rechazo les producen; años en los que, según afirman, se ha llevado a cabo una campaña de «ingeniería social» y «biocontrol» para someter a los ciudadanos, restringir sus libertades y, encima, volverlos cómplices de lo anterior. (258-259)

Los conspiranoicos del Manifiesto conspiracionista, sin andarse con rodeos, abordan las críticas obvias que uno podría formularles. Por citar una bastante previsible: sí, el mundo es complejo, pero «Un mundo tan hostil como el que se vislumbra no se hace solo. Nos han hecho (…) un mundo a nuestras espaldas. (…) El solo hecho de que haya un mundo y no varios (…) es fruto de un esfuerzo concentrado.» (23)

Admito que los conspiranoicos de Manifiesto conspiracionista no están libres de defectos. Ni ellos en tanto que conspiranoicos ni sus argumentos para serlo. A veces desprenden un tufo a excepcionalismo que tira para atrás, establecen paralelismos algo forzados o mean fuera del tiesto. Sea como fuere, vale la pena leerlos. No sólo porque sueltan reflexiones que, aunque matizables o abiertamente discutibles, son bastante curiosas. También porque la prosa con que las comunican es deliciosamente torrencial y expresiva. Más próxima, en efecto, a la de un manifiesto que a la de un ensayo propiamente dicho. A veces peca de exaltada, cae en redundancias o dilata en exceso los capítulos, pero insisto en que para mí ha sido una gozada paladearla.

Personalmente, me ha encantado el rapapolvo que se lleva la izquierda en este Manifiesto conspiracionista. Yo, que me considero un izquierdista desencantado, aprecio declaraciones tan honestas y lúcidas acerca de la izquierda como las que siguen: 

«Se ha mostrado (…) irracional a fuerza de racionalismo, oscurantista a fuerza de cientifismo, insensible a fuerza de sensiblería, mórbida por higienista, odiosa por filantrópica, contrarrevolucionaria por progresista, estúpida por creerse cultivada y maléfica a fuerza de querer estar del lado del Bien.» (35-36) «De la derecha nunca ha habido nada que esperar, excepto la perpetuación de la injusticia heredada. Pero que, en el fondo, la izquierda ha estado siempre del lado de los vencedores, limitándose a ser su mala consciencia histérica, eso solo había aparecido a la vista de todos, a lo largo de la historia, en destellos que se olvidaban rápidamente. (…) Reactiva, embrollada, peso muerto, la izquierda ha sido siempre contrarrevolucionaria de la manera más eficaz en que podía serlo: pretendiendo “apoyar al movimiento”. Siempre ausente en el momento en que hay que estar ahí, vive solo en el futuro perfecto, para producir los relatos, los conceptos, las justificaciones que explican y ratifican la derrota.» (40)


PD: A los interesados en esto de las conspiraciones, les recomiendo indagar en aquella de la que nos alertaba Thomas Ligotti en La conspiración contra la especie humana. Esa es la verdadera conspiración.

jueves, 30 de marzo de 2023

Graham Swift: El Domingo de las Madres

Idioma original: inglés

Título original: Mothering Sunday. A Romance

Año de publicación: 2016

Traducción: Jesús Zulaika

Valoración: está bastante bien

El 30 de marzo de 1924, hace 99 años, cayó en domingo, y en Inglaterra fue un exultante día primaveral, en el que se celebraba, además, el llamado "Domingo de las Madres" (aunque parece que ya para entonces era una tradición en cierto desuso), jornada que las familias pudientes daban libre al servicio -servicio que, por mor de los estragos de la I Guerra Mundial, estaba integrado principalmente por mujeres- para que pudieran visitar a sus familias. En el caso de que las tuvieran, claro, porque, si no, ese día quedaba para su libre disfrute; es lo que le ocurre a la protagonista de esta novela corta, Jane Fairchild, criada de los Niven en Beechwood, su casa de Berkshire, que es huérfana y aprovecha ese domingo libre para reunirse con su amante, el joven Paul Sheringham, único hijo sobreviviente de otra familia acomodada, amiga de los Niven y que se ha quedado solo en casa porque sus padres, junto con los Niven, han quedado para comer con los Hobday, padres de su prometida, para hablar de la inminente boda.

