domingo, 31 de marzo de 2024

Liliana Colanzi: Ustedes brillan en lo oscuro

Idioma: español

Año de publicación: 2019

Valoración: entre recomendable y está bien

Libro de cuentos de la boliviana Liliana Colanzi que ganó el mismo premio (en otra convocatoria, se entiende) que  La vaga ambición de Antonio Ortuño (no voy a hacer una reseña comparativa, no os inquietéis). Colanzi nos ofrece aquí una serie de relatos que oscilan entre una temática y ambientación de raigambre latinoamericana -desusada, en algún caso-, la distopía más probable que especulativa, el neocostumbrismo e incluso alguna aproximación al género fantástico (por no decir el terror). Todos los cuentos, hay que decirlo, escritos con gran competencia narrativa y sensibilidad literaria:

  • En el primer relato, La cueva, la autora imagina toda una serie de acontecimientos, pasados y futuros, que podrían ocurrir en una cueva del norte de México.
  • Después viene La deuda, en el que una muchacha y su tía viajan a un pueblo del Amazonas, de donde son originarias, para que se les salde una deuda. Se trata del relato más realista, con secreto familiar incluido.
  • Atomito: se trata de una distopía -o puede que no tanto- sobre la vida de unos jóvenes en un barrio popular de una ciudad del altiplano -¿La Paz?- situado junto a una central nuclear.
  • En Los ojos más verdes encontramos la enésima y estupenda versión de un pacto con el Diablo, en este caso firmado por una niña.
  • El camino angosto es otra distopía protagonizada por los jóvenes de una comunidad religiosa de origen germánico (y quizás menonitas) radicada en un lugar aislado de Bolivia. A medio camino, por decirlo así, de El cuento de la criada y la película El bosque de M. Night Shyamalan.
  • Por último, Colanzi nos devuelve al peligro radiactivo en Ustedes brillan en lo oscuro donde recrea las situaciones que se dan a raíz de un accidente nuclear sucedido en el estado brasileño de Goîania en los años 80 del pasado siglo.
Para mi gusto, los cuentos más conseguidos son éste último y el de la niña que pacta con el diablo. Después, Atomito, aunque, tal vez por su mayor extensión, también me resulta un poco disperso, aunque, sin duda, consigue expresar la frustración y aún desesperanza de la juventud más desfavorecida de los países ídem. 

En suma y en mi opinión, o viceversa, es éste un libro de relatos bastante conseguidos, aunque, quizás debido a su número algo escaso deje cierta sensación insatisfactoria, como si cuentos y autora pudiesen llegar bastante más lejos.


También de Liliana Colanzi y reseñado en Un Libro Al Día ( más una entrevista): Nuestro mundo muerto

sábado, 30 de marzo de 2024

Upton Sinclair: Lo que hizo Dídimus

Idioma original: Inglés
Título original: It happened to Dydimus
Traducción: Rafael Accorinti
Año de publicación: 1954
Valoración: Se deja leer < Está bien
 
¿Sabéis esas novelas que os gustan pese a que podrían ser mucho mejores? ¿Alguna vez os ha cautivado una premisa que, sin embargo, no ha sido exprimida del todo? ¿Creéis posible encariñarse de unos personajes a los que falta cocción? 

Todas estas sensaciones me ha provocado la lectura de Lo que hizo Dídimus. Porque a la novela de Upton Sinclair la empañan una irregularidad en la ejecución, una indefinición en el propósito, algunos cabos sueltos en lo que respecta al argumento, falta de relieve de los protagonistas y ciertas reiteraciones. Aun así, se lee con interés, parte de una idea prometedora y ha sido ejecutada con el oficio propio de un escritor ya maduro.

La obra sigue los pasos de Tom Strawn, un joven ignorante al que le han sido otorgados poderes. Tanto Tom como el narrador, un académico a quien Tom estaba arreglando el jardín, deberán averiguar, en la medida de lo posible, cuál se supone que es la misión divina que les ha sido encomendada. 

Lo que hizo Dídimus es una sátira bastante lograda que reflexiona sobre la incompatibilidad de la espiritualidad elevada y las figuras mesiánicas con un ser humano demasiado egoísta, mezquino y materialista. Sólo le reprocharía a su humor que rara vez se ceba con Tom, personaje que incluso con sus defectillos resulta demasiado perfecto.

Hablando de personajes, ya he adelantado que a los de esta novela les falta cocción. Apenas llegamos a conocerlos íntimamente, pues son demasiado esquemáticos. Incluso Tom y el narrador, que son quienes vemos con más frecuencia, se antojan excesivamente simples; encima, a partir de cierto punto (cuando Tom se vuelve más culto) cuesta diferenciarlos entre ellos, pues hablan y, más o menos piensan, igual.

En cuanto al argumento de Lo que hizo Dídimus, se podría decir que no acaba de explorar todas las posibilidades. De hecho, mientras que en algunos apartados aporta conceptos estimulantes, en otros se queda frustrantemente corto o se atasca en situaciones ya planteadas con anterioridad. A eso hay que añadir varias incoherencias en la lógica interna de la ficción, y algunas repeticiones.

Sea como fuere, la novela de Sinclair es, insisto, obra de un escritor competente. Quizá carece de memorabilidad y ostenta un gran margen de mejora, pero no por ello su lectura deja de despertar nuestro interés y un puñado de reflexiones. ¿Qué más se puede pedir?


También de Upton Sinclair en ULAD: Aquí

viernes, 29 de marzo de 2024

Reseña + Entrevista: Lealtad al fantasma de Enrique Serna

Idioma original: español

Año de publicación: 2022

Valoración: muy recomendable

Cualquier hombre, por fascinante que pueda ser, acaba por convertirse en ridículo a causa de su deseo sexual. 

Esta frase de Yukio Mishima me vino dolorosamente a la cabeza al empezar a leer el primer cuento de “Lealtad al fantasma”, un cuento que empieza muy al estilo de Serna: exponiendo en carne viva las motivaciones tan mundanas con las que los humanos nos conducimos por la vida, o en el peor de los casos, nos dejamos conducir. El viejo tropo del profesor que se encula con su alumna (el que esté libre de pecado…) toma un giro inesperado que puede chocar a algunos (a mi incluso me hizo dejar la lectura por un momento), o puede espolear a otros a seguir leyendo. De cualquier manera, logra sacar al lector de ese letargo al que muchas veces nos vemos sumidos.

Siguiendo la misma línea, Serna continúa disecando las distintas circunstancias que nos llevan a renunciar a esa tarea inútil de nadar a contracorriente, resignándonos a dejarnos arrastrar plácidamente hacia el choque inevitable con las rocas de la depravación y la ignominia. Ya sean obsesiones inverosímiles, bajas pasiones, o incluso el más vulgar aburrimiento, son razones más que suficientes para poner a girar la rueda que terminará por aplastarnos.

El cuento más largo (bien podría ser una novela corta), infamemente intitulado “Abuela en brama”, nos muestra a una mujer frustrada al borde de la tercera edad, la cual ha pasado toda su vida reprimiendo sus instintos y deseos, dando patadas de ahogado en las hondas aguas del amor y la sexualidad. ¿Y con quién acabaría enredándose?, pues con un joven narcisista e inmaduro que bien podría ser su hijo, no solo por la diferencia de edad sino también por el juego constante de control y transgresión que los mantiene unidos en una relación destinada al más tragicómico de los fracasos. 

Por último, Serna utiliza la idea del doppelganger para explorar el masoquista impulso de la autodestrucción. Haciendo disonancia con los anteriores, el cuento que le da título al libro es un malviaje que nos recuerda cruelmente que estamos esclavizados por nuestro pasado personal, generacional, e incluso histórico. 

Si acaso, la ambientación y el lenguaje son muy locales, lo que podría difuminar los matices (sumamente importantes en un texto corto) para aquellos que no estén familiarizados. Aún así, los personajes tienen una complejidad suficiente para que nos sintamos vergonzosamente identificados con ellos.

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Abajo les dejo un enlace para que puedan checar, en palabras del escritor, un poco más acerca de este y otros libros de Enrique Serna, a quien tuve la oportunidad de conocer personalmente hace algunos años, y nuevamente tuvo la amabilidad de regalarme un poco de su tiempo.



jueves, 28 de marzo de 2024

Wajdi Mouawad: Madre

Idioma original: francès
Título original: Mère
Traducción: Coto Adánez en castellano para Ediciones La uÑa RoTa
Año de publicación: 2022
Valoración: está bien


Hay géneros literarios que, reconozcámoslo, tienen poco público y me atrevería a decir que el teatro es de los que menos seguidores tiene si dejamos de lado su representación teatral que, en el fondo, es para lo que está destinado. Por ello, la lectura de obras teatrales parece destinada casi exclusivamente a los acuden al teatro y/o se dedican a ello; para el resto, son obras difíciles de abarcar pues requiere cierta práctica o bagaje para poder ponerse en situación e imaginarse a menudo escenarios estáticos con elementos no siempre detallados en la obra. De todos modos, una vez uno se acostumbra a ello y especialmente cuando ha leído obras del mismo autor, la interpretación (en todos los sentidos) es algo más fácil.

