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viernes, 1 de septiembre de 2023

Varios Autores: Jornadas Homenaje Roberto Bolaño


Idioma original:
español

Año de publicación: 2005

Valoración : OnlyFans

A ver, que cada uno se busca las visitas como uno buenamente puede. Y lo cierto, es que, tras el repaso y exhaustivo aprovechamiento de los cajones perdidos, apenas unos lustros que ha llevado la cosa, me ha dado por ponerme la capa de hooligan literario (especie en extinción) y comprobar si tenemos toda la obra del genio chileno cubierta, que sería lo justo pues casi podría decirse que es la última figura literaria de un cierto renombre que, aunque la visita de la parca haya tenido que mediar, ha sido capaz de remover un poco las aguas. 

Y, a veces, ese remover de aguas solo puede hacerse al viejo estilo. Críticas entusiastas provenientes de diversos ámbitos (no siempre del carcomido sector académico, perpetuamente ensombrecido por las justificadas sospechas de endogamia). La figura de Roberto Bolaño, quizás por la eterna nostalgia del Boom, pero seguramente por su desbordante talento y la obvia entonación contemporánea de sus temáticas, se prestó a ello. Y este libro, que ya os avanzo que es difícil de ubicar, recoge las participaciones (no todas, hay alguna sonora elusión) en unas Jornadas de Homenaje al escritor, un evento que, apenas unos años después, se nos antoja casi inconcebible, pues la abulia y el desencanto han larvado de forma tan implacable el sector editorial, en especial el centrado en la narrativa de ficción, que juntar a más de unas docenas de personas para debatir sobre la obra de un escritor de primera línea, parece tan descabellado que no voy a entregarme a comparaciones con el poder de convocatoria de otras manifestaciones culturales, que no tengo ganas de engancharme a los somníferos.

A la fuerza este es un artefacto para incondicionales, y casi que me perdonaréis que esta reseña desganada y acomodaticia se centre más que en su contenido – que incluye no pocas agradables sorpresas, como la presencia de una entrevista que solo encontraréis aquí, y por supuesto cuenta con los inevitables estudios de profundidad basados en la intertextualidad, la cohesión y los pasadizos secretos que comunican toda su obra y su galería de personajes -, me centraría en la incuestionable sinceridad de los participantes, que se comportan, cosa inconcebible hoy en día, como fanáticos de grada de cualquier universo paralelo, y uno no puede más que contagiarse de esa ciega rendición y lanzarse a donde sea para revisar la obra y rebuscar esos placeres añorados que, por lo que se intuye, el chileno fue de los últimos seres capaces de procurarnos.

sábado, 10 de diciembre de 2022

Albert Camus: Crear peligrosamente

Idioma original: Francés
Título original: L’homme et son temps
Traducción: Miguel Salabert
Año de publicación: 1924 (recitado en una exposición): 1957
Valoración: Recomendable (sobre todo para interesados)

Albert Camus pronunció en 1957 una conferencia titulada El artista y su tiempo. La editorial Gustavo Gili la publica ahora por primera vez de forma independiente, acompañada además de unas bonitas ilustraciones. 

La verdad es que las ideas barajadas por Camus en dicha conferencia siguen resonando hoy día. A fin de cuentas, giran en torno a temas tan actuales (a la par que antiguos) como la utilidad del arte, la implicación social del artista, la autocensura... 

Además, Camus nos obsequia con reflexiones sumamente interesantes. A mí me han gustado especialmente aquéllas que abordan conceptos como el realismo o la universalidad. 

Así pues, recomiendo Crear peligrosamente por la fuerza de su prosa, la capacidad persuasiva de sus argumentos, la exactitud de sus símiles, la naturalidad con que despliega su erudición y el compromiso que subyace en sus ideas. El discurso de Camus, rabiosamente subjetivo, brillantemente articulado, parcialmente vigente, me parece muy reivindicable. Creedme cuando os digo que este no sólo intelectualmente estimulante, sino que también deja un reguero de frases para enmarcar. 



También de Albert Camus en ULAD: El extranjero, La Peste, La caída, Calígula

jueves, 25 de noviembre de 2021

Paul Klee: Sobre el arte moderno

Idioma original: Alemán
Título original: Über die moderne Kunst
Traducción: Alfredo y Clara Pastor
Año de publicación: 1924 (recitado en una exposición)
Valoración: Recomendable para interesados 

Paul Klee escribió un breve tratado como base para una conferencia. El tratado, tan pedagógico y claro como filosófico y abstracto, supone una inteligente síntesis de la estética del arte moderno (sobre todo de la vertiente pictórica del mismo). 

Bueno, más o menos. Pero no nos adelantemos. ¿Cual es el objetivo principal de susodicho tratado? Reconciliar al público con el arte moderno. «Trataré de darles un atisbo de cómo es el taller del pintor, y creo que entonces llegaremos a entendernos», afirma Klee en estas páginas.

La única pega que lo pondría a Sobre el arte moderno es que, a la postre, aquello que Klee pretende hacer pasar por generalista no es más que su propia experiencia personal. A fin de cuentas, este brevísimo ensayo parece en ocasiones, antes que una guía general para legos en los misterios del arte moderno, una ayuda para comprender los resortes ocultos tras la obra del suizo.

domingo, 20 de octubre de 2019

Ricardo Piglia: Las tres vanguardias. Saer, Puig, Walsh

Idioma original: Español
Año de publicación: 2016
Valoración: Depende (para mi, muy recomendable)

Joder, Koldo. Cada vez con libros más raros. ¿De qué va este?
Pues este libro es la transcripción de una serie de conferencias que Ricardo Piglia dictó en la Universidad de Buenos Aires en 1990. En ellas habló acerca de lo que el consideraba nuevas vanguardias de la literatura argentina, cuyos máximos exponentes serían (para él) Juan José Saer, Manuel Puig y Rodolfo Walsh. Partiendo de lo que Piglia llama el período de constitución de las grandes poéticas argentinas de la novela, lo que hizo fue analizar cómo se empiezan a constituir otras poéticas y cómo se insertan las tradiciones exteriores en estas nuevas poéticas "locales".

