sábado, 30 de abril de 2022

Jaime Santirso: Los primeros días

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2022

Valoración: Está bien


Quiere la casualidad que mientras leo este libro tenga en casa a dos infectados por covid, nada que no le haya ocurrido a tantísima gente pero que me inquieta de forma quizá un poco irracional, después de dos años sacando bolas blancas. Es una absoluta coincidencia, y no creo que la situación, por lo demás nada dramática, me haya influido en ninguna medida como lector. Porque, como muy bien ilustran la cubierta y el subtítulo, lo que nos va a contar el periodista Jaime Satirso es su experiencia en Wuhan durante los primeros días de la pandemia que todavía nos acosa.

Santirso era corresponsal de El País en Pekín cuando surge la noticia del descubrimiento de un extraño virus que empieza a ocasionar problemas. Alguien del periódico le sugiere desplazarse a Wuhan, donde se ha detectado el brote, una ciudad enorme (unos diez millones de habitantes, mediana para los estándares chinos), a unos mil kilómetros al sur de Pekín. El periodista se dirige hacia el epicentro de la noticia, y casi de inmediato la población se ve sometida a medidas de aislamiento cada vez más severas, hasta quedar completamente cerrada al exterior. Satirso queda así bloqueado en el ojo del huracán, y es uno de los poquísimos extranjeros que vivirá la experiencia.

El escenario es en principio bastante aterrador: aunque he creído entender que el autor vive habitualmente en Pekín, no deja de ser un español desplazado en una urbe gigantesca al otro lado del mundo, donde queda bloqueado sin salida, justo en el lugar donde un virus ha empezado a cobrarse vidas sin que se conozca su origen ni su posible evolución. Todos los ingredientes de una película. Como buen periodista busca la noticia, mientras las crecientes restricciones apenas le permiten contactar con los pocos residentes que aceptan hablar, visita a escondidas el hospital donde se concentran la mayoría de afectados, intenta pulsar el ambiente en las calles que pronto quedarán desiertas y en los pocos supermercados que por el momento todavía permanecen abiertos. 

Hablamos entonces de la crónica de sucesos muy recientes, narrados desde una localización y un momento muy concretos. Sin embargo, el relato no termina de funcionar del todo. Tenemos mucha, muchísima información sobre el problema de fondo. Han pasado dos años, sabemos cómo se ha extendido el virus, las medidas que se han adoptado para frenarlo, cuántos muertos ha habido y cómo han colapsado los hospitales, hemos consumido cientos de mascarillas, contabilizamos no sé cuántas olas, vacunas… Es como contemplar el principio de algo cuyo desarrollo conocemos perfectamente, de forma que falta el ingrediente fundamental, la incertidumbre. 

No quiere decir que sea una historia sin interés. Lo tiene, es el colmo del periodismo, encontrarse en el centro de la noticia en el momento y lugar claves. Pero el problema es que lo que funciona como crónica periodística de actualidad no lo hace automáticamente como libro que se lee mucho más tarde, cuando ya tenemos todos los datos. A estas alturas no nos parece especialmente horrible que los habitantes de Wuhan estén confinados y unos cientos de personas infectadas, porque sabemos que lo estará el planeta entero. Tampoco nos impresiona mucho que Santirso tuviese miedo de contagiarse o asistiese al espectáculo insólito de calles vacías, porque todo esto lo hemos vivido nosotros mismos. Para emocionarnos a posteriori el texto debería tener mucha más intensidad, transmitir la sensación del individuo aislado en un lugar remoto por el que circula un virus misterioso que obliga a levantar hospitales en tiempo récord, la sensación de soledad, el desasosiego de quien está viviendo esa película de ficción pasada de vueltas. Tal vez Santirso es un tipo poco impresionable, o la situación tampoco daba realmente para tanto dramatismo. O simplemente no era consciente, como casi nadie lo era en ese momento cero, de que estaba viviendo el inicio de una catástrofe que se prolongaría durante años por el mundo entero. 

A la hora de escribir el libro el autor se muestra sobre todo honesto y con el equilibrio del reportero que huye del sensacionalismo, se resiste a recurrir a la épica y se ciñe a lo que vivió, tal como lo sintió en su momento. Es desde luego una actitud que le honra, pero ahora estamos valorando el libro y la verdad es que, visto desde la perspectiva de 2022, hay que reconocer que queda como algo un tanto frío y diríamos sin gancho. Es lo que a veces tiene la honradez, se valora pero a lo mejor vende peor. Al menos le quedará el consuelo (que no será poco) de que aquella experiencia debió suponerle un considerable éxito a nivel periodístico.


viernes, 29 de abril de 2022

Owen Hatherley: Paisajes del comunismo

Idioma original: Inglés
Título original: Landscapes of Communism: a history through buildings
Año de publicación: 2017
Traducción: Noelia González Barrancos
Valoración: Interesante

Atentos a la no tan pequeña diferencia entre el título original y el de la traducción española. Ese "a history through buildings" es muy importante pues explica de forma ciertamente intuituiva lo que el lector encontrará a lo largo de las 690 páginas, nada más y nada menos, del libro. Porque este "Paisajes del comunismo" es, en esencia, un recorrido por la historia reciente (siglo XX y XXI) de buena parte de los países del telón de acero a través de los espacios más "exclusivos" de este sistema político - económico.

Pero hay claras ausencias ya que el autor deja de lado tanto el ámbito rural como, esta vez por motivos básicamente presupuestarios, las experiencias latinoamericanas, africanas o asiáticas (con la excepción de un pequeño apartado dedicado a China) y por tanto, su título podría ser más bien "Paisajes (urbanos) del comunismo (europeo)".

Dicho esto, nos centramos en un texto estructurado en 8 capítulos que toman como punto de partida espacios tales como las magistrales (macrobulevares construidos entre 1930 y 1980), los mikrorajones (los ciclópeos complejos de vivienda), los condensadores sociales (lugares destinados a acoger la "nueva vida colectiva", fuera de teatros o iglesias), los metros o los memoriales para, a partir de la evolución de los mismos, reconstruir la historia del movimiento socialista / comunista y explicar cómo los sucesivos vaivenes y contradicciones (por no decir brecha entre ideología, promesas y realidad) del sistema afectaron a aspectos como el urbanismo, la arquitectura o el uso del espacio público. 

Puestos a elegir alguno de los capítulos y por motivos de interés y amenidad, me quedo con el dedicado al metro, uno de los mayores éxitos de la arquitectura soviética en los que se aúnan espacio igualitarios y "pan y circo", y con el dedicado a los mikrorajon, por su vínculo con la actualidad.

Todo lo anterior en un texto que, por lo tanto, pone de manifiesto los logros, desastres y excentricidades de la arquitectura soviética y que funciona como ensayo histórico, ensayo político y guía de viajes al mismo tiempo. Eso sí, la sensación que me queda tras la lectura de las 690 páginas es que el texto se encuentra algo descompensado en la proporción "descripción / análisis". Pongamos que la proporción es de 60/40 o 65/35, por lo que para alguien como yo, con nulos conocimientos de arquitectura / urbanismo, el texto se hace algo repetitivo en ese aspecto.

Por contra, la parte "analítica" me parece mucho más interesante, ya sea en su vertiente histórica o en su vertiente vinculada a la actualidad. Porque Hatherley pone sobre la mesa, mezclando lo trágico y lo cómico, cuestiones tales como:
  • La utilización del espacio público
  • La relación entre el poder, urbanismo, arquitectura y propaganda.
  • La "inocuidad" del urbanismo y la arquitectura, ya sea en los años del estalinismo o en la actualidad (tanto me da que se llame mikrorajon, PAU o "urba")
  • ¿Existen otros modelos posibles de ciudad?
  • Las infinitas e interminables instrumentalizaciones y reescrituras de la historia 
Resumiendo. Libro "de Historia", sí, pero libro que habla (mucho y bien) del presente y de un debate al que no parece prestarse demasiada atención.

jueves, 28 de abril de 2022

Linda Boström Knausgård: Niña de octubre

Idioma original: Inglés
Título original: Oktoberbarn
Traducción: Rosalía Sáez
Año de publicación: 2019
Valoración: Irregular, aunque está bien

Niña de octubre es una autobiografía poco ortodoxa porque 1) empieza "in media res", 2) tiende a la dispersión, 3) novela ciertos pasajes, 4) antepone lo anecdótico a la visión panóramica y 5) arroja paletadas de crítica social.

Narra la vida de Linda Boström Knausgård, escritora sueca que mantuvo una conflictiva relación con Karl Ove Knausgård y que apareció en Mi lucha, la saga memorialista de éste. 

En Niña de octubre, la faceta personal sobrepasa holgadamente a la profesional. Así pues, aunque Boström alude a su relación con la escritura (creativa, laboral, etc...), no le dedica a la misma tantas páginas como a su propia vertiente humana. Y debo decir que, en este último apartado, la autora sobresale. Quizá peca por reiterativa cada vez que regresa al centro psiquiátrico, pero en general la cosa funciona.

De este libro me ha gustado:

  • Que Boström no lo haya instrumentalizado para contrarrestar aquello que su ex marido plasmó de ella en Mi lucha. Es decir, que no caiga en el "salseo" literario.
  • La honestidad de la autora al retratarse a sí misma con todas sus contradicciones y defectos. Nunca se hace la víctima, ni oculta que, como cualquier ser humano, tiene más sombras que luces.
  • La factura de determinadas escenas. Pienso, por ejemplo, en la autenticidad que logra imprimir a sus recuerdos de infancia y adolescencia. 

Por todo lo dicho, recomiendo Niña de octubre. Es cierto que, en tanto que autobiografía, le falta algo de contexto y empaque. Sin embargo, compensa sobradamente estas pequeñas carencias con sus virtudes, especialmente aquéllas de corte narrativo. 

miércoles, 27 de abril de 2022

Jorge Carrión: Membrana


Idioma original: español

Año de publicación: 2022

Valoración: persistente

Membrana es sumamente difícil de describir en los clásicos términos literarios que optan por las dicotomías tajantes. Es una no-novela de ficción, a menudo disfrazada de ensayo bajo la guisa de presentación o catálogo, aunque una cierta corriente de trama recorre su espinazo, una trama sin diálogos, sin acción continuada, con personajes reales o virtuales, por supuesto combinando una obvia deriva decididamente apocalíptica, tejida en una no siempre sencilla premisa que se va sugiriendo a ratos: la existencia de un poder superior que la humanidad ha ido generando, casi sin querer, a base de alimentar las bases de datos que han permitido a las máquinas, o eso parece, tomar sus propias decisiones. Por supuesto en este contexto las referencias son numerosas, aunque Jorge Carrión ha conseguido hilar algo relativamente original. 

