Año de publicación: 2017
Valoración: Muy recomendable
Llevo un tiempo diciendo que el "relato escrito por mujer joven latinoamericana" goza de muy buena salud. En este blog encontraréis algunos ejemplos: Mariana Enríquez, Vera Giaconi, Magela Baudoin, Andrea Jeftanovic, María Fernanda Ampuero o la boliviana Liliana Colanzi.
En el caso de Colanzi y "Nuestro mundo muerto" nos encontramos con ocho contundentes relatos, de unas 15 páginas de extensión, dominados por presencias casi sobrenaturales y por amenazas exteriores, ya sean reales o ficticias, que ponen en evidencia amenazas interiores infinitamente más peligrosas.
El contexto utilizado por Colanzi para presentarnos sus historias se acerca en muchas ocasiones a la ciencia-ficción: ojos que parecen sacados de películas de serie B o de 1984, poseídos y aparecidos que se asemejan a los chicos del maíz de Stephen King, meteoritos que provocan reacciones en cadena como si de la Melancolía de Lars von Trier se tratara, exploraciones marcianas, etc. Pero estas referencias casi "pop" aparecen unidas a creencias (o supersticiones) tradicionales vinculadas a culturas andinas, creando una curiosa mezcla entre tradición y modernidad
En cualquier caso, esto no es más que el contexto, ya que lo que de verdad esconden estos decorados son problemas reales como la incomunicación, el extrañamiento, el miedo a la muerte o, como podemos leer en "La ola", la soledad infinita de un mundo desquiciado y sin propósito.
Entrando más en detalle en cada uno de los relatos, encontramos en "El ojo", "Alfredito" y "Chaco" la influencia de Silvina Ocampo en la visión desde la infancia / adolescencia de un mundo al mismo tiempo mágico, extraño y hostil. En ellos se mezclan leyenda y "realidad", alucinaciones y hechos absolutamente ciertos.
En "La Ola", uno de los mejores relatos del libro, la protagonista pasa a ser una joven a la que persigue una rara vibración, mezcla de extrañeza, abulia y tristeza. Es este un relato circular, de ida y vuelta, que nos habla de lo difícil que resulta escapar del pasado. Esta imposibilidad aparece nuevamente en "Nuestro mundo muerto", otro de los grandes relatos del libro gracias a su ambiente cerrado y opresivo. En esta ocasión, el telón de fondo es Marte, lugar al que su protagonista huye, aunque siempre esté como un satélite girando alrededor de lo perdido. También en "Cuento con pájaro" asistimos a una nueva huida imposible. Esta vez, Colanzi maneja un registro más "terrenal", más "social" incluso, ya que en el aparecen de forma más perceptible las "dos Bolivias" (la blanca y la "india").
Finalmente, y volviendo a lo ya citado acerca de las amenazas exteriores que sirven como resorte para sacar a la luz amenazas o miedos interiores, tenemos "Meteorito" y "Caníbal". En aquel, la caída de un meteoro es el detonante del oscuro y trágico final de una pareja de "perdedores"; en este, un caníbal que vaga por las calles de París y una extraña relación serán la "excusa" para hablar de la soledad y de relaciones absorbentes.
Por último, un breve comentario acerca de los finales de los relatos, ese aspecto tan crucial. Colanzi nos ofrece finales generalmente abierto, muy sujetos a la interpretación del lector, algo que va en consonancia con el desarrollo de los mismos. Se agradece ese tratar de evitar sorpresas finales y giros inesperados, la verdad. En definitiva, muy buen libro este "Nuestro mundo muerto", compuesto por ocho relatos sin desperdicio, contundentes y originales de una autora aún joven que seguro que da mucho que hablar.
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ULAD: Tres cosas me llaman especialmente la atención en "Nuestro mundo muerto". La primera, que supongo sorprende más a un lector europeo, es la mezcla de modernidad y tradición: referencias "pop" ("El ojo" me recuerda por igual a los monstruos de serie B y a 1984, "Meteorito" a "Melancolía" de Lars Von Trier, por poner un par de ejemplos) y leyendas o tradiciones "indígenas" van de la mano. Esto también creo que sucede, en mayor o menor medida, en obras de Edmundo Paz Soldán o de Maxi Barrientos. ¿Puede ser esta mezcla el reflejo de la Bolivia actual?