Fiel a sus inquietudes y a su estilo, con este texto Mouawad vuelve a ambientarse en su cultura y orígenes para construir el relato, aunque en este caso no habla únicamente de su tierra y de los conflictos que sus ciudadanos arrastran desde hace tiempo sino de su propia vida. Así, más allá de la guerra continua que sufre su país, el libro trata también sobre su exilio de Beirut a París, siendo aún pequeño; un exilio que supuso cambios a nivel de identidad, pero también en el seno familiar, pues la guerra marca a los que se quedan, pero también a los que se van. Y el autor, consciente de la dificultad en encajar en una cultura ajena, se vuelca en el teatro, como es evidente a lo largo de su obra y como él mismo reconoce al afirmar que «estaba exiliado geográfica y lingüísticamente, ya que vivía lejos del Líbano, pero desde el punto de vista de la escritura y el teatro, en la sala de ensayos, estaba en mi casa. Yo estaba en mi lengua y en mi historia cuando los demás estaban en el exilio». 

Con este propósito autobiográfico empieza el libro y lo hace con una introducción a nivel personal, por parte del autor libanés, en la que explica qué supone para él el exilio y cómo encuentra el hogar en el teatro y en la escritura y, a diferencia de sus obras anteriores donde el conflicto se centraba en las hostilidades entre países o familiares («con los libaneses todo acaba al pie de una tumba»), en este caso el autor va un paso más allá y narra la relación de él mismo con su madre. Así, este relato es el recuerdo que tiene el joven Wajdi sobre su madre, fallecida el 17 de diciembre de 1987 en Montreal. 

Argumentalmente, esta pieza teatral la componen unos pocos personajes: la familia Mouawad (que se encuentra en su mayor parte exiliada en París) y un par de periodistas que sirven al autor para narrar lo que sucede en Beirut donde siguen residiendo el padre y la hermana de su madre. Conocemos a través de ellos la situación de conflicto en el Líbano entre sirios e israelíes y vemos como desde la distancia la familia sufre por el padre y por la hermana, pero también por los civiles atrapados en una guerra que les ha caído encima como uno de tantos obuses y bombas. La tensión narrativa es evidente especialmente en la madre, quien intenta conocer lo que está sucediendo en el Líbano mientras Wajdi y su hermana Nayla haciendo gala de la inocencia de los niños juegan a que siguen estando en Beirut confrontando así con su cándida mirada infantil la violenta realidad en la que vive su madre y la toma de consciencia de la dureza de una vida en el exilio, lejos de su tierra, lejos de parte de su familia. Una madre otrora inteligente, fuerte y formidable, pero a la que la situación hace mella en ella contagiando la tensión a sus hijos, porque tal y como espeta a su hija Nayla «aquí la única que tiene derecho a quejarse soy yo. Tu solo te preocupas por ti, yo en cambio me preocupo por ti, por tu hermano, por tu hermano y por tu padre y por el perro y por la cazuela, así que no vengas a reprocharme que no entiendo, no tengo tiempo para entender, no tengo tiempo». Estas situaciones cotidianas se ven interrumpidas de manera frecuente por el visionado de las noticias que sirven a Madre para conocer el estado de su país, y es en ellas donde el estilo del teatro de Mouawad se ve claramente, pues se establecen diálogos imaginarios entre la presentadora de las noticias y la madre en una especie de súplica o reproche por no dar más detalles sobre el conflicto; son diálogos que rompen la cuarta pared y en las que vemos el desespero de una madre al dirigirse a la presentadora pidiendo, casi suplicando y a ratos exigiendo, más detalles, más información, más esperanza. Estas conexiones puntuales con los informativos de la televisión ponen el contexto histórico y social: las tropas israelíes de Ariel Sharon han invadido el Líbano obligando «a las fuerzas palestinas a abandonar el suelo libanés y apoyar las fuerzas cristinas» en la «Operación Paz de Galilea». El contexto familiar, lo pone el propio autor intercalando en el texto dibujos y recetas de cocina de la cultura libanesa.

Con esta obra, Mouawad nos traslada la dificultad del exilio al dejar atrás seres queridos que libran batallas contra los enemigos y contra la muerte que asoma en forma de armas o de hambre. Cabe decir que consigue su propósito en cierta medida, aunque es, de largo, su obra más personal y quizá por ello menos trágica de lo que nos tiene acostumbrados. Ya el propio autor reconoce el porqué de esta obra pues, en cierto pasaje, admite que «en el teatro uno de puede inventar lo que quiera, así que he aprovechado y he escrito esta escena. Para hablar contigo. Los vivos no podemos evitar hablar a los muertos» y confiesa que «quizá mi deseo no era hablar contigo, sino hacer que existiera un momento contigo que nunca existió», un momento íntimo y de recriminación por no haber atendido sus necesidades afectivas cuando era pequeño y que evidencia en una escena que dirige a la madre ya difunta afirmando que «llevo sin verte treinta y cuatro años y no te echo de menos. ¿Por qué? Porque quien te echa de menos es él, que te ve todos los días. ¿Me oyes? Echa de menos a su madre, te echa de menos a ti. Le estás perdiendo».

De esta manera, el libro narra la dificultad de los exiliados en su integración en la sociedad, pero especialmente en recobrar sus vidas, más aún cuando parte de la familia y amigos quedan en el país de origen víctimas y testigos de guerras y revueltas. La vida de los exiliados, siempre pendientes de las noticas, siempre pendientes de los avances de los conflictos, una conexión emocional que les mantiene atados a su país de origen sacrificando, también ellos, sus propias vidas con la mirada siempre dividida entre un pasado juntos y un futuro incompleto. Y, con ello, la desesperación y la frustración, y la represalia hacia los demás por parte de un carácter agriado con el paso del tiempo y de los sucesos. 

Dice el autor que «en el teatro, el país siempre es la escritura». Esa es la belleza de este noble arte, su gran importancia. Aquello que escribimos, aquello que leemos, conforma nuestro país, nuestro territorio mientras estamos volcados en ello. Es nuestra vía de evasión, pero también el hogar en el que recogernos cuando el ruido y las atrocidades sobrevuelan nuestras vidas.

También de Mouawad en ULAD: ÁnimaLitoralIncendiosCielosTodos pájarosAssedegatsUn obús al cor, Bosques

miércoles, 27 de marzo de 2024

José Alejandro Adamuz: Una vida posible

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2023

Valoración: Bastante recomendable 

Dice Juliana González-Rivera en el también magnífico La invención del viaje que el viaje "es metáfora de la vida, de la muerte, del conocimiento, de la escritura", que el viaje es, al mismo tiempo, "una huella y una herida". De todo eso (y más) hay en este Una vida posible del periodista, escritor y viajero José Alejandro Adamuz.

La premisa del texto es el viaje que el autor realizó junto con su pareja, allá por el año 2014, a través de América Latina. Dos años en los que saliendo de Costa Rica, la pareja subió (¿solo en el mapa?) hasta Ciudad de México y bajó (¿solo en el mapa? a la mítica y magnética ciudad de Ushuaia. 

Pero no solo median los 8716 kilómetros en línea recta que van de la capital azteca a la capital del fin del mundo. También han pasado casi 10 años desde el inicio del viaje hasta la publicación del libro. Y así como el espacio físico condiciona, obviamente, el viaje y la narración, el tiempo ejerce de filtro en la memoria y el recuerdo y hace que el viaje no termine con la vuelta a casa.

En este sentido, el autor trabaja esas doble vertiente, la del viaje propiamente dicho y la del recuerdo del viaje, a través de los dos presentes que se aúnan en el texto, y lo hace a través de dos tiempos que se solapan , el del presente de la propia narración y del presente de los hechos. A estos dos tiempos se ha de sumar el pasado, los tiempos de los grandes viajes y de los viajeros que escribieron (¿o eran tal vez escritores que viajaron?): Kapuscinski, Chatwin, Humboldt... Referencias o hitos en el camino que recorremos con la finalidad de volver para contarlo, como Odiseo.

Con esto el viaje en sí se desplaza un poco del centro del relato (está claro que hay paisajes y gentes, hay lo anecdótico explicando el mundo) y este lo ocupan las reflexiones sobre el propio viaje, sobre la escritura, sobre la historia y la evolución del hecho de viajar y de cómo hacerlo. 

Historia, periodismo, antropología, utopías y fracasos, curiosidades, referencias histórico literarias, etc en un texto al que creo que solo se le puede achacar haber cargado demasiado la mirada en el exterior (al menos a mi me hubiese gustado un poco más mirarse hacia adentro) pero que resulta una verdadera delicia para cualquier amante de los viajes y de la literatura, sea o no de viajes. Y si, además, son un poco mitómanos, miel sobre hojuelas.

P.S.: Días después de escribir la reseña, me viene a la cabeza un verso de la canción Pasear del valenciano Julio Bustamante que dice: "Pasear, escribir, pensar, tal vez beber, ¿qué son sino maneras de rezar?". Algo de eso hay en este libro, no sé si me explico.

martes, 26 de marzo de 2024

Álvaro Pombo: El héroe de las mansardas de Mansard

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1983

Valoración: Recomendable


¿Y si no me gusta el libro? Porque la novela de Álvaro Pombo tuvo el honor de ganar el I Premio Herralde, que no solo tiene el aval del grupo editorial que lo convoca, sino que además, por el ser el primero, entiendo que se tendría especial cuidado en premiar una obra verdaderamente destacable. Entonces ¿cómo podría rebatir un reseñista aficionado el juicio experto de personas con criterio y amplia experiencia en el mundo literario? Así que opto por tirar de pragmatismo, y empiezo la lectura con predisposición positiva, no vaya a ser que quede en evidencia con el papelón de outsider listillo.