Aunque "relativamente original" sea un calificativo de doble filo. Membrana es una especie de híbrido algo forzado entre los dos estilos que Carrión suele cultivar: el ensayo docto y razonado sobre los peligros de la tecnología y el mundo hiperconectado, en el que se ha ido especializando a riesgo, es mi opinión, de insistir e insistir que no todo el progreso como lo concebimos va a ayudarnos a ser más libres, que de eso debería tratarse, y, por otra parte, los intentos con la ficción en que, y también en Membrana esto sucede, se enfrenta a una algo generalizada (Fernández Mallo sería otro ejemplo) intención de capturar un totuum que explique el mundo, intención esta que entraña sumirse en mucha especulación, cosa que suele redundar, esta no es una excepción, en una exigencia hacia el lector, que ha de rellenar muchos intersticios si quiere comprender qué pretende explicar el autor. El texto se divide en capítulos precedidos por una serie de manifestaciones artísticas. El lector asiste a un museo del siglo XXI, una vez este ha acabado, y todas esas obras, junto a los textos que las presentan, nos ayudan a esbozar una trama en la que el mundo, con dos protagonismos antagónicos (Ben Grossman, Karla Espinoza) ha acabado siendo víctima de una dominación de los algoritmos, de la inteligencia artificial, el big data y los drones, y todo hace pinta de que la humanidad no ha salido muy bien parada. De ahí lo de ficción pero también lo de no ficción. Carrión no tiene interés alguno en hablar de batallas, de ciudades devastadas, de violencia física. Todo está sugerido y la trama de fondo es más o menos asimilable y comprendemos su desarrollo y su desenlace. 

Pero me da la impresión de que a Carrión esa premisa se le escapa de las manos. Empeñado en mantener un tono algo ceremonioso y sostener una cadencia, el texto acumula demasiadas codas, no solo en lo estilístico sino incluso en su contenido. Se abusa de ciertas coletillas que a veces parecen forzadas, se requiebra el estilo y la insistencia en ciertos recursos acaba resultando en una carencia de naturalidad. Puede que sea premeditado y que la estructura del texto lo requiera, pero la fluidez es sacrificada y a veces la coartada intelectual acaba empantanando al lector. Algunos pasajes se extienden en teorías y surgen los fantasmas de los textos de Carrión: el dominio de las grandes corporaciones, las redes sociales, el poder oculto. No es que llegue a estropearse la premisa, si no original sí osada y (a cada año que pasa) probable, pero está claro que es difícil abarcar tanto y no resultar, a veces, algo cargante. 

martes, 26 de abril de 2022

Salman Rushdie: La decadencia de Nerón Golden

 Idioma original: inglés

Título original: The Golden House

Año de publicación: 2017

Valoración: Imprescindible



Tardaré en reponerme de una lectura como esta, en el buen sentido, claro. Ya he comentado mi admiración casi incondicional por Salman Rushdie. ¿Salman o Nerón, por dónde empiezo? Creo que dejaré volar las teclas y que ellas decidan. Este espacio literario que he habitado durante casi veinte días, ¿o debería admitir que me ha abducido? es una de las pocas lecturas dónde me gustaría irme a vivir, al menos por una temporada. No es que aspire a compartir las experiencias de los personajes, ni hablamos de un idílico lugar donde pasar las vacaciones, es más bien como… lo que hace el narrador (y personaje relevante) de esta compleja trama. Observar, incluso espiar, acercarse o alejarse según conveniencia, incluso mimetizarse a veces y hasta participar en la acción según convenga. Pero sin tener que involucrarme tanto como él, ya que René, al fin y al cabo, vive realmente ahí dentro y no puede permanecer siempre al margen, en cambio el estatus de lector me protegería de cualquier salpicadura ocasional. De René hablare más adelante, él es quien explica los hechos pero detrás de él, y de todos los demás, está la mano expertísima de un escritor que sale y entra de la realidad según le convenga con toda naturalidad y un punto de arrogancia que le perdonamos porque puede permitírselo.

Comprendo que a muchos no acabe de atraerles ese simbolismo constante, la fusión de realidad y fantasía, un sarcasmo que utiliza lo esotérico, la mitología, la confrontación real/irreal junto a la realidad más cruda para hacer una feroz crítica social. Y esa ausencia de cortapisas, su costumbre de dar rienda suelta a una imaginación desbocada así como el señalamiento de nuestros defectos y vicios con la mayor crudeza posible tiene poco de comercial. No es fácil leer la obra de Rushdie porque exige un esfuerzo constante y, de alguna forma, nos arañan por dentro. Hasta yo, que he disfrutado tanto con sus novelas, tuve que abandonar una de ellas porque tanta alegoría me sobrepasaba una poco. Pero aquí se da un cambio apreciable: no existen dos planos, el argumento es absolutamente realista, las pinceladas de irrealidad son un mero adorno, una rúbrica de autor. Encontramos también más humanidad, afecto hacia los personajes, valores positivos, planteamientos éticos directos, empatía, incluso amor del bueno (y de varios tipos) junto a la crueldad, dolor e injusticia que suponen una llamada a la catástrofe y que no pueden faltar en este autor sin desvirtuar su auténtica esencia. Así que, en caso de estar dispuestos a abordar sus más de quinientas páginas, no se lo piensen mucho y conozcan a este Nerón Golden y a toda su familia. Van a disfrutar y a sufrir, van a amar a unos y odiar a otros. Y eso es lo que se espera de esas grandes historias cuya mayor virtud es, quizá, su capacidad de engancharnos a poco que estemos disponibles.

El acaudalado industrial del título se ha metamorfoseado junto con toda su familia, cambiado de nombre, nacionalidad e idioma. Su identidad, pues, es otra. (Este tema de la identidad, en sus diferentes facetas (religión, estado, sexo etc,) se contempla a lo largo de estas páginas, con mayor o menor detalle, desde varios ángulos distintos. Aunque originarios de la India, sus nombres de pila están todos tomados de la Roma clásica (Petronio, Apuleyo, Dioniso y Vespasiano son los nombres de sus hijos por orden de edad, su autor sabrá el por qué de este guiño entre tantos). Me consta que le interesa situar en primer plano la tragedia griega, ¿será esa la razón por la que habla todo el tiempo de romanos? El mundo clásico, es cierto, está muy presente, pero también la mentalidad y política estadounidenses, vida y fisonomía de Nueva York, hechos históricos, el arte, lo hindú, problemáticas recientes –como la absurda polémica del género fluido, que el autor acaba resolviendo con su lógica implacable sin eludir el dramatismo que implica–, haciendo gala de una erudición más sorprendente aún si pensamos que abarca los mundos oriental y occidental y en ambos parece sentirse igualmente cómodo. 

“Tendríamos que haber adivinado que un hombre que se había puesto el nombre del último de los Julio-Claudios de Roma y luego se había instalado en una domus aurea estaba reconociendo públicamente su propia locura, sus fechorías, su megalomanía y su inminente final trágico, y también riéndose en la cara de todo aquello; un hombre así estaba arrojando un guante a los pies del destino y chasqueando los dedos en la cara de la Muerte al acercarse esta…”.

En India, Nerón había perdido a su primera mujer, víctima de un terrible atentado, pero no tardará en aparecer Vasilisa, la cazafortunas joven, bella y arpía (¡cómo no! otro mito que no podía faltar), cuyo papel es fundamental en el desarrollo de los hechos. Y si la riqueza atrae a los ambiciosos, el culebrón que acabo de esbozar es un imán para un joven creador, el mencionado René, vecino de la cómoda zona residencial donde viven, que cree haber encontrado en la Casa Dorada el guion perfecto para triunfar en el mundo del cine. Como solo conocemos su punto de vista, forzosamente tiene que caernos bien, aunque su hipocresía sea más que evidente para el lector y gracias a ella capte la confianza de los Golden y de todo su entorno. El desarrollo no es lineal, abundan los cambios de registro, la alternancia entre primera y tercera personas, apuntes para ese futuro guion, flash backs ocasionales y digresiones varias. Historias dentro de historias, metaliteratura como ingrediente indispensable que no puede faltar en un guiso cocinado por Rushdie. Los recuerdos de Nerón Golden, en plena decadencia y cercano ya el desenlace, servirán para dar sentido a todo lo anterior, gracias a sus confidencias comprendemos que la clave del misterio se encuentra en la mafia. Como todo ese material está en manos de un narrador que, además, es cineasta, imaginen cuántos títulos y escenas salen de su cabeza y se convierten en el vehículo que da forma a su relato. 

El climax de la acción tiene lugar en la época inmediatamente anterior a las elecciones que acabará ganando Trump, y que René vive con auténtico pavor como ciudadano y como documentalista cuyo principal deber es informar. La gran tragedia griega que se venía anunciando culmina finalmente, de todo aquel esplendor solo quedan las cenizas, y sin embargo, sorprendentemente, se produce cierta justicia. Poética, no religiosa, no se premia a los buenos y se castiga a los malos, muchos malos caen, también algunos buenos, tal como sucede en la vida, pero unos pocos, por sorprendente que parezca, pueden disfrutar de un final feliz.

Traducción: Javier Calvo

También de Salman Rushdie: Dos años, ocho meses y veintiocho noches, Los versos satánicos

lunes, 25 de abril de 2022

Walter Tevis: Sinsonte

Idioma original: inglés
Título original: Mockingbird
Traducción: Jon Bilbao (ed. en castellano) para Impedimenta
Año de publicación: 1980
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


El funcionamiento del mundo editorial es algo que no deja de sorprenderme, a veces por sus aciertos al descubrir talentos que emergen de golpe y de manera brillante, pero también otras veces por los vacíos existentes, por dejar en el cajón de los libros olvidados obras que deberían estar indiscutiblemente en las estanterías, no sé si de todas las casas, pero sí al menos en las de las librerías. Y, a veces, en el mundo de la cultura donde a menudo cine, televisión y literatura se cogen de la mano, hay que aprovechar cualquier éxito basado en un libro para examinar si hay algo más que sea destacable en el autor. Porque aquí estamos hablando de Walter Tevis, el autor de «Gambito de dama», pero también de «El buscavidas» y «El color del dinero». Y sorprende que «Sinsonte» hubiera pasado desapercibida hasta ahora, pues su calidad es incuestionable. Pero mejor tarde que nunca. Veamos qué ofrece.

