martes, 31 de mayo de 2011
Carlos Ruiz Zafón: La sombra del viento
Idioma original: español
Fecha de publicación: 2002
Valoración: Se deja leer
No voy a mentir. En cuanto cerré el libro que hoy nos ocupa, una novela que varias personas de mi entorno me recomendaron con frenesí, me quedé tan sorprendida de que no me hubiera entusiasmado, que no pude por menos de meterme en foros y blogs de la madre de todas las redes para ver qué opinaban de él otras personas. Y bueno, fue entonces cuando descubrí que la moderadamente negativa opinión que me merecía La sombra del viento era casi halagüeña comparándola con aquellas ristras de exabrutos purulentos que ponían a bajar de un burro a su escritor, a su estilo, a sus personajes, a su trama, a su campaña de marketing... Creo que la portada era lo único con lo que nadie se cebaba. Creo...
La historia de La sombra del viento comienza cuando en la Barcelona de 1945 un librero lleva a su hijo Daniel a un misterioso lugar que posee el sugerente nombre de "El cementerio de los libros olvidados" y que guarda lo que su propio nombre indica. Allí, el crío escogerá al azar un libro maldito firmado por un tal Julián Carax que trastocará su vida para siempre ya que la obsesión del chaval por descubrir el misterio que envuelva la vida y obra de semejante personaje, le hará penetrar en un mundo de intriga y terribles sucesos por el que desfilará una larga serie de seres pintorescos, desde un violento mercenario apellidado Fumero hasta una peculiar y solitaria amiga de juventud de Carax de nombre Nuria Monfort, pasando por una hermosa ciega o un mendigo rescatado de las calles para trabajar en la librería que regentan Daniel y su padre.
Francamente, creo que La sombra del viento, un best-seller a nivel planetario que fue finalista del Fernando Lara de novela, tocó la moral a tanta gente porque quizás nos lo quisieron vender como una suerte de obra maestra en su género. Me refiero a ese género aventuresco con flecos de novela negra, drama, historia, terror y misterio del que se nutre la literatura más comercial actualmente, muchas veces descuidando calidad, estilo y precisión histórica.
Años ha podíamos contar con escritores como Alejandro Dumas o Mark Twain entregados con pasión a la tarea de crear esta clase de obras, pero los tiempos han cambiado, y sí es verdad que quizás nos venden verdaderos folletines envueltos en ropajes de obras magnas del entretenimiento por obra y gracia del marketing más agresivo.
Y es que La sombre del viento me pareció precisamente eso: un folletín con personajes estereotipados y muchas veces incoherentes e imposibles, una trama que se iba resolviendo gracias a un personaje que remitía a otro-que remitía a otro-que remitía a otro, y bueno, en cuanto al tema de las meteduras de gamba del autor en fechas y calles de Barcelona, ahí no me meto porque no supe de ellas hasta después de haberlo leído.
No me voy a detener a criticar más este libro (ensañamientos suficientes hay ya, como he indicado), que pese a todo hay que reconocer que está muy bien escrito por un autor sabio que conoce los gustos de muchos lectores y del que, si leemos un par de obras, ya sabemos lo que nos vamos a encontrar en el futuro.
PD: El juego del ángel, siguiente obra del autor y relacionada con La sombra del viento, ha sido también un éxito tanto fuera como dentro de nuestras fronteras.
También de Ruiz Zafón en ULAD: El príncipe de la niebla
lunes, 30 de mayo de 2011
Colaboración: La hermana de Katia, de Andrés Barba
Idioma original: español
Año de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable
A uno siempre le encanta descubrir libros. Es verdad que, por mucho que te digan, una buena novela siempre es un descubrimiento, pero, en este caso, no me había llegado ninguna recomendación. Sabía que La hermana de Katia había sido finalista del Premio Herralde y poco más. Tal vez sea conveniente explicar, en primer lugar, el argumento. Se trata de una adolescente que nos cuenta la historia de su familia: de su madre, que ejerce la prostitución; de su hermana, que se enamora de un italiano y empieza a trabajar en un striptease para ganar dinero; de su abuela, que pierde la memoria; y de ella misma, que tiene pocas luces y deja el colegio porque allí no es más que objeto de las burlas o el ostracismo, que se enamora de John, un americano llegado a Madrid para convertir a nuevos cristianos, y que cuida de la casa, de su abuela y de su hermana. Elementos suficientes, sin duda, para escribir un melodrama y que, sin embargo, le sirven al autor para lograr precisamente lo contrario.
El acierto providencial del libro es el punto de vista elegido. La narradora es una adolescente de catorce años de características singulares: es casi una disminuida psíquica, ha sido educada (o ineducada) en la más absoluta amoralidad, es ingenua, introvertida y sensual. Ese punto de vista le permite al autor, como en las novelas de Kafka, subvertir la realidad. Porque es una obra subversiva, en la que la mirada de una adolescente limítrofe nos muestra lo monstruoso de la aparente normalidad.
Empecé a leer el libro estremecida, con la sensación constante de saber lo que la protagonista no sabía: que unas cosas anticipan a otras y que lo malo no es sino el preludio de lo peor. Leía como si la viera avanzar por la cuerda floja. Yo sabía que a ambos lados estaba el vacío y la iba viendo dar un paso tras otro con el corazón en un puño, vaticinando que en cualquier momento algo se torcería, que haría un gesto en falso, que caería. Porque así funciona nuestro cerebro, anticipándose siempre, pronosticando. Qué felicidad si, como la protagonista, pudiéramos caminar por la vida con esa mirada asombrada, generosa y libre. Pero entonces, en mitad del camino, se produjo el milagro y me di cuenta de que esa adolescente, con su encantadora ingenuidad, me había despojado de mis gafas prejuiciadas y me mostraba la realidad desnuda, y que era yo, en realidad, la que caminaba por la cuerda floja y ella la que me daba la mano y me guiaba.
La hermana de Katia es un libro escrito en un lenguaje sencillo pero claro, bello y cadencioso, un lenguaje lúcido y puro. Más de una vez me ha traído a la memoria a esa maravillosa novela de Alberto Moravia que es La romana, seguramente por esa voz narrativa que, desde la inocencia, nos muestra la duplicidad, la maldad y el absurdo que nos rodean. Ni el lenguaje grosero de Katia, ni la acritud de la madre, logran mermar el candor de las frases que hilvanan el pensamiento de la hermana. Las escenas se suceden, entrañables, tensas, y en medio de ese mundo cruel, barriobajero y suburbial, brilla todo el tiempo ese cuerpo de Katia, deseado y maltratado, providencial y maldito, pero suave, palpitante, cálido y tiernamente humano.
Firma invitada: Maite
También de Andrés Barba: Las manos pequeñas, La ceremonia del porno
Año de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable
A uno siempre le encanta descubrir libros. Es verdad que, por mucho que te digan, una buena novela siempre es un descubrimiento, pero, en este caso, no me había llegado ninguna recomendación. Sabía que La hermana de Katia había sido finalista del Premio Herralde y poco más. Tal vez sea conveniente explicar, en primer lugar, el argumento. Se trata de una adolescente que nos cuenta la historia de su familia: de su madre, que ejerce la prostitución; de su hermana, que se enamora de un italiano y empieza a trabajar en un striptease para ganar dinero; de su abuela, que pierde la memoria; y de ella misma, que tiene pocas luces y deja el colegio porque allí no es más que objeto de las burlas o el ostracismo, que se enamora de John, un americano llegado a Madrid para convertir a nuevos cristianos, y que cuida de la casa, de su abuela y de su hermana. Elementos suficientes, sin duda, para escribir un melodrama y que, sin embargo, le sirven al autor para lograr precisamente lo contrario.
El acierto providencial del libro es el punto de vista elegido. La narradora es una adolescente de catorce años de características singulares: es casi una disminuida psíquica, ha sido educada (o ineducada) en la más absoluta amoralidad, es ingenua, introvertida y sensual. Ese punto de vista le permite al autor, como en las novelas de Kafka, subvertir la realidad. Porque es una obra subversiva, en la que la mirada de una adolescente limítrofe nos muestra lo monstruoso de la aparente normalidad.
Empecé a leer el libro estremecida, con la sensación constante de saber lo que la protagonista no sabía: que unas cosas anticipan a otras y que lo malo no es sino el preludio de lo peor. Leía como si la viera avanzar por la cuerda floja. Yo sabía que a ambos lados estaba el vacío y la iba viendo dar un paso tras otro con el corazón en un puño, vaticinando que en cualquier momento algo se torcería, que haría un gesto en falso, que caería. Porque así funciona nuestro cerebro, anticipándose siempre, pronosticando. Qué felicidad si, como la protagonista, pudiéramos caminar por la vida con esa mirada asombrada, generosa y libre. Pero entonces, en mitad del camino, se produjo el milagro y me di cuenta de que esa adolescente, con su encantadora ingenuidad, me había despojado de mis gafas prejuiciadas y me mostraba la realidad desnuda, y que era yo, en realidad, la que caminaba por la cuerda floja y ella la que me daba la mano y me guiaba.
La hermana de Katia es un libro escrito en un lenguaje sencillo pero claro, bello y cadencioso, un lenguaje lúcido y puro. Más de una vez me ha traído a la memoria a esa maravillosa novela de Alberto Moravia que es La romana, seguramente por esa voz narrativa que, desde la inocencia, nos muestra la duplicidad, la maldad y el absurdo que nos rodean. Ni el lenguaje grosero de Katia, ni la acritud de la madre, logran mermar el candor de las frases que hilvanan el pensamiento de la hermana. Las escenas se suceden, entrañables, tensas, y en medio de ese mundo cruel, barriobajero y suburbial, brilla todo el tiempo ese cuerpo de Katia, deseado y maltratado, providencial y maldito, pero suave, palpitante, cálido y tiernamente humano.
Firma invitada: Maite
También de Andrés Barba: Las manos pequeñas, La ceremonia del porno
domingo, 29 de mayo de 2011
Ambrose Bierce: El clan de los parricidas y otras historias macabras
Idioma original: inglés
Valoración: recomendable
Este volumen recopilatorio de "relatos fantásticos" de Ambrose Bierce demuestra de manera práctica un axioma (venga, sí, vamos a llamarlo "axioma de Santi") que vengo defendiendo desde hace tiempo: el humor y el terror son incompatibles. Pueden darse juntos en un mismo libro, pero siempre deben mantenerse claramente separados. El terror exige implicación emocional, empatía, inmersión; el humor imprime distancia y quiebra la ilusión de realidad de la ficción. Un chiste mal puesto te puede destrozar una película de miedo.
Viene esto a cuento de la diferencia esencial que hay entre varios de los relatos recopilados en este volumen: los que componen el apartado "El clan de los parricidas", y casi todos los demás. Los primeros son cuentos macabros, sin duda (su tema central es uno o varios asesinatos, descritos con toda crudeza), pero no producen terror, sino risa, por el modo irónico, despreocupado y por momentos absurdo con que están escritos; los segundos darán más o menos miedo según el lector, pero son cuentos puramente terroríficos, con sus fantasmas, muertos vivientes, maldiciones y casas embrujadas, y sus ambientes lúgubres y misteriosos.
Para mi gusto, el mejor Ambrose Bierce (el que también luce en El diccionario del diablo) es el primero: el escritor irónico de humor ácido y absurdo, que no deja títere con cabeza ni tiene problema en mostrar la mayor crueldad con sus congéneres. Como escritor cómico, pondría a Ambrose Bierce entre los mejores que he leído. Vean algunas frases como ejemplo:
Por cierto que el hecho de que esta reseña no tenga ni título original ni fecha de publicación, se debe a que el volumen recopila relatos dispersos de Bierce, publicados en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. Y habría sido muy largo enumerarlos todos...
También de Ambrose Bierce: El diccionario del diablo, Cuentos negros
Valoración: recomendable
Este volumen recopilatorio de "relatos fantásticos" de Ambrose Bierce demuestra de manera práctica un axioma (venga, sí, vamos a llamarlo "axioma de Santi") que vengo defendiendo desde hace tiempo: el humor y el terror son incompatibles. Pueden darse juntos en un mismo libro, pero siempre deben mantenerse claramente separados. El terror exige implicación emocional, empatía, inmersión; el humor imprime distancia y quiebra la ilusión de realidad de la ficción. Un chiste mal puesto te puede destrozar una película de miedo.
Viene esto a cuento de la diferencia esencial que hay entre varios de los relatos recopilados en este volumen: los que componen el apartado "El clan de los parricidas", y casi todos los demás. Los primeros son cuentos macabros, sin duda (su tema central es uno o varios asesinatos, descritos con toda crudeza), pero no producen terror, sino risa, por el modo irónico, despreocupado y por momentos absurdo con que están escritos; los segundos darán más o menos miedo según el lector, pero son cuentos puramente terroríficos, con sus fantasmas, muertos vivientes, maldiciones y casas embrujadas, y sus ambientes lúgubres y misteriosos.
Para mi gusto, el mejor Ambrose Bierce (el que también luce en El diccionario del diablo) es el primero: el escritor irónico de humor ácido y absurdo, que no deja títere con cabeza ni tiene problema en mostrar la mayor crueldad con sus congéneres. Como escritor cómico, pondría a Ambrose Bierce entre los mejores que he leído. Vean algunas frases como ejemplo:
La transformación de sus vecinos en aceite de perro llegó a ser, en pocas palabras, la pasión de sus vidas.
En junio de 1872, una mañana temprano, asesiné a mi padre, acto que me produjo una tremenda impresión.
El comisario comprendió el peso de estas consideraciones -él también era un asesino con gran experiencia.
