viernes, 13 de junio de 2025

Bernd Brunner: Vivir en horizontal

Idioma original: alemán

Título original: Die Kunst des Liegens. Handbuch der horizontalen Lebensform

Traducción: José Aníbal Campos González

Año de publicación: 2012

Valoración: Curioso


No sé si existe alguna estadística fiable sobre cuántos libros se han publicado a lo largo de la historia. Son sin duda miles, quizá cientos de miles, desde las culturas más remotas hasta la misma actualidad, en todas las lenguas habidas y por haber, en todas las épocas y formatos, pergaminos, opúsculos, cartas, catecismos, tocando todos los géneros conocidos y sus derivaciones. Y en todo ese diluvio de libros se han tocado todos los temas, ya sea desde la ficción o desde la voluntad de transmitir conocimientos sobre cualquier asunto. Así que seguro que ha habido precedentes, el mismo Bernd Brunner cita algunos, pero no serán muchos los textos que se refieran a algo tan humano como una postura, la posición del cuerpo en la que todos los humanos que fueron, son y serán hemos pasado una buena parte de nuestra vida. Unos más que otros, es verdad, y por razones muy diversas. Pero en definitiva algo que nos une sin remedio y sin excepciones: todos estamos cada cierto tiempo en posición horizontal.

Desde luego, se puede construir un libro entero sobre esto tan obvio y tan conocido, pero tampoco es tan fácil. ¿De qué hablamos? ¿Empezamos con nuestros antepasados acurrucados en cuevas, o avanzamos hacia camastros rudimentarios construidos con algo de paja o ramas? ¿Hablamos de la costumbre romana, no sé si también griega, de comer recostados? ¿Quizá algo parecido a una historia de la cama, con sus modificaciones estructurales o la importancia de su colocación según el feng shui? ¿Tocamos la segmentación social o política para ver al poderoso repantingado mientras los súbditos permanecían de pie? Pues sí, todos estos asuntos los toca el libro, juntos con muchos otros relacionados con el sueño, sus horarios y aspectos médicos, las posturas idóneas para bebés y las preferidas en el lecho compartido, la influencia de Oriente en las rudas costumbres europeas, aparatos absurdos asociados  (al menos teóricamente) al descanso y la relajación.

Como se ve, es una fuente inagotable de cuestiones que podríamos obtener de una sencilla brainstorming, porque a todos se nos pueden ocurrir mil ideas relacionadas con la posición horizontal del ser humano. 

Muchas de ellas las desgrana el autor a los largo de unos treinta capítulos, de tres o cuatro páginas cada uno, en los que va revisando con una pizca de humor, más bien poquito, tantos puntos de vista posibles. La lectura es agradable, ligera, quizá demasiado ligera, porque, siendo sinceros, el tema sí que es original pero también bastante intrascendente. La consecuencia es que leemos digamos con agrado pero sin mucho interés, invitando el texto a detenerse en algún detalle curioso y poco más. 

Me temo que el asunto no da para mucho más, aparte de comentarios de algún cariz humorístico, porque si de esto alguien pretende hacer un análisis antropológico o cultural de más enjundia tal vez podría estar provocando que el lector quede traspuesto, ya sea en esa posición horizontal o en alguna alternativa, con variantes llámese butaca, sofá, hamaca, tumbona o a ras de tierra, bajo un árbol sobre la hierba, o en la arena de la playa.


jueves, 12 de junio de 2025

Colaboración: El diablo en la cruz, de Ngugi wa Thiong’o

Idioma original: Kikuyu o gikuyu

Título original: Caitaani mũtharaba-Inĩ

Traducción (del inglés): Alfonso Ormaetxea

Año de publicación: 1980

Valoración: Tendría que ser kikuyu originario para poder hacer una valoración justa.


El diablo en la cruz es un libro muy especial, algo totalmente inesperado en Europa y en el resto de lo conocido como mundo occidental. Fue el primer libro que Ngugi wa Thiong’o escribió en su lengua materna, en kikuyu o gikuyu. Lo escribió para los pueblos de su cultura natal, sin importarle que pudiera tener otros posibles lectores. Eso hace que toda su primera parte nos desconcierte a quienes no somos nativos de la cultura kikuyu. Además lo escribió pensando en los que no saben o no quieren leer en inglés y para aquellos a quienes recomienda que lean y escriban en su idioma materno. Tal vez eran muy pocos los que 1980, año de su primera edición, sabían leer kikuyu ¿Cuántos libros escritos en ese idioma existirían por entonces? Según nos cuenta el mismo Thiong’o, en la escuelas de Kenia, cuando él estudió en ellas, se prohibía hablar kikuyu; educar era enseñar a hablar, leer y escribir en inglés.

En algunas de sus obras escritas en el idioma de los colonizadores, libros que le dieron una muy merecida fama, Ngugi propone Descolonizar la mente y escribe una tesis para impulsar la escritura en las lenguas de los habitantes originarios de Kenia. Aquí, en El diablo en la cruz, Thiong’o no propone, lo hace y elige atinadamente personajes y costumbres sumamente populares para demostrar a su pueblo lo que considera de primordial importancia: con los colonizadores llegó a Kenia un sistema hecho para robar y depredar, que logró instalarse manejado por quienes quedaron al frente del país, al servicio de los antiguos colonizadores, después de la independencia política.

A nosotros, los “occidentales”, la primera parte de la novela nos parece no solo una ironía, más bien la vemos como una burla grotesca del sistema económico en que vivimos. Desde nuestro rincón cultural, preferimos leer, para criticar al sistema, a sesudos pensadores: Marx, Arendt, Althusser, Habermas, Zizek. Y los comentaristas damos maromas para defender a un gran literato que escribió, para hablar del sistema económico imperante, lo que dicen los choferes ilegales del transporte público más usado en nuestros barrios marginales. Definitivamente Thiong’o no escribió El diablo en la cruz para nosotros ¿Cómo juzgar desde nuestra cultura egocéntrica a quien escribe para una cultura que podría salvarnos de devorar nosotros mismos nuestra biósfera?

Intrigado, todavía sin entender y molesto por lo grotesco de las burlas, seguí leyendo la novela hasta el final y apareció, no podía ser de otra forma, la magia de Ngugi, con la que, a una de las protagonistas, una mujer del pueblo, la convierte, sin alardes, con una enorme sencillez, en símbolo del pueblo kikuyu: hermosa, que luce con orgullo su atuendo tradicional que la embellece aún más, segura de sí misma, que asume su pasado donde fue mancillada sin negarlo, amando a la hija de ese pasado y firme en la defensa de un futuro de cuya construcción se hará responsable, superando cualquier dificultad: Wariinga, la mujer kikuyu que representa a todo su pueblo natal, por arte mágico de Nugi wa Thiong’o.

Firmado: David Batista

Más reseñas de Ngugi wa Thiong’o en ULADaquí

miércoles, 11 de junio de 2025

Kate Brown: Manual de supervivencia


Idioma original: 
inglés

Título original : Manual for Survival

Año de publicación: 2019

Traducción: David Muñoz Mateos

Valoración: necesario 

De acuerdo con que la atención prestada al asunto de Chernóbil puede que ya nos parezca suficiente: aquí o también aquí o incluso aquí , tanto en este blog como en algún adormecido proyecto paralelo, ya se le ha dispensado alguna cobertura a sus hechos y a sus repercusiones inmediatas. Afortunadamente estamos en una época dorada y pujante de la posibilidad de acceso a mucha clase de información, soslayemos los debates sobre sus límites, su saturación, la necesidad de filtros y advertencias constantes que nos aconsejan justo eso: relativizar ese aluvión avasallador de datos que se complementan o se contradicen según sean los intereses. Que Chernobil sucedió es innegable, que fue la espoleta del final de los dos bloques (eso decíamos en los 90: hoy diremos que de los dos bloques en su formato post II WW), que puso al mundo en alerta sobre el uso de la energía nuclear y sus protocolos de seguridad...

Kate Brown, investigadora de campo, da un paso más en este Manual de supervivencia. Ahí es donde se justifican esas algo extenuantes quinientas páginas. Recupera, por si algún astronauta la necesita, la puesta en contexto, los datos básicos. Las fechas, los hechos, los protagonistas activos y pasivos, desfilan uno a uno. Pero esa superficie es conocida, gracias al tesón de quien investigó en su momento para que, al menos, los posibles daños inmediatos fueran conocidos. Lo que Kate Brown hace va más allá de estadísticas, de hechos constatados o incluso de toda aquella máxima que pueda ser distorsionada en clave política (el gobierno de la URSS actuó como un colectivo monolítico obstinado en preservar el poder antes que proteger a la población) o incluso filosófica (la energía nuclear es el producto del ansia de la comunidad científica por descodificar el universo y jugar a ser dioses). Brown acude a los lugares y se encuentra las clásicas sorpresas, tres décadas más tarde. Portazos, restricciones de acceso, escasa colaboración de los estamentos oficiales, oportunas desapariciones de información comprometedora, oportunas lagunas de memoria de los implicados supervivientes.

