miércoles, 30 de noviembre de 2022

Guillem González: Mateorías. Autoficciones cracovianas

Idioma original:
Español
Año de publicación: 2021
Valoración: ¿Está bien?

Mateorías es una novela de Guillem González. Tiene por protagonistas a un catalán y un madrileño que se hacen amigos mientras dan clases de español en Cracovia.

Empecemos señalando las que, a mi juicio, son las virtudes de esta obra:

  • Recurre a estrategias metaliterarias y autoficcionales que, aunque a estas alturas no impresionan en exceso, resultan interesantes.
  • Esgrime un sentido del humor que, si bien no funciona todo el tiempo, de vez en cuando lanza una apreciación irónica inteligente o logra arrancarnos una sonrisa de complicidad.
  • Consigue que le cojamos cariño a ciertos personajes (en mi caso, a Mateo y Bartek). 

A continuación, permitid que liste los defectos que le he encontrado a Mateorías:

  • Es excesivamente larga. 
  • Flojea a nivel temático. Mientras que ofrece reflexiones bastante sustanciosas sobre la condición apátrida, el nacionalismo o la amistad que trasciende las barrearas identitarias, se queda corta al explorar otras ideas barajadas. 
  • Algunos pasajes, incluso diría que capítulos enteros, se antojan tediosos. La novela es consciente de ello (de hecho, el narrador lo señala socarronamente en un par de ocasiones), pero eso no impide que éstos se le hagan cuesta arriba al lector. 
  • Exceptuando a Mateo y, quizá, al álter ego de Guillem, los personajes carecen de profundidad. 

Resumiendo: Mateorías transmite una historia que, pese a no destacar por su originalidad o relevancia entre otras tantas similares, funciona a su modesta manera. Si bien su extensión puede amedrentar a más de uno, la recomiendo a quienes pueden sobreponerse a ella y gozar de los hallazgos de puntuales del libro: una ingeniosa meditación aquí, un simpático chiste allá o una sugerente distorsión de la realidad acullá.


PD: ¡Guillem, termina el relato de "El internet tan temido", hombre! ¡Me encantan su premisa y genealogía!

martes, 29 de noviembre de 2022

Pere Ortín y Nzé Esono Ebalé: Diez mil elefantes


Idioma:
español

Año de publicación: 2022

Valoración: está bastante bien


Todos los años, cada 12 de octubre, suele resurgir una cierta polémica, al menos en las redes sociales y algunos medios de comunicación, (y no sólo entre personas de España y América, sino también entre quienes tienen diferentes sensibilidades e ideas dentro del propio estado español) sobre la conveniencia o no de celebrar la llegada de Cristóbal Colón al continente americano (bueno, a una isla, en realidad), el papel imperialista de España, los méritos y deméritos de ésta como metrópoli colonizadora (aquéllo de "¿qué han hecho los romanos por nosotros?"), las afrentas imperdonables o los lazos insoslayables entre países, etc. Pero siempre toda esta polémica enfocada hacia los territorios conquistados y colonizados en América, mientras que rara vez se menciona a otros territorios que también formaron aprte del Imperio español: las Filipinas, algunas islas del Pacífico, como las Marianas y , hasta los años 60 del siglo XX (anteayer, como quien dice), Guinea Ecuatorial, el África negra... perdón, subsahariana.

En cualquier caso, éste último nunca fue un territorio demasiado conocido en España y por eso en 1945 el gobierno franquista encargó al cineasta y fotógrafo Manuel Hernández-Sanjuán, que realizara allí una serie de filmaciones y fotos que registraran la geografía física y humana de la que por entonces se conocía como isla de Fernando Poo y el Río Muni. Hernández-Sanjuán se tomó con gran entusiasmo el encargo y recorrió con sus cámaras hasta el último rincón del país... o hasta el último que pudo, mejor dicho -y de eso trata también esta novela gráfica-, con la ayuda, claro está de guías y porteadores nativos. precisamente uno de éstos, llamado Ngono Mba, no sé hasta qué punto basado en un personaje real, es el que nos cuenta esta historia y también otras que van surgiendo a lo largo de la narración, como la del desafortunado Alú -"noche"- o la de la joven Asanguan. Aunque la narración se centra sobre todo, en la obsesión del masa Sanjuán por encontrar el lugar donde se reunían los diez mil elefantes del título del libro -fácilmente identificable como una metáfora de la obsesión personal y del "mal de África", del que también se habla en esta novela - y en las diferencias entres las culturas europea y africana, y concretamente pamué, que es la etnia a la que pertenece Ngono. Lo curioso 
y refrescante de este libro, es que esas diferencias no se nos cuenta desde el punto de vista de los blancos, como solemos encontrar en los relatos sobre áfrica escritos por europeos, sino de un africano, que ve con extrañeza las curiosas y a veces absurdas costumbres de los españoles. Un mérito mayor  aún, puesto que el guión está escrito por el saguntino Pere Ortín.


De la parte gráfica, en cambio, se ha encargado el ilustrador guineano Nzé Esono Ebalé, con un estilo colorido y ecléctico, que oscila entre el abocetamiento y la minuciosidad, según lo exija cada momento, y no ha dudado en echar mano de otros recursos, aparte del dibujo , como el collage, la inclusión de mapas, de cartas y fragmentos de diarios, etc., en un despliegue conceptual de cierta complejidad, pese a la apariencia de sencillez. Todo un acierto y, sin duda, un punto fuerte de este libro. Sin desdeñar, claro está, la profundidad de la historia en sí, aunque quizás le pese un tanto el tono melancólico -también se entiende, si tenemos en cuenta el final de la misma, que no desvelaré- que, en general, marca todo su desarrollo. Lo que no es óbice, por supuesto, para que Diez mil elefantes sea una novela gráfica destacable y su lectura, de lo más gustosa. Además de recordarnos un pasado que no deberíamos olvidar...

lunes, 28 de noviembre de 2022

Gabriela Wiener: Huaco retrato

Idioma original: español

Año de publicación: 2021

Valoración: recomendable

En Huaco retrato Gabriela Wiener hace un ejercicio, casi, de triple reflexión. Una la emparenta con cierta brillante novela de Patricio Pron: el escritor de origen latinoamericano curioso por indagar en sus ancestros, en aquella primera generación de europeos a los que diferentes circunstancias empujaron a establecerse al otro lado del Atlántico y como sus descendientes sienten el impulso de cuadrar el balance. En este caso es Charles Wiener, un explorador austríaco que se aventura por Perú y lo hace desde la perspectiva siniestra y reaccionaria habitual de la época. Es decir, a cambio de su presencia allí en nombre de un eventual progreso, se apropia de cuanto no es suyo. Desde objetos artísticos, esos huacos retratos, porcelanas figurativas, hasta personas. Su descendiente, la escritora que se apellida de forma tan exótica para sus orígenes más inmediatos, detalle que regresa esporádicamente a la narración. No se considera blanca, sus rasgos conservan poderosos detalles raciales, y busca entre los recuerdos de la familia a esa nativa seducida por el hombre blanco, el que implacable se erige por encima de los pobladores originales y los desprecia, humilla y ridiculiza. En esa búsqueda llegará a conocer mucho a sus generaciones más cercanas, como ese desprecio ha desaparecido o ha fundido a gris.

En medio de esa investigación, surgen otras líneas argumentales, y aquí Wiener, prosa decidida, estilo depurado, cercanía con el lector, efectúa otro retrato, este casi un autorretrato en la que, como en otra excelente novela de Santiago Gamboa, el trasfondo de la migración se apodera de la trama,. Wiener es una escritora peruana establecida en Madrid, subsistiendo de sus libros y colaboraciones. Un entorno al que se ha adaptado pero en el que le cuesta todavía considerarse una más. La identidad cuyo complemento busca no parece consolidarse al completo. Aún se ve una sudaca, una persona a la que los madrileños se han ido adaptando y ya no miran sorprendidos, pero a la que siempre le va a faltar algo para ser considerada uno de los nuestros. Aquí la reflexión se torna más matizada y subliminal. La dicotomía propio/ajeno es un difícil escollo y, aunque no se trate de una crítica social en toda regla, sí que es un riachuelo que discurre junto al texto. Lo cual completa con su integración en un curioso triángulo amoroso. Convive con un hombre y una mujer en una relación a tres bandas que presenta las complicaciones morales y logísticas propias. Toda esa composición justifica el título del libro. El Huaco retrato que muestra sus rasgos casi caricaturizados lo constituyen esos tres esbozos; curiosidad por la identidad original, adaptación en curso, opción por relaciones poco convencionales. Sobre todo, un texto directo y sincero que elude el preciosismo y va directo al grano.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Stephen Dixon: Gould. Una novela en dos novelas

Idioma original: Inglés 
Título original: Gould
Año de publicación: 1997
Traducción: Ariel Dilon
Valoración: Bastante recomendable

A nadie que nos siga con regularidad debe sorprender si digo que Stephen Dixon es uno de mis escritores favoritos. Apenas tres libros, Calles y otros relatos, Historias tardías e Interestatal, han sido suficientes para que el neoyorquino haya pasado a formar parte de mi Olimpo particular. Esta valoración se mantiene con Gould, novela algo inferior en mi opinión a Historias tardías o Interestatal pero absolutamente recomendable.