El relato nos sitúa ya de entrada en Nueva York, a mediados del siglo XXV, en una escena inicial con grandísimas reminiscencias a Blade Runner, en la que nos encontramos en lo alto del Empire State Building, con Spofforth, un «robot Máquina Nueve», de pie en la cornisa de la azotea vislumbrando en la noche una ciudad sin apenas luces, instando «a su cuerpo a avanzar, concentrando toda su voluntad en el deseo de caer, en nada más que inclinar su cuerpo pesado y fuerte, su cuerpo manufacturado, hasta perder contacto con el edificio, hasta perder contacto con la vida» porque deseaba desesperadamente poder morir pero su cuerpo nunca iba a permitírselo, «su cuerpo —como bien sabía él— no le pertenecía. Había sido diseñado por seres humanos y solo un ser humano podía conseguir que muriera».

Con este trepidante e impactante inicio, Tevis demuestra su capacidad narrativa, su talento a la hora de crear atmósferas y situaciones que nos mantienen en tensión a la vez que nos adentran en una historia de marcados tintes trágicos y distópicos. Porque el mundo que refleja el autor es un mundo poblado por máquinas de distintos niveles (acordes a sus capacidades y sofisticación), pero también por unos humanos cuyas vidas han perdido toda esperanza. Y, entre las máquinas, Spofforth pertenece a las de más alto nivel, un Máquina nueve, «las criaturas más fuertes e inteligentes creadas por un ser humano. Él era asimismo el único de todos ellos programado para continuar con vida pese a sus deseos» porque era el último que quedaba de ellos, pues en él «se realizaron ajustes especiales en su cerebro metálico para prevenir lo que les había sucedido a los demás de la serie: se habían suicidado». Su cerebro y el de toda la serie de Máquinas Nueve era una copia del cerebro de Paisley, «un ingeniero brillante y melancólico» del que se eliminaron de esas copias sus recuerdos, aunque «fue inevitable que también pervivieran fragmentos de lejos, sueños, de anhelos y de angustias. No existía modo de erradicarlos de las cintas sin dañar otras funciones». El cuerpo había crecido en un tanque de acero y «era perfecto: alto, fuerte, atlético» y poseía la capacidad de autoregenerarse. Por ello, «Spofforth había sido diseñado para vivir eternamente, y había sido diseñado para no olvidar nada. Los responsables de tal diseño no se detuvieron a considerar cómo sería una vida semejante».

Así, nos encontramos con Spofforth, uno de los tres protagonistas del relato quién, en la Universidad de Nueva York (donde trabaja como decano) contacta con Bentley, un humano que ha aprendido a leer a través de las antiguas películas mudas y a quién encarga que grabe los subtítulos que aparecen en las películas. Y, por otra parte, Mary Lou, una mujer solitaria a quién Bentley encuentra en el zoo y con quien empieza una relación que parte primero de la curiosidad y evoluciona hacia un interés compartido en torno a la voluntad de aprender y recordar, de ampliar conocimientos acerca de las letras y el pensamiento. Ellos dos construyendo una isla aislada en la que idear un mundo nuevo que justo asoma al girar cada nueva página. Mary Lou, ese espíritu libre que despierta e insufla un nuevo aliento en la vida de Bentley, que le hace cuestionar su propia vida, una vida adormecida como la de tantos otros a base de pastillas y entretenimiento, y que se resume de manera perfecta en el siguiente diálogo:

«—¿Qué hay que saber sobre la vida? —pregunté.
—Todo —dijo ella—. Ellos nos mantienen en la ignorancia».

De esta manera, la trama avanza en torno a estos tres personajes (no contaré más para no hacer spoilers), y nos descubre un mundo triste y lúgubre, un lugar en el que las conductas son reguladas y las relaciones humanas dirigidas y supervisadas por los robots acorde a un código de conducta estricto y no invasivo que estipula la «Cortesía preceptiva» o la «Invasión de la intimidad». Tevis perfila y dibuja magistralmente una sociedad donde el contacto o el interés hacia los demás no está bien visto y en ocasiones incluso prohibido. Un mundo dominado por unos robots creados por seres humanos que pretendían idear las máquinas más perfectas para dirigir la sociedad pero que se degrada hasta encontrar un mundo sin esperanza, sin deseos ya aniquilados por las restricciones impuestas por las máquinas, sin contacto humano, sin capacidad de relacionarse, sin lecturas ni distracciones… la monotonía forzada que aboca a la desilusión y que el autor expone claramente a través de uno de sus personajes cuando afirma «esta noche he tomado cuatro sopores. No quiero recordar tanto». Una sociedad condenada a la pérdida de deseos y objetivos; a la pérdida, a la postre, de uno mismo, de la individualidad. Un colectivo de personas que no saben leer ni escribir (ni les interesa lo más mínimo), aborregado, sumiso y conforme, entregado y vacío que en ocasiones recorre a la inmolación pues ya nada tiene sentido para ellos. Un mundo sin ilusión y sin niños, pues en él no nacen bebés desde hace treinta años; solo hay personas mayores, ya abnegadas, ya muertas por dentro.

Tevis nos narra la destrucción de la sociedad, como grandes corporaciones «pagaron sobornos a los gestores municipales para desmantelar las redes de tranvía y se publicaron anuncios en la prensa para convencer al público de que era la correcto». Y cuando hubo la crisis del petróleo, las drogas y la televisión fueron perfeccionadas de modo que los coches dejaron de ser necesarios. Así, de esta manera se aisló la sociedad, a cada individuo, cortando las relaciones personales al sofisticar los elementos de evasión, «hasta desembocar en un final definitivo y previsible: el perfeccionamiento de la química cerebral». Tevis nos habla, por una parte, de la pérdida de esperanza, de la pérdida de recuerdos, de la curiosidad y la lectura, de la pérdida del contacto físico. Por otra parte también nos habla de la redención y del renacimiento, del despertar ante un nuevo comienzo. Así, el ocaso de unos coincide con el amanecer de otros, en un círculo vital de amplia duración en el que la rueda vuelve a girar para ponernos nuevamente en el inicio, quién sabe si para entender o para evitar tropezar nuevamente con nuestras propias debilidades y evitar que nos suceda, como a uno de los protagonistas, cuando afirma que «quería recuperar mi vida enterrada. La parte borrada de mi memoria. Me gustaría saber, antes de que muera, cómo es la persona que he intentado ser toda mi vida».

domingo, 24 de abril de 2022

Rutu Modan: Túneles

Idioma original: hebreo

Título original: Tunnels

Año de publicación: 2021

Traducción: Ayelez Nirpaz

Valoración: recomendable

Siento estropearle un mito de la infancia a alguien, quizás, pero he de deciros que Indiana Jones no encontró  el Arca de la Alianza... Porque a Indy no se le pueden poner pegas como aporreador de nazis, pero como arqueólogo dejaba bastante que desear; para empezar, no había leído el Antiguo Testamento, porque de lo contrario habría sabido que tan famoso artefacto, de existir aún, no podría estar en Egipto, pues los judíos lo construyeron como receptáculo de las Tablas de la Ley cuando huyeron de aquel país, en su éxodo hacia su Tierra Prometida. Por tanto, lo lógico es que se encontrara oculta en algún lugar del actual Israel o Palestina, dado que desapareció cuando el Templo de Salomón fue destruido por los babilonios  en el... bueno, hace la tira de años. Desde entonces se desconoce el paradero (incluso la propia supervivencia) del Arca, cuyo posible hallazgo, según los flipados "idealistas judíos, anunciaría, por si fuera poco la llegada, al fin, del Mesías, y la primacía del pueblo elegido ( o sea, ellos) sobre el resto de la Humanidad... En fin, ese tipo de cosas...

Para la protagonista de este cómic, Nili Broshy, supone, sin embargo, la posibilidad de recobrar y continuar una etapa feliz de su infancia, la que pasó con su padre, un reputado y muy intuitivo arqueólogo, excavando un túnel junto a un pueblo palestino, en busca del Arca perdi... esto, del Arca. Pero ahora su padre padece demencia senil y su hermano, también arqueólogo, pero que pretende hacer carrera en la Universidad, no está para nada dispuesto a seguirle el juego, así que Nili, siempre junto a su hijo Doctor, acaba reclutando un grupo variopinto de colaboradores, con el objeto de encontrar y proseguir el túnel que había comenzado su padre... aunque se van a encontrar con mayores dificultades que él.


En esta aventura se acabará -acabaremos- encontrando junto a arqueólogos de variado pelaje, coleccionistas de antigüedades, militares israelíes, contrabandistas palestinos e incluso miembros, o aspirantes a serlo, del ISIS... y una vaca, que se me olvidaba. Con tal mezcolanza, que remite claramente a la variedad de gentes existente hoy en día en las sociedades israelí y palestina, es inevitable considerara los túneles de los que habla el título como una metáfora del devenir de ambas comunidades, que parecen avanzar a ciegas, ajenas la una de la otra (no me refiero a los momentos de conflicto abierto, claro), pero digamos que de forma subterránea y también inevitable, no dejan de entre cruzarse y entrar en relación,  como no puede ser de otra manera  cuando se trata de seres humanos  que habitan el mismo rincón del mundo. Ahora bien, si hacemos caso a lo que explica la propia Modan en el epílogo del libro,  tampoco sería éste el principal simbolismo de la historia; lo es, en cambio, el Arca de la Alianza en sí o incluso su búsqueda y no por el mismo concepto de "alianza", en el que reside su fuerza y el de cualquier sociedad humana: la alianza entre gentes con ideas, costumbres y hasta intereses diferentes, pero con un objetivo común.

Pero que nadie se asuste por el posible simbolismo o transcendencia de la trama; ante todo, nos encontramos ante un cómic o novela gráfica muy divertido, que rebosa de ese humor costumbrista y amable que tan bien se le da a esta autora, y dibujado con una gran atención al detalle, en un estilo que podríamos considerar como una evolución de la "línea clara": sigue siendo limpio y colorido, pero algo menos que el de La propiedad, que resultaba más "hergeguiano", por decirlo así... Aquí el trazo está más suelto, más desinhibido, y los personajes muestran más expresividad,  pero sin que por ello el resultado pierda encanto y se les con menos agrado. De hecho, se trata de un libro delicioso, que no puedo por menos que recomendar.