Por eso es un mérito,  porque haya llegado a ese volumen de información, por todos los cauces que ha tenido que nadar a contracorriente para obtenerlos, y que (convengamos que esa fecha, 26 de abril de 1986, podría perfectamente haber significado el inicio del fin de la vida en Europa) porque esos datos sean tan irrefutables como espeluznantes. Desde la incidencia de enfermedades relacionadas con la radiación, el comportamiento de los órganos con respecto al variado abanico de elementos radiactivos, su perdurabilidad, sus dosis, la comparación con los estudios efectuados tras Hiroshima y Nagasaki, la denuncia de todas las mentiras usadas como argumento para sosegar a la población (no solo en la URSS, también en los entornos de los ensayos nucleares de Francia, USA, u otros paises), el perverso argumento de las cuotas de producción para, con la tosca técnica de la mezcla y la disolución, reintroducir alimentos, agua, materiales irradiados ya no solo en ciclos productivos sino incluso en el consumo humano. No es fácil recorrer ese camino, llegar a esos datos, ni lo es es, al leerlos, reconocer lo cerca que estuvimos de que las grandes capitales centroeuropeas fueran hoy un catálogo de ciudades fantasma en la oferta de agencias de viajes de riesgo. Es, más bien, escalofriante, igual que suponer que sólo esa situación hizo extremar las precauciones, los controles, los niveles de seguridad, y que a saber qué necesitamos que ocurra en el futuro para volver a darnos cuenta de que tampoco eso era suficiente.

martes, 10 de junio de 2025

Ander Izagirre: Cansasuelos. Seis días a pie por los Apeninos

Idioma: español

Año de publicación: 2015

Valoración: entre recomendable y está bien

Pequeño y simpático libro de viajes, en este caso sobre un trayecto a pie que realizó su autor entre la plaza mayor de Bolonia y la catedral de Florencia; seis días para atravesar los Apeninos por el llamado "Vía de los Dioses" -a cuenta de los topónimos relacionados con el panteón clásico-, transitado ya por los antiguos etruscos y, por supuesto, por los romanos, escenario de cruentas batallas tanto en la antigüedad como en la II Guerra Mundial; última morada de miles de soldados alemanes, tierra de leyendas y de castillos y, sobre todo, de la suculenta gastronomía emiliana y toscana (de la que dan buena cuenta el autor y su acompañante). Todo ello para llegar al fin a Florencia, ciudad turistizada hasta el extremo, ciertamente, pero también tan repleta de belleza que ni la desdeñosa ironía contemporánea puede sentirse indiferente a ella. Una recompensa inefable para seis días de esfuerzo (hasta cierto punto) y aventura (ídem).

El librito, ya digo, resulta entretenido y simpático, aunque, por ponerle alguna pega, quizás hace demasiado caso a detalles triviales, lo que le costó subir la cuesta de este monte y luego arriba se comió un bocadillo o si se cruzaron con un señor que paseaba con su perro. cosas así... Cierto que estos detallitos son el aglutinante que une la sustancia de las crónicas de viajes, no todo van a ser descripciones sublimes, referencias históricas y encuentros transcendentales, pero en un libro tan breve como éste; tampoco es que importe mucho, porque el tono general es tan grato y su lectura tan fácil, además de rápida, que para cuando la reiteración de estas menudencias resulte cargante.

Así las cosas, vuelvo a insistir en que el libro se lee con facilidad y resulta suficientemente satisfactorio; un tentempié ligero antes de acometer caminatas más largas, libros que pueden exigir de nosotros/as mayor concentración y, en ocasiones, también una mayor capacidad de sacrificio lector...

Más libros (y una entrevista) de Ander Izagirre en este insuperable blog: Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de bueyPotosí, ALTAÏR magazine. Contar(nos) el mundo (VV.AA.)

lunes, 9 de junio de 2025

Mikel Santiago: El mentiroso

Idioma original: español

Año de publicación: 2020

Valoración: Está bien, supongo

Siempre que leo este tipo de thrillers, recuerdo inevitablemente aquellos trucos de magia que tanto me maravillaban cuando era niño. El asombro era genuino al ver cómo el mago adivinaba la carta que habías elegido o cómo hacía desaparecer una pelota debajo de un vaso para luego multiplicarla y hacerla aparecer en lugares totalmente inesperados. Esos trucos de magia aun me impresionan, pero por motivos diferentes. La habilidad manual de estas personas, resultado de muchas horas de práctica, es increíble, pero ya no me emocionan. Nunca mejor dicho, esos trucos han perdido la magia.

Algo similar ocurre con ciertas novelas de misterio y thrillers contemporáneos. Antes, estos relatos me cautivaban de inmediato, sumergiéndome en sus misteriosas tramas. Sin embargo, estas novelas no solo exigen el clásico pacto de credulidad que firmamos al leer ficción, sino que también requieren un segundo pacto particular: el de permitirnos ser sorprendidos. Es necesario convencernos de que los eventos narrados suceden en tiempo real y no han sido meticulosamente planeados con anterioridad por el autor, quien intenta esconder cuidadosamente los hilos que mueven la trama. Pero una vez que esos hilos son visibles, el encanto se desvanece. Y me atrevería a decir que ni siquiera es necesario ver esos hilos, sabemos de antemano que existen.

En El mentiroso, de Mikel Santiago, el protagonista despierta junto a un cadáver, con la mente en blanco y sin recuerdo alguno de las últimas 48 horas. Al tiempo que la policía investiga lo ocurrido, él comienza lentamente a recuperar fragmentos de su memoria en forma de flashbacks. Conforme avanza la historia, se da cuenta de que su implicación en la muerte es mucho más profunda y perturbadora de lo que inicialmente sospechaba, y que las circunstancias alrededor de aquel homicidio involucran a todo el pueblo. Realmente no podría decir más sobre la trama, y aquí vuelvo a mi idea inicial, una vez visto el truco, ya no hay nada más qué hacer. Por cierto, este gimmick donde el protagonista padece amnesia, le permite al escritor sacarse todos los libretazos que quiera con el pretexto de que nuestro héroe no recordaba lo ocurrido.

No me malentiendan, como esos magos, los escritores de thrillers Netflixables poseen un talento notable. Santiago es un autor que claramente sabe lo que hace: crear tramas ágiles, entretenidas y con giros capaces de mantener al lector interesado hasta la última página (una habilidad que admiro profundamente). Sin embargo, más allá del entretenimiento superficial, no encuentro una profundidad significativa ni una invitación a una segunda lectura más profunda o analítica. La novela se sostiene únicamente por aquello que desconocemos; una vez descubierto, pierde casi todo su atractivo (ayer hubo una venta de saldos de libros cerca de mi universidad, aquellas pilas de libros llenas de thrillers que nadie pretende releer me parecieron un desperdicio de papel). 

El mentiroso es precisamente lo que promete ser: una novela entretenida y bien escrita, perfectamente adaptada para convertirse en una exitosa serie para hacer el Netflix and chill. Seguramente generó y seguirá generando ganancias considerables para su autor y cumplirá con creces el objetivo de distraer y divertir. Escribir un libro así está bien. Leer un libro así está bien. Somos testigos de un buen espectáculo, pero no hay magia.

(Lo más interesante de todo, quizás, es que esta reseña es completamente intercambiable para cualquier otra novela del estilo).

domingo, 8 de junio de 2025

VV.AA.: Insolitus

Título original: Insolitus
Idioma original: Danés
Año de publicación: 2025
Traducción: ¿?
Valoración: Sorpresa agradable

¡Qué grata sorpresa ha supuesto Insolitus! De este cómic danés me han gustado tanto el guion de Henrik Rehr como el dibujo de Jan Solheim, ambos autores hasta ahora desconocidos para mí.

Empecemos hablando del guion. El cómic sigue los pasos de una mujer de la que sabemos bien poco: que es estadounidense (por un comentario que hace al inicio de la historia), que está en un país extranjero y que tiene una extraña fijación con su padre. A dicha mujer la vemos, entre otras cosas, actuar paranoica en un restaurante, buscar angustiada el billete de vuelta en su habitación de hotel, mantener relaciones sexuales con un artista turbio y describir los sueños perturbadores que la asolan. Y debemos cuestionarla, pues ella es una narradora no fiable que mezcla situaciones reales con otras fantasiosas u oníricas, y tiene la percepción alterada por alguna enfermedad mental o las drogas. La cosa promete, ¿verdad? Recapitulemos: tenemos una narradora no fiable y un argumento que desdibuja los límites de lo real y lo onírico. 

Y, para redondear tan apetitosa premisa, está el solvente apartado gráfico del cómic. Éste destaca por la calidad y personalidad de su dibujo (presente en la estilización de los personajes, en la distorsión de la anatomía, los objetos, los escenarios y las perspectivas, en la paleta limitada de tonos cálidos contrastados con el blanco, etc...) y por la fluidez de su narrativa visual (una sola viñeta por página). Y quien busque pruebas del buen hacer de Jan Solheim, que consulte la brillantemente ejecutada escena en la que la protagonista del cómic sufre una paliza.

