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lunes, 5 de mayo de 2025

Reseña + entrevista: Venecos de Rodrigo Blanco Calderón

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2025

Valoración: Está muy bien

Un avión despegando en un atardecer es la imagen de la cubierta diseñada por Paul Viejo para este Venecos del ya casi malagueño Rodrigo Blanco Calderón. Una clara metáfora a un exilio o a una emigración que, si bien está presente en la práctica totalidad de los trece relatos incluidos en este volumen, no tiene un lugar tan central como pudiera parecer. Es decir, la experiencia de la emigración está presente en los relatos pero no es fundamental para los personajes de los mismos; más bien se trata de seres que tratan de rehacerse de diversos fracasos, ya sean estos matrimoniales, laborales o artísticos, lo que otorga a los textos una universalidad que de otro modo quizá no tendrían.

No me quiero enrollar mucho porque lo que nos cuenta el autor en la entrevista que enlazamos en esta misma reseña es mucho más interesante que lo que yo pueda decir, pero sí quiero destacar algunos aspectos de los relatos de Rodrigo. Serían:

  • Su estructura. En casi todos los textos hay dos capas, una más visible y otra "subterránea" y me gusta mucho cómo el autor las maneja, cómo juega con ellas y cómo se entrelazan, ya sea de una forma más o menos sutil. Creo que el que mejor lo consigue es La vejez.
  • Las voces. Personas de diferentes sexos, edades, condiciones económicas y sociales, con voces perfectamente identificables y diferenciadas, protagonizan textos ambientados en lugares tan diversos como París, Caracas, Málaga o ese claustrofóbico y oscuro El Cráter.
  • Cierta tendencia al realismo "grotesco". Creo que este punto enlaza en cierta forma con esas dos capas de las que hablaba, en el sentido de que toda situación, por clara que parezca, esconde algo más o menos "oscuro". Claros ejemplos son Una vida distinta, Virgen de la impureza, Café Rostand, etc.
  • Las referencias literarias. Esto sé que no es una virtud per se, pero a mi me gustan estos autores y estos libros que dejan claras referencias y homenajes como las que Rodrigo hace en estos cuentos. Así, Kadaré, Camus, Roque Dalton, Sabato y Ovidio se asoman por estas páginas, con mención especial al estupendo y oscuro El extranjero.
  • Las referencias cinematográficas. Vale, no hablamos de Manuel Puig, pero aquí hay mucho y buen cine.
  • Los guiños a sus lectores. No sé si es algo buscado o no (incluso no sé si es algo "inventado" por mi), pero aquí hay rastros de The Night (con Darío Lancini) o de Simpatía (ay, El padrino)  
Poco más. Solo dar paso a la charla que mantengo con Rodrigo Blanco Calderón, al que agradezco enormemente su amabilidad.



También de Rodrigo Blanco Calderón en ULAD: SimpatíaLos terneros y The night

jueves, 30 de enero de 2025

Reseña + Entrevista: Un lugar mejor de Pedro Ugarte

Idioma original: Español

Año de publicación: 2024

Valoración: Está muy bien

Que Pedro Ugarte es uno de los mejores cuentistas españoles de los últimos veinticinco años es algo que debería estar fuera de toda duda. Con Un lugar mejor corrobora esa afirmación y, además, demuestra que se encuentra en plena forma. 

Quienes ya conozcan la obra de bilbaíno encontrarán en esta colección de relatos algunas de las constantes que recorren su trayectoria: su predilección por personajes corrientes (tantos Jorges) e historias cotidianas, su humor tirando a negro, su esperanza desesperanzada o desesperanzada esperanza, su forma de ver la vida, las relaciones amorosas o las relaciones personales, el mundo laboral, etc. Pero lo que lo distingue de su obra anterior (o, al menos, de lo que yo he leído de ella) es que Un lugar mejor es un libro más oscuro. De hecho, diría que es el más houellebecquiano de sus libros, algo así como su particular Aniquilación.

Un par de ejemplos de lo anterior serían estas dos citas:

"Mi esperanza se reducía ahora a pasar un tarde íntima y recogida"

"El tiempo pulveriza la memoria, apenas deja de ella unas inútiles migajas"

Agrupado en cuatro bloques temáticos, aunque todos ellos conformando una unidad, los textos de Un lugar mejor hablan de cómo se construyen y deshacen los afectos, de soledades que tratan de romperse a través de efímeras esperanzas, de últimas oportunidades, de imposturas y cinismos, de familias y amores, etc.  Y para hablarnos de todo ello, Ugarte opta, como lo ha hecho a lo largo de su carrera literaria, por la cotidianeidad (si no me equivoco, creo que en reseñas anteriores lo definí como cronista de lo cotidiano). No encontraremos en este volumen golpes de efectos, finales sorpresa o trucos de ilusionista. Solo la vida y sus realidades patéticas y extrañas pasando.

Cuatro son los relatos que me gustaría destacar:

  1. Éramos tan felices: Un comienzo muy Tolstoiano (del Tolstoi de Anna Karenina) da paso a un texto, al mismo tiempo, cruel y melancólico sobre los materiales de los que está hecha la felicidad. Un tratado sobre el tiempo (bares que cambian de nombre, talleres que cierren para siempre...) que sirve de puerta de entrada a un volumen del que es una muestra representativa
  2. Balada de Rowena Trevanion: Es quizá el relato más houellebecquiano, con una despiadada visión del mundo del trabajo, si bien no exento de cierta poética. Cinismo y soledad en estado puro, entre miedos y tedios.
  3. Un lugar mejor: Un magnífíco punto de partida (¡qué importante es una buena primera frase que te agarre del pescuezo!) da paso a un texto sobre vidas malgastadas y esperanzas que duran lo que dura el trayecto entre dos estaciones de metro que deja al lector con una sonrisa "tonta".
  4. Dientes, caricias, agosto: Mi relato favorito, quizá por ser el más metafórico y el de más abierto final. Afectos, responsabilidades, familia... con una niña de 13 años y un lindo gatito de por medio. 
No me enrollo más. Mejor que sea el propio Pedro quien os hable de su Un lugar mejor y del resto de su obra. Aquí la charla que hemos mantenido con él.