...de no haber sido por una madre justa y cariñosa que relegó al resto de los hermanos y se encargó personalmente de mi educación, habría crecido en la ignorancia y me habría visto obligado a dedicarme a la enseñanza.
Papá tuvo la desgracia de morirse cuando yo tenía diecinueve años. Como siempre había disfrutado de una salud de hierro, él fue el primer sorprendido por el hecho.
Me detuvieron por perturbar el orden público y desde entonces siempre he sido juzgado por un Tribunal de Detalles Técnicos y Aplazamientos. Por ello, después de quince años, mi abogado está moviendo cielo y tierra para conseguir que mi caso sea transferido al Tribunal de Revisión de Nuevos Procesos.No es que los cuentos de terror sean malos: son correctos, consiguen crear esa atmósfera alucinatoria, esa mezcla de atracción y repulsión tan característica, e incluso algunos son notables en su concepción; pero no pasan de ser relatos de terror sin una grandísima originalidad, ni de temas ni de estilos. Son obras puramente de género. No están mal, pero los hay mejores.
Por cierto que el hecho de que esta reseña no tenga ni título original ni fecha de publicación, se debe a que el volumen recopila relatos dispersos de Bierce, publicados en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. Y habría sido muy largo enumerarlos todos...
También de Ambrose Bierce: El diccionario del diablo, Cuentos negros
sábado, 28 de mayo de 2011
Franz Hessel: Romance en París
Idioma original: alemán
Título original: Pariser Romanze. Papiere eines Verschollenen
Año de publicación: 1920
Valoración: Recomendable
Estamos en el año 1912 y París desborda actividad: es el paraíso de artistas, bohemios, escritores, mujeres deshinibidas y hombres burgueses. Todos encuentran su lugar en una ciudad como ésta, abierta a cualquiera que quiera adentrarse en ella y, como asegura su protagonista, "la más carnal de todas". A este efervescente lugar ha llegado Lotte, una joven alemana que necesita mejorar su francés (y que desea, sobre todo, "conocer el verdadero París"). Para ello, le presentan al protagonista de Romance en París, un enigmático joven que la guiará por la ciudad y que acabará enamorándose de ella.
Narrada en forma de carta que el protagonista escribe desde la contienda (tres años después de que ocurran los hechos, en plena Guerra Mundial), este libro cuenta su proceso de enamoramiento y la conciencia (¿equivocada?) de que Lotte nunca podrá ser suya. Narrada de forma pausada, muy poética en muchas ocasiones, nos introduce en una vida en la que la fascinación por la joven alemana es lo único tangible y donde todo lo demás se desdibuja y se pierde.
Pero, además de una novela interesante, este libro es algo más. Habla de juventud, de sueños... y hay quien lo ha visto como el origen del triángulo amoroso narrado en Jules et Jim. Romance en París sería, por tanto, el comienzo de una historia de amor donde Hessel le habla a Roché de Lotte, sin saber que él también acabará enamorándose de ella.
viernes, 27 de mayo de 2011
Slavoj Zizek: El frágil absoluto
Idioma original: inglés
Título original: 2000
Fecha de publicación: The fragile absolute or, Why is the Christian legacy worth fighting for?
Valoración: recomendable
Hace más o menos diez años, sucedió algo curioso en el panorama de la filosofía contemporánea. En el ala, digamos, más radical y crítica del pensamiento actual, heredera de toda la (heterogénea) línea que va desde Marx a Derrida, pasando por Nietzsche, Lacan o Foucault, se dio una recuperación de temas cristianos tradicionales o, más aún, una defensa de la tradición cristiana misma. Alain Badiou publicó en 1998 San Pablo o la fundación del universalismo, en el que analiza toda la carga política del credo cristiano en su primera formulación coherente, la paulina. Dos años después aparecía El tiempo que resta, de Giorgio Agamben, con el subtítulo: Comentario a la Carta a los Romanos; todo el libro, por tanto, explícitamente dedicado a desentrañar las oscuras expresiones del que es quizá el escrito más relevante de San Pablo para la tradición exegética. Pues bien, ese mismo año publicó Zizek el libro del que hablamos hoy. Su subtítulo es también muy revelador: ¿Por qué merece la pena luchar por el legado cristiano?
Todos estos ensayos tienen un espíritu común, que consiste en reivindicar lo que la fe cristiana tiene de revolucionario, de subversivo, en sus planteamientos originales, para no abandonar ese legado (como había venido haciendo en gran parte el pensamiento de izquierdas) a una interpretación conservadora que lo neutralice. Algo interesante en los tres casos es que los autores no comparten la extendida ilusión que distingue el "cristianismo bueno" del propio Jesús de Nazaret y el "cristianismo malo" de sus seguidores, que sistematizaron el mensaje original en reglas, ritos e instituciones. Nietzsche, por ejemplo, alababa la figura histórica de Jesús y echaba pestes contra San Pablo, el "inventor" de la Iglesia cristiana. En el caso de estos autores sucede al revés: es a la interpretación de Pablo, precisamente, a la que atribuyen la mayor eficacia crítica.
Dicho esto, que Zizek deja claro desde el mismo prólogo a su libro, lo cierto es que en este caso hay que esperar bastante para que se vea por qué vía concreta va a rescatarse esta tradición paulina a la que me refiero. Hasta bien pasada la mitad del ensayo no empieza a contraponerse, por ejemplo, el exigente principio de caridad cristiana (el agápe de Pablo) a un cierto clima de tolerancia liberal, multicultural y New Age que irrita profundamente a Zizek. Tiene cierta miga cómo analiza la actual omnipresencia de los Derechos Humanos como una invitación a transgredir las normas del Decálogo: el derecho a la búsqueda de la felicidad a través de la propiedad privada como derecho a robar, el derecho a la libre expresión como derecho a mentir, el derecho a la intimidad como derecho al adulterio, etc. Según Zizek se percibiría aquí el vínculo entre la ley explícita y el deseo de transgredirla, cristalizado en lo que denomina un "suplemente fantasmal obsceno". La caridad cristiana trataría precisamente de romper ese vínculo.
El tono de Zizek es entretenido, mezclando todo tipo de referencias eruditas con ejemplos del cine comercial o, sin más, anécdotas y chistes. Ahora bien, las referencias eruditas giran casi en todo momento en torno a la obra de Lacan, de tal modo que se hace complicado seguir el discurso si no se conoce aquélla. Los abundantes destellos de genialidad, asegurados con Zizek, no acaban de impedir la impresión de que en sus manos las categorías de Lacan sirven prácticamente para justificar cualquier cosa. Uno acaba el libro con la sensación de haber asistido a una sesión de fuegos artificiales. Y ya se sabe que el humo se lo lleva el viento.
Otras obras de Zizek en ULAD: Arte, ideologia y capitalismo, Sobre la violencia, En defensa de la intolerancia, Problemas en el paraíso
Título original: 2000
Fecha de publicación: The fragile absolute or, Why is the Christian legacy worth fighting for?
Valoración: recomendable
Hace más o menos diez años, sucedió algo curioso en el panorama de la filosofía contemporánea. En el ala, digamos, más radical y crítica del pensamiento actual, heredera de toda la (heterogénea) línea que va desde Marx a Derrida, pasando por Nietzsche, Lacan o Foucault, se dio una recuperación de temas cristianos tradicionales o, más aún, una defensa de la tradición cristiana misma. Alain Badiou publicó en 1998 San Pablo o la fundación del universalismo, en el que analiza toda la carga política del credo cristiano en su primera formulación coherente, la paulina. Dos años después aparecía El tiempo que resta, de Giorgio Agamben, con el subtítulo: Comentario a la Carta a los Romanos; todo el libro, por tanto, explícitamente dedicado a desentrañar las oscuras expresiones del que es quizá el escrito más relevante de San Pablo para la tradición exegética. Pues bien, ese mismo año publicó Zizek el libro del que hablamos hoy. Su subtítulo es también muy revelador: ¿Por qué merece la pena luchar por el legado cristiano?
Todos estos ensayos tienen un espíritu común, que consiste en reivindicar lo que la fe cristiana tiene de revolucionario, de subversivo, en sus planteamientos originales, para no abandonar ese legado (como había venido haciendo en gran parte el pensamiento de izquierdas) a una interpretación conservadora que lo neutralice. Algo interesante en los tres casos es que los autores no comparten la extendida ilusión que distingue el "cristianismo bueno" del propio Jesús de Nazaret y el "cristianismo malo" de sus seguidores, que sistematizaron el mensaje original en reglas, ritos e instituciones. Nietzsche, por ejemplo, alababa la figura histórica de Jesús y echaba pestes contra San Pablo, el "inventor" de la Iglesia cristiana. En el caso de estos autores sucede al revés: es a la interpretación de Pablo, precisamente, a la que atribuyen la mayor eficacia crítica.
Dicho esto, que Zizek deja claro desde el mismo prólogo a su libro, lo cierto es que en este caso hay que esperar bastante para que se vea por qué vía concreta va a rescatarse esta tradición paulina a la que me refiero. Hasta bien pasada la mitad del ensayo no empieza a contraponerse, por ejemplo, el exigente principio de caridad cristiana (el agápe de Pablo) a un cierto clima de tolerancia liberal, multicultural y New Age que irrita profundamente a Zizek. Tiene cierta miga cómo analiza la actual omnipresencia de los Derechos Humanos como una invitación a transgredir las normas del Decálogo: el derecho a la búsqueda de la felicidad a través de la propiedad privada como derecho a robar, el derecho a la libre expresión como derecho a mentir, el derecho a la intimidad como derecho al adulterio, etc. Según Zizek se percibiría aquí el vínculo entre la ley explícita y el deseo de transgredirla, cristalizado en lo que denomina un "suplemente fantasmal obsceno". La caridad cristiana trataría precisamente de romper ese vínculo.
El tono de Zizek es entretenido, mezclando todo tipo de referencias eruditas con ejemplos del cine comercial o, sin más, anécdotas y chistes. Ahora bien, las referencias eruditas giran casi en todo momento en torno a la obra de Lacan, de tal modo que se hace complicado seguir el discurso si no se conoce aquélla. Los abundantes destellos de genialidad, asegurados con Zizek, no acaban de impedir la impresión de que en sus manos las categorías de Lacan sirven prácticamente para justificar cualquier cosa. Uno acaba el libro con la sensación de haber asistido a una sesión de fuegos artificiales. Y ya se sabe que el humo se lo lleva el viento.
Otras obras de Zizek en ULAD: Arte, ideologia y capitalismo, Sobre la violencia, En defensa de la intolerancia, Problemas en el paraíso
jueves, 26 de mayo de 2011
Andrzej Sapkowski: El último deseo y La espada del destino
Título original: Ostatnie Zyczenie
Idioma original: polaco
Fecha de publicación: 1993
valoración: muy recomendable
Intentando convencer a un amigo para que leyese Canción de hielo y fuego, me habló sobre otra saga que estaba haciendo furor y de la que yo ¡no tenía ni idea! En los foros la suelen contraponer a Canción de hielo y fuego, existiendo encendidos debates entre defensores de una y de otra. Bueno, pues todo esto despertó mi curiosidad y me puse a leer el último deseo. ¡Pero qué descubrimiento!Gracias de nuevo a quién me hablo de ella.
Se trata de una saga de siete libros cuyo personaje principal es un brujo, Geralt de Rivia. Y no, no se trata de fantasía a la usanza, sino de un nuevo punto de vista que hace que esté y no esté dentro del género. Por supuesto que tenemos dragones, seres y monstruos legendarios,elfos, hechiceros y demás elementos básicos de un buen libro de su género. Pero hay algo que lo diferencia. Y es su ironía, su análisis profundo de personajes y situaciones...en fin, es el propio cinismo de Geralt el que lleva al lector a reflexiones que se suponen de otros géneros. Psicología compleja y diálogos espesos que te llevan tanto a la risa como a la tristeza, y todo cubierto por la tradición eslava.
El autor, Sapkowsky, polaco, ha conseguido reavivar la literatura nacional haciéndose realmente popular. Tan sólo el hecho de que tardara mucho en publicar en Estados Unidos ha retrasado su aparición en los mercados. Sin embargo, antes de eso, fue extendiéndose por Europa poco a poco, gracias al boca a boca de sus seguidores.
Los libros de la saga que reseñamos, los dos primeros, son una introducción a las novelas que le siguen, pues estos se tratan más bien de una serie de relatos cortos que nos van dando a conocer Ǵeralt y a los personajes que le acompañarán en el resto de la saga. Al ser relatos cortos Sapkowski se permite ciertas licencias que ayudan a engancharse aún más a esta serie. Así, elige algunos de los cuentos tradicionales, como Blancanieves o La Bella y la Bestia, para darles la vuelta y mostrarnos otro punto de vista, generalmente tronchante pero con ese fondo eslavo que lo hace irónico, serio y crítico al mismo tempo.
Sí, el contenido resulta bastante crítico con los prejuicios, los absolutos y el maniqueísmo de la sociedad. En el mundo de este brujo la sociedad está cambiando, dando prioridad a intereses que antes no la tenían. El ser humano ha ido conquistando todos los parajes de la tierra, expulsando a sus primeros pobladores, haciendo que estos opten por rebelarse o por adaptarse. El dinero y la muerte suelen ser las primeras soluciones a las que recurren y esperan que un brujo cumpla con ese cometido. Pero no es así. Antiguas creencias y códigos le enfrentan a esos cambios que destruyen la bondad y la sensatez humanas. Geralt es un héroe que, sin embargo, también sucumbe, como humano, a los mismos errores que el resto...
En fin, que vale la pena introducirse en esta fantasía heroica, cínica y profunda.
