domingo, 31 de mayo de 2020

Nathan Hill: El Nix


Idioma original: inglés
Título original: The Nix
Año de publicación: 2018
Traducción: Carles Andreu
Valoración: recomendable

En otras circunstancias, una novela como esta, casi 700 páginas incluyendo 3 páginas de agradecimientos del autor, hubiera sido obvio pasto de TochoWeek, pero las premuras y ciertos deméritos aconsejan ya no relegarla, que es una palabra algo fea, más bien no destacarla en exceso. Y eso que la novela viene precedida por alguna opinión entusiasta que las solapas se encargan de recordarnos. Porque esto es una primera novela de un autor joven, no parece que tenga más de treinta y cinco, y menudo volumen para una opera prima, (aunque venga precedida de la consabida ristra de relatos publicados en diversos medios) con su ambicioso planteamiento y un intento (algo forzado) de alcance universal.

Perdonad un momento: hay unas voces en mi cabeza que susurran algo que no entiendo.

Continuo: El Nix debe su título a una especie de duende o criatura imaginaria o algo así que forma parte del imaginario noruego. Imagino que se trata de una alegoría que no acabo de ver clara, porque la situación esporádica de ciertas escenas en Noruega de la novela es breve y meramente referencial, quizás con cierta influencia en aspectos de la historia, pero en cualquier caso no puede considerarse el nudo principal en absoluto.
De una novela, por cierto, primera coartada para una extensión algo excesiva, que no tiene un solo escenario e incluso diría que hasta cierto punto podríamos definir como "coral", urdida, digamos a base de cambios de protagonista, flash-backs de décadas, cambios de ubicación y, por supuesto, intención manifiesta de que las piezas encajen, que una cosa es afrontar una novela de debut con ambición y otra jugártela a que el critiquillo de turno te despedace por intentar subvertir las reglas de la narrativa a la primera de turno. No es sencillo, y en este sentido la novela está trabajada y resuelta con los lógicos flecos de poca importancia, todo ello en un ejercicio de estilo que, sin ser demasiado original resulta efectivo. La novela se lee sin respiro a partir de la página 150, cuando las tramas empiezan a desarrollarse hacia lugares que empiezan a suscitar cierta curiosidad acerca de cómo va a resolverse todo eso.

Anda: las voces otra vez. Repiten una palabra, empieza por F, creo.

Samuel Anderson es profesor en la universidad y escritor en bloqueo permanente: recibió hace mucho tiempo un desproporcionado anticipo de una editorial por una novela que no avanza. Todo ello a consecuencia de la publicación de un relato que le puso en el punto de mira de las editoriales obsesionadas por encontrar The Next Big Thing. Su existencia dista de ser la de un escritor entregado a su obra. Vegeta por la universidad intentando que sus alumnos asimilen a los clásicos y superen la materia, intenta mantener la cabeza alta en medio del desinterés general, y tiene un excusable vicio oculto: se pasa la vida jugando (bajo pseudónimo) a un juego online donde hay elfos y orcos y esas cosas.
Su rutina es alterada. Mientras una alumna empieza a ponerse pesada porque él ha descubierto que le ha presentado un trabajo copiado sobre Hamlet, su agente empieza a amenazar con demandarle para recuperar el anticipo si no entrega su novela, y su madre, que le abandonó en su tierna infancia, reaparece en su vida de la forma más extraña. Ha protagonizado un incidente de poca importancia con un político conservador que los medios y un juez bastante agresivo se han encargado de magnificar. Sugerido por su agente literario y a la búsqueda de descerrojar el bloqueo, Anderson decide indagar en el pasado de su madre y usar lo que obtenga como materia prima para su obra.
Y esa es la premisa que permite ir hacia adelante y atrás, ir incorporando capítulos dedicados a situaciones y personajes que configuran esa trama que, por momentos se cierne hacia la clásica novela con giros y la narrativa moderna que pretende ser inclusiva. Pasaremos fugazmente por la Noruega de la ocupación nazi, pero también asistiremos, con Allen Ginsberg de invitado, a las protestas en los últimos años 60 contra la guerra de Vietnam, varias décadas más tarde al fenómeno #OccupyWallStreet, todo ello siguiendo las andanzas de Faye, madre de Samuel y pretexto, en su tortuoso pasado, para el recorrido de la novela por los diversos escenarios y épocas.

Vaya: las voces. ¡Pensaba que decían Francesc! pero decían Franzen, Franzen, Franzen.

Pues eso. Es lógico que un escritor de cierto prestigio cuente con seguidores que asimilen su estilo y empleen sus estructuras. Si gente como Dan Brown o Stig Larsson han tenido imitadores, por qué no Franzen. No digo que Nathan Hill pretenda servirnos un sucedáneo. Pero  la influencia es muy clara, no solo en el empleo de esas líneas que se ramifican y escarban en el pasado, en ese pasado oscuro que todo ser humano parece acarrear. También la pura proyección ideológica del autor, mostrándose crítico de forma interpuesta con las derivas totalitarias, el abuso de poder, el capitalismo a ultranza, la represión sexual, nos evoca a Franzen o incluso a Don De Lillo (el de Submundo o Ruido de fondo). No pasa nada: no solo unos pocos autores tienen la licencia de usar sus obras para destripar el terrón de la realidad americana, ergo casi la realidad global de todo Occidente. Pero a la hora de juzgar un libro, una novela de 700 páginas, el matiz podrá aportarse, pienso. Porque a veces no hay nada como los originales.

sábado, 30 de mayo de 2020

Aleksandar Tišma: El Kapo

Idioma original: Serbio
Título original: Kapo
Traducción: Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek
Año de publicación: 1987
Valoración: Recomendable

Este es el quinto libro que leo del escritor serbio Aleksandar Tisma y no sé si es el que menos me ha gustado, pero sí es el que me ha dejado más “exhausto” después de su lectura, no tanto por la crudeza de la novela,que  la tiene y mucha, sino por alguno de sus "defectos".

Resumiendo, "El kapo" es la historia de Vilko Lamian, croata de origen judío que durante su internamiento en los campos de Jasenovac y Auschwitz ejerció de kapo (aquellos reclusos que tenían funciones de vigilancia y supervisión en sus barracones a cambio de ciertos beneficios y/o prerrogativas). El reencuentro meramente visual, casi cuarenta años después, con Helena Lifka, prisionera de la que abusó sexualmente en Auschwitz y cuya sombra persigue a Lamian durante años, es el desencadenante del recorrido que el autor realiza por la vida del protagonista.

Debemos distinguir en la novela dos partes, aunque no se encuentren estrictamente separadas en el texto. La primera de ellas cubriría desde la infancia de Lamian hasta la evacuación y liberación de Auschwitz. Esta es, en mi opinión, la parte más destacable de la novela. El antagonismo entre su “judeidad” y su colaboracionismo con los nazis, entre su doble condición de víctima y victimario, genera en el lector preguntas tales como:
  • ¿Es nuestra propia cobardía responsable importante del ascenso del fascismo (o de cualquier régimen totalitario)? 
  • ¿Son la casualidad y el destino determinantes fundamentales de la vida del individuo?
  • ¿En qué circunstancias es capaz de convertirse un hombre corriente en un monstruo?
  • ¿Qué seríamos capaces de hacer por mero instinto de supervivencia? 
  • ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar si detentáramos el poder (en cualquiera de sus formas)?
  • ¿Sienten los verdugos culpa y/o miedo? ¿En qué momento se origina en ellos el mal?
La segunda parte, que cubriría las décadas posteriores a la liberación del campo, es la historia de una obsesión. El miedo y la culpa determinan los actos, reacciones y pensamientos de Lamian. Sus sucesivas búsquedas y huidas, acercamientos y alejamientos están marcados por ese pasado del que resulta imposible escapar. La angustia que persigue a Lamian condiciona, como no podía ser de otra manera, la narración. Así, las ideas que rondan la cabeza de Lamian giran sobre sí mismas durante páginas y más páginas que acaban siendo reiterativas en exceso, sobre todo si las comparamos con una primera parte en que la narración fluye a buen ritmo. Si a esto le sumamos un final un tanto abrupto y previsible, tenemos en conjunto una buena aunque algo irregular novela.

También de Aleksandar Tisma en ULAD: Lealtades y traicionesA las que amamos y El libro de Blam

viernes, 29 de mayo de 2020

Luis Gusmán: Tennessee

Idioma original: Español
Año de publicación: 1996
Valoración: Recomendable

Tennessee, del argentino Luis Gusmán, es un novelón. Apenas llega a las ciento cuarenta páginas pero transmite más, mucho más, que tantas otras narraciones el triple de extensas. Sobre todo, transmite humanidad. Hay algo entrañable en el patetismo tragicómico de sus protagonistas, en la vulnerabilidad de dos forzudos venidos a menos cuyos destinos van a volver a cruzarse sin que el tiempo haya limado las asperezas que median entre ambos. Hay algo entrañable en esta fábula sobre la amistad y el amor fraternal que no teme plasmar ni el resentimiento ni la miseria moral. 

Trata sobre Walenski y Smith, amigos que hace años que no se ven. Ambos fueron pesistas, extras de cine de acción y guardaespaldas; convivieron durante algún tiempo; se acostaron con la misma mujer; permitieron que su relación declinara hasta prácticamente extinguirse. El primero empieza a buscar al segundo porque, según parece, su antiguo camarada está involucrado en una muerte. 

La identidad desdibujada de un perseguidor amenaza con fundirse con la de aquel al que trata de alcanzar. Mentiras, bajezas y traiciones afloran. El desprecio y la admiración forcejean para hacerse con el monopolio de las emociones. El pasado, hasta entonces empañado por un brillo artificial, exhibe su verdadero rostro.

