Año de publicación: 2024
Valoración: Entre Recomendable y Está bien
Está claro que ni mucho menos domino las etiquetas que se asignan a los distintos subgéneros de lo que podríamos llamar literatura de terror, así que para no meter la pata ni se me ocurre citar ninguna de las que me pueden sonar. Supongo que, como en tantos otros campos, no son más que clasificaciones más o menos intuitivas o caprichosas para distinguir tendencias, tanto nos gusta organizar conceptos y ordenar de alguna manera cosas demasiado amplias, haciéndolas más manejables. En todo caso, como aquí en el blog tenemos expertos en esta materia que podrían dar una master class, dejo a otro el trabajo.
La docena de relatos que propone Maximiliano Barrientos digo yo que podemos al menos ubicarlos dentro del género del terror, así, a grandes rasgos. Yo diría que un terror un poco singular, con unas señas de identidad bastante peculiares. En todos encontramos elementos que irrumpen en la realidad distorsionándola, sin que lleguemos a saber si de un modo objetivo o en los pliegues de lo mental, quizá ambas cosas a la vez. Es un hombre que se presenta en cierta población ante la noticia de la muerte repentina de su hermano, un alcalde aquejado de un deterioro cognitivo galopante, la desaparición de un avión en la selva, un antiguo nazi que guarda secretos sobre su hijo, o unos jóvenes metaleros que quieren quemar una iglesia. Historias que de entrada ya bordean la proximidad de la muerte o de situaciones de máxima tensión, en las que se abrirán paso hechos o vivencias que traspasan la línea de lo convencional.
Los relatos se internan entonces en mundos extraños, unas veces tangibles y otras incorpóreos, comportamientos extraños, sonidos o presencias, trances que parecen sacados de experiencias con alucinógenos, desapariciones (y reapariciones), hipersensibilidad para establecer conexiones. Pero también lo que parecen episodios de enajenación, extracción de órganos u obsesiones, un avión construido en secreto, híbridos humanos, ver con los ojos de otro o sentir su muerte como propia. Muchas cosas ciertamente para apenas una docena de relatos no demasiado extensos.
Barrientos lo cuenta bien, excelente mientras comienza a desarrollar las historias incorporando los elementos de misterio en un crescendo potente y bien dosificado. Llega sin embargo un punto en que el hilo empieza a deshacerse, porque seguramente el autor quiere a toda costa internarse en ese mundo de pesadilla, no sabría decir si es porque la transición resulta algo inconsistente. Quizá es que a la conexión entre lo real y lo fantástico le falta un nexo más convincente, que la inmersión en esos mundos aberrantes es tan inverosímil que, aun resultando sugestiva, le falta algo de credibilidad para hacerla de verdad aterradora.
O puede que uno sea lector demasiado convencional y necesita un asidero para sentirse realmente sobrecogido por la aparición de lo extraño. Quizá la acumulación de estímulos o lo que parece una búsqueda deliberada de confusión no son el mejor vehículo para transmitir desasosiego, y ahí lo que pintaba como relatos bien construidos termina por quedarse un poco en tierra de nadie.
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