L.C.: Cuando escribo no estoy pensando en reflejar la Bolivia actual; la literatura siempre está desfasada con respecto de la realidad. Lo que sí me interesa es recoger elementos que están flotando en la cultura, pero a los que nadie presta mucha atención porque provienen de las tradiciones indígenas o de la cultura popular o de géneros como la ciencia ficción, que son considerados saberes menores o descartables, y ver cómo se puede construir una poética desde ese lugar. Me gusta mucho lo que dice Herta Müller: “La superstición es la poesía de los pobres”.
ULAD: La segunda es que en los relatos de "Nuestro mundo muerto" siempre parece estar presente una amenaza exterior que pone en marcha una amenaza interior más peligrosa. ¿Llevamos dentro a nuestro peor enemigo?
L.C.: Es que en muchas ocasiones aquello que vemos como una amenaza externa, en realidad se trata de un rechazo a algo que sospechamos que está dentro de nosotros. El miedo al bárbaro, por ejemplo, revela el terror hacia el animal que somos; el machismo es la negación de la potencia femenina que hay en el hombre y de la potencia masculina que hay en la mujer.
L.C.: Es que en muchas ocasiones aquello que vemos como una amenaza externa, en realidad se trata de un rechazo a algo que sospechamos que está dentro de nosotros. El miedo al bárbaro, por ejemplo, revela el terror hacia el animal que somos; el machismo es la negación de la potencia femenina que hay en el hombre y de la potencia masculina que hay en la mujer.
ULAD: La tercera es la sensación de un pasado que nos persigue. ¿Podemos verdaderamente escapar de el? ¿Cómo?
L.C.: El pasado al que me refiero en mis cuentos está muy
presente, porque se trata de un pasado colonial que configura hasta el día de
hoy la forma en que pensamos, deseamos, soñamos y nos vemos a nosotros mismos y
a los demás. Nuestra tragedia es no haber encontrado la forma de desactivar ese
legado.
ULAD: Además de la influencia de clásicos como Silvina Ocampo (esa visión de la infancia de mundos mágicos y extraños), creo que la presencia de ese "terror cotidiano", por llamarlo de alguna forma, te emparenta con autoras latinoamericanas recientes como Mariana Enríquez, Vera Giaconi o Andrea Jeftanovic. ¿Pura casualidad o puede haber un punto de vista generacional (o error de apreciación mío)?
L.C.: Justo estoy escribiendo algo que es una especie de homenaje
a “El vestido de terciopelo”, de Silvina Ocampo. Cada época tiene su modo de
canalizar sus ansiedades y horrores, y por supuesto que encuentro puntos de
contacto con muchas autoras y autores de mi tiempo. “Reunión” de Vera Giaconi
es un cuento hermoso y raro que muestra a la familia desde una óptica monstruosa;
Andrea Jeftanovic también presenta a la familia desde un lugar peligroso y
perturbador. Me interesa mucho el cruce que hace Mariana Enríquez entre el
horror, la política y la cultura popular, y la manera en que ha renovado el
imaginario del horror latinoamericano.
ULAD: Sabemos que te has lanzado al mundo de la edición con Dum Dum Editores. Tres preguntas relacionadas con esto: ¿No es un poco locura en los tiempos que corren? ¿Qué le lleva a tomar la decisión de publicar su obra en otras editoriales? ¿Veremos los libros de Dum Dum en España?
L.C.: Tenía la impresión de que montar una editorial era difícil,
pero vivir un tiempo en Buenos Aires, donde todo el mundo tiene una editorial
independiente, me convenció de que no era así. Trabajo con una diseñadora
excelente y la editorial Nuevo Milenio se encarga de la distribución de los
libros de Dum Dum, así que con eso tengo más de la mitad del trabajo resuelto.
Y disfruto mucho de la aventura y del desafío de proponer a un autor nuevo en
el medio. No me autopublico porque después de pasar mucho tiempo escribiendo mi
propio libro, lo último que quiero es seguir trabajando para él, ¡lo que deseo
más bien es deshacerme de él!
ULAD: Sea o no con Dum Dum, ¿tendremos en breve alguna novedad de Liliana Colanzi?
L.C.: No sé si en breve, porque soy una escritora un poco lenta, pero vengo escribiendo cuentos y espero terminar este año.
Hola Koldo:
ResponderEliminarLeí el libro el año pasado y me desilusionó bastante. Tal vez las expectativas que tenía eran exageradas. No encontré en los cuentos nada que me conmoviera. Al revés de lo que, creo, te pasó a ti los finales abiertos no me convencieron.
Saludos
Bueno, Gabriel! Por una vez que no estemos de acuerdo no nos vamos a enfadar. De todas formas, las expectativas son muy traicioneras.
ResponderEliminarUn abrazo