Año de publicación: 2023
Valoración: Bastante recomendable
Dice Juliana González-Rivera en el también magnífico La invención del viaje que el viaje "es metáfora de la vida, de la muerte, del conocimiento, de la escritura", que el viaje es, al mismo tiempo, "una huella y una herida". De todo eso (y más) hay en este Una vida posible del periodista, escritor y viajero José Alejandro Adamuz.
La premisa del texto es el viaje que el autor realizó junto con su pareja, allá por el año 2014, a través de América Latina. Dos años en los que saliendo de Costa Rica, la pareja subió (¿solo en el mapa?) hasta Ciudad de México y bajó (¿solo en el mapa? a la mítica y magnética ciudad de Ushuaia.
Pero no solo median los 8716 kilómetros en línea recta que van de la capital azteca a la capital del fin del mundo. También han pasado casi 10 años desde el inicio del viaje hasta la publicación del libro. Y así como el espacio físico condiciona, obviamente, el viaje y la narración, el tiempo ejerce de filtro en la memoria y el recuerdo y hace que el viaje no termine con la vuelta a casa.
En este sentido, el autor trabaja esas doble vertiente, la del viaje propiamente dicho y la del recuerdo del viaje, a través de los dos presentes que se aúnan en el texto, y lo hace a través de dos tiempos que se solapan , el del presente de la propia narración y del presente de los hechos. A estos dos tiempos se ha de sumar el pasado, los tiempos de los grandes viajes y de los viajeros que escribieron (¿o eran tal vez escritores que viajaron?): Kapuscinski, Chatwin, Humboldt... Referencias o hitos en el camino que recorremos con la finalidad de volver para contarlo, como Odiseo.
Con esto el viaje en sí se desplaza un poco del centro del relato (está claro que hay paisajes y gentes, hay lo anecdótico explicando el mundo) y este lo ocupan las reflexiones sobre el propio viaje, sobre la escritura, sobre la historia y la evolución del hecho de viajar y de cómo hacerlo.
Historia, periodismo, antropología, utopías y fracasos, curiosidades, referencias histórico literarias, etc en un texto al que creo que solo se le puede achacar haber cargado demasiado la mirada en el exterior (al menos a mi me hubiese gustado un poco más mirarse hacia adentro) pero que resulta una verdadera delicia para cualquier amante de los viajes y de la literatura, sea o no de viajes. Y si, además, son un poco mitómanos, miel sobre hojuelas.
P.S.: Días después de escribir la reseña, me viene a la cabeza un verso de la canción Pasear del valenciano Julio Bustamante que dice: "Pasear, escribir, pensar, tal vez beber, ¿qué son sino maneras de rezar?". Algo de eso hay en este libro, no sé si me explico.
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