Dicho esto, es conveniente avisar de que la prosa de Dixon no es "nada fácil": párrafos eternos, digresiones, apartes, larguísimos monólogos interiores, diálogos sin apenas separación, rupturas de la linealidad temporal... Vamos, la posmodernidad absoluta. O como dice uno de los personajes de Gould, en una frase que resume a la perfección su escritura

Como puedes ver he adoptado tu viejo e irritante hábito de los apartes, que pienso que es la manera más honesta de escribir para mí ya que es la manera en que pienso cuando estoy escribiendo, aunque me doy cuenta de que el ímpetu y el interés de lo que escribo a menudo se pierde en esas intromisiones digresivas.

En el caso que hoy nos ocupa, Gould es una (o dos) novela(s) cuyo argumento podría resumirse en la biografía sentimental y, en cierto modo, vital de Gould Bookbinder, personaje bastante "woodyalleniano" por su carácter ego(t)ista, neurótico, obsesivo, cínico y manipulador pero no exento de cierta capacidad para la ternura y el amor, si bien a su manera.

La primera parte (o primera novela), titulada Abortos, vendría a ser una suerte de biografía del protagonista a través de los diversos abortos que sufren algunas de las mujeres con las que se relaciona a lo largo de su vida. Por lo tanto, el aborto en el centro aparente del relato pero sin entrar el autor en juicios morales porque estos no son importantes o no es lo que en verdad se cuenta. El centro real es la evolución de ese Gould, de cómo cambia su relación con la paternidad y con las mujeres (de lo dramático a lo patético), de una frustración permanente que hace de Gould un ser capaz de la más abyecta violencia y de la espontánea ternura.

La segunda parte (o segunda novela), titulada Evangeline, es la deconstrucción radical de una relación, basada en el sexo y el amor por el hijo de ella, que Gould mantiene a lo largo de varios años con la Evageline que le da título. Voy a utilizar una imagen que puede parecer muy absurda pero que creo que define muy bien esta parte del texto: la prosa de Dixon es como esas perforadoras rotativas que se utilizan en las prospecciones petrolíferas, con esas varillas que giran sobre sí mismas y penetran en las profundidades de la tierra. Así, el autor se hunde en todos los aspectos de la relación (sexuales, afectivos, económicos, familiares, etc) para dar forma a un texto y a un personaje femenino que funcionan como contrapunto y explicación de personajes y situaciones de la primera parte. 

Ya digo que la prosa de Dixon no es para nada sencilla, pero a mi me resulta muy difícil despegarme de sus textos. Su torrencialidad no está reñida con el ritmo y su interés en profundizar en los resortes de sus personajes me hace querer seguir hurgando en ellos.

Por terminar, digo al comienzo de la reseña que este Gould me parece algo inferior a Historias tardías o Interestatal. Quizá estos dos últimos sean más ambiciosos aún (porque tratar de construir la biografía de alguien a partir de apenas media docena de sucesos separados por décadas tiene su aquel), más completos y algo más redondos en su ejecución estilística. Aun así, seguiremos leyendo a Dixon y esperando que alguien se anime a traducir y publicar la mastodóntica Frog.

P.S.: Ya en los comentarios de otras entradas sobre Stephen Dixon se hablado de las traducciones de Ariel Dilon. Bien, son libros publicados por editorial argentina y con traductor argentino. Guste o no (que no veo motivo, por otro lado), es lo que hay.

También de Stephen Dixon en ULAD: Interestatal e Historias tardías

sábado, 26 de noviembre de 2022

Carmen Laforet: Puntos de vista de una mujer

Idioma original:
español
Año de publicación: en la revista Destino, entre 1948 y 1953; como libro, en 2021
Editoras: Ana Cabello y Blanca Ripoll
Valoración: como lectura, está bien; como fuente de información sobre Laforet, muy recomendable

La concesión del premio Nadal a Carmen Laforet por su novela Nada tuvo una enorme repercusión en su vida, en algunos casos con consecuencias benéficas y en otros no tanto. El premio la colocó, obviamente, en la primera línea de la literatura y de la narrativa española de posguerra: en el páramo cultural en que se había convertido España tras los años de conflicto y miseria, surgía la voz de una escritora joven, desconocida, valiente, capaz de escribir aquella obra tan lírica como brutal, tan existencial como tremendista. Al mismo tiempo, este éxito repentino fue el inicio de una compleja y a veces tormentosa relación de Carmen Laforet con su propia obra (con Nada en particular, y también con el acto de creación en general), con el público y sus expectativas, o con la prensa y la crítica, que exigían de ella cosas que ella no podía o no quería darles. Escritora demorada y esquiva, a diferencia de autores contemporáneos como Camilo José Cela o Miguel Delibes, Laforet rehuía el "mundillo literario", y solo parecía sentirse libre en el contacto (personal o epistolar) con personas muy determinadas, como Elena Fortún, Ramón J. Sender o Roberta Johnsson. 

Otra consecuencia del premio, en cualquier caso, que está en el origen de esta reseña, fue la invitación por parte de la revista Destino (que era la convocante, no olvidemos, del propio concurso) para escribir una columna semanal, titulada Puntos de vista de una mujer: 131 textos que aparecieron en la revista entre 1948 y 1952, y que ahora han sido recopilados por Ana Cabello y Blanca Ripoll, con una introducción de Inés Martín Rodrigo. Naturalmente, en un número tan alto de artículos es inevitable que exista una gran variedad de temas y también de grados de interés; lo que no hay en ellos, en cambio, es el recurso a los considerados "temas femeninos" que podrían venir sugeridos por el título:
 
Yo quisiera escribir para mujeres sobre temas nuestros, de mujeres. Lo malo es que yo no voy a hacer un apartado de recetas culinarias, de charlas de puericultura o sobre la mejor manera de fruncir una cortina, cosas todas que deben interesarnos a las mujeres forzosamente, pero que es tarea para la que yo no me siento capacitada, quizá porque cuando escribo me gusta descansar de ella.

De hecho, como decía, la variedad de temas es grande: muchos textos (los más intimistas, los más originales quizás) parecen surgir de un momento de inspiración o de contemplación: paisajes o escenas captadas por la mirada siempre sensible de la escritora. Así sucede, por ejemplo, en "La hora de las restricciones", "El principio" o "Sobre ideas cortas y cabellos largos" (que también podría haberse titulado "Schopenhauer en la peluquería"); hay también escenas dialogadas con amigas siempre sin nombre, particularmente vívidas, como "Budín de Navidad", "Aventuras domésticas" o "Conversación sobre la gripe", en las que lo banal y cotidiano gana profundidad y a veces sugiere vértices inquietantes. En muchos de estos artículos podemos reconocer, como en un reflejo fugaz, a la Andrea de Nada, paseante, solitaria y observadora, una testigo constante de la vida en todas sus variantes.

Tampoco faltan, por supuesto, los artículos sobre literatura: críticas más o menos formales de libros que está leyendo en ese momento, por ejemplo de Mili Dandolo o Carmen Conde; o artículos dedicados a autores como Dante, Proust, Rilke, Galdós o Azorín. Destaca, entre este grupo, el artículo que Laforet escribió sobre Viento del Norte de Elena Quiroga, ganadora, como ella, del Premio Nadal (una autora, por otra parte, que he visto que está siendo redescubierta ahora mismo). En cambio, la propia labor creativa de Laforet pocas veces aparece en primer plano, tan solo como una mención tangencial o como una queja, ya sea por la dificultad que tiene para escribir (como en "En busca de un tema", una especie de meta-artículo), o por lo poco que le gusta aquello que finalmente escribe.

