jueves, 29 de febrero de 2024

Marina Garcés: El tiempo de la promesa

Idioma original: catalán / castellano
Título original: El temps de la promesa / El tiempo de la promesa
Año de publicación: 2023
Valoración: muy recomendable


Debo confesar, que a mí la filosofía siempre me ha parecido una disciplina muy interesante y necesaria para no únicamente intentar entender el mundo, sino también como campo de crecimiento personal y de autoconocimiento a través de la realidad que nos envuelve. Y si a las ganas que ya tenía por conocer la obra de Marina Garcés tras haberla leído y escuchado en entrevistas a lo largo de los años, le añades que comienza el libro con una cita de Mouawad, entonces la decisión respecto a esta lectura se convierte en una apuesta muy segura.

Empieza la autora con un mensaje que traslada cierto descontento hacia la sociedad actual, afirmando que «las promesas ocupan un espacio poco importante, hoy, en las maneras cómo nos vinculamos con los otros: en el amor, en el trabajo, en la vida social y política» y remarca la importancia de las promesas, pues «prometer es una acción que se hace con la palabra y que, de la nada, hace nacer un vínculo y un compromiso capaces de atravesar el tiempo y reunir, en una sola declaración, pasado, presente y futuro. Pero ¿cómo prometer nada si ponemos el futuro en peligro? Esta es la pregunta del sentido común: sin futuro no hay promesas. Podemos darle la vuelta: ¿de qué futuro podemos disponer, si no nos atrevimos a prometer nada?». Y es que, en la sociedad de hoy en día, anclada en un presente continuo e infinito, este acto se hace arduo porque «sí que sabemos imaginar el futuro. Lo que ocurre es que no se parece en nada a lo que nos habían prometido» y, justamente por ello, el futuro queda lejos en el tiempo, pero aún más en pensamiento; el futuro, por incierto o por desalentador, queda apartado de nuestros proyectos, centrados en el aquí y ahora, en una mala concepción de una especie de mindfulness que desvía la atención desde lo importante a lo inminente. 

A partir de esta premisa inicial, la autora se abre a la revisión de las promesas a lo largo de la historia y pone en relieve que «la historia nos dice que una buena parte de la humanidad ha sido excluida de lo espacio de la promesa: quien no dispone libremente de su voluntad no puede prometer nada a nadie». En este sentido, se reafirma afirmando que «el engaño no es ceguera, sino un deseo de creer vivido desde la desigualdad». Así, la autora nos habla de la promesa, el compromiso y la responsabilidad de quién la hace pero también de quién la recibe, pues «la promesa imperativa busca un “te lo prometo como a una declaración de sumisión”», y en este sentido, apuntala su reflexión al indicar que quien promete a menudo es el poderoso (entiendo el poder como político, económico o religioso) y pone como ejemplo la religión, en la que un dios hace promesas a sus fieles mostrando su poder absoluto a la vez que torna las promesas en exigencias y obligaciones. Así, quien promete acaba siendo quien reclama en contrapartida, estableciendo así una alianza entre pueblo y Dios desigual. De igual manera, también el estado hace promesas, aunque en lugar de salvación promete protección siempre y cuando se cumplan una serie de obligaciones de manera que la promesa se convierte en una sumisión a menudo disfrazada de vínculo proteccionista. Y la autora incide en el tercer pilar, el económico, pues se sirve también de promesas lanzadas y difundidas de manera constante y repetitiva, ofreciendo ilusiones ficticias pues «el delirio de todos los que vivimos bajo el capitalismo es que, a pesar de que las cosas nos vayan mal, en algún momento pueden ir bien».

Enlazando su reflexión acerca del capitalismo y sus infinitas ansias de crecimiento, la autora relaciona el concepto de promesa con la predicción, distinguiendo claramente una de otra pues la promesa es un acto de voluntad, mientras que la predicción es el resultado de una serie de cálculos; justamente por ello, nos alerta acerca de la IA y su peligrosidad, pues sus algoritmos «predicen sin pretender explicar, contrarrestar o contraargumentar» y, como sus patrones derivan de los datos con los cuales han sido entrenados, el futuro que proyectan no deja de ser una imagen basada en datos de un pasado actualizado de manera que no queda claro si «hablan del futuro o realmente son una proyección del pasado» (algo que Grafton Tanner ya indicaba también en su ensayo «Las horas han perdido su reloj»). De manera adicional, no únicamente estas predicciones proyectan el pasado, sino que también, ocultas bajo la opacidad de las técnicas predictivas utilizadas, consiguen algo aun más peligroso, la exención de responsabilidades sobre su seguimiento pues «estas técnicas nos comunican los resultados, calman nuestra ansiedad y nos permiten delegar la decisión. Ponernos en manos de los dioses o del algoritmo, ética y políticamente, no es tan diferente. Pero cuando un general declara la guerra después de haber escuchado el oráculo, quien ha declarado la guerra, ¿él o el oráculo?». Con ello, la toma de decisiones se externaliza y por tanto la responsabilidad se difiere, oculta en algoritmos, datos y procesos que nadie entiende y que, justamente por ello, sirve como perfecto escudo de la toma de decisiones más éticamente injustificables. Ese es el paraguas que los protege de la lluvia de críticas, y de remordimientos.

Dice Marina Garcés que «las promesas hablan del futuro, pero se hacen desde un presente y nos hacen presentes. Hablan del futuro, pero invoca un comienzo y una memoria compartida (…) hacer una promesa es interrumpir el destino» porque «prometer una cosa es introducir una verdad que inventa un lugar propio en la trama de lo real: es una expectativa compartida que es cierta a pesar de no haber sucedido». Incidiendo en ello, afirma que «todo compromiso es un vínculo, de la misma manera que toda promesa refuerza el vínculo porque lo sostiene a través del tiempo. Es nuestro pasado común, porque nos proyecta a un futuro en que nos jugamos algo juntos». Esta quizá es la gran responsabilidad de quienes hacen promesas: crear un pacto que no se hace únicamente aquí y ahora, sino que se mantiene a la largo del tiempo y se renueva a cada minuto que pasa hasta su cumplimiento. En un momento en que solo existe el ahora y en el que no sabemos dónde estaremos ni quienes seremos dentro de un tiempo, hacer una promesa puede sonar como algo muy aventurado y osado, pero sin duda también se podría considerar una demostración de que nuestros valores y principios perviven a pesar de todo, y de todos.

miércoles, 28 de febrero de 2024

Stephanie Dompierre: Principiante

Idioma original: Francés
Título original: Novice
Año de publicación: 2022
Traducción: Catalina Ginard Féron
Valoración: Está bien (recomendable para interesados)

¿Conocéis la película Tucker & Dale contra el mal (2010)? Es una hilarante comedia de terror que parodia al "slasher" jugando con los clichés del género y las expecativas de su audiencia. Principiante, de Stephanie Dompierre, hace lo propio a través de la literatura.

La novela de Dompierre narra cómo unos jóvenes (el "youtuber" que prioriza un vídeo a su integridad física, la "influencer" que sobrestima su impacto en el mundo, el "gamer" viciado a los videojuegos bélicos, el pajillero adicto al porno, etc...) que acuden a un campamento de desintoxicación tecnológica acaban enfrentándose a «la Bestia», un asesino que pretende masacrarles.

Lo que más me ha gustado de Principiante son su moderadamente original premisa, sus simpáticas objeciones a la plausibilidad de los "slasher", las siniestras descripciones de las pinturas de los chalés, las divertidas escenas iniciales de «la Bestia», las muertes de ciertos personajes y los giros "over the top" que adopta en su clímax. 

Aquello que he apreciado pero me parece que no acaba de funcionar serían su sentido del humor y su crítica social. El primero porque no siempre resulta eficaz; la segunda, porque aunque sus ataques a la dependencia a la tecnología y la superficialidad de las nuevas generaciones son válidos, recurren a generalizaciones y tópicos "boomer".

En el lado estrictamente negativo de la obra se hallarían algunos fallos e inconsistencias en su lógica interna, la excesiva simplicidad de su elenco (puede que deliberada, no lo niego) y el ritmo abrupto del desenlace.