Localiza Pombo la narración en una familia de la alta burguesía del norte de España, posiblemente su Santander natal. En un esquema un poco a lo Arriba y abajo, encontramos a la severa abuela Mercedes, siempre escoltada por su amiga María del Carmen, y a la tía Eugenia, quien ocupa las mansardas de la mansión familiar, y que parece la hermana algo díscola, soñadora y, como se prefiera, de cascos más bien ligeros, o que adora disfrutar de su soltería. Finalmente, el nieto, apodado Kus-Kús, que ante la ausencia casi permanente de sus padres, queda bajo la tutela de la institutriz inglesa. Por abajo, el personal de servicio en el que entra formar parte Julián, un joven con un pasado confuso.

Pero ahí acaba la similitud con las series de señores y criados, porque el relato se centra en la extraña relación entre tía Eugenia y su sobrino Kus-Kús. Ella, ya algo entrada en años y perdida buena parte de una belleza que fue deslumbrante, parece empeñada en revivir antiguas aventuras, mientras el chico se diría que ha sido siempre su confidente, el receptor de historias reales o ficticias sobre fiestas, viajes, amantes y lujo, cosas que solo entiende a medias pero que van quedando registradas en su memoria. El muchacho, todavía en camino a la adolescencia, tiene más misterio, durante casi toda la narración es una especie de duende, un peculiar Pepito Grillo, a veces infantil y otras de una sorprendente madurez, un comodín que empieza a ser poco a poco la clave de todas las jugadas. Es por tanto Kus-Kús un personaje bastante desconcertante, que en algún momento vuelve a ser solo un niño cuyo único objetivo es librarse de un oscuro recuerdo que nunca ha compartido.

Como se ve, es sobre todo una novela de personajes, casi todos muy bien dibujados aunque cueste hacerse una idea cerrada de ellos, lo que es un mérito añadido, porque obviamente (y esto lo olvidan a veces muchos autores) las personas tenemos aristas, recovecos y pliegues que no permiten una definición simple. Es esta, la riqueza de algunos personajes, uno de los activos del libro, junto con un buen repertorio de recursos narrativos, un lenguaje que oscila entre lo coloquial y lo poético, y espacios vacíos que invitan al lector a aportar sus hipótesis. Se adivina la tensión, hay en la trastienda elementos que llaman al enfrentamiento, frustraciones cruzadas que quedan en sombra o brotan a medias, sin que quede claro si es más importante lo visible o lo oculto.

Y sin embargo, parece que falta algo. Quizá una construcción más sólida que evite la sensación, a veces intensa, de irregularidad, o que realmente sus elipsis provoquen inquietud suficiente para jugar a rellenarlas. Quiero suponer que, tratándose de su segunda novela de una lista bastante larga, Pombo haya ido después adquiriendo poso y empaque para ajustar ritmos y materiales. En esta entrega, aun presentando cualidades estimables, se quedó a unos pasos de algo verdaderamente brillante, en lo que aquí llamaríamos un Recomendable a secas, que está muy bien pero quizá no entusiasma del todo. 

También de Álvaro Pombo en ULAD: Santander, 1936 y Una ventana al norte

lunes, 25 de marzo de 2024

Jordi Amat: La conjura de los irresponsables

Idioma original: catalán
Título original: La confabulació dels irresponsables
Traducción: el propio autor.
Año de publicación: 2017
Valoración: muy recomendable

Difícil escribir una reseña sobre un libro así cuando incluso el momento de escribirla puede revelar las entretelas ideológicas, incluso la mera valoración puede ser interpretada, al margen de lo estrictamente literario, como un claro posicionamiento por uno u otro bando e inducir al lector a pensar "bah, éste que va a decir". Y el precalentamiento de los dos bandos antagonistas generados por el conflicto ya es una clara constatación de que el título es un acierto. Parece que hay una conjura a dos bandos que mojó pan en establecer una división y hacer de ella una especie de dilema irresoluble e irrenunciable, había que posicionarse y la posición debía ser nítida porque incluso la ambigüedad era un indicio que exponía a ataques a quién la pudiera sostener.

Contexto: España vs Catalunya en las primeras dos décadas del milenio. Consciente como soy de que el mero sujeto (España vs Catalunya, la mera elección de la grafía "ny" en vez de "ñ") ya puede excitar a los exaltados. Un conflicto político de un pequeño territorio al sur de Europa, poblado por apenas ocho millones de habitantes, que pasa a convertirse, para sorpresa de muchos, en una especie de ejemplo paradigmático, por un lado, de ejercicio de derechos fundamentales individuales, por el otro, de injustificable involución contra un inamovible orden legal. Otro contexto: la crisis del 2007-2008 que provoca que muchos políticos hayan de devanarse los sesos justificando medidas restrictivas y busquen muletas en qué excusarse si estas son excesivas o poco efectivas.

Jordi Amat simplemente expone hechos, lo hace de forma secuencial, metódica y fría, y enumera los pasos sucesivos del desencuentro. Uno podrá opinar si la magnitud de estos hechos justifica su repercusión, pero - una vez más el título - lo cierto es que los gobernantes de uno y otro bando van decantando el conflicto hacia la confrontación, dos palabras cercanas en el diccionario y seguro que etimológicamente vinculadas. Como los porcentajes de ambos bandos son parecidos, jugar con ese estrecho margen es sumamente estimulante, a los pertinaces decididos a cada lado no hay que seducirlos con nada. Aparte del excitante avance de los acontecimientos, para los que hemos vivido el tema de primera mano, esos helicópteros sobrevolando Barcelona en la última semana de septiembre de 2017 son un recuerdo imborrable, el mérito de Amat es culminar estas cien páginas (que no duda en calificar, en la primera frase del libro, como "panfleto") sin que uno pueda situarlo políticamente de forma clara en un bando. Y de eso debería tratarse: de mantener una objetividad inquebrantable y exponer los hechos conforme a lo que de ello se ha derivado. Irresponsables a mansalva en ambos lados, unos y otros sosteniendo especulaciones e interpretaciones propias de forma dogmática e interesada, sacando partido de la inflamación.

La cosa no ha acabado: sólo desear que Amat se anime a un relato similar de todo lo sucedido después: juicios, condenas, huidas o exilios o cómo demonios cada uno las llame, reacciones, mapa político post-crisis, indultos, amnistías. Resultará, como siempre, estimulante leerle.

domingo, 24 de marzo de 2024

François Mauriac: Thérèse Desqueyroux

Idioma original: Francés
Título original: Thérèse Desqueyroux
Traducción: Anna Casablancas Cervantes 
Año de publicación: 1927
Valoración: Muy recomendable

Un joven François Mauriac fue testigo, en 1906, del juicio de Henriette-Blanche Canaby, mujer que intentó envenenar a su marido. Mauriac, que ganaría en 1952 el Premio Nobel de Literatura, estuvo años fascinado por el caso y, sobre todo, la acusada, hasta tal punto que en su cabeza perfiló una historia inspirada en ambos. Esta historia adquiriría forma de novela en 1927 y se titularía, según el nombre de su protagonista, Thérèse Desqueyroux

Thérèse Desqueyroux no sólo se convertiría en la obra más célebre de Mauriac, sino que sería una de las que más impacto tendrían entre sus compatriotas franceses. Tal fue su éxito que Mauriac escribiría hasta tres secuelas: El fin de la nocheThérèse en el hotel Thérèse y el médico. Aunque aviso de que, según tengo entendido, estas obras no son tan buenas como su predecesora y, además de sobreexplicar al personaje, le dan un arco de redención algo forzado.

Aclarado este contexto, dejad que os diga que Thérèse Desqueyroux es uno de esos novelones salidos durante el fecundo siglo XX que han terminado convirtiéndose en indiscutibles clásicos de la Literatura. A su factura impecable a la par que expresiva hay que sumarle la fascinación que despierta su protagonista y el interés de su argumento.

Pero, antes que nada, resumamos Thérèse Desqueyroux. La heroína (si es que puede llamarse así a una persona tan inquietante y turbadora) de esta historia ha sido acusada de haber intentado envenenar a Bernard, su marido. Éste testifica a su favor, garantizándole la absolución, con tal de evitar que el escándalo manche el nombre de la familia.

Intrigante, ¿verdad? Pues ahora listemos las numerosas virtudes de Thérèse Desqueyroux:

  • Su densidad (para nada reñida con lo rápido que se lee). Y es que en apenas 120 páginas, Mauriac comunica mucho más de lo que logran otros escritores con el doble de extensión.
  • Su ausencia de tono edificante o final moralizante. Aunque Mauriac era católico, no dejó que la religión se entrometiera en su novela, al menos no de forma directa e invasiva.
  • La ambiguedad del conjunto. Plasma perfectamente la oblicuidad del ser humano y permite al lector extraer sus propias conclusiones. ¿Por qué Thérèse envenenó a su marido? ¿Qué clase de lazo ambivalente mantiene con su padre? ¿Qué sentía exactamente hacia Anne, su amiga de la infancia?
  • Su estilo narrativo. Además de emplear una sintaxis que no le teme a las frases inacabadas, echa mano de vigorosos recursos expresivos. Como resultado obtenemos un festín de pasajes brillantes. Si no me creéis, leed las interacciones entre Thérèse y Anne de las páginas 46 y 47.
  • Los personajes extremadamente complejos que retrata. Encima, pese a lo aborrecibles que son, logra que empaticemos con ellos, sobre todo en el caso de Thérèse o Bernard.
  • Su capacidad para meternos en la cabeza de Thérèse y zambullirnos en su psicología, sus recuerdos y sus contradicciones, o lo que el narrador resume como «aquel regreso agotador a sí misma» (pg. 144). 
  • Sus críticas tanto morales como sociales, siempre planteadas con sutileza y ecuanimidad. Sobre todo valoro aquellas que lanza a lo asfixiantes que pueden llegar a ser para algunas personas instituciones como el matrimonio o la familia, especialmente para mujeres de quienes se espera que tengan hijos «para anularse en ellos» (pg. 138).
  • Su atmósfera enrarecida, asfixiante y estanca. Ésta la propician tanto los escenarios y las convenciones sociales como los estados de ánimo de la protagonista. Un ejemplo de una particularmente lograda reside en las páginas 124 y125.
  • El uso recurrente de los pinos como elemento metafórico. 

