viernes, 21 de marzo de 2025

Padres de libro: La cabeza de mi padre de Alma Delia Murillo

Idioma original: Español

Año de publicación: 2022

Valoración: Recomendable

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 de INEGI (1), alrededor del 29 % de los hogares en México son dirigidos por una mujer. Según diversas encuestas (por ejemplo, la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (2), ENADID, o la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (3), ENOE), entre 70 % y 80 % de los hogares monoparentales en México están encabezados por mujeres. Esto significa que, dentro de los hogares monoparentales, la gran mayoría son “hogares sin padre”. Las razones son diversas: abandono de hogar, divorcio, migración laborar, muerte. Sin embargo, desde el punto de vista de un niño, tal vez eso no importe mucho, simplemente no tiene padre (en México, la expresión “no tener madre” significa ser un sinverguenza, haciendo alusión a que no tuviste quién te disciplinara adecuadamente).

En “El laberinto de la soledad”, Octavio Paz teoriza sobre los orígenes de la falta de una paternidad bien cimentada en los mexicanos, relacionándola con la historia de la Conquista y el mestizaje, lo cual genera en el mexicano una sensación de orfandad simbólica que se proyecta en la vida individual y social. Ésta es una clara exageración, pero, así como las telenovelas, este tipo de discursos les sirven a los mexicanos para revolcarse en los lodos de la ausencia de afecto paterno.

La obra magna de la literatura mexicana, Pedro Páramo, no pudo haber sido concebida sin las condiciones antes mencionadas. Así como un largo corpus de literatura de la orfandad, en general, y de la falta del padre, en particular. He aquí “La cabeza de mi padre”.

Ahora, ¿de qué trata la novela aquí reseñada? A riesgo de sonar redundante, trata de una mujer que busca a su padre. Literal y metafóricamente. Recurriendo a la autoficción, Murillo nos narra su personal viaje “rulfiano” a la caza de su padre. Nos cuenta sus motivaciones, obsesiones, frustraciones, traumas, complejos, etc., al tiempo que hace sus propias reflexiones sobre su media orfandad, tratando diversos temas relacionados, como el machismo, la violencia, el abandono, etc.

Podría parecer que ya está todo dicho al respecto y que, basándonos en las estadísticas mencionadas, es un problema tan poco excepcional que una historia más no haría ninguna diferencia. Sin embargo, este viaje se narra desde una total vulnerabilidad y honestidad, exponiendo con lujo de detalles las heridas acumuladas a lo largo de 40 años.

Lo que a veces puede descolocar un poco es la exagerada hiperbolización de la imagen del padre perdido, como si los humanos, en la mayor parte de las ocasiones, no actuáramos movidos por las más triviales motivaciones. Además, por ratos, las reflexiones que Murillo hace en diversos temas, tanto filosóficos como políticos, pueden llegar a ser un poco superficiales e ingenuas. Sin embargo, estas carencias no opacan la fuerza emocional ni la honestidad de la narración, si acaso lo hacen más humana. Una novela recomendada para sumergirse en la intimidad de una búsqueda vital.


1.  Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2020). Censo de Población y Vivienda 2020. INEGI.

2. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2018). Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018. INEGI.

3. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2021a). Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). INEGI.


jueves, 20 de marzo de 2025

Padres de libro: Nacido dos veces de Giuseppe Pontiggia

Idioma original: italiano

Título original: Nati due Volte

Año de publicación: 2000

Traducción: Elena de Grau Aznar

Valoración: entre recomendable y está bien

Giuseppe Pontiggia fue un escritor italiano, además de crítico literario y docente, que gozó de cierto predicamento en España (supongo que en su país, aún más) a finales del siglo pasado, pero del que, fallecido hace más de veinte años, parece que no se habla demasiado hoy en día. No está de más, por tanto, recordarlo en este afamado e influyente blog sin abuela, y un buen motivo para ello es este Nacido dos veces, uno de sus últimos libros, que trata de las vivencias de un padre con un hijo discapacitado debido a una parálisis cerebral -teraparesia espástica distónica, para ser exactos- y su relación con éste, aunque no sólo. Es más, el libro está trufado de  reflexiones -a veces casi aforismos- sobre distintos temas, como las distintas estrategias educativas (*), el acoso sexual o, simplemente, las reacciones, prejuicios, dudas y demás conductas humanas. 

De hecho, son estas observaciones, a veces bien prolijas, sobre el carácter y comportamiento de las personas que el padre/narrador va encontrando en el periplo que supone criar a su hijo -desde el director del colegio a la maestra, pasando por distintos médicos y terapeutas- lo que parece constituir el grueso de buena parte del libro y lo que cuenta sobre la relación directa con su hijo queda reservada, sobre todo, a la época de adolescencia y juventud de éste -es cierto que el propio padre reconoce que quien más se ocupaba del chaval durante su niñez era la madre, ayudada por abuelas y abuelo-; el caso es que, si bien es cierto que estos comentarios y hasta digresiones resultan muy interesante y a menudo acertadas, uno no puede evitar preguntarse, durante el primer tercio o incluso mitad del libro, que pasa con el hijo, al que sólo conocemos de forma indirecta. Esta impresión se corrige, no obstante, más adelante. 

Podría suponerse que nos encontramos ante una obra de autoficción, dado que Pontiggia también fue profesor, como el protagonista/narrador y, sobre todo, tenía un hijo con esa misma discapacidad. Ahora bien, hay detalles que nos indica que el libro, con tener bastante de "auto-", tiene más de "-ficción"; por ejemplo, ni el chico, ni la madre ni el propio narrador se llaman como sus modelos en la vida real. Y, sobre todo,  en la  novela el chico -Paolo, mientras que el hijo del autor es Andrea- tiene un hermano -celoso de él-, lo que en la vida real no sucedió. O que el padre tenga una amante, algo que, de ocurrir en la realidad, supongo yo que Pontiggia no habría confesado tan alegremente en un libro. De hecho, el propio escritor, según su viuda, insistía en el carácter novelístico del libro (lógicamente, si quería ocultar algún desliz, dirá alguno/a... pero no seamos mal pensados, que Pontiggia tenía cara de buena persona).

En fin, que el libro se puede resumir, sobre todo, en las lecciones de vida que el narrador -vale, bueno... alter ego del autor, si se quiere- va aprendiendo del trato con su hijo y de la batalla de ambos y de todos la familia por afrontar la discapacidad -en verdad, del hermano celoso, no mucho, puesto que tampoco sabemos nada más de él. Podemos suponer que se crio sólo, el pobre chaval-, así como de las enseñanzas y reflexiones que le provoca el trato con el prójimo, a raíz de esta circunstancia tan particular, se entiende... Es decir, las elucubraciones de un escritor que, si se tratara de alguien más indocumentado que Giuseppe Pontiggia, resultarían superfluas y puede que hasta algo irritantes, pero que, en este caso,  se leen con sumo interés, ganas y agrado.

(*) Aunque sea un tema colateral en el libro, resulta bastante  lúcido y revelador lo que pensaba el narrador (es decir Pontiggia) hace 25 años sobre el estado de la enseñanza en Italia, a su vez ya veinte o veinticinco años atrás... Curiosamente parecido a lo que ocurre en España y supongo que en muchos otros sitios, ahora mismo.

miércoles, 19 de marzo de 2025

Padres de libro: Yugoslavia, mi tierra de Goran Vojnovic

Idioma original: Esloveno
Título original: Jugoslavija, moja dezela
Año de publicación: 2012
Traducción: Simona Skrabec
Valoración: Bastante recomendable

No estoy descubriendo la pólvora si digo que la palabra "patria" procede del latín. Para ser exactos, procede de la forma femenina del adjetivo "patrius-a-um" (relativo a padre, también a "patres", que son los antepasados). Así que en esta semana había que traer un libro que hablara de ambos asuntos.

Ese libro es este Yugoslavia, mi tierra del joven escritor esloveno Goran Vojnovic quien, con apenas 32 años, ha logrado combinar registros y estilos con un notable acierto y ha construido una novela que bien podría ser la Patria balcánica, aunque sin (aparentes) simplificaciones. Pero dejémonos de best-sellers patrios y demos a este libro el espacio que merece y que creo no ha tenido en España.

Mi niñez terminó de golpe una mañana cualquiera a principios del verano de 1991 es la primera frase de la novela y supone el primer momento clave de la historia de Vladan Borojevic. Es el momento en el que se produce el traslado a Belgrado de Nedeljko Borojevic, padre de Vladan y miembro del Ejército Popular Yugoslavo, como consecuencia de la situación política en la República Socialista Federal de Yugoslavia; es el momento que marca un antes y un después en la vida familiar.

El segundo momento clave tiene lugar en 2007 cuando Vladan descubre que su padre no está muerto, como le dio a entender su madre años atrás, y que sigue vivo, aunque escondido ya que es buscado por el Tribunal de la Haya por crímenes de guerra. Esta revelación hace que Vladan emprenda la búsqueda de Nedeljko en un periplo por Croacia, Bosnia, Serbia y Eslovenia que tiene, en su primera parte, mucho de road movie.