Un aspecto que resulta interesante, y también algo resbaladizo, es el de la relación de Carmen Laforet con el feminismo, en artículos como "Sobre el triunfo del feminismo", "Conferencia de una mujer" o "Una opinión de mujer sobre la femineidad". Tal como decía antes, Laforet rechazó, en su propia vida y en su obra (por ejemplo a través de Andrea, la protagonista de Nada) someterse a los mandatos de la femineidad sumisa y ortodoxa; no creo que sea casual que las mujeres a las que más admiró y de quien se sintió más próxima (Elena Fortún, Linka Babecka, Lilí Álvarez...) fuesen mujeres fuertes, que escaparon a los límites esperables para las mujeres de su época, y que renegaron no solo de los roles tradicionales de género, sino también de la propia limitación genérica o de la heteronorma. Y sin embargo, en sus artículos, Carmen Laforet parece adoptar una posición defensiva en relación con cualquier postura radicalmente feminista, rechazando, por ejemplo, la discriminación positiva en favor de las escritoras o cualquier idea de conflicto entre sexos. 

En cambio, un aspecto que está prácticamente ausente de estos artículos (como, por otra parte, podía esperarse, teniendo en cuenta las circunstancias y el medio en el que fueron publicados) es cualquier mención a la situación social, económica o política de la España de la época. La violencia y la miseria que convertían la casa de la calle Aribau en Nada, en los artículos dejan paso a una visión mucho más edulcorada, costumbrista, estilizada de la vida, mucho más intelectual que visceral. Insisto en que probablemente no podría haber sido de otra forma, pero no deja de ser una lástima.

Resumiendo, y concluyendo, estos artículos son, creo, sobre todo, un lujo y un placer para los amantes de la obra de Carmen Laforet, o para aquellos interesados en su vida o en su personalidad (que ha dado por otro lado lugar a una reciente biografía, Carmen Laforet. Una mujer en fuga, de Anna Caballé e Israel Rolón-Barada). Para el resto de lectores, habrá páginas que resulten inspiradas e inspiradoras; otras, algo más anodinas; muchas interesantes o sugerentes. No es, en todo caso, un libro para leer de una sentada, sino para saborear a sorbitos, alternado, creo, con otros platos más fuertes. En todo caso, es de agradecer que en los últimos años la obra de Carmen Laforet, en todos sus diferentes géneros, esté recibiendo la atención y la actualización que sin duda merece.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Dolan Mor: Larvalar

Idioma original:
Español 
Año de publicación: 2022
Valoración: No sé

Larvalar es la segunda marcianada de Dolan Mor que tengo entre manos. Puesto que no he sabido entrar en su juego, he sido incapaz de disfrutarla.

Larvalar es un artefacto literario inclasificable; uno que mezcla diversos apéndices, poesías, relatos en verso libre e ilustraciones del propio autor.

Asimismo, Larvalar es un todo construido a base de fragmentos. La mayoría de dichos fragmentos guardan escasa o nula relación los unos con los otros, por lo que el conjunto se antoja poco armonioso.

Más fáciles de apreciar son, a nivel individual y aislándolas del resto, las partes que componen Larvalar. Desgraciadamente, incluso éstas se ven lastradas, o bien por intencionalidades excesivamente opacas, o bien por desenlaces frustrantemente endebles.

En conclusión: creo que Larvalar se le ha ido de las manos a Mor, ya que es un proyecto que sólo él puede comprender significativamente. Y aunque los lectores afines a las bizarradas podemos valorar las cuantiosas extravagancias de esta obra, difícilmente perdonaremos su hermetismo unidireccional.


También de Dolan Mor en ULAD: La máquina plagiadora

jueves, 24 de noviembre de 2022

Carolina Sanín: Los niños

Idioma: español

Año de publicación: 2015

Valoración: está bien

Hace unas semanas se produjo un cierto "escándalo" en el mundo literario en español (dentro de los límites de éste, claro) cuando la editorial mexicana Almadía rescindió el contrato para la publicación de los libros de la escritora y periodista colombiana Carolina Sanín, debido a sus supuestas ideas y declaraciones tránsfobas. No sé hasta qué punto éstas lo son ni me voy a meter a analizarlas, pues es un tema del que huyo como de un mono con una metralleta, ni tampoco a dilucidar si este episodio se ha tratado de un caso de censura, cancelación o libertad empresarial (sí quiero lamentar, no obstante, que el asunto haya acabado salpicando a nuestra admirada Mariana Enriquez, que abandonó Twitter a raíz de los comentarios hostiles que recibió por solidarizarse con Sanín), pero la cuestión es que me entró curiosidad por una autora de la que nunca había oído hablar e ignoraba si se trataba de una mera juntaletras o una escritora de mérito e interés, así que, como encontré esta novela, que tampoco es demasiado larga, me dispuse a leerla para poder ofrecer a los/as seguidores/as de Un Libro Al Día, a quienes tanto queremos y debemos tanto, la reseña correspondiente. Que ahí va:

La protagonista de la novela es Laura Romero, una mujer de mediana edad de Bogotá que vive con su perro Brus, y disfruta de una posición económica desahogada, pero, aun así y sin necesidad, trabaja de asistenta para unos ancianos. Un día, la mendiga que cuida su coche en el aparcamiento del supermercado al que suele acudir le anuncia, con unas enigmáticas palabras, la llegada de un niño. Y, en efecto, un niño de unos seis años aparece por la noche ante su casa y ella le cobija. A partir de aquí comienza un periplo burocrático y personal por parte de Laura y tras llevar al chiquillo -de nombre Elvis Fider, aunque ella le llama Fidel- a una institución de acogida, decide retomar el contacto y liego hacerse cargo de él por un tiempo.

Hasta este punto digamos que la narración, aun mostrando un tono algo críptico o hermético que parece denotar algo más oculto tras las apariencias (para que me entiendan los lectores/as de España, sobre todo, recuerda un tanto al de las novelas de Sara Mesa, en esos momentos en que sus tramas aún no dan la impresión de desvanecerse  como humo en el aire), pero a partir de ahí la cosa se despista un poco y la historia comienza a transitar de forma más errática por caminos que a veces bordean el absurdo onírico, e incluso el delirio, otras lo esotérico y, con frecuencia, el campo del terror -o incluso entra de lleno en él-; sin olvidar algún que otro gratificante momento humorístico (de un humor paródico-costumbrista que me ha recordado al del también colombiano Santiago Gamboa). Pero, en general, y pese a los asideros en forma de referencias literarias y cinematográficas -desde Gloria, de John Casavettes a Grandes esperanzas de Dickens- la sensación que transmite la novela es que su autora se ha dejado llevar por el impulso tras una premisa más o menos bien planteada, más que siguiendo un ruta trazada con mayor o menor rigor.

Esto no quiere decir que la novela se lea con dificultad o disgusto, bien al contrario; primero, porque, como ya he comentado, no es demasiado larga  y después, y sobre todo, porque Sanín es una buena escritora, capaz de mantener el interés del lector incluso cuando es evidente que ni ella misma tenía claro adónde quería llegar. La novela, pues, se puede leer como una historia sobre la soledad o sobre la crisis de la mediana edad en una mujer acomodada, como una parábola sobre la maternidad, a través de una madre sobrevenida - o "no-madre"- o como un melodrama acerca de la incomunicación y dificultad de relacionarse en las ciudades contemporáneas...yo qué sé, lo que cada cual prefiera (es la ventaja de las narraciones poco clasificables, que lo mismo sirven para un roto que para un descosido). En todo caso, Carolina Sanín es una autora que tendré en cuenta en el futuro, con la esperanza de leer alguna novela suya más redonda.

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Robert Louis Stevenson: La flecha negra

Idioma original: inglés

Título original: The black arrow

Traducción: Marisol Dorao Orduña

Año de publicación: 1888

Valoración: Está bien


Robert Louis Stevenson es un autor a quien todos conocemos por La isla del tesoro o El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (enlaces abajo), por ejemplo. Un escritor relativamente prolífico que cultivó diferentes géneros, entre los que destaca la novela de aventuras. En este terreno, siguiendo el camino marcado por Walter Scott, tocó también lo que se ha considerado novela histórica, concepto que me atrevería a matizar un poco llamándolo quizá novela de ambientación histórica porque, como ocurre en La flecha negra, el engarce con el momento histórico me parece más bien anecdótico y no esencial.

Estamos en la Edad Media, allá por mediados o finales del siglo XV, en plena Guerra de las dos Rosas, como se conoce al enfrentamiento entre las casas de Lancaster y York por la conquista del trono de Inglaterra. Sin embargo, este escenario de fondo no tiene realmente mucha trascendencia en el relato, entre otras cosas porque, como en la misma novela se deja entrever, la pertenencia a uno u otro bando podía variar con toda naturalidad en función de los intereses de los señores que intervenían en la disputa. Porque obviamente eran los señores y no el pueblo quien sostenía la pugna, y las lealtades podían ceder sin demasiado esfuerzo al vislumbrarse posibles ventajas en la futura Corte.

