jueves, 7 de noviembre de 2024

Philip Fracassi: Los chicos del valle

Idioma original: inglés 

Título original: Boys in the Valley

Año de publicación: 2021

Traducción: José Ángel de Dios

Valoración: recomendable 

Por alguna, razón, (quizás porque los tiempos politicos que estamos viviendo parecen llenos de endemoniados) las historias de posesiones diabólicas gozan últimamente de gran popularidad, tanto en el cine como en la literatura. Tal es el caso de dos narraciones que tuvieron un considerable predicamento el año pasado (sí, ya sé que voy con retraso) entre los aficionados al género del terror, al menos en España: Acércate de Sara Gran y esta Los chicos del valle de Philip Fracassi, autor cuyo apellido no debe llevaros a engaño, porque su novela ha sido todo un éxito (vale, un chiste penoso. Prometo que no lo haré más...).

Resumen resumido: el valle del título es uno casi aislado en el estado de Pennsylvannia en el que, a principios del siglo XX, se erige el orfanato de San Vicente, llevado por curas católicos y los chicos en cuestión son, como es de suponer, los huérfanos acogidos allí. La historia de un orfanato llevado por curas ya sería bastante terrorífica de por sí y, en parte, Los chicos del valle va por ahí, pero, no pareciéndole suficiente, Fracassi mete un elemento ya definitivo: la aparición del maligno o de uno de sus adláteres, cuando menos -de muchos, porque ya se sabe que son legión-; una noche, cuando el invierno ya amenaza el valle, llegan al orfanato un grupo de hombres que traen a alguien digamos, un poco perjudicado... (aviso que a partir de aquí puede haber spoilers, pero es que resulta difícil explicar el libro sin ellos). A partir de ahí la "infección" se extiende rápidamente por el orfanato, como era de prever y la cosa acaba como el rosario de la aurora... y nunca mejor dicho.

La narración alterna los episodios contados en primera persona, desde el punto de vista de chicos como Peter -el protagonista de la historia, en gran medida- o David y la del clásico narrador omnisciente. Además de un estilo que busca la eficacia, sin caer en el simplismo, cabe destacar la panoplia de estupendos personajes que nos ofrece el autor: aparte de los huérfanos ya mencionados, marcados, sobre todo en el caso de Peter, por la tragedia, la dureza devsu situación y la lucha interna de cada cual,  tenemos a los curas -el tiránico Poole, el comprensivo padre Andrew- o al Hermano Johnson, un ex-convicto convertido en el brazo ejecutor de Poole...

La novela resulta eficiente y contundente. Como novela de terror, obviamente (y sin duda satisfará a los aficionados al género que no la hayan leído aún, como ya lo ha hecho a los que sí), pero no sólo, de hecho, es un terror que puede ser desagradable en algún momento, pero no más que el que aparece en muchas películas mainstream, sin ir más lejos; además de que la historia particular de algunos personajes tiene más profundidad de lo que puede parecer. Sin embargo, en mi opinión no resulta demasiado sorprendente; de hehcho discurre por caminos ya transitados y previsibles. Es cierto (y a partir de aquí, insisto, va a haber SPOILERS) que en cierto momento abandona la senda de El exorcista para transcurrir por lo que podría ser de igual modo una novela de zombies o infectados, u otras como El juego de los niños (clásico español del terror que se adelantó a Los chicos del maiz y que habría que reseñar algún día) o incluso El señor de las moscas... pero, aún así, no creo que haya alguien que se pueda llamar a engaño sobre lo que va a pasar en San Vicente. Para empezar, porque situar una historia de posesiones diabólicas en un orfanato aislado ya predispone bastante al lector sobre lo que se va a encontrar y después la narración discurre no sólo por los cauces habituales del terror y sus tropos, sino también del thriller en general. Por último, y quizá sea lo más interesesante de la novela, podemos considerar a ésta como profundamente cristiana; católica, de hecho. No sé si porque refleja las creencias de su autor o porque es necesario que sea así para contar una historia con presencia demoníaca convincente. pero tranquilo todo el mundo: no es necesario ser creyente en la fe católica para disfrutar de la lectura de este historia que, también hay que decirlo, de transcurrir en un orfanato laico resultaría mucho menos verosímil.

En suma, una novela de terror satisfactoria, aunque menos original de lo que las expectativas (hablo de las mías, claro está) prometían. Buena lectura, pues, para pasar un rato inquietante y entretenido, pero tampoco para hacerse popó de miedo; al alcance de todos los públicos, por decirlo así...

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