jueves, 30 de abril de 2009

Stefan Zweig: Novela de ajedrez

Idioma original: Alemán
Título original: Schachnovelle
Fecha de publicación: 1941
Valoración: Imprescindible

Aunque este blog ya ha sido testigo de varias reseñas dedicadas a Stefan Zweig, no puedo evitar volver a este autor, en esta ocasión para recomendar la lectura de Novela de ajedrez, una de sus novelas cortas mejor construida y más elogiada. Bien por su construcción narrativa, que no deja un momento de respiro; bien por su argumento, capaz de sumergirte en la historia sin remedio; bien por sus personajes, psicologías particularmente interesantes, desde el momento en que lees sus primeras páginas ya no puedes dejarla hasta que no alcanzas el punto final.

El punto de partida en sí mismo no tiene nada de particular: un barco en medio del océano haciendo la travesía Nueva York-Buenos Aires, un narrador-personaje que descubre que el campeón mundial de ajedrez viaja a bordo, unos personajes obsesionados con el juego de reyes y una partida de ajedrez que permitirá al narrador conocer la vida del señor B, noble austriaco que esconde una terrible historia de supervivencia en el contexto histórico del Tercer Reich. Sin embargo, en cuanto el lector empieza a conocer a los personajes principales de la novela, se adentra en un mundo dominado por una obsesión, el ajedrez, que al mismo tiempo se convierte en flotador salvavidas contra la locura como en carretera directa hacia la autodestrucción.

Una novela para leer y disfrutar de una tarde lluviosa de domingo, admirando en cada página la construcción psicológica de los personajes y el ritmo narrativo de una novela breve, sencilla y apasionante. Y observar desde los ojos del narrador, el duelo de dos personalidades opuestas -como el color de las fichas del ajedrez- sobre el tablero que desata sus obsesiones y que, en cierto modo, los iguala. En definitiva, una novela de ajedrez.

Otras obras de Stefan Zweig en ULADEl mundo de ayer¿Fué él?Fouché. Retrato de un hombre políticoMendel el de los librosMaría AntonietaTiempo y mundoCarta de una desconocidaNovela de ajedrezVeinticuatro horas en la vida de una mujerViaje al pasadoLos ojos del hermano eternoLas hermanasLa piedad peligrosa o La impaciencia del corazónMontaigneClarissaMiedoArdiente secretoUna boda en LyonEl amor de Erika Ewald

miércoles, 29 de abril de 2009

Paul M. Marchand : Que nos juzguen los perros si pueden

Idioma original: Francés
Título original: Je abandonne aux chiens l’exploit de nous juger
Año de publicación: 2003
Valoración: Muy recomendable

He de reconocer que el título que hoy nos ocupa cayó en mis manos por casualidad, mientras curioseaba en la biblioteca pública que frecuento. Buscaba algo diferente que leer, algo de lo que no tuviera ninguna clase de antecedente; ni críticas, ni reseñas previas que restaran encanto al acto de descubrir un libro por uno mismo. Y allí apareció aquella novelita corta presidida por la sugerente fotografía de una joven que, con gesto pícaro, desvía la mirada del hombre que tiene frente a ella en la mesa de lo que parece un restaurante. Que nos juzguen los perros si pueden era su título, algo que también sonaba estimulante. Así que no me quedó más remedio que mirar el lomo trasero del libro para leer su argumento, lo que instantáneamente hizo que me invadiera una honda sensación de rechazo, porque, ¿acaso no repele saber que alguien se ha molestado en escribir la historia de amor entre un padre y su hija basándose, encima, en un hecho real? Como si de un telefilme de medio pelo se tratara.

Y sin embargo, me llevé el libro a casa, lo leí con interés de principio a fin, y cuando lo cerré, me sentí culpable por mi inicial reacción. Porque aquello estaba realmente bien escrito, bien relatado, tan bien, que no pude evitar comprender a la joven Sarah, que tras diecisiete años de oscuridad, se planta frente a Benoît, el hombre que apenas salido de la adolescencia dejó embarazada a su madre y del que no se volvió a saber, es decir: conoce, al fin, a su padre biológico. Y es tal la atracción física e intelectual que siente por su progenitor que no espera demasiado para acostarse con él primero, enamorarse de él después, complicando hasta el infinito la que podía haber sido una efímera aventura sexual prohibida. Y no: Sarah no es discípula de la Lolita de Nabokov ni de la incestuosa Anaïs Nin, ni está enferma de síndrome de Electra; y Benoît , el atormentado y apasionado Benoît, está convencido de que si la relación llegara a cuajar siempre le recordarían como al pervertido que se tiraba a su hija.

Ciertamente, me dejó sin aliento el talento de Paul M. Marchand para relatar con serenidad y pulcritud algo que hace tambalearse uno de los que creemos intocables pilares de nuestro civilizado código de conducta humano, lo cual no quiere decir que el autor haya logrado que yo reniegue de dicho compendio de valores o directrices o como quieran llamarse. Pero consiguió que admitiera como válidos sus argumentos, todo un logro.

¿Apología del incesto? ¿Justificación de la perversión sexual camuflada bajo la máscara del liberalismo más desquiciante y vergonzoso? Francamente, si el lector de esta novela bucea en ella, dejándose arrastrar por las fuerzas que obligan a sus protagonistas a precipitarse al abismo de una pasión tildada de enferma y depravada, ni siquiera se planteará estas cuestiones. Se dará cuenta de que sólo se trata de una historia de amor.

martes, 28 de abril de 2009

J. M. Coetzee: Esperando a los bárbaros

Idioma original: inglés
Título original:
Waiting for the Barbarians
Fecha de publicación: 1980
Valoración: Imprescindible

De los Premios Nobel de los últimos, digamos, 10 años, Coetzee es probablemente junto con Kertész el más indiscutible, el que de manera más evidente ha demostrado su maestría para crear mundos, personajes, arquitecturas narrativas. Coetzee es un narrador poderoso y temible, capaz de mostrar delicadeza pero sobre todo de ser implacable en su descripción de la violencia -individual o colectiva- y de tejer complicadas relaciones humanas entre sus personajes.

Esperando a los bárbaros (cuyo título se relaciona probablemente con un magnífico poema de Kavafis) narra de una manera alegórica lo que La edad del hierro -otra magnífica novela del mismo autor- muestra históricamente: la relación entre los ciudadanos y un sistema de poder injusto; las posibilidades del individuo ante la violencia sistemática, o la relación entre conciencia y actuación.

El protagonista y narrador de la obra es un Magistrado de una ciudad fronteriza de un Imperio sin nombre, que apura sus últimos años de vida y de servicio. Su apacible modo de vida se ve interrumpido por la llegada de un destacamento militar que llega a la ciudad con la intención de defender la frontera contra el ataque de los bárbaros, seres nómadas y difusos de los que no sabemos casi nada. El Magistrado encuentra y acoge entonces a una joven bárbara, mutilada y ciega tras las torturas de las tropas imperiales, y decide devolverla a su pueblo, en un viaje a través del desierto, lo que cambiará para siempre su situación -de ejecutor a víctima- frente al poder imperial.

La narrativa de Coetzee, aun cuando no lo haga expresamente, siempre debe entenderse en el contexto de su origen sudafricano, un país en el que las fronteras entre el poder y "lo otro" no era geográficas sino raciales. Esto no significa que haya que realizar una lectura fácil y paralelística (los "bárbaros" son los negros, víctimas del Apartheid...), sino que los problemas que plantea -el poder, el miedo al otro, las zonas fronterizas de la conciencia, la moral y la civilización- tienen un origen sudafricano, aunque Coetzee sepa elevarlas, a través de su narrativa, al nivel de las grandes preguntas universales.

Todas las obras de J.M. Coetzee reseñadas en ULAD: Aquí

lunes, 27 de abril de 2009

Hans Jonas: La religión gnóstica

Idioma original: inglés
Título original: The Gnostic Religion
Año de publicación: 1958
Valoración: muy recomendable

El germen de este excelente trabajo de Hans Jonas fue su tesis doctoral, escrita en Marburgo bajo el influjo del magisterio de Martin Heidegger. Esta influencia fue bastante suavizada en las posteriores reelaboraciones de la obra, lo que no es de extrañar, aunque sólo fuera desde el plano personal: al fin y al cabo, Jonas, de origen judío, hubo de exiliarse en 1933, el mismo año en que Heidegger se afilió al Partido nazi y fue nombrado rector de la Universidad de Friburgo. Pese a todo, en el epílogo de la versión que aquí comento sigue desarrollándose la idea de que el existencialismo -uno de cuyos principales representantes es el propio Heidegger- es algo así como la Gnosis moderna.