En esta primera parte, Vojnovic intercala episodios separados por más de quince años de distancia (en ocasiones hasta más) y ofrece, con un ritmo frénetico un retrato duro, violento, irónico, crítico - los seres que habitan estas latitudes prefieren no darse cuenta de nada - y en ocasiones también melancólico de lo que fue y lo que es ahora el territorio de la antigua Yugoslavia, un retrato en el que culpa, memoria, o identidad juegan un papel primordial

A medida que avanzamos en la lectura, Vojnovic va cambiando de registro y nos ofrece una narración mucho más intimista, más "sentimental". Hay que reconocer al autor su ambición por construir una novela más "total", por tratar de no quedarse solo en la novela "de misterio" que podría haber sido si se hubiese centrado solo en la búsqueda de Nedeljko Borojevic, Así, el estudio de relaciones familiares y relaciones de pareja, miedos y errores repetidos, confesiones y justificaciones ganan peso y ofrecen mayor complejidad a la novela, aunque a cambio de la pérdida de algo de la fuerza inicial.

Aun así, ya digo que novela más que recomendable, ágil, compleja y con variadas lecturas a gusto del "consumidor".

martes, 18 de marzo de 2025

Padres de libro: Un hijo cualquiera de Eduardo Halfon

Idioma: español

Año de publicación: 2022

Valoración: recomendable

Penúltima entrega, hasta la fecha, de eso que podemos llamar, sin resultar demasiado pedantes, el corpus literario de Eduardo Halfon, dada la coherencia y continuidad entre unas obras y otras. Como es de esperar, pues, encontramos aquí esa variante autoficcional habitual en él (y, por suerte, de gran nivel e incluso interés; no se trata de esa autoficción trucha, tan extendida), que resulta de la combinación de recuerdos infantiles, indagación sobre la doble identidad cultural guatemalteca y judía y explicaciones acerca del despertar de su interés en la literatura, lo mismo como lector que como escritor. Pero, al igual que suele ser habitual en sus otros libros, escoge un tema, un leit motiv a partir del cual organizar el resto de la narración. 

En este caso, se trata de la paternidad, tanto la suya y su relación con su hijo, así como la que él mantenía con su padre. Sin embargo, estos capítulos/relatos -pues son independientes unos de otros- se alternan con otros que no tiene mucho que ver con el tema; todo lo más , en algunos encontramos una referencia, a veces dolorosa, a los niños, pero, en general, parecen más relleno que otra cosa (dicho en un sentido estricto, no despectivo, puesto que su calidad es igual o puede ser incluso superior al resto). Es lo que sucede con un par de ellos que se desarrollan en Guatemala y aluden a su cultura e Historia reciente: El anfiteatro y el estremecedor Beni. Otros como Unos segundos en París, La pecera y Papeles sueltos, tratan, en cambio de su aprendizaje en el oficio de escribir, en Francia y Bélgica (esto de que sus relatos en primera persona se desarrollen en distintos países , porque también hay otros que ocurren en España o EE.UU., es algo también muy propio de este escritor; sin embargo, en vez de resultar de un cosmopolitismo forzado o postureo, Halfon consigue que resulte algo no sólo creíble, sino perfectamente natural). Incluso uno de ellos El último tigre, es una anécdota familiar que, supuestamente le cuenta un compañero becario -de la Wissenschaftskolleg de Berlín, cómo no- de origen indio.

No obstante, los capítulos/relatos que más nos interesan o al menos los que justifican la inserción de esta reseña en esta semana temática, son los que Halfon dedica a la relación con su hijo, que comienza con el nacimiento, que nos cuenta en Un pequeño corte y prosigue por distintos momentos de la niñez más temprana del chaval. Son capítulos en los que no suceden acontecimientos dramáticos o siquiera de una singularidad especialmente memorable, sino más bien pequeños momentos cotidianos, de una trascendencia doméstica, pero no por ello menos relevantes y, desde luego, de una gran ternura. Es lo que encontramos en La nutria verde, en Wounda y, en los dos que más me han gustado, Domingos en Iowa y Leer calladito, sencillos pero entrañables e incluso preciosos momentos de la relación de un padre con el hijo al que cuida y al que debe educar. Y viceversa. 

El último relato, sin embargo, lo dedica Halfon a un recuerdo de cuando siendo él niño, su padre le contó que de pequeño, a su vez, había estado a punto de morir ahogado en el mar. El niño y futuro escritor Eduardo acaba preguntándose por la identidad cambiante de padres e hijos y la incerteza de nuestro destino (algo que sobrevuela también otros capítulos del libro, por lo demás), y nos deja con un sabor agridulce, algo también bastante característico de la literatura de este autor. De lo mejorcito que se está escribiendo hoy en día, en castellano y seguramente en cualquier otra lengua, todo sea dicho... 


Muchos otros libros de Eduardo Halfon reseñados: aquí

lunes, 17 de marzo de 2025

Padres de libro: Literatura infantil de Alejandro Zambra

Coincidiendo con el Día del Padre (19 de marzo), en ULAD hemos pensado dedicar una serie de entradas a libros que tratan, de una manera o de otra, el tema de la paternidad: exaltándola o problematizándola, mostrando sus múltiples alegrías, y también sus miserias y dificultades. Libros de épocas y literaturas muy diversas, que reflexionan sobre el modo como los hijos se relacionan con sus padres, y los padres con sus hijos. Esperamos que resulte interesante y que, en conjunto, la serie permita abrir reflexiones sobre lo que significa (lo que puede o debe significar) ser padre hoy en día.
 
 
Idioma original: español
Año de publicación: 2023
Valoración: Muy recomendable (aunque no responda exactamente a lo que esperaba de ella)
 
Leyendo Poeta chileno, ya se detecta una sensibilidad muy especial (teñida, eso sí, por la alargada sombra de Bolaño) de Alejandro Zambra para describir las relaciones familiares, paternofiliales y también el mundo de la infancia, su forma de ver el mundo, su particular lenguaje y su universo imaginativo. Literatura infantil recupera muchos de estos temas, y muy particularmente la idea de relación entre padres e hijos (el masculino aquí no es genérico, si es que lo es realmente alguna vez), adoptando en este caso un formato genérico próximo a la autobiografía (o autoficción). 

El libro se divide en dos partes, y hay entre ambas una relación especular: la primera (que sí corresponde a lo que esperaba de este libro) se centra fundamentalmente en la relación de Alejandro Zambra con su hijo y, en general, con su recién adquirida paternidad (el antes, el durante y el después); y la segunda parte, en cambio, orbita más en torno a la relación del escritor con su padre, por lo que, estando igualmente bien escrita, me ha interesado algo menos. No cabe duda de que esta correspondencia entre ambas partes responde a una de la ideas centrales del libro: que la relación con un hijo hace que te replantees la relación con tu propio padre, y reconsiderar tu propia infancia. O, en palabras del propio texto, "Cuando tienes un hijo, vuelves a ser hijo".
 
Como digo, la primera parte, compuesta por ocho capítulos independientes, es la que más me ha satisfecho, por responder a mis expectativas y porque, como también dice el propio texto, viene a llenar un cierto silencio literario que poco a poco se va llenando de voces: el que explica, analiza y representa la relación de los padres con sus hijos. Además, en esta primera parte (sobre todo en el primer texto, que se titula, como el libro, "Literatura infantil" y que es una especie de diario intermitente del primer año de vida de su hijo) he encontrado la mezcla exacta y precisa de ternura, sensibilidad y humor que me parece necesaria para narrar la experiencia de la paternidad. Digamos que si hubiera una escala entre la excesiva sublimación emocional de Umbilical y la aridez machuna de Irene y el aire de Alberto Olmos (que también reseñaré esta semana), Literatura infantil se situaría exactamente en un el punto adecuado (que no es necesariamente el medio) para tratar este tema. (Añado, entre paréntesis, que también Hijos del fútbol de Gálder Reguera, que perfectamente podría haber entrado en esta serie si no estuviese ya reseñado, también se encuentra muy cerca de ese punto dulce).
 
El autor es consciente de esta elección estética, obviamente, y también de que va en contra de una cierta idea de masculinidad y de "buen gusto", y lo plasma en el propio texto:
Durante siglos la literatura ha evitado el sentimentalismo como a una peste. Tengo la impresión de que hasta el día de hoy muchos escritores preferirían ser ignorados antes que correr el riesgo de ser considerados cursis o sensibleros. Y es verdad que, a la hora de escribir sobre nuestros hijos, la felicidad y la ternura desafían nuestra antigua y masculina idea de lo comunicable. ¿Qué hacer, entonces, con la satisfacción gozosa y necesariamente bobalicona de ver a un hijo ponerse de pie o comenzar a hablar?
Otros textos de esta primera parte tratan otros aspectos de la experiencia de la paternidad: la elección del nombre, la lectura de cuentos antes de dormir y, justo al final de esta sección, el confinamiento por causa del covid. Ninguno está a la altura, pienso, del primero, el diario de un padre primerizo, pero todos son buenos, cada uno a su manera.
 