lunes, 15 de abril de 2024

J.D. Salinger: Narrativa completa


Traducción: varios
Valoración: imprescindible

Perdón por la omisión de un eventual interrogante. No sé si la caja que Alianza tiene en el mercado podría llamarse así, cuando pasados ya algunos años tras la desaparición del genio estadounidense no pasa demasiado tiempo sin que se especule con la posibilidad de que exista producción literaria que escribiera en el extenso periodo durante el cual vivió retirado de cualquier actividad pública o editorial. Sus incondicionales estamos en una espera permanente y no encontramos otro consuelo que las relecturas, y qué mejor y más cómodo que acceder de una tacada a todo lo que publicó.
Porque las instrucciones claras y tajantes se siguen cumpliendo a rajatabla. Sus cuatro libros siguen publicándose regularmente sin que se permitan prólogos, epílogos, textos introductorios o meras presentaciones. La obra del escritor, sea novela o cuentos, y con eso hay que apañarse mientras cualquier efemérides. Por supuesto, toda su obra se encuentra reseñada en este blog, junto a algunos textos que refieren a su autor y, me perdonaréis que encaje esto que más que una reseña es un anzuelo, pero la vigencia de los textos del escritor me parece absoluta e incluso más visible que nunca en estos tiempos extraños que combinan globalidad y exposición pública desaforada (promulgada sin decoro desde las RRSS) con retraimiento e individualidad exacerbada. 
De todo ello trató Salinger en una obra que es escueta y a veces críptica y deslavazada pero que su visión conjunta (aquí posible por una obvia cuestión práctica) permite disfrutar. Así que permitidme la licencia de una tenaz re-recomendación, por supuesto habrá quienes no hayan disfrutado aún del escueto recorrido de Holden Caufield expulsado de su escuela (qué envidia poder descubrir eso desde cero), pero sumergíos en la sutil trama en torno a la familia Glass que se encuentra combinada en sus relatos, no solamente para comprender cómo se trataron conflictos individuales y colectivos - el suicidio, la angustia, la depresión - con tal sutileza y precisión que influye en toda una corriente literaria (de Pynchon a Foster Wallace) e integra un corpus literario colosal, presente, moderno y, aunque nos estemos ya resignando en que pueda limitarse a estas cuatro obras (y Narrativa completa sea el título que la defina), probablemente definitivo.


sábado, 17 de febrero de 2024

Bora Chung: Conejo maldito

Idioma original:
Coreano
Título original: 저주 토끼
Año de publicación: 2017
Traductor: Álvaro Trigo Maldonado
Valoración: Muy recomendable (aunque algo irregular)

Corea (la del Sur) está de moda: en la música, el K-Pop hace estragos entre los/as más jóvenes; en cine, Parásitos arrasó hace solo unos pocos años; en series, El juego del calamar es un éxito mundial; en literatura, Han Kang es quizás la más visible y reconocida de un conjunto de escritores, y sobre todo escritoras, que han conquistado a los lectores globales en los más diferentes géneros y estilos. A este grupo, y a esta tendencia, se une ahora Bora Chung, una autora con una obra ya moderadamente extensa (tres novelas y tres libros de relatos), y cuya última colección de cuentos, Conejo maldito, fue seleccionada para el International Booker Prize en 2022. Ahora, este libro llega a España de la mano de AlphaDecay, en traducción de Álvaro Trigo Maldonado, y ha sido recibido, al menos entre los aficionados a lo fantástico, lo ominoso o lo extraño, con bastante alborozo.

Realmente, es muy difícil asignar un género específico a este volumen de relatos, en primer lugar porque los propios límites entre unos y otros son borrosos y móviles, sino porque la propia autora parece querer ofrecer un muestrario de las diversas variantes de la imaginación ficcional, de lo maravilloso al estilo de Las mil y una noches a la ciencia ficción de robots; de lo fantástico a lo bizarro; de lo mítico a lo cotidiano, aunque siempre con un giro inesperado y sorprendente. De hecho, lo único que creo que vincula a todos los cuentos es precisamente eso: contener algún elemento imposible, inverosímil, no necesariamente sobrenatural, que a veces se inserta en un mundo "realista", mimético del nuestro, y en otros casos existe en un universo propio y diverso. 

Personalmente, los cuentos que más me han gustado, con diferencia, son los del primer grupo: aquellos que se sitúan en universos semejantes al nuestro, en contextos muchas veces cotidianos y vulgares, en los que lo ominoso, lo sobrenatural, se entromete con consecuencias humorísticas o terroríficas. El primero, "Conejo maldito", es un perfecto ejemplo de esto: la historia de una familia dedicada a crear artefactos malditos (como el conejo del título, que en realidad es una lámpara de porcelana) se entrelaza con una historia de luchas empresariales y artimañas legales con una naturalidad maravillosa. En la misma línea que cruza el realismo (casi) social con lo fantástico se sitúa "Mi dulce hogar", que habla sobre las desventuras de un matrimonio que acaba de comprar un edificio desvencijado, que quizás esconda entre sus paredes algo más que la basura de una de sus últimas inquilinas.
 
También es magnífico y sorprendente "La cabeza", en el que una mujer descubre un ser que le habla desde el váter, que le llama "mamá" y que dice estar compuesto por sus excrementos y otros residuos corporales. Bora Chung consigue llevar hasta una conclusión redonda un cuento escatológico que se podía haber confundido en un chiste fácil. Algo parecido sucede en "La regla", el cuento más transparentemente reivindicativo del libro, en el que una mujer se queda embarazada por tomar sus comprimidos anticonceptivos de forma incorrecta, y es presionada por su familia y por la sociedad para encontrar un marido cuanto antes, porque lo contrario sería, en fin, desastroso. "El reencuentro" y "Los dedos fríos" podrían incluirse en este grupo, aunque son menos originales, configurándose como historias de fantasmas bastante tradicionales.

Frente a estos cuentos que encajarían, mejor o peor, en el género de lo fantástico, y que en mi opinión componen lo mejor del libro, otros cuentos se sitúan en mundos de fantasia o de magia que relacionamos con los cuentos tradicionales maravillosos o con lo que en inglés se llama fantasy. El mejor de este segundo grupo es en mi opinión "Cicatrices", en que un niño es mantenido prisionero en una cueva por un monstruo gigantesco que solo lo visita para picotearlo salvajemente - hasta que el chico consigue escapar. Algo menos me ha gustado "La trampa", que parte de un encuentro fortuito con un zorro que sangra oro fundido, lo que, como suele suceder en estos cuentos, despierta una avaricia inhumana en el hombre que lo encuentra. "El amo del viento y la tierra" se sitúa en un mundo exótico, desiértico y mágico, en el que un barco puede volar y un pez puede aparecer enterrado en medio de la arena. Por último, aislado del resto y, en mi opinión, en un escalón inferior, se encuentra "Adiós, amor mío", una historia de amor entre un ingeniero y un robot que no me parece que añada mucho a relatos semejantes de Ted Chiang, o a películas como Her o Ex Machina.