Sólo le pondría una pega a este novelón que, a mi juicio, roza la perfección: que desaprovecha al padre de Thérèse, pues tras su introducción no tiene presencia o impacto en la segunda mitad de la historia.

Ah, la edición de Thérèse Desqueyroux que yo he leído se la debemos a Trotalibros. Como viene siendo habitual, el oficio y pasión de Jan Arimany, el editor, se plasman en el producto final, del cual destacaría:
 
  • La calidad de los materiales del libro (tapa dura, encuadernación firme, ilustraciones interiores...).
  • La preciosa cubierta. Mantiene el diseño del catálogo de la editorial, pero alude al mismo tiempo a la novela de Mauriac a través de la imagen y el color.
  • El interesantísimo prólogo de Fernando Bonete Vizcaíno. Además de analizar la obra de Mauriac, la contextualiza dentro de la saga que el personaje iniciaría y la literatura de escritores católicos. 
  • La pulida traducción de Anna Casablancas Cervantes (la cual, por cierto, respeta los nombres de los personajes en vez de llamarlos Teresa, Bernardo, Ana o Juan, como sucede en otras ediciones).
  • La emotiva nota del editor, donde Jan expone las razones que le impelieron a recuperar este clásico de la literatura francesa.

Resumiendo: Thérèse Desqueyroux es harto recomendable. A mi juicio, no ha envejecido un ápice en lo que a contenido y forma respecta. Existen varias adaptaciones cinematográficas, pero rara vez me intereso por ellas cuando el material literario tiene tanta calidad.


También de François Mauriac en ULAD: Nudo de víboras

sábado, 23 de marzo de 2024

Paco Roca y Rodrigo Terrasa: El abismo del olvido

Idioma: español

Año de publicación: 2023

Valoración: imprescindible

Hay libros que duelen y, sin duda, éste es uno de ellos. Sí, ya lo sé, se trata de un libro "de dibujitos", llamadlo como queráis, cómic, novela gráfica o incluso tebeo... pero eso no tiene nada que ver con la dureza de la historia que nos cuenta o, si acaso, la amabilidad del trazo de sus ilustraciones -más aún en el caso de las de Paco Roca, que resultan simpáticas e incluso entrañables, por atroz que sea lo que están representando- pone aún más de relieve, por contraste, la barbaridad, la inhumanidad de lo que estamos leyendo. En este caso, la crónica de unos acontecimientos que ocurrieron hace más de 80 años, pero cuyas consecuencias, aunque parezca mentira, aún no se han acabado de resolver.

Me explico: El abismo del olvido es una novela gráfica (¿reportaje gráfico, incluso?), obra del más que afamado dibujante valenciano Paco Roca y del también valenciano, pero periodista, Rodrigo Terrasa, sobre la excavación de una de las fosas comunes -en este caso, la 126, para ser exactos- del cementerio de Paterna, en las que están enterrados más de dos mil personas fusiladas tras la Guerra Civil española. Sí, lo habéis leído bien: no DURANTE, lo que podría considerarse algo horrible pero esperable, sino DESPUÉS. Gente que había regresado a sus hogares tras la guerra y que allí habían sido detenidos, por cometer, supuestamente crímenes de igual naturaleza y gravedad en el bando republicano durante la contienda, aunque parece que la mayoría de las detenciones se debió más a inquinas, envidias y revanchas personales que a esos supuestos crímenes. Esto mismo pasó en otros lugares de España, por supuesto, pero el caso es que los fusilados en el cuartel de artillería de Paterna, cerca de Valencia, fueron luego trasladados al cercano cementerio de la localidad para hacerlos desaparecer en las fosas comunes excavadas allí mismo, enterrados de cualquier manera, con nocturnidad y alevosía, como si se tratara de animales infectados. Ahora bien, lo que no podía prever la represión franquista es que el enterrador del lugar, Leoncio Badía, otro republicano que también había sido condenado a muerte y luego indultado, se preocuparía por dar a sus compañeros muertos el entierro más digno posible, por registrar dónde se encontraba cada uno con vistas a una futura exhumación (que no podía prever tendría que esperar hasta bien avanzado el siglo XXI) y por preservar alguno de sus efectos personales para entregárselos a la familias, tratando de procurarles un mínimo consuelo. Todo con suma cautela y discreción, claro está, para no acabar él mismo en una de esas fosas.

Leoncio Badía, maestro republicano reconvertido a la fuerza en sepulturero, es uno de los héroes de esta historia que narra unos hecho que poco tienen que ver con lo heroico, con las "hazañas bélicas" con que la ficción (más aún en el caso de los cómics) ha asociado a menudo esta temática. Héroes también son Pepica, la hija de unos de los ejecutados -o digámoslo claramente: asesinados-, que prometió a su madre que los restos de su padre descansarían junto a los suyos en el cementerio y no cejó hasta conseguirlo, casi a sus noventa años o los arqueólogos que han trabajado en ésta y tantas fosas a los largo y ancho del territorio español, para poner fin a una situación vergonzosa, a un oprobio que debería haber provocado, hace ya mucho tiempo, una reacción revulsiva en toda la sociedad y que si no lo ha hecho o no lo suficiente, es algo que no dice nada bueno de nosotros, me temo... Y no se trata de reabrir heridas o de ponerse en un bando o en otro, simplemente resulta realmente infame y aun abyecto pensar que nuestra sociedad del bienestar (a duras penas, aunque sea), del consumo desaforado y el disfrute por bandera se cimenta sobre los restos de tanta gente vilmente asesinada y humillada incluso tras la muerte, sobre el dolor de tantas familias y sobre su miedo durante varias décadas... y también sobre el olvido que durante otras tantas la España que presumía de abierta, moderna y democrática decidió echar encima, como las paletadas de cal viva y tierra que el infeliz, pero digno y lleno de humanidad, Leoncio se vio obligado a arrojar sobre los cadáveres de los ejecutados (por no hablar del laberinto burocrático al que se han visto abocados sus descendientes, además, cuando han pretendido recuperar sus restos).


No es esta la primera obra que Paco Roca dedica al tema de la memoria, ya desde el gran éxito que le supuso Arrugas, aunque también, en cuanto a la memoria colectiva (o a la pérdida de la misma), encontramos este tema en Los surcos del azar o Regreso al Edén; pero quizás en este caso, en colaboración con Rodrigo Terrasa, esta recuperación de lo que nos han querido o nos hemos querido hacer olvidar sea más necesaria que nunca. Porque el olvido es la primera piedra del muro que nos puede impedir ver la verdad y ya se sabe que la verdad es la primera baja de cualquier guerra... pero además, suele ser también la última. En España, en Latinoamérica, en Ucrania o en Gaza, da igual. Lo importante es que tal indignidad y tal alarde de deshumanización como las que se cuenta en este libro, no vuelvan a repetirse. Aunque haya quien esté dispuesto a hacer todo lo necesario para que eso ocurra...


Nota final: Para quien esté interesado y pueda acercarse, claro, en el Centro Cultural La Beneficència, de Valencia, hay hasta el mes de mayo una exposición sobre este tema que resulta de no menos interés y tan emocionante como el libro.

Otros libros de Paco Roca reseñados en Un Libro Al Día: Los surcos del azar, El invierno del dibujante

viernes, 22 de marzo de 2024

Genzaburo Yoshino: ¿Cómo vives?

Idioma original: japonés

Título original: Kimitachi ha dō ikiru ka (君たちはどう生きるか)

Traducción: Víctor Illera Kanaya

Año de publicación: 1948 (edición original sin censura en 1937)

Valoración: está bien


De los creadores de "Onda vital" y "A todo gas", nos llega la traducción de la más reciente y aclamada película de Studio Ghibli, "El niño y la Garza". En japonés, su título sería algo así como "¿Y ustedes, cómo viven?", pero pues en la película sale un niño y una garza, para qué complicarse.

Fuera de broma, esta vez se las tengo que dar por buena. El título de la película no nos dice nada a los que vivimos fuera de Japón. Sin embargo, para los habitantes de la isla, es un referente cultural. Hayao Miyazaki ha dicho en diversas entrevistas que a él le interesa hacer películas japonesas, para los japoneses. Y qué mejor manera de hacerlo que reinterpretando una obra arraigada en la cultura japonesa: “¿Cómo vives?”, de Genzaburo Yoshino. Spoiler alert, la única referencia directa de la película al libro está en el título. Si acaso, comparten temas de autodescubrimiento y comprensión del mundo.