En fin: Principiante es una novela que satisfará a los amantes del género de terror que estén dispuestos a reírse de sus incoherencias. Personalmente, la he disfrutado bastante, pese a un par de altibajos. Sin embargo, creo sinceramente que el producto final hubiera mejorado notablemente de haberse empapado de una sensibilidad más actual. Y es que resulta involuntariamente cómico que una novela publicada originalmente en 2022 hable sin un ápice de ironía (o así me ha parecido a mí) de Facebook, especialmente como si fuera una red social todavía usada por una demografía joven, y en cambio apenas mencione Twitter. Al menos no referencia a las «avocado toast», aunque su énfasis en las fotos de «café latte» me lo habían hecho temer.

martes, 27 de febrero de 2024

Ryan Gingeras: Los últimos días del Imperio otomano

Idioma original: Inglés
Título original: The last days of the Ottoman Empire. 1918-1922
Año de publicación: 2023
Traducción: María Luisa Rodríguez Tapia
Valoración: Bastante recomendable 

Hace unos días leía un tweet (o como carajo se llame ahora) en el que un tuitero (o como carajo se llame ahora) se quejaba de la vergonzante exclusión a la que se ve sometido el Imperio otomano en las historias tanto europeas como mundiales que incluyen los libros de texto en secundaria. Yo iría más lejos y diría que esa exclusión es extensible a la ficción y a lo meramente divulgativo. Todos habremos leído más de una novela y más de un ensayo sobre el final de la "monarquía dual", sobre el colapso del Imperio zarista, sobre los años posteriores al final de la PGM en Alemania (Doblin y su Noviembre de 1918, por ejemplo) pero poco o nada habremos leído sobre los últimos años del Imperio otomano o sobre el ascenso al poder de Mustafa Kemal Ataturk.

Sin ir más lejos, me viene a la cabeza el magnífico Sonámbulos de Christopher Clark (también publicado por Galaxia Gutenberg), en el que se analizan los años y meses previos al estallido de la PGM. Ya os digo que es una maravilla, pero sí es cierto que peca de cierto eurocentrismo al infravalorar la importancia del papel otomano en la cuestión. 

Me dejo de rollos. Los últimos días del Imperio otomano del profesor Gingeras viene a cubrir en parte este vacío al ocuparse del período 1908-1923 (con algunas incursiones en décadas anteriores y un breve apéndice en el que se destallan las reformas modernizadoras emprendidas en las dos décadas posteriores y las tendencias autoritarias de Ataturk y compañía), ese que comienza con la toma del poder por parte de los Jóvenes Turcos y que concluye con la firma de la paz de Lausana que pone fin al conflicto entre el Movimiento Nacional de Ataturk y los aliados, Grecia y compañía. Por el camino, la entrada del Imperio otomano en las Potencias Centrales, el Tratado de Sevres, la ocupación griega de Tracia Oriental y la zona de Esmirna / Izmir, el papel francés y británico en lo que ahora es Siria, Líbano, Irak o Palestina y litros y litros de sangre y toneladas de sufrimiento: matanzas, deportaciones, limpiezas étnicas... Vamos, un follón de tres pares de cojones que cien años después ahí sigue, en lo que fue el Levante del Imperio.

Como aspectos más destacados del texto, quisiera destacar los siguientes:
  • su exhaustividad en lo que a aspectos generales se refiere: política interior y exterior, alianzas internacionales, contexto sociopolítico internacional y relación de los acontecimientos que tienen lugar en el Sublime Estado con todo lo anterior.
  • su objetividad. Aunque es evidente que la mayoría turca convirtió lo que era era un Imperio de lo más heterogéneo acabó convertido en una República casi monolítica, no fue la única violencia del período. Destaca el conocido genocidio armenio, pero hubo violencia de griegos contra turcos, turcos contra kurdos, musulmanes contra cristianos, cristianos contra musulmanes, etc. No es equidistancia, en mi opinión, como tampoco es equidistancia decir que el bombardeo de Dresde fue una salvajada.
  • la relación turcos (otomanos) - árabes. Uno, en su ignorancia, tiende a simplificar y se equivoca. La relación entre unos y otros es mucho más compleja de lo que parece y en el libro aparece bien descrito. En la misma línea, me interesan los debates sobre la "turquidad", el paso de lo otomano a lo turco y lo que eso significa.
  • la desmitificación de los protagonistas. Ni seres puros de luz ni (solo) asesinos sin escrúpulos. Por ejemplo, Ataturk, presentado como un tipo en el que a su liderazgo más o menos innato se suman buenas dosis de contingencia, oportunismo y azar. Otro ejemplo, el propio Movimiento Nacional liderado por Ataturk, algo así como una revolución francesa a la turca, un movimiento popular de liberación frente a un antiguo régimen representado por el sultán y un movimiento "nacional - populista anatolio"
  • su lectura más o menos "fácil". Personalmente, poco o nada sabía del momento y lugares de los que habla el texto y creo que no me he perdido demasiado. Indudablemente, mérito del autor y no el lector.
En el lado menos positivo estaría:
  • su carácter más documental que analítico. No tengo claro si esta es una "pega" en sí misma, pero sí que es cierto que hecho en falta algo de análisis, sobre todo si lo comparo con el ya citado Sonámbulos.
  • ciertos saltos temporales que enmarañan la narración de los hechos y hacen que el texto caiga en algunas reiteraciones.
  • el mayor peso de los hechos que ocurren en la parte occidental (Anatolia occidental, Estambul, Tracia oriental) que en la parte oriental (Irak, Siria, Cáucaso). A la vista de la situación sociopolítica actual en Oriente Medio, me hubiera gustado más detalle al respecto. 
  • escaso desarrollo de las "relaciones" Ankara - Estambul o Movimiento Nacional - Imperio en el período inmediatamente posterior al final de la PGM en el que coexistieron (de aquella manera, eso sí) ambos centros de poder.
Podría seguir, pero creo que es más que suficiente para que os hagáis una idea de este Los últimos días del Imperio otomano, un texto más que recomendable para tener una idea de conjunto alejada de generalidades de un período histórico y unos acontecimientos no tan lejanos a nuestros días.

lunes, 26 de febrero de 2024

Lea Ypi: Libre. El desafío de crecer en el fin de la historia



Idioma original: inglés
Título original: Free. Coming of Age at the End of History
Traducción: Cecilia Ceriani
Año de publicación: 2023
Valoración: muy recomendable.

 

Para la gran mayoría del planeta (no solo de sus vecinos de la vieja Europa) Albania fue, durante mucho tiempo, una especie de enigma absoluto, solo comparable al que, aún, y no sé si eso va a durar mucho tiempo, representa Corea del Norte. Un país aislado en su empecinamiento de representar un ejemplo de la aplicación de ciertos ideales que son, casi todos, perfectos en lo téorico y desastrosos en lo práctico (lo cual siempre se suele achacar a la naturaleza humana). Allá por el periodo posterior a la II Guerra Mundial y en el estéticamente fascinante periodo de la guerra fría, fue un pequeño territorio aislado, al lado de los Balcanes que se embarcó, liderado por uno de esos dudosos líderes, Enver Hoxha (que suelen compartir destino simbólico con otros dictadores cuando las enormes estatuas con sus efigies son abatidas entre alborozo general, y esas imágenes se constituyen en símbolos de la liberación de sus pueblos), en una suerte de regimen hermético, rechazando a partes iguales el imperialismo capitalista y el soviético.

Aunque la caída de este último fuera, pensemos que por capilaridad, lo que sumiría al país en una abrupta transición, no por casualidad contemporánea con la elevada inestabilidad en la zona que suele envolverse en el paraguas conceptual del conflicto de los Balcanes. Un aperturismo súbito y casi narcótico que sumió a sus habitantes en una desorientación de identidad que se redujo, en la práctica, a unas cuantas fotos sensacionalistas de buques llegando a puertos italianos repletos, sobre todo, de hombres de aspecto cansado y algo oscuro, como siempre, seguimos así, huyendo hacia un futuro mejor. 

Aún así, si a este humilde comentarista de lo cultural le preguntan por albaneses de origen, mi pareja de elegidos no puede ser más heterodoxa: Ismail Kadaré y Dua Lipa.

Lea Ypi ni siquiera figura en la escueta solapa de Libre como escritora, me atrevería a afirmar que, salvo que el éxito crítico de este libro provocara lo contrario, quedará como una especie de one hit wonder literaria, aunque es posible que se genere cierta curiosidad y se indague sobre artículos de perfil profesional, pues es profesora universitaria en Londres y Australia especializada en marxismo y teoría crítica, cuestión que surge en el texto y que aleja cierto fantasma al que este tipo de obras puede ser proclive. Ypi se declara marxista y este Libre no está escrito ni desde la nostalgia ni desde el rencor. Lo cual, como mi valoración ya os advertía, es un poderoso punto a favor. Ya desde la portada, una fotografía de una lata de Coca Cola vacía usada a modo de jarrón decorativo en una casa albanesa, se percibe lo que es Libre, y lo que justifica su subtítulo. El desafío de crecer en el fin de la historia. Pues Ypi es una niña, una adolescente que crece en un entorno que cambia a velocidad de vértigo. Que observa un mundo precario e hipercontrolado gobernado  por lo que poco cuesta verificar como absurdo: el racionamiento, las colas para acceder a los productos básicos, el control gubernamental especialmente (la envidia es la mejor espoleta para cualquier revolución) celoso en la  filtración de información respecto a lo que pasara más allá de sus fronteras. Una obsesión infantil: los albaneses aprendían italiano para ver frívolos programas de variedades de la RAI, porque otra obsesión de los regímenes dictatoriales es proclamar una especie de férrea moral pública donde cualquier desviación se contempla como un peligroso asomamiento a la posibilidad de la libertad de elección, individual y colectiva. 