Idioma original: polaco
Fecha de publicación: 1993
valoración: muy recomendable
Intentando convencer a un amigo para que leyese Canción de hielo y fuego, me habló sobre otra saga que estaba haciendo furor y de la que yo ¡no tenía ni idea! En los foros la suelen contraponer a Canción de hielo y fuego, existiendo encendidos debates entre defensores de una y de otra. Bueno, pues todo esto despertó mi curiosidad y me puse a leer el último deseo. ¡Pero qué descubrimiento!Gracias de nuevo a quién me hablo de ella.
Se trata de una saga de siete libros cuyo personaje principal es un brujo, Geralt de Rivia. Y no, no se trata de fantasía a la usanza, sino de un nuevo punto de vista que hace que esté y no esté dentro del género. Por supuesto que tenemos dragones, seres y monstruos legendarios,elfos, hechiceros y demás elementos básicos de un buen libro de su género. Pero hay algo que lo diferencia. Y es su ironía, su análisis profundo de personajes y situaciones...en fin, es el propio cinismo de Geralt el que lleva al lector a reflexiones que se suponen de otros géneros. Psicología compleja y diálogos espesos que te llevan tanto a la risa como a la tristeza, y todo cubierto por la tradición eslava.
El autor, Sapkowsky, polaco, ha conseguido reavivar la literatura nacional haciéndose realmente popular. Tan sólo el hecho de que tardara mucho en publicar en Estados Unidos ha retrasado su aparición en los mercados. Sin embargo, antes de eso, fue extendiéndose por Europa poco a poco, gracias al boca a boca de sus seguidores.
Los libros de la saga que reseñamos, los dos primeros, son una introducción a las novelas que le siguen, pues estos se tratan más bien de una serie de relatos cortos que nos van dando a conocer Ǵeralt y a los personajes que le acompañarán en el resto de la saga. Al ser relatos cortos Sapkowski se permite ciertas licencias que ayudan a engancharse aún más a esta serie. Así, elige algunos de los cuentos tradicionales, como Blancanieves o La Bella y la Bestia, para darles la vuelta y mostrarnos otro punto de vista, generalmente tronchante pero con ese fondo eslavo que lo hace irónico, serio y crítico al mismo tempo.
Sí, el contenido resulta bastante crítico con los prejuicios, los absolutos y el maniqueísmo de la sociedad. En el mundo de este brujo la sociedad está cambiando, dando prioridad a intereses que antes no la tenían. El ser humano ha ido conquistando todos los parajes de la tierra, expulsando a sus primeros pobladores, haciendo que estos opten por rebelarse o por adaptarse. El dinero y la muerte suelen ser las primeras soluciones a las que recurren y esperan que un brujo cumpla con ese cometido. Pero no es así. Antiguas creencias y códigos le enfrentan a esos cambios que destruyen la bondad y la sensatez humanas. Geralt es un héroe que, sin embargo, también sucumbe, como humano, a los mismos errores que el resto...
En fin, que vale la pena introducirse en esta fantasía heroica, cínica y profunda.
miércoles, 25 de mayo de 2011
El papel del escritor y de la literatura en la sociedad
Aunque esto es un pensamiento que ya me rondaba la cabeza desde antes de esta semana, creo que esta última semana ha terminado de confirmarse, viendo cómo en el timeline de la lista de "tuiteros literarios" (editores, blogueros, algunos pocos escritores) apenas se hacía mención a los acontecimientosde la Acampada de Sol, Democracia Real Ya o como quiera llamarse. Y este pensamiento, ahora confirmado, es el de que la literatura, o mejor dicho los escritores, han perdido (inevitablemente) o renunciado (voluntariamente) al papel de referentes culturales y sociales de que disfrutaron en otros momentos históricos, en España y fuera de España. O dicho de otra manera: los escritores han dejado de ser intelectuales, en el sentido amplio del término, para convertirse en productores de libros, profesionales de la redacción de novelas, cuentos y poemas.
No creo que sea necesario irse muy lejos para ver que no siempre ha sido así. En Francia, Sartre, Camus o Simone de Beauvoir fueron referentes intelectuales insoslayables; en España, antes y durante la Guerra Civil los escritores estuvieron al frente y en el frente, poniendo voz a los que no la tenían y creando himnos de combate para las trincheras. Yéndonos algo más atrás, durante el siglo XIX la literatura era considerada como una de las herramientas fundamentales de la tarea nacionalizadora (y civilizadora), y los poetas eran muy conscientes de ello. Incluso hoy, tengo la impresión de que en otros países tienen una mayor consideración, y su opinión se busca y se escucha ante cualquier acontecimiento o noticia significativa.
Ahora, miremos a España en el siglo XXI, y pensemos en las grandes movilizaciones sociales recientes: el "No a la guerra", el "Nunca Mais", la lucha contra el terrorismo, el 15-M que todavía tiene a miles de jóvenes en las plazas. Salvo en el último caso, en el que José Luis Sampedro, prologuista del libro de Hessel ¡Indignaos! ha actuado como voz de la conciencia del movimiento, en los demás resulta casi imposible encontrar un referente intelectual, un escritor o un filósofo que sirva como cabeza visible. En cambio, a quienes vemos es a la gente del cine: a Almodóvar, a los Bardem, a Willy Toledo. Ahora, salvo determinados escritores-opinadores, como Juan José Millás, Maruja Torres o Juan Manuel de Prada, la gran mayoría (o eso me parece a mí) se dedican a escribir como si el mundo no existiera.
Planteo por lo tanto dos preguntas: ¿es esto bueno, malo o inevitable?; y ¿es esto culpa (si puede hablarse de culpa) de los escritores, que prefieren no meterse en política para no perder lectores, o de la sociedad, a la que ya no interesa lo que los escritores tienen que decir? Yo tengo mi opinión al respecto, pero prefiero dejar las preguntas abiertas, por si alguno de nuestros lectores quiere dar su versión de los hechos.
No creo que sea necesario irse muy lejos para ver que no siempre ha sido así. En Francia, Sartre, Camus o Simone de Beauvoir fueron referentes intelectuales insoslayables; en España, antes y durante la Guerra Civil los escritores estuvieron al frente y en el frente, poniendo voz a los que no la tenían y creando himnos de combate para las trincheras. Yéndonos algo más atrás, durante el siglo XIX la literatura era considerada como una de las herramientas fundamentales de la tarea nacionalizadora (y civilizadora), y los poetas eran muy conscientes de ello. Incluso hoy, tengo la impresión de que en otros países tienen una mayor consideración, y su opinión se busca y se escucha ante cualquier acontecimiento o noticia significativa.
Ahora, miremos a España en el siglo XXI, y pensemos en las grandes movilizaciones sociales recientes: el "No a la guerra", el "Nunca Mais", la lucha contra el terrorismo, el 15-M que todavía tiene a miles de jóvenes en las plazas. Salvo en el último caso, en el que José Luis Sampedro, prologuista del libro de Hessel ¡Indignaos! ha actuado como voz de la conciencia del movimiento, en los demás resulta casi imposible encontrar un referente intelectual, un escritor o un filósofo que sirva como cabeza visible. En cambio, a quienes vemos es a la gente del cine: a Almodóvar, a los Bardem, a Willy Toledo. Ahora, salvo determinados escritores-opinadores, como Juan José Millás, Maruja Torres o Juan Manuel de Prada, la gran mayoría (o eso me parece a mí) se dedican a escribir como si el mundo no existiera.
Planteo por lo tanto dos preguntas: ¿es esto bueno, malo o inevitable?; y ¿es esto culpa (si puede hablarse de culpa) de los escritores, que prefieren no meterse en política para no perder lectores, o de la sociedad, a la que ya no interesa lo que los escritores tienen que decir? Yo tengo mi opinión al respecto, pero prefiero dejar las preguntas abiertas, por si alguno de nuestros lectores quiere dar su versión de los hechos.
martes, 24 de mayo de 2011
Matías Candeira: Antes de las jirafas
Idioma original: español
Fecha de publicación: 2011
Valoración: Recomendable
Fecha de publicación: 2011
Valoración: Recomendable
Hablamos hoy de uno de esos jóvenes cuentistas españoles que están tan en boga actualmente gracias al renacimiento de un género que durante demasiado tiempo ha sido infravalorado por buena parte de la crítica y de los lectores. Y es que no todo el mundo sabe apreciar las numerosas virtudes del relato, que cuando se trata de una obra redonda y lograda, posee una magia y un atractivo diferentes a los del género mayor que es la novela.
Un buen cuento es una pequeña píldora de ingenio e intensidad que en poco espacio deja al lector una grata sensación diferente a la que queda tras haber leído una novela de calidad.
La pregunta es: ¿Cuándo nos encontramos antes un buen cuento? Desde luego, soy de los que piensan que los dieciséis que incluye Antes de las jirafas, el segundo libro de relatos del joven (Madrid, 1984) Matías Candeira, lo son. Y la mayor virtud de este autor que cuenta con la admiración de Mario Vargas Llosa y cuyos trabajos han sido reconocidos en prestigiosos certámenes literarios, es que no se parece a ningún otro escritor nacional.
A lo largo de las páginas de este libro nos encontramos con una amalgama de monstruos de todas las clases y condiciones envueltos en tramas kafkianas, surrealistas o incluso desternillantes. Así, leemos qué se le pasa por la cabeza a un enemigo de Spiderman, qué planes tiene un asesino de Baltimore, lo que le ocurre continuamente a un peculiar viajero temporal o cómo un padre horroroso y su confuso hijo se dedican a secuestrar y a asesinar a todo aquél que se meta a fisgonerar en sus propiedades, y todo ello sin tener la sensación de que nos están tomando el pelo.
El estilo de Candeira es único no por inédito, sino por el híbrido que supone. Sólo la pluma de un escritor talentoso puede producir tantas curiosas piezas mezclando sin complejos texturas cinematográficas y existencialistas con líneas argumentales más propias de un cómic o de una novela de terror estilo Stephen King.
Recomiendo pues este su segundo libro. El primero, La soledad de los ventrílocuos, fue también un éxito.
Edita la siempre original y amiga de los jóvenes escritores Páginas de espuma.
lunes, 23 de mayo de 2011
Sofi Oksanen: Purga
Idioma original: finlandés
Título original: Puhdistus
Año de publicación: 2008
Valoración: Recomendable
Zara es una joven rusa que, presa del sueño de tener una vida mejor en occidente, acaba siendo víctima del tráfico de mujeres. Tras pasar más tiempo prostituyéndose del que es capaz de recordar, consigue escapar de sus "dueños" y llegar a una zona casi despoblada de Estonia, donde busca refugio en casa de Aliide Truu, que la acoge (en un principio) casi a regañadientes. Lo que comienza como una relación tensa y llena de enigmas se irá suavizando a medida que pasan los días y las dos mujeres comparten los sufrimientos vividos en el pasado.
Purga es una de esas obras a las que precede una gran fama antes de ser publicadas en nuestro país. No en vano ha ganado los premios de literatura más importantes de Finlandia e, incluso, el Premio de Literatura del Consejo Nórdico, además de ser considerado el libro revelación en Francia el pasado año. Pero lo malo de tanta buena referencia es que, a veces, el lector acaba esperando algo tan bueno, tan bueno, que al final se queda con una sensación de "pues no era para tanto".
Aunque esperaba algo mejor, no puedo negar que Purga es una novela bien escrita que cuenta una buena historia. Oksanen acerca al lector al mundo de la explotación de mujeres y le hace partícipe de la más reciente historia de Estonia (pues está ambientada en 1992, poco después de que dicha república recuperara su independencia), pero también –y sobre todo– le cuenta la historia de dos hermanas, donde los celos, la envidia y el miedo acabarán por destrozar su relación y por traer terribles consecuencias a sus descendientes. A pesar de que lo que más llama la atención sea la historia del país (y, en concreto, de la región donde viven los protagonistas) y la trayectoria vital de Zara, al final resulta que ambas son meros adornos (o reflejos, que también) de una tragedia más profunda, que Oksanen se encarga de desgranar a medida que avanza la narración.
No creo que este libro vaya a cambiar la vida de nadie, pero sin duda es una buena obra, especialmente por las múltiples lecturas que ofrece. Pero de ellas ya no puedo hablar. Tendréis que descubrirlas.
domingo, 22 de mayo de 2011
George Orwell: Rebelión en la granja
Idioma original: inglés
Título original: Animal farm
Año de publicación: 1947
Valoración: Imprescindible
Que conste que esto no ha sido premeditado: que cuando me compré en la librería de un aeropuerto la edición de Penguin de Animal Farm todavía no había empezado la revuelta de los "indignados" (o por lo menos, yo no me había enterado), y que probablemente la habría reseñado igual, tarde o temprano. Pero ya que todo ha cuadrado así, pues bien cuadrado está: porque la fábula alegórica de Orwell tiene la virtud de multiplicar sus significados y sus implicaciones, y también ahora, sesenta años más tarde, puede tener algo que enseñarnos.
En su contexto de publicación original, Rebelión en la granja (que algunos confunden con una obra infantil, porque está protagonizada por animalitos) era una ácida denuncia de un totalitarismo concreto: el stalinismo soviético, derivación malsana de una revolución socialista cargada inicialmente de ideales y promesas. Personajes y acontecimientos históricos concretos, como Lenin, Trotski o Stalin, son fácilmente reconocibles detrás de su traslúcida máscara porcina. También tienen evidente paralelismo con la historia de la URSS el modo en que los cerdos se apropian de la rebelión en su propio beneficio; manipulan la historia y la transforman en propaganda; esclavizan a aquellos mismos a los que decían estar liberando; y terminan convertidos en aquello contra lo que decían estar luchando.