En conjunto, no hay duda de que el nivel de los cuentos de Conejo maldito es muy alto, y que este libro atesta tanto la inventiva aparentemente inagotable de la autora, como su capacidad para manejar diferentes géneros y registros. Tampoco me parece que haya duda de que no todos los cuentos están al mismo nivel, ni todos son igual de originales. En cualquier caso, es un libro que seguro que hará disfrutar a casi cualquier amante de la fantasía, el terror o lo bizarro, porque tiene algo para cada tipo de lector.

lunes, 5 de febrero de 2024

Reseña + entrevista: El peor escenario posible de Alejandro Morellón

 
Idioma original:
español
Año de publicación: 2022
Valoración: entre recomendable y muy recomendable

El nombre de Alejandro Morellón hace tiempo que suena entre los más destacados de la literatura española presente y futura: fue elegido por Granta como uno de los mejores narradores jóvenes en español, y su obra ha recibido numerosos premios, entre ellos, los más recientes, el premio Ignacio Aldecoa, el Premio Euskadi y el Premio Setenil con su último libro de relatos, este que reseño, El peor escenario posible. Creo, sin embargo, que Alejandro Morellón no es muy conocido por el gran público, por escribir, sobre todo, lo que todavía hoy se considera en España un género menor: el cuento. A este género pertenecen tres de sus obras (La noche que caemos, El estado natural de las cosas y esta), aunque también ha publicado una novela (Caballo sea la noche) y un poemario (Un dios extranjero). 

El peor escenario posible (ed. Fulgencio Pimentel, 2022) se sitúa por lo tanto, en el género predilecto del autor, y en el que personalmente me parece un maestro, tanto por la originalidad de sus historias como por el dominio que demuestra de la(s) técnica(s) narrativa. Debo confesar que El estado natural de las cosas me gustó algo más, me pareció más arriesgado y experimental (en contra de lo que su autor dice en la entrevista que aparece a continuación) porque explora, en mi opinión, de forma más audaz los límites del relato y las expectativas del lector. En El peor escenario posible encontramos cuentos que son un fogonazo, la explosión de una idea narrativa que se propone, se desarrolla y se cierra dentro con un círculo perfecto - quizás incluso demasiado perfecto, sin protuberancias ni vacíos. Esto puede ser una virtud, porque de hecho cada cuento parece magistralmente acabado y cerrado sobre sí mismo, pero también le resta, en mi opinión, algo de riesgo y originalidad al conjunto.

Hay, por lo demás, varias ideas o temas recurrentes que le dan unidad a la colección de relatos. La primera es, como el propio título indica, la idea de cataclismo, de catástrofe, de fin del mundo (o de un mundo, por lo menos). En algunos relatos, se trata de cataclismos literales, como en "Pájaros que cantan el futuro", el cuento que abre el libro y el que se es también el origen de su curiosísima portada; o en "Cada casa es una tumba", en que los personajes se enfrentan a un apocalipsis de origen incierto). En otros casos, se trata del final de una historia, de una relación o de una vida, como en "Algunas verdades del mundo en el que te ha tocado vivir", en que una mujer descubre la infidelidad de su marido, lo que le lleva a plantearse prácticamente todo lo que sabe o cree saber, o en "Teddy bear", en el que dos hermanos creen haber encontrado en Alaska a un oso que es la reencarnación de Elvis. 
 
Otro tema recurrente es también el de lo oculto o lo reprimido: aquello que no mostramos al público o ni siquiera a las personas más próximas, pero que habite en nosotros; puede ser un fetiche difícilmente comprensible, como sucede en "Por lo que sé de mi marido", o un pasado colectivo que hemos querido enterrar y olvidar, pero que se resiste a desaparecer, como en "La casa de tus sueños".

A pesar de esta unidad temática, con todo, es evidente el esfuerzo del autor por diversificar las técnicas, las voces y los formatos de los cuentos. Tenemos así algunos narrados por una "clásica" tercera persona omnisciente, pero también relatos en primera persona, en una poco habitual segunda persona, en estilo directo, o incluso en forma de escenas teatrales, como esa especie de historia de mutantes que es "Sentimental punk". 
 
El humor absurdo e incluso escatológico, en cambio, es constante en todos los cuentos, aunque se destaque particularmente en algunos como "El impulso heroico", en que un esforzado azafato intenta vender lotería a unos aterrorizados pasajeros en medio de unas turbulencias potencialmente catastróficas (me resulta imposible no pensar en Relatos salvajes, sobre todo, obviamente, en su primera parte); o el último, "La montaña mágica", que trata sobre, en fin, una enorme montaña de mierda que aparece un día en medio de un parque, sin motivo aparente. En "Otro minuto de silencio", los futbolistas están siendo asesinados uno a uno, pero el narrador se resiste a renunciar a su sueño, aunque por ello arriesgue su vida... La excepción sería "Opennheimer" (imagino que el cuento es anterior a la película, y el tema obviamente no tiene nada que ver), en el que el nacimiento de un bebé en circunstancias trágicas, narrado en forma de movimientos musicales, se combina con el recuerdo y la imagen de la primera bomba atómica - tema que no deja muchos resquicios para el humor.
 
Como se ve, es verdad que no faltan las referencias pop que menciona la contraportada (como los furbys, los programas televisivos de remodelación de casas, el fútbol o los cómics, series o películas de superhéroes), lo cierto es que el libro tiene un espíritu corrosivo y desacralizador que está más cerca del punk que del pop. No todos los cuentos me parecen igual de originales ni conseguidos, naturalmente (aunque tampoco hay ninguno que desentone del buen nivel general), y precisamente este que acabo de mencionar me parece uno de los menos originales, tan habituados como estamos ya a leer sobre seres (meta)humanos con superpoderes de muy diverso tipo. En cualquier caso, es sin duda un volumen de cuentos más que notable, que lo mismo hace sonreír o incluso lanzar una carcajada, que provoca desasosiego o angustia; un libro, en definitiva, que confirma las altas expectativas que están depositadas en su autor.

Entrevista con Alejandro Morellón
Santi: Este es un libro que parece hablar mucho sobre finales: el fin de la vida, el fin de la humanidad, el fin del mundo. ¿La situación mundal (la pandemia, la(s) guerra(s), la crisis climática) ha servido de inspiración, o por lo menos ha creado un cierto estado de espíritu para escribir este libro?

