También puede haber alguien, probablemente miembro de "El club de los heteruzos chungos y fachas™" que lea el libro y diga que vaya gilipollez, que eso le ha pasado a todo el mundo (o casi), que está hasta los cojones de libros autobiográficos en los que el autor expone sus lujos y miserias (**), etc. ¡Pues no, queridas y queridos míos, porque hablando de lo personal se puede hablar perfectamente de lo general (aquello de hablar de tu aldea para hablar del mundo "revisited")!
Así que yendo más allá de lo estrictamente autobiográfico, este libro es una mezcla de Sexo en Nueva York y Fleabag (serie casi imprescindible y crush absoluto con Phoebe Waller-Bridge, por cierto), una tragicomedia sobre el amor y el miedo (***) o los miedos, sobre esa sensación de que "algo falta", sobre rituales o asideros, sobre ganas de llorar (¿los chicos no lloran?, como decía la canción del subnormal de Bosé), sobre nuevos comienzos y sobre ensoñaciones acerca del pasado y del futuro. Especialmente descacharrante, y muestra del tono del libro, es una visión que tiene de su propio funeral con parada final en la sala 1 de Apolo (****).
En resumen, que lo que leemos en La naturaleza nos acabará abrazando es un desinhibido ejercicio de introspección bajo la forma de diario de pensamientos, citas y duelos alejado de estructuras narrativas más o menos convencionales. Claro que esto último no debería sorprendernos cuando el libro lleva el sello Jekyll & Jill, ¿no?
Bueno, el caso es que esa estructura, obviamente, condiciona el texto y hace que no haya una continuidad o un desarrollo del autor-personaje (y de ahí ese final también un tanto abrupto), pero contribuye de forma decisiva a que el libro transmita frescura y sinceridad. Estas cualidades, además, se ven reforzadas por ese distanciamiento que marca el autor, por ese mirarse desde fuera y verse, según el momento, gigante, patético, triunfante, perdido, radiante, etc.
1 comentario:
Uff. Otra review de perroflauta analfabeto. Que asco.
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