Diría que debería haber un punto medio entre la cruel disyuntiva entre la democracia liberal, que deja a todos a su libre albedrío aunque lleve a la autodestrucción y ese estado incautador y paternalista que decide hasta el gusto que debe tener tu dentífrico. Es una vieja controversia, pero Ypi no se solaza en ella. Habla de la infancia y la juventud como patria de las personas, escribe con eficacia y oficio sobre esa vida en la que el aparato estatal captaba acólitos para denunciar ya no disidencia, sino semilla o incipiencia de ésta, de los tímidos conatos de apertura cuando Hoxha fallece y su red de funcionariado es incapaz de contener el estallido de la voluntad del pueblo. Habla de todos los eufemismos empleados en las conversaciones del día a día para evitar afrontar una realidad incómoda y asfixiante. Lo hace de un modo cercano y confidente, sea de anécdotas intrascendentes o de cuestiones como la separación familiar o el desarraigo. Al margen de que el tema pueda resultar, décadas después, fascinante y de interés, el resultado literario ya es muy valioso por sí solo.

domingo, 25 de febrero de 2024

Junji Ito: Sensor

Idioma original: japonés

Título original: センサー (Sensā)

Año de publicación: 2019

Traducción:  Olinda Cordukes Salleras

Valoración: está bien

Hoy por hoy, Junji Ito probablemente sea el mangaka más conocido en Occidente, fuera del ámbito de los aficionados al género, claro. Esto se debe, sin duda, a su estilo tan reconocible y perturbador, pero también a que lleva más de treinta años dedicándose al tema y en ese tiempo ha realizado multitud de mangas, más o menos rompedores y más o menos bizarros: también otros que pueden se considerar casi como mainstream, aun dentro de su rareza, como es el caso de este Sensor, interesante ejemplo, pero que, ya aviso, tampoco se encuentra, creo yo, entre lo mejor de su autor.

Resumen resumidillo: la joven Kyôko Byakuyo pasea un día cerca del volcán Sengoku cuando percibe en el aire unos cabellos dorados, que al principio ella confunde cn los llamados "cabellos de pele" que puede soltar el volcán. En éstas,  conoce a un muchacho que la lleva a su pueblo, Kiyokami, donde todo refulge al estar recubierto por esos cabellos dorados que además, al parecer, dotan a sus habitantes de clarividencia y todo, según ellos, gracias al dios Amagami y a Miguel, un misionero cristiano de la época del shogunato. En fin, no me voy a extender más, porque son muchos los giros y vicisitudes que se suceden a lo largo de la trama, con la hermosa Kyôko convertida en una fugitiva de cabellera dorada, buscada tanto por un reportero llamado Wataru Tsuchiyado como por la secta Indigo Shadow, que quiere acceder a través de ella a unos supuestos registros akáshidas que contienen todo el saber del Universo. Además, encontramos aquí insectos suicidas, espejos de tráfico espías y algún que otro salto en el tiempo -por lo visto, la primera intención de Ito, seguida luego por él sólo a medias,  era desarrollar una serie de episodios independientes con sucesos sobrenaturales o extraordinarios, de los que serían testigos e hilo conductor primero Kyôko y luego el reportero Tsuchiyado-; en fin, todo el despliegue imaginativo habitual con este autor, aunque ya digo que aquí un tanto rebajado o amoldado a los gustos del gran público. 


Aún así, resulta un manga cuando menos entretenido y, sobre todo, dibujado con su exquisito trazo habitual, sobre todo en el caso de las féminas. Puede ser, por tanto, una buena manera de acercarse (sin asustarse, quiero decir) a la obra de este peculiar mangaka, pero teniendo siempre en cuenta que su universo bizarro y a ratos terrorífico no se queda en esto, ni mucho menos...

Otros libros del sin par Junji Ito reseñados en este no menos singular blog: Aula demoníacaUzumaki

sábado, 24 de febrero de 2024

Jenni Fagan: Maldición

Idioma original: inglés

Título original: Hex

Traducción: Jesús Cuéllar

Año de publicación: 2022

Valoración: Decepcionante


Los procesos de las brujas de Berwick, a finales del siglo XVI, son algunos de los más conocidos entre los muchos que tuvieron lugar en Europa en busca de poderes oscuros, curaciones sospechosas y maleficios. Al parecer, el rey Jacobo volvía de su boda en Dinamarca y fue sorprendido por terribles tormentas, lo que provocó que se buscaran responsables de causar semejantes fenómenos para acabar con él. Mediante el uso generalizado de la tortura comenzó el habitual reguero de delaciones, mientras se vengaban viejas rencillas, se doblegaba a gentes incómodas y se consolidaba el terror frente a la disidencia o simplemente frente a conductas que pusieran en cuestión el orden religioso, moral y, finalmente, político.

Jenni Fagan toma como protagonista a una de aquellas brujas, Geillis Duncan, apenas una adolescente que por algún motivo fue elegida para ser eliminada y cuya confesión, obtenida de aquella manera, sirviese de paso para condenar a otras mujeres de mayor significación pública, en especial Euphame McCalzean, cuya posición social y económica suscitaba ciertos deseos de quitarla de en medio. Geillis va a ser ajusticiada, y en su celda, donde ha sido violada repetidas veces, recibe la visita de Iris, una mujer del siglo XXI que le acompaña en sus últimas horas. 

Lo que parece podría ser una narración llena de fantasía de tintes góticos se convierte sin embargo en otra cosa. En vez de recibir a un ser extraordinario procedente del futuro, se diría que el carcelero ha dejado entrar en el calabozo a una amiga de Geillis para que la pobre tenga un poco de conversación antes de morir en la horca. De manera que Iris, obviamente solidarizada con la presunta bruja, se dedica durante unas cuantas páginas a colocar el discurso feminista propio de su época. En la base de los procesos por brujería, parece defender Iris, no hay un fondo de incultura popular, de alienación religiosa, intereses pueblerinos o maniobras políticas, solo el deseo de castigar a mujeres por el hecho de serlo, el impulso depravado de hombres obsesionados por la integridad de sus pollas (sic), una especie de miedo atávico frente a aquellas a quienes no pueden someter de otra forma.

Y bueno, el resto de las largas conversaciones entre la víctima y su visitante no pasa de ser una charla insulsa, llena de lugares comunes, reflexiones sobre la injusticia y la violencia, peroratas apenas disfrazadas de patetismo y ramalazos líricos, fogonazos de magia injustificada, todo lo cual tiene como mayor virtud la brevedad de sus apenas cien páginas.

No era mala la idea, y daba para montar una historia quizá atractiva. Tampoco era desdeñable la posibilidad de levantar una reflexión sobre un posible enfoque de género en la persecución de la brujería, o un juego de contrastes entre la perspectiva ideológica de nuestro siglo y la de los inicios de la Edad Moderna. No sé, había posibilidades de hacer unas cuantas cosas interesantes, tal vez en otros formatos, pero Jenni Fagan elige la peor opción, una sucesión de diálogos, a veces monólogos sucesivos, sin nervio, con un fondo forzado y nada creíble que a veces suena a representación escolar, por mucho que se adorne con una especie de acotaciones que presentan cada escena de modo más bien efectista.

Solo las últimas páginas tienen un tono más intenso, imágenes más sugerentes y un ritmo más vivo. Bien habría hecho Fagan en aplicar el mismo criterio al resto del libro. Pero aunque este último empujón deja un sabor algo más gratificante, ni aun así nos libra de la decepción. 


viernes, 23 de febrero de 2024

Lina María Parra Ochoa: La mano que cura

Idioma original:
Español
Año de publicación: 2023
Valoración: Está bien

La mano que cura va sobre una familia desgarrada por la muerte del padre. También va sobre una madre y una hija que tienen «los poderes», y sobre cómo cada una de ellas aprendió a usarlos gracias a la intuición propia y la tutela de su mentora. 

Es el debut novelístico de la colombiana Lina María Parra Ochoa, y creo sinceramente que apunta maneras. A fin de cuentas, demuestra que la escritora sabe plantear historias con hondura emocional, estructurarlas a través de un desorden conveniente, redactar pasajes con solvencia y echar mano de recursos estilísticos efectivos cuando se tercia. 

Aun así, tiene margen de mejora, ya que acusa cierta repetición y las voces de los distintos personajes no siempre se diferencian tanto como debieran. A eso hay que añadir un par de decisiones narrativas desconcertantes: la tendencia a agrupar ideas en un solo párrafo cuando quedarían mejor divididas en varios, ciertos arrebatos poéticos que rozan la pretenciosidad y la tardía implementación del guion doble para señalar diálogos (si no me equivoco, se usa por primera vez en la página 84).