Menuda pinta, ¿verdad? Ya os digo que Tennessee es un novelón. A continuación, señalemos sus múltiples virtudes:

  • Se lee en un santiamén, pues no llega a las doscientas páginas y los capítulos que lo conforman son sumamente escuetos. 
  • Su prosa directa, sobria y depurada; trabajada en su sencillez; minimalista pero, asimismo, atenta al detalle. 
  • Su tono melancólico y hasta diría que depresivo, aunque no por ello exento de momentos hermosamente conmovedores. 
  • Su intrigante premisa, deudora de la literatura detectivesca. 
  • Su puesta en escena, que aúna con acierto ingredientes propios del realismo sucio y el existencialismo. 
  • Su enriquecedora ambigüedad. Gusmán deja sin aclarar diversos aspectos del argumento, entregándole así al lector la última palabra. 
  • Su acentuado contraste entre el presente miserable y un pasado que, aunque claramente glorificado, fue mucho mejor. 
  • Sus reflexiones en torno a la amistad viril, el envejecimiento, la muerte, la soledad o la idea del doble. Temas, todos ellos, debidamente explorados con sus luces y sus sombras.
  • Sus personajes, bastante interesantes en general. Especialmente si hablamos de los protagonistas, cuyas interacciones son de una complejidad asombrosa.  
  • Su final, un clímax de los que te hacen querer volver a leer la obra entera para apreciar los matices que se te puedan haber escapado. 

La primera edición de Tennessee data de 1996. Yo traigo a colación una publicada en España por Contrabando, cuarenta páginas más breve que su contraparte argentina gracias a la poda de un autor maduro que quiere perfeccionar un trabajo previo.

Me alegra constatar que esta joyita ha ido cosechando éxito con el paso del tiempo. Como prueba, sólo hay que ver la nada desdeñable cantidad de reseñas que se le han dedicado en la blogosfera. Su popularidad puede deberse, además de a su calidad, a la adaptación cinematográfica que Mario Levín hizo en 1997 bajo el título de Sotto voce.


También de Luis Gusmán en ULAD: El frasquito

jueves, 28 de mayo de 2020

Gustavo Adolfo Bécquer: Leyendas

Idioma original: castellano
Año de publicación: 1858-1865
Valoración: Está bien

Si hablamos de Gustavo Adolfo Bécquer seguramente lo primero que nos viene a la cabeza son las famosas Rimas, ya saben, todo eso del ‘salón en el ángulo oscuro’, ‘volverán las oscuras golondrinas’ o ‘¿Qué es poesía?', etc. etc. O sea, ese romanticismo tardío que tanto éxito ha tenido durante más de un siglo, ideal para corazones inflamados (o desolados) y pasiones más o menos adolescentes o maduras, según se mire. Esta vertiente es la que sin duda ha triunfado, quizá por reflejar sentimientos tan ardientes y comunes, con su puntito de cursilería, y ha relegado a un nivel mucho menos popular el resto de elementos que en Europa conformaban esa literatura romántica, de los que el autor sevillano también se sirvió. Para hacerlos visibles está aquí, cómo no, Un Libro Al Día.

Como decía, bastante menos conocidas que sus Rimas, Gustavo Adolfo escribió también las Leyendas, una colección de unos veinte relatos breves, publicados en vida del autor, en los que efectivamente asoman muchos o casi todos los rasgos de esa corriente creativa: el misterio y lo sobrenatural, préstamos de culturas orientales, medievalismo, la muerte y los sueños… y, cómo no, la belleza femenina, la pasión y el amor.

Todos estos elementos se combinan en distintas proporciones a lo largo de los textos, que ofrecen diferentes tonos y perspectivas. Los misterios de mundos soñados, de seres o presencias incorpóreas se funden a veces con la naturaleza, a veces con divinidades exóticas o locales. Es llamativa la presencia de la cultura india (o más bien hindú), que pocos lectores (entre los que desde luego no me cuento) hubieran sospechado en Bécquer. Vemos por ahí a Brahma, Shiva y Vishnú como figuras clave de varios relatos, quizá viejas leyendas reconstruidas por el autor sevillano. Son algunos de los de mayor exuberancia descriptiva y se ve en ellos la voluntad de recrear las tonalidades orientales tan poco conocidas y por eso mismo tan atrayentes para los autores de la época. (Como inciso, la lectura de esos relatos asiáticos me trajo a la memoria aquellos Cuentos indios que Mallarmé también recuperó para occidente: buf, qué tratamiento tan absolutamente diferente y hasta contrapuesto le dieron los dos poetas a sus importaciones. Pero bueno, no perdamos el hilo).

Pero efectivamente también la religión católica tiene una presencia decisiva, lo que ya es algo bastante más infrecuente en la literatura romántica, y de alguna manera otorga a las Leyendas una seña de identidad digamos nacional. Lugares de culto e imaginería prestan su potencia espiritual a historias de extraños fenómenos, casi siempre determinados por la pugna entre el Bien y el Mal, y se hace patente el magnetismo de los ritos o las figuras santas. La iglesia (edificio) atesora secretos y fuerzas insospechados que solo se dejan sentir con todo su poder cuando el Maligno asoma, o cuando es obligado el triunfo de la justicia.

A veces la fantasía de Bécquer sorprende con un carácter volcánico que amenaza desbordarse sin un rumbo concreto, como cuando confiesa al principio de Los ojos verdes: ‘Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir cualquier cosa con este título’. Un rapto de espontaneidad que desgraciadamente se repite poco, porque en demasiados casos el estilo poético estalla y penetra sin remedio en los relatos, lo que hará las delicias de algunos lectores, pero a partir de ciertas dimensiones esa voluptuosidad representa un problema, no solo porque el ritmo se hace moroso en extremo, sino porque el aparato estético ahoga la narración y la reduce a muy poca cosa. Es la tasa que paga Bécquer por adentrarse en un terreno menos propicio a sus efusiones, aunque ciertamente no todos los textos llevan la misma carga. En mi opinión –lector del siglo XXI, claro está- cuando consigue dominar esa corriente, los relatos más contenidos son justamente los mejores: La cruz del diablo, Maese Pérez, el organista y El rayo de luna, por este orden. Y, ya puestos, añadiría por su originalidad y frescura el cuento indio La creación.

Un cierto tono ingenuo, textos en general bastante similares y, sobre todo, muchas y muy profusas descripciones, que ya sabemos que es un rasgo muy decimonónico, y al final es posible que todo esto nos conduzca a un debate eterno: ¿son libros que envejecen mal? ¿pesa demasiado la subjetividad del lector actual, con todos sus condicionantes, a la hora de valorar algo escrito más allá de las últimas cinco o seis décadas? No apreciamos apenas, o directamente nos estorban, las florituras que tanto arrebataban a nuestros antepasados. No nos espantan ni nos emocionan ni nos sorprenden igual la sangre, los misterios o los fenómenos inexplicables. Hemos visto, leído y escuchado tanto que pocas cosas nos conmueven como antes. Y aun así, aunque quizá no seamos capaces de apreciar esas obras vetustas, sigo creyendo que es muy conveniente que las conozcamos.

También de Gustavo Adolfo Bécquer en ULAD: Desde mi celda


miércoles, 27 de mayo de 2020

Gabriel García Márquez: Ojos de perro azul

Idioma original: español
Año de publicación: Dispersos: 1947-
1955, en forma de libro: 1974.
Valoración: Muy recomendable