Alejandro Morellón: Es verdad que este es un libro con alma de profecía, es decir, que de alguna manera se aventura a narrar un final pero además también funciona como una advertencia. Imaginarse un final muchas veces nos sirve para corregir o prevenir el curso de los acontecimientos, o al menos para que no nos pillen por sorpresa. La pandemia, las guerras, la crisis climáticas, son indicativos de que algo no estamos haciendo bien y, como le pasa al protagonista de "Cada casa es una tumba", a medida que nos van apareciendo se va generando una conciencia de nuestro estado actual.
 
S.: Aparte de esta inspiración en la (angustiosa) situación del mundo, algunos relatos también se situarían en al línea de "ficción (post)apocalíptica". ¿Es ese un género que te interese o que te haya servido de inspiración? ¿Recomendarías algún autor/obra específicamente?

A.M.: Por recomendar uno que no suele estar entre los siempre mencionados: la novela La tierra permanece, de George R. Stewart. Un clásico injustamente olvidado de la ficción postapocalíptica.
 
S.: Otro tema recurrente de los relatos del libro sería el de lo oculto, lo reprimido, lo inconfesable, tanto a nivel individual como colectivo: las perversiones sexuales de cada uno, pero también la apología nazi o fascista que ahora resurge. ¿El mundo y las personas tienen una tenebrosa "cara B"?

Me gusta una frase de María Zambrano que dice: se escribe sobre lo que no se habla. Para mí, la escritura es ese espacio en el que lo innombrable cobra forma y se manifiesta. A través de la imaginación, los monstruos externos e internos se representan desde un entendimiento, desde la reflexión y la distancia. Todos tenemos una cara B, porque somos producto de nuestras circunstancias, y las circunstancias son muy variables. Somos lo que nos ocurre.

S.: En la contraportada se habla de que presentas una "mirada nítidamente pop" en estos cuentos, pero también creo que algunos cuentos tienen un alma punk (de hecho uno se titula "Sentimental punk"), que es mucho más corrosiva que el pop. ¿Dirías que se combinan las dos cosas en tus cuentos?

A.M.: Me siento más cerca de lo punk que de lo pop en mis relatos. Quizá haya utilizado el pop para que lo punk cobre más fuerza, para potenciar el contraste. ¿Qué menos apropiado que un Furby para vaticinar el fin del mundo?

S.: El libro experimenta con diferentes técnicas narrativas (cuentos polifónicos, estilo directo, narración en primera o en tercera persona...), pero parece sobre todo un libro centrado en el puro placer de contar. O sea: cada cuento propone una idea, y la expone de forma breve y directa. ¿Era esa tu intención o tu motivación a la hora de escribirlos?

Quería escribir un libro con historias independientes y muy variadas en cuanto a temáticas y estilo, pero que a la vez tuviera un elemento cohesionador, una misma esencia, que en este caso nos la da el título. "El peor escenario posible" se refiere a la peor situación que pueda vivir una persona en un momento dado, ya sea una desgracia mundial o personal.  
 
S.: En qué sentido dirías que este libro supone una evolución o un cambio en relación con El estado natural de las cosas, tu anterior libro de relatos?
 
A.M.: El peor escenario posible es un libro más arriesgado porque intenta combinar dos elementos a priori irreconciliables: el humor y la tragedia, el absurdo y la melancolía, la ternura y la desolación. Creo que hay un mayor trabajo con la atmósfera y con los personajes. El estado natural de las cosas es un libro más alegórico, que trabaja más en la idea misma, en el acontecimiento, que en la permeabilidad de la idea.

S.: En tu narrativa (la que yo conozco hasta ahora) algo que abunda es la imaginación y lo fantástico. ¿Crees que estos elementos (lo fantástico, lo sobrenatural, lo que se sale de la estética realista, la creación de mundos alternativos...) están infravalorados en España? También el género del cuento, y no digamos ya el microcuento, está muy minusvalorado en relación con la novela. 
 
A.M.: Curiosamente, en lo audiovisual, el fantástico y la ciencia ficción tienen más auge que nunca. En cuanto al panorama literario, al menos en lo que veo en España, todavía se infravalora lo sobrenatural. En cuanto al relato, está claro que hay una hegemonía absoluta de la novela (y sobre todo por cierto tipo de novela) pero por eso hay que reivindicar el cuento, o incluso la novela corta, que a mí me parece el formato más desaprovechado.
 
S.: Por último, el libro ganó el premio Euskadi de literatura el año pasado. ¿Cómo fue la recepción de este premio? ¿Te lo esperabas o fue una sorpresa? ¿Este premio, y los demás que ha recibido el libro, ha hecho que el libro llegue a más lectores?

Como no tengo redes, no puedo saber muy bien el alcance de mis libros a nivel de ventas, así que no podría decirte, pero me alegra mucho que al libro le haya ido tan bien en cuanto a premios. De alguna manera, los premios son un respaldo para el libro y para mi carrera, y además, un recordatorio de que detrás del libro hay una comunidad de lectores que lo valoran.

lunes, 29 de enero de 2024

Carlota Gurt: Biografía del fuego

Idioma original: catalán

Título original: Biografia del foc

Traducción: la propia autora

Año de publicación: 2023

Valoración: muy recomendable

La autora hace una curiosa advertencia en el índice donde se relacionan los cuentos contenidos en este volumen. Leerlos en orden y no más de dos seguidos. Curiosa instrucción que hace unos semana oía cómo explicaba en un podcast y que tiene cierta lógica reivindicativa del género y de la colección de relatos como una vertiente literaria con personalidad y entidad propias. Lo cual no deja de alinearse con cierto tipo de acceso al estrellato (...) por cuanto hoy en día, aunque no falten las excepciones, muchos autores usan el relato corto como una especie de jam session, incluso una especie de tanteo de en qué registro se sienten más cómodos. Gurt reivindica orgullosa y no ve la necesidad de acometer la novela, aunque fue lo primero que publicó como si se tratara de una puesta de largo.

Bueno. A tenor de lo leído en esta Biografía del fuego no tiene sentido especular. Puede ser cierto, de ahí esa curiosa instrucción de la autora sobre el ritmo de lectura, que, sin llegar a estar más que puntualmente relacionados, los cuentos de esta colección, pueden superponerse de cierta manera, vistos en su conjunto sus protagonistas, casi siempre de mediana edad, en entornos urbanos, con cierto perfil formativo, son personajes a los que les suceden cosas posibles, quizás haya algún detalle surrealista, algún guiño a los grandes del género como Cortázar, Carver o Monzó, aunque aquí el aderezo es sumamente contemporáneo, y el armazón de la serie de relatos la constituyen ciertas sutiles coincidencias como la presencia de aves (de ahí la portada, que parece beber de las imágenes de Chernobyl) o esos planteamientos levemente surrealistas, cuentos modernos sin ironía en el adjetivo: recorridos en coche, parejas en diversos grados de (des)consolidación, curiosas aficiones - ¿seré el único que recuerda que Richard D. James AKA Aphex Twin también se compró un tanque? - y una percepción muy subliminal que parece impregnar esa continuidad: la extraña incerteza de la clase media.