Vale, che, que parecés un psicologo argentino. Bueno, ¿conviene venir ya leído de casa?
Por partes. Es un libro muy argentino, obviamente, y de ahí que sea conveniente tener al menos algunas nociones básicas acerca de lo que Piglia llama primera vanguardia argentina (que para el acaba en 1967 con la publicación del Museo de la Novela de la Eterna, de Macedonio Fernández) y que incluye a autores como el propio Macedonio, Arlt, Marechal, Borges y Cortázar.

Ya, ¿y es necesario conocer en profundidad la obra de Saer, de Puig y de Walsh para poder "disfrutar" del texto? 

Recomendable, sí; imprescindible, no. En mi caso, he leído apenas un par de obras de Saer (La pesquisa y El entenado), una de Puig (Boquitas pintadas) y una de Walsh (Operación Masacre) y creo que con eso es suficiente para tener una idea general acerca de sus respectivas poética.

¿Seguro?
Que sí, hombre, que sí. Te explico por qué. Pese a que Piglia centra el tema en la literatura nacional, es obvio que las cuestiones que en el texto se plantean son plenamente universales. Asuntos como la tensión entre la novela y la narración, entre el ideal y lo real, la "función" de la novela, la relación entre el arte y la vida, entre las innovaciones técnicas, los cambios en las estructuras narrativas provocados por estos y los diferentes modos de recepción del arte, etc son algo que se ha planteado en las diferentes literaturas nacionales (si es que estas existen, claro), aunque el lo lleve a terreno de lo argentino.

¿Y cómo dice Piglia que resuelven Saer, Puig y Walsh los asuntos que comentas?
Abreviando, Piglia define a Saer como vanguardia clásica y dice del el, por ejemplo, que supone la ruptura entre artista y sociedad, que sigue una estrategia narrativa en la cual se busca la totalidad a través de la fragmentación, en la que se narra de forma descriptiva el presente y en la que el estado de conciencia es el determinante de la realidad (y no al revés).
En cuanto a Puig (y en esto no puedo estar más de acuerdo con Piglia), supone la unión de la alta cultura y la cultura de masas desde el punto de vista formal, aunque con un punto de ruptura con la cultura de masas en sus finales "no felices" y en ese intento de hacer "algo más" con géneros narrativos ya tratados.
Por último, Walsh representa la vanguardia histórica, la tensión entre vanguardia política y estética rota a través de la acción. Walsh opta por la no ficción para resolver la relación arte / vida, por la función del escritor como historiador del presente

Uf. Pará ya, pibe (como sigás así, terminaré hablando lunfardo). A todo esto: ¿el lenguaje utilizado, las referencias... abruman?
No, o al menos yo no he tenido esa sensación. ¡Y te lo digo sin ser, ni mucho menos, un experto en estos temas ni tener formación específica en la materia!. Claro que las referencia filosófico-literarias abundan (Walter Benjamin esta por todas partes), pero hay que reconocer que Piglia hace las conferencias  amenas y accesibles para un público más o menos "estándar"

Entonces, ¿qué? ¿Lo recomiendas o no?  ¿Lo leo no lo leo? 
A mi, desde luego, me ha parecido un libro interesantísimo, aunque no se lo recomendaría a todo el mundo. Por ejemplo, si has leído a Saer, a Puig o a Walsh, deberías leerlo. Si no los has leído pero tienes cierto interés por cuestiones como "qué es la literatura (o la novela)", "de dónde viene" o "hacia dónde se dirige", no dudes en leerlo. Y si ni una cosa cosa ni la otra, primero lee a Puig, a Walsh y a Saer (yo iría en este orden) y luego ya hablamos.


También de Ricardo Piglia en ULAD: Los diarios de Emilio RenziBlanco nocturnoPlata quemada Los casos del comisario Croce

sábado, 16 de marzo de 2019

Mary Beard: Mujeres y poder

Idioma original: inglés
Título original: The Public Voice of Women y Women in Power
Traducción: Silvia Furió (ed. en castellano) / Anna Llisterri (ed. en catalán)
Año de publicación: 2014 y 2017
Valoración: recomendable

En este libro de ensayos, se recogen dos conferencias que la autora inglesa hizo en 2014 y 2017 («La voz pública de las mujeres» y «Mujeres en el ejercicio del poder», respectivamente) en las cuales la escritora analiza cómo se ha tratado la opinión de la mujer cuando se encuentra en la esfera pública.

Así, en «La voz pública de las mujeres», y fiel a su formación y profesión dedicada a la historia, Beard hace una mirada al pasado, remontándose a los tiempos de la Odisea, cuando Telémaco, dirigiéndose a su madre Penélope, le dice: «Madre, vuelve, como sea, a la habitación y ocúpate de tu trabajo, la tejedora y el huso, y haz que las esclavas se ocupen de la suya, y eso de hablar será cosa de los hombres, de todos, y más incluso de mí, pues es mío el poder en la casa». Con este breve párrafo, ya en el inicio de la conferencia, la autora denuncia que desde tiempos inmemoriales la voz de la mujer ha sido acallada por los hombres, incluso cuando estos son aún unos jóvenes y ellas mujeres inteligentes de mediana edad, a los que superan en experiencia y conocimientos. Así, poniendo este fragmento como ejemplo, la autora realiza un viaje al pasado (pasado que aún conservamos, o arrastramos, en el presente), desde la Antigua Grecia y pasando por el Imperio Romano, donde las voces de las mujeres han sido ninguneadas, ridiculizadas o acalladas.  Y si bien en determinados casos las mujeres han podido expresar su opinión, ha sido principalmente para defender sus intereses sectoriales, pero no para hablar en lugar de los hombres o del conjunto de la comunidad.