En su momento, la novela tuvo graves problemas para ser publicada. No hay que olvidar que en 1947 la URSS era un valioso y poderoso aliado de la Inglaterra de Churchill, y que por tanto en esa época cualquier crítica al régimen soviético era censurada o castigada. Fue esa ausencia de crítica ante las atrocidades del totalitarismo, unida a su propia experiencia cuando luchaba en el frente del Ebro durante la Guerra Civil Española, lo que llevó a Orwell a escribir la obra.
Pero, como ya hemos dicho, el género alegórico elegido (muy al estilo de Los viajes de Gulliver de J. Swift, otra obra que parece infantil pero no lo es) permite que sea aplicable a cualquiera de los muchos ejemplos en los que una revolución inicialmente utópica se ve pervertida por los intereses particulares y el fanatismo ideológico: cuando del "todos los animales son iguales" se pasa al "pero algunos son más iguales que otros". Casi todas las actitudes posibles ante un régimen totalitario como este están representadas en la obra: la de quienes se unen al poder y contribuyen a mantenerlo e imponerlo (los perros, el cerdo Squealer); los que aceptan pasiva y dócilmente las consignas del poder (las ovejas); los que siguen creyendo en la revolución mucho tiempo después de que esta haya sido traicionada (el caballo Boxer); o los que se oponen al poder y son castigados por ellos (Snowball).
Con una admirable simplicidad de estructura y estilo, Orwell consiguió crear una obra universal: una denuncia implacable de los excesos del poder y de los peligros del totalitarismo. Nunca está de más leerla, por si acaso. Para recordar ciertas cosas.
También de Orwell en UnLibroAlDía: 1984, El camino de Wigan Pier, Homenaje a Cataluña
Título original: Animal farm
Año de publicación: 1947
Valoración: Imprescindible
Que conste que esto no ha sido premeditado: que cuando me compré en la librería de un aeropuerto la edición de Penguin de Animal Farm todavía no había empezado la revuelta de los "indignados" (o por lo menos, yo no me había enterado), y que probablemente la habría reseñado igual, tarde o temprano. Pero ya que todo ha cuadrado así, pues bien cuadrado está: porque la fábula alegórica de Orwell tiene la virtud de multiplicar sus significados y sus implicaciones, y también ahora, sesenta años más tarde, puede tener algo que enseñarnos.
En su contexto de publicación original, Rebelión en la granja (que algunos confunden con una obra infantil, porque está protagonizada por animalitos) era una ácida denuncia de un totalitarismo concreto: el stalinismo soviético, derivación malsana de una revolución socialista cargada inicialmente de ideales y promesas. Personajes y acontecimientos históricos concretos, como Lenin, Trotski o Stalin, son fácilmente reconocibles detrás de su traslúcida máscara porcina. También tienen evidente paralelismo con la historia de la URSS el modo en que los cerdos se apropian de la rebelión en su propio beneficio; manipulan la historia y la transforman en propaganda; esclavizan a aquellos mismos a los que decían estar liberando; y terminan convertidos en aquello contra lo que decían estar luchando.
En su momento, la novela tuvo graves problemas para ser publicada. No hay que olvidar que en 1947 la URSS era un valioso y poderoso aliado de la Inglaterra de Churchill, y que por tanto en esa época cualquier crítica al régimen soviético era censurada o castigada. Fue esa ausencia de crítica ante las atrocidades del totalitarismo, unida a su propia experiencia cuando luchaba en el frente del Ebro durante la Guerra Civil Española, lo que llevó a Orwell a escribir la obra.
Pero, como ya hemos dicho, el género alegórico elegido (muy al estilo de Los viajes de Gulliver de J. Swift, otra obra que parece infantil pero no lo es) permite que sea aplicable a cualquiera de los muchos ejemplos en los que una revolución inicialmente utópica se ve pervertida por los intereses particulares y el fanatismo ideológico: cuando del "todos los animales son iguales" se pasa al "pero algunos son más iguales que otros". Casi todas las actitudes posibles ante un régimen totalitario como este están representadas en la obra: la de quienes se unen al poder y contribuyen a mantenerlo e imponerlo (los perros, el cerdo Squealer); los que aceptan pasiva y dócilmente las consignas del poder (las ovejas); los que siguen creyendo en la revolución mucho tiempo después de que esta haya sido traicionada (el caballo Boxer); o los que se oponen al poder y son castigados por ellos (Snowball).
Con una admirable simplicidad de estructura y estilo, Orwell consiguió crear una obra universal: una denuncia implacable de los excesos del poder y de los peligros del totalitarismo. Nunca está de más leerla, por si acaso. Para recordar ciertas cosas.
También de Orwell en UnLibroAlDía: 1984, El camino de Wigan Pier, Homenaje a Cataluña
sábado, 21 de mayo de 2011
Henry James: Otra vuelta de tuerca
Idioma original: inglés
Título original: The Turn of the Screw
Año de publicación: 1898
Valoración: Imprescindible
Cada vez que releo esta novela tengo la sensación de haberme encontrado con ella demasiado tarde. Yo y cualquiera, sea cual sea la época en que la leímos por primera vez. Pues para haber llegado a tiempo tendríamos que haberlo hecho años antes de nacer, a ser posible recién comenzado el S. XX. Este requisito, no por imposible menos recomendable, nos permitiría acompañar a sus personajes antes que – sin desmerecer en nada al cineasta – a los creados por Hitchcock, por ejemplo. Y a los de El sexto sentido, Los otros, o a todos los que atraviesan tantos ríos de tinta que han corrido después, incluidas sus propias secuelas. Es lo mismo que ocurre con Poe: nuestro ambiente cultural está tan saturado de seres de ultratumba que ya nada puede impresionarnos. ¿O sí?
Sus primeros lectores, esos que tuvieron la fortuna de disfrutarlo hace ya más de un siglo, abrirían probablemente el libro pensando que estaban presenciando una anécdota amable a través de la cual accederían a los consabidos cotilleos que, inevitablemente, sazonaban cualquier reunión social integrada por unos cuantos de los más tópicos representantes de la alta burguesía de finales del XIX. Y enseguida se darían cuenta de que habían caído en uno de los espacios narrativos más lóbregos que hubieran podido imaginar, debido a la sofocante atmósfera de la anécdota ideada por James - en la que el misterio de lo sobrenatural, siempre presente, se refuerza por el completo aislamiento -, a las personalidades de los protagonistas, las costumbres de la época, la propia arquitectura del lugar, la vegetación que lo circunda e, incluso, a ese lago cercano, amenazante, como fauces siempre abiertas a la espera de cualquiera que sueñe con escapar de allí.
Es evidente que gran parte del poder y magnetismo de la obra se debe al extraordinario conocimiento de los seres humanos que poseía su autor y que demuestra en las certeras descripciones físicas, la indagación que lleva a cabo en cada una de las mentes, la sutil y gradual evolución de sus comportamientos, el registro fiel de jerarquías, parentescos y afinidades, la excelente gradación de emociones como simpatía-antipatía, dominio-sumisión, miedo que se convierte en terror y éste, a su vez en pánico etc. con sus veraces altibajos y una evolución irreprochable. Así como el minucioso retrato de la manipulación, más o menos explícita, que ejercen unos personajes sobre otros, bien sea a través de mecanismos seductores, bien por medio del temor o de la fuerza, y a la sabia utilización de los tiempos. De forma que la intriga, no sólo no se pierde según avanza la lectura, sino que, una vez terminada, se encuentra en su nivel más alto. Porque después de cerrar el libro aún quedan en el aire muchas preguntas: cuál fue la causa de ambas muertes, por qué el Más Allá y los niños se necesitan entre sí, cuál es la relación entre los hermanos, quién domina a quién, cómo es la niña en realidad, qué motivo provoca el alejamiento absoluto del tutor… Y esta impresión de ignorancia que provoca en el lector le añade grandiosidad. Como un magnífico plato de alta gastronomía del que probamos sólo un poco para no saturarnos de sabores. O como la misma vida, en la que jamás conocemos hasta el último detalle de los hechos que presenciamos. De modo que el relato parece todavía más atractivo y verosímil al guardarse James algunas cartas.
Pero lo que importa es que, por tarde que lo hayamos leído, siempre estará de actualidad y que nadie podrá ignorar nunca lo mejor que guarda entre sus páginas: el talento.
Todas las reseñas sobre Henry James en ULAD: Aquí
viernes, 20 de mayo de 2011
Anjel Lertxundi: Vidas y otras dudas
Idioma original: euskera
Título original: Eskarmentuaren paperak
Año de publicación: 2010
Valoración: Muy recomendable
Anjel Lertxundi ya era un escritor reconocido y muy respetado antes de que esta obra fuera galardonada con el Premio Nacional de Ensayo en 2010 (no en vano llevaba escribiendo 40 años, casi nada), pero sin duda este galardón ha servido tanto para premiar una de las trayectorias literarias más interesantes que conozco, así como para que Lertxundi sea conocido más allá de Euskadi.
Eskarmentuaren paperak (o Vidas y otras dudas, aunque el título en castellano me chirría lo indecible) es un ensayo que tiene mucho de autobiografía. El autor habla en él de la lengua, de las dificultades de la escritura y, explicando la importancia que la "narratividad" tiene en su vida (algo que se puede ver en la foto de cubierta, que muestra a un Lertxundi niño jugando, como no podía ser de otra manera, con una pluma estilográfica), desgrana todas las obsesiones con las que, como escritor, convive cada día.
Pero también hay sitio en esta obra para otro tipo de obsesiones. La muerte y la capacidad de sufrimiento (y de salir adelante ante la adversidad) del ser humano, sobre todo, es un tema sobre el que Lertxundi reflexiona en este ensayo, bien como tema universal, bien como tema literario, pues es algo que se encuentra siempre presente en nuestra vida y, consecuentemente, también en nuestra literatura.
Puede que éste sea el ensayo más "literario" que he leído. Sensible, sincero y extremadamente poético, le abre al lector las puertas de un mundo personal y literario y le invita a conocer todos los recovecos de este autor. Sin duda, una obra indispensable para todo el que desee conocer qué se esconde tras una de las plumas más interesantes de nuestra literatura.
También de Anjel Lertxundi en ULAD: Felicidad perfecta, Este muro de hielo
jueves, 19 de mayo de 2011
Agustín Fernández Mallo: Postpoesía
Año de publicación: 2009
Valoración: éstá bien / recomendable
Postpoesía es un ensayo altamente paradójico, creo yo, y no en el sentido que le gustaría a su autor. Porque intenta ser rompedor, posmoderno, deconstructivo incluso, pero al final termina siendo un manifiesto poético, que es lo menos posmoderno que existe. Lo de menos, diría yo, es poner un huevo frito como índice o escribir poesía usando fórmulas científicas; lo esencial, lo que subyace, y que no es en absoluto posmoderno, son esas oposiciones verdad/mentira, bien/mal, correcto/incorrecto (que incluso se plasman en cómodas y didácticas tablas comparativas). Fernández Mallo no dice que la poesía posmoderna puede "contaminarse" con aportaciones de las artes visuales, de la filosofía, de la cultura popular o de la ciencia cuántica, sino que debe hacerlo, que solo la (post)poesía así concebida es auténtica, verdadera, buena, correcta. Derridá queda muy lejos de esto.
Por eso, creo que la parte más aprovechable del libro es su parte "destructiva": la crítica ácida y, diría yo, bastante justificada que hace Fernández Mallo del sistema poético/literario/académico/editorial español, basado en clientelismos o amiguismos, cerrado en sí mismo y concentrado en torno a unos pocos nodos de poder. Siempre he reconocido que no soy un experto en poesía, ni mucho menos en poesía española contemporánea, pero comparto al menos parcialmente esa impresión de inmovilidad y autarquía en el mundo poético de la que habla Fernández Mallo. Lo que no quiere decir, claro, que el camino que propone para salir de ese estancamiento sea el único posible, como él pretende.
Creo que como ensayo de crítica literaria, este libro deja bastante que desear: es un trabajo con cierto aire amateur y con un tufillo de auto-entronización que por momentos resulta bastante molesto. En cambio, el libro vale más como fenómeno literario-cultura, como símbolo de nuestros tiempos o como happening crítico. El hecho de que el mismísimo Luis Antonio de Villena "se rebajara" a criticar el libro en El Cultural así lo prueba; y Fernández Mallo encantado, claro...
También de Fernández Mallo en ULAD: Nocilla Experience, El hacedor (de Borges). Remake, Limbo, Nocilla Dream
miércoles, 18 de mayo de 2011
Giulia Alberico: Los libros son tímidos
Idioma original: italiano
Título original: I libri sono timidi
Año de publicación: 1997
Valoración: Recomendable
No quiero ni imaginar cómo sería escribir acerca de todos los libros que he leído (porque escribir mi opinión sobre el que acabo de leer es una cosa, pero comentar toooodos los que han pasado por mis manos es otra muy, muy diferente). Sé que sería imposible. Básicamente, porque no sabría por dónde empezar. Ni cómo continuar. Ha habido tantos libros... y lo digo pensando en los que recuerdo, porque estoy segura de que –desgraciadamente– muchos de los libros que han pasado por mis manos han salido de mi cabeza para dejar espacio a los que llegaban después.
Giulia Alberico, sin embargo, lo tiene muy claro, y nos lo cuenta en Los libros son tímidos (si queréis saber de dónde viene el título, tendréis que leer la obra), una hermosa biobibliografía en la que nos habla de los libros que la marcaron desde antes de que aprendiera a leer hasta sus años de juventud.