Después, en la segunda sección, el foco del libro va girando hacia el otro ángulo del tema de la paternidad: la relación que el escritor tiene con su propio padre, sobre todo a partir del capítulo titulado "Rascacielos". (Antes viene un cuento protagonizado por niños, "Garabatos", que sin ser malo no me parece que acabe de encajar en el conjunto). También en esta segunda parte hay capítulos notables, siempre en ese registro autobiográfico/autoficcional, contados con sensibilidad y humor, como "Cogoteros de ojos azules" o "Lecciones tardías de pesca con mosca", pero personalmente no he disfrutado tanto de esta segunda parte del libro, porque lo que esperaba, lo que venía buscando, ya lo había encontrado en la primera.
 
En todo caso, este libro es uno de los mejores representantes que se me ocurren para esta semana de reseñas dedicada a la paternidad...

Otras reseñas de Alejandro Zambra en ULAD, aquí.

domingo, 16 de marzo de 2025

Eduardo Rojas: Y apenas nada

Idioma original: Español

Año de publicación: 2025

Valoración: Bastante recomendable 

¡Qué cosas! A veces, te llega un libro de un autor desconocido que, a priori, no te llama demasiado la atención y resulta que, pese a (o precisamente por) esa falta de expectativas, te encuentras con un texto y un autor de esos que prometes que volverás a leer. Eso es lo que me ha pasado con este Y apenas nada del mexicano afincado en Galicia Eduardo Rojas. 

Se trata de una novela breve, de apenas 140 páginas y ¡¡¡95 capítulos!!!, caracterizada por un estilo de lo más personal y una poética del abandono que lo liga a libros como Primero estaba el mar de Tomás González.

La premisa del texto no podría ser más sencilla: Napoleón Chicomóztoc, que no anda muy bien de la chaveta, desaparece persiguiendo la lluvia. 

Ecos de Cien años de soledad en lo argumental, ¿no? No es el único nexo con la obra magna del colombiano. Y apenas nada conecta tanto con el realismo poético como con la forma de hablar del desamparo de García Márquez. Porque está novelita es una historia de seres abandonados, de desgracias y penitencias, de miedos, dolor y recuerdos, de cordura y locura.

Y entonces no le quedaba más remedio que aceptar que el tiempo, otra vez, lo había rebasado por la derecha y que él se había quedado tirado a un lado de la carretera, rodeado de quelites, igual que una chiva atropellada.

Lo que diferencia a Un lugar mejor de Cien años de soledad es la forma del texto. No estamos ante una prosa torrencial. Al contrario, frase breve y capítulos cortos marcan el ritmo de un texto salpicado de imagen con gran carga poética. Por ejemplo, esa bici semihundida en el fango del manglar o la madre manoteando en el barro.

Y allí se quedaron los dos: abrazados como dos condenados que ya no esperan nada, solo - si acaso - que caiga pronto la noche.

En resumen, y con la excepción de alguna que otra reiteración, una más que agradable sorpresa la de este autor y este texto absolutamente desconocidos para mí y para el público en general. ¡A ver si por poco tiempo!

sábado, 15 de marzo de 2025

Javier Marías: Mañana en la batalla piensa en mi

Idioma original: Español

Año de publicación: 1994

Valoración: Muy recomendable

“Mañana en la batalla piensa en mí, caiga tu espada sin filo, desespera y muere” Shakespeare en Ricardo III.

Tengo que confesar que llegué a este libro hace años, en busca de nuevos autores que leer; sin embargo, me enganché desde las primeras páginas debido a un episodio familiar tan inverosímil que me sorprende cómo Marías logró convertir algo así en el punto de partida de esta novela.

Las respectivas parejas del hermano y de la hermana de mi madre sostenían relaciones extramaritales mientras mi tío se encontraba en su trabajo. Un día, mi tío recibió una llamada del hospital, notificándole que su esposa estaba en estado crítico (en ese entonces ya había fallecido, pero supongo que el protocolo impide dar semejante noticia de golpe). Al mismo tiempo, mi tía recibió otra llamada, esta vez de su marido, quien desde el ministerio público le decía que estaba detenido en calidad de sospechoso de feminicidio (el Estado de México es uno de los lugares con mayor índice de feminicidios en el país, por lo que cualquier muerte violenta o en circunstancias extraordinarias de una mujer se investiga como tal). Según él, por azares del destino, se había encontrado a mi tía en la parada del autobús y, mientras platicaban y se ponían al día, ella colapsó. Después se supo que todo era una farsa: mi tía sufrió un infarto mientras tenía relaciones sexuales con mi tío. Se armó un drama familiar del que los involucrados aún no se han recuperado del todo, a pesar de que esto ocurrió hace más de 15 años.

Como señalé antes, un episodio así parece poco creíble para la ficción, pero Marías consigue restarle ese elemento de inverosimilitud y usarlo como pretexto para explorar cómo afrontamos los seres humanos ciertas crisis vitales: la muerte, el amor, la infidelidad, la traición, la cobardía, la culpa, etc. El epígrafe que encabeza el texto funciona como leitmotiv a lo largo de la novela, recordándonos que dichos trances son atávicos e ineludibles.

En esta historia, una mujer muere mientras tiene sexo con el protagonista, quien, al encontrarse en una situación absurda (el esposo de ella está de viaje y el bebé duerme en la habitación contigua), decide no llamar a la policía ni a la ambulancia; sabiendo que la niñera llegaría a primera hora de la mañana, se marcha del lugar tras dejarle agua y comida al bebé, casi como si fuera un perro. Este hecho desencadena un caos de dudas, culpas, perplejidad y cuestionamientos. Está de más decir que Javier Marías era diestro en su oficio. He leído que para algunos puede resultar reiterativo en ciertas ideas, pero considero que esa insistencia ayuda a enfocar lo que realmente le importa al autor. Asimismo, el uso del leitmotiv me parece perfecto, sin resultar cansino, funcionando como una especie de coro de tragedia griega o de teatro Nō (en comparación, el uso similar del leitmotiv por parte de Almudena Grandes en El corazón helado me parece menos logrado).

Este libro es mi favorito de Marías (quizá porque fue el primero que leí). Lo he releído varias veces y, en cada ocasión, logra conmoverme.





viernes, 14 de marzo de 2025

Juan Bas: Alacranes en su tinta

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2002

Valoración: Recomendable


No sé si puede ser una necesidad psicológica inconsciente o, lo más probable, simple casualidad, pero últimamente llevo varias lecturas de corte humorístico, lo cual es bastante inhabitual. Pero la verdad es que estoy teniendo bastante suerte, o mi olfato está funcionando sorprendentemente bien. A Juan Bas solo le conocía por algún artículo y pequeños flashes que publica regularmente en prensa, ese tipo de aforismos que ya he dicho alguna vez que no me gustan casi nada, y tenía curiosidad por lo que podía dar de sí este autor puesto a escribir algo de más empaque. Y la verdad es que tiene publicada una obra más extensa de lo que creía, en la que Alacranes en su tinta es la primera de una especie de trilogía cuyos dos relatos posteriores están ya publicados en ULAD (ver enlaces abajo).

Miedo me daba, tengo que confesarlo, enfrentarme a este libro después de haber leído aquellas dos reseñas. Me esperaba algo muy pasado de vueltas, porque no parece Bas alguien que se muerda precisamente la lengua. Como quizá alguien también sepa ya, no me apetecen demasiado los excesos en un libro, y efectivamente los hay, pero vamos por partes.

La verdad es que tampoco puede decirse que se trate del todo de un relato de corte humorístico. Hay humor, claro, humor ácido, corrosivo, sal gorda en abundancia, sarcasmo hiriente y desacomplejado. Casi todo puesto en boca de Pacho Murga, un pijo de manual, confundido porque su padre, ya hasta el moño de todo, le ha dejado con una asignación modestita que apenas le llega para la racioncita de ostras y los whiskazos de Glenmorangie. Se diría que con frecuencia Juan Bas descarga por la boca de Pacho la mala baba que en buena parte es seguramente la del propio autor. Dardos que casi con frecuencia se hincan sobre los iconos populares del nacionalismo vasco, como Olentzero* (‘carbonero borrachón’ o ‘aldeano autista rescatado de la mitología de un valle perdido de la Guipúzcoa profunda, valga el pleonasmo’) o Marijaia** (‘espantapájaros travestido que oficia de tótem de la espantosa semana grande de fiestas de Bilbao’), pero también sobre el propio Franco, en esta genial descripción: ‘un viejo antipático, un pequeñajo con cara de tortuga para sopa y una voz ridícula, de capado’.

Franco, en efecto, tiene su papel en el relato, como objetivo de un rocambolesco intento para envenenarle, urdido por un grupo de protoetarras. Este episodio, montado en un formato de relato enmarcado, desencadena una segunda parte de la narración, que se podría definir como novela negra, repleta de planes para asesinar y rencores profundos que no se disipan con los años. El humor, sin dejar de estar presente, pasa a un segundo plano, y Bas disfruta inventando locas aventuras para materializar una venganza innegociable.