En cuanto al libro, es una novela de formación centrada en Koperu, un estudiante de secundaria que navega por problemas éticos con la ayuda de su tío. Koperu es inquieto, emocional, curioso e inteligente, un modelo ideal de estudiante japonés. Su tío actúa como mentor, ofreciendo consuelo y orientación. El libro tiene algunos pasajes entretenidos sobre el estilo de vida durante la era Showa, además de algunos diálogos interesantes sobre temas científicos y dilemas morales. Uno de los aspectos a destacar es su accesibilidad. La novela está escrita de manera sencilla y clara, lo que la hace apta para lectores de todas las edades, razón por la cuál es casi de lectura obligatoria para los niños en Japón.

¿Cuál es el principal problema? Yo diría que es consecuencia directa de la intención del autor al escribir el libro. Originalmente estaba pensado como una especie de manual de ética para niños (principalmente de clase alta, según sus principales detractores). En lugar de presentar diálogos filosóficos y reflexiones introspectivas, como se pretende, el estilo narrativo de Yoshino es demasiado didáctico y moralista. Los personajes son simples vehículos de las ideas del autor, principalmente la figura del tío, el cuál es casi un sabio de moral intachable. 

Por último, hay que tener en cuenta que la edición que nos ha llegado es la edición revisada después de la segunda guerra mundial, por lo que se tuvo que retirar toda la propaganda imperialista, así como las críticas a Occidente. Probablemente esas ideas nos parecerían nefastas hoy en día, pero tal vez hiciera más interesante su lectura. La novela es un texto significativo que ha impactado a muchos lectores, y ya forma parte de la cultura japonesa, para bien o para mal. Sin embargo, alguien que la lea con el hype de la película de Miyazaki, va a quedar muy decepcionado.

jueves, 21 de marzo de 2024

Eva Baltasar: Ocaso y fascinación

Idioma original: catalán
Título original: Ocàs i fascinació
Traducción: Concha Cardeñoso Sáenz de Miera, para Random House
Año de publicación: 2024
Valoración: muy recomendable


Con Eva Baltasar me sucedía como a veces ocurre con los autores noveles, que tras una o dos muy buenas obras (en este caso «Permafrost» y «Boulder») vino una tercera que en lugar de confirmar la trayectoria, la interrumpían abruptamente. Y luego claro, viene la cuarta obra y con ella la eterna duda: ¿recobrará la calidad que la catapultó al estrellato o seguirá en declive? El resultado puede ser determinante para muchos lectores que no están dispuestos a dar muchas oportunidades después de una decepción, y menos aún con la enorme oferta existente. Por suerte, Eva Baltasar sí ha vuelto a mostrar su gran nivel y además con un ligero cambio de registro.

La autora, narrando siempre en primera persona y, como es habitual en ella, centrando el relato en un solo personaje principal, nos pone en situación y nos presenta a la protagonista, una mujer de veintisiete años que se dedica a la limpieza de hogares y que nos recuerda su pasado más próximo cuando de golpe, en un momento de violento desahucio fue expulsada a golpes de la habitación donde vivía. Una desocupación cargada de violencia; una violencia silenciosa, que la llevó a darse cuenta de que «la violencia muda es la más sádica». Trabajaba cuidando niños en una ludoteca, con un sueldo muy bajo y sin un techo bajo el que dormir cuando, con la expulsión, el miedo hizo acto de presencia, de manera despiadada, feroz, casi paralizante, que sintió profundamente en su interior pues «el miedo se había derramado dentro, una lámpara descomunal dispuesta a ocuparlo todo con sus contornos de muerte y un olor incontestable». Y la realidad, que es implacable y despiadada, la empuja a buscar una solución, aunque sea temporal pero que sea inminente y la apremia a reaccionar rápidamente porque «la esperanza no está en las creencias, sino que nace con las decisiones».

Con esta escena inicial, Eva Baltasar nos descubre una protagonista que nos relata las dificultades de encontrarse de golpe sin un lugar donde vivir y con poco dinero, viviendo en la calle e intentando adaptarse a una situación que le causa incomodidad por las condiciones degradantes como ser humano con las que debe pasar el día a día. Así, en un acto de clara denuncia, la autora exhibe de manera descarnada la precariedad de una sociedad que expulsa a los jóvenes de los trabajos, que los echa de las casas e incluso de los pisos compartidos, que los empuja a la mediocridad de la vida y al mínimo refugio de las zonas de paso que toman forma de restaurantes de comida barata, estaciones de trenes y espacios deshabitados que coexisten entre horas productivas y ociosas, alternado la vida de quien está ocupado trabajando y de quien trabaja para encontrar una ocupación; una ocupación en términos laborales, pero también de vivienda, porque en los márgenes de la sociedad, existe un gran mundo de precariedad que malvive entre caridad y supervivencia en una ciudad que en lugar de acogerlos los expele porque «la ciudad es sanguinaria; fabrica solitarios y los obliga a convivir». La autora lo sabe y es consciente de ello tras vivir ella misma en estas condiciones durante un tiempo de su post adolescencia. Y nuestra protagonista se adapta, se amolda aunque sin encajar, ajustando la vida, estirando el dinero mientras le encogen el trabajo, cuestionándose como ha llegado a este punto y «¿en qué momento la habitación dejó de tener ventana? ¿Y en qué momento el trabajo perdió media jornada?». Así que cambia de registro y encuentra trabajos de mujer de la limpieza que le abren nuevos mundos y le permiten vivir otras vidas en las que sueña «en un mundo de silencio, sin caras, con casas vacías que puedo habitar por horas a cambio de limpiarlas. Vivo en una habitación miserable en un caserón viejo con la calefacción estropeada. Pero solo duermo ahí, de manera que es como si no viviera en él».

Estructurado en dos partes, nos encontramos un relato que se rompe en su segunda parte, que la violencia a duras penas contenida en la primera parte explota y explosiona y con ello también estalla el talento de la autora que, se aleja en parte del argumento para dejar volar su talento; una segunda parte donde las metáforas se suceden, donde la alegoría brilla de manera espléndida, donde cada frase es un acierto y una lanza, donde la realidad sacude con reflexiones certeras donde la protagonista deja ir su sentir, entre ganas de lucha y desespero al criticar la precariedad pero también soñando con lo posible cuando reconoce que «a veces cojo el fajo de billetes y es como tener en las manos un pequeño mundo de cosas necesarias». De esta manera, si bien la primera mitad (que claramente va de menos a más) se centra en la crítica hacia una sociedad consumista y en la que la profundidad argumental se agranda a medida que uno avanza en la lectura y se van añadiendo capas de reflexión y redondez argumentativa e incluso estilística, es en la segunda mitad donde todo se desata, donde la voz siempre vigorosa, firme pero a la vez metafórica de Eva Baltasar brilla y despunta asomando a través de sus frases metafóricas entre las rendijas de una trama intensa y desmoralizadora. Baltasar ofrece lo mejor cuando cree suficientemente en sus personajes hasta el punto de que consigue desatarlos y que exploten, que vivan y actúen, que chillen y se reivindiquen en los mundos siempre complicados y adversos en los que sus vidas se envuelven y desenvuelven.

Dice la protagonista que «mi casa es el lugar, el último refugio. Pero una casa cerrada es sospechosa». Celebremos pues, que sus personajes y su talento hayan vuelto a salir a la superficie para, desde allí, inundarnos de brillantez poética, aunque sea para mostrar el resplandor de las sociedades injustas.

También de Eva Baltasar en ULAD: PermafrostBoulder, Mamut

miércoles, 20 de marzo de 2024

Sheena Patel: Soy fan

Idioma original:
inglés
Título original: I'm a fan
Traducción: Regina López Muñoz
Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable  
 
"Cacé" este libro en una visita (la primera de mi vida) al "Templo" de la Librería Gigamesh en Barcelona. Me sedujo el título y el tema, a juzgar por el resumen de la contraportada: la historia de una joven británica descendiente de inmigrantes, obsesionada con una influencer y enamorada de un hombre que no quiere estar con ella, o al menos no de la forma que a ella le gustaría. Un vistazo rápido al libro, además, mostraba que está escrito con capítulos cortos, que van desde las pocas líneas hasta las cuatro o cinco páginas. O sea, exactamente mi rollo. 

Así que me lo compré. Y me lo leí en un par de viajes de avión (muy apropiado con el tema, por otra parte). Y me ha gustado, pero me ha provocado sensaciones un poco contradictorias.

Primero, empecemos por lo que sí me parece notable: la novela consigue captar y reproducir, de forma bastante ácida, el mundo de los/as influencers y artistas, blancos, de clase alta, cuyo gusto refinado y sensibilidad exquisita no es más que privilegio, dinero y tiempo libre. Escrito de forma ágil y con mucha ironía (y creo que en el original debe de haber también una adopción importante de la propia jerga instagramera, a juzgar por los títulos de los capítulos), consigue transmitir la experiencia virtual y analógica de una millenial obsesionada con las redes sociales, algo que no creo que es fácil de conseguir sin caer en la banalidad. Hay que reconocerle, por lo tanto, ese mérito, y creo que también por eso es una novela que puede gustar bastante a esas generaciones que vienen después de la mía (que ya no soy, snif, un chaval).

