Idioma: español
Año de publicación: por entregas, entre 2015 y 2017 en la revista digital Orgullo y Satisfacción. Como libro, 2018
Valoración: recomendable
¿Todos sabemos lo que son los trolls, no? No me refiero obviamente, a los monstruos de las leyendas escandinavas o a los que le hacían en trabajo pesado a Sauron en El Señor de los Anillos, sino a esos usuarios/as de las redes sociales que, escondidos muchas veces tras seudónimos, se dedican a dar por saco al resto de la gente, tratando de molestar, irritar y desesperar con ánimo a veces interesado y muchas otras, simplemente por diversión propia... Hay gente pa tó, que diría el clásico (cuando digo redes sociales me refiero también a blogs como éste, aunque ahora ya hay pasado la época de esplendor de los mismos... Por otra parte, en este benemérito blog NUNCA hemos tenido trolls porque nuestros seguidores/as son gente no sólo leída, sino culta y amable como hay poca).
A medio camino de ambas modalidades, el troll individual y estas hordas digitales, encontramos la empresa que las hermanas Pacheco, Laura y Carmen, retratan en Troll Corporation: un negocio destinado a ofrecer servicio a quienes deseen fastidiar a la competencia, boicotear un producto, arruinar la campaña electoral de un rival político, o simplemente joder la marrana crear mal ambiente en las redes por interés personal o convicción ideológica. previo pago de unos razonables emolumentos, el cliente tiene la seguridad de que su petición estará en manos de un grupo de profesionales selectos y, sobre todo, extremadamente competentes en su labor... Bueno, al menos eso es lo que vende la empresa, porque en realidad los empleados de la Troll Co. son personas de lo más común, más o menos bienintencionadas, que han de lidiar no sólo con un trabajo precario hacia el que sienten reparos éticos, sino con la burocracia de la empresa, la sevicia de sus jefes y la inseguridad laboral. Personajes típicos que se pueden encontrar en cualquier oficina, como el novato, la becaria o la empleada veterana incapaz de adaptarse a las inacabables novedades que se implementan en el mundo laboral... Y, sobre todo, la desalmada y lenguaraz jefa del departamento, que no tiene reparo alguno en decir las cosas tal y como son y menos aún en ejecutarlas tal y como se le ordena... todo un hallazgo cómico de las autoras del libro, me parece a mí.
Como es fácil de adivinar, la impronta humorística del libro no sólo se debe a la ironía -o, directamente, sátira- sobre toda esa ola de malismo que nos acosa desde las redes sociales y no digamos desde la prensa tradicional y la política (con variantes según donde miremos, pero con un objetivo común que hubiera complacido a Mussolini y a Goebbels, los inventores de todo esto); también se basa, en gran medida, en las relaciones interpersonales y, sobre todo, en la dinámica entre los compañeros de trabajo y de éstos con sus jefes, dinámica no siempre exenta (y, de hecho, tendente) a caer en el absurdo. The Office, para entendernos, serie culmen de la comedia televisiva y que, no me cabe duda alguna, sirvió de inspiración para estas viñetas...
La única pega que se le puede poner a este libro es que ha envejecido un tanto, pese a que no han transcurrido ni diez años desde que empezaron a publicarse sus viñetas; en os tiempos actuales dicho malismo (feliz término acuñado por el dibujante y humorista Mauro Entrialgo) ya no se esconde tras el anonimato de los trolls interneteros, sino, como ya he dicho, ha pasado a ser mainstream y se exhibe sin rebozo alguno. De hecho, se ha convertido en una fórmula segura para triunfar en la prensa, la literatura (recordemos a cierto eximio escritor y académico español muy dado a las trifulcas gratuitas), la televisión y la política. El troleo sin complejos le puede facilitar a cualquiera llegar a presidenta de la Comunidad de Madrid, la República argentina o, ¿por qué no? los propios Estados Unidos de América... el Cielo es el límite. Ante esta tendencia mundial que no tiene pinta de ir a remitir en breve, Troll Corporation se nos presenta, pues, casi como un documento histórico, el testimonio de una época prepandémica (aunque postcrisis económica) en la que todavía este tipo de comportamientos debían ocultarse para no suscitar el rechazo general. Ahora ya, ni eso. Estamos apañados...
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