Así, a medida que la niña Giulia, hija de una maestra de escuela, crece y devora libros, la autora nos expresa su inmenso amor por la literatura, contagiándonos del mismo. Ante nuestros ojos desnuda su vida al compás de sus lecturas, en las que encontramos títulos clásicos, modernos... obras conocidas por todos y también desconocidas, que nos vemos obligados a apuntar para correr a buscarlas en cuanto acabemos con esta curiosa compilación.
Lo más importante, sin embargo, no es la lista de libros que Alberico nos ofrece. Lo que más impacta de esta obra es, precisamente, el gran peso que esos escritos tienen en su vida. Cómo la influyen y llenan, y cómo, sobre todo, le hacen reflexionar sobre el mundo que la rodea. La autora encuentra refugio y consuelo, diversión y complicidad y un sinfín de emociones entre las páginas, y tiene el valor y la diligencia de confesarlo ante el lector. Tenemos ante nosotros, por tanto, una obra imprescindible para todos los amantes de la lectura y, especialmente, para todos los amantes de los libros.
martes, 17 de mayo de 2011
Colaboración: Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri
Idioma original: inglés
Título original: Unaccustomed Earth
Año de publicación: 2008
Valoración: Muy recomendable
Título original: Unaccustomed Earth
Año de publicación: 2008
Valoración: Muy recomendable
La naturaleza humana no florecerá, como tampoco una patata, si se planta y replanta, durante una serie demasiado larga de generaciones, en el mismo suelo agotado. Mis hijos han nacido en lugares diferentes y, mientras de mí dependa su suerte, echarán raíces en tierra desacostumbrada.Nathaniel Hawthorne
Es bien sabido que la tradición y la familia acaban por convertirse en una prisión que impide el crecimiento del individuo. La novedad y la independencia, en cambio, permiten al ser humano abrir los ojos y alzar el vuelo. Los personajes de Tierra desacostumbrada se mueven entre esos dos polos, el de la cultura india, con sus tradiciones ancestrales, su gastronomía, su indumentaria, sus matrimonios concertados y la obligación no escrita de ayudarse mutuamente, y el de la cultura americana, con su independencia, su libertad amorosa y sexual y su individualismo de “sálvese quien pueda”. Y entre esos dos polos, y a pesar de que la cita inicial invita a romper la fuerza de la costumbre y reinventarse, encontramos en los relatos de Lahiri cierta nostalgia por un mundo perdido, un vaivén emocional entre el deseo de libertad y la añoranza de una forma de vida sólida y estable.
En el primer relato, Tierra desacostumbrada, una mujer espera con preocupación la visita de su padre, viudo desde hace pocos años. Ella acaba de mudarse a una casa grande, con suficiente espacio como para que su padre se mude a vivir con ellos, pero teme ese momento. Su marido no opone ningún rechazo, le deja a ella elegir y ella se muestra insegura entre esa obligación que siente como impuesta de cuidar a su padre y las expectativas de libertad con las que ha crecido. Y sin embargo, cuando por fin el padre llega, las cosas son de otro modo.
Situaciones similares se repiten en los demás relatos. Hombres y mujeres a caballo entre la India y los Estados Unidos y la desilusión permanente, la imposibilidad de ver cumplidas las expectativas que la sociedad occidental despierta. Espejismos que en un momento u otro se revelan como tales. Tramas con dos hilos entretejidos en los que el hilo soterrado acaba imponiéndose sobre el más superficial, invirtiendo los términos.
El último relato es más largo, está narrado en dos voces y en distintos espacios geográficos y temporales. Aquí el personaje de él nos habla del desarraigo, de su empeño en huir de los lazos afectivos, de su vida nómada. El de ella, al contrario, de su fracaso sentimental y de su voluntad de aceptar un matrimonio concertado antes de que sea demasiado tarde. Pero tanto el uno como el otro acaban por desear precisamente lo contrario de lo que han elegido.
Lahiri, una vez tras otra, da una vuelta de tuerca a sus relatos, a veces incluso más de una. Su prosa es desnuda y minuciosa, sus detalles, nimios y cotidianos, tremendamente sugerentes: el sobre de té, las mesas apiladas, los papeles de notas junto al teléfono, las fotografías, asumen funciones casi tan estructurales como la propia trama. Si la trama son los pilares, esos detalles son los ladrillos.
Sin embargo, a pesar del detallismo minucioso de Lahiri, no me atrevería a calificar sus cuentos de realistas. Me recuerdan más bien a esos cuadros de Edward Hopper, a ese realismo profuso y a la vez minimalista, detallista y a la vez abstracto. Los detalles, seleccionados cuidadosamente, se recortan claramente sobre un fondo limpio, nítido, destacándose y acentuando la sensación de vacío y de soledad que los rodea. Los personajes no acaban de ser seres de carne y hueso, sino más bien sujetos emocionales y el entorno en que viven, más que lugares reales son abstracciones de modelos de pensamiento.
Me ha llamado la atención también la capacidad de Lahiri para ir creando sombras en sus relatos, huecos oscuros donde presentimos que se esconde algo y que nos causan desasosiego. Hay en todos los relatos un tono triste, melancólico, un anhelo frustrado que se une a la añoranza de un mundo prefijado en el que uno no se hacía ilusiones. En un mundo nuevo, donde nada viene dado, las puertas que se abren son infinitas, pero es ahí donde el individuo asume toda la responsabilidad y en cada paso que da se encuentra con la duda, con la culpa, con el fracaso y, sobre todo, con la terrible certeza de estar solo.
A destacar que esta autora obtuvo en 2000, por otra colección de relatos, el Premio Pulitzer.
Firma invitada: Maite
lunes, 16 de mayo de 2011
Craig Thompson: Blankets
Reseña premiada en el I Concurso ULAD
Idioma original: inglés
Título original: Blankets
Año de publicación: 2003
Valoración: Muy recomendable
Blankets, de Craig Thompson, es una de esas historias mínimas pero inmensas, cercanas y sinceras. De las que sientes como tuyas. Sin grandes ostentaciones estilísticas, únicamente vocabulario llano y textos naturales para contarnos sus propias vivencias de infancia y adolescencia. Sin escatimar vergüenzas ni ahorrar miserias, por supuesto. Literatura personal, autobiográfica, de cualquier tiempo pasado que no fue mejor.
Así, Craig Thompson nos acerca con esta obra sus cuitas más profundas: su relación amor-envidia con su hermano pequeño, su estricta educación cristiana y las derivas mentales que la misma le produjo, su inadaptación en el colegio o la historia de su primer amor adolescente, un bellísimo e intenso testimonio de amor plasmado con un realismo y sensibilidad como pocas veces habréis leído. Porque leer Blankets no es que enamore, no; es que supone enamorarse de nuevo. Cándida y platónicamente, como un adolescente, leer Blankets te colma el corazón y te devuelve a tus propios recuerdos, a tu propio primer amor, viendo plasmadas en sus páginas esa misma timidez que un día tú sentiste, esas mismas mariposas en el estómago, esa misma dicha plena. Gran culpa de ello lo tiene lo idealizado que está el elemento enamorante de la novela, una deliciosa chiquilla llamada Raina, pero qué gozada recordar y volver a sentir esa inocencia del primer amor a través de sus ojos. Qué maravilla, incluso, evocar de nuevo esa gran tristeza por el primer desengaño (preferible eso que no haberlo sentido nunca, ¿no?).
En el apartado gráfico, destacaría en Blankets su trazo limpio, con un dibujo que funciona a modo de gran collage en blanco y negro, perfecto acompañante de las melancólicas palabras que Craig Thompson ha elegido para cada ocasión. De toda su emoción. Porque eso es Blankets, emoción: un acercamiento íntimo hacia una persona que no conoces, el autor, que a su vez te haga revisar tus propias experiencias, tus propias derivas, tu Raina personal; un compartir unas vivencias ajenas que consigan espolear esos rescoldos olvidados de tu propia infancia y adolescencia, etapas de las que acostumbramos a recordar únicamente las partes más positivas; un retroceder durante unos instantes hacia días olvidados para enjugarnos los ojos de nostalgia, para rememorar tan vívidamente lo que es un amor primerizo. En definitiva, y en palabras del autor, por resucitar esa «satisfacción que produce dejar una marca en una superficie en blanco, dibujar un mapa de mis movimientos, sin importar que sea para siempre…»
Buena lectura, en conclusión, este Blankets para acercarnos a ese mundo de calidad y madurez que atesoran muchos cómics. Y buen ejercicio introspectivo, también. Porque, como en la omnipresente y mágica nieve de Blankets, la inmaculada superficie esconde bajo de sí secretos que reservamos para nosotros mismos y nadie más.
Blankets, de Craig Thompson. Poesía gráfica. Una joya a descubrir y releer…
Idioma original: inglés
Título original: Blankets
Año de publicación: 2003
Valoración: Muy recomendable
Blankets, de Craig Thompson, es una de esas historias mínimas pero inmensas, cercanas y sinceras. De las que sientes como tuyas. Sin grandes ostentaciones estilísticas, únicamente vocabulario llano y textos naturales para contarnos sus propias vivencias de infancia y adolescencia. Sin escatimar vergüenzas ni ahorrar miserias, por supuesto. Literatura personal, autobiográfica, de cualquier tiempo pasado que no fue mejor.
Así, Craig Thompson nos acerca con esta obra sus cuitas más profundas: su relación amor-envidia con su hermano pequeño, su estricta educación cristiana y las derivas mentales que la misma le produjo, su inadaptación en el colegio o la historia de su primer amor adolescente, un bellísimo e intenso testimonio de amor plasmado con un realismo y sensibilidad como pocas veces habréis leído. Porque leer Blankets no es que enamore, no; es que supone enamorarse de nuevo. Cándida y platónicamente, como un adolescente, leer Blankets te colma el corazón y te devuelve a tus propios recuerdos, a tu propio primer amor, viendo plasmadas en sus páginas esa misma timidez que un día tú sentiste, esas mismas mariposas en el estómago, esa misma dicha plena. Gran culpa de ello lo tiene lo idealizado que está el elemento enamorante de la novela, una deliciosa chiquilla llamada Raina, pero qué gozada recordar y volver a sentir esa inocencia del primer amor a través de sus ojos. Qué maravilla, incluso, evocar de nuevo esa gran tristeza por el primer desengaño (preferible eso que no haberlo sentido nunca, ¿no?).
En el apartado gráfico, destacaría en Blankets su trazo limpio, con un dibujo que funciona a modo de gran collage en blanco y negro, perfecto acompañante de las melancólicas palabras que Craig Thompson ha elegido para cada ocasión. De toda su emoción. Porque eso es Blankets, emoción: un acercamiento íntimo hacia una persona que no conoces, el autor, que a su vez te haga revisar tus propias experiencias, tus propias derivas, tu Raina personal; un compartir unas vivencias ajenas que consigan espolear esos rescoldos olvidados de tu propia infancia y adolescencia, etapas de las que acostumbramos a recordar únicamente las partes más positivas; un retroceder durante unos instantes hacia días olvidados para enjugarnos los ojos de nostalgia, para rememorar tan vívidamente lo que es un amor primerizo. En definitiva, y en palabras del autor, por resucitar esa «satisfacción que produce dejar una marca en una superficie en blanco, dibujar un mapa de mis movimientos, sin importar que sea para siempre…»
Buena lectura, en conclusión, este Blankets para acercarnos a ese mundo de calidad y madurez que atesoran muchos cómics. Y buen ejercicio introspectivo, también. Porque, como en la omnipresente y mágica nieve de Blankets, la inmaculada superficie esconde bajo de sí secretos que reservamos para nosotros mismos y nadie más.
Blankets, de Craig Thompson. Poesía gráfica. Una joya a descubrir y releer…
Autor: Iñaki Rodríguez García
domingo, 15 de mayo de 2011
Graham Greene: El tercer hombre
Título original: The Third man
Idioma: inglés
Fecha de publicación: 1950
Valoración: Recomendable
Presentamos hoy un libro escrito para ser disfrutado. Quizás esta afirmación les resulte a algunos demasiado contundente, pero es que en mi opinión, El tercer hombre es un libro que está impecablemente escrito y sabiamente armado para que el lector disfrute con cada una de sus líneas.
No quiero decir con esto que El tercer hombre posea un estilo especialmente depurado, agitador o preciosista, no: lo que lo hace digno de ser recomendado es la deliciosa tensión que mantiene en todo momento. No en vano, su escritor, el célebre británico Graham Greene, creador de obras como El fin del romance o Nuestro hombre en la Habana (ambas adaptadas al cine), gestó este libro pensando en la película que posteriormente haría Carol Reed. De ahí el ritmo cinematográfico que tiene esta novela negra que devoré durante un viaje en autobús de seis horas y de la que me ha quedado un grato recuerdo.
El argumento nos lleva a una Viena que se lame las heridas que la recientemente finalizada Segunda Guerra Mundial le ha dejado. Ocupada por las cuatro potencias victoriosas, la bella y decadente ciudad es escenario de toda clase de trapicheos y estraperlos. Pues bien, un buen día aparece por ahí un norteamericano feliz dotado del estrafalario nombre de Rollo Martins que desea reunirse con un amigo suyo de la infancia, Harry Lime. Pero en cuanto pone un pie en la ciudad, Martins descubre horrorizado que su amigo acaba de morir en un misterioso atropello lleno de incógnitas e incoherencias.
No daré muchos detalles de las extrañezas que rodean a la muerte de Lime para no despellejar la apasionante trama de Greene, sólo mencionaré que Martins comenzará enseguida a jugar a los detectives y a entrevistarse con un puñado de personajes peculiares (la atractiva novia de Lime inclusive) para comprender que su amigo era un pájaro de mucho cuidado...
Aún no he visto la película que Reed rodó con este impecable guión novelizado. Tengo ganas...