Recapìtulando: mientras los padres de él y los señores de ella están reunidos en un restaurante, Paul y Jane retozan en el dormitorio del muchacho, antes de que vaya -se me olvidaba este importante dato- a reunirse con su prometida, Emma, en un hotel cercano. Que es lo que hace el joven Paul cuando acaba su... momento de asueto con Jane, dejando a ésta desnuda y sola en la casa familiar. 

Estos mimbres podrían ser perfectos para armar una comedia ligera, incluso un vodevil, pero Graham Swift opta en cambio por una narración intimista, profunda e incluso dramática. Una narración que se centra en esa giornata particolare, pero no únicamente, puesto que en gran medida se puede considerar como un flashback -que en ocasiones se diría más un flashforward- en el que una Jane nonagenaria y consagrada como escritora de renombre recuerda aquel significativo día de su juventud, así como otros momentos de su vida. Más aún, en la novela también hay lugar para reflexiones o, al menos, para el planteamiento de ciertas preguntas sobre la relación entre ficción y realidad y de ambas con ell lenguaje que trata de representarlos; incluso para algunas disquisiciones sobre literatura... Así como el reflejo de las diferencias de clase en aquella sociedad y los distintos roles de sus miembros, tan nítidamente establecidos  en esa época ya pretérita -esperemos-, pero que nos causa no poca fascinación, a juzgar por el éxito de las novelas, películas y series donde se representan esos ámbitos separados, pero simbólicos, de los señores, ya sean de la nobleza o la burguesía, y sus criados. Por no hablar, claro, de lo que le estaba permitido a los hombres y no a las mujeres... Una organización del mundo que ya en aquel 1924 había entrado en crisis, a consecuencia,  en buena medida, de la Gran Guerra, otro elemento que está presente, aun como trasfondo, en toda la historia. Entre tanto,  además, también encontramos páginas de una gran sensualidad, como, por ejemplo, las del paseo que se da Jane por la desierta casa de los Sheringham o la plasmación de los cambios de la luz y el esplendor de la naturaleza aquel día de primavera.

Pues, aunque parezca harto difícil, todo eso consigue meter el señor Swift en un libro que, por si fuera poco, da toda la impresión de tratarse de un relato largo estirado para alcanzar las dimensiones de una nouvelle. Una novelita, pues, que dista de ser redonda, en mi opinión (cuando bien podría haberlo sido, quiero decir), pero que guarda suficiente encanto e interés, amén de calidad literaria, para que su lectura, sin duda, merezca la pena.

También de Graham Swift en Un Libro Al Día: Últimos tragos

miércoles, 29 de marzo de 2023

Pedro Mairal: El año del desierto


Año de publicación: 2005

Idioma original: español

Valoración: bastante recomendable


Queridos señores de Libros del Asteroide: 

Comprendo que las editoriales pequeñas e independientes hayan de abrazarse a sus aciertos y sacarles partido comercial pues sus rendimientos garantizan la toma de riesgos en otras apuestas no tan rentables o fructíferas. Me gusta ese equilibrio y lo que implica en la balanza del fondo editorial. Pero miren, y no niego que sea yo el culpable por no hacer caso a todas las listas de novedades o leer minuciosamente el texto en las contraportadas. Así que este es el segundo libro cuya lectura inicio pensando que, por fin, esta es la novela que Mairal ha escrito tras la grandísima La Uruguaya. Culpa mía, insisto, pero claro, una vez tienes el libro en las manos, has pasado por caja, asumes el despiste, qué otra cosa que dejar de refunfuñar y empezar a leer.