Por el camino descubrimos el talento para montar una narración descabellada pero coherente, y también los tics característicos del autor bilbaíno. El bilbainismo es una de sus notas definitorias, con sus pros y sus contras: hará disfrutar viendo moverse a los personajes en calles y bares conocidos, en los ambientes que nos son familiares, aunque a los foráneos les costará más identificar su verdadero carácter. La sátira es despiadada y podríamos decir universal, porque nadie queda a salvo. Pero Bas es también bastante bestia, se regodea en lo sórdido buscando los contrastes más brutales, y hay que reconocer que a veces se pasa de frenada, revolcándose en la fealdad y en ramalazos de sexo que apenas cabrían en el concepto de realismo sucio. Pero también hay que decir que, al menos en lo que a este libro se refiere, las incursiones en esos submundos no son abusivas, y funcionan bien en ese híbrido de thriller, iconoclastia y desparrame cómico, generalmente bien equilibrado.

* Olentzero es una especie de Papa Noel vasco, un carbonero que trae regalos por Navidad

** Marijaia es una figura femenina que encarna el espíritu festivo de la Aste Nagusia de Bilbao


También de Juan Bas reseñado en ULADVoracidadOstras para Dimitri


jueves, 13 de marzo de 2025

Emma Cline: La invitada

Idioma original: inglés.
Título original: The Guest.
Traducción: Inga Pellisa
Año de publicación: 2024.
Valoración: recomendable.

Tercera novela que leo de Emma Cline y, aunque ni la anterior Harvey ni esta La invitada vienen rodeadas del revuelo que supuso su toma como miembro femenina del clan Manson en Las chicas, sí empiezo a reconocer un cierto patrón, un perfil de personalidad de esta joven escritora californiana, y aunque sus novelas todavía no hayan llegado a las altas cotas que algún crítico exagerado – los hay – le ha asignado, me está gustando su evolución y su valentía a la hora de afrontar perfiles, digamos, complicados, como mínimo, nada al uso. Aunque no se haya puesto en el sitio de una hippy manipulada y criminal, o en el de un productor poderoso y depredador, para esta novela elige la cómoda tercera persona y encarna a Alex, una joven californiana que se ve envuelta en un obligado tránsito, físico y psicológico, cuando uno de los hombres con que suele convivir la despacha, temporalmente, de su vida y se ve obligada – pues los amigos con que convivía también la han echado de su casa – a planificar dónde va a estar durante los próximos siete días.

En ese momento la novela toma un aire reminiscente de dos clásicos: como Holly Golightly, la ocupación que hasta ese momento ha desempeñado Alex para ganarse la vida no acaba de quedar clara. Parece no tener reparos en emplear el sexo como retribución a cambio de que los hombres – jóvenes y no tanto – que frecuenta le cedan su tiempo, su espacio, algún rincón un poco oscuro de sus existencias. Y como Holden Caulfield ha de enfrentarse, en una temprana edad, a la imposición de la aventura, a la incerteza, a ese vagar que puede parecer tan atractivo siempre y cuando no sea la única opción. En ese punto, el devenir de Alex por amigos, antiguas parejas que la asedian, pequeños robos a que se ve obligada para subsistir, amistades a que recurre para pasar tiempo en una fiesta, en una casa, se convierte en el nudo de la novela, quizás una trama algo escueta y que hubiera quedado igual de resuelta en sesenta o setenta páginas menos, en los que hubiera agradecido que la autora (esto ya le sucedía en Las chicas) hubiera sido más directa, más osada e incluso procaz. Porque quizás estamos hablando de una novela de Generación Z en la que la desidia y la escasa pasión definen los pasos a dar: Alex solo contempla pasar el día siguiente y usará a quien haga falta para solucionar la siguiente noche. Se comportará de forma cruel precisamente con quién más se parece a ella y más sinceramente le desnuda su alma. Pero sus reacciones son tibias y calculadas, e incluso el texto parece sugerir que usa su atractivo físico como un puro valor transaccional. No hay mensaje moral, solo vacío y abulia, y no sé qué interpretar de ello.

Reseñados por ULAD de Emma Cline: aquí 

miércoles, 12 de marzo de 2025

Laird Koenig & Peter L. Dixon: Los niños están mirando

Idioma original: inglés

Título original: The Children Are Watching

Año de publicación: 1971

Traducción: Alicia Frieyro

Valoración: más que recomendable

¿Quién puede matar a un niño?, nos preguntaba Narciso Ibáñez Serrador en una ya mítica película basada en una terrorífica novela de Juan José Plans. Pues bien, eso era porque ni Chicho ni los protagonistas de su película habían leído esta novela (bueno, él tal vez sí), porque a los cinco niño que la protagonizan desde luego que dan ganas, más de una vez, de matarlos... También de quererles, claro, porque, después de todo, no son más que niños y se comportan como tales... en el mejor y en el peor sentido.

Pongámonos en contexto: Malibú, en la soleada California, a comienzo de los 70s. En una casa a pie de una playa privada pasan el verano los cinco hermanos/as Moss, de entre 9 y 4 años, a cargo de Graziela -a la que los pequeños monstruos llaman Aguacates-, una criada mexicana que no habla una palabra de inglés, mientras sus padres -él, productor de cine, oscarizada actriz, ella- ruedan una película en Italia. Sí, en efecto, esta situación no parece la más aconsejable para unos chiquillos tan pequeños y menos aún cuando, a partir de un incidente que mejor no contaré, los críos se quedan solos en la casa, bajo el liderazgo de Kathy, la mayor del grupo. Ellos y ellas -tres varoncitos y dos niñas- encantados, claro, porque eso les permite pasarse el día viendo la tele (hoy en día sería jugando con la videoconsola o con el móvil) y comiendo guarrerías, aunque también les obligará a estar en guardia frente a visitas inoportunas y, sobre todo, intrusos indeseados... Pero os adelanto (y tomáoslo como un spoiler, si queréis) que, para entonces, la historia de terror ya llevará tiempo empezada...

Con mucha astucia, los autores del libro nos presentan a cinco niños que representan cinco estereotipos de personalidad y comportamiento diferente, desde la niña lista pero marimandona que es Kathy a Marti, la más pequeña y, por tanto, cándida de los cinco. Pasando por el sensible e inteligente Sean, el tragaldabas Cary y, por último, el hiperexcitado y posiblemente futuro gymbro Patrick. Es imposible no empatizar con ninguno o incluso, en uno u otro momento, con todos. Por otra parte, Koenig y Dixon articulan la novela por medio de capítulos no muy largos, que son en sí mismos, pequeñas narraciones llenas de suspense; en todas ellas los hermanos se deben enfrentar a alguna dificultad más o menos peliaguda que mantiene al vilo al lector, incluso cuando se trata de aprietos un tanto previsibles. Sin embargo, que nadie espere encontrarse con una novela de aventuras juveniles "blanca", tipo las de Los Cinco o Los Hollister. O, en todo caso y si se quiere, podría tratarse de una parodia de este tipo de literatura, tan popular otrora, ya que en Los niños están mirando no hay nada blanco, nada a lo que nos podamos agarrar esperando una historia más convencional y tranquilizadora. Y, sin embargo, que bien funciona (o qué bien los hacen funcionar sus autores) el consabido "pacto ficcional", que provoca que no sólo nos parezca plausible lo que estamos leyendo, sino que aceptemos todas sus aristas y recovecos oscuros, mientras nos recome la impaciencia por saber cómo acabará todo este disloque. Que es tremendo, ya digo...


También de Laird Koenig y reseñado en Un Libro al Día: La chica que vive al final del camino

martes, 11 de marzo de 2025

VV.AA.: El coleccionista de las últimas palabras

Idioma original: Rumano
Traducción: Rafael Pisot
Año de publicación del volumen (originalmente en Italia): 2008
Valoración: Recomendable

El coleccionista de las últimas palabras agrupa once relatos de tres escritores rumanos contemporáneos celebrados tanto en su país como en el extranjero. La antología, pues, resulta una buena puerta de acceso a la narrativa breve que se hace en Rumanía actualmente. También funciona por sí misma, pues la calidad intrínseca de las piezas que componen este volumen es notable.

Los cuatro relatos inaugurales pertenecen a Lucian Dan Teodorivici:

  • De "Para las manchas difíciles" y "Un hombre corriente" destacaría sus trasfondos emocionales. Me ha gustado cómo, pese a la sencillez de sus planteamientos, el autor se guarda un par de giros argumentales y permite al lector sacar sus propias conclusiones sobre ciertos acontecimientos. 
  • De "Moisés, el mendigo" y "Circle" he apreciado su sentido del humor, pero sobre todo resaltaría el retrato psicológico que hacen de sus tragicómicos protagonistas. Y es que el primero de los dos cuestiona obsesivamente su piedad, encadena pensamientos sobre la culpa, el pecado y la fe, y entabla un diálogo interior con Dios repleto de congoja y contradicciones. Por otra parte, el segundo, hastiado con su matrimonio, su mujer y su hijo, desciende a la locura después de que varias personas le ofrezcan un chicle, pues se imagina que su aliento huele mal.