Otros títulos de Rutu Modan reseñados en Un Libro Al Día: Jamilti y otras historias, La propiedad

sábado, 23 de abril de 2022

Armin Öhri: El Gabinete de los Ocultistas

Título completo:
El Gabinete de los Ocultistas. El segundo caso de Julius Bentheim
Idioma original: alemán
Título original: Der Bund der Okkultisten. Julius Bentheims zweiter Fall
Traducción: Elisa Martínez Salazar
Año de publicación: 2014
Valoración: Está bien

Este libro lo tenía todo para gustarme. ¡Todo! Novela policial. Tintes sobrenaturales. Toques de humor. Una cierta sensualidad juguetona. ¿Qué más se puede querer en un libro de 240 página?

Y sin embargo, ay, como se puede deducir por la valoración del encabezamiento, este libro me ha gustado mucho menos de lo que habría debido gustarme. Voy a intentar explicar por qué, aunque hasta cierto punto la verdad es que no me lo explico ni yo mismo.

Una primera razón por la que quizás no he acabado de conectar con el libro está en su subtítulo: El segundo caso de Julian Bentheim. Siendo este el segundo libro de una trilogía, quizás se disfrute más después de haber leído el primero, La musa oscura, también publicado por Impedimenta. Que conste que El Gabinete... es una novela independiente, y aunque conecta y continúa algunas subtramas (amorosas, por ejemplo) de la anterior, el autor se esfuerza por ofrecer los contextos y antecedentes necesarios para que un lector que, como yo, no la haya leído, no se pierda. Aun así, quizás si ya se trae en la mochila la conexión emocional con Julian y Albrecht, los jóvenes detectives protagonistas, resulte más fácil involucrarse en la historia.

Pero no se trata solo de eso: estoy (estamos) muy habituados a leer novelas de series policiacas (Mankell, Camilieri, Márkaris...) sin seguir el orden cronológico y sin que eso disminuya el placer de la lectura. 

Creo, la verdad, que esta novela tiene un cierto problema de ritmo y estructura que a mí, personalmente, me ha resultado incómodo.

Y mira que la novela empieza fuerte: ya en el primer capítulo, después de una suntuosa cena y una sesión espiritista, tenemos una primera muerte (¿un primer crimen?): uno de los invitados a la cena muere de forma brutal en un aparente accidente con un coche de caballos. (Nota al margen: Öhri es particularmente gráfico en la descripción de las muertes, las heridas y los cadáveres, algo así como el Eli Roth de la novela policiaca...) Pero después de ese primer capítulo tan prometedor, al menos para este humilde lector, la novela se pierde. Hay que esperar páginas y páginas, capítulos y capítulos hasta que vuelva a aparecer cualquier atisbo de investigación criminal, y también, sí, otro crimen (este indudable).

¿Y qué tenemos mientras tanto? Pues la historia de cómo Albrecht monta el Gabinete de los Ocultistas para dar continuidad a aquella primera (y trágica) sesión de espiritismo; otra cena más con una sesión espiritista más detalladamente descrita; y, como decía antes, una subtrama amorosa que por estar totalmente desligada de la trama principal (no sé si en La musa oscura también pasaba lo mismo) dan una cierta sensación de pastiche.

Es verdad que a partir de la segunda mitad, cuando la novela decide dejarse de tonterías y entra en los engranajes de lo policiaco, funciona muy bien y se lee (esa parte sí) de un tirón - aunque el desenlace sea algo rebuscado o rocambolesco. También hay que reconocerle a Öhri la destreza en la ambientación histórica, que va desde los primitivos procesos fotográficos hasta el tipo de condones que se usaba en la época.

En cuanto al sentido del humor, pues en fin, la verdad es que no he conseguido conectar demasiado con él, sobre todo cuando este humor se manifiesta en forma de poesías "picantes" inventadas y recitadas por Albrecht a las que, sinceramente, no les veo la gracia por ningún lado (quizás en el original alemán sean más ingeniosas, no sé). En general, todo el personaje de Albrecht con sus comentarios y sus argucias tirando a machistas me ha resultado bastante poco simpático...

En fin, puede que sea porque la he cogido en mal momento, o porque esperaba otra cosa, o porque no he leído la primera novela de la serie, como decía antes; o puede que sea porque efectivamente, como sospecho, la novela es un poco irregular en su estructura y desarrollo. Sea por lo que sea, lo que prometía ser una refrescante y fascinante lectura para las vacaciones, ha acabado siendo algo decepcionante. Con puntos positivos, y sin ser una mala novela, pero sin provocarme tampoco ese deseo de devorar páginas que se espera de este tipo de lecturas.

(Nota curiosa: salvo que me equivoque, y salvo que haya algún error en las etiquetas del blog, esta es la primera reseña de un autor de Liechtenstein que publicamos. ¡Ya nos falta menos para dominar el mundo!)

viernes, 22 de abril de 2022

Juan Ramón Azuar Romero: El vértigo del trapecista

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable

Uno cree conocer sus gustos lectores y saber, solo con echar un ojo a la contracubierta del libro, si este le gustará o no. Por suerte, no siempre se acierta y así uno descubre que libros que a priori no le llamaban especialmente la atención se acaban convirtiendo una sorpresa más que agradable. Es el caso de este "El vértigo del trapecista", novela de debut de Juan Ramón Azuar Romero.

Resumen resumido: El circo, el mayor espectáculo del mundo, como metáfora de este. Lujo y miseria, máscaras, disfraces, auge y caída, esplendor y decadencia... El Salerno, pese a sus 100 años de antigüedad, no puede ser menos y "El vértigo del trapecista" es la historia de (homenaje a) algunas de las personas que pasaron bajo la carpa rojiblanca.

Varios son los aspectos que hacen de "El vértigo del trapecista" una novela recomendable:
  • el riesgo que asume el autor en cuanto a estructura: no hay linealidad en la narración ni hilo conductor aparente. Relatos breves, casi microrrelatos, conducen la narración por variados caminos que poco a poco, como si por arte de magia se tratara, van encajando.
  • el riesgo que asume, también, en el uso de materiales diversos: el propio recuerdo, cartas, entrevistas, recortes de prensa, etc. Lo importante, tanto para este riesgo como para el anterior, es que ambos son más un recurso que un truco.
  • la ternura que el autor manifiesta hacia los personajes y hacia la propia institución. Obviamente, esto no es una virtud per se, pero sí que favorece claramente a la novela.
  • la "desmitificación", pese a la comentada ternura. Nostalgia de otro tiempo, sí, pero sin idealizar. Personajes de carne y hueso, con todas sus contradicciones a cuestas, detrás del maquillaje, lo que sitúa al texto en un punto entre la comedia y la tragedia, entre la risa y el llanto, más que interesante.
En el lado menos positivo, y aunque puede sonar algo contradictorio, cabe mencionar que el riesgo asumido en lo estructural hace que la novela se ramifique en demasía y que algunas de las historias que hacen su aparición por la pista palidezcan en comparación con otras en las que se adivina un potencial brutal. Queda, así mismo, cierta sensación de que el conjunto es algo inferior a la suma de las partes.

En cualquier caso, ya digo que las expectativas con las que comencé la lectura se han visto superadas con creces gracias, especialmente, al tratamiento que el autor da a la historia. Si os animáis, apagad las luces, que suene la música y comience la función.

jueves, 21 de abril de 2022

Colette: El quepis y otros relatos

Idioma original: francés

Título original: Le képi

Traducción: Núria Petit Fontserè

Año de publicación: 1943

Valoración: Recomendable alto


Reconozco que me provoca cierto recelo asomarme a un autor al que conozco poco a través de algo que tiene todo el aspecto de una obra menor, en este caso un pequeño puñado de relatos, cuatro para ser exactos. Existe el riesgo de desenfocar la valoración partiendo de un prejuicio, tanto en una dirección como en la contraria: sobrevalorar la obrita en base a la celebridad del autor, o bien denostarla sabiendo que ocupa un lugar secundario en su bibliografía. Soy consciente del problema e intento por encima de todo ser objetivo y, cómo no, disfrutar de la lectura, eso siempre.

El carácter libre y rompedor de Colette y su vida escandalosa, al menos para la época, no me interesan más que, a lo sumo, como marco de referencia donde situar el apreciable aire autobiográfico que asoma en algunos momentos. Más interesante me parece que en estos textos, bastante tardíos (al menos cuando se publican, 1943, ella tiene cerca de setenta años), siguen en primer plano algunas de las constantes que se muestran en sus obras más significativas: la relación de pareja, o más bien sus inicios, la atracción mutua o las circunstancias que concurren cuando el azar reúne a dos personas de edades muy diferentes.

Los dos primeros relatos (El quepis y La mocita) exploran estas situaciones. En el primer caso, se trata de una mujer madura con un pasado complicado, que contacta de forma inesperada con un joven militar. En el segundo, es un cincuentón aficionado a las jovencitas que se encuentra con una de ellas. Como se ve, son parejas que se salen de lo usual y que se observan más que se examinan. A la autora no parecen interesarle demasiado los problemas que pueden plantear esas relaciones, de hecho más bien se diría que no ve en ellas ningún inconveniente especial. Colette se limita a mirar y describir (y describe con elegancia y con soltura), evitando intervenir y mucho menos juzgar. De hecho se aparta de la figura del narrador y se coloca como un personaje más, completamente secundario, cuya finalidad es solo sostener el hilo narrativo. En El quepis la voz la lleva una amiga de la protagonista que se interesa por su aventura amorosa, y en La mocita, la autora, o narradora, es la simple destinataria del relato que del escarceo hace el hombre que lo protagonizó.

No son solo pequeñas historias galantes. Aunque en ningún momento se entra en el terreno de los sentimientos, la narración tiene el mérito de hacer que el lector se los plantee: se nos cuentan hechos, lo que la amiga ve y oye, lo que el hombre cuenta que vio y que hizo, pero no nos queda más remedio que intentar escudriñar qué sienten aquella mujer madura y esa rústica adolescente, todo en base a lo que cuentan los respectivos narradores. Este manejo de la información y la sutilísima invitación al lector me parecen un juego muy sugestivo, signo de buena literatura y también una velada insinuación para respetar cualquier tipo de relación, aunque pueda parecernos inconveniente, problemática o directamente reprobable. El subtexto de estas historias lo tiene que poner el lector, si quiere.