Una vez leí en algún manual que la semilla del árbol contiene el árbol completo, con sus raíces, tronco, ramas en que se va dividiendo y hasta la menor de sus yemas, sin olvidar las flores y los frutos. No es que vayamos a ver, claro está, una maqueta de ese árbol, ni siquiera microscópica, lo que posee esa semilla son las instrucciones para transformarse en algo muy grande, igual que un joven que busca su primer trabajo puede, si lo lleva en sus genes y siempre que las circunstancias no lo impidan, convertirse en un genio. Ojos de perro azul es algo más que una semilla del Gabriel García Márquez posterior, los relatos que componen el volumen son en realidad pequeños poemas en prosa –y si esperamos que nos cuenten una historia coherente quizá nos defrauden un poco– en donde se encuentran perfectamente definidos: el realismo mágico tal como el autor lo concibió y desarrolló en su obra más madura, sus mecanismos mentales, fuentes de inspiración, obsesiones y recursos característicos de una prosa perfectamente reconocible. En ellos no vamos a encontrar una historia al uso porque no ocurre nada que pueda describirse con palabras, y cuando creemos estar tocando, por fin, algo concreto, el desenlace se nos desintegra entre los dedos ya que pertenece, una vez más, al reino de lo simbólico. El que se cuenta a sí mismo es el propio autor, a él, sus contemporáneos y al devenir de la sociedad, y lo hace mediante metáforas y símbolos, con el lenguaje ancestral de los relatos de su tierra, que pertenecían al reino de lo mítico hasta que él los desenterró y los dotó de una nueva vida, a su medida y a la de le época que le tocó vivir.
No creo que nadie tuviese nunca la menor duda de que allí había talento, de que ese misterio y esa magia debían darse a conocer, de que la belleza del lenguaje y esa realidad tan íntima e inasible encerraban un valor evidente. Pero aunque había precedentes, pues el boom latinoamericano estaba empezando a ser un hecho e incluso contaba con precursores que habían anunciado su eclosión, G.M. no era aún más que un joven periodista que escribía raro en el fondo y en la forma. Raro y bonito, sí, pero en definitiva raro. Y difícil de entender, que casi es peor. (Y menos mal que en esa época lo monetario no era tan prioritario como hoy día). Por eso fueron publicándose pero esporádicamente en la prensa, y no llegaron a reunirse en un volumen hasta 1974, cuando el éxito de Cien años de soledad (1967) era clamoroso y el autor tenía ya otras obras en su currículum.
Así que, para situar a quien todavía no se haya acercado a ellos ni conozca demasiado a G.M., podríamos decir que, en lugar de catorce relatos, Ojos de perro azul reúne catorce fogonazos de ingenio, tan extraños y herméticos que solo hay una forma de abordarlos: dejarse llevar por su belleza, por ese torrente verbal e imaginativo concebido hace tres cuartos de siglo, como si escuchásemos una melodía, sin hacernos preguntas para no interrumpir su trayectoria. Solo entonces –y tampoco aseguro nada– lograremos encontrarle algún sentido.
Pero la prosa de G.M., sobre todo la de este libro, no solo se acerca a la poesía moderna por su hermetismo, su carácter simbólico, su ritmo y la belleza de sus imágenes, coincide también en la temática –amor y muerte– y en el propósito de descubrir algo que permanece secreto y nunca pertenecerá al mundo cotidiano. Y esto solo se consigue utilizando recursos rítmicos comunes a la lírica: repeticiones, paralelismos, contradicciones, vueltas atrás en la línea temporal etc., porque estas piezas son una pregunta continua acerca de esas dos cuestiones que, por otra parte, son las que siempre han interesado a los poetas y que se repetirán como un mantra a lo largo de toda su obra. Pues ¿qué es Cien años de soledad sino una oda a lo efímero?
Es evidente que quien se hace preguntas es porque no tiene las respuestas, de ahí que todo sea confuso, relativo y contradictorio. Los muertos piensan (Eva está dentro de su gato), no saben si lo están (La tercera resignación, Tubal-Caín forja una estrella y La otra costilla de la muerte) o no lo están del todo (Alguien desordena estas rosas), hay quien está muerto en vida (La noche de los alcaravanes y Amargura para tres sonámbulos) o quien se vive a través de un espejo porque está sepultado en la rutina y necesita un doble para desahogar con él su frustración (Diálogo del espejo) o quien ha sido enclaustrado durante décadas y acumula energía para resucitar de repente y con fuerzas renovadas (Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles, donde encontramos, creo, la mayor crítica social de todo el libro) o la vida no es vida porque consiste en una espera permanente de algo que nunca llega a ocurrir (Un hombre viene bajo la lluvia y Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo, donde utiliza ya el topónimo que luego convertiría en mítico) o porque es imposible comunicarse con el otro (De cómo Natanael hace una visita). En cuanto al amor, se vive como una danza entre dos seres que van y vienen por el tiempo y el espacio observándose mutuamente (Ojos de perro azul) y si hay algún amor auténtico acaba frustrándose frente a quien lo utiliza como moneda de cambio (La mujer que llegaba a las seis).
El tono es melancólico pero no triste, desencantado sin caer en la desesperación. Y es que siempre nos salvará la belleza.

Todas nuestras reseñas de Gabriel García Márquez: Aquí

martes, 26 de mayo de 2020

Doris Lessing: El quinto hijo

Idioma original: Inglés
Título original: The fifth child
Traducción: Ángela Pérez
Año de publicación: 1988
Valoración: Imprescindible


Hablaba el otro día sobre libros de lectura ligera o intensa, y también acerca de su capacidad, o no, para suscitar la reflexión. Mi categoría favorita pertenece a esos libros de lectura ligera (estilo ágil y fluido, sin caracoleos estéticos ni reflexiones grandilocuentes y de extensión moderada) que abre la puerta hacia un amplio espacio para la reflexión, esas lecturas que te hacen levantar la vista del papel de puro gozo. El quinto hijo estaría en esa categoría.

Resumen resumido: Londres, finales de los 60. Los recién casados Harriet y David planean comprarse una gran casa en las afueras donde formar una familia (muy) numerosa. Su proyecto —costoso y conservador— sorprende a sus familias que, no obstante, les apoyarán. Pero cuando parece que Harriet y David han alcanzado su sueño, entonces nace el quinto hijo (Ben) y el sueño deriva en una pesadilla del todo inimaginable.

Doris Lessing (Nobel de Literatura 2007) construye un relato narrativamente impecable, al servicio de una historia repleta de sutilezas y grandes momentos con un indiscutible fondo crítico. El quinto hijo es una novela que empieza con el foco abierto, hablando de la comunidad (el matrimonio Lovatt, su familia y el resto de su entorno, los hijos que van llegando, etc) y acaba centrado en la figura de la madre (Harriet) que reflexiona en soledad sobre su hijo menor. La transición se produce sin que apenas nos percatemos gracias al uso de un narrador en tercera persona omnisciente que, poco a poco, va focalizando más en el personaje de Harriet, cuyos actos y observaciones apelan continuamente a la humanidad del lector y despiertan su empatía.

El quinto hijo parte de un conflicto aparentemente familiar para reflexionar sobre cuestiones universales que siguen siendo a día de hoy fuente de sufrimiento, desigualdad y abuso:
  • El (no) lugar para el diferente. Aquel que no se ajusta a los estándares pre establecidos (en este caso, Ben) carece de lugar en la sociedad, tanto desde el punto de vista físico como funcional e ideológico. Ignoramos al diferente y, cuando eso no es posible, entonces lo apartamos.
«Decidió que lo que deseaba era que por fin alguien empleara las palabras adecuadas, que compartiera la carga. No, no esperaba que la liberaran, ni siquiera que las cosas pudieran cambiar mucho. Quería que se reconociera su situación, que se otorgara a su problema su dimensión real.»
  • La «condición madre». La evolución que sufre Harriet es un catálogo de todos los despropósitos construidos alrededor de la maternidad: la madre como objeto social de juicio y escrutinio (si todo va bien, es en cumplimiento de lo que se espera de ella, si algo no sale tan bien, la culpa recae sobre ella). La madre como objeto pasivo, como simple medio, cuyas quejas o sufrimientos o pálpitos son vistos como lamentables excentricidades que no hay que tener en cuenta. La narración rompe con la imagen bucólica y simplista que desde siempre se nos ha vendido de la maternidad, para dar paso a un retrato mucho más humano, profundo, complejo y lúcido. Harriet es la que más sufre la existencia de su hijo pero también la única que trata de comprenderle. Ella cree que Ben tiene una naturaleza propia, a diferencia del resto que lo consideran un desposeído.
«—Ben —dijo con suavidad, aunque le temblaba la voz—. Ben… —diciéndolo como si fuese una reivindicación humana hacia él y hacia aquel peligroso desván desordenado en el que él había retrocedido a un lejanísimo pasado que no conocía seres humanos.»
Otros temas que se ponen bajo la lupa son el clasismo (si puedes pagarlo, puedes hacerlo) así como la ceguera de la sociedad y la inutilidad de sus organismos a la hora de dar respuestas. 

La novela da para extenderse decenas de páginas pero me detengo aquí para no desvelar demasiado, sobretodo porque se trata de una obra relativamente corta. Así que Imprescindible porque, desde mi punto de vista, El quinto hijo está entre los libros que hay que leer y Doris Lessing forma parte, desde ya, de mi top ten de autorEs.

También de Doris Lessin reseñado en ULAD: Canta la hierba

lunes, 25 de mayo de 2020

Michelle Roche Rodríguez: Malasangre

Idioma: español
Año de publicación: 2020
Valoración: recomendable si no esperas una historia de terror

Historias de vampiros, al menos desde el siglo XVIII, ha habido infinidad y con toda clase de variantes, que van desde lo sublime a lo chusco, pasando por la hormona adolescente, lo cómico, lo distópico o lo algodonosamente infantil... En esta Malasangre nos encontramos con una propuesta bastante original, al menos hasta donde yo conozco: una novela de vampirismo tropical, latinoamericana y, para más detalle, totalmente enraizada en la Historia de Venezuela, donde se desarrolla. para más concreción, la novela transcurre en la Caracas de 1921, en plena dictadura del general Juan Vicnte Gómez, cuando el país -o al menos sus dirigentes y la red familiar y clientelar tejida a su alrededor- comienza a enriquecerse gracias a la explotación , aun por parte de compañíaas extranjeras, de los fabulosos yacimientos de petróleo que se iban descubriendo en su geografía. En ese contexto, la adolescente Diana Gutiérrez, hija de un arribista llegado a la capital trass participar en la "Revolución Liberal Restauradora" (sic) que había llevado al poder al general Castro, y luego a Gómez, y de una joven de buena familia caraqueña venida a menos, descubre que ha heredado de su padre la hematofagia, una terrible sed de sangre, aunque aún no evolucionada hasta el vampirismo... de momento.

Podemos decir que la novela discurre en diferentes niveles, que se entrecuzan: por una parte, la trama o peripecia en sí misma, la historia de la joven Diana, que al dejar la niñez se ve impelida por las ambiciones familiares y las convenciones sociales a buscar marido, comportándose como una recatada señorita casadera, al tiempo que debe asumir -y controlar- su condición de hematófaga, de mujer aviesa y rendida a los instintos animales... una "malasangre", que dice su madre. Mientras que la aaspiración de Diana es abrirse a las posibilidades que ofrece a las mujeres un mundo en proceso de cambio hacia la modernidad (posibilidades entonces bastante relativas, ya lo sabemos, pero al menos diferentes del tradicional papel que tenían reservado como esposas, madres y objeto de cambio para los intereses masculinos).

Por otro lado, encontramos la trama histórico-política en la que se ve envuelta nuestra protagonista, de ella, junto con una ambientación que cabe suponer apropiada, me parece destacable la claridad con que la autora explica las coyunturas política, social y económica de la época, algo a lo que, en un principio, supongo ajena a la mayoría de lectores no venezolanos. Cierto es que quizás la atención que le presta a esta faceta de la novela haga decaer un tanto el aspecto  más "gótico" de la narración (no olvidemos que, después de todo, se trata de una historia de vampiros... perdón, de hematófagos), pero ello también le permite entroncar Malasangre, o eso creo yo, con el ya clásico subgénero latinoamericano de "novelas de dictadores", con cierta conexión, puesto que la protagonista es también una mujer que cuenta las vicisitudes de su juventud, con La fiesta del chivo, de Vargas Llosa.