No es una analogía nada descabellada: lo que caracterizó el espíritu del movimiento gnóstico fue una conciencia radical de extrañamiento, una sensación de hallarse en la Tierra fuera de lugar; algo que tiene mucho en común con la idea central del existencialismo, por la cual el hombre se halla arrojado a un mundo que le es indiferente. En realidad, la creencia básica de los gnósticos es más siniestra. No es que el mundo sea indiferente al ser humano, sino que le es hostil. A partir del siglo I a. C. se extiende en el ámbito cultural helenístico un clima espiritual radicalmente opuesto a la tradicional confianza griega en el orden del cosmos. Introduciendo elementos de las religiones orientales y mezclándolos, quizá, con cierto substrato platónico, se afianza el convencimiento de vivir en un mundo creado por un Dios perverso, que busca nuestra perdición. Éste sería el Dios creador del que habla el relato del Génesis: una divinidad menor, tiránica, que esclaviza a la humanidad con un cúmulo de normas estrictas y sin sentido.

Frente a este Dios perverso, que nos encierra en la materia (o, mejor, sobre él), se encuentra el verdadero Dios: el "Dios Extraño", al cual no podemos conocer. De Él emanan, en una complicada sucesión de hipóstasis, infinidad de Dioses menores, de entre los cuales el Creador de la Tierra es el último. Así, la distancia que nos separa del verdadero Dios es casi infinita, y está guardada por celosos arcontes que obstaculizan el paso. Sólo el creyente puede adquirir el conocimiento (la gnosis) necesario para andar este camino.

Esta compleja y angustiosa mitología no puede sino volver cabeza abajo gran parte del imaginario religioso al que estamos acostumbrados. Así, Jesús no sería hijo del Dios del Génesis, sino del verdadero Dios, enviado por su Padre para liberar a la humanidad de la tiranía de Yahvé y de la ley mosaica. Ciertos gnósticos veneraban a Cristo en la figura de una serpiente, puesto que fue la serpiente la primera en incitar a Adán a liberarse de los mandatos del Dios malvado. Algunos grupos incluso sacaron la conclusión que está implícita en este razonamiento: si Yahvé es perverso y su ley nos tiraniza, incumplir puntillosamente el Decálogo es el camino a la liberación. Hubo, en efecto, una moral gnóstica del libertinaje (lo que dio abundantes argumentos a los defensores de la ortodoxia cristiana, claro está).

Adentrarse en el gnosticismo es descubrir todo un universo simbólico que bien podría haber triunfado y formar hoy nuestra tradición. La obra de Jonas no puede ofrecer el último estado de la cuestión, pero sigue siendo una guía exhaustiva y original.

domingo, 26 de abril de 2009

Art Spiegelman: Maus

Idioma original: Inglés
Título original: Maus. A Survivor's Tale
Fecha de publicación: 1980-1991
Valoración: Imprescindible

Art Spiegelman comienza a publicar por entregas el primer volumen de Maus, titulado Mi padre sangra historia, en la revista Raw en 198o. La obra no se completa hasta 1991, cuando terminan las entregas del segundo volumen de la serie titulado Y allí empezaron mis problemas. A lo largo de unas 300 páginas de comic en blanco y negro, el propio escritor como protagonista nos cuenta la historia de sus padres, judíos polacos, a partir de la invasión de Polonia por el ejército nazi. Las vivencias abarcan todo el periodo de la guerra, durante el que la situación de la familia cambia en varias ocasiones hasta terminar en los campos de concentración.

Más allá del gran interés que despierta la historia de la familia, contada de forma clara, sin pelos en la lengua, y con un ritmo narrativo que atrapa sin posibilidad de escapatoria al lector, Spiegelman hace un uso del flashback, los saltos temporales y los juegos de planos narrativos que convierten la lectura del comic en un auténtico placer. El argumento, en realidad, no deja de usar la típica estructura de la confesión o relato de las experiencias, con un Art Spiegelman que entrevista a su padre, un hombre mayor, aquejado de dolencias cardiacas, nervioso, extremadamente puntilloso y ahorrador. Pero estas entrevistas -en las que se suceden los saltos temporales y espaciales entre el presente de los EEUU y la relación entre Art y su padre, y el pasado de la guerra en Europa y los campos de concentración- enganchan al lector a unas páginas en las que se relatan las vivencias de unos supervivientes, convertidos en ratones (judíos) dominados por gatos (alemanes).

Como bien dice Umberto Eco en la contraportada del libro editado por Reservoir Books: " Lo cierto es que Maus es un libro que no se puede dejar de leer, ni siquiera para ir a dormir. Cuando dos de los ratones hablan de amor, te conmueven; cuando sufren, lloras. [...] Cuando terminas Maus te da pena haber abandonado este mundo mágico..."

sábado, 25 de abril de 2009

F. Scott Fitzgerald: Hermosos y malditos

Idioma original: inglés
Título original: The Beautiful and Damned
Fecha de publicación: 1922
Valoración: Muy recomendable

A la hora de acometer la tarea de enfrentarse a una crítica literaria hay que evitar caer en la tentación de dedicar buena parte del espacio concedido a narrar la vida y milagros del escritor de turno, algo muy complicado cuando la vida de éste es especialmente digna de contar. Y con F. Scott Fitzgerald, más en boga que nunca gracias a la adaptación cinematográfica de uno de sus cuentos (El curioso caso de Benjamin Button), es difícil no irse por las nubes dando a conocer su biografía.

Fitzgerald, estadounidense, y miembro de la llamada “Generación Perdida”, fue un apuesto cachorro de las altas esferas de los “felices años veinte”, que pronto se enamoró de la bella (y también escritora, y también niña almidonada) Zelda Sayre. La pareja se casó con poco más de veinte años, bien pertrechada de toda clase de comodidades, bailes al ritmo del mejor jazz y glamourosas amistades. Sin embargo, el matrimonio no cumplió con las edulcoradas expectativas que desprendía: el inesperado descenso de Zelda al infierno de la locura, y el alcoholismo de Scott, unidos a sus apuros económicos, terminarían sumiéndoles en la desgracia. Él fallecería, ahogado en copas y deudas, a la edad de cuarenta y cuatro años a causa de un paro cardíaco; ella lo haría ocho años después, víctima de un incendio en el psiquiátrico donde estaba ingresada.

Tras conocer a vista de pájaro semejante contexto existencial, los lectores de Hermosos y malditos, podrán comprender mejor por qué el escritor tenía material de sobra para narrar el enamoramiento/matrimonio/desmoronamiento protagonizado por dos jóvenes de la alta sociedad: Anthony Patch, obsesionado por heredar la fortuna de su moribundo abuelo, y Gloria Gilbert, cuyo único mérito consiste en ser una caprichosa belleza que deja un reguero de corazones rotos a su paso.

La trama discurre a un ritmo pausado que jamás tedioso: a Hermosos y malditos no le sobra ni una sola línea. Todos los acontecimientos a los que el lector asiste son necesarios para llegar a paladear la repelente burbuja de falsedades y penalidades camufladas en la que el propio autor vivió atrapado.

Uno de los mayores atractivos de este libro (además de una encomiable capacidad de describir las sorprendentes psicologías de sus protagonistas, frívolos por convicción) es el abanico de impagables personajes secundarios que ofrece: desde las amigas serviles (pero en nada ingenuas) de la todopoderosa Gloria, pasando por el particular criado japonés que la pareja contrata durante una temporada, hasta los dos compañeros de fatigas de Anthony. Estos últimos son dignos de una mención especial: Dick Caramel, escritor mediocre y encantado de haberse conocido, que acabará ganando una fortuna con su primera novela pese a su escaso talento, y el cínico Maury Noble, lúcido y afilado personaje que se convertirá en un rico hombre de negocios.