Hay también algún otro rasgo común, como la tendencia a resolver la narración con un final más bien abrupto, sorprendente y de mayor profundidad en el primer relato, más humorístico en el segundo, y decididamente absurdo en el último, Armande, tal vez el más flojo aunque tampoco carente de interés. El tono es también cambiante, destacando el aire más clásico e irónico de La mocita, en tanto que en El quepis parece mantenerse a propósito una distancia respetuosa con la protagonista.

Tampoco hay que olvidar El lacre verde, cuyo argumento se aparta de las relaciones que centran los demás relatos, aunque también se remite a pasajes de la adolescencia que parecen habituales en la autora. Excelentemente escrito, es un muy bonito híbrido donde se mezclan recuerdos de la casa familiar con secretos y viejas historias de pueblo pequeño, todo ello con un trasfondo, siempre más bien sugerido que explícito, de novela negra.

Un pequeño repertorio que resulta sugerente, gotas de buena literatura que inducen a buscar más cosas de esta autora, un personaje singular, libre, que parece flotar entre escuelas, corrientes y etiquetas, para presentarnos una visión de la vida que merece mucho nuestra atención. Porque lo hace muy bien.

Otras obras de Colette en ULADLa vagabundaDúoChéri

miércoles, 20 de abril de 2022

Georges Simenon: La prometida del señor Hire


Idioma original: francés

Título original: Les fiançailles de Monsieur Hire

Año de publicación: 1933

Traducción: Mercedes Abad

Valoración: se deja leer


"Si le hubiera preguntado a mis clientes, me hubieran pedido caballos más rápidos". Sirva la paradigmática frase pronunciada por uno de los pioneros de la industria automovilística como ejemplo de que, también en literatura, incluyamos el género negro o policiaco, el simple avance producto del progreso de la masa lectora, relega con crueldad aquellos textos anclados en situaciones que ya suenan, diría, añejas o hasta superadas. Me permito un pequeño inciso: mi valoración alternativa para esta novela hubiera sido bisoña o ingenua o incluso (aunque odio la palabra) entrañable. De hecho, mi decisión de lectura viene de su condición de ejemplo de narración en línea recta en el sentido de coherente, secuencial, sin flash back, sin evocación, y desde luego lo es absolutamente, pero desde luego considero esto muy lejos de tratarse de una virtud, quizás lo fuera en su momento, pero a estas alturas me ha parecido algo cercano a lo exasperante, por su obviedad y previsibilidad.

Esta novela, al margen de las correrías del comisario Maigret que hicieron famoso a su autor, dispone de un argumento sencillo y asequible. La policía investiga el salvaje asesinato de una joven en un barrio de París. El sospechoso principal es el tal señor Hire, un hombre de aspecto levemente caricaturesco que lleva una existencia anodina entre su extraño trabajo captando a incautos a los que promete un sobresueldo y sus actividades más inhabituales: cuando llega la noche observa desde su ventana a una mujer, una criada que se despoja de su ropa en su habitación, consciente de estar siendo observada. Los inspectores de policía siguen indisimuladamente a Hire a la espera del mínimo error que permita incriminarlo, interrogan a la portera de su casa, en fin, llevan a cabo una investigación bastante tosca ubicada en esos distritos de los primeros años 30, sin más implicación en el uso de los escenarios que encontrar una ubicación: ni un conato de crítica social en esa vida, esas relaciones de pareja algo perversas, los prostíbulos, la vida en la calle dominada por la curiosidad y la inquietud entre la gente que quiere que se detenga al autor del crimen.

Y eso sería todo, avanzar más en la trama sería desnudar a la novela en todo su simple esquema, con una solución algo ingeniosa aunque binaria. Un ejercicio que cualquier lector promedio de hoy en día resolvería en minutos. No creo que sea un sacrilegio proclamar que esta, por ejemplo, o muchas novelas de Agatha Christie, son meros artilugios literarios solo unos centímetros por encima de los folletines, con una loable intención de entretenimiento pero, décadas después, sin el mínimo logro literario o ya no digamos el menor conato de innovación, y aunque la falta de pretensiones puede despertar algún tipo de condescendencia por parte del lector comprensivo o con buena actitud, pero a poco que uno exija un mínimo de estímulo (y no hace falta correr a leer el Finnegan's Wake) debo inclinarme por no recomendar en absoluto, ni por mera curiosidad, perder el tiempo con este tipo de novelas a las que el tiempo (nueve décadas son una absoluta eternidad para el caso) ha pasado factura de forma cruel e implacable.

martes, 19 de abril de 2022

Alejandro Barrón: Inventario de máquinas inútiles

Idioma original:
 Español
Año de publicación: 2021
Valoración: Entre recomendable y está bien

Inventario de máquinas inútiles es una antología del mexicano Alejandro Barrón. Compila más de cincuenta microrrelatos de entre un párrafo y dos páginas de extensión. 

A dichos microrrelatos los hermana una querencia por lo macabro, lo extraño, lo siniestro y lo terrorífico. Sus registros son la mar de variados. Tenemos las clásicas historias de género con desenlaces efectistas, pero también humoradas varias, ejercicios metaliterarios, propuestas interactivas e incluso algún que otro aforismo.

Hay en este volumen cuentos brillantes; pienso en el inquietante "¿Afortunados?", el inclasificable "Tratado sobre las moscas" o el díptico conformado por "Teoría de los desaparecidos" y "Teoría de los reaparecidos". Sin embargo, a la gran mayoría de piezas, aunque no estén exentas de calidad, les falta desarrollar su premisa o amoldarse a una fórmula menos genérica.

En suma, Inventario de máquinas inútiles es una recopilación notable que contiene una docena de microrrelatos sobresalientes. Y, aunque los restantes adolecen de planteamientos, formatos o ejecuciones deficientes, no dejan mal sabor de boca.

Por cierto, recomiendo a quien se disponga a leerlos que lo haga a sorbitos espaciados; el exceso conlleva cierto empacho, y la acumulación de impresiones similares puede antojarse reiterativa.

Dejad que cierre esta reseña con uno de mis textos favoritos: «El horror es un bicho que habita en la mirada sin brillo de las personas que amamos.» Genial, ¿verdad?

lunes, 18 de abril de 2022

Maxim Ósipov: Piedra, papel, tijera

Idioma original: ruso

Título original: КаменЬ, ножuцЫ, бумаƨа

Año de publicación: 2019

Traducción: Ricardo San Vicente

Valoración: está bastante bien

Puede que no corran los mejores tiempos para ser sospechosos de rusofilia, siquiera por publicar una modesta reseña de un libro escrito en la lengua de Pushkin y compañía,  pero, en fin, a estas alturas, cuando ya hemos reseñado a un trillón de autores rusos, desde el propio Pushkin, Tolstoi o Dostoyevski, hasta mi querido Dovlátov,pasando por Ajmátova o Ilf y , creo que ya no tenemos remedio... De todos modos, para tranquilidad de los detractores de Putin (y rabiña, espero,  de sus admiradores), comentaré  que Maxim Ósipov, el autor del libro que nos ocupa hoy, no se cuenta, precisamente, entre los defensores del autócrata del Kremlin de tan acertado nombre y, de hecho, cuando comenzó la invasión de Ucrania tuvo la precaución de darse el piro de Rusia, suponiendo, seguramente con acierto, que su posición crítica a ese y otros  respectos le acarrearía problemas (por cierto el que uno de los cuentos del libro parece ser una crítica, bastante evidente, de su régimen).
Vayamos al turrón: este libro, de tan lúdico título (aunque ya aviso de que no van por ahí los tiros) está compuesto por varios relatos, aunque alguno tan extenso y complejo que podría considerarse eso que llaman una nouvelle. Casi todos los relatos transcurren o tienen su origen en la Rusia y aledaños de la época post-soviética o, mejor dicho, los protagonistas son todos ciudadanos ex-soviéticos, obligados a adaptarse, con mayor o menor fortuna, a una nueva realidad capitalista, individualista, en la que la religión ha cobrado una inusitada importancia y que, eso sí, sigue dominada por una "élite" política y económica, de forma más o menos (sobre todo, menos) democrática. Así, encontramos a una serie de personajes  variopintos: desde la cacique de una ciudad de provincias y su empleada tayika a un geógrafo metido a pope; de un exitoso financiero que trata de ampliar sus horizontes  a unos emigrantes que han prosperado en EEUU. También una prestigiosa violinista, algo fantasiosa, una actriz con demencia senil o las hijas de un antiguo miembro de la  KGB...

Casi todos los personajes son individuos más perdidos que el proverbial pulpo en un garaje o que pensaban tener claro su camino hasta que alguna circunstancia les obliga a asumir que para nada... En cualquier caso e incluso cuando se trata de personajes más secundarios, Ósipov demuestra gran perspicacia para entender el corazón de las personas y una enorme humanidad para explicar y aceptar sus errores. En algún momento se podría colegir que esta comprensión y bonhomía -incluso compasión- del autor hacia sus criaturas se deben a la influencia de algún tipo de espíritu religioso; ya digo que es un tema que aparece en más de uno de los relatos... Ahora bien, en el que lo hace de forma más clara, Cual ola del mar, protagonizado por el geólogo metido a sacerdote ortodoxo, el padre Sergui, tampoco se diría que Ósipov parece muy convencido de que el tipo ha tomado la decisión correcta. Y en Piedra, papel, tijera, que da título a la recopilación, se explica, de forma respetuosa y se diría que ecuánime, los pormenores esenciales de la doctrina islámica,  que tampoco es que entusiasme  demasiado al escritor. Es más, en general, se diría que los personajes asisten con cierta perplejidad el renacer religioso tras la implosión de la URSS. 