Dicho esto, y como adelantaba, hay otros aspectos de la novela que me han convencido menos, y que me encataría comentar con otras personas que la hayan leído (y para eso están los comentarios de este post, o las redes sociales de unlibroaldia, si os animáis). Desde el punto de vista narrativo, me ha parecido una novela excesivamente estática y algo repetitiva: una vez establecido el triángulo de relaciones entre la narradora, "la mujer con la que está obsesionada" y "el hombre con el que quiere estar", apenas hay evolución o crecimento en ninguno de los tres vértices del triángulo. Hay determinados acontecimientos, sí (mudanzas, divorcios, rupturas, reencuentros), pero ninguno parece ser definitivo, y el hecho de que la acción se nos presente cronológicamente desordenada acentúa esa sensación. Probablemente esto es deliberado, para transmitir, precisamente, la incapacidad de la narradora para salir del bucle tóxico y autodestructivo en el que se encuentra, pero acaba por hacer que la novela se me haya hecho algo pesada hacia su segunda mitad, y que el final haya sido algo insatisfactorio, prácticamente un no-final.

Y por otra parte, ya desde el punto de vista del mensaje, en la era del #MeToo y el #SeAcabó y las manifestaciones multitudinarias cada 8M, sigamos leyendo novelas que al final son versiones actualizadas de El diario de Bridget Jones: protagonizadas por mujeres que se ven a sí mismas como independientes, empoderadas y modernas, pero que acaban subordinando su vida a "conseguir un hombre". Ojo, soy consciente de que a) la literatura no tiene que ser un manifiesto ideológico, y b) un personaje no es un calco de su autor/a, y de hecho es posible que esta representación de esta realidad esté destinada, precisamente, a producir rechazo y distancia crítica en el lector (de hecho, en varios aspectos y momentos la protagonista resulta simplemente insoportable). Quizás sea así, pero lo cierto es que, en un nivel superficial, algunos de los discursos de la narradora sobre la sororidad (o ausencia de ella), sobre las relaciones sentimentales o sobre el "reloj biológico" te los firmaría Ana Iris Simón...

Como contrapartida hay, en cambio, otros aspectos de la novela y de la protagonista que son más transgresores: la narradora, como la autora, es descendiente de inmigrantes, racializada y de clase trabajadora (lo que hacer que por momentos uno se cuestione la verosimilitud de su contacto con la élite artística británica). Esto le permite construir un discurso crítico en relación con la blanqitud de "la mujer con la que está obsesionada", sus discursos moralizantes, ecologistas o de autoayuda, producidos desde un lugar de privilegio y de seguridad; o, más en general, sobre ese mundo de perfección, belleza y compromiso que se vende a sí mismo a través de las redes sociales, sin realmente atacar o criticar al sistema de injusticias y desigualdades que lo hace posible. Son excursos ocasionales, en los que casi parece que la autora le usurpa la voz a la protagonista, y que apuntan a una novela con una mayor carga política, que no ha acabado por desarrollarse completamente (y es una pena, porque creo que podría haber sido muy potente).

En definitiva, me sigue pareciendo una novela recomendable, con muchos aciertos temáticos y técnicos, y algunos aspectos que me parecen cuestionables (también, en el plano técnico y en el plano temático); y es sin duda una novela que puede dar mucho que hablar, lo que, en sí mismo, creo que debe ser considerado una virtud.

martes, 19 de marzo de 2024

Isobel English: Todos los ojos

Idioma original: Inglés
Titulo original: Every eye
Año de publicación: 1956
Traducción: Julia Osuna
Valoración: Bastante recomendable

Todos los ojos es el primer libro que se publica en España de la autora inglesa Isobel English (valga la redundancia) y espero que no sea el último, de verdad.

A nivel argumental, podríamos resumir la novela como la historia de una vida. O, mejor dicho, la historia de una vida tirando de la vida (y la muerte) de otra.

Es Hatty, la narradora y principal protagonista de Todos los ojos, quien repasa su vida partiendo del fallecimiento de su tía Cynthia. Esto supone que pasado y presente se fundan en la narración, sin olvidar nunca que el tiempo y la distancia ennegrecen las cosas, que la vida se vive hacia delante pero se entiende hacia atrás.

Varios son los aspectos que me gustaría destacar del texto. Así:

  • Las transiciones entre pasado y presente. Momentos, tenues hilos nos llevan de unos tiempos y lugares a otros y hacen que esos traslados fluyan con naturalidad.
  • Las descripciones, breves y precisas. Sirva como ejemplo: la cara de la mujer tiene la textura del ante más fino, espolvoreada con un rubor cárdeno, y su pelo de plata hilada bajo un penacho de airones blancos.
  • Su parte "viajera". Hatty viaja de Londres a Ibiza y buena parte de ese recorrido puede leerse como una buena crónica viajera. Sus observaciones sobre paisajes y gentes, sobre belleza y horrores de la España de la época van del impresionismo al costumbrismo, de lo puramente sensorial a lo casi antropológico, y son dignas de mención.
  • La evolución del personaje principal, de esa Hatty timorata e insegura por un "defecto físico" de nacimiento a esa otra Hatty que rememora su vida cuando ronda ya los 35 años de edad. Poco o nada tienen que ver entre sí.
  • El final, tan hermoso y triste como "redondo", que cierra el círculo de una novela más que recomendable.
P.S.: Han pasado unos días desde que terminé y desde que anoté mis primeras ideas sobre la novela. Desde entonces, el libro ha crecido en mi cabeza. Igual en un tiempo tocará relectura.

lunes, 18 de marzo de 2024

Benjamin Moser: Sontag. Vida y obra

 Idioma original: inglés
Título original: Sontag
Traducción: Rita Da Costa
Año de publicación: 2020
Valoración: Casi imprescindible

Vida y obra. El subtítulo explicativo (ausente en el título original) podría parecer innecesario, pero hay que poner al lector en antecedentes, que nos enfrentamos a ochocientas veinticinco páginas (intercalo suspiro melancólico al no atisbar futura TochoWeek en que encajar esta reseña) y no es cuestión de sentirse engañados ni un segundo. Por si no la conocemos o no entendemos el contexto, la de la portada es Susan Sontag y esta es - sin menosprecio de otras - una biografía completa y exhaustiva que recorre su existencia en lo personal y en lo literario.

Aunque quizás debiéramos decir "en lo intelectual". Si bien en este blog tardamos algo en prestarle atención, y uno quizás especularía si no fue acaso por esa avasalladora imagen de pensadora aplicada a muchos campos y a muchos canales no siempre estrictamente literarios. Porque Sontag, ensayista, novelista, periodista, reportera, es una figura capital de la escena cultural norteamericana prácticamente a lo largo de cualquier década de su existencia adulta. Y Benjamin Moser, ya tocaba mencionar al autor, acomete en estas páginas un estudio profundo y secuencial de su carrera. Un dato: los agradecimientos y las notas para documentar todas las referencias representan unas ciento veinte páginas de este volumen. Un trabajo descomunal que le reportó a su autor un merecido Pulitzer (un premio de esos que aún mantienen prestigio). 

En cualquier caso, es muy de agradecer que a Moser no se le nubla el juicio al acometer un proyecto tan ambicioso. Lejos de representar una rendición constante, Moser indaga y usa testimonios de primera mano y las reverencias están cuando se justifican. Sontag mantuvo una obra en público pero su existencia fue objeto de mucho seguimiento y especulación. Sus volúmenes de diarios, a los que Moser accedió, aportan, aunque no siempre de una forma clara y directa, información adicional sobre aspectos de su vida personal, que por capilaridad asomaban en su obra. Porque Sontag no se limitó a aportar su contribución literaria, a la que la lectura de este libro empuja irremisiblementem, sino que contribuyó con su decidida existencia: mujer en un mundo, el comunicativo, monopolizado por los hombres, estandarte de una sexualidad libre y desinhibida, aunque hubiera de pagar el peaje de la época y mantuviera ocultas sus relaciones sentimentales, la última de ellas con la célebre fotógrafa Annie Leibovitz.

Primorosamente escrita y reportada, esta biografía muestra igualmente sus flaquezas, que no sabremos nunca si fueron causa o consecuencia de su turbulenta personalidad, marcada tanto por su poderoso atractivo físico como por su capacidad intelectual, una erudición no siempre asequible al público medio, la de una voraz lectora y una persona con una enorme preocupación por lo que pasaba a su alrededor, que le llevó a manifestarse de forma muy contundente en lo político. Pero Moser no solo escribe sobre la intelectual de izquierdas que incomodaba por su valentía y su determinación. También lo hace sobre una mujer impetuosa y visceral que no encajaba en los estereotipos que se esperaban de ella. De una persona que a veces sometía a la gente que la rodeaba a situaciones difíciles por lo tormentoso que podía ser, ocasionalmente, su caracter. Hay capítulos enteros dedicados casi a analizar psicológicamente cómo su inquietud y su actitud hacia el mundo dificultaron sus relaciones con su madre, con sus parejas de ambos géneros, cómo ella misma puso en tela de juicio si había sido una buena madre para su hijo, el también escritor David Rieff. Sontag no es una hagiografía y esto se agradece. Quizás porque a estas alturas el lector ya dispone de muchos canales de consulta y contraste. Ello tampoco lo convierte en una especie de recorrido dramatizado que busque desmitificar. Todo está allí de forma transparente y objetiva, y leerlo es un gran placer que desboca nuestra curiosidad.

domingo, 17 de marzo de 2024

Laura Piñero: Aquellos años accidentales

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2023

Valoración: Recomendable


Resulta que ahora, al mismo tiempo que se reivindica a las divas del franquismo como mujeres empoderadas y adelantadas a su tiempo, se menosprecia la Movida madrileña, y la eclosión musical y cultural de principios de los años 80 queda apenas en un bluff, de igual forma que ciertos cambios que en otro orden hasta hace poco se consideraron históricos (y véase qué prudentemente esquivo entrar en detalles). Todo está sujeto a revisión, y las valoraciones que tradicionalmente se daban por incuestionables sufren de pronto una voltereta completa. Desde luego es muy sano poner en tela de juicio las certezas, pero su desmantelamiento tampoco tiene por sí mismo que conducirnos a la verdad.