Poco más que añadir. Sólo insistir en que Insolitus ha supuesto una grata sorpresa. A fin de cuentas, este thriller danés con toques psicológicos, criminales y surrealistas goza de un guion y un apartado gráfico sumamente efectivos. ¿Qué más puede pedir alguien que se adentra por primera vez en el cómic de dos autores que desconocía?


sábado, 7 de junio de 2025

Sara Gallardo: La rosa en el viento

Idioma original: Español 

Año de publicación: 1979

Valoración: Recomendable

Quizá, y solo quizá, esta no sea la gran novela de Sara Gallardo. Quizá La rosa en el viento no tenga la absorbente potencia de Enero (aunque algo de Enero haya, por ejemplo, en personajes como Teresa o Eleonora), la alucinada y alucinante atmósfera de Eisejuaz (aunque algo de Eisejuaz haya, por ejemplo, en personajes como Olaf o el emperador Don Antonio) o el nivel de desarrollo de personajes y la profundidad de penetración psicológica de Los galgos, los galgos (aunque el Doctor Borg o Andrei no anden lejos), pero es una (muy) buena novela. ¡Pero es que el listón estaba tan alto!

En cualquier caso, Sara Gallardo no se baja de mi particular podium en la categoría "escritoras argentinas de los últimos 100 años", en el que se sitúan Silvina Ocampo, Mariana Enriquez y Sara Gallardo. Porque La rosa en el viento, insisto, es una (muy) buena novela, exigente y arriesgada en lo formal, fragmentaria y evanescente. Novela, sí, pero que podría hasta ser leída como una colección de relatos conectados por hilos, asociaciones o casualidades. 

Seis capítulos (o, mejor dicho, cinco capítulos y un breve epílogo) conforman La rosa en el viento. Voces, personajes y lugares diferentes ocupan el centro de cada uno de ellos. Gallardo salta sin ningún problema de la tercera a la primera persona o al género epistolar, de la novela "romántica" a lo más o menos histórico / alucinatorio o a lo "metaliterario", pero todo encaja, nada chirría. 

Así, pasamos del amor de Andrei por Eleonora, del de Lina por Andrei y por Olaf, del de Olaf por Teresa, ... o de Buenos Aires a la Patagonía (y su eterno viento), de la Patagonia a Roma... Siempre promesas de felicidad, siempre mujeres que rompen o tratan de romper con la vida que llevan porque si no... ¿qué haríamos sin los estandartes, sin las Patagonias, sin los naufragios? y siempre la imagen de los pétalospersonajes que se van volando, sin hacer ruido.

No puedo ni debo terminar la reseña sin hablar del estilo de Sara Gallardo en La rosa en el viento. Combina como pocos la frase breve, seca y árida como el paisaje patagónico que protagoniza parte del texto, con lo poético. Su capacidad para generar bellas y poderosas imagen permanece intacta. Lo mejor es que deje un par de ejemplos (de entre los muchos que tengo subrayados): 

Olaf cortó la mitad de la ristra de pájaros asados y la metió en su alforja. Después ensilló el caballo con la abstracción tranquila de un planeta que retoma sus revoluciones después de un leve tropiezo sideral.

 Emparentadas con mapas escolares subían las venas por las patas del caballo, orinocos y amazonas absorbidos en un ijar, que reaparecían como gruesas ramificaciones por la barriga de respirar pacífico.

¡Aunque solo sea por estas dos imágenes, la lectura ya merece (y mucho) la pena! Pero no debemos quedarnos solo en esto. En La rosa en el viento y en sus ecos e influencias (Antonio di Benedetto, Saer, ¿Carpentier, tal vez?) encontramos pinceladas de sus obras "mayores" y una buena muestra de la que, para mi, es una de las escritoras clave de la literatura hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX. 

También de Sara Gallardo en ULAD: Los galgos, los galgosEnero y Eisejuaz

viernes, 6 de junio de 2025

Zoom: Almuerzo en el café Gotham

Idioma original: inglés

Título original: Lunch at the Gotham Café

Año de publicación: 1995 (dentro de la antología Dark Love)

Traducción: Íñigo Jáuregui

Valoración: está bien (muy bien con las ilustraciones)

En Almuerzo en el café Gotham no sale Batman (recordemos que Gotham es uno de los sobrenombres de la ciudad de Nueva York) pero sí un personaje tan chiflado como el Joker. Que tampoco sale, claro: el Rey no necesita apropiarse de personajes ajenos para sus creaciones, que bastante abundan ya en tipos peculiares, atormentados y conflictivos, por no mencionar a las criaturas terroríficas que pueblan sus narraciones.

Resumen resumido: Steve Davis es un exitoso profesional de la Gran Manzana al que no le va tan bien en su vida privada; de hecho, un día llega a casa y se encuentra con que su esposa Diane le ha abandonado y quiere el divorcio. pronto se pone en contacto con él el abogado de, con quien concierta una cita para almorzar, con el objetivo, por parte de Steve, de ver de nuevo a su mujer y tratar de convencerla para vuelva con él. La cosa, no es difícil de adivinar, descarrila un poquito para acabar convirtiéndose en una auténtica pesadilla para los presentes.

Cuento no demasiado largo, publicado en primer lugar, junto a los de otros autores, en la antología Dark Love y un año más tarde, en 2002, en la recopilación Todo es eventual: 14 relatos oscuros y que se aleja un tanto de lo que solemos esperar de las obras de King: aquí no encontramos presencias preternatural ni personajes con poderes paranormales. Por el contrario, y no quiero hacer spoilers, este relato casi lo podemos incluir más bien dentro del subgénero splatter, dada la profusión de sangre y violencia, o, cuando menos, dentro del subgénero gamberrada por parte del Rey, que sospecho se lo pasó cual gorrino en lodazal escribiéndolo... 

En todo caso, si ha merecido una reseña en Un Libro Al Día no es sólo por lo divertido que puede ser o la bien conocida excelencia de la pluma (es un decir) de su autor, sino porque fue publicado hace pocos años de forma independiente por la editorial Nørdica, con unas no menos divertidas y, en cualquier caso, estupendas ilustraciones de Javier Olivares, que convierten a éste en un libro único y muy, muy disfrutable. Para muestra, un botón:

Nota: Al parecer, este relato fue adaptado a un cortometraje en 2005, con cameo del propio King incluido.

Muchas más obras de y sobre Stephen King reseñadas: aquí

jueves, 5 de junio de 2025

VV.AA.: Bolsilibros Yeray 02

Idioma original: Español
Año de publicación: 2023
Valoración: Está bien

Adoro a esas editoriales actuales que, con mayor o menor acierto, distribuyen "pulp". Me vienen unas cuantas a la cabeza: Pulpture, Proyecto Estefanía, Matraca, Isla de Nabumbu, Barsoom, Costas de Carcosa, etc... 

Recientemente he descubierto otra. Se llama Yeray, y una de sus colecciones recupera el formato de los bolsilibros, esa literatura popular, antaño conocida como de a duro, en sus distintas facetas (policíaco, terror, ciencia ficción, "western", aventuras...).

El segundo volumen de tan prometedora colección se centra en el género del terror, e incluye dos novelas cortas. La primera, del español Alejandro Riera Guignet, se titula Dame tu muerte. La segunda, de la argentina Eneele Horst, Compulsión.

Ambas me han gustado. En general, cumplen holgadamente sus modestos objetivos: homenajear a la tradición hispana de bolsilibros y entretener al lector. Incluso me atrevería a decir que sorprenden gratamente en un par de apartados, en los que superan a la literatura popular más estandarizada.

Y es que los desarrollos de Dame tu muerte y Compulsión, sin ser un dechado de originalidad, demuestran cierta creatividad argumental y ambición temática. Asimismo, sus personajes, si bien son algo planos y estereotipados, no se sienten tan acartonados, ni sus roles tan previsibles, como los de otras ficciones "pulp". Y, por último, su prosa elude el estilo preñado de diálogos tan característico de la literatura escapista.

Con esto no quiero decir que estemos ante obras maestras. Hay que acudir a Dame tu muerte y Compulsión con las expectativas adecuadas y previendo una prosa algo taquigráfica, una trama más bien efectista y un elenco sencillito. Sin embargo, insisto en que, dentro de los estándares "pulp", podrían considerarse aportaciones muy dignas, e incluso particularmente inspiradas en ciertos detalles (resulta un puntazo que ignoren clichés como el de los romances forzados). 

Dame tu muerte, quizá la más terrorífica de las dos novelas cortas, trata sobre un guardaespaldas que, guiado por una voz misteriosa que anula su voluntad por completo, presencia al cadáver de una mujer víctima de un accidente de coche y se empieza a obsesionar con la muerte.