Seguimos con cuatro relatos de Dan Lungu:

  • En "El domingo del señor Chichifoi", la metáfora de los conejos ayuda a articular la idea de que el protagonista es una especie de Dios todavía ahora que está jubilado, como ya lo fuera, en cierta manera, cuando era portero en un bloque de pisos para solteros.
  • "Cinco, cinco y media" impacta por su forma de narrar cómo un amor platónico lleva a su protagonista a acosar a su amada, sabotear su carrera académica, distanciarse de su padre y falsificar documentos. Algunos de sus pasajes me han parecido magistrales, como por ejemplo este: «¡Tampoco ella sabe cuánto la amé! Ni mi madre, ni mi padre, ni Ciolovecu entero; y es posible que ni siquiera yo mismo sepa todo. El pobre papá no ha sabido nunca nada sobre mí. Quiso de corazón que yo me hiciera médico, que volviera al pueblo y cuidara hasta la vejez de sus varices y sus riñones (...). Fui (...) la decepeción de su vida. (...) Toda la vida me ayudó y yo, en cambio, toda la vida le mentí, quizá porque siempre sentí que no quería ayudarme a mí, sino a su propia vejez; que no era a mí a quien quería, sino que temía a sus enfermedades. Dios lo tenga en su gloria, porque fue un padre como los otros quince millones de padres en Rumanía.» (79)
  • "Colecta de gargajos" muestra el durísimo proceso de maduración de un muchacho con una contundencia envidiable.
  • Aunque por momentos cuesta entender lo que tan sutilmente se nos está narrando en "Jugando a la oscuridad", merece la pena zambullirse en el microcosmos oblicuo y enigmático de una niña, porque nuestros esfuerzos interpretativos serán generosamente correspondidos.

Cierran la antología tres relatos de Florin Lăzărescu:
 
  • "El mono" y "La lámpara con sombrero" saben plasmar la voz infantil y tienen diálogos chispeantes. Cuentan historias muy humanas con gran ternura y delicadeza, y aunque ponen el foco en las relaciones familiares, abordan también otros muchos temas complementarios.
  • "El tío Mihai y Dios, el camarada" es el relato del conjunto que alude de forma más directa al comunismo (tema, al igual que la religión cristiana, menor pero recurrente en este volumen), al rol que el individuo juega en él y al papel del Estado al invertir en proyectos sociales.

Como he dicho antes, recomiendo El coleccionista de las últimas palabras para catar la literatura breve rumana contemporánea, pues nos permite iniciarnos con tres de sus más reivindicados cultivadores. 

Pero también insisto en que el volumen funciona por sí solo en tanto que compendio de relatos de una calidad nada desdeñable. Relatos todos ellos que tienen un registro eminentemente costumbrista (aunque un par se inclinen en su clímax hacia una deriva mística) y hablan de gente sencilla (tirando en muchos casos a marginal).

A título personal prefiero los relatos de Dan Lungu (sobre todo "Cinco, cinco y media", "Colecta de gargajos" y "Jugando a la oscuridad", cuya crudeza, sordidez y oscuridad encajan perfectamente con mi mi visión del mundo y mi gusto estético). Sin embargo, resulta innegable que tanto los de Lucian Dan Teodorivici como los de Florin Lăzărescu son igualmente competentes en lo estilísitco y sugerentes en lo temático.

lunes, 10 de marzo de 2025

Rosella Postorino: Me limitaba a amarte

Idioma original: Italiano

Título original: Mi limitavo ad amare te

Traducción: Miguel Izquierdo 

Año de publicación: 2023

Valoración: Recomendable 

Los libros se comunican y hablan entre sí. Si no, ¿cómo explicar las conexiones entre Me limitaba a amarte y tres libros recientemente leídos y reseñados por aquí, como son No matarían ni una mosca, Juegos prohibidos y Diarios del olvido?

Veréis, Me limitaba a amarte es la historia de unos niños bosnios (de diferentes orígenes) que, en pleno asedio de Sarajevo, son enviados a Italia. Pero pasan los años y allí han de permanecer y tratan de (re)hacer sus vidas como buenamente pueden. 

Y así, aparecen las citadas conexiones: con Diarios del olvido en la permanente sensación de desarraigo y "extranjeridad", tanto en un lado como en otro; con Juegos prohibidos en el extrañamiento infantil ante el mundo adulto, en el manejo de lo simbólico y en los intentos digamos atolondrados de canalizar la rabia y el dolor; con No matarían ni una mosca en esa violencia normalizada que persigue a algunos de los protagonistas del libro a través del tiempo y el espacio.

Más aún, la novela se abre con una cita de Slavenka Drakulic y una de las niñas se llama Nana Drakulic, así que ella conexión Postorino - Drakulic resulta obvia.

Volviendo a la novela, finalista del Strega en el año 2023, esta se divide en 4 partes en función del momento temporal de los hechos que se narran. Esto permite una lectura de la misma como "novela de formación", por aquello del paso de la infancia a la madurez. 

En ese sentido, me parece que está muy bien tratada la importancia del pasado y de los sucesos o heridas de la infancia en la vida adulta (¿está Marcel Proust por aquí?). También es destacable cómo la autora teje, ya desde las páginas iniciales de la novela, las red de relaciones que se establecen entre los distintos personajes y su evolución en el tiempo. 

Otro aspecto a mencionar es el manejo de las voces infantiles en la primera parte de la novela. Creo que la autora acierta con el tono y evita caer en lo excesivamente melodramático.  

- No quiero estar allá dentro, no me gusta. Aquí veo el cielo.  

- En Sarajevo no mirabas nunca el cielo.

- En Sarajevo estaba mamá.

Sin embargo, el melodrama aparece en el tramo final del libro y algunas de las escenas o situaciones se acercan peligrosamente al telefilm (sí, de esos los domingos por la tardes). Ya sabemos que la vida y la muerte están hechas de casualidades, pero creo que a Postorino se le va un poco la mano y fuerza en exceso según qué situaciones.

En cualquier caso, una recomendable novela sobre abandonos y reencuentros y sobre el derecho a la propia salvación en un mundo extraño en el que, aunque existan, resulta difícil encontrar asideros.

domingo, 9 de marzo de 2025

Colaboración: Sombra de la sombra, de Paco Ignacio Taibo II

Idioma original: Español

Año de publicación: 1986

Valoración: Está bien (Recomendable para quienes quieran tener idea de México inmediato a su revolución)


1922, un año dentro de un periodo donde la sociedad mexicana luchaba con violencia en múltiples terrenos. Crímenes, asaltos, asonadas, levantamientos armados, espionaje, traiciones, fuerzas extranjeras tratando de intervenir política, económica y hasta militarmente para cambiar el rumbo de la revolución mexicana; movimientos populares y de obreros empujando para recuperar rumbos perdidos por la misma; prensa, arte, transporte, naciendo o renaciendo tras la guerra popular que cambio al país. Ese es el marco donde se desenvuelve la novela Sombra de la sombra. Paco Ignacio Taibo II logra describir ese marco, hace sentir sus tensiones, permite al lector vivir por momentos su turbulencia y, sobre todo, aproxima a la comprensión de una época todavía cercana del pasado mexicano, lo que facilita entender mejor el presente de esta república.

Los protagonistas de Sombra de la sombra son cuatro personajes que se encuentran cada noche para jugar dominó. Durante el juego platican y reflexionan de lo que pasa en la ciudad de México y en el país. El estado de la sociedad en que viven se empieza a delinear desde ahí, en la descripción de la personalidad de cada uno de los cuatro jugadores, que representan a una buena capa del pueblo mexicano. Los jugadores de dominó tienen diferentes oficios que se irán revelando poco a poco, al tiempo que se van describiendo sus personalidades.

Son cuatro temperamentos muy distintos, lo mismo que los empleos de los que viven. Si bien el juego de dominó es lo primero que los une, conforme se desarrolla la trama se van involucrando en sucesos que los unen todavía más, sucesos a través de los cuales los lectores se van dando cuenta de qué era lo que pasaba por esos años en México.

Desde luego es la visión de los de abajo. No ¿por qué unos abajo y otros arriba? En un tablero de ajedrez no hay abajo y arriba entre negros y blancos, solo lucha entre ambos. Así en la novela asoman ampliamente dos partes: el pueblo llano, con diversos oficios con los que enfrentan la vida y sus dificultades económicas y los vividores que han sabido aprovechar el río revuelto de la revolución mexicana para acomodarse en cualquier bando de la misma y medrar económicamente. Aparecen también personajes o segmentos de la sociedad que no se pueden colocar en ninguno de los grupos descritos, pero que tienen resultados importantes para la narración. Los grupos que se enfrentan son, uno, el de los fieles a ellos mismos y a sus empleos y otro, el de los que aprovechan la situación para beneficio personal, abusando de las circunstancias.

El grupo de los fieles a sí mismos está conformado básicamente por los cuatro jugadores de dominó, uno de los cuales ve casualmente un asesinato y otro presencia una muerte que puede tomarse como accidente o tal vez crimen. Como ambos acontecimientos se relacionan y uno de los jugadores es periodista, los cuatro se involucran en el intento de desentrañar esa relación, máxime que desde la sombra sufren atentados y amenazas varias, decidiéndose finalmente en convertirse en sombra de la sobra que los persigue. Sombra de la cual surgen los que abusan de la revolución. 