Así que, libre de la servidumbre del rigor histórico, a Stevenson lo que le interesa es crear un ambiente, inestable y violento, donde situar a sus personajes clave, que son básicamente: Richard Shelton, el joven héroe, marcado por la afrenta del asesinato de su padre; sir Daniel Brackley, el noble sin escrúpulos que no debe quedar sin castigo; y Joanna Sedley, la bella dama a quien hay que rescatar de los peligros. Un reparto sumamente clásico, desde luego, que sin embargo se rellena con una serie de secundarios bastante interesantes, que dan color y vivacidad al relato, por encima de sus algo acartonados protagonistas.

Me interesa esto de los secundarios porque ante una historia relativamente sencilla y con personajes principales bastante estereotipados, el relato puede enriquecerse claramente con estas figuras que acompañan el argumento y ayudan a llevarlo por el camino deseado. Ahí encontramos al pendenciero oportunamente llamado Lawless, a la vez contrapunto y compañero perfecto del héroe; a Alicia, la amiga del alma de la bella en apuros, que en un momento dado sorprende al lector (y hasta a otros personajes) con un inesperado coqueteo; el viejo marino arruinado por una causa que no comprende, el clérigo atormentado por su colaboración en actos criminales, el distinguido Risingham que hace primar la justicia sobre los intereses de su bando. Y hasta el tiránico duque de Gloucester, que después sería Ricardo III, que presenta en un amplio cameo la parte de la novela más fiel a los hechos históricos.

Me parece importante toda esta nómina, porque no son los NPC simplemente destinados a decorar el entorno en el que lucen los protagonistas. Son personajes bien trabajados, que aportan realmente al relato y matizan la inevitable lucha entre el Bien y el Mal, cuyos términos dejan así de estar tan claros. Esta variedad de tonos dignifica por tanto la obra, cuya columna vertebral es tan lineal que, como todo este tipo de novelas, se ha asociado con lo que llamaríamos literatura juvenil, pudiendo resumirse en: el malo (hombre poderoso que se apoya en la fuerza de su ejército) se ve desafiado por el bueno (casi un adolescente, joven y puro, con su puntito de ingenuidad), y ambos se enfrentarán para conseguir la pieza de más valor, que no es la corona, sino la encantadora dama, que aquél solo pretende dominar para favorecer sus intereses, y éste ama apasionada y desinteresadamente.

No obstante su sencillez, la novela está bien construida, tiene ritmo, cambios de dirección y momentos de tensión junto con pequeños recesos humorísticos, todo muy bien dosificado por un autor que se ve que se maneja con habilidad en estos terrenos. Como lectores, dependerá de nuestra apetencia por este tipo de libros de aventuras sin muchas más pretensiones. Y en cuanto a literatura juvenil ya habría más que hablar, porque tengo serias dudas de que cosas como esta puedan calar en los jóvenes lectores de hoy en día. Pero ese es quizá otro debate.

martes, 22 de noviembre de 2022

Sylvia Molloy: Varia imaginación

Idioma original: español
Año de publicación: 2003, 2022 en Eterna Cadencia
Valoración: se deja leer


Hay cierto tipo de libros que temáticamente suscitan mi interés lector, pues aquellos que transitan entre memoria y recuerdos normalmente me despiertan episodios del pasado que, por paralelismo o por contraste, me invitan a la reflexión. El inconveniente que pueden tener este tipo de libros es que su disfrute va muy ligado al estilo del autor y a si existe o no esa conexión que, aunque siempre es necesaria en los libros, lo es más aún en los libros de esta índole.

En el libro que nos ocupa, la escritora bonaerense Sylvia Molloy nos traslada un conjunto de relatos cortísimos, de apenas tres páginas a lo sumo, en el que aborda diferentes temas de manera recurrente. Siempre en un viaje a través de la memoria y los cambiantes y, en apariencia, inconexos recuerdos, nos presenta un pasado marcado ostensiblemente por la religión, la segunda guerra mundial y el paso del tiempo.

De esta manera, estructurando el libro en cuatro partes («Familia», «Viajes», «Citas» y «Disrupción»), la autora nos traslada recuerdos altamente fragmentados de su pasado que se muestran, de manera genérica, ambientados e influidos por la religión, el colegio y, de manera más pronunciada, la guerra; una guerra de la que habla afirmando que «a la inseguridad natural de la infancia se agrega otra, difícil de definir. Había una guerra, en Europa» y cuyo recuerdo pervive pues «el imaginario de las guerras es misterioso, sus invenciones imprevisibles. El de la guerra del catorce parece, a casi un siglo de distancia, particularmente rico en imágenes y objetos que la evocan, acaso porque es una guerra que, aún hoy, conserva un aura de patetismo (…) Era el final de un mundo —o así, por lo menos, decían—.»

Así, sus reflexiones nos llevan también a conventos con franciscanos de más que dudosas (y pederastas) intenciones, a hoteles y amistades frecuentadas a menudo por alemanes y franceses en la década de los cuarenta, al cambio producido en hoteles y casas que visitaba y conocía de su pasado, etc. De esta manera, la autora evoca sus viajes a San Nicolás y su convento, a la casa de Trotsky o a un hotel suizo regentado por alemanes y huéspedes franceses. Con ello evidencía que la guerra y la religión ocupan espacios en su memoria que no acaba de conectar con su propio mundo, pero que de un modo u otro la afectan y, en ocasiones, la confunden. También nutre el relato de recuerdos familiares, como aquellos en los que evoca su infancia de cuando hacía los deberes mientras oía a su madre y su tía coser, afirmando que «reproduzco este desorden costurero en su memoria» y de los gestos que inconscientemente hace y que son propios de su madre, pese a que ella intenta parecerse a su padre y no a su madre, pero al hacer aquellos gestos espontáneos e incomodados «es como si citara a mi madre, y la cita me inquieta porque no la puedo controlar» y confiesa que este hecho «puedo verlo como una burla a mis intentos de imponer distancia con respecto a mi madre o como un oscuro homenaje. Elijo lo último; es, como hubiera dicho ella, más llevadero».

De estilo muy fragmentado y ligeramente sutil, el libro que ha escrito Sylvia Molloy evoca a un pasado poco amable, en el que se percibe más desasosiego o intranquilidad que calma e ilusión. Las épocas convulsas en torno a temas generales se trasladan a su memoria y copan sus recuerdos, pues vemos que la mayoría de ellos reposan en su infancia y adolescencia, épocas en las que uno recibe destellos de realidad pero la forma que dibuja con ellos es altamente borrosa y difusa.

Por todo ello, a pesar de que la autora escribe bien e intenta trasladarnos su pasado a través de los recuerdos descompuestos en pequeñas pinceladas, el libro no ha terminado de convencerme pues la poca extensión de cada episodio o anécdota y la ausencia de frases que impacten o asombren al lector hace que se trate de una lectura que se lea rápido, pero que lamentablemente se olvide de igual manera.

También de Sylvia Molloy en ULAD: Desarticulaciones, Vivir entre lenguas

lunes, 21 de noviembre de 2022

Iván Reguera: El hombre que podía hacer milagros

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Entretenido (y especialmente recomendable para amantes del cine de finales de los 60 y primeros 70)

Si hace unos días traíamos a este espacio "El Padrino", la novela que dio origen a dos de las mejores películas de la Historia del Cine, la reseña de hoy está dedicada a "El hombre que podía hacer milagros", texto que recrea el antes, el durante y el después de la primera entrega de la saga de Coppola.

A efectos de etiquetas o clasificaciones, al inicial y previsible ensayo ha de agregarse el matiz, confesado por el propio autor, de que el libro se basa en hechos y personajes reales, si bien algunos sucesos, personajes y diálogos son inventados. Por tanto, ensayo novelado podría ser una aproximación más correcta. En cualquier caso, le pongamos al texto la etiqueta que le pongamos, lo importante es que "El hombre que podía hacer milagros" es un libro entretenido e interesante. 

Es interesante porque, en realidad, es un texto mucho más amplio que una simple "historia de El Padrino".  Así, creo que la principal lectura del libro es la  relacionada con la historia del cine de la época y las luchas de poder que tuvieron lugar a finales de los 60 y primeros 70, momento en el que nuevos directores (Coppola, Friedkin, Bogdanovich, G. Lucas, Polanski,...) buscan formas de hacer cine que rompan con los rígidos esquemas de las grandes productoras que dominan el mundillo. La eterna lucha de lo viejo y lo nuevo, la batalla por el control, la dicotomía arte / taquilla o artista / industria, etc y cómo estas afectan a la preparación y rodaje de la película aparecen muy bien reflejadas en el libro y constituyen, en mi opinión, su aspecto más destacable.