Más bien, creo yo, esta actitud comprensiva y conmiserativa se debe a que la narrativa deeste autor se inscribe y continúa (salvando todas las distancias, claro) cierta corriente literaria rusa cuyos máximos exponentes serían Gógol o, sobre todo, Chéjov; al igual que ellos, Ósipov no puede dejar de empatizar con su prójimo incluso en sus momentos de estulticia y desconcierto. Cierto que, pese a esa influencia -también es verdad que me lo puede haber parecido a mí ante la profusión de patronímico y de escenas costumbristas-, aún cuando la calidad de su prosa es innegable, carece de la maestría de esos grandes maestros del relato. Algunos de los cuentos de Ósipov, pese a que comienzan de manera interesante, a partir de un momento dado pierden el brío y discurren de una forma lenta y melancólica, incluso, en algún caso, a trompicones. Otros, sin embargo no pierden el nervio narrativo y por eso (o por lo que sea), son los que me han gustado más: la historia de una joven y desventurada pareja en El Complejo, la de la joven triunfadora que se encuentra con su hermanastra alemana de En el Spree  o Buena gente, sobre una veterana actriz aquejada de Alzheimer. Los demás relatos, sin carecer, en absoluto, de una calidad para nada desdeñable, no me parecen a la altura de éstos o quizá, simplemente, su intención se diluye entre los meandros de las muchas explicaciones que nos da Ósipov sobre sus, sin duda, apreciados personajes.

domingo, 17 de abril de 2022

VV.AA.: Atlas de literatura latinoamericana (arquitectura inestable)

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Muy recomendable (y precioso)
Edición: Clara Obligado

Hay una canción del grupo valenciano La habitación roja que dice algo así como "(...) Solíamos buscar destino para nuestros viajes en el viejo atlas de tus padres. Las fronteras han cambiado tanto, mis cosas ya no te pertenecen y todos estos viejos libros ya no se acuerdan de cómo nos conocimos (...)". Por tanto, el atlas como guía (de viajes, de lecturas) y el atlas como foto estática de un momento X regido por una serie de condicionantes (geopolíticos, económicos, etc).

Lo anterior es aplicable al 100% para este "Atlas de literatura latinoamericana" en el que, a medio camino entre el homenaje y la reivindicación, una serie de escritores, profesores y críticos cartografían la parte hispanoparlante del continente (más una pequeña incursión en el Brasil) a través de breves perfiles (biográficos, reseñísticos, académicos o periodísticos) de 50 autores más o menos reconocidos y premiados, más o menos malditos, pero relativamente olvidados o ninguneados por el canon. Por citar algunos, estarían mis adoradas Silvina Ocampo, Sara Gallardo, Roberto Bolaño o Manuel Puig, malditos como Jaime Saenz, Alejandra Pizarnik o Julio Ramón Ribeyro, gigantes como Cabrera Infante o Lezama Lima, mujeres eclipsadas como Elena Garro o Camila Henríquez Ureña y absolutas desconocidas para mi (y perdón por la ignorancia) como Carmen Lyra, Lupe Rumazo, Teresa de la Parra o Marosa di Gregorio.

Pero todo atlas es, por definición, incompleto y este no podía ser menos. Factores internos y externos al propio atlas condicionan y determinan la elección de los autores incluidos. En el lado de los factores internos cabe citar la deliberada (y afortunada) exclusión de las vacas sagradas del boom, que aunque no están directamente sí que sobrevuelan muchos de los textos, o la también deliberada (y no tan afortunada) exclusión de autores en lenguas "originarias". En el lado de los factores externos, las dinámicas del mercado editorial hacen que los grandes centros del continente (Argentina, México) tengan una presencia infinitamente mayor que literaturas más marginales, que la narrativa ocupe mucho mayor espacio que la poesía o que la inmensa mayoría de los reseñados desarrollaran la totalidad de su obra en el siglo XX y, más concretamente en su segunda mitad.

Además de lo anterior, llaman la atención algunas ausencias: Saer (sobre todo Saer), Arguedas, Ramos Sucre, Piglia, Scorza, Rosario Ferré... Pero ya hemos dicho que los atlas son fotos estáticas y al igual que las fronteras, especialmente las europeas, han cambiado una barbaridad en los últimos 120 años, también este atlas es susceptible de altas y bajas en un futuro no muy lejano.

Condicionantes y ausencias aparte, y más allá del valor de los textos como guía para posibles futuras lecturas, este "Atlas de literatura latinoamericana" admite diversas lecturas que lo hacen muy recomendable. Así, estos textos pueden y deben ser leídos como puente entre el pasado y el presente, como pequeño tratado histórico -literario, como ensayo sobre el carácter híbrido de la literatura latinoamericana, como testimonio del efecto que la convulsa historia política del continente ha tenido sobre autores y obras, etc.

No puedo terminar la reseña sin mencionar el magnífico trabajo de Agustín Comotto en la parte gráfica, con ilustraciones que no solo acompañan sino complementan los textos, y la preciosa edición de Nórdica (tapa dura, papel "gordo", letra para miopes como yo...)

En resumen, un libro de obligada lectura, pese a los condicionantes de que hablaba, para cualquier persona interesada en la literatura latinoamericana de los últimos 100 años. Con que lo disfrute la mitad de lo que yo lo he hecho será más que suficiente.

sábado, 16 de abril de 2022

Diamela Eltit: Fuerzas especiales

Idioma original: español

Año de publicación: 2013

Valoración: Bastante recomendable


Esta vez, y a pesar de la valoración que le doy, abordo una novela difícil de recomendar aunque utilice un lenguaje sencillo –excepto por los numerosos localismos para quien no comparta origen con la autora– y el argumento sea bastante simple, al menos en apariencia. Pero detrás de los pocos rasgos que se muestran percibimos una sociedad completa y compleja que incluso podríamos describir con bastante detalle si, como a los personajes, no nos agobiase el peso de los bloques. Sí, me refiero a los bloques grises de la portada, que basándome en las parcas pero expresivas descripciones, yo imagino todavía más siniestros, pobres, remendados y asfixiantes. Y es que la función del texto, si lo he comprendido bien, es desasosegar a los lectores. Es lo que, supongo, se propuso su autora en este centenar y pico de páginas y doy fe de que lo consigue. De ahí que, por mucho que me haya gustado, tenga que matizar la recomendación.

Claro que el mundo es de los valientes, y una vez advertidos de que deben abordar esta lectura con la moral bien alta, me decido a entrar en materia. La protagonista y narradora reside en un cuarto piso de los susodichos bloques, 30 metros de vivienda –como todas las demás, por cierto– que comparte con lo que queda del resto de su familia. Ya son solo cuatro, de los demás (sobrinos y hermanos) apenas se aportan datos pero sobra con lo que podemos intuir. Su reducido mundo se limita al hogar y a un ciber, que además funciona como casa de citas clandestina, a sus padres, hermana, dueño del local (proxeneta), su compañero de penurias y una antigua colega que ya no ejerce. Esos escenarios (los bloques, así, en conjunto, la casa, la escalera y el equívoco establecimiento), así como los personajes, desfilan obsesivamente sin apenas suministrar información o haciéndolo con cuentagotas. La vida es así de simple cuando se carece de horizontes: una enumeración de personas y objetos con los que alguien se topa a diario y poco más, aunque las ocasionales reflexiones y metáforas resultan escalofriantes como mínimo.

Este panorama obsesivo se alimenta también de una prosa reiterativa y de un argumento que da vueltas sobre sí mismo, quizá no en círculo pero sí en espiral, y eso nos deja casi en el mismo lugar que al principio. Sin embargo y aunque pensemos que apenas se avanza, las conclusiones que extraemos al final son clarísimas; como decía antes, al cerrar el libro podemos hacer un análisis social, incluso psicológico, bastante completo basándonos en lo que hemos leído. La angustia, el desánimo, el pánico, miseria, impotencia, enfermedad, frustración, están perfectamente descritos y sus causas se adivinan al primer vistazo. Aunque el elemento principal es la violencia, tanto implícita como explícita. Violencia que procede de las condiciones de vida, la falta de perspectivas, el hacinamiento familiar y, fundamentalmente, de los dos cuerpos policiales (las fuerzas  especiales del título) que merodean, acechan y amenazan a los vecinos del barrio.

“Pero no es posible, porque mi miedo es otro no es pulcro ni menos redimible, es otro, otro, es como si la policía hubiera atravesado todas las fachadas y sus escudos transparentes se me hubieran metido adentro de la boca. Como si las fuerzas especiales de la policía corrieran directas hacia mí y me lanzaran de manera sincrónica mil bombas de gas lacrimógeno que me cegaran.”

Lo peor es que nos movemos en la incertidumbre. Ellos, los personajes, y nosotros los lectores. El discurso es ambiguo, insinúa más que narra, o bien se aclara una situación tras mucho rato de dar vueltas y vueltas sobre ella. Todo es aproximado salvo el desastre, a menudo se trata de simples elucubraciones que dan lugar a versiones dobles o múltiples. En esa realidad insoportable, quizá traspasar la pantalla, digitalizarse, convertirse en muñeco de videojuegos sea la única solución al alcance de sus (escasas) fuerzas.

viernes, 15 de abril de 2022

Terry Eagleton: Humor

Idioma original: inglés

Título original: Humour

Traducción: Mariano Peyrou

Año de publicación: 2019

Valoración: Está bien


Resulta llamativo cómo, puestos a buscar, podemos encontrar bastantes libros escritos en torno al humor, la risa, el chiste y cosas por el estilo. Y en general parece que se trata de textos más o menos sesudos escritos por individuos de gran peso intelectual (véase Bergson, o el mismísimo Freud). Así que no debí sorprenderme cuando en ese expositor del que alguna vez he hablado encontré este libro de título tan rotundo, escrito por un señor a quien yo había conocido hace mucho tiempo como autor de un excelente ensayo titulado Literatura y crítica marxista, nada menos. Pero claro, estos tipos con bagajes culturales tan amplios son capaces de disertar sobre casi cualquier tema, y además, casi siempre, de forma brillante y cargada de razones. De forma que tampoco debe chocar que en la amplia bibliografía de Eagleton haya unos cuantos trabajos sobre asuntos bastante diversos.

Otra cosa es que, por algún mecanismo psicológico que desconozco, cuando uno se decide a leer un libro sobre humor, espere inevitablemente encontrar algo simpático, más bien ligero aunque con el poso intelectual que se presume al autor. Una combinación de rigor y desenvoltura desde luego muy atractiva, sí, pero también difícil de lograr. No estoy muy seguro de que Eagleton la consiga del todo.