En relación a ello, el discurso público era uno de los principales atributos en el pasado que definían la masculinidad, y, a modo de ejemplo, comenta la viñeta de «la señorita Triggs», publicada en la revista Punch en 1988, y que resume perfectamente esta cuestión. En ella, se puede ver la mesa de un despacho alrededor de la cual se hallan sentados cinco hombres y una sola mujer, y el que ocupa el lugar central de la mesa comenta: «Es una excelente propuesta, señorita Triggs. Quizás alguno de los hombres aquí presentes quiera hacerla». En una sola viñeta, el impacto es evidente, por su sencillez y contundencia, e ilustra perfectamente lo que la autora expone en el relato, pues este tipo de afirmaciones, y aunque eso parece quedar lejos en el tiempo, está muy presente en la memoria y las costumbres actuales, siendo un ejemplo clarísimo del ya conocido concepto del mansplanning (tratado ampliamente por Rebecca Solnit en «Los hombres me explican cosas»). Incidiendo en más ejemplos históricos, expone algún otro caso asociado a la literatura, hablando de «Las bostonianas», de Henry James, y su marcada costumbre de silenciar a las mujeres, como es el caso de Verena Tarrant. Este autor, ya en sus ensayos, deja clara su posición escribiendo sobre «los efectos contaminantes, contagiosos y socialmente destructivos de la voz de las mujeres».

También la autora pone de relieve, no únicamente este silenciamiento de la voz de la mujer, sino también la falta de conocimiento y autoridad que, a través de un lenguaje ridiculizante, se les atribuye. Y, de hecho, en muchos casos en les que sí se le da poder, es para hablar de esferas tradicionales de intereses propios de las mujeres pues, por ejemplo, que sean Ministra de Sanidad, Igualdad o Educación no las descarta para ocupar los ministerios de Economía o Hacienda (cosa que aún no había sucedido en Gran Bretaña en el momento en el que se hizo la conferencia en 2013). Y también hablamos de espacios mediáticos como tertulias políticas o deportivas, dedicadas y ocupadas (sí, ocupadas sería un buen término descriptivo) por los hombres, pues se considera que son temas que ellos conocen más (y mejor). Y no le falta razón a la autora al criticarlo, pues esta desigualdad es evidente si nos fijamos en las tertulias y programas que copan nuestros medios y cuantas mujeres participan o lideran este tipo de programas.

Todas estas actitudes y mentalidades están muy interiorizadas en nuestra sociedad, en nuestra cultura, nuestro lenguaje y perpetuadas tras miles de años de historia. Y que las mujeres hablen de ciertos temas aún está mal visto por una gran parte de la sociedad (el ataque a las mujeres en internet por comentarios contra las mujeres es treinta veces superior a los dirigidos contra los hombres, en un evidente ejemplo de misoginia), en un claro intento de apartar a las mujeres del debate o de la expresión de su opinión. Y para poder conseguir expresarse, hay mujeres que masculinizan el discurso, a través de hablar con voz algo más grave e imitar ciertos aspectos de la retórica masculina. Esto puede funcionar, pero es solo un parche, no va al corazón del problema, no debería ser así.

Ya en el segundo ensayo, «Mujeres al poder», la autora también echa mano de sus conocimientos históricos y literarios para empezar el relato hablando de «Tierra de ellas», de Charlotte Perkins Gilman, relato que trata sobre un país donde solo viven mujeres (me pregunto aquí si Stephen King sacó de este relato su idea para «Bellas durmientes»). La autora lo utiliza para aventurarse a pensar en cómo sería un mundo donde las mujeres tuvieran el poder y, como en la conferencia anterior, también utiliza recursos de la historia antigua para ejemplarizar como la mujer ha sido relegada a esferas que supuestamente no son propiedad del hombre. Con ello, analiza el papel de las mujeres a las que se les ha reconocido poder (políticas, especialmente), pero afirmando que este aspecto, el hecho de identificar únicamente el poder con los cargos políticos, etc., es suponer que ocupan lugares no previstos para ellas, y deja de lado escenas diferentes donde otro tipo de poder es importante. De igual manera, abunda en este aspecto y habla del camino que ciertas mujeres siguen para alcanzar el poder, masculinizándose, poniendo como ejemplo a Margaret Thatcher o Hillary Clinton.

La autora, en este libro, breve pero recomendable por su interesante contenido, no plantea soluciones ni da consejos, sino que su intención es poner de manifiesto que hay un patrón de comportamiento que arrastramos desde hace miles de años y que hay que tomar consciencia de ello para cambiarlo. Y aprovecha también para cuestionar, no únicamente a quién se le da poder, sino también si este está bien definido, si está bien entendido por la sociedad cuando solo se puede reconocer en el quien tiene la forma e imagen de un hombre.

Por todo ello, hay que trabajar sobre qué entendemos por la voz de la autoridad y como hemos llegado a construirla, y redefinir el concepto de poder y hacerlo más amplio, tanto en pluralidad de género como en los ámbitos donde está reconocido. Solo así podremos intentar llegar a una igualdad que, por las tendencias y costumbres arrastradas desde tiempos inmemoriales, parece que aún queda lejos.

También de Mary Beard, en ULAD: Una historia de la Roma antigua

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Thomas de Quincey: Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes

Idioma original: Inglés
Título original: Of murder considered as one of the Fine Arts
Traductor: Diego Ruiz
Año de publicación: Entre 1827 y 1854
Valoración: Recomendable (o algo más)

Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes recopila tres textos salidos de la pluma de Thomas de Quincey: "Primera" y "Segunda memoria" (los cuales se publicaron originalmente por entregas), además de un "Post Scriptum". Las dos piezas iniciales, redactadas en formato conferencia, son una obra maestra del humor negro. La última, una crónica periodística de calidad excepcional.

“Primera memoria” fue publicada en 1827 en la revista Blakwood's Magazine. En ella se ficciona una conferencia impartida en la Asociación de Conocedores del Asesinato, asociación que reivindica el asesinato como forma de arte. El ponente asevera que todo asesinato puede (y debe) ser criticado y juzgado estéticamente. El asesinato es un acto reprobable, claro, pero una vez ya ha sido consumado, ¿por qué no admirarlo si así lo merece? Aspectos como el sujeto asesinado, los instrumentos, el tiempo o el lugar son los que determinarán la calidad de la obra. La “Segunda memoria”, publicada originalmente en la misma revista que su predecesora el año 1839*, viene a continuación. Es otra conferencia que ahonda todavía más en las peculiares inquietudes estéticas de la Asociación.