Destacaría, por encima de todo, su imaginería grotesca y "gore". Sin ser particularmente creativa o explícita, logra causar cierta repugnancia cuando es descrita, y alcanza cotas de perversidad y morbo muy elevadas en la escena del salón de baile. También resaltaría su potente primera mitad (exceptuando ciertos capítulos, de los que hablaré a continuación), pues concatena escenas con pasmosa agilidad, erige convincentemente una atmósfera sórdida y siembra un sugerente misterio.

Entre los aspectos negativos, citaría que algunos de sus capítulos introductorios no aportan nada relevante al conjunto, e incluso le restan solemnidad a causa de su (extremadamente ocasional, todo sea dicho) tono cómico. Asimismo, la revelación del misterio que permea la historia (¿qué es esa voz que guía al protagonista y a otros personajes?), aunque satisfactoriamente alocada, no me ha acabado de convencer, pero esto probablemente se debe a que yo hubiera preferido que las cosas discurrieran por otros derroteros.

Compulsión, por su parte, narra el reencuentro de dos hermanos, propiciado por la aparición de una extraña criatura que cada uno debe estudiar desde sus respectivos campos (el folklore y lo paranormal).

De ella me han gustado el diseño de la criatura y las habilidades de ésta (prolijamente detalladas y, aun así, capaces de desconcertar al lector). También los paralelismos que establece entre Asgeir y Pigmalión, o el escenario donde transcurre la intensa segunda mitad de la historia.

En cambio, no he acabado de conectar con su tono, que es demasiado peliculero para mi gusto (sobre todo durante el último tercio de la obra, en el que una carrera contrarreloj culminará con una serie de inevitables explosiones). Además, los personajes, que se empapan de dicho tono peliculero, obedecen a una lógica a ratos inverosímil (amistades que se forjan en tiempo récord, arcos de redención predecibles, reconciliaciones conmovedoras, etc...). 

Poco más que añadir sobre la segunda entrega de la colección Bolsilibros Yeray. Sólo insistir en que, de acudir a estas novelas cortas con las expectativas adecuadas, pasaremos un rato estupendo, e incluso seremos recompensados con algún que otro destello inesperado. Suficiente para alguien como yo, que sin haber vivido el auge de la Selección Terror de Bruguera y otras propuestas similares, las echa de menos ahora que apenas son un recuerdo de una época en la que la literatura popular vendía como churros.

miércoles, 4 de junio de 2025

Louis-Ferdinand Céline: De un castillo a otro (Trilogía del Norte I)

Idioma original: Francés 
Título original: D'un château l'autre
Año de publicación: 1957
Traducción: Carlos Manzano
Valoración: Muy recomendable (con varios matices)

Complicado separar obra y autor en el caso de un tipo como Louis-Ferdinand Céline. Furibundo antisemita y colaborador del gobierno de Vichy, es innegable su importancia en la literatura francesa y mundial del siglo XX y su influencia en futuras generaciones de escritores (toda la generación beat, el propio Michel Houellebecq, etc). Vamos, otra muestra más (y no me hagais dar nombres pero los hay de toda raza, género, edad, ideología, etc) de que ser un verdadero hijo de puta no está reñido con ser un puto genio en lo artístico.

Y aunque resulte complicado, más aún después de leer las 100-150 páginas del libro, trataré de que mi valoración de la obra no se vea demasiado afectada por otro tipo de consideraciones ajenas a lo puramente literario. ¡Al lío!

De un castillo a otro, primera parte de la trilogía del Norte, es, como sucede con buena parte de la obra de Céline, una narración autobiográfica. En esta ocasión, el autor rememora, principalmente, los meses pasados en Sigmaringen, lugar al que huyeron en el año 1944 jerifaltes (y no tan jerifaltes) del gobierno colaboracionista de Vichy. 

Digo principalmente porque las ya citadas 100-150 primeras páginas se sitúan en el momento en que Céline escribe De un castillo a otro y porque estas son una constante diatriba contra todo y contra todos (editores, intelectuales, escritores, políticos, etc) y una casi permanente queja por su situación política y económica. Así, Céline se autodenomina cabeza de turco de los racistas de enfrente material para la propaganda, se queja amargamente del precio de las zanahorias (???), protesta porque con lo poco que he escrito, ¡ya habéis visto los odios!...¡el resentimiento que me he granjeado!... (por qué será, LuisFer?) Resultaría hasta cómico, si no conociéramos los antecedentes del personaje.

En resumen, Céline narrador y Céline protagonista casi absoluto de un primer tercio del texto en el que, afortunadamente, Céline se muestra, por momentos, autoparódico, aforístico, irónico o ácido. Si no fuera por esos momentos, dan ganas de dejar el libro, la verdad.

La cosa mejora, y mucho, cuando se centra en los meses de Sigmaringen. Sin dejar de ser una narración desordenada, sin continuidad y solo aparentemente desaliñada, el foco pasa del propio Céline a muchos de los personajes que pululan por Sigmaringen. Su condición de médico le permite codearse con personajes como Petain o Laval, con soldados, prostitutas, etc y ofrece un cuadro terrible del caos reinante en aquellos días. 

El texto se convierte en el retrato de la ruina física y moral. No hay heroicidad ninguna, sino seres humanos y sus más bajas pasiones (traiciones, delaciones, odios cruzados, hipocresía) en medio del hambre, la enfermedad y la tensión de los bombardeos aliados y la presencia próxima del ejército de Lecrerc. Pero entre la ruina se cuelan el humor negro o escatológico, esperpénticos y absurdos intentos de normalidad, locas esperanzas o recuerdos de infancia del propio Céline y, de esta forma, De un castillo a otro resulta un testimonio con una fuerza brutal.

No puedo terminar la reseña sin hablar de estilo de Céline y de la traducción. En cuanto al estilo, y como ya sucede en Viaje al fin de la noche (creo que lo he leído un par de veces, pero de la última igual hace 20 años), este se basa en la oralidad y en una aparente impulsividad, así como en la ruptura de los estándares habituales en cuanto a continuidad narrativa, sintaxis, etc. Por ponerlo en imágenes, De un castillo a otro parece un rompecabezas que hubiera sido transcrito por Lili, pareja de Céline, mientras este despotrica y recuerda sentado a un mesa, tomándose unos tintorros y pegando puñetazos de vez en cuando.  

Ligado a lo anterior, se hace obligado hablar de la traducción porque... ¿cómo traducir un texto tan oral / coloquial escrito en 1957? ¿han de adaptarse estos textos a coloquialismos más "actuales" para que no suene "a viejo"? No tengo la respuesta, solo un párrafo de la traducción de Carmen Kurtz (1972) y de la de Carlos Manzano (2024). ¡Ojo a las diferencias!

Me gustaría ver a Luis XIV con un “asegurado social”... ¡vería si el Estado es él!... ¡date cuenta de los millares que representa el menor cotizante! ¡ay, Luis, desvalijador de vía estrecha!... date cuenta, Luis Sol, ¡temblaba cuando tenía que cambiar de cirujano! ¡ya no vivía!... ¡la etiqueta!... tu “asegurado” ¡no se anda con chiquitas para enviarte a la mierda! ¡tratarte de podrido chuleta!. (C.K. 1972)

Me gustaría ver a Luis XIV con un “asegurado social”... ¡vería si el Estado es él!... ¡pensad en los miles de millones que representa el menor cotizante! ¡ay, Luis, mindundi!... imaginaos, Luis Sol, ¡el canguelo tan solo por cambiar de cirujano! ¡ya es que no podía vivir!... ¡la etiqueta!... ¡lo que trae sin cuidado a tu “asegurado”! ¡mandarte a tomar viento! ¡tratarte de macarra canalla!. (C.M. 2024)

También de Céline en ULAD: Guerra y Viaje al fin de la noche

martes, 3 de junio de 2025

Miguel Delibes: Las guerras de nuestros antepasados

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1975

Valoración: Muy recomendable


Miguel Delibes tiene unas cuantas reseñas en este blog, con algunas valoraciones muy positivas y otras no tanto, un poco de todo. En el comentario a una de esas entradas dije algo así como que no era uno de mis autores favoritos, y es cierto, quizá porque en la pequeña parte de su obra que conozco pesaba, en mi opinión en exceso, el elemento rural. Que es cierto que Delibes describe como pocos el paisaje castellano, y tiene una capacidad inigualable para entender a personajes muy pegados a la tierra, gentes sencillas del campo cuyo lenguaje, y diríamos cuya alma, traslada a las páginas de sus libros, siempre desde la ternura y una pizca de humor. Pero, aun admitiendo sus virtudes, personalmente el apego a ese mundo me resultaba más bien poco atractivo.