Por lo demás, la historia fluye correctamente. En ocasiones, insisto, se puede antojar repetitiva, y hay alguna escena que aporta información de manera apresurada (por ejemplo, aquella en la que se nos cuenta sobre la relación entre Ana Gregoria y Luz). Sin embargo, en general todo cala correctamente, se explican orgánicamente los acontecimientos pasados, se anticipan adecuadamente los futuros y se recurre a trazadas estilísticas efectivas (como bautizar tarde al padre para humanizarlo). Ya digo que Lina María Parra Ochoa apunta maneras.

jueves, 22 de febrero de 2024

Annie Ernaux: La otra hija

Idioma original: francés
Título original: L'autre fille
Traducción: Lydia Vázquez Jiménez en castellano para Cabaret Voltaire
Año de publicación: 2023
Valoración: muy recomendable


En el campo demasiadas veces criticado de la autoficción (también a veces denominado “literatura del yo”, nombre que no me acaba de gustar pues tiene cierto rasgo egocéntrico), hay casos y casos. Porque si bien hay autores que pretenden construir una obra literaria en torno a ellos a partir de algún suceso sin especial relevancia, hay otras ocasiones en los que la vida del autor es tan amplia, rica y nutrida de sucesos que es inevitable que su obra gire en torno a ellos pero que se expanda y nos alcance hasta hacerlas incluso nuestra por empatía o por confluencia. Aún y así, incluso en esos casos, la calidad literaria dependerá, no únicamente del relato en sí, sino de la visión que se le quiera dar, de la amplitud de la mirada, del alcance de los expuesto y de donde se quiere llegar con ello. Y claro, Annie Ernaux, tiene mucho que contar, y es innegable que sabe muy bien cómo hacerlo.

En este libro basado en la propia experiencia de la autora (como la mayoría de ellos), Ernaux narra un episodio clave en su vida: el descubrimiento, a los diez años, no únicamente de que ella era la segunda hija de sus padres, sino también de que su hermana murió antes de que ella naciera. Así, descubre que tenía una hermana fallecida, aunque ella no la consideró como tal al momento de saber de su existencia porque, tal y como cuenta en este libro en forma de carta que escribe a su hermana, «según el registro civil, eres mi hermana (…) pero tu no eres mi hermana, nunca lo fuiste. No hemos jugado, comido, dormido juntas. Nunca te toqué, nunca te besé. No sé de qué color tienes los ojos. Nunca te he visto. No tienes cuerpo ni voz, solo eres una imagen plana en unas cuantas fotos en blanco y negro (…) llevabas dos años y medio muerta cuando nací yo». Y esa realidad la conmueve y la perturba, pues es difícil y terrible constatar que «ya muerta, entraste en mi vida en el verano de mis diez años».

Con esta dureza expone el desconcierto ante la presencia de una constante ausencia y la autora es especialmente contundente acerca del momento de su revelación cuando, de manera accidental, oye a su madre hablar con una amiga de su hija que murió de difteria a los seis años, una hija de la que a Annie no le habían contado nada «para no apenarla» y sobre la que oye a su madre decir que era «más buena que ella». Dos palabras, “más buena”, que duelen, que hieren, que carcomen a una niña de tan solo diez años, a quien comparan con una hermana difunta y que causan que la autora afirme que «entre mi madre y yo, dos palabras. Se las hice pagar caro» y la constatación de no ser hija única, de ser consciente de que «había vivido en mundo de ilusión. Yo no era única. Había otra, surgida de la nada. Así que todo el amor que creía estar recibiendo era falso». Una ausencia marcada que nota en sus padres, en sus miradas, en su estado, cuando constata, repasando fotos antiguas de sus padres al poco de nacer ella, al percibir nítidamente que «estás allí, entre ellos, invisible. Eres su dolor» y, siendo su dolor, hace que se establezca entre ellos una barrera emocional, un cisma respecto a sus padres pues «no podía o no quería (…) entrar en el dolor de ellos. Era anterior a mí, ajeno a mí. Me excluía».

Con este relato, Ernaux nos detalla la dificultad y la tristeza de vivir a la sombra de una hermana a la que nunca conoció, pero que vivió a la vez que ella en los corazones y la memoria de sus padres. Una hermana silenciada, aunque eternamente omnipresente envuelta en un silencio que les protegía también a ellos, pues «te ponían fuera del alcance de mi curiosidad, que les habría destrozado», aunque «no les reprocho nada. Los padres de un hijo muerto no saben lo que produce su dolor en el que está vivo». Y, a pesar de ello, la autora escribe este libro con ciertas dudas de su intencionalidad, tal vez para entender lo sucedido, tal vez porque echa en falta a su hermana, tal vez para cerrar un círculo sin tener clara su intencionalidad al hacerlo hasta el punto de que constate y se cuestione si «¿acaso estoy escribiéndote para poder resucitarte y poder matarte de nuevo?». Quizás es algo más sencillo que eso, quizás es algo más puro, quizás «escribirte no es más que eso, constatar tu ausencia» y, en cierto modo, también extrañarla.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Colaboración: La sombra del kasha de Miyuki Miyabe

Idioma original: japonés

Título original: Kasha (火車)

Traducción: Purificación Meseguer Cutillas

Año de publicación: 1992

Valoración: recomendable


Ya que está tan de moda el city pop japonés, qué mejor oportunidad para usarlo de soundtrack que disfrutar de un thriller ambientado en el Tokio de los 90s. Luces de neón, rascacielos, oficinistas, yakuzas, colegialas con uniforme de marinero, ¿qué más quieres?

Novela escrita por la Agatha Christie japonesa, la Henning Mankell nipona, la Stephen King del lejano oriente... bueno, me entienden. Miyuki Miyabe es toda una celebridad del mundo literario en Japón, aunque su trayectoria literaria tuvo un inicio curioso. Después de graduarse de una escuela técnica, Miyabe-san trabajó en un bufete de abogados como mecanógrafa, muy útil para escribir novelas policíacas. Ya bien entrados sus veintes, entró a un taller de escritura donde profesionalizaría su afición a la escritura. Hasta la fecha, no ha parado de escribir de manera compulsiva.

La novela aborda directamente el problema del sobreendeudamiento, que se volvió especialmente problemático durante la década perdida. El fácil acceso al crédito en los años previos al estallido de la burbuja económica llevó a muchos japoneses a acumular deudas insostenibles. “Kasha”, la carreta en llamas que lleva a las almas al infierno, me parece una buena metáfora para el espiral de endeudamiento y descenso hacia ese bajo mundo de vicios, juego y deudas. La novela también nos presenta una visión crítica del sistema de crédito japonés y su impacto en la identidad individual. A través de la historia, Miyabe sugiere que el valor de una persona se ha reducido a su solvencia financiera o historial de crédito. La trama pone de relieve cómo la crisis económica y el sistema de crédito afectaron profundamente la percepción de la identidad y el valor personal, llevando a algunos a adoptar medidas extremas para escapar de sus deudas (el seppuku ya no es exclusivo de los samuráis).

Miyabe ya era toda una experta en el oficio de escribir novelas de género cuando escribió "Kasha". Una novela policíaca de manual, en el buen sentido de la palabra. Miyabe desarrolla la trama a un muy buen ritmo, aunque tarda un poco en arrancar. Los giros de trama no son abruptos ni del todo inesperados, pero todo el conjunto da una sensación de coherencia y de redondez, donde no se dejan cabos sueltos. Los personajes principales están bien desarrollados, aunque algunos de los personajes secundarios carecen de profundidad y se cae en los estereotipos. Esto podría deberse al enfoque en el desarrollo de la trama y los temas sociales más que en la exploración profunda de cada personaje. Fuera de eso, es sin duda un libro recomendado para aquellos que añoran el fax y los directorios telefónicos.

Nota: La portada de esta edición es horrenda y no tiene nada que ver con la trama, si pueden, arránquenla.

Firmado: Alain Ríos

martes, 20 de febrero de 2024

Belisario Flores: La isla trasnochada

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2016

Valoración: Recomendable

Bolivia. Segunda década del siglo XX. Evo Morales lleva ya un tiempo en el poder y las élites más o menos tradicionales han perdido peso en el país. Por si fuera poco, la situación está jodida y un grupo de gente (Los sublimes, para más señas) de nivel económico alto decide encerrarse en un centro comercial a la espera de que lleguen los gringos para rescatarlos y llevarlos a los Estados Unidos. Esta es la premisa de una novela que no es otra cosa que una sátira despiadada de una parte de la sociedad boliviana que los autores conocen bien, un parte de la sociedad terriblemente hipócrita, racista, sexista, etc.