Y El año del desierto sorprende. Por la ambición, para empezar, porque es poco usual en las literaturas no europeas, no estadounidenses, asumir un protagonismo local para un fenómeno global. Esta novela es una distopía argentina. No se desarrolla en NY, ni en Londres o París, escenarios de enorme proyección en los iconos culturales al uso. Tampoco en alguna metrópolis futura oscura y superpoblada. Claro que uno puede establecer cierto paralelismo de la actitud totalitaria con las dictaduras que asolaron al país hace algunas décadas. Pero no, los escenarios son concretos y cercanos, conocidos para los habitantes, lógicamente ajenos para quienes no conocemos Buenos Aires, en cualquier caso curiosamente orgánicos. Mery o María, de lejana ascendencia irlandesa, trabaja en una oficina cuando los acontecimientos se precipitan. La intemperie, oscura organización que ha pasado a dominar el país, lo ha sumido en una corriente de retroceso, donde se culpa al progreso, en especial al tecnológico, del deterioro de la sociedad. Todos los avances han de ser neutralizados, hay que regresar, como mínimo, a la primera mitad del siglo XX. Los sublevados piensan que esa ha sido la desgracia de la humanidad, y, ya de paso, también el acceso de las mujeres a los puestos de trabajo. Con lo que la primera circunstancia que afecta a María es la pérdida de su empleo, y esta no va a ser la única. Al cuidado de su padre, que sufre una enfermedad degenerativa, el progresivo retroceso en acceso a los avances va complicando su vida. María ve como Alejandro, su pareja, desaparece y es movilizada militarmente. Ve como su presente se desmorona a sus veintitrés años, como debe refugiarse en edificios cerrados y ve cómo sus desplazamientos pasan a suponer elevados riesgos y como su dignidad como persona empieza a sufrir mella. Acaba entregada a una especie de lupanar y todo es sordidez, todo es opresión.

Al margen de este planteamiento, quizás muy explotado literaria y visualmente (sin in más lejos, en la muy mediocre serie The last of us) Mairal le otorga una perspectiva curiosamente original. Con un lenguaje freso y chispeante, diría que en algún momento María, tenaz pero resignada incluso cuando una especie de tribu extraña y alienada la hace prisionera, me recuerda al chico que embarca en la excelsa El entenado de Juan José Saer, lo cual son palabras mayores, y aunque la extensión de la novela sea algo excesiva para su planteamiento, Mairal se desmarca aquí de los personajes circunspectos de sus otras novelas y El año del desierto es, a la vez, coherente con el resto de su obra.

martes, 28 de marzo de 2023

Mateo Miguel: Sandunga

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Bastante recomendable

Hace poco comentaba Santi en su reseña de La puerta de las estrellas  que seguramente este había pasado desapercibido entre las 20000 novedades semanales. Esa misma sensación me queda tras la lectura de Sandunga, del que apenas se han publicado un par de reseñas en los 4 meses transcurridos desde su publicación.

Aún estamos a tiempo de solucionarlo. Porque este "Sandunga" es una muy buena novela, un festival de lenguaje que juega con las voces y los tiempos y que posee ecos de Faulkner o Rulfo (también es verdad que en este pueblo somos muy de Faulkner). Todo ello para construir lo que, en líneas generales, constituye la biografía de Sandunga, indio mexicano y borrachín, desde su infancia hasta su vejez. 

En cuanto a la voces, ya sean de familiares, amigos, el propio Sandunga o de un narrador omnisciente, sirven para ofrecer diferentes planos de la vida del protagonista y distintas vertientes que dotan de cuerpo y complejidad a la novela.

En cuanto a los tiempos, no hay una linealidad estricta. Pasado y presente se funden (El pasado no es lo sucedido, sino lo que podemos recordar), al igual que las voces de vidas y muertos, y recorren la historia del México de siglo XX, desde el porfiriato al terremoto del 85, desde el México rural, profundo y semimítico a la megalópolis capitalina.

Pero más allá del argumento o de otras vertientes del texto, la novela es un verdadero ejercicio de pirotecnia. Monólogos interiores alucinados y alucinatorios de prosa torrencial que siguen la vida de Sandunga conviven con escenas "valle" o desvíos en los que el propio lenguaje se convierte en protagonista de la novela. Sirvan como ejemplo las páginas dedicadas a las distintas recetas de mole o el "tour" por cementerios.

Así que la sensación final tras la lectura del libro es, pese a un comienzo un tanto extraño al que "hay que cogerle el punto", más que positiva. Por riesgo, complejidad y atrevimiento formal. He dicho!

lunes, 27 de marzo de 2023

Rocio Bonilla: ¿Qué será eso del amor, Minimoni?

Idioma original: catalán/castellano
Título original: Què és això de l'amor, Minimoni? (edición en catalán de Ánima Llibres) / ¿Qué será eso del amor, Minimoni? (edición en castellano de Algar Ediciones)
Año de publicación: 2023
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


Tal y como vengo haciendo desde hace unos meses, de vez en cuando me animo a reseñar literatura infantil, pues es un género que aunque no acostumbra a aparecer en blogs no especializados, es igualmente importante, puesto que es nuestra vía de entrada en el mundo de la literatura.