Además, y en términos generales, es un texto entretenido. El interés narrativo se mantiene a lo largo del libro gracias a unos personajes (Coppola, Brando, Evans, Puzo...) con unas biografías que por sí solas podrían ocupar muchas más páginas y a unas situaciones que casi lo acercan a la novela de intriga / misterio.

Pese a ese innegable carácter interesante y entretenido del texto, hay un par de cosas que no me acaban de convencer. Una es el exceso de personajes secundarios que quizá no sean tan fundamentales para la intrahistoria de la película y que hacen que uno se pierda por momentos; la otra es un excesivo peso de la trama gangsteril. Hablamos de El Padrino y de la Mafia, la cual extendía sus tentáculos por todas partes, pero creo que esta parte está sobrerrepresentada en el texto. 

No obstante los dos últimos apuntes, confieso que lo he pasado de maravilla leyendo "El hombre que podía hacer milagros". ¡Coño, que he leído sus 320 páginas en apenas 4 días!  Además, no todo va a ser "alta literatura", ¿no?

domingo, 20 de noviembre de 2022

Alicia Mares: Cocodrilario

Idioma original: Español  
Año de publicación: 2018
Valoración: Recomendable

Cocodrilario, antología de Alicia Mares, recoge diez relatos oscuros, sórdidos y malrolleros. Aunque todos me han gustado, destacaría que algunos palidecen en comparación con los mejores; también debo señalar que recuerdan sobremanera a otras obras de terror de escritoras latinoamericanas contemporáneas, lo cual puede frustrar a un lector empachado. Sea como fuere, los recomiendo a aquellos que aprecien la narrativa de este tipo.  

Permitidme que aborde brevemente mis favoritos:

  • "Sangre de parvada" convoca imágenes potentísimas. 
  • "Lo que sale del pantano" es un ejercicio de extrañeza tan breve como sobresaliente. Presenta un punto de vista moderadamente original y un misterio interesante.
  • "Hiraeth" entrega pasajes adrenalínicos o perturbadores según se tercie, dando buena cuenta de la versatibilidad de la pluma de Mares. 

Llegados a este punto, dejad que liste las virtudes de los relatos de Cocodrilario:

  • Hallan instintivamente una serie de elementos recurrentes (las brujas, los cocodrilos, la somniloquía...), gracias a los cuales se configura un microcosmos único.
  • Juguetean acertadamente con la ambigüedad. 
  • Espolvorean crítica social aquí y allá sin caer nunca en asunciones maniqueas.
  • Sus personajes infantiles son creíbles y rezuman crueldad y perversidad.

En el lado menos positivo, diría que los textos de Mares pecan a veces de: 

  • Una prosa que se antoja pretenciosa.
  • Voces no siempre verosímiles.
  • Una opacidad excesivamente desafiante.

En definitiva: Cocodrilario hará las delicias de los amantes del terror extraño. Sobre todo deleitarán a aquellos que nos hemos dejado seducir por esta cantera de autoras que tan bien exploran el género a través de nuestro idioma. 

sábado, 19 de noviembre de 2022

Todd Strasser: La ola


Idioma original: inglés

Título original: The wave

Año de publicación: 2021

Traducción (al catalán, ejemplar leído): Imma Falcó

Valoración: está bien

Leo del autor que ha publicado más de una centena de libros dirigidos al público juvenil (esa incierta franja de edad que no atino a definir, cuando a los dieciséis años la realidad dice que ya se pueden hacer casi todas las cosas que hacen los adultos, excepto votar) y me quedo un poco como escéptico de tal ritmo de publicación. Leo también - todo en la semblanza del autor incluida en el libro - que este La ola es su mayor éxito. El ejemplar que leo, a falta de faja, incluye un desagradable adhesivo, cuya extracción seguramente arruinaría la atractiva portada, que incluye una de esas sempiternas frases (porque el fascismo se combate desde las aulas) de las que ya veremos qué sucede con ellas como cierre Twitter, que ha sido uno de sus mejores escenarios de reproducción: nada como un Retweet de algún twitstar y pasan, entre otros inmundos chascarrillos (que la tierra te sea leve, etc.) a formar parte del libro de estilo de cualquier mediocre.

Bueno: Todd Strasser elige para esta crónica novelada, con errores de bulto en su atrezzo - 1969 y hablando de punk-rock... - recrear un experimento en las aulas de un instituto de California en la época. Un profesor de historia particularmente motivado consigue captar la atención de sus alumnos en el contexto de la explicación del ascenso al poder del por entonces relativamente recién derrotado régimen nazi. Para ejemplificar la propensión de las grandes mayorías a dejarse arrastrar por los liderazgos poderosos crea en su clase, que en ese momento es un modesto grupo de adolescente bulliciosos con tendencia a la dispersión, una especie de dinámica de grupo basada en estrictas normas y en una serie de proclamas que hacen que todos - incluido el clásico alumno apartado del colectivo - generen un poderoso sentimiento de pertenencia al grupo. Los lleva a una especie de inconsciente en que todo parece ser más grande que la suma de las partes, posiblemente porque el profesor ha encontrado una curiosa corriente de ascendencia sobre los alumnos, en parte porque la rebeldía adolescente tiene sorprendentes manifestaciones. El experimento ha de demostrar la evolución del fascismo a base de tocar los resortes oportunos, y al profesor se le va de las manos. 

Y aunque el libro está basado en hechos reales, Strasser improvisa diálogos y situaciones de cómo los alumnos (no todos, surgirán voces críticas) abrazan entusiastas la personalidad común que anula la suya en embrión, cosa muy cómoda, improvisa diálogos y situaciones del profesor en su casa, cuando se embriaga de cómo el experimento le ha convertido en alguien poderoso e influyente, pero lamentablemente, de ahí este tibio está bien, el autor opta por una narrativa plana y anodina. Ni un ápice de acidez o tono crítico. Que no digo que sea correcto dejar que el lector saque sus conclusiones. Pero todos sabemos cómo ha de reaccionar el lector ante un hecho así. No me hagáis decir clases lapidarias. El experimento funciona, claro, hace su función. Cómo este experimento se detiene antes de llegar a mayores, también tiene su aspecto didáctico. Pero Strasser podría haber sacado más partido de esta premisa, incluso a costa de que se hubiera permitido alguna licencia, La ola podría haber brillado más en manos de otro autor. Sin decir que no haya que leer libros de este perfil, y con su incuestionable éxito comercial y repercusión, el libro adolece de lo que a veces se les requiere a ciertos futbolistas de talento: una actitud defensiva más intensa.

viernes, 18 de noviembre de 2022

Catriona Ward: La pequeña Eve

Idioma original: inglés

Título original: Little Eve

Año de publicación: 2018

Traducción: María Cristina Macía Orio

Valoración: recomendable si no esperas una historia de terror (aunque si la esperas, también)

Tremenda la novela que publicó Catriona Ward en 2018 (antes que La casa al final de Needless Street, aunque en España haya aparecido más tarde); tremenda la historia en sí y tremenda la forma de contarla, con una intensidad que hacía tiempo que no encontraba en una novela. De hecho, y aunque, sin duda, el libro me ha gustado, no podría precisar hasta qué punto, si mucho o poco, tan embebido de esa intensidad he quedado con su lectura, emborrachado, por decirlo así, de imágenes, giros narrativos, metáforas... En fin, toda una experiencia que resulta imposible que deje indiferente al lector.

Pero vamos con una pequeña sinopsis de la historia, para que se me entienda mejor: El segundo día de 1921 el carnicero de Loyal, un pueblo de la costa norte escocesa, descubre con horror los cuerpos de los habitantes del castillo de Altnaharra -menos uno-, mutilados y dispuestos dentro del círculo de un cromlech cercano. El castillo, que domina una isla junto a la costa, es propiedad de John Bearings, donde vive -o vivía- junto a unas mujeres y unos cuantos niños huérfanos que ha recogido de orfanatos cercanos o han sido abandonados allí. Digo niños cuando en realidad son niñas, salvo el joven Abel , de forma que Bearings reina sobre un pequeño gineceo que le adora como a un semidiós y al que ha inculcado unas creencias apocalípticas basadas, en parte, en las leyendas y mitología de las Highlands, hasta configurar un culto propio, que le tiene a él como centro. Vamos, una especie de familia Manson avant-la-lettre, para entendernos. 