En ambos textos, escritos, por cierto, con precisión y elegancia, De Quincey hace gala de un exquisito humor inglés, permeado en todo momento por el sarcasmo y la ironía. El pasaje más conocido de este libro es una prueba indiscutible de ello: «Uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dará importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente.»

Por último tenemos un “Post Scriptum”, fechado en 1854. Esta parte se añadió a posteriori, quizás porque el autor sentía remordimientos por la supuesta frivolidad que había mostrado en las dos "memorias". ¿Qué podíamos esperar? Ya en sus extraordinarias Confesiones de un inglés comedor de opio se acobardó, y en la versión revisada de las mismas añadió un fuerte componente de moralidad. Personalmente, considero que la broma Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes era más que tolerable dado el tono irónico de la misma, y que no hacía falta un cierre como éste. Sin embargo, hay que reconocer que “Post Scriptum” es el texto más bien escrito del libro, por lo que su lectura es una auténtica gozada. En él, el autor finalmente se posiciona abiertamente en el asunto, sin la máscara del humor o la crítica social. Mediante una crónica periodística, describe minuciosamente los asesinatos cometidos por John Williams en 1812 y por los hermanos M'Kean en las proximidades de Manchester, con crudo realismo.

El mensaje Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes es evidente. En primer lugar, De Quincey critica el morbo que ciertos sucesos sórdidos generan en la raza humana. Dejad que os cite un fragmento de la primera conferencia para avalar esta afirmación: «El mundo en general -señores- está sediento de sangre; todo lo que desea en un crimen es que la efusión de sangre sea copiosa (...). Pero el conocedor ilustrado tiene más refinado gusto, el resultado de nuestro arte, como el de todas las demás artes liberales, es humanizar el corazón (...).» El hecho de que el autor señale una flaqueza humana y haga que en una Sociedad de refinados caballeros la justifiquen dota a todo el relato de una aguda misantropía. Por otro lado, también ayuda el uso constante de citas en latín** o académicas. El aire culto que desprende el libro, que en ningún momento consigue camuflar las atrocidades que en él se dicen, actúa como crítica soterrada a los círculos elitistas que se dicen elevados. 

En resumen, Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes es un ejercicio de genialidad que ha influenciado sobremanera a multitud de creadores, desde Marcel Schwob hasta Jorge Luis Borges. Sienta como un soplo de aire fresco en tiempos tan políticamente correctos como los que vivimos hoy en día. Y por sí misma, la lectura de este libro es imaginativa y ociosa: presenta una fabulación totalmente creativa, como la Historia universal de la infamia, teñida por un tono deliciosamente cínico, como el de El diccionario del Diablo. Vamos, que mejor carta de presentación, imposible.



*En el libro se le atribuye dicha fecha a la “Segunda Memoria”, aunque en algunos sitios web consultados durante la gestación de esta reseña se afirma que esta data del 1829. 

**Jamás traducidas en anotaciones de pie de página en la edición de Renacimiento, supongo que para dotar de mayor pedantería todavía al texto.


También de Thomas De Quincey en ULAD: Confesiones de un inglés comedor de opio

sábado, 10 de marzo de 2018

Shirley Jackson: Cuentos escogidos

Idioma original de los textos: Inglés  
Traductora de los textos: Paula Kuffer
Publicación de la recopilación: 2015
Valoración: Recomendable

Cuentos escogidos. Mi primera toma de contacto con Shirley Jackson. Once textos en total: ocho cuentos y tres conferencias. Tras leer este libro, me atrevo a decir que la autora, además de oficio, tiene talento. Si no me creéis, mirad sus cuentos. Jackson parte de premisas muy simples, y en apenas unas páginas, logra conducirlas hacia terrenos de lo más sorprendentes; crea historias originales y sobrecogedoras basándose en la cotidianidad. Sus personajes, pese al poco desarrollo que tienen debido a la brevedad que impone el formato cuento, están caracterizados y resultan creíbles. El estilo de esta escritora merece mención aparte: una prosa clara, sencilla (que no simple), certera y muy poderosa. Nada de alardes, nada de efectismos; recursos mínimos que consiguen grandes resultados.  

Los mejores cuentos de esta selección, a mi juicio, son “El amante demoníaco” y “La lotería”. En el primero, una mujer aguarda a que su amante la venga a buscar para casarse con ella. Y creedme cuando os digo que la cosa se convierte en un plano secuencia digno del mismísimo Hitchcock. El otro cuento, "La lotería", es probablemente el más conocido. Gracias a esta historia, Jackson ilumina con la temblorosa luz de una antorcha los recovecos ocultos de la civilización. Por más que su autora se niegue a darle una interpretación, está claro que la indignación que causó la publicación de “La lotería” remite precisamente a esa identificación social de la que hablaba. Esta historia nos traslada a un apacible pueblecito que parece ser americano en el que se celebra un ritual anual de lo más espeluznante. 

Por su parte, “La bruja”, “Después de usted, mi querido Alphonse” y “Charles” giran en torno a la figura del niño. Niños inquietantes, que desconciertan a sus padres. Quizás lo más remarcable de estos cuentos es que Jackson escribe a unos niños que parecen niños; hay que ver lo que les cuesta a tantos otros novelistas. Están francamente bien. 

“Siete tipos de ambigüedad” es cruel, injusto, pero ya está (“Después de usted, mi querido Alphonse”, por ejemplo, era cruel de un modo más insidioso y ambiguo), y “La muela”... “La muela” empieza bien, pero pierde el norte y se desmadra. Ojo: estas historias no están nada mal, pero, al contrario de lo que me sucedió con las demás, sus ramificaciones no me han dejado pensando. 