En la reseña global de la obra de Rocio Bonilla que publiqué hace unos meses, ya quedó patente mi clara devoción por los libros de la autora barcelonesa, por la calidez de sus trazos y por el carisma entrañable de Minimoni, protagonista de algunos de sus libros. Y, aprovechando la reciente publicación de su nuevo libro con la misma protagonista aprovecho para traerla de nuevo al blog.

En este nuevo álbum ilustrado, Minimoni sigue cuestionándose el mundo que la rodea. Así como en anteriores ocasiones se preguntaba de qué color eran los besos o buscaba soluciones para las ocasiones en las que estaba aburrida, en este caso se pregunta algo más profundo: ¿qué será eso del amor? La respuesta, claro está, no es nada fácil para una niña de pocos años (diría que tampoco lo es para los mayores), así que empieza a buscarla en las cosas que sí conoce. Porque sí ha oído hablar del amor en boca de los mayores, pero ella no sabe cómo es ya que "no se puede, ni se puede oler, ni se puede tocar..." así que no parece fácil saber de qué se trata. Pero sí sabe algo de él: que puede mover montañas, por lo que debe ser fuerte, aunque también le han dicho alguna vez que es delicado y que hay que regarlo. Y es algo raro porque también, según dicen las canciones, el amor está en el aire, por todos los sitios... Hasta que deduce que a lo mejor no es algo físico, sino que está en los gestos, en las actitudes, y...  no cuento más, vosotros ya lo sabéis donde está ;)

De esta manera, el libro de Rocio Bonilla mantiene su línea argumental habitual en torno a los valores, al cariño, al amor, a la comprensión afectiva. Sus obras siempre están envueltas de buenas intenciones, de una enorme calidez y amabilidad con la vida; a su vez, su delicado, redondeado y suave trazo acompaña tal propósito y deja al lector con sensación de ser acogido en un espacio tierno y bondadoso, introduciendo muy pequeñas pinceladas de pequeños y ligeros toques de humor. También los tonos suaves elegidos en sus libros mantienen esa coherencia artística entre fondo y forma.

Por todo ello, es una lectura recomendable especialmente para los más pequeños, pues su poco texto invita a mirar y disfrutar el libro por sus imágenes y por la sensación que transmiten acercándonos a unos valores que no deberíamos perder nunca de vista, sea cual sea la edad que tengamos.

Otros libros de Rocio Bonilla en ULAD: aquí

domingo, 26 de marzo de 2023

Virgilio: Eneida

Idioma original: latín

Título original: Aeneis

Traducción: Eugenio de Ochoa

Publicación: siglo I a.C.

Valoración: Está bien


Yo pensaba ingenuamente que eso de ir a buscar las raíces a lo profundo de las brumas de la Historia era cosa de románticos del siglo XIX, que la necesidad de contar con un origen mitológico o arraigado en algún tipo de epopeya era un tic de nacionalismos modernos, siempre ansiosos de fundar sus bases en la lejanía de lo incomprobable. Pero una vez más compruebo con humildad que leer sirve para abrirle a uno la mente y corregirle de prejuicios, entre otras cosas. Porque, hay que ver, parece que el célebre César Augusto encargó a Virgilio (por entonces un poeta reconocido) un libro en el que diese a conocer al mundo el glorioso nacimiento del Imperio romano, algo que exaltase su grandeza y los elevados designios con que fue concebido. 

Para ello Virgilio, no sé si motu proprio o aleccionado por su promotor, decidió buscar la línea directa con la más insigne civilización hasta entonces conocida, el mundo griego, con el que Roma tenía un parentesco evidente. Pero Virgilio no va desde luego a buscar el entronque en las relaciones que las colonias griegas mantenían con los antiguos habitantes de la península, sino directamente en lo más elevado de su tradición literaria, las leyendas homéricas, bien nutridas de héroes, viajes, dioses y episodios bélicos con que adornar el relato. Así que Virgilio, con mucha habilidad, toma elementos de la Odisea y la Ilíada y construye con ellos una historia interesante y atractiva con la que embelesar a los romanos e impresionar a sus eventuales enemigos.