No sé en qué momento empezó Taibo II a utilizar la estructura que emplea en esta novela, diseñada en 57 capítulos, algunos muy cortos. Muchos capítulos tienen títulos similares o idénticos, por ejemplo los que inician con “Los personajes juegan dominó” añadiendo, a veces sí y a veces no, otras indicaciones, o los apartados que se llaman “Bonitas historias que vienen del pasado”; estos últimos complementan las personalidades de los protagonistas o nos hablan de los antecedentes de algunos sucesos de la trama. Esta misma estructura, de capítulos cortos o con títulos semejantes, la utiliza el autor en otras de sus obras como Cuatro manos, La lejanía del tesoro y Retornamos como sombras; esta última, por cierto, está protagonizada por los mismos cuatro personajes pero veinte años después y ya no juegan dominó. Retornamos como sombras esta comentada aquí.

En resumen: México en 1922, cuando la revolución mexicana, finalizada formalmente con la Constitución de 1917, había dejado al país en un torbellino de locura del que iría saliendo remando sobre una roca y cuyos vientos todavía lo impulsan, sin que deje de estar presente la locura. Si la novela policiaca negra es aquella que nos pinta una sociedad, esta novela lo es y se desarrolla en un escenario que así fue, aunque su personajes sean ficticios.

Firmado: David Batista

También de Paco Ignacio Taibo II reseñado en ULAD: Retornamos como sombras


sábado, 8 de marzo de 2025

Dahlia de la Cerda: Perras de reserva

Idioma original: Español

Año de publicación: 2022

Valoración: Muy recomendable

La vida es una perra, adóptenla. Bizor.

Estilo directo: sin rodeos, sin adornos y sin aparentes pretensiones literarias. ¿Esto es bueno o malo? Efectivo, sí. Es como ver un accidente grabado por alguien con su celular, en contraste con una película de Scorsese. No me refiero a la calidad ni a lo que ocurre en la pantalla, sino a la intención estética. (“Me senté en la taza del baño, oriné sobre la prueba de embarazo y esperé el minuto más largo de mi vida. Positivo”).

Los temas de los relatos son variados: una chica que aborta como si nada; un cuento de formación sobre una narco junior; las aspiraciones de una inmigrante analfabeta. La intención política es clara: feminista, anti-academicista y enfocada en la visibilización de los marginados. Sin embargo, nunca presenta a sus personajes como víctimas, sino como agentes libres, con voluntad y deseos, que deben enfrentarse al infortunio o, simplemente, a las consecuencias de sus malas decisiones.

Algunos relatos son casi minificciones, con una premisa interesante y un punchline efectivo. No obstante, al centrarse principalmente en los personajes, su desarrollo a veces se siente algo apresurado. Además, las voces de los narradores en cada cuento llegan a sonar forzadas o artificiales. Me sucede lo mismo que cuando leí Falsa liebre, de Fernanda Melchor. Se pretende simular el habla de determinado grupo, pero choca demasiado con la manera de articularse y con las ideas que expresan. El tono de la mayoría de los personajes resultaría mejor con una exposición interminable de lugares comunes, al estilo de:

“Sería hipócrita de mi parte decirte que te mereces algo mejor, si conmigo lo tuviste todo. Y, así como tú me pediste que te dejara de molestar, te voy a pedir tres favores: primero, busca la verdad entre todas las mentiras; segundo, diviértete y sé feliz; y tercero, no me vuelvas a marcar, por favor. ¿Vale? Cuídate. No, maaaames, wey, ya lloré, wey.” (1)

Además, si se leen los cuentos de corrido, da la impresión de que el impulso se agota. Al perderse el shock value de los primeros relatos, la vida de los protagonistas resulta algo anodina, y el uso del slang puede parecer repetitivo y fastidioso, sobre todo para aquellos que no estén familiarizados con él (lectores fuera de México).

A pesar de esos detalles, la mayoría de los relatos son contundentes y pueden llegar a desafiar ciertas preconcepciones que tengamos sobre los marginados de un país que, por sí mismo, está jodido.

(1) Grabación vista en Youtube de un joven terminando con su novia que, al parecer, le había sido infiel.

viernes, 7 de marzo de 2025

Catherine Lacey. Biografía de X

 

Idioma original: inglés
Título original: Biography of X
Traducción: Nuria Molinés
Año de publicación: 2024
Valoración: muy recomendable

Seguro que seré malinterpretado, pero no acabo de entender el empeño por asignar ciertas etiquetas a ciertos productos culturales. El punto del libro que acompaña al flamante ejemplar tomado de la biblioteca de esta Biografía de X dice que esta novela pertenece al Fondo LGTBIQ+ y yo me pregunto para qué narices hay que acotarla de esa manera. Pondría, por ejemplo, la figura de Spanbauer, ya fallecido, y me sacude el alma pensar cuántos grandes escritores son confinados en esta especie de ghetto/subgénero que puede, por muy cenutrios que puedan parecernos estos planteamientos, limitar algo sus posibles lectores. Todo porque, gran novedad, damas y caballeros, esta es una novela sobre una mujer intentando ahondar en el pasado de la mujer que fue su pareja. Que los géneros podrían intercambiarse con toda naturalidad y la historia no cambiaría. Que esa elección no es un gancho comercial ni un posicionamiento, Que hay que actuar con naturalidad o tenemos lo que tenemos en algunas ciudades: barrios condenados a ser parques temáticos, puntos de atracción de cierta curiosidad morbosa que parece exclamar vamos a verlos comportarse en su hábitat. 

Esta disquisición carecería de sentido si Biografía de X fuera uno de tantos libros. Pero no. Catherine Lacey, por cuya obra anterior voy a interesarme de inmediato (cuatro novelas, nada mal para una escritora que aún no ha cumplido cuarenta años), se muestra osada en la estructura de esta narración. Al principio, algo reminiscente del juego usado por Hernán Díaz en Fortuna, por cuanto estamos jugando a las cajas chinas escenificando una narración dentro de otra, pero más bien adaptando el recurso a la necesidad narrativa. Aquí tenemos a una escritora que, para contrarrestar la previsible aparición de textos no autorizados en forma de biografías de X, la mujer que falleció siendo su pareja, se decide a investigar por su cuenta el pasado de ésta. Un pasado con enormes incógnitas que intentará resolver. X ha sido una artista multidisciplinar: ha hecho música, escrito libros, protagonizado performances: una especie de celebridad total en una nación que (pequeño y algo forzado recurso que evoca casi explícitamente a Atwood) ha vuelto a unirse después de un conflicto que la ha dividido en un Sur conservador y tradicional y un Norte progresista y abierto. CM Lucca se adentra en el pasado a la búsqueda no solo de que la memoria le haga justicia, también de que lo que se encuentre resuelva sus dudas y esas brechas que no pudo dilucidar cuando X vivía. Esa búsqueda, de tonalidades épicas, la ayudará a comprender en parte la personalidad de quien era su pareja. Como es de prever, acarreará no pocas sorpresas que, más que aportarle morbo o preocupación, la harán ahondar en la complejidad de su relación. Parejas, matrimonios, algún hijo del que se despreocupó, una eventual disidencia política que la obligaba a cambiar con frecuencia de nombres, de apariencia, a incorporar capas a su personalidad y a redoblar el misterio y la fascinación sobre su persona.

Lacey es una escritora (supongo que leer sus novelas anteriores, más breves y de menos renombre puede matizar esa opinión) ambiciosa y de amplio rango. Quizás excesivo, Biografía de X contiene ese aire retrospectivo de aires bolañianos que combina perfectamente con el aroma europeo que desprenden algunas referencias, desde el uso sebaldiano de imágenes que parecen generadas por IA, hasta referencias culturales variadas que se intercalan y asignan un contexto personal (la de vincularla al proceso creativo de  Low, una de las obra maestras de David Bowie, me ha seducido por su insistencia) en el que la artista sería una especie de musa en las sombras de la cultura underground. También percibimos una crítica socavada hacia las manifestaciones artísticas contemporáneas más marcadas por la excentricidad y los deseos de polémica como forma de celebridad. X excita la fama y la relevancia lo justo para salir corriendo. No es una crítica feroz, es más bien una puesta en escena de situaciones que pueden sernos familiares por lo que hoy es el mundo de las manifestaciones culturales. Supongo que ello justifica un poco el enfoque distópico: un mundo, el del Norte, de creatividad y libertad vs un Sur sojuzgado por el integrismo religioso. Aunque, personalmente, creo que es la apuesta que menos funciona, permitidme insistir en el párrafo con el que acometía esta reseña: adjetivar a esta notable novela me parece restrictivo y estrecho de miras. Con sus carencias y sus errores, vale mucho la pena leer este libro.

 

jueves, 6 de marzo de 2025

Raquel Peláez: Quiero y no puedo

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración: recomendable (incluso más que eso, para interesados/as en el tema)

Aclaración para quien lea este blog desde los países americanos de habla hispana: como reza el subtítulo de este libro, se trata de Una Historia de los pijos de España (y las pijas, cabe añadir). Ahora bien, como quizá sepan nuestros lectores de allende la mar océana, en el castellano de España los términos "pijo" y, sobre todo, "pija", no significan lo mismo que en el castellano de América -aunque puede que tengan un origen similar-; para nosotros una persona pija es alguien que trata de aparentar un estatus económico superior por medio de la exhibición de signos exteriores de riqueza. Es decir, lo que, por ejemplo, en México llaman un o una fresa y en Argentina cheto, amén de otras denominaciones en otros países... Cierto también que en los últimos años, en España, está cobrando cada vez más auge el término "cayetanos" para referirnos a los pijos, o al menos a un subtipo determinado de los mismos (siendo otros, por ejemplo, los pijilocos o los pijipis). Además de que el calificativo "pijo/a" no se impuso hasta los años 80 del siglo pasado; antes, en los últimos doscientos años de la Historia de España -que son de los que se hablan en este libro- encontramos señoritos, modernas, polloperas, chicas Topolino, yeyés...