La historia, con sus prolegómenos y las consecuencias del crimen, se nos va contando dando saltos temporales a lo largo de treinta años y  alternativamente desde el punto de vista de dos de las moradoras de Altnaharra -también de algún otro personaje-: la hermosa Dinah y su "hermana" Evelyn o Eve -sí, la del título, aunque éste también hace referencia a un ser de las leyendas escocesas, la Eba Muilur, que habita en el mar-; pero cuidado, no todo es lo que parece en un primer momento y quien lea esta novela irá variando su percepción de lo que ocurre a lo largo de la narración (algo que, por otra parte, parece ser el sello literario de Catriona Ward, o al menos resulta muy hábil en ello). Cierto que no es sólo la sorpresa en el desarrollo de la trama lo que convierte en fascinante a esta novela: es, sobre todo, la ambientación gótica en la que se desarrolla, la mezcla entre el género de terror (de aquella manera...  hay pasajes sin duda siniestros o fantásticos, pero no sé hasta  qué punto podemos considerarla una novela de terror al uso), al policiaco y al melodrama victoriano o post-victoriano. Así como a las imágenes perturbadoras que nos ofrecen o la riqueza, versatilidad y sensibilidad del estilo de Ward, de una calidad literaria más que notable.

De esta forma, y aunque reconozco que la trama tiene algunos giros algo forzados y algún que otro personaje que me ha chirriado un poco, creo que a nadie le resultará indiferente esta novela, de una intensidad y capacidad de fascinación mayores de lo habitual. Por mi parte, acabé el pasado año con la siguiente novela de esta escritora, La casa al final... y casi acabo éste con la anterior, La pequeña Eve. Como ya estoy convencido de que es una escritora a la que conviene seguir de cerca, quedo a la espera de que se publique la próxima, Sundial, para que vuelva a deslumbrarme, de forma paradójica, con su facilidad para envolvernos en la oscuridad.


Como me gusta más la cubierta inglesa que la de la edición española, pues os la pongo también...


También de Catriona Ward y reseñado en Un Libro Al Día: La casa al final de Needless Street

jueves, 17 de noviembre de 2022

Juan Benet: Otoño en Madrid hacia 1950

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1987

Valoración: Muy recomendable


Mi modestísimo e incompleto viaje por la obra de Juan Benet empezó en su día por su parte más oscura, justamente la menos desconocida (y aun así, casi completamente desconocida): aquellos libros que tenían como escenario una remota e imaginaria comarca leonesa, con abundantes ecos de la Guerra civil, personajes herméticos que no sabemos si son reales o solo recuerdos o sueños (a veces todo ello), atmósfera insana y gélida y, sobre todo, esa peculiarísima forma de narrar, rigurosa pero libre de toda atadura, un torrente desmedido que provoca angustia, estupor y admiración a partes iguales, al menos en mi caso. Mucho más tarde, de forma completamente fortuita, he ido conociendo otros textos que me han acercado a un autor que se me ha ido revelando menos denso, diríamos más asequible, con registros bastante diferentes, alguna novela más ligera, obritas de juventud, cosas así. Se puede decir que poco a poco he ido encontrando luz en este autor, y el proceso culmina de alguna forma con el libro que comentamos hoy.

Otoño en Madrid hacia 1950 se compone de cuatro crónicas en torno al momento y lugar que lucen en el título. Benet está integrado de pleno en el mundillo literario, que naturalmente se manifiesta en diversas tertulias compuestas por tipos como él mismo, intelectuales de ingenio afilado, gentes ávidas de charlas en torno a la literatura y la creatividad, en las que no faltan la anécdota y alguna extravagancia, lugares donde compartir quizá cierto elitismo cultural, cafés donde a veces corre el alcohol o burdeles que luego aparecerán en sus novelas. Y tal vez, en alguna medida, el deseo de sobresalir o epatar entre los iguales (o parecidos). Benet es entonces un jovenzuelo, parece que de momento escucha y aprende más que destaca, y todavía no es el centro de atención de futuras reuniones que compartiría más adelante con Marías, Azúa, Millás o García Hortelano, si no recuerdo mal.

Son desde luego tiempos oscuros. Se ha salido de la época más negra de la postguerra, pero en esos círculos intelectuales reina el desencanto, una pesadumbre sorda, poco ruidosa, ante la sociedad mojigata que se construye desde el franquismo, ante la censura y el aislamiento, años grises en los que esos cafés o esas reuniones en casa de alguien eran un refugio donde absorber oxígeno para seguir explorando caminos diferentes a los de la cutrez oficial. En esa especie de reducto de gentes de letras y amistades diversas encontramos la tertulia en casa de Pío Baroja, al pintor Juan Manuel Díaz-Caneja y, naturalmente, a Luis Martín Santos, amigo pero también rival intelectual de Benet. 

El relato de las tardes en casa de Baroja es el que reúne más información. Don Pío es ya un referente en el mundo de las letras, pero es un anciano sencillo, que recibe sin preguntar a quien quiera pasarse, y solo rompe su silencio para alguna intervención breve y concluyente, recluido en su sillón y dejando la iniciativa a quien desee hablar. Benet deja fluir anécdotas que sorprendían o hacían desternillarse a los presentes (las ocurrencias de José Gallego-Díaz, la historia de los monos mecánicos), entrelazadas con reflexiones sobre el arte y, más tangencialmente, sobre política, que dejan ver la sensación de postración que se deriva del momento. La semblanza de Baroja es brillante, pesando más el lado humano que el literario aunque sin rehuir este último, y a Benet parece fascinarle el carácter inamovible del autor vasco, alguien que mantiene su personalidad, su estilo, su carácter e ideas intactos por mucho que el mundo se haya movido en las últimas décadas. No llego a saber si en el fondo de la admiración que muestra ante esa integridad (y que se repite en el caso del ‘rojo’ Caneja) hay un pequeño rastro de desdén, por cuanto esa ausencia de evolución podría entenderse también como una limitación, y Benet no se pronuncia sobre si es o no voluntaria.

Porque, siendo sinceros, yo creo que el autor madrileño tiene unas dotes intelectuales incontestables pero me da la sensación de que, a la menor oportunidad, aflora también la soberbia de quien es muy consciente de ello. Algo de ello se deja ver también en el apartado dedicado a Martín Santos. Parece Benet un tipo incapaz de empatizar con nadie, al menos al poner las palabras sobre el papel, y no hay en el texto ni una sola prueba de afecto, ni un ápice de emotividad al referirse al que se supone que fue su amigo, como tampoco lo hay hacia el viejo y hospitalario Baroja. Se diría que puede más la pugna literaria (diríamos Faulkner vs. Joyce) que la relación humana, como parece demostrar la yo creo que poco inocente reiteración de lugares y situaciones vividos por ambos que Benet insiste en identificar como material originario que aparecería en Tiempo de silencio. Quizá es lo que tiene la amistad de dos cerebritos que además comparten vocación literaria.

Por lo demás, la crónica de las andanzas de Benet y Martín Santos está llena de momentos curiosos y es un retrato perfecto de la vida de estos personajes en aquella España plomiza. Como lo es en general el libro al completo, por el que circulan todo tipo de cosas, desde reflexiones sobre temas cualquiera (la figura del héroe momentáneo, que pronto cae en el olvido frente a quien más adelante quedará para la Historia), la aparición de un capitán Medina que muy bien pudiera ser el protagonista de El aire de un crimen (o al menos haber prestado su nombre a ello), pequeñas historias sobre la vida en Paris de los pocos que por entonces pudieron viajar al extranjero y, cómo no, algunas idas de olla con las que Benet  parece disfrutar de vez en cuando.

Pero, al margen del mismo contenido del texto, ya de por sí interesante, es una delicia leer a este autor en su versión digamos más luminosa. Con un estilo fluido y elegante, de frase algo sinuosa, describe con precisión y, sin necesidad de calificativos, capta el alma de los lugares y las situaciones, es al mismo tiempo instructivo y entretenido. Y hasta ese puntito petulante y (quizá buscadamente) arcaico le da gracia a la vez que pone el nivel muy alto. Olvídense si quieren del autor, este no es el Benet novelista difícil y propenso a atragantarse, ni este es el libro por el que llegar a conocerle, al menos desde el punto de vista literario. Con Otoño en Madrid hacia 1950 podremos quizá conocer algo de su lado humano y disfrutar de un texto espléndido sobre un momento histórico y un cierto ámbito cultural. Nada más, pero mucho más que suficiente.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Colaboración: Madrugada / Aventura en lo gris, de Antonio Buero Vallejo

Idioma original: Español 
Año de publicación (Estreno): 1953 / 1949 (1963) 
Valoración: Muy recomendable 

Vaya por delante que soy fan incondicional de Buero Vallejo y que, desde mi punto de vista, es uno de los grandes infravalorados no solo del teatro español sino de la literatura hispana en general. Es uno de los pocos autores que releo habitualmente, y no porque no haya escritores geniales, sino porque hay tanto para leer y tan poco tiempo para vivir... 