En cuanto a las conferencias que aparecen en esta selección, recalcaré que una de las tres está dedicada a la respuesta (mayoritariamente negativa) que suscitó “La lotería” cuando fue publicada; es la peor de todas. Habría dado más juego, pero en ella la autora se limita a exponer lo que ocurrió y ofrecer un par de reflexiones al respecto, sin profundizar demasiado. Por otro lado tenemos “Experiencia y ficción” y “Notas para un joven escritor”. En ambas conferencias Jackson da consejos en lo relativo al oficio de escribir sin pretender sentar cátedra ni apelar a lo universal, pero de forma altamente convincente; una auténtica maravilla. 

En síntesis, Cuentos escogidos funciona como antología recopilatoria. Es cierto que hay alguna historia algo floja, o que palidece en comparación con las demás, y que una de las conferencias tiene un potencial desperdiciado enorme, pero a Jackson hay que leerla, y este es un estupendo comienzo. Bueno, como cualquier otro, al parecer; ¡esta autora promete!


También de Shirley Jackson en ULAD: Aquí

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Amos Oz: Contra el fanatismo

Resultado de imagen de contra el fanatismoIdioma original: inglés
Título original:The Tubingen Lectures
Año de publicación: 2003 (Conferencias: 2001-2002)
Valoración: Recomendable

Cuando se trata de cuestiones como esta, justo es recordar un aforismo tan obvio como “ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio”. Obvio, siempre que uno no sea el de la viga. Nadie ve su propia viga, de lo contrario la habría extirpado hace tiempo.
La personalidad del escritor y activista israelí, su carácter conciliador y su actividad en pos de la paz (incluso antes de fundar la polémica ONG Paz Ahora en 1978) no le impiden atribuir un poco más de razón a los suyos, como él mismo señala, y por mucho que intente mantenerse equidistante. Este volumen –que ocupa solo unas cien páginas– recoge tres conferencias impartidas en el transcurso de un año en Tubinga (Alemania). En la primera, titulada Sobre la naturaleza del fanatismo, reconoce que este (la viga) puede estar en todas partes. Me preocupa particularmente esto que dice porque es algo que escucho a menudo:
“Se trata de una lucha entre los que piensan que la justicia, se entienda lo que se entienda por dicha palabra, es más importante que la vida, y aquellos que como nosotros, pensamos que la vida tiene prioridad sobre muchos otros valores, convicciones y credos”.
Ese “como nosotros” me resulta más que familiar. Y no es que esté en desacuerdo con lo de dar prioridad a la vida, pero ¿la vida de quién? porque cuando se habla de vida todos pensamos en la nuestra.
Oz reconoce –aquí y en otros escritos suyos, sobre todo en la magnífica autobiografía novelada Una historia de amor y oscuridad– que fue un niño fanático y que si algo caracteriza a los habitantes de Jerusalén es su tendencia a opinar de todo y a no escuchar a nadie. Según dice, ambos factores –su experiencia de “fanático rehabilitado” y el hecho de convivir con la polémica–  ha acabado convirtiéndole en un experto en “fanatismo comparado”. Y es cierto que se anda con mucha cautela a la hora de identificar el problema, reconociendo que, aparte del evidente, existe otro fanatismo más sutil, menos identificable. Y tan pegajoso que, es sorprendentemente fácil contraerlo, incluso cuando se está intentando combatirlo. Es como un virus, y aunque el hecho de inventar historias añade cierta perspectiva y capacidad de sintonizar con el prójimo, nadie, ni el propio escritor está inmunizado por completo.
Estoy de acuerdo. El fanatismo no admite vacunas, la mayoría mostramos un exceso de querencia por lo nuestro, incluso –y esto es fundamental– los que no tratamos de imponerlo por la fuerza. En cualquier caso, exceso de sentimentalismo, falta de imaginación y de sentido del humor (me sorprende que no cite aquí la ignorancia), conformismo y necesidad de pertenencia al grupo son los rasgos que, en su opinión, distinguen a un fanático, pero lo que de verdad le caracteriza es su deseo de cambiar al otro.
En cuanto al conflicto palestino-israelí –asunto en torno al cual giran estas reflexiones y gran parte de su obra– el autor asegura que, contra lo que pueda parecer, no tiene carácter religioso: se trata de un combate feroz por un territorio que ambos consideran suyo. Sorprende la seguridad con que Oz sostiene que existe una solución, teóricamente sencilla, consistente en que nadie pretenda echar a nadie y ambos se avengan a repartir el terreno y a convivir pacíficamente. Una idea que en la primera conferencia solo esboza y desarrollará ampliamente en la segunda. Esto no es nuevo, él  lleva décadas afirmando lo mismo, y si al principio podía parecer una locura, ahora está convencido de que la opinión pública ha ido virando lentamente y el tiempo le acabará dando la razón.
De eso tratará la segunda, cuyo título, Sobre la necesidad de llegar a un compromiso y su naturaleza, la resume perfectamente. Para él este conflicto es más complejo que otros (cita a Vietnam y el apartheid) y se lamenta de la simplificación que suele hacerse en Europa. (Eso ocurre porque él lo ve desde cerca, para los implicados lo que él ve tan simple no lo es en absoluto). Sin embargo, y aunque no pueda ser neutral del todo, hay que reconocer sus intentos:
“… muchos judíos israelíes no se dan cuenta de lo profunda que es la conexión emocional de los palestinos con la tierra. Igual que muchos palestinos no consiguen darse cuenta de lo profunda que es la conexión judía con la misma tierra. Pero para llegar a comprenderlo, ambas naciones tienen que atravesar un doloroso proceso que pasa por prescindir de los sueños, de las ilusiones, de las esperanzas y de los viejos eslóganes del pasado en ambos bandos.”
En resumen, la única solución posible consistiría en repartir el territorio entre ambos estados y tratar de convivir respetándose mutuamente en términos de “buena vecindad”. 
Esta actitud suya se refleja en el tercer título: Sobre el goce de escribir y el compromiso. Un compromiso que no exige el amor –entendido como el sentimiento incondicional que sus padres tenían hacia la Europa de su juventud–. El amor no es necesario, vivir en paz es más que suficiente. Pensando en los hechos históricos anteriores a su nacimiento o en situaciones que ha vivido “en las que el ocupado se convierte en ocupante, el oprimido en opresor”, “la víctima de ayer puede fácilmente convertirse en verdugo” el relativismo es, sin duda, la postura más sensata. También la más peligrosa, pues sirve para crear enemistades en uno y otro bando. Pero no se siente tan incómodo en ese campo intermedio. Su condición de novelista le ha habituado a ponerse en la piel de los personajes más diversos y esto le convierte en un mediador muy adecuado. “¿Por qué no yo?” se pregunta. Para muchos, el compromiso significa traición y deshonestidad, una postura que Amos Oz considera fanatismo y que solo conduce a la muerte. Por el contrario, para él “compromiso es sinónimo de vida”.
Es verdad, ¿por qué no él?