No había leído a Gurt hasta ahora. Será, quizás, por el formato, pero me ha gustado su estilo directo y alérgico a lo periférico, su aplomo narrativo incluso en los cuentos más modestos. Curioso, con estos autores suele sucederme que me quedo con los desarrollos más prolongados, habré desarrollado alergia al microrrelato. He de decir, no quiero ser malinterpretado, que su nombre quedaba disuelto en cierta nube que podríamos etiquetar como narradoras/más bien jóvenes/catalanas, últimamente demasiado homogeneizadas por la industria (como si cada editorial temiera quedarse sin la suya), pero esta Biografía del fuego me genera curiosidad por el resto de su obra.


También de Carlota Gurt en ULAD: Aquí

lunes, 13 de febrero de 2023

Lana Bastašić: Dientes de leche

Idioma original: serbocroata
Título original: Mliječni zubi
Traducción: Pau Sanchis Ferrer (en catalán para Edicions del Periscopi y en castellano para Sexto Piso)
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable


Me sorprendió la anterior novela de Lana Bastašić, «Atrapa la liebre», por su estructura críptica estrechamente paralela a «Alicia en el país de las maravillas» así como por su ambición, pues era una novela que cubría un amplio espectro no únicamente a nivel metaliterario sino también a nivel histórico con la guerra de Yugoslavia como telón de fondo. El inicio de la carrera de la autora serbo bosniana era altamente prometedor, y debido a que la ambición fue algo que lastró parcialmente la novela tenía mucha curiosidad en saber cómo se desenvolvía la autora en el género del relato corto, un género que requiere de una gran precisión y concisión para centrar la idea principal sobre la que pivota el cuento y explorar única y solamente lo pretendido.

«Dientes de leche» consta de doce relatos cortos de entre diez y quince páginas cada uno, en los que la autora nos adentra en una atmósfera oprimida, cerrada y triste. En los diferentes cuentos, a excepción de alguno de ellos situados en otras décadas cercanas, uno puede trasver en los diferentes personajes la marca que dejó la guerra de Yugoslavia en sus habitantes, ya sea en los propios adultos como participantes directos del conflicto, pero también y especialmente en la vida de los niños que crecieron en ese ambiente. De esta manera, los relatos recogidos en este recopilatorio muestran la dura infancia de los niños que vivieron la guerra en su edad más tierna, una infancia fría, distante y con pocos medios económicos y afectivos. Ellos son los principales protagonistas y los grandes damnificados de un conflicto que se produjo durante su más inocente etapa vital. Por ello y a raíz de esa situación, son niños desprotegidos, casi olvidados por unos padres que centran su atención en otras cosas que a menudo parecen nimias e insignificantes, pero que quizá sean lo suficientemente importantes para ellos pues les permiten olvidar o distraerse de una guerra que les pasa por encima y que probablemente no comprenden. Y los hijos, apartados del núcleo familiar, son los grandes olvidados pues a menudo su presencia se percibe como una molestia y crecen solos en unos hogares en los que el amor y el cariño no existe, tan solo se preocupan de la supervivencia y la posibilidad de conseguir que pase otro día sin que los castigos o las amenazas sobrevuelen ese ambiente cargado, hostil y encerrado como lo son sus propias vidas. Así, en un escenario en el que los niños quieren a sus padres a la vez que los temen, perciben que entre ellos no hay amor sino frialdad y se sienten en gran parte responsables de ser los causantes de esta tirantez y tensión familiar aún y siendo los grandes perjudicados.

Como en todo recopilatorio de relatos, el conjunto muestra una cierta irregularidad aunque en este caso no a nivel argumental, pues todos giran en torno a los temas anteriormente expuestos, sino en cuanto al logro en su consecución, al impacto que causa su lectura. Por ello, destacaría principalmente «El hombre en la luna» (en el que el inminente aterrizaje del hombre en la luna ejerce de factor de distracción de una familia fría, distante, violenta y opresiva hacia los hijos), «La última cena» (en el que la autora retrata el desapego familiar afirmando que «padre no nos mira demasiado. Mirar es cosa de madre. Es ella quién sabe mejor lo que necesitamos»), «Ácido» (que retrata con extrema dureza la frialdad ante la violencia, rozando la psicopatía al narrar una situación en la que la protagonista idea un juego que consiste en sacar unos peces del agua con el objetivo de que «el pescado que aguantara más sobre la mesa ganaría. Pero había otra cosa: el poder que sientes mientras tu mano se hunde en el agua viscosa y los dedos que se cierran sobre el desgraciado chiquitín»), «El hada de los dientes» (en el que la autora nos transmite los miedos e inseguridades de los más pequeños, narrando como una niña deja un diente bajo la almohada para que el hada le deje dinero, pero en lugar de transmitir calma nos transmite angustia al afirmar que «al hada le gusta cogerme las manos. El hada es grande y la sombra de proyecta en la pared (…) le gusta cogerme las manos. Tengo frío. Quiero taparme pero entonces sabría que no duermo. No quiero que se cabree (…) Yo no tengo un hada buena. Quiero que venga la abuela, pero la abuela está muerta. Quiero que venga mi madre, pero mi madre duerme. Mi madre siempre duerme. Quiero que el hada se meta en la lavadora. Que se ahogue»).

De esta manera, con este conjunto de relatos la autora parece querer explorar nuevas vías estilísticas y argumentales que la acercarían a Țîbuleac (especialmente en «El jardín de vidrio») o incluso a la gran Kristof (especialmente en el relato «Ácido» por narrar con gran violencia la una absoluta frialdad y falta de compasión de una niña). A pesar de que en algunos cuentos le falta cierta redondez y conseguir encontrar un buen argumento, algunos de ellos sí tienen una gran potencia e impacto. Por ello, es innegable afirmar que es algo valiente y bueno que Bastašić quiera adentrarse en nuevos territorios más duros, más crudos y acercarse así a una visión de la infancia menos idílica de lo que estamos acostumbrados. 