Toma para ello nada menos que a Eneas, uno de los grandes héroes del asedio de Troya. Y viene a contarnos que, tras la caída de la ciudad con la entrada del famoso caballo, Eneas consiguió escapar con parte de su familia y, bajo la indicación de los hados (cómo no) se lanza en busca de la península italiana, designada como el lugar donde había de renacer el pueblo teucro. Así comienza Eneas un periplo marítimo claramente inspirado en la Odisea, con una importante escala en Cartago, que Virgilio utiliza para fundamentar el tradicional odio entre este pueblo y Roma.

Este viaje, que ocupa algo menos de la mitad del libro, es la parte más entretenida. Porque más adelante los troyanos arriban finalmente al Lacio y lo que encuentran es un recibimiento inicialmente amistoso del rey Latino, que no obstante desemboca rápidamente en un enfrentamiento brutal. Aquí Virgilio pasa a una especie de reescritura de la Ilíada, es decir, una batalla descomunal, ininterrumpida y salvaje entre los recién llegados y la mayor parte de los reinos aborígenes. Como en la obra de Homero, todo es una sucesión interminable de lances de guerra, cabezas que ruedan, venablos clavados en los cuerpos, sangre que tiñe el río, un sitio inmisericorde, soflamas y lágrimas.

Cuesta entender cómo todo esto podía gustar al público de la época, porque la narración (que fue mucho más ágil y transparente en la primera parte) es ahora una sucesión interminable de nombres de guerreros victoriosos o derrotados, con sus correspondientes apuntes genealógicos, escenas de similar dramatismo, alternativas bélicas y peroratas de héroes que se despachan a gusto en el momento previo a matar o morir, que de todo hay. Sin contar con la continua, y bastante irritante, intervención de los dioses y los hados, que se diría que en el mundo antiguo nadie era capaz de enamorarse, equivocarse, cambiar de opinión, errar un lanzamiento o sentirse atemorizado sin que alguno de esos seres superiores lo hubiera decidido mediante maniobras arteras. Pero claro, todo esto era el signos de una época, y seguramente quienes escuchaban aquellas historias disfrutaban mucho más que si les hubiéramos mostrado cualquier cosa que ahora nos parece más razonable o interesante.

Pero aun así, aunque Virgilio se esfuerce en copiar, y lo hace bastante bien, ese estilo de Homero, hay algunas diferencias que resultan bastante llamativas. La primera es que en toda la Eneida no hay un solo momento para sonreír. Ese humor, puede que no del todo voluntario, que en Homero oxigena muy de vez en cuando el relato, aquí no existe en absoluto. Se ve que el poeta romano tenía muy claro que estaba escribiendo una epopeya muy seria a mayor gloria de su país y de su César, y no deja el menor resquicio a la relajación (o es que era un señor muy grave, que también podía ser).  Y tampoco, y esta es otra diferencia clave, se deja ver aquella equidistancia entre los bandos en la que el maestro griego se mantenía durante la mayor parte de la Ilíada. Virgilio está narrando el origen mismo de Roma, y debe tomar partido, así que no debe caber duda de quiénes son los buenos y quiénes los malos.

De lo que no estoy tan seguro es de si el autor era realmente consciente de lo que en realidad estaba escribiendo. Porque sí, es muy impresionante entroncar el origen de Roma con el fascinante mundo de los héroes griegos, pero si nos paramos a pensar, a lo mejor fue a buscar el nexo en el lado equivocado, porque a fin de cuentas los troyanos fueron los perdedores de aquella legendaria guerra, y Eneas, por muy aguerrido y valeroso que se nos presente, y por muchos designios divinos que le dirigiesen, no dejaba de ser un tipo que huyó con su familia de la ciudad derrotada. Claro, que no pasa nada, que a lo largo de la Historia algunas grandes potencias han sido fundadas a partir de fugitivos, presidiarios y aventureros, pero no veo claro si eso aporta suficiente gloria, o si por el contrario de alguna manera resta. A ver si va a ser por esto por lo que Virgilio a última hora dejó la obra inacabada y se opuso a que se hiciera pública. Pero en todo caso el César y sus asesores parece que no advirtieron el detalle, y a fin de cuentas gracias a eso existe la Eneida y tenemos hoy una nueva reseña en Un Libro Al Día.