Pero no nos pongamos tan trascendentes, aquí hablamos de música, de gente que muchas veces no sabía tocar ni cantar, pero estaban locos por hacer cosas nuevas, por romper esquemas, divertirse y provocar, de aventuras discográficas, intentos ingenuos por hacerse escuchar, y crear con más o menos fortuna sin pensar en nada más. Ahí surge un auténtico tsunami de grupos (grupos, sí, esa cosa que muchos chavales hoy día ni siquiera conciben), formados por gente muy joven que a veces se reparte por sorteo los instrumentos, o se deciden a cantar por primera vez en su vida. La Movida, Madrid, fue el lugar más vistoso de la erupción, aunque ni mucho menos el único.

Como editar un disco era algo casi inalcanzable y las multinacionales despreciaban a toda esta horda de muchachos herederos del punk y su entorno (los despreciaban hasta que empezaron a ver que podían generar negocio), algunos se decidieron a montárselo por su cuenta, levantando pequeñas discográficas independientes donde autoeditarse y publicar a algunos colegas o grupos que les gustaban. Todo empieza como un juego, una aventura sin más objeto que ver tu música en un vinilo expuesto en la estantería de la tienda. DRO es el sello creado a partir del grupo de pop electrónico liderado por Servando Carballar, sobre cuya historia pivota el extenso libro de Laura Piñero.

No fue la única independiente, ni siquiera la más antigua, pero por circunstancias terminó por absorber o fusionarse con otras dos de las más importantes, Grabaciones Accidentales (GASA) y Twins. De este trío (más alguna otra, como Tres Cipreses, absorbida poco antes, y Nuevos Medios, a la que casi ni se menciona) salió la gran mayoría de grupos que rompieron esquemas a principios de los 80, prácticamente todos los que pueden venirnos a la cabeza ahora mismo. Y lógicamente la empresa, en principio totalmente amateur, se fue transformando en algo cada vez más grande y más profesional. El éxito, en el que inicialmente nadie pensaba, empezó poco a poco a hacerse realidad, y todo fue tomando la forma de un proyecto importante, cada vez mejor relacionado con las radiofórmulas, con un modelo de gestión más o menos homologable a cualquier empresa, y medios para lanzar comercialmente a sus artistas. Artistas, por cierto, progresivamente menos contestatarios y más proclives a encabezar listas comerciales, coleccionar discos de platino y llenar estadios, aunque seguramente sin abandonar del todo la apuesta por una música en los márgenes de lo puramente comercial.

El libro, como creo que ya he apuntado, tiene unas generosas quinientas páginas, y muestra más trabajo de campo que elaboración back office. Se presenta como una sucesión de numerosas entrevistas con multitud de personajes (artistas, productores, diseñadores, periodistas musicales, distribuidores) que cuentan su experiencia en o alrededor de DRO, sus primeros éxitos o fracasos, las grabaciones en estudios mejor o peor montados, los conciertos y las peripecias para sacar tiradas de discos o hacerlos llegar a las tiendas. Muchos nombres, muchas anécdotas y muchísima música que parece que vayamos escuchando según nos hablan de todo ello. 

Me parece que la exposición peca de cierto desorden y de la voluntad de no dejar fuera a nadie (nadie que haya tenido alguna relación con el sello), y tampoco creo que aporte demasiados datos que no fueran ya conocidos, de manera que lo que queda, más que información es un sedimento, la sensación de haber explorado un poco las tripas de aquel mundillo musical. En mi opinión personal el interés del libro va poco a poco decreciendo, en parte por exceso de volumen, pero sobre todo porque también va disminuyendo el atractivo de lo que se está contando. A mí al menos me atrae mucho más saber de la explosión de bandas y sellos discográficos de los primeros 80 con toda su ingenua vitalidad, su espontaneidad y desparpajo, que el rumbo a la fama de grupos que unos años más tarde encontraron el camino mucho más transitable. Pero bueno, la trayectoria posterior del sello y sus voces destacadas más recientes lo dejamos para quien se anime con la lectura.

En todo caso, es un libro entretenido y a veces interesante. Y, por si despierta alguna curiosidad, y ya que no he citado a nadie hasta ahora, ahí van algunos de los muchos grupos que con más o menos protagonismo, desfilan por sus páginas: Aviador Dro, Siniestro Total, Nacha Pop, Los Nikis, Os Resentidos, La Dama se Esconde (todos con pasado en DRO), Esclarecidos, Décima Víctima, Derribos Arias, Duncan Dhu (GASA), Gabinete Caligari, Parálisis Permanente, Loquillo (Tres Cipreses), más los artistas extranjeros que llegaron de la mano sobre todo de GASA, como Wim Mertens o Anna Domino. Más recientes, Celtas Cortos, Platero y Fito, Rosendo, Extremoduro. Alguno os gustará, digo yo ¿Que no es suficiente? Pues buceando en el libro podemos encontrar unos cuantos más, muchos, de verdad, para disfrute de los fans y culturilla musical del público en general. 


sábado, 16 de marzo de 2024

Raimon Casellas: Las cañadas indómitas

Idioma original: Catalán
Título original: Els sots feréstecs
Año de publicación (por entregas): 1899
Año de publicación (íntegra): 1901
Valoración: Está bien

Raimon Casellas (1855-1910) fue crítico de arte, periodista y narrador. Els sots feréstecs, su única novela, es la primera en aplicar los preceptos estéticos del modernismo catalán. 

Sigue los pasos del padre Llàtzer, un capellán exiliado a una iglesia de la zona del Figueró y Montmany por las autoridades católicas. Su pecado: «la dèria de fer reviure un savi dels segles morts, (...) furgar la sepultura dels seus llibres, (...) dir que la veritat del món era allí dins, (...) voler d'un hertge fer-ne un sant» (pg. 159). 

Llàtzer, hombre idealista, intentará redimir a los lugareños, gente pobre y  taciturna embrutecida por su mísera existencia. Sin embargo, el ambiente claustrofóbico de su nuevo entorno, la hostilidad de su parroquia y la llegada de una prostituta llamada La Rodasoques provocarán al religioso una crisis de valores e incluso un fatídico desenlace.

Clásico catalán por antonomasia, traducido incluso al español e inglés, Els sots feréstecs supone a la postre una lectura deliciosa, sobre todo para interesados. Sin embargo, presenta múltiples defectos, debido a que originalmente se publicó por entregas, a que supuso la primera (y última, recordemos) incursión de Casellas en la narrativa larga y a que la estética modernista ha quedado totalmente desfasada a día de hoy.

Listemos brevemente los defectos antes mencionados:

  • Su prosa es lenta, espesa y excesivamente descriptiva.
  • Su argumento es tan lineal como esquemáticos los conflictos que lo salpican. La lucha entre el bien y el mal, el individuo y la multitud o el hombre y la naturaleza se suelen explorar actualmente con mayor grisalla.
  • Los personajes representados acusan cierto maniqueísmo y obran de manera exagerada (por ejemplo, el padre Llàtzer es dado a emitir parlamentos).
  • El conjunto se antoja repetitivo. Entiendo que Casellas quiera que calen sus ideas, y que la narrativa de entonces era más enfática que la contemporánea. Sin embargo, tanto volver constantemente sobre los mismos acontecimientos o reflexiones llega a abrumar al lector e incluso provoca que pasajes genuinamente potentes pierdan efectividad.
  • Hay episodios que no aportan gran cosa a la trama, pese al foco engañoso que les dan algunos capítulos enteramente dedicados a ellos. Sucede con el pasado de los criados del rector, con la caída del porquero de l'Ensulcida y, sobre todo, con la introducción de l’Aleix de les Tòfones. 
  • Los personajes antes mentados son bastante superfluos e incluso, en algunos casos, contraintuitivos. L'Aleix, de hecho, tras el primer capítulo, desaparece y no vuelve a hacer acto de presencia hasta prácticamente el clímax, donde emerge de forma esporádica. ¿Acaso hacía falta para encarnar el embrutecimiento de su gente? Entiendo que la Rodasoques, la prostituta que llega a la zona y consigue influenciar a los lugareños, sea diferenciada del resto; sin embargo, que l'Aleix se distinga de una masa que Casellas trata de representar como homogénea me chirría sobremanera.