sábado, 4 de junio de 2016

Javier Cercas: El punto ciego

Idioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: recomendable

Ya no me extrañaría que el próximo libro de Javier Cercas empezara reivindicando que El punto ciego no es un ensayo sino una novela. Y que el escritor hablando de editar un ciclo de conferencias no es tal: es otro escritor llamado también, casualidades, Javier Cercas, explicando desde el punto de vista del personaje y usando algo ciertas experiencias personales. El juego de Cercas resulta atractivo, si bien puede comprenderse la impaciencia de quienes sean ajenos a él. Sus opiniones políticas tampoco ayudan a no granjearse enemigos y, aunque no debería ser así, a veces la opinión sobre el escritor como persona condiciona cómo se aprecia su obra.

Si me pareció que publicaba pronto El impostor, otra vez me sorprende su regreso a las mesas de novedades, aunque El punto ciego tenga toda la pinta de constituir una obra menor, su planteamiento dista mucho de ser timorato o modesto. No solo porque se trata del primer ensayo abiertamente literario de Cercas, sino (al margen del mensaje en el fajín) por ciertas ideas que el propio Cercas expone sobre su propia obra, la cual dice presentar "con la máxima humildad, pero con la máxima ambición".

Me olvidaba. El punto ciego es la adaptación de una serie de conferencias que Cercas dio en 2015 para la cátedra Weidenfeld de la Universidad de Oxford. Su traducción del inglés se nos presenta como una obra íntegra que gira en torno a ese concepto del punto ciego: un lugar indefinido y vacío que la novela moderna deja para que el lector lo rellene. Una duda que conforma el enigma final que está en toda gran obra, una elección del lector que ha de suscitar polémica y cuya resolución justifica la existencia de la novela. Cercas centra sus referencias en tres autores inapelablemente clásicos: Cervantes, Kafka y Melville, y aunque menciones a otros muchos son constantes (Kundera, Foster Wallace, Vargas Llosa), Cercas basa su discurso sobre todo en ellos. En este sentido, El punto ciego vuelve a ser muy representativo en lo que concierne al estilo del escritor extremeño: una idea o un concepto, al que se vuelve con insistencia y cierto ritmo, es el que conduce el libro. Sobre él construye su teoría sobre las dos grandes épocas de la novela, aprovechando para mostrar su extrañeza ante el hecho de que, constituyendo el Quijote un hecho pivotal en la narrativa moderna (no escatima elogios hacia el clásico de Cervantes), la narrativa en español tuviera que dejar transcurrir más de tres siglos hasta, con el boom, tomar otra vez las riendas a nivel global. El enfoque de Cercas no es crítico ni recriminatorio: por ahí asoman las entretelas de su oficio de profesor universitario y su talante es constructivo, condición que también se manifiesta en ese recurso habitual, el del regreso (los detractores dirán "reiteración") a ideas principales que el desarrollo de sus razonamientos constata y recuerda una vez y otra. 
Sorprende que en las alusiones a sus propias obras que entreveran los discursos se omita una novela magnífica como es La velocidad de la luz, si bien se justifica que sea (aunque sea la más metaliteraria) la más ajena a los muy frecuentados aledaños del periodo de la transición. En cualquier caso, aunque El punto ciego, por su naturaleza, no parezca destinada a plantear cuestiones definitivas sobre la situación de la narrativa, ni a abanderar futuras corrientes de opinión defendiendo o negando sus planteamientos, sí contiene suficientes estímulos (entre ellos, la cita de decenas de interesantes referencias) para merecer mucho la atención que se le quiera prestar.

Otras obras de Javier Cercas en ULAD: Aquí

domingo, 12 de enero de 2014

Italo Calvino: Seis propuestas para el próximo milenio

Idioma original: italiano

Título original: Six Memos for the Next Millennium (traducción al italiano: Lezioni americane: Sei proposte per il prossimo millennio)

Año de redacción: 1985

Valoración: Muy recomendable

Esta ensalada de idiomas puede resultar un tanto confusa, así que empezaré por explicar cómo se gestó el texto.

En 1984, este escritor recibió, por parte de la Universidad de Harvard, el encargo de elaborar y dictar un ciclo de seis conferencias, que integrarían el contenido de la prestigiosa cátedra Charles Eliot Norton Poetry Lectures –ocupada anteriormente por mentes tan prestigiosas como T. S. Eliot, Octavio Paz o Borges– durante el curso académico siguiente. El tema, que se deja a la elección de los ponentes, apuntaba a los valores literarios que debían obtener prioridad en un futuro. En opinión del autor estos valores eran tantos como ocho –e incluso había titulado la octava conferencia–, como bien explica su esposa en el prólogo. En el verano de 1985 había escrito cinco de ellas –en su versión italiana, aunque pensaba traducirlas al inglés–, y compuesto el título en este último idioma ya desde un principio. Se llamaron Levedad, Rapidez, Exactitud, Visibilidad y Multiplicidad; la sexta hubiera sido Consistencia. Aunque no podemos estar seguros de cual hubiera sido la versión definitiva, se supone que las modificaciones habrían afectado en todo caso a la estructura y el contenido se habría mantenido prácticamente inalterable. Calvino murió de un ictus cerebral en septiembre, pocos días antes de la fecha prevista para su viaje a E.E.U.U.