Dice Lana Bastašić que «algunos dolores son buenos. Son aquí para recordarnos que existe el dolor». De la misma manera, la lectura de estos cuentos sirve para recordarnos que la tristeza, la congoja y la soledad existen y que, a veces, los niños, los seres más inocentes, frágiles y desprotegidos que hay, son quienes más lo padecen. Aunque sea en el más absoluto de los silencios.

También de Lana Bastašić en ULAD: Atrapa la liebre

jueves, 8 de septiembre de 2022

Cory Doctorow: Radicalizado: Cuatro distopías muy actuales

Idioma original: inglés
Título original: Radicalized: Four Tales of Our Present Moment
Traducción: Miguel Temprano García, para Capitán Swing
Año de publicación: 2020
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


¿Qué ocurre con las novelas distópicas que se escriben últimamente que parece que no sean tan inimaginables? ¿Será debido a una falta de imaginación de los autores que no prevén futuros muy lejanos o es que la sociedad actual está ya demasiado cerca de las varias distopías que podemos imaginar? ¿Será que nuestro mundo, llevado al extremo por el capitalismo radical, se asemeja demasiado a cualquier distopía imaginable? ¿Estaremos ya inmersos, puede que sin tan siquiera saberlo, en una distopía disfrazada de realidad?

Tal y como indica Doctorow en el subtítulo de las cuatro historias contenidas en este libro, estamos delante de «cuatro distopías muy actuales». Porque aquí no imaginamos mundos muy lejanos o tiempos situados muy al futuro que nos proyecten hacia sociedades difíciles de imaginar. Aquí estamos delante de historias donde se tratan 1) desigualdades sociales y su explotación (¡cómo no!), 2) racismo en cuerpos policiales y radicalismo en redes sociales, 3) prácticas poco éticas de compañías médicas de seguros y 4) el aislamiento social por parte de los superricos. Así, el libro nos ofrece una visión sobre en qué puede convertirse el mundo en un futuro muy próximo a nivel social, económico y tecnológico (aspectos estrechamente ligados entre ellos). Así que, como podéis ver, nada que chirríe en vuestra mente, aunque sí en vuestros principios.

Estructuralmente, este libro se compone de cuatro relatos de extensión desigual y acorde con lo que cada historia necesita, en los que el autor pone de manifiesto en todos ellos su aguda visión de un mundo que estamos dirigiendo al desastre, y cada vez de manera más rápida. Los relatos son totalmente independientes unos con otros pues sus personajes y temática no tienen relación a excepción del mensaje que se quiere transmitir y que es compartido por todos: una sociedad dirigida por una minoría y que somete y se sitúa por encima del resto.

Estilísticamente, Doctorow demuestra que maneja el pulso narrativo con mano firme, sin titubeos. No hay oscilaciones en cuanto al interés y tensión de las diferentes historias (quizá levemente en «Una minoría modélica», la menos destacable de todas en mi opinión y más diferente al introducir cierto tono satírico) en las que el autor sabe cómo transmitir su visión y cómo mantener el interés en las historias narradas. Asimismo, el autor se muestra claro y preciso en su análisis social y no duda en apuntar directamente con su pluma a los principales culpables de las desigualdades existentes, convirtiendo los relatos en una dura crítica hacia los evidentes sesgos raciales de los estamentos policiales, los poseedores de las grandes fortunas o las corporaciones empresariales.

A nivel argumentativo, en «Pan no autorizado», el autor despierta desde un inicio el interés del lector, con una historia donde, de golpe, los electrodomésticos empiezan a averiarse ; un horno que no reconoce si la rebanada de pan a tostar pertenece a uno de los hornos autorizados, un lavavajillas que no reconoce la marca de los platos a lavar… porque en esta historia los edificios incluyen electrodomésticos que solo funcionan con los productos de su misma marca evitando que sus inquilinos puedan encontrar productos con precios más económicos. Por supuesto, todo dirigido por las grandes constructoras y en perjuicio de sus arrendatarios. Porque estamos en un mundo donde todo está conectado y donde todo puede ser autentificado: agencias de empleo a la que das autorización y acceso a tus correos y redes sociales, electrodomésticos instalados o incluso ascensores que no paran en las plantas de huéspedes ricos si llevan dentro inquilinos de pisos de protección oficial, pisos de renta baja en edificios a los que solo puedes acceder en ascensor si nadie de los que viven en los pisos con precios de mercado necesita utilizarlos. Pero ¿qué ocurriría si alguien se revelara contra el «sistema»? ¿Qué pasaría con aquellos que buscan vacíos legales (o no) para saltarse esas normas que promueven la desigualdad? Así, el relato plantea una serie de interesantes cuestiones sobre derechos, tecnología y desarrollo en una sociedad cada vez más estratificada, capitalista y desigual.

En «Minoría modélica», el autor comienza el relato con un abuso policial por parte de policía blanca contra un ciudadano negro. Mientras retumban ahí los gritos de Eric Garner y otros tantos abusos policiales leemos que quien es testigo de este abuso es «El Águila Americana» al oir los ruidos mientras sobrevuela la escena desde el aire, volando con su portentosa capa de superhéroe («con los brazos extendidos hacia delante y la capa restallando a su espalda era un misil azul y rojo que descendía hacia el ruido») y ve como el hombre negro, tumbado sobre el asfalto, tiene «una magulladura en el pómulo con la forma de la punta de una porra. Los cuatro polis que rodeaban al negro del suelo habían sacado las porras. Le estaban golpeando. (…) El hombre del suelo gañía y chillaba, mientras los cuatro policías gritaban. Gritaban: “deje de resistirse”». La misión del Águila Americana es evitar los abusos policiales, pero él es un extraterrestre humanizado y como tal despierta recelos y admiraciones a partes iguales. Así, el relato nos ofrece una reflexión sobre los sesgos racistas por parte de la policía y la administración, pues «hay empresas que venden software a las fuerzas policiales, 'inteligencia artificial' que analiza todos los datos de detenciones desde el principio de los tiempos y hace predicciones sobre dónde va a cometerse un crimen. El argumento es que las matemáticas no mienten y tampoco son racistas» aunque es algo completamente falso pues «todos los datos que introducen en el sistema proceden de la policía, que se supone que tiene cierto sesgo» porque «son humanos y todos los humanos lo tienen, y en segundo lugar porque el departamento de Policía de Nueva York tiene un largo historial de discriminación racial». El autor es taxativo en este aspecto afirmando que «los polis solo encuentran crímenes allí donde los buscan». Pero, más allá de la crítica, Doctorow sitúa el relato en la disyuntiva entre qué hacer si las acciones que haces para ayudar lo único que consiguen es complicar las cosas,  ¿cómo se sienten las víctimas si obtienen una supuesta ayuda que no han pedido porque les complicará aún más su existencia? «Soy un ser humano y estás jugando con mi vida», le dicen al Águila Americana. Porque cuando una víctima se coge como ejemplo o como elemento clave o simbólico para denunciar una injusticia orquestada a todos los niveles policiales y jurídicos, el caso se complica. Y, ¿qué pasa con la víctima cuando quien le ha metido en ese embrollo no le ha preguntado si le parecía bien? Las manifestaciones se repiten y aumentan y empiezan a haber bandos de todos los tipos: a favor de los policías, en contra de ellos, en contra del Águila. Aparecen más polis, más manifestantes, antidisturbios y «al Águila le habría gustado ir con ellos, pero por supuesto no lo hizo. Si eres el Águila Americana, todo lo que haces significa algo» pero ante el incremento de la presencia policial y los manifestantes «ahora tenía que escoger entre Nueva York y los neoyorquinos» con el riesgo de quedar solo en medio hasta el punto de encontrarse ante la difícil pregunta: «¿te estas ofreciendo para librar todas las guerras de Estados Unidos y patrullar todas sus calles?»