¿Los autores? Sí, los autores. Porque Belisario Flores es el seudónimo de Mario Murillo y Diego Loayza, así que La isla trasnochada es una novela a cuatro manos en la tradición de Bioy y Silvina, Gabo y Vargas Llosa (¿o lo de estos y las manos fue otra cosa? o Carmen Mola (quienes, por cierto, no molan una mierda, además de ser seis manos en lugar de cuatro).

Bueno, el caso es que esta es una novela en la que hay un "coach ontológico" que vendría a ser un Paulo Coelho (aún más) buenorro, expresidentes de Gobierno, militares, futbolistas, financieros, adultos y jóvenes pasados de rosca.. un texto en el que se mezclan lo divertido, lo absurdo, lo grotesco y lo trágico en lo que podríamos llamar un "esperpento a la boliviana".

Pero lo exagerado no excluye elementos más "profundos" en la novela. Ya sabéis, lo grotesco como espejo deformante de la realidad. Así que en La isla trasnochada hay sociología, hay antropología social, hay un "estudio" sobre cómo evoluciona un grupo humano reducido en una situación de tensión extrema y en un ambiente cerrado, sobre el tránsito de una sociedad perfecta a una pesadilla, sobre fantasías y deseos inconfesables en tiempos convulsos. Claro, ¡en algo se tiene que notar que los autores  son dos señores sociólogos!

Quizá lo único que se puede achacar a la novela es un exceso de personajes que hace que algunos de ellos queden escasamente perfilados. Entiendo que son arquetipos que pueden cumplir su función en la novela, pero su número se antoja excesivo.

Por último, mención de honor al lenguaje de la novela. ¡¡¡¡No os lo vais a creer pero los personajes no hablan como si fueran de Valladolid!!!!! Autores, escenarios y protagonistas son bolivianos y hablan en español de Bolivia (glosario incluido), como no podía ser de otra manera. Lo que parece lógico puede que tire al lector no boliviano un poco para atrás. No lo hagáis, tenemos un idioma común de una riqueza brutal y este libro es buena muestra de ello. 

lunes, 19 de febrero de 2024

Sergi Pàmies: A las dos serán las tres

 

Idioma original:
catalán
Título original: A les dues seran les tres
Traducción: el propio autor.
Año de publicación: 2023.
Valoración:muy recomendable
 
A mera presentación, dado que no he reseñado jamás a Pàmies (Santi sí lo hizo hace ya algunos años), diré que las primeras veces que le vi hablar (es una presencia habitual en prensa escrita y medios audiovisuales en Catalunya) me chocaba algo ese tono socarrón y cercano y me parecía como demasiado inspirado en Quim Monzó. Luego, con el tiempo, y a fuerza de prestarle atención a su locuacidad (y a la vez que Monzó se fue haciendo menos visible) ya empecé a comprender su voz propia. Pequeños hechos sobre su vida: nació en París donde su madre - escritora en el exilio - y su padre - político comunista en el exilio - se encontraban. Nacido en 1960, se trasladó a Barcelona cuando se había escolarizado en francés. Por eso (no gracias a eso) es traductor habitual de Amélie Nothomb. 
 
No voy a tenérselo en cuenta.
 
A las dos serán las tres es una colección de cuentos cuyo tinte autobiográfico no se pretende enmascarar. Curioso, no hay un cuento con el título del  libro que parezca ser enblema del libro. Y algunos de esos diez relatos ni siquiera tienen una trama con sus personajes, son más bien retales que podrían componer una especie de capítulo crepuscular de una biografía algo alterada. No es que Pàmies quiera hacernos pasar estos relatos por autoficción. Al contrario, el aderezo de circunstancias personales es constante y estamos ante un ejercicio de tímido exhibicionismo (permitidme el oxímoron) en el que Pàmies apela a la intimidad con la precisión quirúrgica tan medida que la opone al sentimentalismo. Y juega con el lector desde el primer momento: el primer cuento habla de la virginidad como de un objeto que se ha perdido y está en algún rincón. Esta pequeña broma no perdura y los relatos combinan pura gestualidad casi situacionista - el escritor escondido en la cama de su habitación mientras cree oir como un ladrón ha accedido a su vivienda y está desvalijándola - con elementos de mayor enjundia, como su convivencia con algún tótem del imaginario literario catalán - Vázquez Montalbán - en el ámbito de vuelos y congresos literarios. Un curioso relato que viene a ejemplificar a los autores como seres con limitadas habilidades sociales. Insisto en su habilidad para eludir a partes iguales frivolidad y trascendencia. No pocos cuentos mencionan a sus ascendentes y ni un segundo de impostación.
 
Pàmies, culo inquieto que mantiene una presencia en medios y al que recomiendo hacer caso, demuestra en A las dos serán las tres que su contacto constante con la actualidad cultural le permite adaptar su mensaje literario. Descripciones, las justas, diálogos, a cuenta gotas y con un exquisito sentido de la contención. Apenas una centena de páginas que, imagino, Pàmies ha despojado de oropel y superficialidad. Así nos quedamos con esa sensación. La de un escritor de oficio que decide con toda libertad sobre qué escribir. Aquí. sobre sí mismo y sobre cómo encara la madurez absoluta, y aunque su forma de encararla sea socarrona y juguetona, también es absoluta su sinceridad.
 

También de Sergi Pàmies en ULAD: Aquí

domingo, 18 de febrero de 2024

Santi Pérez Isasi: El edificio

Idioma: español

Año de publicación: 2023

Valoración: fatal Más que recomendable 

Vayamos por partes...

Qué no es El edificio:

-El edificio no es un ensayo de Robert Venturi sobre arquitectura postmoderna.

-El edificio no es un informe técnico más memoria de calidades presentada para la construcción de la Torre Willis (antes Sears) de Chicago, durante un tiempo el rascacielos más alto del mundo.

-El edificio no es un capítulo del libro Territorios improbables, de Pedro Torrijos (aunque bien podría serlo).

-El edificio no es un recopilatorio de las mejores historietas de 13, Rue del Percebe (aunque también podría serlo).

-El edificio no es el guión de un capítulo de Aquí no hay quien viva o La que se avecina.

-El edificio no es una parte del Génesis en la que Yahvé se carga (otra vez) a un montón de gente por medio de un diluvio y por sus cojones morenos.

-El edificio no es un plagio de La residencia de los dioses, pero ambientado en Babilonia o el Antiguo Egipto, en vez de en la Galia dominada (o casi) por los romanos.

-El edificio no es un análisis semiótico-literario de La vida instrucciones de uso, de Georges Perec.

-El edificio no es una fábula distópica que sirva de respuesta a alguna pregunta que nos podamos hacer (o quizá sí).

-El edificio no es una fábula distópica que nos plantee alguna pregunta que podamos responder (o quizás también).

Qué sí es El edificio:

-Así pues, El edificio es una distopía que, si bien no plantea preguntas ni proporciona respuestas, resulta estremecedoramente plausible y hasta probable.

-El edificio es una colección de microrrelatos que, ¡oh, sorpresa!, todos juntos conforman un macrorrelato al que incluso podemos llamar novela... (Venga, sí, llamémoslo novela)

-No sólo novela: El edificio es además una novela de ciencia-ficción. Más de ficción  que de ciencia, tampoco os voy a engañar... Pero de la buena.

-El edificio es una metáfora del capitalismo, de la sociedad occidental metida en su (nuestra) torre de marfil, de cualquier civilización que en el mundo ha sido o será y que está condenada a la entropía hasta su desaparición.

(Claro que el capítulo 27 explica: "El edificio tampoco es un símbolo ni una metáfora; reducirlo a un símbolo o una metáfora sería como decir que no existe , y el edificio, si algo hace, es existir"... Pero eso es algo que, después de todo, dice el autor y qué va a saber él de este libro).

-El edificio es, por tanto, un drama apocalíptico que representa y resume toda la entropía a la que está abocada nuestra época.

-El edificio es, también, una comedia apocalíptica que representa y resume toda la entropía a la que está abocada nuestra época.

-El edificio es una novela condenadamente divertida, a pesar de haber sido escrita por todo un Excelentísimo e Ilustrísimo señor profesor de Literatura de la Facultad de Letras de la Universidad de Lisboa (si en castellano suena serio e importante, imaginaos en portugués).

-El edificio es un libro muy bien escrito porque, bueno, en algo se tiene que notar que su autor es todo un Excelentísimo e Ilustrísimo etc., además de traductor al español de José Luís Peixoto y Hélia Correia y padre fundador, amén de reseñista master & commander del mejor blog de reseñas literarias que existe, ha existido o existirá jamás. Amén.

-El edificio es un libro delgadito (150 capítulos a una página por capítulo) que se lee en un santiamén; es decir, que por una inversión mínima en tiempo y dinero, no sólo pasaréis un rato estupendo, sino que podréis darles en tós los morros a esos amigos hipsters gafapastas y culturetas que siempre andan presumiendo de leer a escritores ex-yugoslavos raros o argentinos conocidos en su casa a la hora de comer. Pues con El edificio lo van a flipar...