El libro tiene digamos varias líneas maestras. Por una parte, la más teórica, que entronca con la psicología, donde se exponen tres hipotéticos fundamentos del humor: como descarga emocional que nos libera momentáneamente de la presión a que nos somete nuestra posición en la sociedad; como ejercicio de superioridad por el que nos colocamos un peldaño por encima de aquello que es objeto de mofa; o como juego en el que disfrutamos de brotes de incongruencia, que son lo que desata la risa, ya se trate de situaciones reales o de ficción. Todo esto, dicho en cuatro líneas, se explica ocupando buena parte de texto, con claridad y abundancia de ejemplos más o menos hilarantes, tampoco muchos, ni demasiado festivos.

Durante otro buen puñado de páginas tenemos un amplio repaso de material histórico y literario, sembrado de citas de autores de toda época que contribuyen a una definición de lo humorístico. Un cierto ejercicio de erudición que no carece de interés aunque tampoco me parece que pueda suscitar mucho entusiasmo, y que incluye la conocida discusión sobre si Cristo reía o no, que la mayoría de los mortales descubrimos gracias a Umberto Eco. Menos atractivo resulta cuando Eagleton se adentra de lleno en el mundo de la literatura, explorando buen número de obras sobre todo de autores ingleses a los que conocemos poco a nada. Da la sensación de que nuestro profesor pierde un poco la perspectiva del libro y se sumerge en detalles que resultarán muy interesantes para él como crítico literario, pero que a los demás no solo nos deja fríos, sino que nos llega a aburrir un poquito.

El texto recobra a ratos el vigor y la gracia de un análisis fino y certero, por ejemplo cuando analiza el fenómeno del humor a lo largo de los últimos siglos y en los distintos estratos sociales, mostrando cómo no todo el mundo ríe de la misma forma y de las mismas cosas. A raíz de lo cual se detiene en la diferenciación entre el chiste y el ingenio (el ingenio inglés como categoría propia), uno de los momentos más brillantes del texto.

Con todo, un libro que quizá puede defraudar a los que busquen algo entretenido e intrascendente, y puede que también a los que esperen algo profundo y compacto del intelectual inglés. Es un trabajo sobre todo irregular, que a veces atrae y otras puede dejar desenganchado al lector, algo como escrito a ramalazos, con estilo, eso sí, pero me temo que lejos de dejar la sensación de una lectura inolvidable.


jueves, 14 de abril de 2022

Flor Canosa: Pulpa

Idioma original: Español  
Año de publicación: 2018
Valoración: Recomendable (con matices)

Pulpa es un retorcido romance con trasfondo distópico. Narra la relación entre Irma, una joven masoquista, y Lunes, un ricachón sádico. Ambos personajes están alineados por una sociedad homogeneizada, de la cual intentarán emanciparse mediante el amor. 

«Porque la única forma de existir y lo único que nos justificaba como mamíferos, era la existencia del otro. El resto del tiempo era irreal, la vida proyectada en una pared oscura, donde los contornos no se distinguen y el audio es en un idioma extranjero. Queríamos vivir en las pausas de esas películas, en el espacio entre un plano y otro, en el microsegundo donde hay oscuridad porque en la retina no persiste la imagen.»

Llegados a este punto, querría listar las virtudes de Pulpa:

  • Su mezcla de géneros (ciencia ficción distópica, pornografía "weird", etc...). 
  • Su estructura fragmentaria. 
  • Los temas filosóficos que maneja.
  • Su "worldbuilding". No sólo es modestamente original, sino que también abunda en detalles y matices. Además, nos es comunicado mediante una labor de exposición satisfactoriamente orgánica. 
  • La potencia de ciertas escenas. Pienso, por ejemplo, en ésa en la que la protagonista descubre lo que es el dolor para, momentos después, tener la primera menstruación.  
  • Su humor negro.
  • Su parentesco con el erotismo malrollero y el "body horror" de autores como J. G. Ballard y David Cronenberg.

Por otro lado, los defectillos que le he encontrado a esta obra serían los siguientes:

  • Su tono puede antojarse pretencioso por momentos.
  • Aunque las voces de los tres narradores presentan sutiles diferencias, en general se parecen bastante las unas a las otras.
  • Comprime tantas cosas en apenas ciento veinte páginas que al argumento y las caracterizaciones le falta cocción.
  • Las personas con estómagos delicados no podrán apreciarla.
Ahora diseccionemos brevemente varias de las reflexiones que yo he extraído de Pulpa:
  • Los cambios sociopolíticos a peor no son, por paulatinos, menos alarmantes.
  • La libertad es una quimera inasumible. 
  • El diferente siempre será discriminado. 
  • El tabú tiene un encanto seductor. «Cualquier cosa que ames te mata, simplemente a veces se hace necesario elegir el verdugo con fe de fanático. Me llama la atención como el ser humano se las arregla para desviarse siempre, aunque sea unos metros, en una sociedad preocupada porque nada se salga de la ruta. Es una fase inherente a la raza. Todo lo que queremos es acercarnos a lo que está prohibido o, a lo sumo, transgredir dentro de la norma.»

En resumen: pese a que Pulpa se lee del tirón, consigue alojarse en tu cabeza cierto tiempo. Si bien se le puede reprochar que tiene más "worldbuilding" y trasfondo teórico que trama, goza de una ambientación, imágenes y cavilaciones de una potencia inusitada.

La argentina Flor Canosa se suma desde el vamos a la estela de escritoras perversas, lujuriosas y con mala leche a raudales que tan buenos ratos proporcionan a lectores como un servidor. ¡Bienvenida sea!

miércoles, 13 de abril de 2022

Leonard Michaels: El Club

Idioma original: inglés

Título original: The Men's Club

Año de publicación: 1981

Traducción: Nicolás Cañete

Valoración: entre recomendable y está bien


Puede que la alta expectativa generada (incluyendo la brillante introducción de Rodrigo Fresán), que venía a mostrar esta novela como la clásica obra cumbre de autor de culto haya obrado en contra. El club es una novela interesante situada en cierto contexto, pero una narración demasiado esquemática e incluso algo previsible en su desarrollo aislada de ese contexto. No negaré que la lectura de esa introducción y el prólogo, junto a alguna referencia tomada de la Red (simplemente una búsqueda rápida que permitiese ubicar un poco la novela) ya condicionó mi lectura. 

El contexto al que me refiero. Esta novela corta es objeto de furibundas críticas debido a su planteamiento argumental: siete varones americanos (intuyo que todos ellos blancos caucásicos) de mediana edad afrontan la reunión inaugural de un club que han montado a instancias de uno de ellos, amigo por diferentes vías de los otros seis. Pretenden establecer una rutina de reuniones en las que hay pocas premisas: solo se reunirán hombres, mantendrán una cierta periodicidad (aunque la novela se restringe a ese primer encuentro) y básicamente se limitarán a aquello que se espera de lo que hoy se define como unos machirulos. Beberán y fumarán (tabaco y marihuana) y aportarán, básicamente, narraciones de sus experiencias con las mujeres de su vida. 

Ahí es donde surge la polémica del libro, que me parece oportuna pero algo ajena al hecho de que es una novela y punto. No una proclama personal, ni una declaración de intenciones. De hecho, la trama daría perfectamente como obra de teatro o incluso como un happening, con los siete hombres encerrados en una casa, dialogando en el salón, a veces manteniendo conversaciones cruzadas que se van por otros vericuetos, a veces evocando situaciones del pasado que tienen sentido para ver cómo han acabado allí. Las profesiones son heterogéneas: hay profesiones liberales y hasta algún ex deportista. Hay hombres casados y separados, hombres obsesionados con una mujer y alguno obsesionado con todas las mujeres. Pronto se palpa una calma tensa lógica cuando algunos apenas acaban de conocerse y deben sincerarse ante extraños, con esa pulsión algo trasnochada del macho que no puede, no sabe mostrarse vulnerable ante los de su género. Como efecto colateral, esas conversaciones en que se habla sobre las mujeres de su vida podríamos apreciar que cosifican al género femenino, cuya presencia a lo largo de la novela es de una pasividad ostentosa, aunque al servicio de la trama. Solo la irrupción en la reunión de la mujer del anfitrión, y su reacción, la colocan en un primer plano. Pero la sensación no es para nada denigrante. Más bien es el género masculino el que queda en una patética estampa con un grupo de adultos maduros incapaces tanto de entregarse a confesiones sinceras como de evitar que las cosas suban de tono y se nos muestren como dos machos cabríos empecinados en dañarse mutuamente a cuenta de quién sabe qué.

Al margen de esa, para mí, inexplicable polémica, un texto directo y ameno que puede promover cierta curiosidad por la obra del escritor, pero en mi caso nada cercano a la urgencia.


martes, 12 de abril de 2022

Alec MacGillis: Estados Unidos de Amazon

Idioma original: inglés
Título original: Fulfillment: Winning and Losing in One-Click America
Traducción: Anna Llisterri (ed. en catalán) / Ana Camallonga (ed. en castellano)
Año de publicación: 2021
Valoración: entre está bien y recomendable


Corren tiempos difíciles en la economía global y, cuando hablo de global, no me refiero al conjunto como entidad única sino a las diferentes partes que lo componen. Porque la desigualdad económica, si ya era abismal entre clases, entre pequeños comercios y grandes empresas, no ha hecho sino aumentar tras la pandemia especialmente por compañías como Amazon, pues podía suministrar a sus clientes todo aquello que podían necesitar, no únicamente productos materiales sino también servicios tecnológicos como Zoom, albergados en sus plataformas. El coste social de este auge es muy elevado, pues pocas empresas ganan, la mayoría pierde.

A pesar del sugerente y atractivo título, conviene aportar ya de entrada un matiz por aquello de la gestión de expectativas. Porque vamos a hablar de expectativas. Y vamos a hablar de expectativas generadas por las propias editoriales. Porque este libro «se vende» como un libro en el que se narra en clave ensayística cómo Amazon ha influido en la sociedad y la política estadounidenses a partir del relato de diferentes vidas anónimas afectadas por su impacto. Y esto tenía (para mí al menos) un gran interés. Pero el libro no trata exclusivamente sobre ello (lo hace parcialmente y con grandes dificultades en algún caso para encontrar el vínculo entre las diferentes historias y Amazon), sino que también trata en gran medida sobre la evolución del capitalismo en Estados Unidos en el último siglo. Por tanto, si os interesa esto último, adelante con ello (si estáis dispuestos a conocer detalles en exceso sobre algunas empresas), pero si buscáis satisfacer la curiosidad que el anzuelo comercial os ha lanzado, no lo conseguiréis de manera completa. De hecho, el título original en inglés no incluye para nada a Amazon, mientras sí lo hacen las ediciones catalana y castellana. ¿Será un anzuelo publicitario?