En «Radicalizado», el autor nos presenta a Joe Gorman el día que cumple treinta y seis años, en una reunión con su jefe, el vicepresidente de una gran empresa. Justo en medio de la reunión recibe una llamada de su esposa informándole que tiene cáncer de mama en estado avanzado y que le quedan entre tres y seis meses de vida. Afortunadamente parece que existe una terapia experimental que puede ayudar a superar la enfermedad, pero su aseguradora les informa que no afrontará el alto coste de un millón y medio de un tratamiento experimental. Doctorow apunta otra vez certeramente, esta vez contra las compañías de seguros, afirmando que «dejar que la gente muriese porque salvarla perjudicaría la cuenta de beneficios era un acto malvado, y quienes lo hacían eran malvados». Así, el relato que narra en este cuento es el de una sociedad donde la sanidad pública no llega a todos y deja a los ciudadanos en manos de compañías privadas de seguros donde la balanza está, por una parte, la salud de los que la contratan y, en la otra, los beneficios. Y siempre la balanza ladea hacia este último lado. Y el autor sitúa su protagonista en medio de foros ubicados en la red oscura formada por miembros que se han visto tratados de manera injusta y donde se critica este tipo de compañías aseguradoras. Pero ¿qué ocurre si alguien de la red decide ir un paso más allá? ¿Qué ocurre si la desesperación los lleva a tomarse la justicia por su cuenta?

En «La máscara de la muerte roja», el protagonista Martin Mars se prepara para un inminente colapso sin saber a ciencia cierta si este llegaría de golpe o los poderes oficiales podrían prevenirlo y avisar con tiempo a la población. Para él es importante calcular bien el momento de la retirada pues pertenece a «Los Treinta, las personas a las que él había invitado para sobrevivir con él al apocalipsis» y tiene preparado un Fuerte para encerrarse y protegerse cuando eso ocurra. Porque Martin pertenece a los superricos, «podía permitírselo todo. Martín y el mercado se entendían muy bien». Así, desde su posición privilegiada sabe que no podían esperar al último momento «cuando los polis estuvieran demasiado ocupados esforzándose en sobrevivir y no pudiesen proteger a los estólidos burgueses de Paradise Valley». Y el suceso ocurriría sin lugar a duda, porque «este era un periodo de ajuste» en el que se describiría «el caos que reinaría cuando el ‘innecesariado’ fuese borrado de la existencia y la humanidad se realineara en torno a los más fuertes y brillantes que pudiese seleccionar la evolución». Es lo que equivaldría a la selección natural pero orquestada por el capitalismo. «Los economistas lo llamaban un ‘periodo de ajuste, pero las personas como Martin lo llamaban el suceso». Y superar este ‘ajuste’ refugiado en su bunker, este apocalipsis, «era el plan de Martin. Esperar a que volviera a reinstaurarse el orden y aparecer con todo lo necesario para hacerse un hueco en él: bienes comerciales, títulos al portador, dinero en metálico y su inteligencia, con el apoyo de un grupo leal de seguidores que sabían disparar todas las armas de la nutrida armería del Fuerte del día del Juicio». Con este último cuento, el retrato de Doctorow es el de una sociedad egoísta y encerrada en sí misma en la que los superricos se creen por encima del bien y del mal pero en el que su aislamiento es su gran castigo. Es evidente que el autor lo lleva al extremo, pero no me sorprendería que, con la pandemia, haya habido quien se lo ha planteado seriamente e incluso planificado. En cualquier modo, este aislamiento ya se está produciendo hoy mismo, sin necesidad de atrincherarse ni construir bunkers de aislamiento: no les hace falta, ya viven en sus burbujas, intocables, impasibles ante lo que sucede. 

Por todo lo expuesto, el libro de Doctorow es una muy interesante lectura en la que, a modo de ficción, se nos plantea un escenario (demasiado) próximo en el que la sociedad queda en manos de una minoría acaudalada que estructura, dirige, orquestra y ejecuta sus reglas mientras somete a las clases bajas a su dictamen. Quizá las distopías planteadas parecen lejanas, quizá parecen irreales, pero viéndolo con detalle, Doctorow puede que nos cambie el decorado, pero los protagonistas, los principios y las reglas establecidas son fácilmente identificables y mantenidas con un único y mismo fin: la supervivencia de los ricos a toda costa... o a costa de todos.

También de Cory Doctorow en ULAD: Walkaway

jueves, 17 de marzo de 2022

VV.AA.: Zona de penumbra

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable (especialmente para interesados)

Zona de penumbra aglutina once cuentos. Todos ellos fueron escritos durante el periodo que comprende el Fin de Siglo y el Modernismo. Los hermanan su autoría española y el cariz fantástico que adquieren sus argumentos. 

Aunque en general me han gustado, mis preferidos serían:

  • El inacabado "¿Dónde está mi cabeza?" de Benito Pérez Galdós, que entremezcla el horror con humor grotesco y absurdo.
  • "Médium", de Pío Baroja, y "Los buitres", de Ángeles Vicente, que sorprenden por su contundencia e intensidad.
  • "El que se enterró" de Miguel de Unamuno, cuyas reflexiones metafísicas rozan la genialidad.

Por ponerle alguna pega a este volumen, diría que la mayoría de narraciones agrupadas adolecen de:

  • Una prosa algo recargada.
  • Cierta tendencia a la sobreexpliación.
  • Premisas que, si bien eran originales en su época, a día de hoy pueden estar muy vistas.