-El edificio es el libro en el que se va a comentar la fama y el prestigio como escritor de Santi Pérez Isasi y que, sin duda, en un futuro quizá no muy lejano le llevar a ganar el Premio Nobel de Literatura, arrebatándoselo a veteranos farsantes como el Murakami malo o el nefasto Houellebecq, en su última oportunidad de conseguirlo. Aprovechad para leerlo ahora y partipad desde el principio en su leyenda.

Sobre la valoración: os puedo prometer y prometo (qué viejuno suena eso) que no se debe a que el autor del libro sea el padre fundador de este blog, pagador de nuestros suculentos emolumentos y un tirano que nos azota con su cinturón si no cumplimos cada uno de sus absurdos caprichos muñidor de nuestros sueños y esperanzas, además de ser un tío bien majete... es que el libro está muy bien, de verdad.


Otros libros de Santi Pérez Isasi reseñados (magníficamente, que todo hay que decirlo) en Un Libro Al Día: Ilustre Ruritania Ilustrada, Imposibles impensables

sábado, 17 de febrero de 2024

Bora Chung: Conejo maldito

Idioma original:
Coreano
Título original: 저주 토끼
Año de publicación: 2017
Traductor: Álvaro Trigo Maldonado
Valoración: Muy recomendable (aunque algo irregular)

Corea (la del Sur) está de moda: en la música, el K-Pop hace estragos entre los/as más jóvenes; en cine, Parásitos arrasó hace solo unos pocos años; en series, El juego del calamar es un éxito mundial; en literatura, Han Kang es quizás la más visible y reconocida de un conjunto de escritores, y sobre todo escritoras, que han conquistado a los lectores globales en los más diferentes géneros y estilos. A este grupo, y a esta tendencia, se une ahora Bora Chung, una autora con una obra ya moderadamente extensa (tres novelas y tres libros de relatos), y cuya última colección de cuentos, Conejo maldito, fue seleccionada para el International Booker Prize en 2022. Ahora, este libro llega a España de la mano de AlphaDecay, en traducción de Álvaro Trigo Maldonado, y ha sido recibido, al menos entre los aficionados a lo fantástico, lo ominoso o lo extraño, con bastante alborozo.

Realmente, es muy difícil asignar un género específico a este volumen de relatos, en primer lugar porque los propios límites entre unos y otros son borrosos y móviles, sino porque la propia autora parece querer ofrecer un muestrario de las diversas variantes de la imaginación ficcional, de lo maravilloso al estilo de Las mil y una noches a la ciencia ficción de robots; de lo fantástico a lo bizarro; de lo mítico a lo cotidiano, aunque siempre con un giro inesperado y sorprendente. De hecho, lo único que creo que vincula a todos los cuentos es precisamente eso: contener algún elemento imposible, inverosímil, no necesariamente sobrenatural, que a veces se inserta en un mundo "realista", mimético del nuestro, y en otros casos existe en un universo propio y diverso. 

Personalmente, los cuentos que más me han gustado, con diferencia, son los del primer grupo: aquellos que se sitúan en universos semejantes al nuestro, en contextos muchas veces cotidianos y vulgares, en los que lo ominoso, lo sobrenatural, se entromete con consecuencias humorísticas o terroríficas. El primero, "Conejo maldito", es un perfecto ejemplo de esto: la historia de una familia dedicada a crear artefactos malditos (como el conejo del título, que en realidad es una lámpara de porcelana) se entrelaza con una historia de luchas empresariales y artimañas legales con una naturalidad maravillosa. En la misma línea que cruza el realismo (casi) social con lo fantástico se sitúa "Mi dulce hogar", que habla sobre las desventuras de un matrimonio que acaba de comprar un edificio desvencijado, que quizás esconda entre sus paredes algo más que la basura de una de sus últimas inquilinas.
 
También es magnífico y sorprendente "La cabeza", en el que una mujer descubre un ser que le habla desde el váter, que le llama "mamá" y que dice estar compuesto por sus excrementos y otros residuos corporales. Bora Chung consigue llevar hasta una conclusión redonda un cuento escatológico que se podía haber confundido en un chiste fácil. Algo parecido sucede en "La regla", el cuento más transparentemente reivindicativo del libro, en el que una mujer se queda embarazada por tomar sus comprimidos anticonceptivos de forma incorrecta, y es presionada por su familia y por la sociedad para encontrar un marido cuanto antes, porque lo contrario sería, en fin, desastroso. "El reencuentro" y "Los dedos fríos" podrían incluirse en este grupo, aunque son menos originales, configurándose como historias de fantasmas bastante tradicionales.

Frente a estos cuentos que encajarían, mejor o peor, en el género de lo fantástico, y que en mi opinión componen lo mejor del libro, otros cuentos se sitúan en mundos de fantasia o de magia que relacionamos con los cuentos tradicionales maravillosos o con lo que en inglés se llama fantasy. El mejor de este segundo grupo es en mi opinión "Cicatrices", en que un niño es mantenido prisionero en una cueva por un monstruo gigantesco que solo lo visita para picotearlo salvajemente - hasta que el chico consigue escapar. Algo menos me ha gustado "La trampa", que parte de un encuentro fortuito con un zorro que sangra oro fundido, lo que, como suele suceder en estos cuentos, despierta una avaricia inhumana en el hombre que lo encuentra. "El amo del viento y la tierra" se sitúa en un mundo exótico, desiértico y mágico, en el que un barco puede volar y un pez puede aparecer enterrado en medio de la arena. Por último, aislado del resto y, en mi opinión, en un escalón inferior, se encuentra "Adiós, amor mío", una historia de amor entre un ingeniero y un robot que no me parece que añada mucho a relatos semejantes de Ted Chiang, o a películas como Her o Ex Machina.

En conjunto, no hay duda de que el nivel de los cuentos de Conejo maldito es muy alto, y que este libro atesta tanto la inventiva aparentemente inagotable de la autora, como su capacidad para manejar diferentes géneros y registros. Tampoco me parece que haya duda de que no todos los cuentos están al mismo nivel, ni todos son igual de originales. En cualquier caso, es un libro que seguro que hará disfrutar a casi cualquier amante de la fantasía, el terror o lo bizarro, porque tiene algo para cada tipo de lector.

viernes, 16 de febrero de 2024

Hiroki Takahashi: Okuribi. El festival de los muertos

Idioma original: Japonés
Título original: 送り火
Traducción: Laura Beatrice Stetco Kerekes
Año de publicación: 2018
Valoración: Entre recomendable y está bien

Ayumu, que ya ha cambiado de escuela en otras ocasiones debido a los traslados laborales de su padre, se va a vivir una temporada con su familia a un pueblo rural. Allí conoce a Akira, un chico de su clase que capitanea a un grupito de amigos. Entre ellos está el tímido Minoru, a quien los demás tratan a menudo con crueldad e incluso violencia. Ayumu no participa activamente en los abusos, pero con tal de integrarse en el grupo los consiente.

Esta es la premisa de Okuribi. El festival de los muertos, novela de Hiroki Takahashi. Ganadora del Premio Akutagawa 2018, se lee de una sentada debido a su brevedad y la tensión que traspúan ciertas escenas. 

Personalmente creo que, si bien deja un regusto agradable, se queda corta en algunos aspectos. Tanto su prosa como sus personajes son funcionales, es cierto, pero a la vez que me han parecido algo básicos. En cuanto al clímax de la historia, lo encuentro excesivamente apresurado. Y el conjunto se podría haber orientado con más acierto hacia la transición de la niñez a la vida adulta del protagonista.

Habiendo dicho esto, no puedo negar que la novela funciona. Además de entretener, erige escenas realmente poderosas (pienso, por ejemplo, en esa que involucra ácido sulfúrico) y evoca un tono poético la mar de interesante. Quizá este tono poético que acabo de mencionar no es siempre necesario para que avance el argumento o se definan los temas, pero el conjunto es tan breve que una digresión puntual sobre el paisaje, la fauna o la mitología japonesa no molesta en absoluto.

Resumiendo: si bien Okuribi. El festival de los muertos no es una novela  especialmente memorable o lograda, la recomiendo por su efectividad y sensibilidad. Pese a no optar por ningún elemento grandilocuente, logra conmover y angustiar. Asimismo nos hace reflexionar, pues su retrato de la crueldad del ser humano no sólo señala a quienes ejercen la burla, la humillación y la violencia sobre otros, sino que también critica a aquellos que hacen la vista gorda para no complicarse la vida.

jueves, 15 de febrero de 2024

Hal Foster: El retorno de lo real

Idioma original: inglés

Título original: The Return of the Real

Traducción: Alfredo Brotons Muñoz

Año de publicación: 1996

Valoración: Difícil


Hal Foster es historiador y crítico de arte, o más bien teórico del arte, que yo creo que lleva una matiz algo diferente. Entre sus numerosas publicaciones, colaboraciones y trabajos para diversas universidades  e instituciones, El retorno de lo real se considera una de sus aportaciones clave, ahora reeditada en un volumen cuidado y elegante, como merece uno de los trabajos más sobresalientes en torno a las vanguardias de las últimas décadas del siglo pasado. No hará falta insistir en que la lectura será interesante, incluso imprescindible, para los aficionados (muy aficionados) a las artes plásticas contemporáneas, pero única y exclusivamente para ellos. El resto del mundo se puede ahorrar el esfuerzo que requiere, que no es poco.