Me consta que en épocas más oscuras de nuestro tiempo fue de los autores más representados y que durante años La fundación fue lectura obligatoria en Bachiller, pero no acabo de entender el “olvido” al que se le ha visto sometido en los últimos años. Quiero pensar que estas reseñas y este traer a colación de vez en cuando sirven para ayudar en cierto modo a que no se nos vayan olvidando en el fondo del cajón tesoros perdidos que después nos podrían costar mucho recuperar. 

Comparto la opinión de que Buero Vallejo es un escritor más para ser leído que representado (ojo, una cosa no quita la otra), y digo esto como virtud: la lectura, como acto personal e intransferible, nos permite digerir y respirar líneas de diálogo y situaciones que en una representación nos pueden pasar por alto, o bien no llegar a poder disfrutarlas en profundidad sin correr el riesgo de perder el hilo de la obra – o mismamente, perdernos la siguiente genialidad del guión -. Y es que hay mucho, muchísimo de esto en Buero Vallejo; tanto como carece de lo superficial. No hay nada, o casi nada, en sus obras que no sea necesario y cumpla un papel bien definido en la construcción del relato. No me culpen, ya he empezando la reseña avisando de mi imparcialidad. 

Madrugada consiste en tu tema tan moderno como atemporal: La joven esposa de un anciano adinerado reúne a sus familiares y parientes más cercanos para la lectura del testamento. Sin embargo, no todo es lo que parece: no será tan fácil adjudicar roles de antemano a nuestros personajes. La acción transcurre en una sola noche, de ahí el título. Es esta una obra de carácter más social y no tan crítico como la siguiente del libro, mi favorita de las dos, Aventura en lo gris: Con el estreno de esta obra al parecer sí hubo más problemas por la posible similitud entre el argumento y la huida de Mussolinni de Italia, por lo que tuvo que estrenarse varios años más tarde de su creación y solo duró diez días en cartel. 

A pesar de las dichas similitudes -más que verosímiles- no es esta una obra esencialmente política, no al menos en su fondo: Varios personajes huyendo de una cruenta guerra en su país se reúnen en una vieja casona, apareciendo asesinada una de ellas a la mañana siguiente. Es una obra maravillosa, y Buero Vallejo aquí alcanza (siempre desde mi punto de vista) una profundidad psicológica de sus personajes y un manejo de los tiempos y la tensión muy raramente posible de ver en otras novelas de autores más reputados. Es magistral. 

No puedo acabar sin insistir en la recomendación de que lo lean, les aseguro de que no les defraudará: soy consciente de haber puesto las expectativas demasiado altas, pero estoy seguro de que Buero Vallejo las cumple de sobra.

Firmado: E.P.G.


martes, 15 de noviembre de 2022

Arturo Panero: ¿Dónde estáis?

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Está bien 

¿Dónde estáis?, de Arturo Panero, es una novela breve de terror. Va sobre un grupo de jóvenes hormonados que, en medio de sus vacaciones de verano, invocan a fuerzas preternaturales tras jugar con una ouija. Me ha parecido inferior a, por ejemplo, Mi ligue de la Ouija, de David Irons, propuesta similar editada recientemente, pero mentiría si dijera que no la he disfrutado.  

Lo que más aprecio de ¿Dónde estáis? es su honestidad. La obra de Panero quiere entretener al lector (y, a ser posible, provocarle un escalofrío), de modo que nunca abruma con un argumento enrevesado o subtextos pretenciosos.

La humildad de esta ficción, sin embargo, es también un arma de doble filo. Porque igual que le deja a uno satisfecho si es un amante incondicional del género, puede llegar a decepcionar a quienes acudan a semejante festín de adolescentes, sesiones espiritistas, presencias de ultratumba y posesiones demoníacas con demasiadas expectativas. 

Esta humildad impide, asimismo, que la novela enfatice determinadas exploraciones temáticas, que por tanto apenas se insinúan. A saber: la amistad, los amores imposibles o el abandono de la inocencia. Aunque tampoco pasa nada; ya digo que la gracia de ¿Dónde estáis? reside en que quiere entretener al lector, y no en disertar sobre la condición humana o algo por el estilo. 

Otro aspecto que, a mi juicio, debilita al conjunto es la prosa. En ocasiones se antoja abarrocada, lo cual estira innecesariamente la acción, torna atascadizo al narrador, resta credibilidad  a las voces de ciertos personajes, chirría al mezclarse con el registro coloquial, tiende a recurrir a expresiones sinonímicas redundantes y abusa de términos como «tétrico» u «ominoso». 

Volviendo a los apartados positivos de la novela: destacaría, además de su ya mencionada humildad, determinados pasajes particularmente inspirados, su misteriosa a la par que espeluznante villana, su ambientación entre castiza (pueblo de la España rural) y nostálgica (colegas, bicis, piscina, fiestas municipales, casetes...) o su final conmovedor.

Para ir terminando, reiteraré que ¿Dónde estáis? hará las delicias de los fans del terror. Eso sí, insisto en que no exijáis a esta historia que dé más de lo que promete: un enfoque canónico del subgénero, un plantel de personajes arquetípicos (el líder, el graciosete, el cobarde...) y alguna escena siniestra.

lunes, 14 de noviembre de 2022

Ángela Porras:. Los caminos del engaño

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Está bien

El siglo XVIII y lo que es ahora el territorio de México son los escenarios espaciotemporales de esta novela que inicialmente podría parecer una novela histórica pero que tiene tanto de esta como de novela de misterio / aventuras o de novela de formación. 

El hilo del que nace la novela es la mención en un códice novohispano a la historia de Juana y Pedro. Tirando del mismo, Ángela Porras construye una entretenida historia en la que hay un asesinato, documentos falsificados, traiciones, empoderamiento, resiliencia, etc. 

Muy en resumen y como si de un drama en tres actos se tratara...

1) Pedro se dedica a la falsificación de documentos de propiedad con los que las comunidades indígenas tratan de ganar o recuperar tierras ante los tribunales coloniales. 

2) Pedro aparece asesinado

3) Juana, esposa de Pedro y madre de sus 12 hijos, agarra el toro por los cuernos y sale en busca del asesino de Pedro, de ciertos documentos desaparecidos y de un dinero pendiente de cobro.

Dicho esto, los aspectos más destacables de la novela me parecen los siguientes:

  • La evolución del personaje de Juana, absoluta protagonista de la novela. 
  • La trama misterioso- aventurera. La autora no inventa nada nuevo pero la trama es efectiva (sin ser efectista) y cumple perfectamente su función. 
  • El ritmo de la narración, que favorece una ágil lectura.

Por su parte, los aspectos en los que más flojea el texto serían:

  • El contexto de la acción. Ángela Porras es Licenciada en Historia y creo que eso hace que todo lo vinculado a la organización socioeconómica de la época y, por extensión, al tema de la falsificación de documentos para conseguir la propiedad de tierras debería ser desarrollado en mayor profundidad.
  • Los personajes secundarios. Así como el de Juana me parece bien trabajado y desarrollado, hay algunos secundarios algo caricaturescos y otros que darían pie a un mayor desarrollo de la trama.
Por tanto, "Los caminos del engaño" es un digno intento de aunar novela histórica, novela de "aventuras" y novela de formación. Eso sí, a la siguiente le exigiremos algo más de ambición. Creo que la autora es capaz de eso.

domingo, 13 de noviembre de 2022

Marta D. Riezu: Agua y jabón

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2022
Valoración: está bien


Reconozco que albergaba ciertas dudas acerca de la lectura de este libro, pues su evidente, desordenada y reconocida fragmentación me apartaban de su camino, pero aun así su temática me interesaba. En tiempos donde las prisas pueden a los gestos delicados y donde el tiempo nos hace cruzar deprisa nuestra propia vida, apetecía una mirada tranquila y sosegada que permitiera disponer del tiempo necesario para reencontrar la belleza de lo cotidiano. Y esta lectura, aunque solo en parte, lo ha conseguido.