También de Graham Greene: El americano impasible; El Doctor Fischer de Ginebra, El poder y la gloria, El factor humano
Idioma: inglés
Fecha de publicación: 1950
Valoración: Recomendable
Presentamos hoy un libro escrito para ser disfrutado. Quizás esta afirmación les resulte a algunos demasiado contundente, pero es que en mi opinión, El tercer hombre es un libro que está impecablemente escrito y sabiamente armado para que el lector disfrute con cada una de sus líneas.
No quiero decir con esto que El tercer hombre posea un estilo especialmente depurado, agitador o preciosista, no: lo que lo hace digno de ser recomendado es la deliciosa tensión que mantiene en todo momento. No en vano, su escritor, el célebre británico Graham Greene, creador de obras como El fin del romance o Nuestro hombre en la Habana (ambas adaptadas al cine), gestó este libro pensando en la película que posteriormente haría Carol Reed. De ahí el ritmo cinematográfico que tiene esta novela negra que devoré durante un viaje en autobús de seis horas y de la que me ha quedado un grato recuerdo.
El argumento nos lleva a una Viena que se lame las heridas que la recientemente finalizada Segunda Guerra Mundial le ha dejado. Ocupada por las cuatro potencias victoriosas, la bella y decadente ciudad es escenario de toda clase de trapicheos y estraperlos. Pues bien, un buen día aparece por ahí un norteamericano feliz dotado del estrafalario nombre de Rollo Martins que desea reunirse con un amigo suyo de la infancia, Harry Lime. Pero en cuanto pone un pie en la ciudad, Martins descubre horrorizado que su amigo acaba de morir en un misterioso atropello lleno de incógnitas e incoherencias.
No daré muchos detalles de las extrañezas que rodean a la muerte de Lime para no despellejar la apasionante trama de Greene, sólo mencionaré que Martins comenzará enseguida a jugar a los detectives y a entrevistarse con un puñado de personajes peculiares (la atractiva novia de Lime inclusive) para comprender que su amigo era un pájaro de mucho cuidado...
Aún no he visto la película que Reed rodó con este impecable guión novelizado. Tengo ganas...
También de Graham Greene: El americano impasible; El Doctor Fischer de Ginebra, El poder y la gloria, El factor humano
sábado, 14 de mayo de 2011
Gonzalo Rojas: Materia de testamento
Idioma original: español
Año de publicación: 1988
Valoración: Muy recomendable
Gonzalo Rojas, portador de los más prestigiosos premios internacionales, entre ellos nuestro Cervantes recibido en 2003, nos dejó, a sus 93 años, el pasado 25 de abril. Todavía era joven. O lo había sido hacía poco tiempo. Recuerdo su enorme vitalidad en los días que, aunque nadie lo hubiera dicho, cumplía 82. Su aspecto era el de un dandi. Afable, cortés, apasionado, rebosante de anécdotas, llegó a Madrid e impartió un curso sobre su obra en la Casa de América, dónde tuve el honor de sentarme con otras ocho personas a la mesa que presidía. A lo largo de la semana fue explicando pacientemente los mecanismos de su creación, generalizando unas veces, deteniéndose en algún poema concreto, otras. Contó que en una ocasión tuvo que dejar uno en barbecho, a falta de un último verso que no venía y que apareció, cuando menos lo esperaba, meses o años más tarde. Aunque el poeta no hizo mucho por atraerlo, sí disfrutó de la suerte de haberlo atrapado en cuanto empezó a resonar.
Aunque se apartó pronto del surrealismo más ortodoxo le marcó, no cabe duda, así como el resto de rupturas vanguardistas. Entre sus influencias, reconoce: Vallejo me dio el despojo y desde ahí el descubrimiento del tono, Huidobro, acaso, el desenfado, Neruda cierto ritmo respiratorio (…) ¿Y Borges? El rigor. Y el desvelo. A menudo roza el absurdo, sorprende con las asociaciones más inesperadas, rompe los esquemas sintácticos y léxicos pero, aún así, se le entiende todo.
Él mismo revela los tres ejes de su visión del mundo: la numinosa – aquello que le inspiran esos dioses laicos que tuvieron a bien concederle el don poético –, la erótica-amorosa y la de testigo inmediato de la vida. No puede haber mejor resumen de este libro que, como en todo testamento que se precie:
Reflexiona sobre la muerte. Parece que de lo que muere uno es de maniquí / asustado en la vidriera, inmóvil / y horizontal con ese descaro…
Recrea su propio fin: Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada / Pero respiro, y como, y hasta duermo / pensando que faltan unos diez o veinte años para irme / de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo. (Contra la muerte)
Lega sus bienes a los herederos en el poema que da nombre al libro:
A mi padre, como corresponde, de Coquimbo a Lebu, todo el mar
a mi madre la rotación de la Tierra,
al asma de Abraham Pizarro aunque no se me entienda un tren de humo,
(…)
a mis 5 hermanas la resurrección de las estrellas,
a Vallejo que no llega, la mesa puesta con un solo servicio,
a mi hermano Jacinto, el mejor de los conciertos,
(…)
a Santiago de Chile con sus 5 millones la mitología que le falta,
al año 73 la mierda,
al que calla y por lo visto otorga el Premio Nacional,
al exilio un par de zapatos sucios y un traje baleado,
a la nieve manchada con nuestra sangre otro Nüremberg,
(…)
a Buñuel el papel de rey que se sabía de memoria,
a la enumeración caótica el hastío,
a la Muerte un crucifijo grande de latón
Hace un somero repaso de su vida:
Me acostaba contigo,
mordía tus pezones furibundo,
me ahogaba en tu perfume cada noche,
y al alba te miraba
dormida en la marea de la alcoba,
dura como una roca de tormenta.
O de la del lenguaje, que es lo mismo, en el juguete poético titulado De lo que contesció al Arcipreste con la sserrana bicicleta e de las figuras della, dónde, con su particular soltura, recrea el castellano primitivo.
Homenajea a sus genios tutelares en ”Por Vallejo”, “Aleph, Aleph” “No le copien a Pound”, “Almohada de Quevedo”, “Darío y más Darío” y otros. Y a sus mitos personales en “Adiós a John Lennon” y “Memoria de Joan Crawford”.
Da testimonio de lo que vio, aclara su postura ante lo que ocurre, se alegra de vivir:
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y a siniestra con tal de prosperar en mi negocio.
No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
En mitad de la calle y hacia todos los vientos
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo
(De Contra la muerte)
Pero tomemos el sombrero entre las manos y dejémosle hablar a él:
Sucio fue el día de la mariposa muerta.
Acerquémonos
A besar la hermosura reventada y sagrada de sus pétalos
que iban volando libres, y esto es decirlo todo, cuando
sopló la Arruga, y nada
sino ese precipicio que de golpe,
y únicamente nada.
viernes, 13 de mayo de 2011
Yuri Andrujovich: Moscoviada
Idioma original: ucraniano
Título original: Московіада
Año de publicación: 1993
Valoración: Recomendable
A principios de los años noventa, el poeta ucraniano Otto von F. recibe una beca para desarrollar su obra en el Instituto Gorki de Moscú. Tras luchar (poco) contra el bloqueo y escapar por los pelos de una airada ex-amante, decide salir a comprar regalos y descubre que, sin saber cómo, ha dado con la cárcel Lubianka de la KGB. Perdido en los laberínticos pasillos, se encuentra con ratas grandes como perros y, como no podía ser menos, con los Servicios Secretos.
A partir de ese momento, Andrujovich teje una narración en la que se muestra (de forma realista y al mismo tiempo algo onírica, con grandes dosis de humor negro) la lucha entre el individuo y el Estado, donde la libertad deja de ser algo seguro. Así, queda claro que lo único importante en una dictadura (en cualquier dictadura) es mantenerse con vida y que, para eso, tenemos necesariamente que aferrarnos a lo que nos hace ser humanos.
Presentada como una metáfora del caos de Moscú (y quién sabe si de toda la URSS), Andrujovich nos presenta a este poeta que a través de su lírica tristemente humorística y deslenguada nos habla de la pobreza, del alcoholismo, de la corrupción... de todos los males que sufre la sociedad en la que vive. Quizá lo que más llama la atención es su lamento y su desprecio por todo ello y, al mismo tiempo, por darse cuenta de que, a su pesar, sigue amando su patria.
Enormemente crítica con la sociedad soviética y, sin embargo, dejando atisbar un leve brillo de esperanza en el futuro, Moscoviada es algo más que una radiografía del mundo en el que vive el poeta (y el autor de este libro). Es una llamada de atención, un aviso a lo que podría pasar (y, de hecho, pasa) en cualquier otro país del mundo. Y, por eso, no podemos dejarlo pasar.
jueves, 12 de mayo de 2011
Andrés Sopeña Monsalve: El florido pensil
Título completo: El florido pensil. Memorias de la escuela nacionalcatólica
Idioma original: español
Año de publicación: 1994
Valoración: Muy recomendable
.-Es que no estoy para nada, Santi, te lo digo en serio.
.-Venga, hombre, no será para tanto, no eres el primero que se separa.
.-No, ya supongo, pero me estoy metiendo en una depre que no soy capaz de pensar, mucho menos de leer y no te digo ya de criticar.
.-Pero no te hace falta leer nada, haz una crítica de algún libro que tengas en casa.
.-¿En casa? No tengo, lo que tengo es un montón de cajas llenas que pesan un rato, la viva demostración de que eso de que "la cultura no ocupa lugar", no es más que un tópico que seguro que no se le ocurrió a un operario de mudanzas.
.-¿Y qué? Como si tú no te acordaras de las tramas...
.-Bueno, eso es cierto, podría hablar de alguno divertido para ver si espabilo: siempre podría reseñar El florido pensil.
.-¿El florido qué?
.-Pensil. Mira por dónde, me parece que voy a conseguir que todo el mundo le vaya a dar un vistazo al DRAE. Es una historía escrita por el catedrático de la Universidad de Granada Andres Sopeña sobre la educación nacionalcatólica que muchos sufrimos; tú no, que eres un crío.
.-Habló el abuelito...
.-No llego a eso aún, pero no pierdo las esperanzas. El caso es que el libro trata de las vicisitudes que muchos tuvimos que sufrir al estudiar en un sistema maniqueo-fascistoide, plagado de estupideces y falsedades que ahora te hacen reir. Como el libro, porque el sentido del humor con que plasma la historia Sopeña te tiene con la sonrisa en la boca todo el tiempo, cuando no con la carcajada. No solo trata de la educación que recibimos, sino de las consecuencias de la misma, que aun ahora mismo son visibles en la sociedad democrática actual. De aquellos polvos vinieron estos lodos.
.-¿Pero entonces que és, un ensayo?
.-No, es una novela sin protagonista, o con varios protagonistas, pues aunque el autor se da voz a traves de un niño, que se supone que es él mismo, está regado con anécdotas que proceden de diversas fuentes, además de un montón de bibliografía de la época, ilustraciones y portadas de libros de texto que son un completo alucine. No debieron ser fáciles de encontrar por el escritor, aun con la ayuda de sus compañeros de la universidad, que sufrieron esta educación al igual que él. Hay mucho PNN todavía suelto por los campus.
.-¿PNN?
.-Profesor no numerario, una manera que tenían de poderte echar a las primeras de cambio como no pasaras por el aro, tú seguro que conoces un montón. Bueno, en Lisboa no sé si habría de eso. Hay que tener en cuenta que después del triunfo del golpe de estado del 36, depuraron a todo el que oliera a rojo. Bueno, depurar es un eufemismo para decir que fusilaron a todo el que cogieron, con lo que las aulas quedaron en manos de una panda de palurdos cuyos únicos méritos solían ser tener el carnet de mutilado de guerra o el de ex combatiente. Una gente que era capaz de plasmar en el discurso de apertura de la Facultad de Historia que lo que ellos buscaban no eran personas versadas en la historia, sino gente versada en la interpretación de la historia que desde el ministerio promovían. Es decir, inasequibles al desaliento e imposible el alemán, lo que se vacilaba el discurso oficial en aquellas épocas. Es que la doctrina era tan cursi, fascista y retrógada, que era imposible no tomarles el pelo con sus discursos.
.-¿Pero el libro va solo sobre eso?
.-No, también hace un retrato de la sociedad del momento, las peliculas, los tebeos, la religión, pero siempre desde un punto de vista infantil, que resalta más si cabe las incongruencias de la ideología que pretendían imponer y que impusieron, quieras o no, a la sociedad. Pero ya te digo que todo muy divertido, aunque con un punto de nostalgia que es de esperar, ya que como decía Mulundrú, la niñez es el refugio de los hombres, o algo así. Hicieron una obra de teatro basada en esta historia y una peli.
.-Bueno, pues no sé a que esperas para escribirla.
.-Que ya te digo que no tengo ganas, todo me cuesta un mundo últimamente.
.-Eres un llorica, Luis. Escríbela ya, o te presento a la reelección de bibliotecario de la wikipedia.
.-Vade retro, antes prefiero escribir una reseña de Os Lusíadas. En arameo.
Idioma original: español
Año de publicación: 1994
Valoración: Muy recomendable
.-Es que no estoy para nada, Santi, te lo digo en serio.
.-Venga, hombre, no será para tanto, no eres el primero que se separa.
.-No, ya supongo, pero me estoy metiendo en una depre que no soy capaz de pensar, mucho menos de leer y no te digo ya de criticar.
.-Pero no te hace falta leer nada, haz una crítica de algún libro que tengas en casa.
.-¿En casa? No tengo, lo que tengo es un montón de cajas llenas que pesan un rato, la viva demostración de que eso de que "la cultura no ocupa lugar", no es más que un tópico que seguro que no se le ocurrió a un operario de mudanzas.