En cuanto a pasajes para recordar, apuntaré como especialmente brillantes las líneas en las que Fitzgerald narra cómo una improvisada y desangelada fiestecilla regada de alcohol y estupidez en casa de los cada vez más arruinados Patch, acaba costando un duro precio al joven matrimonio. También encuentro muy atractivas las líneas en las que se cuentan los infructuosos intentos de Anthony por convertirse en escritor o comercial para lograr engrosar sus depauperadas cuentas corrientes. Aunque nada puede superar a ese capítulo que despierta una extraña sensación de compasión/patetismo, en el que Gloria trata de trabajar como actriz de cine alentada por uno de sus ex enamorados. El error de la mujer es que lo intenta demasiado tarde: a las puertas de los treinta años.

¿Son Anthony Patch y Gloria Gilbert, Scott y Zelda Fitzgerald? Si es así, al escritor de esta historia debemos reconocerle, al menos, el don de anticiparse a la realidad, a su propia realidad, en la que fue su segunda novela.

También de Scott Fitzgerald en ULADEl gran GatsbyUn diamante tan grande como el Ritz

viernes, 24 de abril de 2009

Alberto Méndez: Los girasoles ciegos

Idioma original: español
Fecha de publicación: 2004
Valoración: Muy recomendable

La revisión de la historia cercana (relativamente) está de moda: la recuperación de la memoria, la revisión de los relatos de los vencedores, y también de los de los vencidos, llenan nuestras librerías y los artículos de opinión de muchos periódicos. A esa revisión del pasado –concretamente de la primera posguerra-, aunque con una voz muy personal y un acento en lo humano individual, se une Alberto Méndez, un narrador sólido, tardío y aclamado por la crítica, aunque lamentablemente fallecido poco después de publicar Los girasoles ciegos.

Todos los personajes de Los girasoles perdieron la guerra (o mejor, se perdieron en la guerra), cada cual según su condición y empujado por diferentes circunstancias. Así el capitán Alegría, protagonista de “Si el corazón pensara dejaría de latir”, que decide rendirse al ejército republicano precisamente la noche de la victoria final sobre el Madrid sitiado, aun sabiendo que esa rendición acarreará su desgracia definitiva; o Elena, Eulalio y el pequeño Rafael, que en “Manuscrito encontrado en el olvido” se refugian en la montaña huyendo del ejército nacional, sólo para encontrar la soledad, la locura, la muerte; o Juan Senra, profesor de violonchelo apresado y juzgado por un tribunal militar, y que, como una Sherezade moderna, debe inventar historias honorables en “El idioma de los muertos” para el nada honorable hijo del coronel que le juzga; o, por último Lorenzo y su familia, obligados en “Los girasoles ciegos” a vivir entre secretos y fantasmas, y acosados por la mirada supuestamente protectora –y lasciva- del hermano Salvador.

Aunque el terrible contenido de estas historias, que nos muestran seres en el límite de la vida y la muerte, de la cordura y la locura, del honor o la vergüenza, es suficiente para atraer nuestro interés hacia ellas, la técnica narrativa implacable con la que están escritas contribuye a acentuar la sensación de claroscuro barroco (las figuras, dolorosamente claras sobre un fondo negro) en que nos sumerge el libro. Además, las repeticiones temáticas, de situaciones y personajes, contribuyen a la unidad de la obra, que, con un poco más de atrevimiento, su autor hubiera podido denominar “novela” en vez de colección de relatos. El mismo recurso de ceder la voz a los personajes en determinadas historias ayuda a conseguir el efecto de realidad que tan poderosamente logra transmitir esta novela.

jueves, 23 de abril de 2009

Invitación al Bookcrossing

Aprovechando que hoy se celebra el Día del Libro, os proponemos una sana actividad: en lugar de (o además de) regalar libros, como suele hacerse en esta fecha, ¿por qué no "liberar" unos cuantos?

La "liberación de libros", también conocida como bookcrossing, es ya una actividad con unos cuantos años de tradición. Básicamente, consiste en depositar o abandonar libros en lugares públicos, para que puedan ser leídos por otras personas. Se puede poner además una nota en la portada, en la contraportada o en la primera página, explicando que el libro ha sido liberado, y que quien lo encuentre lo vuelva a liberar después de leerlo. Y ya si se quieren hacer las cosas del todo bien, se puede registrar el libro en la página de BookCrossing España, y anotar en él el Número de Identificación BookCrossing para que quien lo encuentre pueda comentarlo y contar qué le ha parecido o dónde va a liberarlo de nuevo.

Así que ya sabéis, si hay por ahí algún libro especial que os gustaría compartir con alguien, aunque sea un desconocido, animaos a liberarlo. Los que escribimos este blog nos comprometemos a liberar al menos un libro este 23 de abril. Podéis poner en los comentarios qué libros vais a liberar y dónde...

miércoles, 22 de abril de 2009

Miguel Hernández: Antología poética

Idioma original: español
Año de publicación: 2000.
Valoración: Imprescindible.

De las muchas antologías que se han hecho a partir de la obra poética de Miguel Hernández, he elegido la de la editorial Espasa-Calpe, realizada por José Carlos Rovira e incluída en la colección Austral, en el año 2000.

Aunque no es la edición más reciente (existe, por ejemplo, una Antología comentada en dos volúmenes editada por De la torre, en 2002) y, seguramente, tampoco la mejor, me parece bastante completa, económica y accesible.

Pienso que un libro como éste puede ser una buena toma de contacto para quienes aún no conocen la poesía de Hernández y un buen "resumen" de ella para los que ya la amamos. Pero, en realidad, cualquiera de los títulos de Miguel Hernández nos garantiza en sus páginas un pedazo de la mejor poesía española (Perito en lunas, El rayo que no cesa, Viento del pueblo...)

Su autor, pastor en su juventud, en gran medida autodidacta y soldado en el bando republicano durante la Guerra Civil, muere enfermo en una cárcel de Alicante, a los 31 años.

Comprometido en vida y obra con su realidad social y política, y brillante en su técnica literaria, es, en mi opinión, uno de esos poetas imprescindibles a los que uno vuelve una y otra vez para encontrarse consigo mismo y con los otros; para recordar el verdadero valor de la poesía; para alimentarse de la lucidez de unos ojos abiertos al mundo y críticos con él... que dicen que nadie pudo cerrarle cuando murió.

Como muestra de su genialidad, les dejo el final de uno de sus poemas más conocidos; "Vientos del pueblo me llevan". Unos versos que parecen presagiar el doloroso final que esperaba al poeta y, de algún modo, condensan su forma de vivir y de crear.

"Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas."

Otras entradas sobre Miguel Hernández: Centenario de su nacimientoUnos minutos para Miguel Hernández

martes, 21 de abril de 2009

J. G. Ballard: El mundo de cristal

Idioma original: inglés
Título original:
The Crystal World
Fecha de publicación: 1966
Valoración: Está bien

Este domingo moría J. G. Ballard, un escritor británico independiente y original, conocido fundamentalmente por novelas como Crash -adaptada en una polémica película de David Cronenberg- o El Imperio del Sol -que llevó al cine Steven Spielberg, y que está basada en gran medida en las experiencias infantiles del propio Ballard durante la Segunda Guerra Mundial-. Sin embargo, el género que Ballard más cultivó es el de la ciencia ficción, aunque una ciencia ficción distinta a la de Asimov, Stanislaw Lem, Philip K. Dick, etc., que presenta fundamentalmente mundos distópicos en proceso de desintegración o transformación.

El mundo de cristal es un ejemplo de este segundo tipo de novelas: Edward Sanders, un médico británico, es enviado a una región de África de difícil acceso, para ayudar a combatir una variante de la lepra. En el camino, sin embargo, descubre que se está produciendo un extraño e inexplicable fenómeno: la selva ha comenzado a cristalizarse, al igual que todo lo que la selva pueda contener: plantas, animales o personas.

Más sorprendente todavía que este planteamiento inicial es el desarrollo que Ballard hace tomar a la novela, centrándose en las reacciones de los personajes ante el fenómeno, tanto o más que en el fenómeno en sí mismo. Un enfoque más hollywoodiense, por decirlo de alguna forma, habría llenado la novela de acción, giros sorprendentes, personajes planos. Ballard apunta en dirección contraria: crea un conjunto de personajes secundarios con historias y personalidades complejas, que les hacen encarar de maneras diversas la amenaza de la cristalización, insistiendo además en el carácter ambiguo de la plaga: mata, porque elimina la vida, pero también preserva, porque detiene el tiempo.

