sábado, 14 de agosto de 2021

Reseña Interruptus. Juan Benet: En la penumbra


Idioma original: español

Año de publicación: 1989

Valoración: impenetrable

Frustráneo. Perfunctorio. Deletéreo. Cimarrona. Aporística. Inobstrusiva. Pudibundez.

Son palabras que figuran todas ellas en las primeras setenta páginas de esta novela, que es el máximo hito que he alcanzado en mis sucesivos tres intentos de leerla. En el curso de un mes o así, en circunstancias más o menos parecidas a las que me han permitido finalizar cualquier libro de los que he reseñado aquí.

No creáis que acabar así, con una Reseña Interruptus, no me produce cierta frustración. Pues había leído muy buenas opiniones de la obra del escritor madrileño, y no negaré que el entusiasmo de la nota de su contracubierta (donde, aparte de mencionar a Faulkner o Proust) se asevera que, aparte de la mejor novela de su autor, se trata de  "uno de los textos mayores de la narrativa contemporánea en cualquier lengua". Mucho decir es eso, y no sé si tal afirmación acrecienta mi frustración o mi enfado. 

De lo que he alcanzado a leer, el armazón de la novela es el diálogo entre dos mujeres, tía y sobrina, que reflexionan ante la inminente llegada de un mensajero. El diálogo se produce en una estancia y se inicia tras una sesión de trabajo con un contable que abandona la estancia. En el diálogo, la iniciativa la lleva la tía, que advierte a la sobrina del advenimiento del mensajero y que se reserva extensas parrafadas (la mayoría de los términos que encabezan la reseña pertenecen a sus intervenciones) cediendo a la sobrina breves contrapuntos donde parece asomar alguna relación extraña o incluso de cierto orden jerárquico. Y eventualmente hay otros capítulos que cambian de escenario y complementan la trama. Uno se produce en la cola de una carnicería. 

¿Qué sucede? Bueno, se trata de un texto de tonalidad surrealista e incluso experimental donde no tiene que suceder nada en concreto. Pero Benet parece refractario a los puentes con el lector. Los diálogos en el salón que son el centro de la novela se vuelven densos y pesados y dominados ya no por la abstracción sino por una especie de corriente críptica por la que no he podido dejarme llevar, con enormes bloques que pueden ser tan literariamente impecables en las formas como abiertamente hostiles en el fondo.

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