A un nivel más simbólico, hay una evidente analogía, reiterada a lo largo de la novela, entre el ansia por la sangre y el deseo (llegando al desenfreno) sexual, más aún cuando el descubrimiento de ambas circunstancias le sobreviene a Diana al poco de comenzar su pubertad. Ahora bien, el vampirismo supondría un paso más allá: la asunción de su naturaleza lúbrica, incluso bestial, por parte de la persona afectada; en el caso de las mujeres, la elección de una vida "indecente", "torcida", "viciosa"... es decir, convertirse en una malasangre. De un modo más general, también se vería como tales a las mujeres que querían liberarse de las ataduras de la sociedad tradicional: las sufragistas, feministas, contestatarias... Con otro sentido simbólico, aunque de una forma menos evidente, el vampirismo también se podría considerar aquí una alusión a la extracción de la riqueza petrolífera del país por parte de los extranjeros, y de la riqueza en general por la oligarquía política y financiera, tanto la de toda la vida, el "dinero viejo", como la de los "chácharos" que medraban con los gobiernos de Castro y Gómez.

En suma, la novela toca y trata varios temas, quizá hasta en demasía para su no excesiva extensión; tal vez también, y como ya he señalado, eso vaya en detrimento de la vertiente más gótica, más propia de una historia de terror; pero aunque no sea tal, sensu stricto, sí que se puede considerar una variación interesante del género, refrescante, incluso (si es que se puede utilizar tal adjetivo, en este caso). Sobre todo, y de cualquier manera, se trata de una novela no sólo apreciable, sino recomendable, que, presumo, es además de las que dejan poso en la memoria lectora. Y que espero no sea la última de esta apreciable escritora venezolana, aunque el listón se lo ha puesto ella misma bastante alto. Aguardaremos a ver si lo supera...

domingo, 24 de mayo de 2020

Faruk Šehić: Cuentos con mecanismo de relojería

Idioma original: serbocroata
Título original: Priče sa satnim mehanizmom
Traducción: Miguel Rodríguez Andreu
Año de publicación: 2018
Valoración: recomendable

Es indudable que el paso de una guerra por un territorio deja secuelas por mucho tiempo, pues más allá de la muerte física de los fallecidos existe también una muerte emocional, una muerte en las aspiraciones de sus gentes; una muerte que nace en el pasado, pero que mata el futuro. Faruk Šehić es un claro ejemplo del impacto que dejan las guerras en un territorio, pues este conjunto de relatos es indisociable de su vida: nacido en 1970 en la República Socialista Federal de Yugoslavia fue reclutado a sus veintidós años por el ejército de Bosnia-Herzegovina y, ya terminada la guerra, estudió literatura y empezó a escribir poemas, novelas y relatos como el que nos ocupa.

Con esta trayectoria vital, parece inevitable que la temática abordada en los quince brevísimos cuentos que contiene este libro traten todos, de una manera u otra, sobre la guerra; en unas ocasiones hablando de ella a través de protagonistas como soldados, en otras a través de las voces de meros espectadores o víctimas colaterales como escritores, familias o seres solitarios, evidenciando que el impacto de la guerra se extiende más allá de los que luchan en ella, pues de una manera u otra todos deben luchar para sobrevivir y evitar la muerte (física o anímica).

De esta manera, el libro es una reflexión sobre lo que ocurre en los territorios donde transcurre un conflicto bélico y Šehić nos habla de ello con una prosa poética, visual, emotiva, tal y como queda evidente ya en el primero de los cuentos, «Los soñadores», donde el autor narra la relación entre dos amantes en un mundo efímero, que solo observa el presente y teme un futuro que quizá no llegue nunca, pero en el que el amor a los libros sobrevive a todo ello, incluso a ellos mismos, a su mundo, y así lo expresa uno de sus protagonistas al afirmar que «en algún libro continúa nuestra vida incansable. Allí nuestras palabras hacen el amor. Aquí ni el polvo siquiera tiene algo que hacer. Envejecemos, pero somos externamente jóvenes». También este supramensaje que emana del texto, de amor y trascendencia, se transmite en «La fábula de hierro» donde el protagonista afirma que «buscábamos amor por todas partes, cada noche levantábamos en vano piedra a piedra. Aquello que se nos arrebató en vida, durante cuatro años de guerra, quisimos reemplazarlo de cualquier manera, sin saber que eso nunca se puede suplir». Estos dos fragmentos son claro ejemplo del estilo del autor, profundo, bello y, a pesar de ello, contundente.

En otros relatos menos poéticos, la voz protagonista se sitúa en los combatientes, personas en las que el autor manifiesta el vacío y desesperanza, a veces utilizando altas dosis de escatología y sexo como mecanismo de evasión a la absurdidad y vacuidad en la que se encuentran (como en el relato «El rey de las mierdas») o desde el punto de un excombatiente en «El tiempo vuela» donde un antiguo soldado nos cuenta, tiempo más tarde, lo que recuerda de esa época y la fragilidad y sinsentido de sus vidas, que destrozaban día a día el futuro prometedor que auguraban de pequeños. Un futuro roto por una guerra difícil de olvidar, que pasaron bebiendo para ello, afirmando que «continuamos con la bebida. La noche prometía que nos olvidaríamos de la guerra, pero nos recordó que el tiempo tiene su propio ritmo, en el que la vida humana no interviene para nada».

Cambiando a menudo de registro, el estilo ecléctico de Šehić nos adentra, en ocasiones, a escenarios con aires futuristas, emulando escenas propias de Matrix o Blade Runner, en unos relatos en los que el autor transmite la fuerza del ocaso de una época, de ciudades perdidas, de rostros sin cara y almas sin esperanza, donde «todos los horrores diarios serán derramados sobre los sueños en el tiempo sordo de la noche» como afirma en «Matrix en Belgrado» o también escenarios donde un escritor se refugia en un sueño de un mundo futuro, con ciudades reconstruidas donde vive aún la esperanza. De igual manera, el autor también habla de la infancia, en ese precioso cuento que es «El retorno a la naturaleza», donde relata la ilusión de un enamoramiento fugaz, en esas aulas con olor a lápiz de madera y grafito, y a goma de borrar, y el recuerdo de una niña de aspecto trágico, alguien de quien afirma que «en su cara alguna vez vio cómo la muerte saluda desde el futuro».

De manera más breve e infrecuente, Šehić también nos habla de los escritores, del autor y la novela que crece dentro de él como apunta en «Un reloj de sangre y carne» y también en «Mi Atlántida privada» donde nos habla del poder de la literatura cuando todo se viene abajo, así como de los recuerdos que tiene de su padre y de cuando era pequeño, leyendo y disfrutando con otros mundos. Este tema aparece también en el posfacio que cierra el libro, donde el autor nos cuenta el origen de los diferentes cuentos y de su literatura e incluso afirma que la elección sobre qué incluir y qué descartar, sobre qué escribir y cómo hacerlo, pertenecen únicamente al escritor: «el escritor siempre decide las reglas del libro. Si escribes libros para que se desarrollen como le gustaría a otra persona, es mejor que dejes la literatura».

Por todo ello, la sensación que el libro deja en conjunto es de desesperanza y tristeza, pues el desánimo existente en la población que sufre una guerra es palpable, como en «La fábula de hierro» donde Šehić hace un afinado retrato de la desolación existente en la juventud de una sociedad castigada por la guerra, sin un futuro en el horizonte que les permite vivir más allá de cada día y cada noche. También en el relato «El hombre mutilado» aborda este tema, con un protagonista que espera que pase el tiempo, los días, intentando soñar en que un día salga el sol y pueda volver a vivir y ser feliz o en «La reunión», donde los protagonistas van a ver las estrellas y el cuento aprovecha este trayecto para recordar una ciudad que intenta sobreponerse a la guerra, iluminando sus casas a pesar de que estén vacías. De igual manera toca este tema en «La ofrenda», uno de sus mejores relatos, donde una familia que vive en el bosque espera pacientemente y de manera resignada la llegada de los soldados que pondrá fin a sus vidas; en él nos habla de la guerra, del monstruo de la guerra, un monstruo sediento de nuevas muertes a los que sólo se le puede combatir no entrando en su juego, combatiendo a través de la no violencia.

Mucho mejor en el terreno real que en el fantástico, en los relatos donde habla directamente de la guerra, sus consecuencias y la desgracia que acarrea la misma que en aquellos relatos de tintes post apocalípticos (donde habla de relojes, electrodomésticos, zombis o insectos), la prosa de Šehić destaca cuando nos habla de la tragedia y la desolación, de la tristeza y la falta absoluta de la esperanza, de los sueños que marchitan, esperando un futuro que no llegará.