El conjunto es una novela verdaderamente fascinante: algo así como La vorágine de José Eustasio Ribera, pero con efectos especiales.

Otras obras de J.G. Ballard en ULAD: La exhibición de atrocidadesLa sequíaRascacielosCrash, Avió en vol ras

lunes, 20 de abril de 2009

Ramón María del Valle-Inclán: Luces de Bohemia

Idioma original: español
Año de publicación: 1920
Valoración:
Imprescindible

Con Luces de Bohemia me pasa como a Santi con Pedro Páramo: me da cierto reparo recomendar un libro que es ya parte indiscutible del canon literario, pero también me siento obligado a hacerlo. Supongo que, como yo mismo, muchos de vosotros habréis leído esta obra en el instituto. Es curioso, a mí la obligación de aquellas lecturas no consiguió nunca hacérmelas insufribles. Todo lo contrario. Supongo que se debe a que tuve muy buenos profesores de literatura.

Luces de Bohemia
es, claro, el prototipo del esperpento, casi su mito fundacional. Son célebres las definiciones que da Valle en la obra misma sobre esta forma del teatro, que es invención suya y, al mismo tiempo, nuestra estética inevitable: "El sentido trágico de la vida española sólo puede ofrecerse con una estética sistemáticamente deformada". Ésta siempre me ha parecido una de las mayores verdades de Luces de Bohemia. El espíritu español, si es que hay algo así, ha oscilado entre la mística y la farsa, y ha alcanzado, quizá, su más extravagante grandeza cuando ambas se han unido en un mismo caso. La mística imbuida de farsa dio, por ejemplo, a la monja de Ágreda: visionaria consejera de Felipe IV que aseguraba tener el don de la bilocación y evangelizar a medio México sin salir de su convento soriano. Luces de Bohemia completa a la perfección el movimiento contrario: es una farsa de pillos y putas, pero también una Pasión.

Valle no deja títere con cabeza: en su viaje por la noche madrileña, Max Estrella atraviesa todas las clases sociales y todos los ambientes culturales para descubrir en todos lados vileza, mediocridad y corrupción. Casi todos los personajes están retratados, como decía el mismo Valle, desde arriba, como fantoches o marionetas. Un par de trazos geniales bastan para caracterizar su funesta ruindad. Pero si la farsa es también una Pasión es gracias a que no todo sucumbe a esta geometría de espejo cóncavo. Algunos personajes (la mujer y la hija de Max, por ejemplo) se nos presentan como seres humanos, iguales a nosotros y dignos de compasión; otros (el mismo Max, el preso con que comparte celda) adoptan en su dolor inmerecido una estatura trágica que nos hace admirarlos.

Con Luces de Bohemia Valle supo eludir uno de los mayores peligros de cualquier artista, el de sucumbir a la tiranía de sus propios principios: porque define el esperpento y a la vez lo incumple es una obra grande, capaz de transmitir verdad y despertar emoción.

También de Valle Inclán: Sonata de primavera, Tirano BanderasDivinas palabras

domingo, 19 de abril de 2009

Yukio Mishima: El marino que perdió la gracia del mar

Idioma original: japonés
Título original: 午後の曳航 - Gogo no eiko
Fecha de publicación: 1963
Valoración: Muy recomendable

De los grandes maestros de la narrativa japonesa del siglo XX (Yukio Mishima y Yasunari Kawabata fundamentalmente) puede aprenderse mucho, muchísimo, no sólo sobre la vida en aquel país, que también, sino sobre todo de lo que puede hacerse con palabras, con las palabras justas, con un estilo conciso, exacto, pero que no renuncia a ser descriptivo y poético. Confesiones de una máscara, El rumor del oleaje o La perla y otros relatos (de Mishima); Lo bello y lo triste, La casa de las bellas durmientes, El rumor de la montaña (de Kawabata) son todas obras que merece la pena leer, y que se disfrutan de principio a fin.

El marino que perdió la gracia del mar es una novela corta en torno a tres personajes principales: Fusako, una joven viuda de Yokohama; su hijo Noboru, de trece años, que mantiene con ella una relación obsesiva y posesiva, y Ryuji, el marino del título, que renuncia a sus sueños y a su libertad de marinero al enamorarse de Fusako. Así, la historia se desarrolla a partir de la relación de Fusako y Ryuji, pero también a partir de las reacciones del joven Noboru, miembro de una banda de adolescentes rebeldes, y cuyos sentimientos hacia Ryuji son confusos y violentos: admiración, celos, desprecio, odio...

Esta es una novela cruel, contada con precisión, sin tremendismos ni sensacionalismos. El brutal desenlace -no, no voy a destriparlo- no podía estar narrado de manera más sutil, y la descripción de los personajes principales -sobre todo, Noburu y Ryuji- es magistral, quirúrgica. Otras novelas del mismo autor, o de Kawabata, dejan más resquicios a la esperanza o a la absolución de los personajes: esta es terriblemente implacable.

También de Mishima en ULADDespués del banqueteEl rumor del oleajeEl sol y el aceroLos años verdesEl pabellón de oroEl Templo del AlbaNieve de primaveraSed de amor


sábado, 18 de abril de 2009

Mario Vargas Llosa: La Fiesta del Chivo

Idioma original: español
Año de publicación: 2000
Valoración: muy recomendable

Uno de los últimos ejemplares de ese género rabiosamente latinoamericano que es la novela de dictadores. Cuenta la historia del general Trujillo, apodado El Chivo, dictador de la República Dominicana durante 30 años. En realidad, la novela no recorre todo ese arco temporal, sino que se sitúa en dos momentos diferentes: el día de 1961 en que un grupo de opositores ajustició a Trujillo, y la estancia de Urania Cabral en Santo Domingo muchos años después. A través de los pensamientos del propio Trujillo y de los recuerdos de Urania, hija de uno de sus principales colaboradores, se va mostrando la sórdida estampa de un régimen violento y enfermizo.

La estructura narrativa es bastante compleja. A las dos líneas que ya he comentado se une una tercera: la de los conjurados que asesinan al dictador. Las tres líneas narrativas se van alternando, dedicándose un capítulo sucesivamente a cada una. Esto puede resultar algo confuso al principio, pero creo que es un gran acierto de la novela. Vargas Llosa consigue transmitir un clima por completo distinto en cada línea. Así, en una se introduce en los pensamientos de Trujillo, a lo largo de su último día de vida. Con una estremecedora empatía consigue meterse en la mente del dictador, captando de forma brillante sus miedos, sus orgullos, sus derrotas secretas. En otros capítulos el lector revive la larga espera de los conspiradores, marcada por los recuerdos de las humillaciones que todos deben al Chivo y las tensiones entre ellos. La tercera línea, por último, está centrada en la visita de Urania Cabral a su padre anciano, que se convierte en todo un ajuste de cuentas con un pasado doloroso del que no pude librarse.

La alternancia entre tonos y ritmos tan distintos hace que el lector se enganche desde el principio. Sólo hay un momento en el que la lectura puede hacerse cuesta arriba, y es cuando se relatan, con todo realismo, las torturas a las que fueron sometidos los asesinos de Trujillo.

También de Mario Vargas Llosa en ULAD: Conversación en La CatedralEl sueño del celtaPantaleón y las visitadorasLa ciudad y los perros, La guerra del fin del mundoTiempos recios

viernes, 17 de abril de 2009

La literatura policiaca

Una vez una amiga me preguntó: "¿por qué te gusta tanto la novela policiaca?". Bueno, me gusta por varias razones. En primer lugar, porque es fácil de leer, tanto en español como en inglés; no exige mucha concentración, así que es la lectura perfecta para viajes, vacaciones, ratos de descanso. Además, es un género con reglas claras y definidas, que se podrían resumir en: "hay un misterio -generalmente, un crimen-, y una persona debe desentrañarlo". A partir de este planteamiento común, es apasionante observar las variantes, modificaciones y reinvenciones del género, que sigue muy vivo en la actualidad (no hay más que mirar la amplitud de las secciones de novela policiaca en las librerías).