El libro empieza con una introducción donde se describe la desigualdad económica en Estados Unidos, no ya únicamente entre los ciudadanos de una misma ciudad sino especialmente entre regiones del país, algo que no se acostumbraba a examinar con detalle pues «el debate sobre la desigualdad se centraba en las rendas individuales (…) y no en el paisaje de desigualdades que se extendía a lo largo del país», y no únicamente entre zonas urbanas y rurales sino también había división entre ciudades, pues «en 2019, tres Estados acaparan más del 70% de todo el capital riesgo: California, Nueva York y Massachussets». Por ello, «la actividad económica que antes estaba dispersa entre centenares de grandes y pequeñas empresas (…) cada vez más estaba dominada por un pequeño número de grandes corporaciones. En consecuencia, los beneficios y las oportunidades de crecimiento que antes estaban repartidas a lo largo del país de concentraban cada vez más en los lugares donde estas empresas dominantes tenían su sede». El autor confiesa que «cuando empecé a reflexionar sobre esta interconexión (entre desigualdades regionales y la concentración económica) vi de manera clara que una de las formas más naturales  de explica esta historia era a través de Amazon (…) fijarme en los Estados Unidos que quedaban bajo su sombra cada vez más alargada» porque «era esta empresa, más que ninguno de los otros gigantes, la que se estaba situando para salir de la pandemia en una situación aún más dominante que anteriormente». Un declive económico en el resto del país que acabó siendo el impulsor del racismo y la xenofobia. 

El libro empieza narrando los inicios de Microsoft por parte de Paul Allen y Bill Gates y su contrato con IBM para la creación de un sistema operativo (MS-DOS) para poder entrar en el mercado de ordenadores personales y da un salto contando como Bezos pensó en aprovechar la nueva interficie www para vender productos de consumo, decantándose al inicio por los libros porque como «había tantos títulos diferentes, casi infinitos, que un punto de venta online podía ofrecer una ventaja respeto a otras tiendas de un modo que no era posible conseguir con otros productos». En ese momento la ley obligaba a que los clientes debían pagar impuestos solo en los estados donde operaban físicamente por lo que establecer la sede en California era una mala decisión ya que era el mayor estado del país. Así que se fijó en Seattle que además estaba a solo 6 horas en coche de Roseburg (Oregon) donde había uno de los mayores almacenes de distribución de libros del país. Por añadidura, tenía un gran aeropuerto y mucho talento en programación. «Esto se convertiría, al cabo de un tiempo, en un ejemplo clásico de la norma que definiría el desarrollo económico en la era de la tecnología: el ganador se lo queda todo, los ricos se enriquecen más», pues «tener a la empresa rodeada de empresas similares era útil porque facilitaba captar empleados». Esto transformó la ciudad en crecimiento pero también en desigualdades.  Amazon creó el 30% de los nuevos puestos de empleo de Seattle y ocupaba una quinta parte de todo el parque de oficinas de la ciudad. 

Con este inicio, ya se pueden atisbar los «ideales» de Bezos a la hora de construir su imperio: un neoliberalismo exacerbante en el que se aprovechan todos los resquicios legales para eludir impuestos y en el que crecimiento de la empresa será a costa de someter a los otros bajo unas reglas de mercado creadas e impuestas por su empresa a la vez que en ofrecer puestos de trabajo con condiciones bastante precarias. Pero el enfoque del libro no consiste en describir la evolución de Amazon (o no únicamente consiste en eso, que también), sino en plantear dos tipos de narrativa que en ocasiones convergen: por un lado, historias personales de aquellos que se ven afectados por el crecimiento de Amazon y, por otro lado, las condiciones políticas y sociales que permitieron su crecimiento, expansión y dominio y que considero que son, con diferencia, los capítulos más interesantes pues retratan aspectos clave de la manera de entender la economía por parte de una empresa y de un país y que consisten básicamente en:

  • Deslocalización y concentración: «Amazon había eliminado casi el doble de puestos de trabajo en empresas minoristas independientes de los que había creado (…) en 2014, había vendido productos por valor de 2000 millones de dólares en Illinois y 1000 millones de dólares en Missouri sin dar trabajo a una sola persona en ninguno de los dos estados». Esto afectaba de manera nefasta a la recaptación de impuestos en la zona, así como «había que tener en cuenta los costes intangibles como menos vida en las calles, menos participación cívica, menos capital social».
  • Políticas fiscales: Amazon decidió establecerse en Ohio tras llegar a un acuerdo por el cual tendría beneficios fiscales, reducción de impuestos y créditos a bajos precio a cambio de instalar ahí uno de sus grandes almacenes con gran cantidad d puestos de trabajo. Como ejemplo, «solo en 2017, Amazon conseguiría más de 100 millones de dólares en ayudas para abrir centros logísticos a lo largo del país, después de un total de más de 1000 millones durante la década anterior», también «exenciones de los impuestos sobre bienes inmuebles durante 15 años» así como el retorno a la empresa del 10% que pagaría por la nómina de los empleados». En resumidas cuentas, «entre 2009 y 2018, la empresa había pagado un porcentaje real de impuestos del 3% sobre unos beneficios totales de 26500 millones de dólares». El autor se muestra elocuente al afirmar que «las medidas de la empresa para evitar pagar impuestos constituían una auténtica navaja suiza, con una herramienta diferente para cada posible cobro del gobierno».
  • Puertas giratorias: como en toda gran corporación, hay vínculos evidentes entre política y empresa y la influencia que esta última ejerce. Como ejemplo está el paso de Jay Carne (secretario de prensa de Barack Obama) de La Casa Blanca a Amazon o el caso de Anne Rung pasando de jefa de la política federal de compras del gobierno de Estados Unidos a encabezar la división en Amazon encargada de suministrar productos al sector público y que el autor expone claramente afirmando que «la persona que tenía que supervisar el total de los 450.000 millones de dólares para el suministro federal, ahora entraba a trabajar en la gran empresa que estaba más decidida a llevarse una parte de ese gran negocio».
  • Influencia en medios: el autor habla de la compra del Washington post por parte de Amazon y las presiones de la empresa al gobierno para mantener las ventajas sobre impuestos, regulación de drones, descuentos en las tarifas por servicios postales. «Había presión contra cualquier intento de escrutinio antimonopolio de la empresa» y, con la compra, «Bezos era el propietario del periódico que era el principal medio de información sobre el núcleo de influencia empresarial y política de Washington».

Todo ello acarrea una serie de consecuencias:

  • Gentrificación, expulsando a los habitantes de una ciudad a través del aumento abusivo de los precios de alquiler en ciudades próximas a donde se instalan los grandes centros, pues «las tecnológicas se habían apoderado completamente de la ciudad» expulsando a la gente que vivía allí y cambiando totalmente el tipo de personas que vivía allí, incrementando de manera desmesurada los precios inmobiliarios, echando a la gente de sus casas incrementando de manera ostensible el número de personas sin techo y superando el récord de niños sin hogar en las escuelas.
  • Monopolio: ya en 2017 Amazon «gestionaba aproximadamente el 40% de todas las ventas de comercio electrónico del país, que era el doble que la suma de los 9 competidores siguientes». Amazon apaciguaba aquellos compradores que querían comprar en local afirmando que podrían seguir comprándoles a ellos pero a través de Amazon, aunque «en ningún momento se mencionaba el tema del porcentaje del 15% que Amazon se quedaría de todas las ventas que los proveedores locales hicieran en el marketplace» con la añadidura de que «Amazon se queda los productos que se venden mejor para ella misma y los promociona por delante de otros productos, dejando para los rivales los productos con menos salida».
  • Precariedad laboral y alta rotación: «el sistema de Amazon hace el seguimiento de los índices de productividad de todos los asociados, individualmente (…) y genera automáticamente avisos o finalización de contrato según la calidad o productividad sin aportaciones de los supervisores», puestos de trabajo con sueldos tan bajos que en 2018 «uno de cada diez empleados de Amazon en Ohio ganaba tan poco que recibía cupones de comida».
  • Malas condiciones laborales: ocultación de accidentes laborales y la opacidad en sus comunicados y asunción de responsabilidades en accidentes y muertes de algunos empleados a los que la empresa no dio respuesta rápida ante los incidentes o no cumplía con la normativa de prevención y seguridad. 

A pesar de que los temas expuestos anteriormente suscitan gran interés, el planteamiento y estructura del libro no ayudan a mantener la atención de manera uniforme en toda su extensión, pues nos encontramos a menudo con excesivos detalles sobre hechos superficiales como la casa que se construye Bezos que, aparte de provocar sonrojo, no aportan nada al relato, así como el tamaño de sus edificios y las cargas de viento que pueden soportar, etc. El autor a veces nos inunda de datos para ilustrar el tamaño del gigante, pero poco aportan al relato. También habla en exceso de cargos políticos y puertas giratorias. Así, uno de los mayores puntos débiles del libro es su excesiva ambición que resulta en una pérdida de foco a la hora de exponer la influencia de Amazon, ya sea porque en algún caso el autor remonta los hechos a tiempos (muy) pasados como finales de siglo XIX (o en algún caso como en la Segunda Guerra mundial) o, porque en otros casos, las historias narradas solo coinciden de manera muy tangencial con la historia y crecimiento de Amazon. Bien es cierto que el libro narra algunos de los efectos y las consecuencias de la fuerte irrupción e imposición de Amazon pero también es cierto que parte de esas consecuencias ya empezaron antes y es algo que también trata el libro. Por ello, el autor se excede a la hora de mostrar el resultado de su investigación, añadiendo páginas a un libro ya de por sí extenso y que aportan bien poco. Da la sensación de que el autor quiere cubrir demasiados aspectos y pierde foco.

En cualquier caso, el libro tiene cierto interés para ver la envergadura de Amazon y cómo ha conseguido llegar, en pocos años, a ser el gigante que es. Eso sí, un crecimiento que viene de la mano de muy criticables principios y falta de ética, que se traslada a una precariedad laboral en bajo sueldos y deficiencias en la prevención de riesgos laborales que asusta. Esperemos que con el primer sindicato de trabajadores creado hace una semana, parte de estos aspectos se corrijan. De todos modos no nos confiemos, el Goliat del neoliberalismo probablemente conseguirá imponerse, una vez más.