Lleno de metáforas, el libro expone y muestra una sociedad abandonada y sin esperanza, repleta de personas con el alma perdida y sin ninguna aspiración, tras una guerra que se ha llevado vidas y sueños. Šehić ha escrito un libro amplio, variado e impactante, donde incluye quince relatos de diferente temática en apariencia, pero donde en todos ellos tiene cabida un estado de ánimo abatido y desesperanzado, sin ningún futuro para las personas enfrentadas a una guerra de resultado incierto y de futuro nada halagüeño que debe renacer de ciudades devastadas, vidas destruidas y futuros arrebatados.

sábado, 23 de mayo de 2020

Juan José Saer: La ocasión

Idioma original: español
Año de publicación: 1987
Valoración: recomendable

Uno se pregunta cómo han descendido de nivel ciertos premios literarios para acabar otorgándose a ciertos autores cuando en 1987 se le llegaron a conceder a escritores como Juan José Saer, que incluso en esta novela, no siendo la mejor que le he leído, se muestra, se mostraba, tan superior a todo lo que últimamente se presenta como novedad o como la octava maravilla que demasiadas editoriales parecen poner en los estantes cada semana. La ocasión dista de ser una de sus obras más renombradas porque queda atrás en el tiempo y porque el autor publicó maravillas como El entenado o La pesquisa, pero desde luego, y muchas veces he mencionado en mis reseñas lo que me repele el concepto de nostalgia, es una enorme novela de esas que, seguro, releerás para capturar detalles de esos que se escapan a la primera.
Porque Saer tiene esa cualidad de recordar a escritores que le han precedido en algunos detalles pero anticipar a otros. No siendo un autor desde luego de alcance mayoritario. La ocasión manifiesta detalles de bildungsroman de trazos no clásicos, más cercanos a Musil o a Robertson Davies, pero a la vez incorpora tratamientos de los escenarios que consiguen transmitirnos de forma plástica pero no recargada esa incómoda sensación de paisajes que te hablan. Sus descripciones de los terrenos de la pampa, esos terrenos que serán entregados a los colonos que poblarán Argentina, remiten a obras posteriores de escritores como McCarthy e incluso tienen una capacidad de evocación fotográfica de raigambre cinematográfica.
Ambientada a mitades del sigo XIX, la novela nos cuenta el regreso a Argentina de Bianco, personaje de incierto origen que habla muchas lenguas con extraños acentos, que huye de Paris tras ser ridiculizado cuando ha pretendido demostrar ante un comité científico sus pretendidos poderes sobrenaturales, que se propone ser rico a base de imitar lo que los ricos hacen y que se acerca a Garay López  (Saer ya empezaba a adelantar nombres de su imaginario futuro), influyente miembro de la comunidad, joven médico que administra las tierras de su familia e incierto e involuntario componente de un extraño triángulo: Bianco, Dina, joven esposa de Bianco y Garay. Pero limitar la novela a esa situación es quedarse corto. Saer explora el ámbito psicológico, tantea incluso con la narración histórica (tenemos un pasaje que recrea un hipotético nacimiento de un mesías en un establo de Belén) y, sin ser una novela perfecta, introduce muchos de los elementos que marcarían su obra posterior.

viernes, 22 de mayo de 2020

Gianni Rodari: Érase dos veces el barón Lamberto

Idioma original: Italiano
Título original: C'era due volte il barone Lamberto
Año de publicación: 1980
Traducción: Isabel Soto
Ilustraciones: Javier Zabala
Valoración: Está bien (recomendable para niños)

Érase dos veces el barón Lamberto es una novela breve escrita por el celebérrimo autor de literatura infantil Gianni Rodari. Obra imaginativa donde las haya, destaca por el entrañable humor que la permea, los excéntricos personajes que la pueblan, las descabelladas situaciones que cobija, su inesperado final y su negativa a entregar un mensaje moralizante.

Transcurre en el lago de Orta, situado en el norte de Italia. Más concretamente, en la isla de San Giulio. Allí está la villa del barón Lamberto, un anciano que padece numerosas enfermedades y convive con su fiel mayordomo Anselmo. En uno de sus viajes le revelan cómo puede vencer a la muerte. Escéptico, hace la prueba ¡y el método funciona! Lo cual desencadena un problema tras otro. Para empezar, a su único heredero, Ottavio, no le hace ninguna gracia. El milagro tampoco coopera, precisamente, con los intereses de los miembros de las Veinticuatro Eles, una banda criminal que invade San Giulio.

Sin duda alguna, Érase dos veces el barón Lamberto hará las delicias de los niños, demografía a la que va destinada. Aunque no penséis que deja de lado a los adultos que la tienen entre manos; Rodari, mientras entretiene a los pequeños, también nos va guiñando el ojo con complicidad a nosotros. Eso sí: en tanto que crítico exigente que quiere sacarle punta incluso a una narración de estas características, le pondría un par de pegas. En primer lugar, que su argumento sea tan episódico; por no hablar de la escasa participación que tienen varios personajes, cuyo potencial se acaba desperdiciando. Pero insisto en que ésta es una lectura agradable, especialmente para los chiquillos. 


También de Gianni Rodari en ULAD: Cuentos por teléfono

jueves, 21 de mayo de 2020

Alejo Carpentier: Los pasos perdidos

Idioma original: Español
Año de publicación: 1953
Valoración: Imprescindible

Releo, 13 años después si las notas nos fallan, esta novela de Don Alejo Carpentier de la que guardaba un gran recuerdo. Pues bien, la impresión tras la relectura es la de estar ante una de las mejores novelas latinoamericanas del siglo XX (¡toma ya!). Espero lograr transmitiros mi entusiasmo. 

Resumen resumido, que diría la compañera Beatriz: A un hombre de origen latinoamericano residente en los Estados Unidos, de unos 30-40 años, músico de profesión, hastiado de una vida vacía (como ardilla presa en tambor de alambre), se le presenta la oportunidad de viajar a lo más profundo de la selva Latinoamérica, más concretamente, y aunque no aparezca  expresamente citado, a Venezuela en busca de unas piezas que faltan en la galería de instrumentos aborígenes de América de cierta institución norteamericana. Será una viaje con un carácter dual ya que será, al mismo tiempo, viaje interior y viaje exterior, de negocios y de placer, huida del aturdimiento del trabajo, del vacío de la ciudad, de las conveniencias y descubrimiento de lo primitivo y profundo que esconde el alma humana, retorno a la infancia y viaje etnográfico a un tiempo casi prehistórico.

La dualidad que caracteriza al viaje también se observa también en la personalidad del protagonista y en las diferentes contraposiciones sobre las que se construye la novela (civilización y "barbarie", deseo y realidad, catolicismo y "animismo",...) y le confiere, así, variadas capas y lecturas. Diría que, fundamentalmente y aunque pudiera a priori no parecerlo, "Los pasos perdidos" es una novela existencialista. El absurdo de la sociedad moderna, el vacío o la búsqueda del propio destino pese al temor a salir de lo conocido y lo cotidiano aparecen perfectamente reflejadas en la novela y las intenciones, deseos, dudas y temores (el viaje emocional, a fin de cuentas) de su principal protagonista etc son uno de sus puntos fuertes, además de ligar a "Los pasos perdidos" a otras novelas de la época. Pero es, al mismo, tiempo una novela de formación, una novela de "aventuras" (con todas las comillas) o una novela de toma de conciencia.

Plagada de referencias bíblicas, "Los pasos perdidos" es también una relectura o una reinterpretación de mito de Ulises. En cuanto a referencias más contemporáneas, encontraremos ecos de "El corazón de las tinieblas" o de dos películas de Werner Herzog como son "Aguirre, la cólera de Dios" o "Fizcarraldo". No sé si con esto os podéis hacer una idea.

Además de su complejidad de contenido, el continente de "Los pasos perdidos" tampoco es, precisamente, un camino de rosas. Está marcado por el un léxico exuberante fruto del abrumador dominio del lenguaje y de la vasta cultura en materia musical de Carpentier. Conviene ir armado de un diccionario que nos servirá de machete para poder penetrar en la prosa del cubano. Una vez despejemos los primeros obstáculos, podremos deleitarnos con una forma de escribir que parece haber sido olvidada, injustamente, por las modas. De verdad, el esfuerzo merecerá mucho la pena.

También de Alejo Carpentier en ULAD: El reino de este mundoConcierto barrocoEl acosoEl siglo de las lucesEl recurso del método

miércoles, 20 de mayo de 2020

Yanina Rosenberg: La piel intrusa

Idioma: español
Año de publicación: 2019
Valoración: está bien

Vamos hoy con un libro de cuentos de corte más o menos fantástico, aunque enraizados en el realismo cotidiano,  de una escritora argentina actual... ¿Ana María Shua? ¿Mariana Enriquez, Samantha Schweblin? Pues no, se trata de Yanina Rosenberg, desconocida hasta ahora para mí, y a quien el año pasado Páginas de Espuma publicó este libro con catorcce relatos cortos que, en su mayor parte, no carecen de interés. El tono general, ya digo, es de impronta fantástica, pero a partir de la vida cotidiana, incluso doméstica; se trata de plasmar alteraciones de la normalidad, por decirlo así. Hay, sin embargo, algún relato que no sigue este principio -Como se debe- o lo hace de forma sutilmente desconcertante (o desconcertantemente sutil) como en Calor dolor rubor tumor. En otros, en cambio, su carácter fantástico se plantea de manera incuestionable, se diría que inevitable: es el caso de la mujer cubierta de césped -o pasto- de Septiempbre en la piel o el laberimto onírico de Los afueras. Pero en el resto, este elemento anómalo aparece como algo sorpresivo que, sin embargo, acaba por aceptarse -con mayor o menor alarma, pero con sordina- por las protagonistas de los cuentos, que en su mayoría son mujeres, incluso cuando la trama deriva hacia los terrorífico, como en Guazuvirá o Evelina.

No sé hasta qué punto pertenece al género fantástico, aunque sí, en cierto modo, al de terror, el que me parece mejor delos cuentos, El monstruo, un relato redondo que en muy pocas páginas, nos lleva del suspense al horroro y del humor a la ternura. Después, hay otras tres o cuatro historias también bastante conseguidas, como son las ya mencionadas, Septiembre en la piel, Como se debe y Evelina, así como Pajaritos de neón, otro de esos relatos, que casi se dirían ya una especialidad argentina, en los que los inverosímil asoma de una forma natural en medio de la cotidianeidad. En este cuento, además, aparece uno de los temas que se repite en varios de los reunidos en este libro: los hijos y sus vicisitudes. Tema combinado en ocasiones con otros que también se repiten, y nunca mejor dicho, como la posibilidad de los doppelgängers (admitamos que siempre queda bien poner una palabreja en alemán) o las tormentosas relaciones de pareja.