Foster se centra, como digo, en las neovanguardias artísticas surgidas a partir de mediados del siglo XX, y las relaciona con las vanguardias históricas de los años 20-30, entrando de lleno en una polémica principalmente con Peter Bürger sobre si estos nuevos movimientos supusieron una mera revisión de los anteriores, o toda una reformulación de los viejos principios. Esta exposición, considerada el corazón del libro, no es sin embargo más que una parte del trabajo. Se tratan también otros muchos aspectos en torno a la evolución del arte en la época: el parentesco de fondo entre el minimalismo y el pop, el apropiacionismo y el arte abyecto, la influencia del neoconservadurismo de los años 90, o una muy interesante exposición sobre el doble punto de vista del espectador y del objeto observado. 

Si Foster llegase a leer esta reseña, cosa que me parece muy improbable, se reiría a gusto con mis simplezas, pero es lo que tiene la opinión de un aficionado. Aun así, no me quedaré sin decir (o sin criticar, que también) que resulta muy sorprendente que la inmensa mayoría de los artistas a los que Foster hace referencia, y son muchos, son norteamericanos, como si en ese último tramo del siglo XX no existiese más arte que el surgido en los Estados Unidos. O eso, o que al autor simplemente no le interesa nada de lo creado más allá de su país. Ya digo, sorprendente y un poco decepcionante.

Pero al margen de esto lo verdaderamente importante es dejar clara la naturaleza del texto para que nadie se equivoque. El libro no tiene en absoluto carácter divulgativo. Es un trabajo teórico en torno a determinados movimientos y tendencias, pero nada de paletas de colores, ideas básicas sobre la simplificación de formas o la influencia de unos ismos en otros, ninguna alusión al artista creando en su buhardilla (ni, en este caso, en su loft neoyorquino).  Por aquí desfilan, en medio de una bibliografía mareante, pensadores que han dedicado una parte notable de sus reflexiones al arte, como Deleuze, Benjamin, Barthes o Foucault, pero también otros que quizá no esperábamos, Derrida, Althusser, Saussure, Lacan. Porque el arte del que trata Foster está visto y analizado desde la antropología, el psicoanálisis, la filosofía o la semiótica, desde ópticas insospechadas que se entrelazan, teorías que se rebaten o se matizan.

Difícil, sí, bastante difícil. Tanto como leer en crudo a cualquiera de los autores que comentaba, a Einstein o a Freud (por cierto, muy presente en todo el libro), quizá más, porque se manejan conceptos complejos que provienen en línea recta de todas estas áreas sin ningún bálsamo que los suavice, al contrario, transformados en algo aún más hermético al cruzarlos y revisarlos a la luz de nuevas fuentes. Foster no pretende resultar inteligible, se dirige a esa pequeñísima comunidad de teóricos, artistas, filósofos y pensadores que viven en la abstracción, el aluvión erudito y la polémica privada. Es más, diría que a Foster le entusiasma moverse entre conceptos especialmente estratosféricos (recuerda un poco a cierta filósofa a quien no voy a citar para no desviar la atención, y a la que por cierto se menciona varias veces en el libro), se gusta inventando neologismos y retorciendo significados.

Así que en lo que a mí respecta, el crítico norteamericano ha logrado su objetivo de dejarme fuera, porque confieso que no he entendido quizá ni la cuarta parte. Y aun así reconozco que he disfrutado a ratos observando, aunque fuese con cara de tonto, porque la exposición es brillante, con momentos muy interesantes, propio de alguien que no solo cuenta con un bagaje ciclópeo sino que sabe bucear sin límite y examinar todas las posibilidades, todas las derivaciones de aquello que está estudiando. 

Creo que era Gompertz, que este sí juega en la liga de los divulgadores, el que aseguraba que los críticos y teóricos del arte se ven un poco en la obligación de vender erudición para hacerse valer en ese extraño mundo, porque comisariar una exposición y redactar su catálogo exige mantener un cierto nivel. Seguramente contribuyen a dignificar el arte en épocas tan propicias al descreimiento, a vencer las resistencias que los mortales, conscientemente o no, oponemos a la novedad y la creatividad, y eso hace posible el avance. Otra cosa es que la distancia a la que se colocan respecto al resto del mundo sea muchas veces excesiva, todavía más cuando el autor en cuestión disfruta observando desde su atalaya.


miércoles, 14 de febrero de 2024

Jon Fosse: Blancura

Idioma original: noruego
Título original: Kvitleik
Traducción: Carolina Moreno Tena en catalán para Galaxia Gutenberg y Cristina Gómez-Baggethun para Random House
Año de publicación: 2023
Valoración: recomendable


Debo confesar que Jon Fosse era un auténtico desconocido para mí (y creo que es algo extensivo a los miembros de ULAD) pues no teníamos ningún libro reseñado del reciente ganador del Premio Nobel de Literatura. Así que, entre que haya sido merecedor de tan reconocido galardón, junto con que sea un autor noruego (siendo la literatura escandinava una de mis preferidas), ha hecho que me haya adentrado en conocer su obra.

En este breve relato, que empieza in media res, sin en apariencia tener ningún propósito, parece que autor y protagonista comparten ese vacío momentáneo que el protagonista comparte y expone reconociendo que «no podía pensar en nada que quisiera hacer. Así que hice cualquier cosa. Subí a mi coche y conduje (…) seguí conduciendo hasta que el coche quedó totalmente atascado. Intenté dar la vuelta, pero no pude, así que detuve el coche» y «me sentí vacío, como si el aburrimiento se hubiera convertido en vacío».

De esta manera empieza este brevísimo libro, con el protagonista compartiendo una ansiedad por encontrarse en el final de un camino rural sin posibilidad de dar la vuelta, sin la opción de volver atrás en «la carretera más aburrida por la que uno puede conducir». Allí, al final del camino ve que no tiene salida, que delante de él únicamente hay un gran bosque que se alza intimidatorio. Y confiesa, con esta gran metáfora sobre lo que intuimos que es su vida, su soledad y su rutina. Y en la búsqueda de una granja donde pueda encontrar alguien que le ayude, quizás alguien con un tractor, empieza a andar sin saber qué dirección tomar. Y comienza a nevar, y empieza a tener frío, y piensa que «me voy a helar hasta morir» y que «puede que quizá por eso me he adentrado a pie en el bosque, para helarme hasta morir. Pero no quiero morir». Y empieza a nevar, y a oscurecer, y sigue nadando en la oscuridad. Y en la oscuridad ve una blanca silueta resplandeciente, quizá de una persona, más tarde de una pareja, quién sabe.

Con un claro sentido alegórico sobre el viaje, la pérdida y el camino que se abre (o se cierra) ante nosotros, el libro es un monólogo interno sin pausas, en las que el narrador relata las contradicciones internas constantes entre lo que quiere y lo que no, lo que debería hacer y lo que hace. De estilo en apariencia sencillo, la prosa de Fosse te atrapa, te sumerge como lector también en ese bosque y ese monólogo interno se comparte con el protagonista, encontrándote como lector rodeado de árboles y nieve y frío y soledad, pero una soledad casi reconfortante a pesar de estar perdido, solo, hambriento y sediento. Porque cuanto más te adentras en la lectura y en la soledad, más te sientes arropado en esa simbiosis extraña que la narración te produce, y, como le ocurre al protagonista, no sabes si adentrarte más en ella, en esa oscuridad abrumadora, o alejarte de ella.

Otras obras de Jon Fosse reseñadas en ULAD: El otro nombre (Septología I)

martes, 13 de febrero de 2024

Reseña + (video)entrevista: Tesis sobre una domesticación de Camila Sosa Villada

Idioma original: Español 
Año de publicación: 2019
Valoración: Bastante recomendable

Tesis sobre una domesticación es un texto que se ha visto sometido a varias revisiones y reescrituras, tanto es así que nosotros leemos y reseñamos la que sería tercera versión de un texto publicado inicialmente en Página 12 (si no me equivoco) y convertido, años después, en guion cinematográfico. Y no sé si es por tanto trabajo a posteriori o no, pero el caso es que estamos ante una muy buena novela que destaca, en mi opinión, por el magnífico trabajo con unos personajes que se muestran en todas sus aristas y contradicciones.
Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera
Esta es, más o menos, la archiconocida frase que da comienzo a Anna Karenina y es una cita que vendría como anillo al dedo a la novela de Camila. Porque diga lo que diga la faja de la edición española (algo así como que es una novela que viene a poner patas arriba la institución del matrimonio), Tesis sobre una domesticación es un texto que disecciona la institución de la familia y que nos habla, además, de expectativas, roles (auto)impuestos, violencias, formas de amar y desear, soledades, etc.