Pues he aquí que Las guerras de nuestros antepasados nos sitúa de nuevo, en plan inmersión total, en ese entorno, con sus peleas entre aldeas vecinas, y los trabajos en frutales y colmenas. Pero no solo estamos en el mundo rural sino también en una atmósfera fuertemente arcaica en la que el protagonismo lo tienen los varones que personifican las tres generaciones de una misma familia. El bisabuelo, el abuelo y el padre, todos cortados por el mismo patrón, cuya referencia fundamental son las guerras que tocó vivir a cada uno: la Carlista, la de África y la Guerra civil. Se supone que todo hombre, antes o después, tiene (o debe tener) su guerra, en la que debe mostrar su valor a base clavar la bayoneta o, en su defecto, derribando enemigos a tiros. El problema es que la saga continúa por el lado masculino en un joven muy metafóricamente llamado Pacífico. Este chico no solo ha absorbido las enseñanzas de su tío Paco (observar la naturaleza, detectar el diferente lenguaje de los ríos, desentenderse de las pugnas aldeanas), sino que desde pequeño muestra una sensibilidad fuera de lo común: siente dolor en los dedos cuando se poda un árbol, o en la garganta cuando se pesca una trucha.

Delibes ya nos ha presentado el cuadro básico del relato, el contraste entre la barbarie primitiva y algo que, más que con la modernidad, tiene que ver con la humanidad, una forma diferente de ver el mundo y moverse por él. Otros personajes intervendrán en esa dicotomía, aunque no todo va a ser tan lineal como podría pensarse, y con la misma habilidad con que se ha presentado el conflicto Delibes conduce la narración por caminos no exentos de  contradicciones, porque en el mismo personaje en que brota esa sensibilidad exacerbada surge de improviso una frialdad insospechada en momentos clave. Quizá porque en el fondo la sangre familiar termina imponiendo su sello.

El formato utilizado es también un elemento fundamental: al exponerse la historia a través de una especie de entrevista a la que un psiquiatra penitenciario somete a Pacífico, el autor consigue varios objetivos. El primero, liberar al personaje principal para que pueda expresarse sin cortapisas en su lenguaje coloquial, de pueblo, con todos los registros que Delibes domina a la perfección, un efecto que difícilmente se conseguiría con un narrador omniscente, y que resultaría poco creíble en una confesión o en unas memorias, donde seguro perdería la frescura y la espontaneidad. Pero además permite otros logros interesantes, como jugar con el contraste con el lenguaje más culto y urbano del médico entrevistador, o abrir hueco a pequeños cortocircuitos en la comunicación y brotes de humor que dan a la relato vivacidad y subrayan la distancia entre los dos mundos que representan los interlocutores.

Episodios sorprendentes como el manzano que da frutos en invierno, el suicidio de un jabalí, la lluvia de ostias (sagradas) alrededor de la abuela mística, o el fusilamiento ritual de un perro bordean en ocasiones el realismo mágico, como la disparatada fuga de un penal parece parodiar, sin perder dramatismo, cierta literatura carcelaria. Muchos elementos, reunidos y mezclados con suma destreza, que dan lugar a un libro realmente sobresaliente que, al menos a mí, me ha llevado a valorar a Delibes unos cuantos escalones por encima de mis posiciones iniciales.

Otras obras de Miguel Delibes reseñadas en ULADaquí



lunes, 2 de junio de 2025

Aldous Huxley: Si mi biblioteca ardiera esta noche


Idioma original: inglés

Título original: Complete Essays of Aldous Huxley

Traducción: Matías Serra

Año de publicación: 2009

Valoración: casi imprescincible

 

Uno casi palidece cuando se enfrenta a libros como éste, que ya muestra, desde su título, una voraz intención evocadora a la vez de espíritu de confrontamiento con lo establecido y de precaución ante el vasto rango de disfraces de que es capaz la maldad humana, una de cuyas manifestaciones suele ser la quema de libros. Solamente una cuestión como ésta daría para disertaciones que se eternizarían. Huxley, mayoritariamente conocido por una de esas distopías que son, espero que aún sean, pasto de las preferencias de los profesores de secundaria a la hora de aconsejar a alumnos para que desarrollen cierta capacidad de análisis o conciencia crítica. Y me ha resultado tan tentador no mencionar su título que no lo he hecho.

Pero al margen de ese tótem literario, Huxley fue un ensayista de amplio espectro, supongo que a veces por una necesidad alimenticia, como en los comentarios sobre música y conciertos que integran una de las partes de este libro, donde se muestra algo más comedido, aunque cuando tiene que mostrarse más entusiasta o crítico, sabe hacerlo con  firmeza y argumentos. 

Y ese es el caso. Cualquiera que opine sobre cultura debería tomar nota de la contundencia de Huxley para plasmar sus opiniones, contundencia que no debería ser confundida con dogmatismo o con arrogancia. Leyendo a Huxley virtiendo no solamente los resultados de sus experimentos con las drogas sino también sus opìniones sobre el exceso de oferta literaria (qué diría hoy) uno se da cuenta de que no hace falta alinearse con la opinión de aquellos a quien leas para apreciar su valor intrínseco, Huxley se expresaba de manera firme, sincera y vehemente, plasmaba sus planteamientos con claridad, coherencia, pero por encima de todo con una inapelable intención de hacer prevalecer calidad sobre cantidad, de evitar a sí mismo y a los demás, pérdidas de tiempo en cuestiones banales, superficiales, sin atisbo alguno de perdurabilidad. Por encima, insisto, de aceptar sus opiniones, leer a Huxley implica, y no sé si hay muchos escritores así hoy en día, sintetizar y aislar los grandes males no solo del reducido y atrincherado mundo cultural, sino de la sociedad en que vivimos. Y lo hizo hace más de sesenta años.

Otras obras de Huxley reseñanadas en ULAD: aquí

domingo, 1 de junio de 2025

Andrea Camilleri: La masacre olvidada

Idioma original: italiano

Título original: La strage dimendicata

Año de publicación: 1984

Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale

Valoración: bastante recomendable

Ensayo histórico con el que el recordado Andrea Camilleri se puso en "modo Sciascia", por así decirlo, en uno de los primeros libros que publicó (unos cuantos años antes de que obtuviera su gran éxito internacional con las novelas policiacas, por lo que podemos colegir por dónde podría haber ido su carrera literaria, si hubieran sido otras las circunstancias). Este breve libro estaría, pues, en la línea de El teatro de la memoria y, sobre todo, Los apuñaladores, pues, al igual que éste, trata sobre un hecho luctuoso y más o menos ya olvidado, incluso por los historiadores, ocurrido en el siglo XIX. Sólo que en vez de un ataque en Palermo, nos encontramos ante una masacre producida a comienzos de 1848 en el pueblo natal (hoy ciudad) de Camilleri, Porto Empedocle, que por aquel entonces era un puerto que pertenecía a Agrigento y que se llamaba Borgata Molo (por cierto que muy divertida, por llena de ironía y aun de retranca, resulta la crónica que hace el autor de los diferentes nombres que va teniendo a lo largo de los siglos su localidad. Más divertida aún si pensamos que cuando escribió este libro, aún no sabía que a Porto Empedocle se le daría oficialmente durante unos años también el nombre de Vigàta, como en sus novelas). 

Entre el 25 y el 26 de enero de aquel 1848 se produjo en la localidad una revuelta, encuadrada dentro de la Revolución siciliana antiborbónica (y que podemos relacionar, a su vez, con la oleada revolucionaria que recorrió ese año toda Europa), durante la cual, el mayor Emanuel Sarzana, al mando de la prisión situada en la Torre de Carlos V que se encuentra en la entonces Borgata Molo, provocó la muerte de 114 presos a los que había encerrado en un foso, al cortarles el suministro de aire. Decisión tomada, por contextualizarla un poco, durante el asedio que muchos habitantes del lugar y familiares de los presos habían puesto a la Torre, pero que no deja de ser una salvajada de aciago resultado. 

Camilleri nos ofrece un recorrido no sólo por los sucesos de aquel momento, sino los antecedentes -con especial interés sobre cómo era la vida de los presos y como la burguesía local se aprovechaba del trabajo cautivo... menos mal que esas cosas ya no pasan, ¿verdad?- y, sobre todo, de lo que ocurrió después, cuando las consecuencias se difuminan en una neblina de imprecisiones, rumores y silencios que él trata de concretar con una finura, ya digo (perdón por repetirme), de lo más "sciasciana". Al final, queda un pequeño ensayo que se lee en una tarde, de lo más interesante y que ilustra perfectamente la famosa máxima de Lampedusa (o del príncipe de Salina, mejor dicho) de que "todo cambie para que todo siga igual"... 

Nota: se me escapa la razón por la que se decidió poner en la cubierta de un libro sobre una matanza de presos en la Sicilia de mediados del XIX el retrato de una joven belga del siglo XVII (aunque es cierto que Ediciones Destino a veces ha utilizado otras obras pictóricas del pasado para envolver libros de Camilleri); en todo caso, eso me ha servido para conocer a Michael Sweerts, pintor flamenco que hacía unos retratos de excelente factura, como se ve. 

Muchos más libros del gran Andrea Camilleri (pero muchos menos de los que escribió) reseñados aquí.

sábado, 31 de mayo de 2025

Marta Orriols: A l’altra banda de la por

Idioma original: Catalán
Año de publicación: 2025
Valoración: Entre recomendable y está bien

A l'altre banda de la por sigue los pasos de Joana, una mujer ya madura a la que le gusta el arte y nadar, que tiene dos hijos y que trabaja como restauradora y conservadora en el MNAC. 