Este es un breve repaso a algunos de los nombres fundamentales del género:

Los clásicos:

1.- Edgar Allan Poe: Aunque se le conoce fundamentamente como autor de cuentos de terror, para muchos es también el inventor del relato policiaco en su forma moderna con "Los crímenes de la Rue Morgue", en que aparece un detective intelectualmente superdotado (Chevalier Auguste Dupin), una habitación cerrada, un cadáver y muchas preguntas sin resolver. Dupin sólo volvió a aparecer en otras dos historias de Poe, "El misterio de Marie Rogêt" y "La carta robada", pero estos tres relatos fueron suficientes para dejar sentadas las bases del género.

2.- Arthur Conan Doyle: Y si se trata de encontrar los modelos fundacionales de la novela policiaca, cómo no referirse a Conan Doyle y su Sherlock Holmes. Desde su primera aparición en Estudio en escarlata hasta su desaparición en 1927 con El archivo de Sherlock Holmes (muerte y resurrección de por medio), Doyle marcó la pauta que luego seguirían muchos otros -hasta llegar a nuestro querido Dr. House. Su detective, dotado de una inteligencia sobrehumana aunque social y personalmente inestable, y su inseparable compañero, el Dr. Watson, se pasearon por 4 novelas y 56 historias cortas antes de desaparecer, dejando establecido el canon del género policiaco.

3.- Agatha Christie: El otro gran nombre del género, Agatha Christie escribió unas 80 obras del género policiaco, entre novelas y libros de relatos, y dio luz a dos detectives distintos pero igualmente memorables: el petulante y sofisticado Hércules Poirot, y la adorable pero terrible anciana Miss Marple. Las novelas de Christie suelen tener un desarrollo lento, largas presentaciones de situación y personajes, antes de que se produzca el crimen en cuestión, y suelen estar llenos de pistas falsas que hacen que el lector sospeche de todos los personajes salvo del propio detective. Algunas de las obras más conocidas de esta autora han sido llevadas al cine o al teatro, como Diez negritos, Muerte en el Nilo o Tres ratones ciegos -adaptada con el título de La ratonera-.

4.- Georges Simenon: Menos conocidos que los anteriores, pero quizás más literario que ellos en su estilo y sus intenciones, el belga Simenon es el creador del comisario Maigret, un detective parisino inteligente -pero no de una manera tan sobrehumana o abrumadora como sus predecesores- y humano, iniciando de alguna manera la tradición del "detective sufriente" que han prolongado varios escritores actuales. Las historias de Maigret suelen ser pausadas, casi estáticas, sin tantos giros sorprendentes o revelaciones cataclísmicas como las de Conan Doyle o Agatha Christie. Esto no quiere decir que sean aburridas, sino que su interés está en otra parte: en la presentación de los personajes y la sociedad que rodean al crimen.

5.- Gastón Leroux: A Leroux le corresponde, se puede decir, el honor de cerrar un subgénero que inició Poe con la Rue Morgue: el del "misterio de la habitación cerrada". El Misterio del Cuarto Amarillo está considerado por muchos como el modelo último y definitivo de este tipo de novela, en el que el crimen se ha cometido en una habitación cerrada a cal y canto, sin salidas posibles, y en la que aparentemente sólo se encontraba la víctima. Después de él se han escrito otras novelas similares -por ejemplo, El hombre vacío de John Dickson Carr-, pero no han logrado superar la complejidad o el ingenio de la de Leroux.

6.- Dashiell Hammett: Por terminar con los clásicos, citemos a Hammett, autor de novelas como Cosecha Roja o El halcón maltés, considerado como el iniciador o el maestro del subgénero del hard-boiled o "novela negra", en el que el detective no alcanza la solución del misterio necesariamente a través de la inteligencia, sino a través de la insistencia, la falta de escrúpulos y también, a veces, la violencia o la suerte. En sus novelas -como en las de Raymond Chandler, creador del detective Phillip Marlowe-, la ley y la moral no siempre van de la mano, y el resolver el crimen no siempre significa salir triunfador...


Los actuales:

1.- P.D. James: Creadora del detective-poeta Adam Dalgliesh, P.D. James podría considerarse como una continuadora de la obra de Agatha Christie, tanto por sus entornos ingleses como su detallada presentación de ambientes y personajes, aunque James quizás tenga un estilo algo más irónico que Christie, lo que hace su lectura más entretenida.

2.- Henning Mankell: El escritor sueco actual más conocido, con permiso de Stieg Larsson, es el creador de Kurt Wallander, un detective solitario, profesional pero un poco amargado. Sus novelas, generalmente muy bien escritas y planeadas (con la excepción de Firewall, que no me gustó nada), cuentan detalladamente todo el proceso policial -investigación, burocracia, interrogatorios...- desde que se produce el crimen hasta que se resuelve.

3.- Andrea Camillieri: Para muchos -entre los que me cuento-, el mejor escritor de novela policiaca contemporáneo. Basado -en el nombre y en su apetito voraz- en el inspector Carvalho de Vázquez Montalván, su inspector Salvo Montalbano, de Vigata, es un hombre inteligente, irónico, epicúreo, independiente y algo decadente, y las novelas de Camillieri están llenas de sentido del humor, de ligereza y de personajes grotescos. ¿Se casará algún día Montalbano con Livia?

4.- Michael Connelly: De los escritores actuales, y quizás por su origen estadounidense, Michael Connelly es el más cercano al género del hardboiled y a los tópicos hollywoodienses de la novela de detectives: su detective, Hieronymus 'Harry' Bosch es un tipo duro -pero con sentimientos-, enfrentado con la burocracia policial y con problemas personales y profesionales, que siempre resuelve los crímenes de una manera heroica y violenta, sin importarle las consecuencias.

5.- John Connolly
: Sus obras suponen, cada vez más a medida que avanza su carrera, la mezcla de dos géneros: el policiaco y el de terror. Comenzó siendo un escritor de novela negra especialmente irónico y atrevido con Todo lo que muere, para ir dando paso a más elementos sobrenaturales. Lo mejor de sus novelas, más que el detective Charlie Parker, torturado por su pasado, son dos personajes secundarios: Angel y Louis, una pareja de asesinos gays que ayudan a Parker cuando este lo necesita. Cuando aparecen en acción, uno sabe que se lo va a pasar bien durante unas cuantas páginas.

6.- Ian Rankin: Escritor escocés, Rankin sitúa sus novelas policiacas en Edimburgo y sus alrededores. Su detective, el Inspector Rebus, se parece un poco al Harry Bosch de Michael Connelly: está al margen de las intrigas políticas de la policía, es independiente, algo violento y tiene un alto sentido de la moral y la responsabilidad. Probablemente no es el mejor de los escritores citados, pero sí es uno de los que más vende, sobre todo en Europa.

¿Me olvido de alguno? Me lo podéis recordar en los comentarios...

jueves, 16 de abril de 2009

Carmen Laforet: Nada

Idioma original: Español.
Año de publicación: 1944.
Valoración: Muy recomendable.

Con este libro, Carmen Laforet ganó, en 1944, el premio Nadal.
Entonces tenía sólo 23 años pero su prosa ya era brillante.
Después de un éxito grande y quizá demasiado temprano, decidió retirarse del mundo editorial, por lo que son pocas las obras de esta autora a las que tenemos acceso (La isla y los demonios, La mujer nueva, La insolación).

Recuerdo haber leído Nada cuando aún estaba en el colegio.
Y recuerdo la honda impresión que me causó.
Quizá porque, de algún modo, podía encontrarme a mí misma en Andrea, la protagonista de esta historia; una joven de 18 años que llega a la Barcelona de posguerra para estudiar Letras.

Tanto la ciudad como la casa de los familiares que la acogen, le ofrecen un ambiente sórdido y opresivo que contrasta con el mundo universitario (luminoso, alegre, esperanzado).
Esta realidad compleja le permite a Andrea ampliar su mirada, conocerse a sí misma y madurar.

En mi trabajo como librera recomendé este libro, en muchas ocasiones, a adolescentes con afición a la lectura. Creo que, por su temática, conecta con cierto idealismo de la juventud de cualquier época y también, desde luego, con el desengaño que se sufre al enfrentar ese entusiasmo esperanzado con la realidad.

Quizá por esto mismo, al ser publicada, Nada conectó con el momento vital de una España que soñaba con ser algo mejor... pero aún estaba envuelta en frustraciones.