Los cinco capítulos en que se divide el libro resultante se caracterizan por una gran erudición –y, consecuentemente, cierto hermetismo–, por manifestar la insaciable curiosidad que presidió la vida su autor, por la elección de un puñado de obras significativas y de párrafos en que apoyar su discurso y proceder por acumulación antes que por adición de argumentos.

También resulta ser una constante de este libro considerar el opuesto de cada uno de los rasgos mencionados como una cualidad igualmente válida. En el apartado Levedad, por ejemplo, el peso no es reprobable: 
… así como no podríamos admirar la levedad del lenguaje si no supiéramos admirar también el lenguaje dotado de peso

Pero a él personalmente esa especie de estado gaseoso, de materia flotante en la escritura, tanto en forma como en contenido, le ha liberado del tiránico peso de la historia. La mitología le sirve, en este caso, de ejemplo para expresar lo que quiere decir, pero también la etérea condición de la informática y, cómo no, Milan Kundera. Adjudica a poetas y filósofos esa levedad del pensamiento que concreta en lo móvil, lo espiritual y lo luminoso, en las imágenes flotantes y etéreas que ha proporcionado la literatura.

En el apartado de la rapidez que, según reconoce, abunda en su propia obra más que su contraria, cita fábulas y antiguas leyendas, a Galileo, a Borges, o se refiere al relato oral, textos todos que, en solo unas cuantas frases, pueden condensar toda una vida. Las tramas que van, directas como un rayo, al desenlace, son rápidas, las que admiten digresiones, como suele suceder en las novelas, constituyen ejemplos de lentitud. Las virtudes de la exactitud en literatura resultan obvias para todo el mundo. En este caso, el opuesto, salvo en poesía –ejemplificada aquí por Leopardi–, no tiene demasiado que ofrecer. Calvino clama contra la imprecisión, el lenguaje rutinario y plano, plagado de vocablos todo-terreno que parecía haberse adueñado de los textos más recientes de la época. La visibilidad es una cualidad de lo fantástico que necesita de la imaginación para materializarse. Las dos funciones de esta, ampliar nuestros conocimientos e indagar en el campo de las posibilidades, se complementan entre sí. Pero hoy día acumulamos demasiadas imágenes, y lo peor es que están fabricadas de antemano impidiéndonos la posibilidad de asociarlas libremente a no ser que empecemos a educar nuestra propia facultad de crearlas. La multiplicidad del artefacto literario sirve para reflejar la complejidad del mundo y mostrar la totalidad del saber humano estableciendo con orden y exactitud las relaciones entre los diferentes elementos según el modo que tiene cada autor de concebirlas. Esa es la aspiración de la novela que el siglo XXI debería recoger y que se propusieron explícitamente tanto Georges Perec en La vida instrucciones de uso como el propio autor en Si una noche de invierno un viajero y El castillo de los destinos cruzados.

Por supuesto, no es esta una obra que vaya a gustar a todo el mundo, pero a mí me ha parecido una delicia sumirme en ese conjunto de ideas dispersas, reflexiones, fragmentos literarios, frases cargadas de poesía, especulaciones y divagaciones que dibujan para el lector de hoy la más que definida personalidad de Italo Calvino.

Del mismo autor: Aquí

domingo, 3 de junio de 2012

Jean Paul Sartre: El existencialismo es un humanismo

Idioma original: francés
Título original: L'existentialisme est un humanisme
Año de publicación: 1946
Valoración: Está bien



En la época de Sartre, la filosofía como materia de reflexión para el profano estaba de moda en ciertos círculos no estrictamente filosóficos. Las terribles convulsiones de la primera mitad del siglo XX habían conmocionado al público incitándole  a buscar respuestas. Ahora, el espectáculo al que estamos asistiendo nos mantiene también en estado de alerta, pero nuestra postura es muy diferente: nos hemos vuelto mucho más pragmáticos. Sin embargo, profundizar en estas cuestiones no está nunca de más, ni siquiera en los momentos más estables y prósperos. Ir más allá de lo evidente resolvería las cuestiones cotidianas así como las relaciones económicas y sociales mucho mejor que el mero pragmatismo.

No se trata de ninguna gran obra del filósofo, ya que es la transcripción de una conferencia suya organizada por el club Maintenant en París el año anterior con gran repercusión mediática. Sartre respondía a las objeciones que otras corrientes, como el catolicismo y el marxismo, habían hecho a los argumentos existencialistas. Se defendía de la acusación de supuesto pesimismo ideológico, explicaba el significado de la expresión existencia antes que esencia en un marco estrictamente ateo partiendo del cogito ergo sum de Descartes y situaba el concepto de angustia y desamparo a que da lugar la libertad absoluta, producida por la falta de referencias teístas y por la consiguiente eliminación de valores absolutos y determinismos de cualquier tipo. Las posibilidades no significan gran cosa, lo que cada uno haga será lo que es, y lo que somos afecta a todos. El que se escuda en un falso determinismo para no actuar es cobarde, no en un sentido ético sino intelectual. De ahí llega a la idea de compromiso y a la de responsabilidad. En la presentación de ese amplio abanico de libertades consiste el optimismo existencialista.

En la segunda parte, titulada Discusión, se reflejan las réplicas planteadas en la conferencia– entre las que destacan la supuesta primacía del pensamiento marxista sobre el existencialista o las nociones contrapuestas de naturaleza y situación – y las correspondientes respuestas de Sartre.

Este librito, al trasladar literalmente las palabras del autor y contener numerosos ejemplos, además de constituir un curiosidad, servirá a los estudiantes para conocer de primera mano los planteamientos básicos del filósofo y a todos para repasar en poco tiempo los supuestos existencialistas, como simple recordatorio o como preparativo antes de embarcarnos en una obra más amplia. Por otra parte, los argumentos a favor y en contra de esta corriente filosófica aclararán muchas cosas a todo el que esté interesado en conocer los cauces por los que discurría el pensamiento de entonces.