.-¿Y qué? Como si tú no te acordaras de las tramas...
.-Bueno, eso es cierto, podría hablar de alguno divertido para ver si espabilo: siempre podría reseñar El florido pensil.
.-¿El florido qué?
.-Pensil. Mira por dónde, me parece que voy a conseguir que todo el mundo le vaya a dar un vistazo al DRAE. Es una historía escrita por el catedrático de la Universidad de Granada Andres Sopeña sobre la educación nacionalcatólica que muchos sufrimos; tú no, que eres un crío.
.-Habló el abuelito...
.-No llego a eso aún, pero no pierdo las esperanzas. El caso es que el libro trata de las vicisitudes que muchos tuvimos que sufrir al estudiar en un sistema maniqueo-fascistoide, plagado de estupideces y falsedades que ahora te hacen reir. Como el libro, porque el sentido del humor con que plasma la historia Sopeña te tiene con la sonrisa en la boca todo el tiempo, cuando no con la carcajada. No solo trata de la educación que recibimos, sino de las consecuencias de la misma, que aun ahora mismo son visibles en la sociedad democrática actual. De aquellos polvos vinieron estos lodos.
.-¿Pero entonces que és, un ensayo?
.-No, es una novela sin protagonista, o con varios protagonistas, pues aunque el autor se da voz a traves de un niño, que se supone que es él mismo, está regado con anécdotas que proceden de diversas fuentes, además de un montón de bibliografía de la época, ilustraciones y portadas de libros de texto que son un completo alucine. No debieron ser fáciles de encontrar por el escritor, aun con la ayuda de sus compañeros de la universidad, que sufrieron esta educación al igual que él. Hay mucho PNN todavía suelto por los campus.
.-¿PNN?
.-Profesor no numerario, una manera que tenían de poderte echar a las primeras de cambio como no pasaras por el aro, tú seguro que conoces un montón. Bueno, en Lisboa no sé si habría de eso. Hay que tener en cuenta que después del triunfo del golpe de estado del 36, depuraron a todo el que oliera a rojo. Bueno, depurar es un eufemismo para decir que fusilaron a todo el que cogieron, con lo que las aulas quedaron en manos de una panda de palurdos cuyos únicos méritos solían ser tener el carnet de mutilado de guerra o el de ex combatiente. Una gente que era capaz de plasmar en el discurso de apertura de la Facultad de Historia que lo que ellos buscaban no eran personas versadas en la historia, sino gente versada en la interpretación de la historia que desde el ministerio promovían. Es decir, inasequibles al desaliento e imposible el alemán, lo que se vacilaba el discurso oficial en aquellas épocas. Es que la doctrina era tan cursi, fascista y retrógada, que era imposible no tomarles el pelo con sus discursos.
.-¿Pero el libro va solo sobre eso?
.-No, también hace un retrato de la sociedad del momento, las peliculas, los tebeos, la religión, pero siempre desde un punto de vista infantil, que resalta más si cabe las incongruencias de la ideología que pretendían imponer y que impusieron, quieras o no, a la sociedad. Pero ya te digo que todo muy divertido, aunque con un punto de nostalgia que es de esperar, ya que como decía Mulundrú, la niñez es el refugio de los hombres, o algo así. Hicieron una obra de teatro basada en esta historia y una peli.
.-Bueno, pues no sé a que esperas para escribirla.
.-Que ya te digo que no tengo ganas, todo me cuesta un mundo últimamente.
.-Eres un llorica, Luis. Escríbela ya, o te presento a la reelección de bibliotecario de la wikipedia.
.-Vade retro, antes prefiero escribir una reseña de Os Lusíadas. En arameo.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Luisa Etxenike: Vino
Idioma original: español
Año de publicación: 2000
Valoración: recomendable
El punto de partida argumental de esta novela de la escritora vasca Luisa Etxenike, ganadora del Premio Euskadi de Literatura en Castellano 2009 por El ángulo ciego, también reseñado en este blog (ver final de esta entrada), es el ansia de venganza de un hijo contra su madre. Raúl Urbieta es un crápula despilfarrador de la alta burguesía donostiarra que siempre logra que alguien -generalmente su madre- lo saque de los atolladeros en los que no deja de meterse. Hasta que esta decide que nunca más y que, más aún, va a desterrar de su memoria a esa alimaña nociva en que se ha convertido su hijo.
Así es como Raúl intentará dar con algo -alguna flaqueza, algún error- que pueda utilizar para doblegar y hundir a su madre. En su periplo, se reencontrará con un personaje secundario de su infancia en La Rioja y destapará la caja de pandora de ciertos recuerdos del pasado que él mismo no llega a comprender del todo a pesar de utilizarlos en su propio beneficio y que tendrán consecuencias decisivas en la vida de los personajes (incluida la suya).
La novela se divide en tres partes, cada una ellas narrada en primera persona por Raúl Urbieta, Fermín Lizarazu (el "amigo" de la infancia) e Isabel Astiazarán, la madre de Raúl, respectivamente, y corresponden con la clásica división narrativa de planteamiento, nudo y desenlace. La novela, caracterizada por un ritmo vertiginoso que te va atrapando sin que apenas te des cuenta, va creciendo en intensidad y en belleza gracias a las metáforas del vino que van empapando y tiñendo los recuerdos de los personajes.
Y es que esta novela habla esencialmente del recuerdo y de la memoria. Según Isabel, la diferencia entre recuerdo y memoria es que el primero vuelve a ti, te persigue, te acecha y te sitia, mientras que a la memoria uno vuelve para rescatar de ella los datos o impresiones vagas. La memoria, por lo tanto, vive únicamente en el pasado, mientras que el recuerdo está anclado en el presente. Y nos mantiene encadenados.
También de Luisa Etxenike: El ángulo ciego
Año de publicación: 2000
Valoración: recomendable
El punto de partida argumental de esta novela de la escritora vasca Luisa Etxenike, ganadora del Premio Euskadi de Literatura en Castellano 2009 por El ángulo ciego, también reseñado en este blog (ver final de esta entrada), es el ansia de venganza de un hijo contra su madre. Raúl Urbieta es un crápula despilfarrador de la alta burguesía donostiarra que siempre logra que alguien -generalmente su madre- lo saque de los atolladeros en los que no deja de meterse. Hasta que esta decide que nunca más y que, más aún, va a desterrar de su memoria a esa alimaña nociva en que se ha convertido su hijo.
Así es como Raúl intentará dar con algo -alguna flaqueza, algún error- que pueda utilizar para doblegar y hundir a su madre. En su periplo, se reencontrará con un personaje secundario de su infancia en La Rioja y destapará la caja de pandora de ciertos recuerdos del pasado que él mismo no llega a comprender del todo a pesar de utilizarlos en su propio beneficio y que tendrán consecuencias decisivas en la vida de los personajes (incluida la suya).
La novela se divide en tres partes, cada una ellas narrada en primera persona por Raúl Urbieta, Fermín Lizarazu (el "amigo" de la infancia) e Isabel Astiazarán, la madre de Raúl, respectivamente, y corresponden con la clásica división narrativa de planteamiento, nudo y desenlace. La novela, caracterizada por un ritmo vertiginoso que te va atrapando sin que apenas te des cuenta, va creciendo en intensidad y en belleza gracias a las metáforas del vino que van empapando y tiñendo los recuerdos de los personajes.
Y es que esta novela habla esencialmente del recuerdo y de la memoria. Según Isabel, la diferencia entre recuerdo y memoria es que el primero vuelve a ti, te persigue, te acecha y te sitia, mientras que a la memoria uno vuelve para rescatar de ella los datos o impresiones vagas. La memoria, por lo tanto, vive únicamente en el pasado, mientras que el recuerdo está anclado en el presente. Y nos mantiene encadenados.
También de Luisa Etxenike: El ángulo ciego
martes, 10 de mayo de 2011
Heinrich Böll: El honor perdido de Katharina Blum
Título original: Die verlorene Ehre der Katharina Blum
Año de publicación: 1974
Valoración: Muy recomendable
Heinrich Böll (Premio Nobel de Literatura en 1972) no es un escritor fácil: escribe novelas densas, que se adentran en la experimentación narrativa con toques simbólicos, y que tratan temas sociales, políticos o éticos acuciantes en la Alemania pre- y post-nazismo, como Opiniones de un payaso o Billar a las nueve y media, quizás sus mejores obras. Es un escritor brillante, oscuro, muy complejo y mucho menos conocido de lo que debería, creo yo. Por eso, puede ser una buena idea recomendar esta novela corta, que representa bastante bien el estilo y la maestría de Böll, pero que por su relativa brevedad y sencillez puede resultar más accesible.
El honor perdido de Katharina Blum es una parábola sobre el sensacionalismo periodístico y su capacidad para destrozar la vida de las personas (un tema de lo más actual, por cierto: qué habría escrito Böll si hubiera vivido en la España actual...); pero también, y quizás, sobre todo, es el retrato de una sociedad crispada y paranoica (la de la República Federal Alemana) dominada por el miedo y el odio y por lo tanto fácilmente manipulable. De hecho, el ficticio periódico Zeitung, responsable de la lapidación moral de Katharina Blum, está basado (explícitamente) en el periódico sensacionalista y ultranacionalista Bild, el "tabloide" más vendido de Europa.
Técnicamente, la novela es magistral: escrita como un informe basado en diversas fuentes (escritas u orales, a veces difíciles de establecer), reconstruye, de manera laberíntica, los cuatro días que separan una fiesta de carnaval, en la que Katharina conoce al criminal Ludwig Götten, baila con él y le ayuda a escapar de la policía; y el momento en el que Katharina asesina al periodista Werner Tötges, que en esos cuatro días se ha encargado de acosar y manipular a su familia y amigos en su propio beneficio. El estilo es el que corresponde a un informe: objetivo, centrado en los hechos y en los detalles, meticuloso, matemático; aunque con licencias literarias y reflexiones acerca de su propia validez y valor.
La mayor pega que se puede poner a esta obra es que sea, hasta cierto punto, una "novela de tesis": pretende probar que el sensacionalismo periodístico es culpable y repugnante, y crea una trama ad hoc para demostrarlo. Pero incluso así, la novela funciona como novela, atrapa, engancha y seduce. Luego, que cada cual decida si está de acuerdo con la tesis de Böll o no.
Otras obras de Heinrich Böll en ULAD: Opiniones de un payaso, Pero ¿qué será de esta muchacho?
lunes, 9 de mayo de 2011
José Blanco: Las nubes
Reseña premiada en el I concurso ULAD
Idioma original: español
Año de publicación: 2006
Valoración: Muy recomendable
El libro Las nubes, de José Blanco, no se pretende una obra perfecta, acabada, monumento cerrado en sí mismo, sino provisional, en camino, una obra que es reflejo de la búsqueda del propio autor, y en la que el lector puede buscarse también, sin pretender por eso encontrar una respuesta definitiva en sus líneas, que acaso podrían compararse a hilos de agua o luz para orientarse en el laberinto. La verdad no es algo predeterminado, es una verdad que asoma en la experiencia, en la propia experiencia de la escritura, actividad en el límite, al borde de los ojos y de la vida misma. Y sin embargo, nos dice el poeta, "una angustia insoluble / quiere asirlas con las manos" (las nubes): quiere hacer realidad el deseo. Acaso sería más justo decir que la obra expresa esta contradicción cernudiana, entre la libertad y los límites, las alas -las nubes- y las paredes, el camino y el muro.
El poemario se abre y se cierra (en su Prólogo y Epílogo) con sendas referencias al laberinto. Curiosamente, su apertura es esperanzadora :"simplemente estamos en camino", y su cierre fatal "Esta ha de ser tu casa de por vida", verso que culmina un laberíntico soneto.
La primera sección, OFRENDA, es celebratoria, sobre todo en una décima que no me resisto a copiar:
En la segunda sección, HAIKUS DEL METRO, se agrupan 63 poemas breves, haikus libérrimos que capturan instantes, instantáneas tomadas de la cotidianeidad que cobran una dimensión simbólica, filosófica, humorística, existencial o puramente poética. El metro, por supuesto, no deja de tener algo de laberíntico.
He aquí un par de ejemplos:
Después de esta transición hacia la noche a través del metro, llegamos a los NOCTURNOS. Nocturnos como los de Chopin, emparentados con la inspiración romántica, o de la noche moral de la guerra "No hay guerra preventiva, ni guerra humanitaria. / La guerra es siempre guerra, cadáveres", o noche sin concesiones en un poema de antipoesía verdadera: "Este poema nada dice, sólo / te contempla en silencio." (BRENT)
La cuarta y última sección antes del Epílogo es la que da título al libro, y se subtitula "Unas décimas de fiebre". Esta es, sin duda, la parte más cernudiana del poemario. El juego de palabras no es en absoluto banal: la sensación de irrealidad que la fiebre provoca es una puerta al sueño, una alteración de las puertas de la percepción que ha sido fielmente traducida en estas décimas (estrofas) realmente febriles y de una rara lucidez. El marco de la exigente estrofa (otro laberinto) es otro filtro más para que el poeta se exprese entre sus estrechas paredes. Detengámonos en una de estas décimas: "El cuerpo guarda memoria / de haber estado completo, / pero ahora el esqueleto / desmembrado se demora / en la luz que tanto añora. / Ser aquel que imaginábamos, / nombrar todo cuanto amamos / nos lleva a admirar las nubes, / pero una angustia insoluble / quiere asirlas con las manos".