Una obra muy interesante en la que su autora muestra una sorprendente capacidad de análisis y descripción; tanto de los personajes como del ambiente y la época en que transcurre la historia.

miércoles, 15 de abril de 2009

Michael Ende: La historia interminable

Idioma original: alemán
Título original: Die unendliche Geschichte
Fecha de publicación: 1979
Valoración: imprescindible


La historia interminable es uno de los libros a los que necesito volver de vez en cuando. Creo que Ende consigue encerrar al lector en la novela misma, de un modo difícil de superar. Para ello se sirve de un artificio muy eficaz: normalmente el lector tiende a sentirse identificado con el protagonista; pues bien, aquí es el protagonista quien se identifica con el lector. El protagonista, de hecho, es un lector, un lector inmerso en un libro llamado La historia interminable. Esta es sólo la primera de las que Borges llamaría "magias parciales" del libro. A partir de esa identificación protagonista - lector, en dirección opuesta a la usual, se sucede un juego de espejos en los que los mundos de la ficción y la realidad se imitan y se entrecruzan.

El signo visible de este juego es una de las características más singulares del libro: el uso de tinta roja y verde. Hasta donde yo sé, todas las ediciones respetan este detalle, que es esencial a La historia interminable. Digo esencial con toda propiedad, porque es esa diferencia de color la que constituye la novela. En rojo se cuenta la historia de Bastian, un chaval que encuentra un libro bellamente encuadernado en una vieja librería, lo roba y decide faltar a clase para leerlo. En verde se cuenta la historia que Bastian está leyendo: las tribulaciones de Fantasia, un país amenazado por un terrible peligro, y de su enferma soberana, la Emperatriz Infantil. La cosa no queda así, claro: el verdadero argumento de la novela está en el cruce ambos niveles, que, por eso mismo, deben ser claramente identificables en todo momento.

Si se tiene en cuenta que el libro que lee Bastian se llama igual que el que el lector tiene en sus manos, se entenderá que puede hablarse de un nivel de ficción y de otro de meta-ficción. Creo (pero puedo equivocarme) que La historia interminable es el único libro en el que se separan estos dos niveles así, gráficamente. A esto hay que sumar un buen número de referencias y homenajes más o menos escondidos. Antes citaba a Borges, y no por casualidad. En un capítulo de la segunda parte aparecen unos monos que arrojan continuamente unos dados con letras al suelo y observan las frases que se van formando al azar. Tienen un antecedente claro en los bibliotecarios de La biblioteca de Babel, que buscan "el Libro" mediante un método muy similar. (El referente más lejano hay que buscarlo en Los viajes de Gulliver.)

Estos juegos de meta-ficción y estos ecos de muchas grandes obras de la literatura, sin embargo, quedarían en nada si la histora en sí misma no mereciera le pena. Eso es lo bueno de La historia interminable: que cualquiera puede disfrutarla, que es conmovedora y divertida, y que no puede dejar de atrapar a cualquier que se acerque a ella con ganas de sumergirse en otro mundo. Como Bastian.

Otras obras de Michael Ende en ULAD: Jojo. Historia de un saltimbanquiMomo

martes, 14 de abril de 2009

Zadie Smith: Dientes blancos

Año de publicación: 2000
Idioma original: inglés
Título original: White Teeth
Valoración: Está bien

Es curioso observar los parecidos y diferencias entre Dientes blancos, la primera novela de la británica Zadie Smith, y El buda de los suburbios, de Hanif Kureishi. Las dos hablan de familias inglesas compuestas, al menos parcialmente, por inmigrantes; las dos tratan el tema con ligereza e incorrección; en las dos hay ironía y mucho humor, y sobre todo muy poco respeto por los personajes, a los que se presenta generalmente como seres ridículos marcados más por sus defectos que por sus virtudes.

Pero El buda de los suburbios es mucho más violenta, mucho más iconoclasta. Está llena de sexo, drogas, música y más sexo. En cambio, Dientes blancos tiene una superficie más suave, su humor es más blanco y ofrece menos una visión de la condición de los inmigrantes londinenses, que la de un grupo de locos que se entrelazan por la casualidad y la torpeza.

En el centro de este grupo de locos están Archie Jones y Samad Iqbal, dos ex-combatientes de la Segunda Guerra Mundial que se reencuentran años después. Junto a ellos están sus dos esposas, ambas más jóvenes que ellos y con personalidades distintas: Clara, con raíces jamaicanas, y Alsana, bangladeshí como Samad. A ellos se une después, la siguiente generación de Jones e Iqbals: Irie, la hija de Clara y Archie; Millad y Magid, los gemelos de Samada y Alsana. Y finalmente, los Chalfens, una familia de intelectuales cuyos destinos se enredan igualmente con los de los Jones y los Iqbal. El desenlace de la novela gira en torno a RatónFuturoTM, un ratón experimental desarrollado por Marcus Chalfen con la ayuda de Magid Iqbal y con la oposición -por distintos motivos- de su hijo Joshua, del hermano gemelo Millat y de un grupo de Testigos de Jehová capitaneados por la madre de Clara.

Dientes blancos (por cierto, los dientes están por todas partes) es una lectura recomendable, aunque desde el punto de vista literario El buda de los suburbios es en mi opinión superior. Dicen que On beauty (Sobre la belleza) es mejor que Dientes blancos. Todavía la tengo entre mis lecturas pendientes...


También de Zadie Smith en ULAD: NW LondonSobre la belleza, Tiempos de swing

lunes, 13 de abril de 2009

Galder Reguera: La cara oculta de la luna

Idioma original: español
Fecha de publicación: 2008
Valoración: muy recomendable

Mierda de artista enlatada y vendida al precio de su peso en oro, cuadros en blanco, instalaciones que muestran una sala vacía… No es de extrañar que el público acuda a los museos de arte contemporáneo a la defensiva, escudado en la burla o la indignación. La envoltura teórica a cargo de comisarios o de los propios artistas, en vez de mediar en la comprensión de las propuestas, no hace a menudo sino confundir al receptor en una maraña de vaguedades y confirmar sus sospechas de fraude. Y sin embargo, ni la descalificación sumaria ni la autocomplacencia son respuestas válidas a la presencia de ninguna obra de arte; de hecho, no son respuestas, sino escapatorias.

Hace falta valentía para afrontar sin ambages los retos teóricos que plantean las más controvertidas propuestas del arte contemporáneo, y eso es precisamente lo que demuestra Galder Reguera en su ensayo La cara oculta de la luna. Curtido en la crítica de arte, sabe dirigirse a un público amplio con claridad y rigor raros de encontrar. La lucidez argumentativa se sostiene a lo largo de todo el libro, sin concesiones a esa jerga altisonante que tantas veces encubre la falta de ideas en materia de arte actual. En confrontación con el programa de Weiner, uno de los principales manifiestos del arte conceptual, Galder Reguera va delimitando la categoría de “obra velada”. Ésta es una aportación original que el autor introduce, ante todo, para aclarar la naturaleza y la eficacia estética de un buen número de propuestas del arte contemporáneo, pero que, en última instancia, le lleva también a replantear con acierto el viejo problema de la relación entre el lenguaje y las artes plásticas.

Ayudándose de referencias tan dispares como el cómic, la literatura fantástica o la lógica, Galder Reguera ofrece un repaso del arte conceptual amplio y bien documentado, pero no menos ágil y divertido. El resultado es una muestra de que la reflexión rigurosa puede deparar los mismos asombros y placeres que una buena narración.

domingo, 12 de abril de 2009

Philip Roth: Elegía


Idioma original: inglés
Título original: Everyman
Año de publicación: 2006
Valoración: Muy recomendable

Si no os importa, voy a empezar con una batallita. La primera novela que leí de Philip Roth la leí por error. Acababa de leerme dos novelas de Joseph Roth (Hotel Savoy y La leyenda del Santo Bebedor) y me habían encantado, y quería leerme algo más de él, así que cuando encontré por casa un libro de un tal Roth, lo cogí sin mirar más, y empecé a leerlo. Aquel libro era El lamento de Portnoy, y claro, a mí me extrañaba bastante que un autor centroeuropeo de la primera mitad del siglo XX escribiera sobre las tribulaciones de un judío en Newark (Nueva Jersey), obsesionado por su incapacidad para disfrutar de las más variadas y freudianas experiencias sexuales. Una vez aclarado el error, la novela me gustó bastante, tengo que decir.