Pero no pensemos que este ensayo es tan sólo un divertimento taxonómico más o menos frivolón, un prontuario costumbrista de nuevo cuño; muy al contrario, su autora, que conoce el percal de primera mano, pues se trata de una periodista que ha trabajado durante años en publicaciones eufemísticamente conocidas como "de estilo de vida", efectúa aquí una verdadera disección socio-económica, semiótica, histórica y aun literaria y cinematográfica -encontramos, sin ir más lejos, referencias a novelas fundamentales de la literatura española contemporánea: Nada o Últimas tardes con Teresa, aunque también Menos que cero, modelo de aquellas exitosas Historias del Kronen noventeras- del Pijus Hispanicus. Pijos ideológicamente de derechas, sobre todo, pero también de izquierdas: el libro nos habla también de la importancia (en algún caso incluso positiva, culturalmente) de exclusivos grupos de, en principio, progres, como fueron la gauche divine barcelonesa del tardofranquismo o la beautiful people de los años del gobierno de Felipe González. O los hipsters de hace cuatro días (no sé si queda alguno), que no se puede decir que pertenecieran a un movimiento de izquierdas, pero sí denotaba un barniz contracultural. Todos éstas y demás variantes del pijerío (también los pijos proletarios, de los que el libro no habla pero doy fe que existen) tienen en común lo que, siguiendo al sociólogo Thorstein Veblen, Raquel Peláez denomina "emulación pecuniaria"; concepto que atraviesa todo el ensayo junto con el de "disforia de clase" (aunque este se aplica sobre todo a la clase media aspiracional; los ricachos de verdad, de "dinero viejo", no tienen ese problema, supongo).

Estructurado en tres partes diferenciadas, pero cronológicamente continuas, el ensayo, sin perder un tono ameno al que ayudan numerosas referencias a circunstancias y personajes, en ocasiones de lo más populares, pese a que pertenezcan a cierta élite (verbi gratia, la ignífuga Isabel Preysler), nos va desgranando una rigurosa crónica de la transmisión del poder político, pero sobre todo económico, a lo largo de los dos últimos siglos de la Historia de España, desde la regencia de María Cristina. Y, sobre todo, los mecanismos utilizados por quienes buscan arrimarse a este poder político y económico -o simbólico- para medrar o simplemente imitar a la clase social a la que aspiran pertenecer. de esta forma, en la primera parte, titulada Puedo, nos explica el comportamiento de las élites del siglo XIX y la Restauración, reyes y reinas incluidos  -y, de hecho, como los modelos a seguir-, continuando por la nobleza de toda la vida y también la de nuevo cuño, formada por industriales ennoblecidos y, sobre todo, forrados de pasta... En la segunda parte, Quiero, el protagonismo es de los "pacoaristócratas", que ostentaron el poder durante la dictadura franquista y sus retoños, para acabar con la internacionalización del pijerío español merced a la llamada Jet-Set marbellí. Por último, Quiero y no puedo nos habla de las diversas mutaciones del pijo/a desde el tácito pacto de no ostentación de la Transición hasta el momento actual, en que se han convertido en una subespecie mucho más consciente y orgullosa de sus supuestos privilegios de clase -también más agresiva, como demuestra la aparición de la "cayeborroka" contra el Gobierno-, reacción, en gran medida, a la cacareada guerra cultural que busca atizar el populismo de extrema derecha, emergente ahora mismo en los países occidentales. Pero, sobre todo, esta última parte trata de la eclosión, crisis y quizás declive definitivo de la clase media que apareció durante la época desarrollista y se consolidó durante los años de crecimiento económico pre-burbuja inmobiliaria.    

Por ponerle un pero a este libro, se puede argüir que se presenta como "una Historia de los pijos de España", cuando, en verdad, se centra básicamente en el pijerío madrileño  (si bien es lógico, por otra parte, en un Estado que ha tendido al centralismo siempre que ha podido), un poco en el de Barcelona y de Ponferrada, la ciudad natal de la autora, de donde nos proporciona anécdotas juveniles que le sirven para introducir los capítulos. Sin embargo, apenas menciona a los pijos de otras zonas del territorio español -salvo, debo decir, en el diorama de testimonios estremecedores (es broma) que cierra el libro-, como, por ejemplo, los siempre coloridos "capillitas", los pijos falleros valencianos o el no menos pintoresco, con su bicefalia nacionalista vasca/española, pijerío vasco. 

En cualquier caso, la lectura de este ensayo no sólo resulta divertida sino reveladora y, a partir de aspectos que pueden parecer superficiales, como la avidez por ciertos elementos del estilo de vida de los más ricos o, simplemente, las modas pasajeras por algunos tipos de ropa o marcas (que, sin embargo, tienen una carga semiótica enraizada en significados pretéritos, como ocurre con los pelucos caros o los conocidos fachalecos), nos hace reflexionar sobre nuestra sociedad, adónde queremos que se dirija y qué pone en peligro la estabilidad de ese rumbo. Conclusión: os aconsejo vivamente leerlo, ya que, en el peor de los casos, os aseguro que pasaréis un rato estupendo.

miércoles, 5 de marzo de 2025

Donald Antrim: Votad al sr. Robinson por un mundo mejor

Idioma original: Inglés
Título original: Elect Mr Robinson for a Better World
Año de publicación: 1993
Traducción: Javier Calvo
Valoración: Está bien

Votad al sr. Robinson por un mundo mejor, la primera novela de Donald Antrim, es una sátira que recurre al absurdo para criticar a unos Estados Unidos irremediablemente divididos, profundamente paranoicos y completamente obsesionados con la violencia y el sexo.

Transcurre en una ciudad de la costa de Florida cuyos ciudadanos han linchado al alcalde, cuyos espacios públicos han sido bombardeados o minados, repleta de casas fortificadas rodeadas de fosos defensivos, patrullada por un par de guerrilleros trasnochados. 

Sigue los pasos de Pete Robinson, un maestro de escuela primaria fascinado por la tortura medieval que quiere postularse como alcalde. Para ello deberá enterrar las distintas partes del exalcalde desmembrado mientras entona pasajes del Libro de los Muertos egipcio, ganarse la confianza de los vecinos de su urbanización y montar una escuela en su propia casa para alumnos de entre seis y ocho años.

Aunque siento que en algunos apartados podría haberse pulido un pelín, Votad al sr. Robinson por un mundo mejor funciona. Al fin y al cabo, tiene una prosa eficaz en su distanciamiento irónico, un mensaje nítido y bien articulado, un escenario suburbano distópico como interesante telón de fondo, un protagonista repleto de aristas y oscuridad y un par de escenas sumamente efectivas a la hora de conmovernos o transmitir tensión.

Las únicas pegas que le pondría a la novela es que, aunque el conjunto deja huella, ninguna de sus partes resulta muy memorable en sí misma. Por otro lado, no he sido incapaz de hallarle sentido a la subtrama de la esposa de Pete siendo una mujer-pez (de hecho, no he entendido la fijación de la obra por el mar y su fauna, y creo que Meredith es un personaje bastante desaprovechado en general).

Sea como fuere, Votad al sr. Robinson por un mundo mejor es una buena novela, sobre todo teniendo en cuenta que es la primera del autor. La recomiendo por la feroz crítica a los Estados Unidos que realiza, por su iconoclasta humor negro y por ciertas ideas que, en su desmedida extravagancia, bordean el género bizarro.

martes, 4 de marzo de 2025

Gustavo Rodríguez: Cien cuyes

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2023

Valoración: Recomendable


Es fácil empatizar con personajes vulnerables, por utilizar la palabra de moda. Por ello los relatos en torno a ancianos y niños tienen, entre otros, el riesgo de caer en la ñoñería o la condescendencia, o deslizarse hacia lo lacrimógeno, peligros todos ellos que en mi opinión abocan al libro a un fracaso seguro. Hay que hacerlo muy bien para escapar de todo esto al mismo tiempo que se plantean cuestiones interesantes sobre estos colectivos y se dibujan personajes que realmente tengan algo que aportar.

El hilo conductor de Cien cuyes lo constituye Eufrasia, una mujer madura cuya ocupación consiste en el cuidado de ancianos. Les acompaña a domicilio, poco después también en una residencia, en un laborioso pluriempleo con largas trayectorias en las que establece un fuerte vínculo con sus clientes. Pero aunque Eufrasia está casi siempre en escena, es hilo conductor más que protagonista, porque el protagonista absoluto de la novela es la vejez: tipos muy diferentes de ancianos, la viuda solitaria con problemas de movilidad, el antiguo surfista, la mujer elegante y de mundo, el modesto poeta, el severo oriental siempre fiel a su origen. Muy diferentes, sí, pero marcados sin remedio por la avanzada edad que les hace homogéneos por encima de sexo, origen o personalidad: la decadencia física, a veces también mental, los achaques malamente combatidos con pastillas y sobre todo, la conciencia inquebrantable de que la muerte ronda muy cerca, que la historia se acaba y la pendiente hacia el final es acelerada e irremediable.