Las nubes es el cuarto poemario de José Blanco tras Las obras de la mar. Las obras del amor (1992, Premio Arcipreste de Hita), Cuaderno de Bitácora (2000, Premio Mariano Roldán) y Mira mi corazón preso en el ámbar de los instantes eternos (2005). La página web del poeta es www.joseblanco.org.
Idioma original: español
Año de publicación: 2006
Valoración: Muy recomendable
El libro Las nubes, de José Blanco, no se pretende una obra perfecta, acabada, monumento cerrado en sí mismo, sino provisional, en camino, una obra que es reflejo de la búsqueda del propio autor, y en la que el lector puede buscarse también, sin pretender por eso encontrar una respuesta definitiva en sus líneas, que acaso podrían compararse a hilos de agua o luz para orientarse en el laberinto. La verdad no es algo predeterminado, es una verdad que asoma en la experiencia, en la propia experiencia de la escritura, actividad en el límite, al borde de los ojos y de la vida misma. Y sin embargo, nos dice el poeta, "una angustia insoluble / quiere asirlas con las manos" (las nubes): quiere hacer realidad el deseo. Acaso sería más justo decir que la obra expresa esta contradicción cernudiana, entre la libertad y los límites, las alas -las nubes- y las paredes, el camino y el muro.
El poemario se abre y se cierra (en su Prólogo y Epílogo) con sendas referencias al laberinto. Curiosamente, su apertura es esperanzadora :"simplemente estamos en camino", y su cierre fatal "Esta ha de ser tu casa de por vida", verso que culmina un laberíntico soneto.
La primera sección, OFRENDA, es celebratoria, sobre todo en una décima que no me resisto a copiar:
CEREMONIA
Subo al alto de Ilharrita
buscando los monumentos.
Pongo en manos de los vientos
la ceniza que me habita.
Mi cuerpo se deposita
hecho un ovillo a tus pies,
oh sol que todo lo ves,
descendido a mi ascendencia,
investido de inocencia,
para nacer otra vez.
En la segunda sección, HAIKUS DEL METRO, se agrupan 63 poemas breves, haikus libérrimos que capturan instantes, instantáneas tomadas de la cotidianeidad que cobran una dimensión simbólica, filosófica, humorística, existencial o puramente poética. El metro, por supuesto, no deja de tener algo de laberíntico.
He aquí un par de ejemplos:
Sentado en el andén.
Viendo pasar el tiempo.
Siendo visto pasar.
Volver al día
No necesariamente
Supone alcanzar la luz.
Después de esta transición hacia la noche a través del metro, llegamos a los NOCTURNOS. Nocturnos como los de Chopin, emparentados con la inspiración romántica, o de la noche moral de la guerra "No hay guerra preventiva, ni guerra humanitaria. / La guerra es siempre guerra, cadáveres", o noche sin concesiones en un poema de antipoesía verdadera: "Este poema nada dice, sólo / te contempla en silencio." (BRENT)
La cuarta y última sección antes del Epílogo es la que da título al libro, y se subtitula "Unas décimas de fiebre". Esta es, sin duda, la parte más cernudiana del poemario. El juego de palabras no es en absoluto banal: la sensación de irrealidad que la fiebre provoca es una puerta al sueño, una alteración de las puertas de la percepción que ha sido fielmente traducida en estas décimas (estrofas) realmente febriles y de una rara lucidez. El marco de la exigente estrofa (otro laberinto) es otro filtro más para que el poeta se exprese entre sus estrechas paredes. Detengámonos en una de estas décimas: "El cuerpo guarda memoria / de haber estado completo, / pero ahora el esqueleto / desmembrado se demora / en la luz que tanto añora. / Ser aquel que imaginábamos, / nombrar todo cuanto amamos / nos lleva a admirar las nubes, / pero una angustia insoluble / quiere asirlas con las manos".
Las nubes es el cuarto poemario de José Blanco tras Las obras de la mar. Las obras del amor (1992, Premio Arcipreste de Hita), Cuaderno de Bitácora (2000, Premio Mariano Roldán) y Mira mi corazón preso en el ámbar de los instantes eternos (2005). La página web del poeta es www.joseblanco.org.
Autor: Javier Aguirre
domingo, 8 de mayo de 2011
Sobre las encuadernaciones (más habituales)
Los domingos, si hace sol, son días estupendos para salir a leer: a un parque, a una plaza, a una terraza, incluso a un banquito que haga esquina. Para ello, son indispensables varios elementos: ropa cómoda, ambiente tranquilo, temperatura adecuada y un libro. La caña, el café, la barrita con tomate o el sandwich de pollo no son indispensables, pero ayudan. Como este es un blog sobre libros, vamos a detenernos brevemente en el objeto mismo de lectura: el libro.
Hace no demasiado tiempo publicamos aquí un encuesta acerca de las preferencias de nuestros lectores en materia de encuadernación. Aunque nuestra base de datos tiene sus peculiaridades y no registra los datos exactos, sí recuerdo que, por abrumadora mayoría, los dos resultados que más votos obtuvieron fueron "tapa dura sin más" y "me la sopla"; y que el resultado que menos votos obtuvo fue "tapa blanda con sobrecubierta". A la vista de estas opiniones, se me hace necesaria una breve reflexión sobre los cinco tipos que incluimos en la encuesta, con sus pros y sus contras.
Tapa dura sin más. Un clásico de nuestra infancia y primera juventud. Tiene la ventaja de que resiste una gran cantidad de golpes, de que puede sostenerse de pie sin ayuda sea cual sea su grosor y de que, por qué no decirlo, resulta bastante vistoso. Da como "sensación de libro", aunque su contenido sea una mierda. Por el contrario, tiene algunos incovenientes: las esquinas, normalmente, se doblan por el uso, quedando bastante feas; muchas veces, también, por el mero hecho de distribuirlo de la editorial a la librería, las esquinas YA están dobladas cuando lo compras, aunque sea una novedad. Además, la tapa dura, en general, incrementa su peso, lo cual, unido a su poca flexibilidad, resulta incómodo a la hora de moverlo dentro de un bolso. Por último, en el plano exclusivamente lector y personal, a mí siempre me gustó combar ligeramente las páginas cuando estoy leyendo, de tal manera que mi ojo describa una pequeña parábola desde el comienzo de la hoja hasta el final. La rigidez de los libros de tapa dura lo impide, y eso me disgusta.
Tapa blanda sin más. El libro de bolsillo. El marginado de las librerías, cruelmente nacido para ser adoptado por las de viejo. Ventajas: pesa poco, se dobla, lo puedes maltratar porque da la sensación de no valer casi nada. Inconvenientes: poco resistente a la agresividad humana, tristón en sus formas, esquelético. Como un libro que se quedó a medias, en estos tiempos de sofisticación editorial. Siempre parece que lo compraste de segunda mano, y temes encontrarte un garabato de su dueño anterior en cualquier página.
Tapa dura con sobrecubierta. Lo que más se usa en los best sellers. Tiene todos los inconvenientes de la tapa dura sin más, pero con otro añadido: la sobrecubierta. Ese engendro. No sé por qué, pero a nadie parece gustarle. Resulta útil, en el plano editorial, para incluir la biografía del autor u otros datos de interés, y también para usarla como marcapáginas. Pero siendo realistas, una gran mayoría de los lectores siempre termina por quitarla, porque molesta: se mueve, se cae, se dobla, se engancha con las llaves en el bolso, se rompe... Es como una gabardina que no es de tu talla, como ponerte el traje de boda de tu abuelo.
Tapa blanda con sobrecubierta. Un invento un poco raro. No se ve mucho, ciertamente, y yo creo que es porque tiene un no sé qué amorfo: la sobrecubierta, si ya es molesta en libros rígidos, cómo no va a serlo en libros blandos, dúctiles. Si en aquellos siempre termina fuera de sitio o machacada, en estos con más motivo, y al cabo de dos o tres sesiones de lectura lo más normal es que uno la quite, porque estorba o porque está rota. Puede quedar muy bien o muy mal, bueno es decirlo. Hay editoriales muy estilosas que la usan con inteligencia, convirtiéndola casi en un objeto de arte que "suma" atributos al libro, permitiendo que la cubierta en sí incorpore otros elementos de diseño (Impedimenta, por ejemplo). En el caso opuesto, y siempre desde mi gusto personal, las ediciones con estas características de, por ejemplo, La mecánica del corazón, me parecen totalmente incómodas: la sobrecubierta no queda bien pegada al lomo y, como sobresale (de forma bastante fea), deja un enorme hueco entre ambos.
Tapa blanda con solapas. Lo más habitual, en estos tiempos. Pesa poco, las esquinas resisten, las solapas, que dotan al conjunto de una considerable rigidez pero permiten una flexibilidad agradable, ideal para combar las hojas o meter el libro en un bolso, pueden usarse como marcapáginas e incluir información editorial interesante, como las sobrecubiertas pero sin la problemática de que se desajusten... si es el que más se usa es, sin duda, porque cuando está bien hecha esta encuadernación es todo ventajas. Aunque claro, como la usa todo el mundo, destaca poco...
Ahora me apetece hablar de marcapáginas: usos, modelos y peculiaridades humanas, pero creo que es mejor dejarlo para el domingo que viene. Espero que haga sol en vuestros cielos, feliz lectura.
Hace no demasiado tiempo publicamos aquí un encuesta acerca de las preferencias de nuestros lectores en materia de encuadernación. Aunque nuestra base de datos tiene sus peculiaridades y no registra los datos exactos, sí recuerdo que, por abrumadora mayoría, los dos resultados que más votos obtuvieron fueron "tapa dura sin más" y "me la sopla"; y que el resultado que menos votos obtuvo fue "tapa blanda con sobrecubierta". A la vista de estas opiniones, se me hace necesaria una breve reflexión sobre los cinco tipos que incluimos en la encuesta, con sus pros y sus contras.
Tapa dura sin más. Un clásico de nuestra infancia y primera juventud. Tiene la ventaja de que resiste una gran cantidad de golpes, de que puede sostenerse de pie sin ayuda sea cual sea su grosor y de que, por qué no decirlo, resulta bastante vistoso. Da como "sensación de libro", aunque su contenido sea una mierda. Por el contrario, tiene algunos incovenientes: las esquinas, normalmente, se doblan por el uso, quedando bastante feas; muchas veces, también, por el mero hecho de distribuirlo de la editorial a la librería, las esquinas YA están dobladas cuando lo compras, aunque sea una novedad. Además, la tapa dura, en general, incrementa su peso, lo cual, unido a su poca flexibilidad, resulta incómodo a la hora de moverlo dentro de un bolso. Por último, en el plano exclusivamente lector y personal, a mí siempre me gustó combar ligeramente las páginas cuando estoy leyendo, de tal manera que mi ojo describa una pequeña parábola desde el comienzo de la hoja hasta el final. La rigidez de los libros de tapa dura lo impide, y eso me disgusta.
Tapa blanda sin más. El libro de bolsillo. El marginado de las librerías, cruelmente nacido para ser adoptado por las de viejo. Ventajas: pesa poco, se dobla, lo puedes maltratar porque da la sensación de no valer casi nada. Inconvenientes: poco resistente a la agresividad humana, tristón en sus formas, esquelético. Como un libro que se quedó a medias, en estos tiempos de sofisticación editorial. Siempre parece que lo compraste de segunda mano, y temes encontrarte un garabato de su dueño anterior en cualquier página.
Tapa dura con sobrecubierta. Lo que más se usa en los best sellers. Tiene todos los inconvenientes de la tapa dura sin más, pero con otro añadido: la sobrecubierta. Ese engendro. No sé por qué, pero a nadie parece gustarle. Resulta útil, en el plano editorial, para incluir la biografía del autor u otros datos de interés, y también para usarla como marcapáginas. Pero siendo realistas, una gran mayoría de los lectores siempre termina por quitarla, porque molesta: se mueve, se cae, se dobla, se engancha con las llaves en el bolso, se rompe... Es como una gabardina que no es de tu talla, como ponerte el traje de boda de tu abuelo.
Tapa blanda con sobrecubierta. Un invento un poco raro. No se ve mucho, ciertamente, y yo creo que es porque tiene un no sé qué amorfo: la sobrecubierta, si ya es molesta en libros rígidos, cómo no va a serlo en libros blandos, dúctiles. Si en aquellos siempre termina fuera de sitio o machacada, en estos con más motivo, y al cabo de dos o tres sesiones de lectura lo más normal es que uno la quite, porque estorba o porque está rota. Puede quedar muy bien o muy mal, bueno es decirlo. Hay editoriales muy estilosas que la usan con inteligencia, convirtiéndola casi en un objeto de arte que "suma" atributos al libro, permitiendo que la cubierta en sí incorpore otros elementos de diseño (Impedimenta, por ejemplo). En el caso opuesto, y siempre desde mi gusto personal, las ediciones con estas características de, por ejemplo, La mecánica del corazón, me parecen totalmente incómodas: la sobrecubierta no queda bien pegada al lomo y, como sobresale (de forma bastante fea), deja un enorme hueco entre ambos.
Tapa blanda con solapas. Lo más habitual, en estos tiempos. Pesa poco, las esquinas resisten, las solapas, que dotan al conjunto de una considerable rigidez pero permiten una flexibilidad agradable, ideal para combar las hojas o meter el libro en un bolso, pueden usarse como marcapáginas e incluir información editorial interesante, como las sobrecubiertas pero sin la problemática de que se desajusten... si es el que más se usa es, sin duda, porque cuando está bien hecha esta encuadernación es todo ventajas. Aunque claro, como la usa todo el mundo, destaca poco...
Ahora me apetece hablar de marcapáginas: usos, modelos y peculiaridades humanas, pero creo que es mejor dejarlo para el domingo que viene. Espero que haga sol en vuestros cielos, feliz lectura.
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