Sobre el estilo, debo señalar que Rosenberg escribe de una forma excelente, siempre ágil y accesible, sin perder la corrección ni en los momentos más coloquiales, que los hay. Ahora bien, debo señalar que, como suele suceder en estasa recopilaciones, encontramos cuentos mejor conseguidos que otros, algunos cuya idea original es interesante pero no han acabado de cuajar de la mejor manera y otros, como El cambiante sabor de la libertad o Los afueras, que han caído, creo, en el ambicioso y siempre difícil reto de reflejar una alteridad pesadillesca. No obstante, la impresión que me queda es que Yanina Rosenberg es una escritora a la que conviene seguir la pista, pues es muy probable que nos depare futuras alegrías a los lectores; al menos, condiciones tiene para ello.

martes, 19 de mayo de 2020

Malditas cubiertas: Mujercitas de Louisa May Alcott

La primera vez que un libro entra en nuestro campo de visión nos llegan, al menos, dos mensajes simultáneos y superpuestos: lo que leemos (el título) y lo que vemos (la cubierta). La disparidad entre ambos mensajes es, visto lo visto, algo bastante común. Personalmente —que crecí con los vídeos musicales de los 80 y los 90— agoté toda mi tolerancia a las contradicciones, los sinsentidos y los párpados multicolores, por lo que prefiero cubiertas acertadas y coherentes con el título o el contenido de la obra, lo que no significa que no puedan ser comprometidas, arriesgadas o novedosas. 

Vimos hace algunas semanas por qué Mujercitas es algo más que la novela tonta para chicas que muchos creían y cómo subyacen en ella una serie de ideas y valores universales. La pregunta es ¿tales ideas y valores se traslucen en la multitud de cubiertas que han puesto rostro a este clásico indiscutible? Ya la sabéis la respuesta. La gran mayoría de cubiertas que se han publicado se dirige a un mercado femenino al que no hace falta seducir porque, como todo el mundo sabe: si hay algo a lo que una mujercita no puede resistirse es a fisgar en la vida de otra mujercita.

Mujercitas MAINSTREAM 
Déjate llevar por esta encantadora e inofensiva historia, ideal para echarse una buena llorera y calmar tus traicioneros nervios de mujer. 

Cinco mujeres concentradas y en silencio alrededor de un papel solo puede significar una cosa: el papel es un mapa.

Estampas cuquis con lecturas en el desván, una donación de almuerzo, una fiesta con un guante sucio o la hermana menor a punto de morir —pero alegremente— bajo el hielo.

Mujercitas RANDOM 
Para qué ahondar innecesariamente en estas mujercitas si usted ya sabe todo lo que tiene que saber: que son cuatro, que son hermanas y que son siamesas. 

Efectivamente, las mujercitas nacieron unidas por sus faldas, lo que las obliga a permanecer juntas en todo momento. 


Tras haber sido separadas, las mujercitas se miran entre ellas o apelan al lector consternadas mientras se preguntan qué van a hacer ahora que no tienen piernas.


Mujercitas FLOWER-POWER (o random plus
Si el objetivo de las flores es adornar y dar frutos, entonces las mujeres son flores y, por tanto, las mujercitas son florecitas y por eso las florecitas quedan bien allá donde las pongas.



Mujercitas REVOLUTION 
Una generación de cubiertas absolutamente modernas y vanguardistas capaces de transmitir menos que un teléfono fabricado con un envase de yogur. 

Mujercitas DE LEJOS. Podrían ser ninfas del bosque, estatuas de sal o unas monjas buscando setas.


Mujercitas DE CERCA. Tan cerca que solo cabe una (con sus flores y otras hierbas).


Mujercitas POR DENTRO, para conocer sus intereses y sus deseos más ocultos.

(1) costura, (2) costura y peinetas, (3) libros, complementos y adornos navideños, (4) libros, gatos, complementos y… costura. Enigma resuelto.

Mujercitas WTF 
Si Teo, Tintín y Astérix van donde quieren y hacen lo que les da la gana, las mujercitas también. 

Las mujercitas VAN A UN ENTIERRO.


Las mujercitas VIAJAN AL PAÍS DE LA CASPA.


Las mujercitas RUEDAN CON DAVID LYNCH.


Las mujercitas SE PASAN LAS LEYES ESPACIO-TEMPORALES POR EL MISMÍSIMO ARCO DE TRAJANO. 

No hay que tener un doctorado en historia ni ser un experto en estilismo para darse cuenta de que aquí pasan cosas, llamadme loca:(1, 2 y 3) vestidos de lunares, mantillas, bandurrias y cabellos azabache (4) look Jane Austen (5) look María Antonieta (6) moda parisina para damas con dinero y también serios problemas de cervicales (7) pre-pin-up (8) yo he visto esto en alguna serie de los 70.

Mujercitas WANTED 
Efectivamente, las mujercitas han tenido que salir (todas juntas) a comprar hilo de bordar y han sido sustituidas temporalmente sin que nadie se de cuenta porque, como todo el mundo sabe, las mujercitas son todas iguales. (Si alguien encuentra a las originales, que haga el favor de traerlas sanas y salvas con sus peinetas, sus guantes y el resto de sus mierdas intactas).

(1) Salomé de Salomé (2) Constance, de El amante de Lady Chatterley (3) Yum-Yum de El Mikado (4) Joven sonámbula en un campo de algodón en busca de su alma gemela que esperamos que esté menos zumbada que ella. 

MUJERCITAS 2.0
Experimentos modernos para llamar la atención y que no reflejan en absoluto el espíritu de la obra ni de sus protagonistas, las cuatrillizas siamesas.


(1) Una crítica al peso del escrutinio social que recae sobre los hombros de las jóvenes mujeres que acaban de abandonar la infancia y que, de algún, son empujadas a disfrazarse para formar parte de la vida adulta (2) La estampa de un salón revuelto (vivo) con cuatro cabecitas, cada una perdida en sus intereses e inquietudes, que no necesitan apelar a la mirada de un tercero para saber que existen (3) Un sinfín de elementos y conceptos de todo tipo que componen, a modo de tapiz bordado, el universo rico y complejo de las mujercitas (4) Cubierta majestuosa con su título bien grande, sus treinta y ocho tipografías y sus cenefas florales que otorgan ese aura épica y orgullosa que solo poseen los clásicos indiscutibles ¡claro que sí!

lunes, 18 de mayo de 2020

Kristen Roupenian: Lo estás deseando

Idioma original: inglés
Título original: You Know You Want This
Año de publicación: 2019
Valoración: Está bastante bien


Permítanme que la presente ya que no ha tenido tiempo de darse a conocer, al menos aquí, en España. Kristen Roupenian, escritora de la costa este estadounidense, inició su carrera literaria gracias a un golpe de suerte: acababa de publicar un relato en prensa sobre las relaciones de poder entre sexos justo en el momento en que el Me Too provocó el impacto emocional del que todos tenemos noticia. Lo estás deseando es el primer volumen que publica, se trata de un conjunto de relatos, con las limitaciones previsibles y la temática que podía esperarse dadas las circunstancias, que supone un buen comienzo y augura una interesante trayectoria.
Aquel primer relato publicado en su día por The New Yorker se titulaba Un tipo con gatos y se incluye aquí junto con alguno más aparecido en revistas, pero la mayor parte son inéditos. Echando un vistazo a las menciones en español de la obra, encuentro que, quizá influidos por el revuelo que causó en Estados Unidos, hacen especial hincapié en su temática sexual que, efectivamente, constituye el telón de fondo en la mayoría de las trece piezas que lo componen, pero no resulta tan explícito como para calificar el conjunto de erótico, creo yo. Existe, desde luego, mucho morbo, violencia real o soterrada, obsesiones, deseo de dominación y, por supuesto, deseo sexual.
Con el primero, Chico malo, nos metemos de cabeza en ese mundo perverso. La trama de Look at your game, girl, con protagonista adolescente, avanza a base de malentendidos sin que llegue la sangre al fuego, como comprobamos con una mezcla de alivio y decepción. Peores intenciones tiene la adolescente de Sardinas en lata que, excepcionalmente, promete menos de lo que finalmente ofrece a los lectores. Destacaría también por la intensidad de su clima emocional Cicatrices y El signo de la caja de cerillas. Deseos suicidas contiene un potencial enorme bastante desaprovechado. El resto me ha parecido más anodino, incluso aquél que le dio la fama, y alguno de ellos innecesariamente largo.
El terreno en el que se mueve la autora es inquietante, las atmósferas suelen ser irrespirables, en la mayor parte de los casos se masca la tragedia, que resuelve con mayor o menor fortuna. En cuanto a la forma de narrar es siempre lineal, su redacción correcta, el ritmo bien manejado y la relación de causa-efecto clarísima, pero los personajes se parecen demasiado, sobre todo el sujeto dominante y perverso que, por cierto, no necesariamente es el varón. También es idéntico el ambiente en que se mueven los individuos, así como el tono de los relatos. Lo menos logrado es esa linealidad que mencionaba, pues no solo se limita a narrar en riguroso orden cronológico, es que no hay un solo alarde, una insistencia, una descripción, un enfoque peculiar que otorgue entidad a las historias, todo lo contrario, más bien parecen informes notariales, eso sí, casi siempre intrigantes y sin ninguna dificultad lectora.
Tratándose de una temática tan oscura, esperaba mayor oscuridad narrativa, y es que la necesaria ambigüedad de casi todos los desenlaces contrasta con la claridad de su núcleo. Además, se ven demasiado las costuras y todavía más las influencias de los grandes maestros a los que, adivinamos, pretende emular sin conseguirlo, como es lógico. A estas alturas, casi todo está ya dicho, los recursos están más que explorados desde siglos atrás y hay que hilar muy fino para destacar en ámbitos misteriosos y terroríficos. Zozobra, desasosiego, sí, ¡cómo no! ya que son bazas indispensables, pero de forma bastante contenida y, como digo y era de esperar, no demasiado original. Sin embargo, y aunque es evidente que le falta rodaje, leemos a Roupenian con el placer que provoca situarse en el incómodo terreno al que intenta –y en muchos casos consigue– trasladarnos.