Por otro lado, las virtudes que le he encontrado a Els sots feréstecs serían las siguientes: 

  • Resulta un documento valiosísimo en lo que a la literatura modernista catalana respecta, dado que se puede considerar una obra fundacional.
  • Pese a su factura totalmente añeja y su desalentadora repetitividad, una vez se le coje el truco se lee en una sentada.
  • Pese a que emplea un léxico completamente anticuado («cabòria», «bosquerols», «rònega», «pollancre», «bagassa»...), además de onomatopeyas y ruralismos varios, resulta fácil de comprender gracias al contexto que dan las oraciones.
  • Su simbolismo es bastante nítido. La naturaleza funciona como telón de fondo a la par que ilustra los diversos temas de la novela. Por otra parte, La Rodasoques es retratada adecuadamente como una amenaza a la salvación espiritual de la parroquia de Llàtzer.
  • La plasticidad de sus imágenes es asombrosa. Me gustan, por ejemplo, aquéllas empleadas para retratar paisajes, atmósferas o fenómenos meteorológicos. Aunque mis favoritas, por su creatividad y precisión, se limitan a describir colores. Cito un par de ellas: «La pols, la humitat, la terra, que ho cobrien tot, donaven a les imatges i als trofeus el to descolorit i fastigós de les coses enterrades... Les retorçades columnes, esculturades de raïms i de caps d’àngel, que un dia foren tot d’or, ara ensenyaven un pam de floridura, com malaltes d’un mal lleig.» (pg. 46) / «Quasi tots duien uns trajos balders, fets d’una roba de vellut obscura, fosca, però destenyida pel frec de la brossa i dels terrossos, així… com d’un to dubtós, que primer hagués sigut negre i després s’hagués tornat d’ala de mosca i hagués acabat per ser de color de gos quan fuig…» (pg. 52)

En resumen: vale la pena descubrir Els sots feréstecs en tanto que obra fundacional del modernismo catalán. Ciertamente, no es el clásico de la época que mejor ha envejecido, pero afrontarlo tampoco supone un tormento. Creo que incluso lo hubiera disfrutado de joven, de haberlo tenido como lectura obligatoria en la asignatura de Lengua y Literatura.

Ah, sabed que la edición que yo he catado, de Lapislàtzuli, tiene una ilustración de cubierta estupenda. Aunque me sorprende que en ella aparezca l’Aleix, personaje que, como he comentado antes, me parece bastante prescindible.

viernes, 15 de marzo de 2024

Rosario Castellanos: Balún Canán

Idioma original: español
Año de publicación: 1957
Valoración: Muy recomendable

Hace poco reseñaba por aquí Huasipungo, de Jorge Icaza, unánimemente considerada como una de las cumbres del género de la novela indigenista: un subgénero específicamente hispanoamericano, aunque vinculable con el más abarcador concepto de realismo social, cuyo objetivo esencial es denunciar la explotación y la deshumanización de las poblaciones indígenas americanas. La novela que reseño hoy, Balún Canán, de Rosario Castellanos (una de las escritoras fundamentales de la literatura mexicana del XX, a pesar de ser mucho menos conocida que sus homólogos masculinos), es en cierto modo una continuación de esa reseña, ya que se trata de una novela que mezcla el espíritu de la novela indigenista, con el contexto de la novela de la revolución mexicana, y con una estructura que, al menos parcialmente, se podría vincular con la novela de formación o bildungsroman

Vayamos por partes, como diría Jack el Destripador.

La novela se divide en tres secciones: la primera y la tercera están narradas en primera persona por una niña, hija de una familia de terratenientes mexicanos en el periodo de la revolución mexicana. A través de la voz y de los ojos inocentes de la niña (más inocentes en la primera sección que en la tercera) vamos oyendo hablar de las "noticias" que llegan, de los cambios que se avecinan, aunque nunca se use la palabra "revolución" para designarlos. Asistimos también a la tierna relación entre la niña y su nana, una mujer india a la que el resto de los personajes blancos desprecian.

En la segunda sección, que narra la estancia de la familia en sus posesiones Chactajal para intentar pacificar a los indios y vigilar la cosecha, la voz narradora pasa a ser la de una tercera persona omnisciente, y la visión transita de unos personajes a otros: César, el patriarca de la familia, autoritario y machista; Zoraida, su mujer, cuyo desprecio a los indios es incluso superior al de su marido; Ernesto, sobrino bastardo de la familia, inseguro y envidioso, quien es arrastrado a Chactajal para ejercer de maestro (una profesión que ni desea ni está preparado para cumplir)... y en el otro lado, los indios, capitaneados por Felipe, quien ha aprendido de primera mano en la capital de México lo que significa la revolución y la libertad, y está dispuesto a lograr acabar con las opresiones seculares de los indígenas, y que cuenta, para ello, con el aval y la protección del nuevo gobierno revolucionario de Cárdenas.

En la tercera sección, la familia de terratenientes ha sido expulsada de Chactajal por los indios, y debe volver a Comitán, mientras espera (a lo Kafka o Godot) a que el gobernador se digne recibir a César y escuchar sus reclamaciones. En esta tercera sección volvemos a ver el mundo a través de los ojos de la hija de la familia, y el tema central pasa a ser la perpetuación de la estirpe, amenazada a causa de una maldición que supuestamente se cierne sobre la vida de Mario, el único hijo varón.

Aunque el punto de vista y el núcleo de la narrativa sea la familia de los terratenientes (representación literaria de la familia de la propia escritora), y aunque el contexto histórico de la acción permita vincular Balún Canán con la larga tradición de "novelas de la revolución mexicana", creo que también se puede percibir en ella el impulso de la novela indigenista (aunque sus tintes más naturalistas) del Huasipungo que mencionaba al principio. En primer lugar, por la presencia del personaje de la "nana", criada y aya indígena a la que la narradora de la primera y tercera partes se siente íntimamente unida (no así el resto de su familia, y en particular su madre, Zoraida); y también porque en la segunda parte cobra particular relevancia la lucha de los indios por sus derechos, sobre todo a través de Felipe, el único personaje al que podemos considerar heroico: un indio "empoderado", que ha tomado consciencia de su dignidad y sus derechos, y está dispuesto a todo por hacerlos valer.

Con todo, una descripción de estos elementos constitutivos (la novela de la revolución, la novela indigenista, o también la novela de aprendizaje, si tomamos separadamente las partes primera y tercera) no estaría completa sin mencionar la delicadeza y belleza con la que está escrita la obra. Destacan, aquí, algunos capítulos que funcionarían casi como relatos independientes, en los que se escuchan historias o leyendas de las criadas indígenas, llenas de diablos y bestias y seres maléficos que parecen surgidos de un cuento de Lovecraft. Copio una de ellas, y con esto me callo, que la reseña ya va larga, y más vale leer a Rosario Castellanos que leerme a mí:

—Dicen que hay en el monte un animal llamado dzulúm. Todas las noches sale a recorrer sus dominios. Llega donde está la leona con sus cachorros y ella le entrega los despojos del becerro que acaba de destrozar. El dzulúm se los apropia pero no los come, pues no se mueve por hambre sino por voluntad de mando. Los tigres corren haciendo crujir la hojarasca cuando olfatean su presencia. Los rebaños amanecen diezmados y los monos, que no tienen vergüenza, aúllan de miedo entre la copa de los árboles.

—¿Y cómo es el dzulúm?

—Nadie lo ha visto y ha vivido después. Pero yo tengo para mí que es muy hermoso, porque hasta las personas de razón le pagan tributo.

Estamos en la cocina. El rescoldo late apenas bajo el copo de ceniza. La llama de la vela nos dice por dónde anda volando el viento. Las criadas se sobresaltan cuando retumba, lejos, un trueno. La nana continúa hablando.

—Una vez, hace ya mucho tiempo, estábamos todos en Chactajal. Tus abuelos recogieron a una huérfana a la que daban trato de hija. Se llamaba Angélica. Era como una vara de azucena. Y tan dócil y sumisa con sus mayores. Y tan apacible y considerada para nosotros, los que la servíamos. Le abundaban los enamorados. Pero ella como que los miraba menos o como que estaba esperando a otro. Así se iban los días. Hasta que una mañana amaneció la novedad de que el dzulúm andaba rondando en los términos de la hacienda. Las señales eran los estragos que dejaba dondequiera. Y un terror que había secado las ubres de todos los animales que estaban criando. Angélica lo supo. Y cuando lo supo tembló como las yeguas de buena raza cuando ven pasar una sombra enfrente de ellas. Desde entonces ya no tuvo sosiego. La labor se le caía de las manos. Perdió su alegría y andaba como buscándola por los rincones. Se levantaba a deshora, a beber agua serenada porque ardía de sed. Tu abuelo pensó que estaba enferma y trajo al mejor curandero de la comarca. El curandero llegó y pidió hablar a solas con ella. Quién sabe qué cosas se dirían. Pero el hombre salió espantado y esa misma noche regresó a su casa, sin despedirse de ninguno. Angélica se iba consumiendo como el pabilo de las velas. En las tardes salía a caminar al campo y regresaba, ya oscuro, con el ruedo del vestido desgarrado por las zarzas. Y cuando le preguntábamos dónde fue, sólo decía que no encontraba el rumbo y nos miraba como pidiendo ayuda. Y todas nos juntábamos a su alrededor sin atinar en lo que había que decirle. Hasta que una vez no volvió.

La nana coge las tenazas y atiza el fogón. Afuera, el aguacero está golpeando las tejas desde hace rato.

—Los indios salieron a buscarla con hachones de ocote. Gritaban y a machetazos abrían su vereda. Iban siguiendo un rastro. Y de repente el rastro se borró. Buscaron días y días. Llevaron a los perros perdigueros. Y nunca hallaron ni un jirón de la ropa de Angélica, ni un resto de su cuerpo.

—¿Se la había llevado el dzulúm?

—Ella lo miró y se fue tras él como hechizada. Y un paso llamó al otro paso y así hasta donde se acaban los caminos. Él iba adelante, bello y poderoso, con su nombre que significa ansia de morir.