También de Sartre en ULAD: A puerta cerradaLa náuseaLas manos sucias Sobre esta corriente filosófica: Los existencialistas

domingo, 22 de enero de 2012

Jorge Luis Borges: Arte poética

Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 2001
Valoración: muy recomendable

A estas alturas del blog, los lectores asiduos ya conocen de sobra mi querencia por Borges. No en vano voy progresando, reseña a reseña, en mi temido y oscuro proyecto: "Todo Borges". Pues bien, en la anterior entrega hablaba de la autobiografía que Borges escribió (dictó) en inglés y explicaba su vinculación familiar con esta lengua. Se me olvidaba entonces este otro libro, en el que el alarde de bilingüismo es aún más espectacular. Arte poética recoge seis conferencias que Borges dictó en inglés en la Universidad de Harvard en el curso 67-68.

Lo extraordinario del caso es que aquí Borges no estaba escribiendo en una lengua distinta de la materna, lo que ya es bastante difícil, sino que estaba improvisando en esa lengua. En efecto, para aquel entonces Borges había perdido ya la visión casi en su totalidad y no podía hacer uso de nota alguna en sus conferencias. Como nota Gimferrer en el prólogo, esta circunstancia dota al texto de unas cualidades peculiares. Uno reconoce a Borges, desde luego, en sus temas fetiche, en su forma minuciosa de razonar sobre literatura apelando a pequeños detalles técnicos. Sin embargo, el lenguaje se despoja de buena parte del brillo retórico que le caracteriza; las estructuras son más fluidas y el lector encuentra menos ejemplos de esos sutiles juegos de adjetivación que dominaba.

Las conferencias tratan de la naturaleza de la poesía y la metáfora, de la épica, de los problemas que suscita la traducción poética y la relación entre pensamiento y poesía y, finalmente, ofrecen un personal credo de poeta. Sobre todo esto habla Borges de un modo ensayístico y desde la mayor humildad, ofreciendo simplemente su propia experiencia. Así, se presenta diciendo: "Tengo cerca de setenta años. He dedicado la mayor parte de mi vida a la literatura, y sólo puedo ofrecerles dudas." Pero esa humildad envuelve un dominio pasmoso de los clásicos de las literaturas española e inglesa, a los que cita de memoria una y otra vez.

Pese al tono personal y ensayístico, y pese a que en gran parte parecen haber sido improvisadas, en las conferencias Borges va desarrollando algunas ideas que no tienen nada de banal. Merece mucho la pena, por ejemplo, leer lo que dice sobre la traducción de poesía, en las que descubre un valor estético propio. Se pregunta asombrado por el origen del ideal de las traducciones literales, y propone (creo que con mucha razón) que quizá pueda hallarse una motivación teológica. Precisamente hace poco estuvimos hablando de esto en el blog.

Sólo diré una cosa más que para mí confiere un aura especial a este libro en concreto (a este tomo de papel en concreto que tengo delante de mí mientras escribo): fue el último libro que compré en pesetas, el 8 de febrero de 2002.

Otras obras de Jorge Luis Borges en ULAD: Aquí

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Zoom: Conferencia sobre Ética, de Ludwig Wittgenstein

Idioma original: inglés
Título original: sin título
Fecha de publicación: 1965
Valoración: recomendable

Sin ser desconocida, ni mucho menos, puede decirse que esta es una de las obras más raras de Ludwig Wittgenstein. Para quienes no tengan fresco el temario del bachillerato, diremos que todo el trabajo de este filósofo austríaco se centró en dos campos muy relacionados: la lógica y la teoría del lenguaje. Por eso esta pequeña charla que dictó en 1929 es más bien excepcional. Al comienzo aclara que no va a hablar de lógica ante un público lego en la materia porque necesitaría mucho más que una sola conferencia para lograr que entendieran algo (tacto, lo que se dice tacto, no tenía este buen hombre, célebre por amenazar a Popper con un atizador...). La Ética, sin embargo, le parece un tema fácilmente liquidable en 60 minutos. Esto no lo dice él, pero se infiere del mismo núcleo de su argumentación.

Pese a lo que pueda parecer por lo que acabo de decir, Wittgenstein no despreciaba a la Ética; todo lo contrario. Según su sistema filosófico (al menos el de ese momento, cristalizada en el Tractatus), la Ética trata vanamente de decir cosas que no pueden decirse. El mundo y el lenguaje son isomorfos, es decir, que todos los estados de cosas de que se compone el mundo pueden expresarse en proposiciones que serán verdaderas o falsas. Ahora bien, ninguna de esas proposiciones referentes a hechos podrá tener nunca el valor absoluto que reclaman los juicios morales. De hecho, el argumeto de Wittgenstein es aún más radical, porque incorpora en la Ética todo aquello que suele denominarse más bien estético, y también la religión, la Metafísica, etc. En general, dice, "no hay proposiciones que, en ningún sentido absoluto, sean sublimes, importantes o triviales". Un pensamiento al que hay que reconocerle bastante fuerza de atracción...

¿Cómo puede no suponer esto una descalificación radical de la Ética? Bueno, supone su descalificación como ciencia, desde luego, o sin más, como conjunto de proposiciones dotadas de significado. Sin embargo, Wittgestein estaba convencido de que lo más importante de la existencia tenía que ver precisamente, no con cómo es el mundo y qué estados de cosas lo conforman, sino con que el mundo sea. Y esto, se ponga uno como se ponga, no puede decirse, sino que sólo puede mostrarse. Relegar la Ética a lo que no se puede decir no la rebaja, la eleva. El propio Tractatus de Wittgenstein trataba también de mostrar algo que no podía decirse. Acabo con una imagen lo suficientemente reveladora: "si un hombre pudiera escribir un libro de ética que realmente fuera un libro de ética, este libro destruiría, como una explosión, todos los demás libros del mundo".

(La fotografía es de Ben Richards y está tomada de aquí.)