domingo, 17 de mayo de 2020

Reseña + entrevista. Ernesto Castro: El Trap


Idioma original: español
Año de publicación: 2019
Valoración: muy recomendable

Queridos lectores: iba a devolver este libro a la biblioteca el 13 de marzo de 2020. No llegué a hacerlo porque ese día, entre otras muchas instalaciones, comercios y recintos, las bibliotecas de Barcelona se cerraron por el estado de alarma. Buena sensación me da que se interprete por estos gobernantes tan preocupados por la cultura que una biblioteca sea un lugar proclive a las aglomeraciones, pero ahí se quedó, en el mueble de mi recibidor, junto a algún otro libro, a disposición, si hubiera creído oportuno como ha sido, de revisarlo para confeccionar esta reseña. 
Hecho que os comento y que ha sido cruel. El subtítulo del libro (Filosofía millennial para la crisis en España) ya debería aclarar ahora que se refiere a la penúltima crisis. En esas ocho semanas muchos han descubierto facetas de su personalidad inesperadas, y no me suscribo en todas ellas. Hemos sabido de ERTEs, de la policía de los balcones, del enorme censo de runners, nos hemos hecho expertos en mascarillas y en geles hidroalcohólicos. El COVID 19 es un enorme dust bowl que ha cubierto todo Occidente y del cual dicen que vamos a salir mejores de lo que éramos. Menuda expectativa.
Vuelvo al libro que os comento: los estilos musicales de nuevo cuño van integrándose y dejan de generar el rechazo inicial (fenómeno muy jugoso a la hora de analizar) porque se vuelven tan omnipresentes que no aceptar su avance es condenarse a uno mismo al ostracismo sonoro, a esa especie de confinamiento consistente en oír y leer y ver aquello que sabemos que nos gusta y no salir ya de ese caparazón. Y reggaeton y trap, sus dos principales etiquetas (fusionadas bajo el muy equívoco manto unificador de música urbana) parten de esa misma premisa: primero nos metimos con su vulgaridad, con su simpleza sonora, con la unidireccionalidad de sus letras, con la actitud de sus figuras punteras, luego a medida que esos detalles se nos explican o nos abruman con su superioridad empezamos a matizar ese rechazo, a intentar comprender esa avasalladora mayoría que lo incorpora a sus gustos, ya no es una cuestión de que uno se atrinchere o se empecine en negar la evidencia, se trata, quizás, de que la esencia del melómano debería incorporar asumir ese riesgo, probar con los géneros o los estilos para configurar un criterio propio, empezar a comprender que tan borrego es uno por abrazar corrientes mayoritarias como por negar esas corrientes sin haberles otorgado el beneficio de la duda.
El Trap es un estudio profundo y estructurado que ha seguido a un montón de figuras del género, figuras que no nos serán familiares pues su acceso al estrellato (siempre un estrellato relativo) no ha surgido de los canales convencionales, hablamos de músicos con pocos medios cuyo éxito se mide en visitas en Youtube, de adolescentes que empiezan a publicar canciones a destajo, de forma precaria, acompañados por sus amigos, en videos grabados en parques o en garajes, que tienen problemas con la ley y con sus oponentes musicales, en un despliegue de relaciones de rivalidad y celos profesionales que incluso tiene a veces un cierto componente de clase (a veces el concepto de autenticidad tan propio de la escena rock se ve incorporado en este contexto), y no hablamos del glamour callejero que rodea a personajes establecidos como Bad Gyal o C. Tangana. Me cuesta asimilar que El Trap se reduzca a ser un libro sobre un fenómeno musical de enorme arraigo en su escena  local.  Creo que el libro excede, sin pretenderlo ni un segundo, esos límites, y el lector puede optar o no por curiosear en todas esas canciones de mensajes más básicos y carnales o progresivamente más intricados e universales, pero se obtienen conclusiones que van más allá. Que es la innegable existencia de una generación multilingüe, de muchos orígenes, que encuentra en esos mensajes las respuestas que otras expresiones artísticas  no han sabido darles, y que incluso su pura banalización es un fenómeno a interpretar.

Y su autor ha superado ciertas contingencias técnicas para contestar nuestra habitual ristra de impertinencias.

1. Empiezo con una cuestión un poco inquisitiva. El Trap es un libro sobre música, pero echo de menos más menciones acerca del armazón sonoro, del puro sonido, de la procedencia de las bases ¿priorizamos el mensaje verbal porque cada vez éste es más nítido y elaborado, o es una simple elección del autor?

En el libro se menciona esta paradoja de que tratándose de un libro de  música se hable principalmente de cuestiones metamusicales o extramusicales. Yo he acuñado esta expresión, la de "metamúsica de la crisis" para referirme a aquellos aspectos que, no siendo estrictamente sonoros, están vinculados, no obstante, con este género o este estilo musical particular que es el Trap: la vestimenta, el estilo en el sentido amplio, la forma de bailar... en concreto, es en el capítulo dedicado a el post-Trap, en concreto al final de la sección dedicada a Pedro LaDroga, titulada vaportrap, donde abordo este asunto de la primacía de sonido sobre palabra o de palabra sobre sonido y lo que digo es que, sí, efectivamente en España, los beatmakers han destacado por su calidad, y no obstante tienen poca publicidad, son poco reconocidos por su trabajo, a diferencia de lo que sucede con los cantantes, que precisamente porque ponen la cara, se llevan todos los honores, por ese motivo se creó ese proyecto, esa empresa, ese certamen llamado SamplerChef, donde un conjunto de DJs, de productores, toman los mismos elementos instrumentales para generar diversas bases, subrayando la propia importancia del DJ como un productor de música.Hay algunos DJs como Alizzz, el productor habitual de C Tangana, que produce sus canciones como un featuring, son canciones producidas en las que ya en el propio título aparecen los dos nombre. Yo no creo que sea una práctica habitual o común la de priorizar el sonido verbal sobre el sonido en el sentido amplio, más bien se trata de algo característico de los que nos dedicamos al trabajo de la crítica. Resulta muy difícil elaborar una crítica que no caiga en el tecnicismo musical o en la mera crónica de nuestras experiencias subjetivas cuando hablamos del sonido puro, el campo de lo filosófico está intrínsecamente vinculado con l verbalidad, con la escritura, con la palabra en última instancia, entonces cualquier comentario sociológico, filósofico, psicológico, antropológico que se quiera hacer acerca del Trap, inevitablemente va a tener que darle más importancia a aquello que es verbalizable frente a la mística del puro sonido, no es una cuestión de que el lenguaje sea más nítido o elaborado, más bien lo contrario, lo característico del Trap frente al Rap es el hecho de que haya poca nitidez y eso sea por la distorsión de los samples, sobre todo el AutoTune, y que sean letras poco elaboradas, y más bien melódicas que rítmicas.

2. También profundizando en lo musical. Me da la impresión de que ese movimiento no es una réplica a una influencia extranjera, sino una pura asimilación del uso de un instrumento de comunicación. ¿Son necesariamente músicos o más bien comunicadores?

Una de las críticas que se ha hecho a mi libro es que no tenga en cuenta el panorama internacional, y uno de los grandes malentendidos, cada vez que hago una declaración a los medios de comunicación sobre el Trap, es que algún entendido en el asunto, se cree que estoy hablando del Trap en general cuando me refiero al Trap en España, de ahí las críticas siempre superficiales, basadas en una mala comprensión de mis palabras que se me suelen hacer cuando yo digo cosas como que el Trap ha muerto en España me refiero, no en Argentina, no en Estados Unidos, el Trap como categoría epistemológica y como entidad ontológica, pero esto es demasiado largo de explicar y no es lo que tú has preguntado. Tú has preguntado si el Trap proviene de la escena musical estadounidense o más bien consiste en un uso creativo de los medios de comunicación de masas actuales, muy señaladamente las redes sociales. Yo creo que las dos cosas, una asimilación y una aculturación a las formas propias de la cultura española de tanto un tipo de sonido, el propio de la costa Sur de Estados Unidos, el south frente al east y al west y al mismo tiempo hay un uso instrumental muy inteligente de los medios de comunicación. Resulta casi tautológico, o de perogrullo, afirmar que toda forma de arte es una forma de comunicación, la comunicación se puede definir como intercambio de información entre dos o más individuos, pero es algo más que comunicación, porque hay ciertos elementos que no resultan informativos, o que son más bien ruido que información, por hablar en la terminología de la Teoría de la Información de los años 70, que sí que forman parte del Trap, entonces el Trap es una mezcla, muy peculiar, de información y ruido, que genera una entidad cultural independiente de la comunicación  o conversación entre varios individuos, entre el artista y su público, entre los productores y los consumidores, por hablar en esa terminología tradicional.

3. Creo haber leído declaraciones tuyas aseverando que la crisis del Covid 19 certifica la muerte del Trap como movimiento. ¿Cuál es tu teoría?