La autora abre con un prólogo donde indica qué significa para ella la elegancia y lo ejemplifica indicando que «la asocio a la persona que aporta y apacigua, a la alegría discreta, al gesto generoso. Ensancha y afina nuestro mundo». Este inicio del libro, además de trazar la línea que la autora pretenderá seguir a lo largo del libro, es sumamente interesante a la vez que prometedor. Así mismo, el título de «Agua y jabón», a pesar de que comercialmente no parece muy atrayente, es en honor a Beaton, alguien que «desde niño pensó que el mayor crimen es ser un aburrimiento para los otros», alguien que «logró la mejor existencia posible: aquella en la que se logra una correlación entre los sueños y las capacidades».

A partir de este prólogo, la autora estructura el libro en tres grandes áreas («Temperamentos», «Objetos» y «Lugares»), aunque la propia composición del libro y su desorden lo lleva a menudo a interrelacionarlas e incluso mezclarlas. Así, y de manera muy frecuente, la autora rememora su pasado para llevarnos de viaje a los rincones de su memoria que recuerda con más placer o más cariño, empezando por una niñez poblada de frecuentes visitas a la biblioteca en las que conoció a Rodari, Munari y Mari, así como también a Snoopy y los Peanuts. Esas páginas iniciales son cálidas y te arropan mientras te llevan a su vez a tu propio pasado. Y ese vehículo de propósito reminiscente utilizado por la autora hace que consiga, de manera hábil, mezclar recuerdos con reflexiones acerca de la vida en su extensa definición y alcance porque es indudable que el libro rebosa nostalgia al recordar también esos lugares que nos marcaron en el pasado y los seguiremos teniendo presentes en el futuro como cuando afirma que «veranear siempre en el mismo lugar es un eco extraño (…) la aventura viajera tiene muy buena fama, pero un paisaje inmutable acompaña a un niño toda la vida».

Lamentablemente, a medida que avanza el libro, la autora deja cada vez más paso a los episodios vitales que a las reflexiones y nutre el relato en exceso de anécdotas que evocan a su propio pasado. Un pasado que, si bien puede ser contemporáneo al nuestro, no tiene por qué coincidir en paisajes ni costumbres. Así, al lector que haya vivido una vida diferente, en un sitio diferente o en un entorno diferente se le puede antojar muy distante e impenetrable. De igual modo, la autora, evidenciando su amplia cultura (música, libros, exposiciones…) y experiencia vital (viajes, gastronomía…), avasalla al lector en un exceso de name dropping que recarga el texto en exceso de manera totalmente innecesaria, pues el bagaje en un autor que escribe un ensayo con sus propias reflexiones esta cualidad ya se le presupone y es algo que, por lo que ella misma expone, va en contra de lo que parece predicar cuando defiende que «el minimalismo no habla de rodearse de pocas cosas, sino de apartar todo lo que distrae y se interpone en el camino de lo necesario». Así, la autora nutre el relato de lugares, de objetos (habría que ver si los objetos no son también lugares, sitios en los que uno reposa la mirada y cobija en ellos sus recuerdos) convirtiendo a menudo el texto en un diorama ecléctico de paisajes conocidos que le sirve para sustentar una visión de la vida definida por firmes pilares alzados en la juventud   por las manos siempre vigorosas de la familia y las amistades a los que a menudo incorpora en el libro como elementos a los que anclarse para no desviarse de su camino.

El relato contiene múltiples y amplias reflexiones que compensan en parte sus defectos porque uno no puede sino darle la razón cuando indica que «solo es posible aprender a comprar mejor con un interés genuino por las personas y la historia que hay detrás de cada objeto. No hay atajos ni trucos. Cuando uno empieza a ganar un sueldo puede sentirse tentado a comprar cada vez más caro, en una imaginada escalera de estatus. Pero la buena compra no funciona por peldaños, sino por puertas que uno va abriendo hasta que encuentra aquellas en las que se siente como en casa». Una búsqueda vital que no cesa en su empeño de conseguir conectar con uno mismo, pero también con el entorno cuando afirma, de manera muy acertada que, «la cultura y el amor vienen son garantías. Nadie asegura que si amamos nos amarán, ni que leyendo libros nos volveremos más sabios. Pero no intentarlo es de locos». Por ello es innegable que el libro mejora mucho cuando se centra más en la reflexión que en el recuerdo, más en una propuesta filosofía de vida que en el pasado de la autora y se evidencia cuando mira hacia adelante en lugar de hacia atrás, aún sabiendo que solo revisando el pasado podemos construir un mejor futuro. A pesar de ello, es algo triste constatar que la autora parece encontrar únicamente la elegancia en los gestos y costumbres pasadas lo que, sin obviar que aunque es cierto que la sociedad actual se mueve tan rápido que incluso podría pasar de largo ante cualquier muestra de instantánea belleza, idealizar el pasado nos ancla a una sociedad que nunca volverá y que en ciertos aspectos ya es bueno que así sea.

Por todo ello, aunque es indudable que la autora tiene un gran bagaje cultural y vivencial que la lleva a desplegar sus conocimientos sobre arte, música, viajes etc., en ocasiones tanta exposición abruma y cansa pues aparece repetitiva. Por ello, el libro es mucho más interesante cuando la autora realiza reflexiones sobre la elegancia y la cortesía que cuando lanza una ristra de recuerdos o elabora una reflexión poblada de name dropping y recuerdos de su propio pasado. Quizá sea un libro adecuado para tenerlo en la mesilla de noche y leer unos pocos fragmentos (cortos, cómo todos los del libro) cada día antes de acostarse para recordar que el mundo aún puede ser un lugar interesante en el que encontrar cierto sosiego a poco que intentemos encontrarlo. Algo que, sin duda, debería ser uno de nuestros más firmes propósitos.

sábado, 12 de noviembre de 2022

David L. Carlson & Landis Blair: El accidente de caza

Idioma original: inglés

Título original: The Hunting Accident: A True Story of Crime & Poetry

Año de publicación: 2017

Traducción: Víctor Manuel García de Isusi

Valoración: entre recomendable y está bien

En 1959 el niño Charlie Rizzo vuelva a Chicago junto a su padre tras haber partido unos años antes con su madre, ahora fallecida. El padre de Charlie es ciego, debido supuestamente a un accidente de caza cuando era joven, y bastante peculiar para el ambiente en el que vive: se dedica a redactar en braille un libro basándose en los más grandes poetas de la literatura y a tratar de inculcar en su hijo valores estéticos y filosóficos. Pero cuando llega a la adolescencia , esta educación contrastará con el influjo de las calles de Little Italy, donde viven y Charlie se juntará con compañías poco recomendables. Además, a partir de cierto incidente, éste descubrirá la verdad sobre la ceguera de su padre, quien tratará de convencer a su hijo para que no se deje arrastrar por el mal camino.


Estamos pues ante una novela -gráfica, en este caso- de ésas entrañables, conmovedoras y no poco aleccionadoras: padre ciego, hijo díscolo, barrio italiano... vamos, con estos elementos hasta hace no mucho se podía haber hecho una peli la mar de chula con De Niro o Pacino de protagonista... Ahora bien, la historia da un giro y se convierte en una compleja narración carcelaria, que sigue un paralelismo -o más que eso- con el Infierno de Dante y con una improbable amistad como único seguro, bastante endeble, contra la tentación del suicidio. Todo ello jalonado con páginas en las que Charlie se dedica a leer párrafos del libro que su padre ha escrito durante años y que no son, precisamente, una muestra de literatura ligerita: además de mostrar un estilo un tanto rebuscado, tratan también de las dudas de un personaje al borde del suicidio.

Como se ve, y aunque se desarrolle en gran medida en una cárcel, no nos encontramos ante un cómic "de evasión" (perdón por el chiste, sé que es muy malo); por el contrario, nos hayamos ante una historia de ánimo ejemplificante y hasta trascendente, que puede parecer incluso un poco excesivo... hasta que te enteras de que está basada en personajes y sucesos reales. Esta gravedad, pues trata temas como la culpa y el remordimiento, la responsabilidad y el libre albedrío, la paternidad, la amistad e incluso el poder regenerador de la lectura, contrasta un poco con el estilo de dibujo de Landis Blair, que recuerda un poco al de Kim (aunque también es cierto que ni El arte de volar ni El ala rota son libros para "pasar el rato"), aunque trazado con una profusión de líneas finas que recuerda  también el estilo de otra ilustradora de Chicago, Emil Ferris. Destaca también su gran ambición a la hora de componer las páginas o las dobles páginas. 
Las ilustraciones, en todo caso, sirven para suavizar un tanto la historia, que, pese a tener algún momento que otro más distendido, no es precisamente una fiesta flamenca... lo que no significa -muy al contrario- que no deje un espacio para la esperanza y la redención. Incluso del peor de los criminales.