La novela de de Marta Orriols está bien escrita y es rica en reflexiones. Logra imprimir trascendencia a lo anodino, lo trivial y lo cotidiano con sumo acierto, además de apreciar la belleza de las cosas y los consuelos que nos proporcionan los demás, sin caer en ese afán grandilocuente y dignificador de otras obras similares. Asimismo, derrocha humanidad y madurez, y, pese a transmitir un mensaje positivo, no teme mostrar el lado negativo o decepcionante de la existencia, ni la cualidad oblicua y contradictoria del ser humano.

Dicho mensaje positivo es, precisamente, lo que más me ha gustado de A l'altre banda de la por. O, más que el mensaje positivo en sí, la grisalla que lo acompaña. Y es que éste reividinca las relaciones afectivas (con un ex marido, con un amante a quien apenas ves, con unos hijos que te ven como una pesada...), y el placer que podemos hallar en las pequeñas victorias diarias («Ressucitar un gerani, aconseguir unes entrades, regalar-les», pg. 262), pero siempre lo hace, insisto, sin caer en lo grandilocuente y dignificador.

También debo resaltar las perlas de sabiduría que salpican A l’altre banda de la por. Citaré sólo una, aunque podría elegir entre decenas: «Els fills eren l’oportunitat de reviure sensacions que havien quedat enterrades en el passat», pg. 190.

Otro aspecto de A l’altre banda de la por que me ha cautivado es la complejidad de las relaciones entre Joana y el resto de personajes. Complejidad presente especialmente en las interacciones que mantiene con Biel, el padre de sus hijos (con quien se sigue llevando bien y al que todavía quiere pese a  que están separados), con Mateu, catalán con quien intimó breve pero intensamente en el extranjero, o con sus difuntos padres.

Si bien podría ponerle algunas pegas a A l’altre banda de la por, adelanto que son tan insignificantes que en ningún momento lastran significativamente al conjunto. La primera tiene que ver con la prosa de Orriols; y es que tengo al sensación de que algunos de sus párrafos podrían subdividirse en varios, porque el bloque no siempre aporta información relacionada. 

La segunda pega: que la voz narrativa de A l’altre banda de la por no sólo aporta poco al interpelar al lector, sino que, además, dicho recurso estilístico resulta algo confuso. A mi juicio, se usa de manera tan esporádica que no deviene relevante. Además, en un inicio parece que pretende subrayar la universalidad de la obra, enfatizar cómo Joana es, pese a sus particularidades, parecida en el fondo al resto de seres humanos («Tot ella era, en realitat, el que som sempre tots nosaltres», pg. 125); sin embargo, en momentos concretos, la forma en que la voz narrativa interpela al lector parece resignificar estérilmente tanto al narrador como al propio lector (pg. 39, 51, 52, 180, etc...). 

La tercera pega que le pondría A l’altre banda de la por es que aborda temas de actualidad que, para mi gusto, sobran, y que a la larga quizá hagan que la obra no envejezca tan bien (pienso, por ejemplo, en la relación entre la protagonista y las redes sociales o el true crime, apenas esbozadas a modo de análisis sociológico y amago de caracterización). De hecho, Orriols baraja tantos temas (amor, maternidad, envejecimiento, orfandad, arte, machismo, cambio climático...) que no todos tienen la misma relevancia, interés, efectividad o ejecución.

Sea como fuere, A l'altre banda de la por es una novela madura y solvente, tanto en la forma como en el fondo. Conviene leerla y dejar que sus páginas resuenen en nosotros. Yo, por ejemplo, que nunca me he casado, y todavía menos divorciado, me he conmovido con la forma en que Joana habla de su relación con su ex marido. A modo de cierre, adjunto algunos pasajes que hablan sobre esto:

«Qui sap si, en l'atreviment que implicava una separació, ella no havia considerat que allò no tenia per què ser reversible. / No va calcular els danys col·laterals: que els sopars i aquells amics (...) es dissoldrien i s'anirien fent incòmodes (...). No va calcular tampoc que hi hauria una dona que no seria ella amb la rodonesa d'una panxa plena d'un fill que tampoc seria el seu (...)», pg. 177.

«L'entesa no era possible sota un mateix sostre. (...) Sota un mateix sostre es provoquen les preguntes més difícils, sovint es desperten l'egoisme, la defensa dels defectes propis (...). A fora, però, podien seguir protegint-se, respectant-se, cuidant-se. A fora era un bon lloc on estimar-se.», pg. 250.

«És lenta amb els sentiments. Per què hauria de deixar-se arrossegar pel ritme desenfrenat de la vida i girar full? Podria estar-se enganxada a l'estima del pare dels seus fills i a l'atracció del Mateu la resta de la seva vida. En tindria prou i li semblaria molt.», pg. 261.

viernes, 30 de mayo de 2025

Liliana Blum: Ráfaga roja

 Idioma original: español

Año de publicación: 2025

Valoración: Está bien

Ráfaga roja narra la historia de Hannie Schaft, figura destacada de la resistencia antinazi, desde un punto de vista en primera persona y media (el narrador, Hannie, le cuenta la historia a un interlocutor que no somos nosotros). Desde la celda donde sufre torturas y aguarda su inminente ejecución, rememora su vida y su lucha. Esto no es un spoiler: Hannie Schaft existió y los hechos son reales. De hecho, resulta una trama apasionante: la de una joven que mataba nazis. Sin embargo, la novela no logró convencerme del todo.

Quizá lo que más me desconcertó fue el tono desenfadado, casi de desapego, con el que se narra la historia. A pesar de ser víctima de la sed, el hambre y el dolor, la evocación alegre de sus años de juventud, de sus inicios en la resistencia y de sus actividades subversivas adquiere un matiz casi fantástico. En una situación tan terrible y desesperanzadora, no solo por su encarcelamiento, sino también por la guerra y el auge del nazismo, uno esperaría sentirse conmovido, aterrado o desesperanzado. Sin embargo, no es así: la historia resulta interesante y la figura de Schaft cautivadora, siempre que uno conozca su trayectoria o decida indagar en la Wikipedia. 

Creo que es un riesgo al que uno se expone al escribir sobre una figura histórica: apoyarse demasiado en las hazañas del personaje real y descuidar al personaje novelístico. No estoy seguro de que la Hannie Schaft de la novela se sostenga por sí misma. Además, la saturación de relatos sobre el nazismo y la Segunda Guerra Mundial provoca que muchos pasajes resulten redundantes, a pesar de que ocurran en un lugar del que poco se habla. Quizá un lector poco familiarizado con el tema y con ojos vírgenes viva la obra de forma distinta, pero no fue mi caso.

Por otra parte, la novela posee varios aciertos notables: Liliana Blum escribe con precisión, es capaz de plasmar la cotidianidad de la vida en la resistencia; el ritmo, alternando recuerdos íntimos con momentos de tensión, hace amena la lectura; la reconstrucción histórica es rigurosa, valiéndose de datos y referencias auténticas que aportan profundidad y credibilidad; y, sobre todo, la voz de Hannie Schaft, aunque a veces distante, resulta memorable.

En conjunto, me parece una obra interesante; sin embargo, considerando los altos estándares a los que Liliana Blum nos tiene acostumbrados, acaba quedándose algo corta.

Otras obras de Liliana Blum en ULAD: Un descuido cósmicoEl monstruo pentápodo

jueves, 29 de mayo de 2025

Juan Montiel: Cada lunes de aguas

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2025

Valoración: Está muy bien

Apenas 6 textos y 140 páginas son más que suficientes para que me atreva a aventurar que Juan Montiel es un magnífico autor de relatos y que este Cada lunes de aguas debería ser objeto de mucha mayor atención por parte de los medios. ¡Pero para eso estamos nosotros, para llegar a donde otros no llegan!

Con un posible encaje en lo genérico cercano al gótico rural, varios son los "lugares comunes" que comparten estos relatos:

  • el lenguaje, apegado a la tierra, que confiere a los textos una ambientación de otra época.
  • su ubicación espacial en lugares, ya sean cerrados o abiertos, tan lúgubres y oscuros como la imagen de cubierta.
  • la permanente presencia de la violencia.
  • la importancia fundamental del contacto físico y la interrelación de este con la citada violencia. 
Casi (o sin el casi) todas estas dos características me llevan a pensar en La lluvia amarilla de Llamazares o en As Bestas

Pero más allá de referencias más o menos claras, los relatos de Juan Montiel destacan por:
  • el lenguaje. No estamos ante un vano ejercicio de erudición. La apuesta estilística es clara, pero está plenamente al servicio de los textos, de sus atmósferas y desarrollos.
  • el manejo de lo no dicho, de los gestos, los detalles, las miradas o lo apenas insinuado, que son clave en la trama de todos y cada uno de los relatos
  • los finales, abiertos por lo general, que hacen que uno se quede dando vueltas durante un rato a lo leído.
  • las oscuras y turbias atmósferas.
Si tuviera  que elegir entre alguno de los relatos que componen Casa lunes de aguas, me quedaría con el impacto inicial de Ardides de Caín, con la tensión subyacente a lo largo de Jarandina y con la conjunción de muerte y deseo de Amical.