En mi libro, subrayo como a partir de 2017, la mayor parte de los artistas urbanos españoles, se separaron, se segregaron respecto de la categoría Trap, el cantante de grime Erik Urano dijo, de una manera muy plástica, a finales de 2016: "confirmado: el Trap es la categoría más pocha del año, por poco no le llaman Trap a todo lo que no sea música clásica". Al año siguiente, a modo de respuesta ante ese uso omniabarcante del término Trap, se llegó a llamar Trap, incluso, a la canción "Lo malo" de Aitana War en Operación Triunfo, varios artistas, empezando por C Tangana, seguido por Bad Gyal y finalmente todos los demás, se separaron de la categoría Trap para empezar a hablar de música urbana. En mi libro explico porqué me parece que esa expresión es todavía más racista, más apropiacionista, más inapropiada que la de Trap. No obstante, de modo eufemístico, yo en mi libro llamo artista urbano a todo aquel que participa de esa metamúsica de la crisis llamada Trap. A mi juicio, he aquí la defunción epistemológica del Trap. El Trap deja de ser una categoría operativa desde el punto de vista del conocimiento de un fenómeno musical en 2017, cuando los propios artistas comienzan a dejar de utilizar esa expresión, pero luego hay una muerte ontológica del Trap, que yo creo que se corresponde con la situación posterior a la conversación en el Primavera Sound entre C Tangana y Yung Beef, a mediados de 2018. Ya por aquel entonces estaba muy avanzado lo que yo denomino en mi libro el post-Trap, que no es estrictamente una música que surja después de la muerte del Trap, pues es el Trap es evidente que sigue vivo sociológicamente, sino nuevas vías musicales de experimentación, que surgen una vez que este género o estilo se convierte en el mainstream, pues en 2018 con este debate justamente, o sea, ese beef, entre Fernandito Kitkat y Antón Álvarez Alfaro, "Pucho" el post-Trap ya empieza a ser un fenómeno consolidado con figuras importantes que en los años siguientes generarían temazos, especialmente lo que yo denomino el Trap'n'b de las Islas Canarias. Entonces tenemos tres muertes del Trap. Una primera muerte, epistemológica, a finales de 2016, una muerte ontológica en la que la propia categoría se disuelve por la fusión con otros géneros y estilos como el r'n'b, el , vaporwave, el flamenco, el caso Rosalía es muy significativo, justamente fue ese verano de 2018 en que saltó al estrellato, y ha habido una tercera muerte, la actual, que es una muerte sociológica, en la que el propio Trap no ha sabido dar respuesta a la crisis en la que estamos viviendo, o si ha sabido dar respuesta, ha sido a través del cuestionamiento de su canon expresivo propio, este es el caso muy señalado de C Tangana quien, a las pocas semanas de que empezara el confinamiento, publicó un conjunto de videos en los que exponía cómo la crisis del Covid 19 le pilló de gira en México, cómo, siendo una estrella musical, pues el Covid no le importaba o le interesaba mucho al comienzo, y como poco a poco tuvo que afrontar y vérselas con el Covid 19, la muerte de parientes y amigos suyos, la separación respecto de su pareja sentimental, etcétera. Esa es la muerte sociológica del Trap a la que estamos asistiendo ahora mismo, el Trap supo dar una respuesta a nivel panhispánico, muy interesante, al fenómeno del otoño caliente que vivimos el año pasado, con las revueltas en Chile, Ecuador y Catalunya, entonces los artistas urbanos se posicionaron a favor de los que se manifestaban o, por lo menos, en contra de la policía, no ha pasado tal cosa con el Covid 19, algunos, como Cecilio G, han salido a hacer pintadas frívolamente, otros, como Yung Beef, han querido epatar a la burguesía diciendo que iban a abrir, clandestinamente, la discoteca Infierno, en Madrid, y aún otros, como Rosalía, viven en un mundo tan alejado de los mortales, que lanzaban mensajes gubernamentales con dos o tres meses de retraso, así Rosalía pedía a sus seguidores que se lavaran las manos, cuando llevábamos varias semanas de confinamiento, y la medida a tener en cuenta era entonces el uso de mascarillas en vez de lavarse las manos.

4. Al hilo de la pregunta anterior, si el Trap surge de una crisis, la del 2008, ¿qué crees que puede surgir ahora?

La filosofía, según Hegel, debe guardarse mucho de ser edificante, y yo añadiría, siguiendo premisas en realidad hegelianas, de hablar acerca del futuro. "Ni esperanza ni miedo" es uno de los lemas más importantes, seguramente, de la filosofía estoica, que yo hago propio. No me interesa mucho el futuro porque estoy bastante preocupado por vivir el presente, y realmente, aunque esto pueda parecer una boutade, no tengo ni idea, es decir, ni yo ni nadie podía prever hace un par de meses que iba a suceder algo como esto del Covid 19 y tan imprevisible será, probablemente, no, seguramente, solamente hay una seguridad, la de la imprevisibilidad, entonces tan seguramente será imprevisible el fenómeno cultural que vendrá en el futuro, cualquier pronóstico, cualquier profecía, en un mundo tan complejo como el nuestro, termina cayendo en saco roto por muy docto que sea el que hable.

5. Basándonos en esa secuencia. Crisis-YouTube-explosión alternativa de un movimiento, absorción e integración en los media y subsecuente neutralización, ¿solo queda la implosión?

Sí.

6. Jóvenes pretendidamente rebeldes usando mensajes políticamente incorrectos, escépticos con el poder, con los políticos, el Trap como nuevo punk... después de oír todos esos discos, ¿ves obras perdurables según el viejo concepto? ¿Cuáles?

La dura vida del joven rapero de Don Patricio
El mal querer de Rosalía
Ídolo de C Tangana
Los pobres de Pxxr Gvng
Adromicfms 4 de Yung Beef
Ama de casa de La Zowie
Worldwide Angel de Bad Gyal

7. En lo estrictamente literario, tu libro describe análisis sobre la evolución de ciertas figuras, que incluso integras en un análisis de perfil sociológico: hay proletariado, burguesía, violencia física y verbal, delincuencia. Pero esto no es la guerra de costas como en USA. ¿Contra quién lucha el Trap, ante qué se rebela?

Tengo que puntualizar que en mi libro no aparece ni una sola vez, o si aparece habrá sido un desliz, el término proletariado ni burguesía, aunque pueden ser utilizados, evidentemente, por algún sociólogo serio, su uso tan degradado en el presente por parte de los amateurs en sociología y de los que se la dan de marxistas, me obliga a evitar ese tipo de expresiones, siendo yo, por otro lado, bastante marxista, pero evito por todos los medios hablar de proletariado y burguesía, que me parecen categorías anacrónicas hasta cierto punto, se pueden reconstruir y fundamentar sociológicamente si se quiere, pero sería tan ridículo como intentar rehabilitar del siglo XIX, las expresiones carlistas e isabelinos y pretender que los progresistas actuales, el partido socialista y Podemos, pues son los nuevos isabelinos, y los miembros del bando conservador, Partido Popular, Vox, Ciudadanos, pues son los nuevos carlistas, pues el mismo valor le doy yo a expresiones del tipo burguesía, que se refiere a la gente que vive en una ciudad, bürgerliche Gesellschaft es la expresión que utiliza Marx para referirse a la sociedad civil y la sociedad civil, mientras que el término proletario proviene del latín los que tienen como única fuente de subsistencia a sus hijos. A día de hoy, los hijos somos una carga más que una fuente de subsistencia o en todo caso una excusa para salir del confinamiento. ¿Contra quién lucha el Trap y ante qué se rebela? Hay una lucha más bien interna, más endógena que exógena, dentro del Trap cada artista es un imperio entre un imperio, un estado dentro del estado, que está en pugna por medio de beefs, polémicas de todo tipo, etcétera, con otros artistas, yo califico al Trap no de apolítico sino de impolítico en el sentido de que, en todo caso, visibiliza una serie de cuestiones que no han sido abordadas por la política institucional, como la cuestión del paro juvenil, de la desafección respecto a la política, del uso alternativo de los cuerpos, los géneros y la vestimenta y el hábito en un sentido amplio, entonces no hay una lucha frontal contra nada, hay, simplemente, una transposición al ámbito musical de la lucha de todos contra todos en que consiste nuestra existencia.

8. Lo de la dedicatoria a DFW... ¿puedes hablar un poco sobre su influencia? (aparte de la obvia inclusión de notas al pie )

La influencia de David Foster Wallace es decisiva, no solo por 'Ilustres Raperos', que es el modelo bajo el cual está escrito mi libro, sino también porque suscribo su visión pesimista del mundo y de la ironía. Una de las cuestiones centrales de mi libro es la exposición de la teoría de la cuádruple raíz del principio de ironía, desarrollada por mis amigos de Homo Velamine (véase Ismael Crespo Amine y José Carlos Cañizares-Gaztelu, 'Ultrarracionalismo'). En el fondo, nuestra apuesta por la metaironía, como algo distinto del regreso post-irónico a los viejos prejuicios, no está tan lejos de lo que Wallace entendía por "nueva sinceridad". El hecho de que esa expresión haya sido manoseada ad nauseam por un conjunto de trepas y curadores artísticos recientes no nos puede llevar a olvidar la importante contribución intelectual que hizo Wallace, probablemente el escritor más influyente sobre mi generación. Para bien y para mal, lo queramos o no, forma parte de nuestra educación sentimental adolescente. Algún día nosotros también habremos de tirar de la soga.

9. Terminamos: convence a un señor de 55 años de la conveniencia de leer un libro así, aunque sea para comprender o indagar en la música que oye otra generación.

Yo creo que tu pregunta ya es lo bastante persuasiva como para que yo, además, añada más motivos o, por el contrario, los disuelva, pues es sabido que no hay autor más pesado ni petardo que aquel que se toma tan en serio como para recomendar su propio libro, así que en vez de recomendar mi propio libro, que no dejaría de ser un ejercicio onanista, por otro lado muy satisfactorio, creo que lo que voy a hacer va a ser, mejor, recomendar la lectura de otros libros sobre este mismo tema, hermanos gemelos del mío, principalmente la obra de Max Besora y Borja Bagunyà, con quienes presenté mi libro en Barcelona, titulada en catalán Trapologia.