Desde aquel primer encuentro accidental, he leído varias novelas más de Philip Roth, y casi todas me han dejado una sensación parecida: la de que son buenas novelas, bien escritas, "sólidas" como ficciones y como narraciones, pero ninguna llega a ser redonda, perfecta. Tanto en Me casé con un comunista como en Sale el espectro hay momentos brillantes, pasajes sobre lo físico y sobre lo metafísico que quitan el aliento (y Roth no se corta un pelo a la hora de sumergirse en lo físico, tanto en lo sexual como en lo escatológico). Pero en todas ellas, también, hay momentos en los que la novela pierde fuerza, como si Roth fuera mejor en el arte de escribir que en el arte de tachar o tirar a la basura.

A Elegía (en inglés, Everyman, con una referencia al drama medieval del mismo título que se pierde en el español), le pasa algo parecido: al principio me costó entrar en la novela, las primeras 50 páginas -en las que se celebra el funeral del protagonista y algunos de sus allegados comienzan a recordarlo- me parecieron excesivament densas, torpes, de ritmo atrancado. A partir de ahí la cosa mejoró, y la segunda mitad, que trata sobre todo de la vejez y sus consecuencias, me encantó. De hecho, de todas las novelas que he leído de Roth, es por ahora la que más me ha gustado.

Y eso es precisamente lo que me pasa con Philip Roth: que la novela que más me ha gustado me parece "Muy recomendable", que no es poco, pero ninguna de ellas "Imprescindible". Dicen que La mancha humana es su mejor novela. Espero leérmela dentro de poco y ver si por fin consigue subir ese último peldaño. Porque a Roth sólo le falta éso y el Premio Nobel...

También de Philip Roth en ULAD: IndignaciónEl animal moribundo, La conjura contra AméricaLa mancha humanaNémesisPastoral americanaEl lamento de PortnoyEngañoLa humillaciónGoodbye, Columbus

sábado, 11 de abril de 2009

Gabriel García Márquez: Cien años de soledad


Año de publicación: 1967.
Valoración: Imprescindible.

Dice García Márquez que en un momento de su carrera sintió la necesidad de escribir una novela "en la que sucediera todo" y tuvo la certeza de que en ella debía estar toda su memoria de Aracataca (su ciudad natal); "la fantasía, las supersticiones, las angustias.."

La estirpe de los Buendía, a lo largo de siete generaciones, es el eje sobre el que giran muchísimas historias en las que se entremezclan amor, pasión, guerra, traiciones... con una profunda e inevitable soledad a la que parecen estar condenados los personajes.

Partiendo de muchos mitos y leyendas que el autor conoció desde niño, nos presenta una historia circular, casi bíblica (con su génesis, su éxodo, su apocalípsis final); un mundo completo en el que está muy presente esa sutil línea divisoria entre ficción y realidad que nos desvela el "realismo mágico".

Un libro mítico, valorado por el IV Congreso Internacional de la Lengua Española como la segunda obra más importante en lengua castellana, por detrás de El Quijote.

Una obra compleja en su estructura pero en la que no cuesta nada sumergirse y disfrutar, porque está llena de magia, belleza y aventuras; porque desde América, se lee con la ternura de quien se reconoce en lo que lee... y en el resto del mundo, con la sorpresa y fascinación de quien descubre los colores de una nueva realidad.

Todas las obras de Gabriel García Márquez reseñadas en ULAD: Aquí

viernes, 10 de abril de 2009

Thomas Mann: La muerte en Venecia


Título original: Der Tod in Venedig
Idioma original: alemán
Fecha de publicación: 1912
Valoración: Muy recomendable

El argumento de esta novela breve de Thomas Mann se puede resumir en pocas palabras: trata de la estancia del escritor Gustav von Aschenbach en Venecia, durante la cual se enamora de un muchacho polaco llamado Tadzio (incomprensiblemente, Tadrio en la traducción que tengo) y contrae una enfermedad que le lleva a la muerte. Sí, he destripado el final de la novela, pero ¿qué os esperábais con ese título?

Lo fundamental, de todas maneras, no es la acción. Quien esté buscando acción más vale que deje esta novela para otro momento. Thomas Mann busca transmitir esa inactividad morbosa, ese exceso lánguido que caracterizaba el modo de vida de la gran burguesía a comienzos del XX, y lo hace de modo magistral. Aunque más que una ausencia de actividad, ese ambiente enfermizo parece denunciar una profunda parálisis de la vida, un espíritu infectado de tedio. La novela se encuadra así en esa dolorosa conciencia de la "decadencia de Occidente", que embargó antes de la Primera Guerra Mundial, sobre todo, a los intelectuales conservadores. Se huele en muchos pasajes la influencia de Nietzsche, pero de un Nietzsche descorazonador, que sólo hace más insufribles las convenciones burguesas con su prédica del sí a la vida.

La muerte en Venecia está plagada de referencias simbólicas a la mitología y la Filosofía clásicas. Tadzio es comparado con Eros, claro: el dios del amor que, según Platón, alienta en los hombres el anhelo de belleza e inmortalidad. Pero también con Narciso, el enamorado de sí mismo. La suya se nos presenta como una belleza inocente pero lejana, tentadora pero imposible. Mediador entre una tierra corrompida (simbolizada por una Venecia enferma de cólera) y un ideal de perfección, Tadzio es un ángel, pero a la manera de Rilke cuando dice "todo ángel es terrible". Como todo ángel, es portador de un mensaje de salvación, en este caso para Aschenbach.

Mientras la enfermedad se propaga a su alrededor y se ceba con su propio cuerpo, Aschenbach debe aprender a salvarse, aceptando su propia verdad y pactando con sus propios miedos. La asunción de su sombra y del mal (no sólo físico) que le carcome hace posible una reconciliación final. En ella puede verse toda una teoría del arte como sublimación y, en general, una doctrina de la búsqueda del sentido en el sinsentido que es la vida. Ésta es la austera esperanza que nos ofrece Mann.

También de Thomas Mann en ULAD: La montaña mágica

jueves, 9 de abril de 2009

Haruki Murakami: After Dark


Fecha de publicación: 2004
Idioma original: japonés
Título original: Afutā DākuValoración: Se deja leer

Que sí, Haruki, que sí (puedo llamarte Haruki, ¿verdad?): que ya lo sé, que escribes bien, fácil, fluido, que tus novelas se pueden leer casi de un tirón; que tus personajes son todos seres inadaptados que sin embargo se reconocen entre sí, y son capaces de comunicarse en medio de la incomprensión del resto de los mortales; que todos son interesantes, excéntricamente cool, almas románticas en un mundo materialista; que a muchos de ellos les persigue un viejo amor, trágico como no podía ser de otra manera; que el sexo es muy bonito y muy divertido, Haruki, sí, ya lo sé. Y que tienes mucho éxito y que incluso Kafka en la orilla fue elegida mejor novela del año 2005 por el New York Times...

Pero ¿no crees que te repites un poquito? Porque mira, Haruki, te lo digo desde el respeto y desde el cariño: me he leído cuatro o cinco novelas tuyas (Tokyo Blues, que igual no la reconoces porque el título original era Norwegian Wood; Sputnik mi amor, A wild sheep chase -me la leí en inglés porque yo también sé ser cool- y After Dark, y creo que no me dejo ninguna), y la verdad, aunque están bien escritas y me las leí casi de un tirón y todo eso, se me hacen demasiado iguales, Haruki, no sé si me explico, sobre todo los personajes principales. Mira: por ejemplo un diálogo como éste:

"-Hola, ¿estás sola aquí?
-Sí. Soy rara pero interesante.
-Yo también soy raro, pero contigo puedo comunicarme mejor con el resto de los mortales, qué cosas, ¿no?
-Ya, a mí también me pasa, tengamos una relación amorosa intensa y única, y luego separémonos trágicamente por algún motivo.
-Venga, vamos a hacer eso. Así dentro de veinte años podremos volver a reencontrarnos y todo será maravilloso. O no.
-Qué bien. Esto parece una novela de Murakami".