Todos ellos, alejados de familias y con la nómina de amistades cada vez más recortada, se plantean, como imagino cualquiera hará a esos niveles, la posibilidad de una despedida digna, el dar por terminado el recorrido sin esperar a que la naturaleza lo haga más largo y doloroso de lo necesario. Estamos hablando claro está de la eutanasia en su sentido más amplio, poner el punto final voluntariamente cuando ya todo está dicho y vivido.

El libro lo plantea de forma muy directa, quizá demasiado directa porque deja poco margen a la duda desde muy pronto. Y aparentemente tampoco se abre al debate, porque ¿quién puede negar a alguien el derecho a bajar su propia persiana cuando a nadie perjudica con ello? ¿quién es capaz de obligar a seguir luchando y sufriendo el deterioro, la soledad, la indefensión? ¿cómo se puede condenar una decisión consciente y fría de terminar un calvario que siempre va a ser más y más doloroso? Se diría que de alguna manera el autor rehúye el conflicto y, si acaso, deja al lector la responsabilidad de buscar una antítesis.

Es cierto que el relato presenta siempre una situación ideal. Los ancianos están en pleno uso de sus facultades, nada les ata ya a la vida, se sienten libres y hasta jubilosos por terminar de forma honorable, indolora y hasta un punto divertida, circunstancias que en el mundo real no convergen con tanta facilidad. Pero es una hipótesis para plantear la reflexión. Y además el autor lo hace de forma impecable, sin abusar de emotividad, con sencilla elegancia que llena de naturalidad todas las situaciones.

Quizá la técnica narrativa esté un poco por debajo del estilo. Como decía antes, todo parece bastante obvio casi desde el principio, y una cuestión que a pesar de todo no deja de ser tan delicada se plantea de forma casi idílica, para resolverse de manera algo endeble y evasiva. Pero no importa demasiado. Lo importante es que el libro se lee de forma placentera gracias a la amabilidad y el buen gusto que mantiene en todo momento, y sobre todo porque deja ahí, bien claras, esas preguntas fundamentales que deberían impedir prejuzgar comportamientos que en algún momento nos pueden parecer terribles, pero que a lo mejor, más pronto o más tarde, pueden presentarse en nuestro horizonte.


lunes, 3 de marzo de 2025

Han Kang: Imposible decir adiós

Idioma original: coreano
Título original: 작별하지 않는다
Traducción: Hèctor Bofill y Hye Young Yu en catalán para La Magrana y Sunme Yoon en castellano para Random House
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable


Siempre he encontrado en los libros de Han Kang un equilibrado balance entre el desasosiego y la calidez, la habilidad de la autora surcoreana en tratar temas complejos y punzantes, aunque haciéndolo con una marcada delicadeza y pausa que hacen que su lectura acompañe al lector.

En el libro que nos ocupa, y con un inicio que nos recuerda en parte a «La vegetariana», la protagonista Gyeongha es una mujer que siente cierta sensación de vértigo ante la vida que tiene, llegando al extremo de que después de mudarse se queda encerrada dos meses en casa dedicándose únicamente a escribir, sintiendo en sus carnes una pérdida de masa muscular y desnutrición; un círculo vicioso de migrañas, espasmos estomacales y analgésicos con altos contenidos en cafeína la acompañan en un estado de desequilibrio físico y psíquico envuelto de humedades y del sudor propio de los días de verano, en el que ella escribe su “auténtico adiós”: su despedida en una suerte de testamento que dejará a alguien (que no ha decidido aún) para que se encargue de sus pertinencias cuando fallezca, aunque sin conseguir el resultado esperado en tal empresa de manera que un día y otro empieza y termina de nuevo su carta de despedida intentanto alcanzar la calidad deseada. En medio de este lapsus vital, recibe una llamada de su amiga Inseon, una joven fotógrafa freelance que conoció años atrás en su primer trabajo y con quien tenía una gran amistad a pesar de que se veían poco, quién le pide que vaya a verla inmediatamente al hospital donde está ingresada; su petición viene acompañada de un motivo algo particular: que vaya a su casa para poder cuidar de su pájaro mientras está ella internada por ese corte producido en el taller donde trabajaba. Inseon una persona de quien Gyeongha afirma que «una mera conversación con ella y se replegaban los territorios del caos, de la ambigüedad y la incertidumbre. Su manera de hablar y sus gestos exudaban una serenidad firme, le transmitía la confianza de que todos nuestros actos tenían una finalidad, que todos nuestros esfuerzos tenían un sentido, aunque terminaran en fracaso», una antigua amistad que ahora la necesita pero que su petición conlleva cierto sacrificio personal. Así, el relato alterna de manera intercalada y con breves fragmentos el viaje hacia el pueblo de Inseon con los recuerdos de cuando se conocieron. 

Con esta premisa, la autora esgrime un hilo argumental que nos conduce a través de un viaje en condiciones climatológicas adversas hacia un territorio desconocido y hostil, pues Gyeongha no sabe lo que se encontrará en su destino final, a todos los niveles. Un destino físico que alberga un sinfín de recuerdos del pasado de Inseon y de ella misma, rememorando en ese viaje un pasado conjunto y familiar envueltos de represión y conflictos, pues la llegada de Gyeongha a la casa causa que empiece a recuperar artículos, cartas y escritos de esa época, evocándonos a la tristeza y crueldad de una masacre que marcó su gente y su propia familia y que tuvo lugar en Jeju en 1948 tras la represión por parte de la policía a una insurrección con el resultado de casi treinta mil personas asesinadas con grandes dosis de crueldad.

Con este episodio histórico como telón de fondo y que nos devuelve en gran parte a la literatura de Han Kang donde mezcla narrativa con contextos sociales y que ya vimos en su grandísima novela «Actos humanos», la autora traza un relato en el que combina denuncia con amistad, sueños con pesadillas, realidad con ficción en un relato en el que alterna el presente y el pasado de manera imbricada donde todo está relacionado y los elementos y sueños que encuentra en la casa la llevan a momentos pasados de su vida y su gente. De esta manera, la autora surcoreana combina una parte onírica que nos lleva de pleno a la literatura oriental encarnada por Haruki Murakami a través de los recuerdos, los pensamientos y los sueños con la literatura de denuncia que nos mostró en «Actos Humanos» y con la que comparte cierta temática y enfoque. Así, sin dejar de lado el argumento basado en un trasfondo de masacres y guerra, la capa de calidez que envuelve el libro muestra que Han Kang parece haber dejado de lado su narrativa estilísticamente arriesgada y cruda para hablar de una historia trágica desde la calma. Cabe decir que ya daba muestra de este acercamiento más cálido en «La clase de griego», pues en ella había cierta dureza en el relato, aunque con una clara intención emotiva. Por ello, y si bien es un buen relato en el que equilibra el tono y el fondo, choca con lo que uno espera de Han Kang a nivel más visceral y orgánico. Aquí el estilo es otro, aquí va de calidez y remansos de aparente paz entre copos de nieve que caen y reposan sobre el relato, como envolviéndoos y llamándonos a buscar cobijo, mientras sortean en la plácida caída los agrestes terrenos sobre los que reposar repletos de tumbas y cadáveres. Así, la prosa inicial de Han Kang se desvía hacia caminos poéticos con los que envuelve de delicadeza sus más oscuros pensamientos, cómo cuando afirma que «al lado de los troncos amontonados, que descansan como los trozos del cuerpo de un gigante descuartizado». Esta visión poética de una cruda realidad se alterna con estados semioníricos en los que afirma, con una mirada contemplativa y casi nostálgica, que «observo la anciana de perfil, inmóvil como una estatua, con ambas manos reposando sobre su bastón (…) tengo el extraño miedo de que, en el momento en que la toqué, su rostro y su cuerpo se dispersarán en la nieve y desaparecerán».

Por todo ello, estamos delante de un relato que gira en torno de la amistad, pero especialmente de la muerte, una muerte que es el origen de la idea de la autora en escribir el libro, tras un sueño que tuvo relacionado con la masacre ocurrida en Jeju en 1948. Kang sigue con su estilo de escritura corpórea y sensorial, en el que la protagonista sufre y se angustia, estremeciendo su cuerpo ante un mundo interior hostil poblado de sueños y temores y un lindo exterior que la somete al frío, a la intemperie a veces y a la incomodad de sentirse rechazada en un lugar en el que no debería estar. De esta manera, estamos delante de una obra que combina calidez poética a la vez que denuncia y en la que la autora nos demuestra una vez más que los conflictos se adhieren a la piel y a la historia de la población de manera inexorable, y que, a pesar de luchar por conseguir salir adelante, no podemos dejar atrás una historia trágica sin dejar de recordar a las víctimas y condenar a sus autores.