Pero los otros tres textos, El costado blanco de mi amor, Todas las tardes había fiesta y Sintra [343], tienen también un altísimo nivel y hacen de este volumen una estupenda (aunque algo breve) colección de relatos. ¿Que no habíais oído hablar de él? Bueno, ya lo hemos arreglado. Ahora solo os queda buscarlo y leerlo, si os atrevéis.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Colaboración: El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas

Idioma original: Español

Año de publicación: 2025

Valoración: Está bien (por lo tanto, decepcionante)


No he leído las demás obras de Javier Cercas. Me acerqué a este libro no tanto por el autor, al que tenía ganas de leer hace rato, sino por el tema en sí: la travesía de un escritor al que el Vaticano abre las puertas para realizar una crónica de un viaje papal, concretamente del viaje a Mongolia del Papa Francisco en 2023.

Podría decirse que estoy más cerca de Javier Cercas en cuanto a su postura anticlerical y firme en su ateísmo, hasta podría decirse que me resulta difícil no salir del encasillamiento racional a la hora de analizar los diversos cuestionamientos y respuestas que pone en boca de curas y otros cargos pertenecientes a la jerarquía del Vaticano. Y con todo, me es difícil no pensar en que este libro hubiese sido una novela más profunda e interesante en manos de otro escritor, ya fuera de convicciones ateas o religiosas.

Me explico: el libro se divide en tres partes, En busca de Bergoglio, Los soldados de Bergoglio y El secreto de Bergoglio. A riesgo de revelar las situaciones claves, pasaré directamente a detallar lo que creo que son las deficiencias de las obras.

Para empezar, hay una excesiva reiteración de su condición de ateo militante. Por supuesto que Cercas intenta establecer el tono de la obra, el punto de vista con el que va a encarar la insólita propuesta, su reticencia inicial y su aceptación posterior en base a la promesa a su madre enferma de Alzheimer (que por otro lado, para el lector esta cuestión pasa a un segundo plano rápidamente, a pesar de que en la primera parte cierra casi cada capítulo con una frase al estilo: “para preguntarle al loco de Dios sobre la resurrección de la carne y la vida eterna y contárselo a mi madre”), pero la insistencia con que lo hace, su desconfianza a que el lector no intuya o comprenda la trascendencia del viaje, termina por aburrir al darlo todo masticado. Ni siquiera el primer encuentro con Francisco revela un manejo literario de la situación, apenas un informe frío.

A Cercas le ha quedado una mezcla extraña entre querer poner el foco de atención en la figura del Papa y su recorrido histórico y personal y la intromisión de su narrador como alguien atormentado por el divorcio de su herencia católica, por no hablar de los excesivos diálogos que coronan cada capítulo con diversos personajes que se van olvidando uno tras otro y que simplemente sirven para repetir lo mismo, con leves variaciones, acerca del papel de Francisco en la Iglesia y de sus virtudes y defectos.

El libro mejora con el viaje a Mongolia, dándole frescura hasta cierto punto, porque luego vuelve a incurrir en los mismos errores (esquematización de diálogos e incluso acartonamiento de personajes que, por sus caracteres, deberían ser potentísimos: la incredulidad y admiración que todos sentiríamos por los misioneros se ve opacada justamente por la incredulidad y admiración del narrador, que se siente artificial y reiterativa). La única parte que justifica el libro es cuando el narrador se encuentra con el Papa para consultar sobre lo que le aqueja, porque ahí es cuando se expone de verdad a una descripción certera de un personaje histórico y no una semblanza superficial. La pregunta en sí carece de importancia; de hecho, uno puede intuir lo que ha contestado el Papa, y la necesidad de esconderlo hasta el final de la historia revela una falta de tensión alarmante en un texto de estas características.

No puedo decir que no sea un libro que se lea rápido, que infunda conocimiento al lector de los mecanismos internos de cónclaves y sínodos y otras parafernalias, pero todo termina por ser tan insulso, todas las reflexiones del narrador parecen ser básicas (incluso la revelación de haber discernido a la persona que es Jorge Bergoglio y a su puesto como Papa Francisco es corta de alcance y profundidad), casi como un deber a ser formuladas porque son obvias, que la sensación al cerrar el libro es la que mencioné al principio: que ojalá otro escritor hubiese tenido el encargo (y el encumbramiento de la novela no sé si habla peor de Cercas o del Vaticano) de realizar una crónica y poder hablar con el Papa, que, guste o no su figura y la institución a la que representó, ha sido un personaje clave en estos últimos años.

Firmado: Félix

Más de Javier Cercas reseñado en ULAD: aquí


martes, 27 de mayo de 2025

Martin Panchaud: El color de las cosas

Idioma original: francés

Título original: La couleur des choses

Traducción: Xisca Mas

Año de publicación: 2019

Valoración: Imprescindible


Ese muchacho regordete que vemos destacado en la cubierta es Simon Hope, un chico de catorce años al que su madre ceba a base de pasteles y cuyo físico le hace acreedor a las burlas, y quizá algo más, de los chavales del barrio. En su familia las cosas no van muy bien porque el padre se gasta el dinero en las apuestas hípicas, y las broncas son continuas y muy desagradables. No hacía falta decirlo pero, por si acaso, Simon es ese círculo ocre con borde marrón alrededor del cual se muestran otros personajes que irán apareciendo, junto con las circunstancias que incidirán en esta etapa de su vida: el dinero, los caballos, un boleto, un arma. Todo expuesto de manera que parece el esquema de un circuito eléctrico, o algo así.

La historia es sencilla aunque también cruda, el chico en un ambiente familiar irrespirable, protagonista contra su voluntad de sucesos trágicos, objeto de los insospechados vaivenes de la suerte, y víctima de errores y cobardías de tiempos pasados. Un relato duro, sin apenas contrapeso de nada mínimamente amable, que destila amargura por todas partes. 

Peor aún, porque el autor nos lo presenta de esta forma insólita, como en un viejo juego de Arcade, con lo que aparenta una ligereza que no existe por ningún lado. Esa especie de imagen cenital que reduce los personajes a puntos de colores puede ser también una forma de deshumanización, en virtud de la cual quedarían privados de alma, reducidos a cosas que evolucionan en una pantalla, aumentando el contraste con una historia que de por sí está en el fondo llena de emotividad y es profundamente humana.

Pero no nos equivoquemos, que no veamos caras (que podrían estar llenas de miedo, ira, desesperación, tristeza, rencor) no convierte el relato en algo frío, y ese es uno de los grandes aciertos del aspecto gráfico del libro: una vez que en un par de páginas hemos adaptado el ojo y el cerebro a las imágenes, podemos apreciar pequeños movimientos, la forma de colocarse, las distancias, las trayectorias, todo lo cual deja claro que esto lo están protagonizando seres humanos, una familia, un grupo de chavales, el vendedor de boletos, la pitonisa. 

Ser capaz de expresar todo esto con solo unos círculos de colores, y a salvo de que alguien me diga que ya se hizo antes, es algo absolutamente revolucionario, una forma de expresión tan radical que solo podía haber salido mal. Y sin embargo Panchaud no solo lo modela con mimo, con auténtico arte, sino que narrativamente consigue sostener con ello un buen relato, y hasta se permite tirar puntualmente de otros recursos (el dibujo realista, el esquema, el ideograma) sin perder equilibrio, manteniendo siempre el control sobre lo que quiere contar y cómo lo quiere contar.

Sí, señores, igual le escamoteamos el Imprescindible a grandes popes de la literatura, pero este libro se lo merece con todas las letras, qué pasa.


lunes, 26 de mayo de 2025

Luciana De Luca: El amor es un monstruo De Dios

Idioma original: Español
Año de publicación: 2023
Valoración: Entre recomendable y está bien

El amor es un monstruo de Dios, novela de la argentina Luciana De Luca, narra cómo una mujer escapa de un pueblo malicioso y abandona a una madre autoritaria y distante. También aborda una invasión de moscas, la carga que supone la herencia familiar, la llegada de dos extranjeros con biblias en la mano, el ímpetu amoroso o el cuestionamiento de la fe, entre otras muchas cosas. Y todo esto es transmitido al lector con un lenguaje rico y expresivo que cautiva desde la primera página.

Aunque el argumento de El amor es un monstruo de Dios toque tantos temas, en el fondo es muy esquemático. Asimismo, algunos de los personajes o escenarios de la novela apenas se desarrollan. Sin embargo, la historia lineal y el elenco y escenario desdibujados adquieren espesura gracias a las escasas pero contundentes pinceladas de De Luca.

También la prosa de la autora da cuerpo al conjunto. Y es que la voz narrativa en primera persona que emplea es lírica, cadenciosa y resonante. A eso hay que sumar otros elementos que vigorizan al conjunto: su lograda atmósfera, su sugerente simbolismo y su intuituvo despliegue temático.