Todo ello en una familia constituida por una actriz travesti que ha de convivir con el éxito como buenamente puede, un marido homosexual de familia bien, un hijo adoptado y unos padres y un medio hermano que dan a la novela un aire almodovariano, si bien en el caso de la argentina el texto posee mucha mayor crudeza y "corporeidad". Además de lo anterior, en la novela confluyen lo culto y lo popular, las referencias "intelectuales" con una estructura muy cinematográfica y toques folletinescos.

En cuanto a la estructura, la novela transcurre en un breve período de tiempo, si bien se van intercalando diversos flashbacks con los que la autora dibuja el mapa de unas relaciones familiares que terminan explotando en una segunda parte de la novela tan potente como delicada.

En resumen, un libro crudo y profundamente triste, pero tierno al mismo tiempo, que conmueve sin caer en sentimentalismos y que confirma lo ya apuntado en Las malas. ¡Habrá que leer, dentro de no mucho tiempo, Soy una tonta por quererte!

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No me enrollo más y os dejo el enlace a una pequeña entrevista que mantuvimos con la gran Camila Sosa Villada, a la que agradecemos enormemente su amabilidad. Todo un lujo para nosotros!






lunes, 12 de febrero de 2024

Colaboración: Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia

Idioma original: español

Año de publicación: 1964

Valoración: recomendable (muy recomendable para mexicanos)


“Es muy cómico que alguien sea sensato en una situación absurda”. Con estas palabras Juan Villoro describe la obra de Ibargüengoitia, quien es un maestro de la sátira mexicana, y esta novela es un excelente ejemplo de ello.

Ubicada en el caótico periodo posrevolucionario mexicano, cuando la dictadura de Díaz dio paso a un juego de tronos con sombrero y sarape, Ibargüengoitia nos ofrece una visión alternativa de la Historia Mexicana, distanciándose de las narrativas tradicionales y mostrando una perspectiva para nada glorificada. En su relato, el autor desenreda los mitos heroicos, revelando que detrás de las medallas y los pomposos discursos, muchos de los llamados héroes nacionales no eran más que, como diríamos en México, unos 'culeros con suerte'.

La novela gira en torno a las supuestas memorias del general José Guadalupe Arroyo, un narrador tan poco fiable como cualquier político chaquetero. A través de sus ojos, Ibargüengoitia nos sumerge en las astutas maniobras de militares y políticos que buscan beneficiarse de los restos de la revolución. Todo ello bajo el pretexto de defender los altos ideales revolucionarios, excepto cuando estos ideales son inconvenientes para sus propios intereses, como se muestra en algunos discursos: “Propongo declarar la constitución en receso por improcedente”. El general Arroyo considera que sus memorias pasarán a formar parte de los anales históricos de la revolución, por lo que las escribe con un estilo grandilocuente, que emula las grandes novelas del siglo XIX, aun cuando la situación no lo amerite:

— Mi general, Vidal quiere formar un partido único—me dijo Trenza. La noticia no me fulminó porque no sabía yo lo que esto iba a significar.

En esta disputa por la silla presidencial, los militares inician una serie de insurrecciones que resultan igual de absurdas que sus campañas políticas:

—Si con falta de organización les ganamos, imagínese lo que será cuando nos organicemos bien.

En este tono se desenvuelven los personajes de este libro, ya sean militares, cuatreros u oficinistas, los cuales, como dice el mismo Ibargüengoitia en el epílogo, solo se dedicaron a autodestruirse. Personajes detestables y ridículos, pero bien desarrollados, ricos en matices y personalidad, producto del estilo simple y directo de Ibargüengoitia.  

Dicho lo anterior, "Los Relámpagos de Agosto" puede presentar ciertos puntos débiles, especialmente para lectores que no son mexicanos. Por muy universales que sean la codicia y el cinismo humano, es claro que no podemos abstraer del todo esta novela de su contexto histórico y cultural, el cuál es muy marcado. Los lectores no familiarizados con este periodo pueden tener dificultades para comprender completamente las alusiones y el humor relacionado con eventos y figuras históricas específicas de México. Sin embargo, cualquiera que disfrute de las intrigas políticas encontrará este libro muy entretenido.

Nota: La portada de la edición aquí presentada muestra a Pancho Villa, el cuál no entra directamente en la trama de la novela. Supongo que se pretendía aumentar su atractivo para los lectores fuera de México usando un personaje famoso. Personalmente prefiero las portadas con pinturas de Joy Lavile, esposa de Ibargüengoitia.

Firmado: Alain Ríos


También de Jorge Ibargüengoitia reseñado en ULADLas muertasLos conspiradores

domingo, 11 de febrero de 2024

Antonio Ortuño: La vaga ambición

Idioma: español

Año de publicación: 2017

Valoración: entre recomendable y está muy bien (hilando muy fino)

Libro de cuentos del escritor mexicano Antonio Ortuño que ganó un prestigioso concurso dedicado a esta modalidad literaria  (de hecho, el más prestigioso en lengua castellana, creo), hemos de suponer que con justicia. No se trata, por supuesto, de ejercer de jurado a posteriori, pero sí puedo decir que el nivel de los relatos aquí contenidos es más que digno, bordando la excelencia, en algún caso, así que sí, podemos pensar que el premio estuvo bien concedido.

Es de suponer, por otra parte, que los relatos contenidos en este delgado volumen de apenas 120 páginas (supongo que por adecuarse a las condiciones del certamen en cuestión) habrán sido cuidadosamente seleccionados por el autor y de ahí también que la calidad de los cuentos sea bastante homogénea. No son muchos, media docena que, salvo en uno de ellos, tienen en común al protagonista, un escritor llamado Arturo Murray -tal vez o tal vez no un alter ego del autor- al que encontramos en diferentes momentos de su vida y de su actividad literaria. O quizás sean historias con diferentes protagonistas a las que Ortuño ha decidido otorgar el mismo nombre, eso tanto da... Así, en Un trago de aceite encontramos al niño Arturo pasando el fin de semana en casa de una familia acomodada, donde su padre le ha llevado con intenciones poco claras.

En El caballero de los espejos el escritor se encuentra, en el funeral de su madre, con un primo que le había maltratado siendo niño -al niño Arturo no le salvaban de los sinsabores ni sus aficiones literarias-; en Quinta temporada Murray es contratado, junto con otros escritores latinoamericanos, para colaborar en el guión de una serie épica internacional -el guiño a Juego de Tronos es más que evidente-, mientras que en El príncipe con mil enemigos lleva a cabo una gira por bibliotecas y ferias literarias de provincias  (de provincias mexicanas, se entiende), ofreciéndonos el surtido de anécdotas y personajes peculiares que cabe suponer. ¿Y qué le puede faltar por hacer a un escritor profesional en el siglo XXI? Pue sestá claro: La batalla de Hastings trata de un taller literario que imparte nuestro héroe, en medio de una crisis matrimonial y puede interpretarse como un relato sobre el impulso o el prurito de escribir.

El único relato que no tiene como protagonista a Arturo Murray se titula Provocación repugnante y recrea un hipotético encuentro entre Walter benjamin y Bulgakov en 1926, en Moscú, a la salida del teatro donde se representaba una obra de éste último. No tiene nada que ver con el resto de cuentos, ambientados en México en época contemporánea, salvo que los protagonistas son asimismo escritores. De ahí, probablemente, venga el título de esta recopilación de relatos, La vaga ambición, pues ya se sabe que los escritores suelen ser ambiciosos pero más vagos que la chaqueta de un guardia resume bastante bien la sensación irremediable pero inasible de ese impulso que lleva a alguien a ponerse a escribir.

En todo caso y siendo, como ya he explicado, bastante notable la calidad de todos los relatos, en genral, en mi opinión destacan tanto el primero, Un trago de aceite como Quinta temporada, uno por el malestar que sabe trasmitir el autor describiendo una experiencia infantil incómoda, que acaba siendo traumática y el otro -también ocurre con El príncipe con mil enemigos- por lo divertido y aun tronchante que resulta, con el retrato que hace de la fauna, ciscunstancias y miserias tanto del mundo literario como del audiovisual.

En suma, un libro de relatos que dan ganas de seguir leyendo más cosas de este autor y, por tanto, es una excelente carta de presentación para quien no lo conozca. para eso, creo yo, han de servir los concursoso literarios (y éste, en concreto, siempre ha destacaado por eso, que yo sepa), y no -o no sólo- para poder vender productos vacíos, pagar favores o promocionar a quien no lo necesita.