Reconozco que en After Dark has intentado algo un poco distinto, con personajes e historias un poco diferentes: la prostituta china, la "bella durmiente" (¿un homenaje a Kawabata o a Walt Disney?), ese contar las horas de la noche hasta la madrugada; pero qué quiere que te diga, Haruki, no ha funcionado, y precisamente lo mejor de la novela, las partes que se leen de un tirón y eso, son aquellas en las que vuelves a tus personajes típicos: la casi-adolescente inadaptada y lectora, el músico majetón de las ensaladas de pollo.

¿Entiendes lo que te quiero decir, Haruki? Y que conste que esto te lo digo desde el cariño y el respeto que te tengo, porque escribes bien y eso, y tus libros se leen casi de un tirón...


Sobre Murakami: A vueltas con Murakamiy de Murakami en UnLibroAlDíaDe qué hablo cuando hablo de correrKafka en la orillaAl sur de la frontera, al oeste del SolTokio bluesLos años de peregrinación del chico sin colorEl elefante desaparece, De qué hablo cuando hablo de escribirLa muerte del comendador

miércoles, 8 de abril de 2009

Antonio Buero Vallejo: La fundación


Idioma original: Español.
Año de publicación:
1974.
Valoración: Imprescindible.

Todas las obras de Buero Vallejo que conozco (El tragaluz, En la ardiente oscuridad, Historia de una escalera...) me parecen, simplemente, brillantes.

A pesar de su aparente sencillez, en ellas cada palabra, gesto o movimiento de los personajes es el adecuado; no falta ni sobra absolutamente nada.

Son historias lúcidas, inteligentes, repletas de un simbolismo que, por cuestiones políticas, al autor le fue necesario para expresar su fuerte compromiso social.

Ésta es, sin duda, la que más me impresionó de todas ellas. Quizá porque pone de manifiesto algo que me da mucho miedo; que la realidad que percibimos (por muy conscientes que creamos ser con respecto a ella) probablemente no es exactamente igual a como la aprehendemos. Es más, tanto a un nivel social como metafísico, podemos decir que lo que nos parece evidente, a veces se muestra como lo absolutamente contrario. No es sólo que vivamos, en ocasiones, "engañados" por la maldad o el interés de algunos, sino que, para nuestra desgracia y a causa de nuestra propia limitación humana, no podemos captar todos los matices de la realidad en que estamos inmersos.

Pero ésta es sólo mi interpretación de una obra tan honda que dejará en cada lector un poso diferente.

Ahí les dejo algunos retazos de un texto impresionante, a ratos sobrecogedor:

"Tal vez todo sea una inmensa ilusión. Quién sabe. Pero no lograremos la verdad que esconde dándole la espalda sino hundiéndonos en ella."

"Cuando has estado en la cárcel acabas por comprender que vayas donde vayas, estás en la cárcel."

"Entonces hay que salir a la otra cárcel y cuando estés en esa salir a otra y en esa a otra.. La verdad te espera en todas y no en la inacción. Te esperaba aquí.. pero sólo si te esforzabas en ver la mentira de la fundación que imaginaste."

Otras obras de Antonio Buero Vallejo en ULAD: El tragaluzEn la ardiente oscuridad/Un soñador para un puebloMadrugada / Aventura en lo gris

martes, 7 de abril de 2009

Patxi Lanceros: El destino de los dioses


Idioma original: español
Fecha de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable

Éste es uno de esos libros con los que el lector no puede dejar de sentir una deuda de gratitud hacia el autor. El destino de los dioses se basa en una impresionante trabajo sobre las fuentes originales de la mitología nórdica, en ocasiones aún sin traducir del islandés o el latín. Patxi Lanceros exhibe un conocimiento impresionante de las Eddas, las sagas islandesas y la obra de Snorri Sturluson y Saxo Gramático, que son la principal base documental sobre el tema. Cita cuando es necesario, lo que depara al lector el placer de una música verbal poco conocida, pero sabe sintetizar de la mejor manera para dibujar una imagen de conjunto. Las escasas 150 páginas del libro proporcionan una visión sistemática y equilibrada de la mitología nórdica, sin presuponer ningún conocimiento previo en el lector.

Pese a esta envidiable capacidad de síntesis y transmisión, el libro no es, en ningún sentido, un manual. Tiene muy en cuenta el debate de los expertos sobre las cuestiones más problemáticas y aporta sus propias soluciones, originales y acertadas. Partiendo siempre del presupuesto hermenéutico de que las mitologías presentan una consistencia interna, se proponen elegantes salidas a los interminables debates sobre las figuras de Balder y Loki, por ejemplo. Desechando el método que busca la presencia de otros mitologemas en las figuras de estos dioses (lo que los convierte en una especie de puzzle de divinidades con los más diversos orígenes y funciones), Lanceros los interpreta como el dios simbólico y el diabólico, respectivamente, en el sentido etimológico de "el que une" y "el que separa".

El último capítulo, dedicado al Ragnarök, el destino de los dioses al que refiere el título, logra transmitir con gran acierto las imágenes en que cifraban los mitos nórdicos el horrible final del mundo que habitamos. Al cerrar el libro, uno no puede más que sorprenderse de que un sistema narrativo tan coherente y enérgico, que por tantos años sostuvo la vida cotidiana de media Europa, haya desaparecido prácticamente sin dejar rastro. Hoy sólo podemos contemplar con melancolía algunas de sus ruinas. Ahí va una muestra.


Yo sé que se riega un fresno sagrado /el alto Yggdrásil, con blanco limo:
es eso el rocío, que baja del valle, /junto al pozo de Urdr siempre verde se yergue.
Vienen de allá muy sabias mujeres, /tres, de las aguas que están bajo el árbol:
una Urdr se llamaba la otra Verdandi, /-su tabla escribían- Skuld la tercera
los destinos regían, les daban sus vidas /a los seres humanos, su suerte a los hombres.

lunes, 6 de abril de 2009

Hanif Kureishi: El buda de los suburbios


Fecha de publicación: 1990
Idioma original:
inglés
Título original:
The Buddha of Suburbia
Valoración: Está bien

La primera frase de la novela, citada a menudo, es toda una declaración de intenciones: "Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi". Es esa identidad ambigua del inmigrante de segunda generación (nacido en Inglaterra, de padre paquistaní y madre inglesa) la que da sentido a la narración del protagonista, Karim, cuyo padre decide un día dar lecciones de filosofía oriental a vecinos ingleses más acomodados. Con mucho sentido del humor, Kureishi nos cuenta el proceso de maduración y aprendizaje de Karim,

Lo mejor de la novela son, en mi opinión, los personajes secundarios: el padre tripón, con su doble vida de funcionario y místico; el tío Ted y la tía Jean, o "Gin & Tonic", como los llama el protagonista; la independiente y comprometida Jamila, a la que casan a la fuerza con el inadaptado y feo Changez; la troupe de actores, que incluye al trostkista Terry, la depresiva Eleanor, el tío Anwar y su pequeña tienda...

La novela hace además justicia al lema "sexo, drogas y rock&roll", o mejor dicho, música en general, porque también hay punk, new wave, glam rock... Lo que más hay, sobre todo en la segunda parte de la novela, es sexo. Sexo de todos los colores: solitario, heterosexual, homosexual, orgiástico, sadomasoquista, conyugal, extraconyugal, prostibulario... Tanto, que al final hasta acaba aburriendo. Será por ese cansancio de la repetición, o porque muchos personajes secundarios casi desaparecen a medida que avanzan las páginas, pero lo cierto es que la novela pierde fuelle en su segunda mitad -sobre todo con un viaje a Nueva York que, sinceramente, no añade gran cosa al argumento-, y sólo lo recupera en las últimas páginas, cuando Karim, convertido ya en un actor de cierto éxito (consigue un papel en una telenovela), vuelve a Londres y se reencuentra con sus raíces.

A mí, personalmente, me gustan más algunas de las obras posteriores de Kureishi, más oscuras y personales -algunas de ellas, abiertamente autobiográficas para escándalo de su familia-, como Intimidad, Siempre es medianoche o incluso El regalo de Gabriel, más edulcorada. Pero eso no quita para que El buda de los suburbios sea una novela interesante, divertida a ratos y que retrata con ironía y acidez el Londres de los años 70, desde la perspectiva de un ser fronterizo, que ni es ni deja de ser inglés, de Londres. Casi.

Curiosidad freak: La novela fue adaptada al cine en 1993, y el protagonista lo interpreta nada más y nada menos que Naveen Andrews, es decir, el Sayid de Lost.