Así pues, El amor es un monstruo de Dios es una buena novela. Una tan cruda como bella, tan desasosegante como conmovedora, que demuestra que una una narración solvente puede elevar a una premisa sencilla. Aunque a mi juicio va de más a menos, y tiene un argumento un pelín básico y un par de personajes poco aprovechados, funciona gracias a sus múltiples virtudes.

La edición de Barrett merece, por cierto, mis alabanzas, pues nos obsequia con un libro en el que se ha mimado hasta el más mínimo detalle: desde las geniales ilustraciones de su cubierta, contracubierta y solapas, sacadas de los óleos de la británica Lisa Ivory, hasta las páginas negras que inauguran cada capítulo.

domingo, 25 de mayo de 2025

Ann Marks: Revelar a Vivian Maier

Idioma: inglés

Título original: Vivian Maier Developed

Año de publicación: 2021

Traducción: Ignacio Villaró Gumpert

Valoración: bastante recomendable, sobre todo para interesados/as

Una vez más y sobre todo para quienes no hayan oído hablar nunca de la persona biografiada en este libro, el subtítulo resulta engañosamente revelador (nunca mejor dicho); en efecto, Revelar a Vivian Maier nos cuenta La historia de la niñera fotógrafa, cuya ingente obra, desconocida hasta entonces, fue descubierta por azar en 2007 -a raíz de la subasta de guardamuebles donde ella acumulaba copias y negativos de sus fotos- y divulgada en exposiciones, libros y, en gran medida, gracias a un documental de 2013 nominado a los premios Oscar (no ha sido el único que se ha hecho sobre ella, empero). La historia, para qué engañarnos, posee muchos puntos de interés tanto artístico como "humano"; ¿cómo, una obra fotográfica de gran valía que no se conoció hasta, prácticamente, la muerte de su autora (fallecida en 2009, de hecho)?¿Que dicha autora era una niñera, una especia de Mary Poppins contemporánea, que dedicaba sus horas libres a fotografías, sobre todo, a las gentes que encontraba por la calle en las ciudades donde residía -Nueva York y Chicago, sobre todo- durante más de cuatro décadas, dejándonos un valioso testimonio de aquel tiempo?¿Que sus fotografías irradian una empatía y una humanidad que, sin duda, denotan que fueron tomadas por una artista de una sensibilidad y unos valores extraordinarios? 

Vivian Maier se nos descubre en esta exhaustiva biografía de Ann Marks (el adjetivo "exhaustiva" va a salir mucho en esta reseña, aviso) como una artista no ya talentosa e intuitiva, sino incluso carismática e inmersa en la contemporaneidad, amén de resultar una figura más que interesante: contradictoria, enigmática, inquieta y, sobre todo, muy vital. Una mujer a caballo siempre entre dos culturas, entre dos ciudades, entre dos oficios o entre dos actitudes: EE.UU. y Francia, Nueva York y Chicago, fotógrafa y niñera, la misantropía -muy matizable, esto- y una profunda empatía hacia sus modelos -también matizable, esto otro-; incluso, ¿por qué no?, entre una viva y talentosa inteligencia y la enfermedad mental. El enigma Maier, en cualquier caso, se puede resumir -o se podía, antes de esta biografía- con un signo de interrogación o una x que represente la incógnita que su biógrafa trata de despejar y creo que lo consigue en gran medida. Quizás incluso en exceso... Me explico: la biografía es, como ya he dicho, muy exhaustiva.  O, mejor dicho, doblemente exhaustiva;  por una parte, Ann Marks ha investigado, en muchas ocasiones documentado y analizado toda la trayectoria vital de la fotógrafa y, lo que es más, de sus parientes, conocidos o incluso empleadores. Pero es que, además, se trata de la biografía de alguien que no fue un personaje público hasta después de su muerte, con lo que los datos le resultaron de lo más complicados de obtener a la autora del libro. Pero lo consiguió, vaya que sí y  de hecho, sin duda se sintió tan legítimamente orgullosa de ello que decidió dejar constancia de sus indagaciones en los apéndices del libro e incluso en uno de ellos da consejos para realizar una investigación genealógica (en EE.UU.; ella misma reconoce que en Francia, para su sorpresa, las cosas le resultaron bastante más fáciles). Hacedme caso, posibles lectores/as de esta biografía: aunque tengan su interés, no pasa nada si os saltáis estos apéndices. Lo mismo puede decirse, aunque quizás se puedan presentar más como un último capítulo del libro en sí, con los otros dos. uno sobre las batallas legales acerca de la obra de Maier y otro sobre la interpretación que debemos y, sobre todo, podemos dar a su legado artístico.

No me extenderé aquí sobre las peripecia vitales y condicionantes de la figura de Vivian Maier,  que son sorprendentemente variadas y significativas (quiero decir, para alguien a quien se ha etiquetado como "la niñera fotógrafa"); baste decir que esta biografía se lee, por momentos, como un culebrón familiar, una obra de microhistoria o un interesante estudio del papel laboral y creativo de la mujer artista en la segunda mitad del siglo XX. Sin olvidar, por supuesto, el fundamental papel que tuvo en la vida de la fotógrafa la enfermedad mental, tanto la de sus allegados como la suya propia... Porque si algo hay que reconocerle a esta biografía, además de su exhaustividad (ya advertí que iba a emplear mucho este término) es que no se trata de una hagiografía; a Marks no le duelen prendas en exponer los "defectos" y contradicciones de su biografiada: empezando, ya digo, por sus problemas de salud mental, que se manifestaban sobre todo por medio de un trastorno de acumulación, que le llevaba a alquilar guardamuebles donde almacenaba toneladas de sus "tesoros", sobre todo periódicos y material fotográfico (lo que, al ser subastado alguno por impagos, permitió el descubrimiento al mundo de sus fotos).; una fotógrafa vocacional y obsesiva que, sin embargo, era de lo más avara en compartir sus obtas con nadie; una niñera profesional que durante décadas cuidó de niños ajenos, pero que, pese a sus convicciones progresistas y feministas, no dudaba en recurrir al castigo físico sobre sus pupilos/as; una fotógrafa que demostraba una gran humanidad y empatía sobre sus retratados, muchas veces personas que vivían en la calle, pero que, según testimonios recogidos en el libro, no respetaba ni el espacio físico ni la intimidad de éstos, siendo de lo más intrusiva a la hora de conseguir la foto que quería. Una mujer que, por lo visto, sentía gran aversión hacia el contacto con los hombres, quizás por algún trauma de su niñez o juventud, lo cual no le impidió relacionarse y tener amigos varones del mundillo artístico. En fin, que tenía una personalidad de lo más compleja y que no resulta fácil de aprehender, lo cual casa, por otra parte, con su sensibilidad artística, como queda de manifiesto en esta biografía. He de confesar, empero, que en ocasiones, leyéndola, he sentido un cierto reparo en enterarme en las circunstancias personales menos halagüeñas de esta mujer (y no digamos ya de sus familiares más cercanos, que ahí sí que hay mucha tela que cortar), ya que, como he mencionado, no fue un personaje público hasta después de su fallecimiento y en vida se mostró en numerosas ocasiones de lo más reservada acerca de sí misma y su pasado. pero, en fin, supongo que es lo que tiene ser el objeto de una biografía tan (ahí voy de nuevo) exhaustiva como ésta.

Un último apunte y prometo que ya acabo, para explicar el calificativo de "engañoso" que he utilizado al comienzo de esta reseña: tras leer la biografía, no estoy en absoluto de acuerdo con ese sobrenombre de "la niñera fotógrafa"; si algo queda claro y diáfano en este libro es que antes que cualquier otra cosa, la vocación de Vivian Maier era la fotografía, vocación artística e incluso podríamos decir que vital, no un mero hobby... Que no consiguiese dedicarse a ello profesionalmente fue algo circunstancial, pues ella lo intentó y, sobre todo, articuló en buena medida su vida alrededor de la fotografía, aunque tuviese que ganarse la vida ejerciendo de niñera. De ahí que creo que debemos considerarla más "la fotógrafa niñera" que "la niñera fotógrafa", del mismo modo que (ya que estamos en blog sobre libros)  no consideramos a Kafka "el oficinista escritor", a Bukowski "el cartero escritor" o a Lucia Berlin "la mujer de la limpieza escri.... vale, éste no es el mejor ejemplo (aunque también es muy significativo cómo nos cuesta más reconocer la categoría artística a las mujeres y más aún si han ejercido oficios de poco prestigio). Da igual, en todo caso: lo importante es conocer y disfrutar la extraordinaria obra de esta artista, una de las fotógrafas callejeras más interesantes del siglo XX -pródigo en esta variedad de fotografía- y apreciar la visión que nos ofrece del mundo que conoció, de la época que le toco vivir...

Para quien tenga curiosidad sobre la figura de Vivian Maier y conocer sus fotografías , puede encontrar muchas de ellas en este blog:    <http://vivianmaier.blogspot.com>