Sea como fuere, recomiendo encarecidamente la lectura de Zona de penumbra. Especialmente a aquéllos que quieran visitar clásicos en los que se entremezclan lo sobrenatural, el inconsciente, el espiritismo y la comedia con sumo acierto.

martes, 4 de enero de 2022

Ted Chiang: La historia de tu vida

Idioma original: inglés
Traducción: Lluís Delgado (edición en catalán) y Luis García Prado (edición en castellano)
Año de publicación: 2002
Valoración: recomendable
Título original: Stories of Your Life and Others

A menudo hablamos de la ciencia ficción como un género que se nos antoja lejano, donde se dibujan escenarios remotos no únicamente en el aspecto conceptual, sino también físico. Algo inaccesible, algo a veces implanteable. Ted Chiang es consciente de ello y aproxima sus relatos a nuestro mundo, a la visión que tenemos de él, a quienes somos y a qué aspiramos.

En este conjunto de ocho relatos, de diferente extensión y temática, Ted Chiang hace gala de su visión humanista de la sociedad y, a excepción del primero de los cuentos, ubica la narración en un tiempo indefinido que podría ser ahora mismo en algún caso, o un futuro no muy lejano. Porque en sus relatos no tenemos que esperar grandes avances tecnológicos u objetos inimaginables, tan solo debemos estar abiertos a ampliar un poco nuestra amplitud de miras para poder disfrutar de las realidades que plantea.

Como ya ocurría en «Exhalación», el libro empieza con su relato más diferente, y uno de sus mejores. También en esta ocasión el autor nos sitúa en un lugar lejano en el tiempo y también en el espacio para el lector occidental y, en este caso, con «La torre de Babilonia» nos posiciona en tiempos pasados, como ya hizo en «El comerciante y la puerta del alquimista» (primer cuento de Exhalación), y ubica la historia en Babilonia donde una torre se alza hacia el cielo con una longitud inalcanzable, «un pilar para llegar al cielo, una escalera que los hombres podrían subir para contemplar la obra de Yahvé, y por la cual Yahvé podría bajar para contemplar la obra de los hombres»; el protagonista, minero, tiene como objetivo hacer un túnel en la bóveda, perforándola, para proseguir su camino hacia el cielo y llegar a él. El camino emprendido lo lleva a subir por tramos y zonas en los que habitan personas que ya nacieron ahí. Sin desvelar su desenlace, en este cuento Chiang demuestra su grandísimo talento en ubicarnos en tiempos y tierras lejanas y narrar un cuento en el que se explora la necesidad de la humanidad en conocer lo que hay en el más allá.

El libro continua con un segundo relato, «Comprende», que también se encuentra entre mis favoritos, pues cambiando totalmente de registro y de escenario, el autor demuestra su capacidad polifacética, amplia y extensa; en este caso, Chiang dibuja el narrador de este relato como un sujeto que es tratado con un fármaco experimental que potencia sus capacidades no únicamente mentales, sino también emocionales. Este hecho le lleva a crear una nueva lengua, más rica y compleja, «poco apta para la escritura o el habla. No se transcribiría como un conjunto de palabras ordenadas linealmente, sino como un ideograma gigantesco que se tendría que absorber de golpe». (…) «El texto impreso es demasiado torpe y estático para esta lengua; el único medio útil para expresarla serían el vídeo o el holo, que pueden mostrar una imagen en evolución. Además, hablarla sería impensable a causa del ancho de banda limitado de la mente humana». La calidad y capacidad narrativa de Chiang son descomunales, manteniendo una tensión a lo largo de todo un relato que va cada vez más allá, planteando los límites a los que el ser humano podría llegar a alcanzar, o desear.

Como en todo conjunto de relatos, y es algo que ocurre con todos los autores, hay relatos más conseguidos que otros en función de los intereses personales y también del impacto que nos causa. En este recopilatorio de cuentos destaco, además de los indicados anteriormente, «La historia de tu vida», que da nombre al libro y que dio vida a la película «La llegada» y en el que el relato gira en torno a la aparición de seres alienígenas y el reto de una doctora especialista en lenguaje e interpretación para lograr comunicarse con ellos y comprender así su propósito y su manera de ser. El relato tiene un ritmo pausado que permite que conectemos perfectamente con la historia contada y la narración (en este caso) en primera persona consigue que nos pongamos en la piel de la doctora intérprete y quedemos ensimismados ante la presencia de los alienígenas y su complejidad lingüística, así como la necesidad de la humanidad en explorar otras formas de vida y sus propósitos.

De igual modo, destacaría el relato «El infierno es la ausencia de Dios» en el que los protagonistas son seres que tienen algún problema físico (una malformación en un caso, una persona con piernas amputadas en otro) y que Chiang aprovecha para tratar sobre la religión, las visitaciones, el libre albedrio, la redención y la superación personal. También el relato con el que finaliza el libro, «¿Te gusta lo que ves? Documental» en el que el autor nos sitúa de nuevo en un futuro próximo aunque sobradamente conocido, en el que nos habla sobre el «aspectismo», la importancia que se da a la imagen personal y que supone un prejuicio sobre las personas poco atractivas. El relato gira en torno a la «calignosia», un tratamiento médico que bloquea la respuesta humana a la evaluación del físico lo cual provoca que quien se lo aplique no experimente ninguna reacción estética ante el físico de las personas. Este es otro de sus grandes relatos, pues se cuestiona qué ocurriría si «pudiéramos vivir en un entorno en el que la gente no se juzgara basándose en su apariencia». Por ello, el relato plantea el problema del exceso de perfección, la búsqueda constante de la belleza mediante elementos artificiales que cada vez es peor, como una droga a la que estamos enganchados.

Por todo ello, por la variedad de temas tratados y la efectividad de los diferentes estilos narrativos que Chiang utiliza en sus relatos, los escenarios que nos plantea el autor nos abren la mente sobre los posibles mundos en los que podríamos encontrarnos, así como nos plantea una vía directa al análisis sobre cómo está conformado nuestro mundo. Habituados a dar por sentado y asumir como universal nuestra propia realidad, extrapolando la ya no únicamente a nuestro entorno sino también a otros mundos, Chiang nos reta a pensar en alternativas, no siempre mejores, no siempre posibles, pero sí diferentes. Y eso abre las puertas a cuestionarnos a nosotros mismos como individuos pero también como sociedad, desde la creencia y la fe hasta el agnosticismo más extremo, sembrando así las semillas suficientes de incertidumbre para reflexionar sobre nuestra propia existencia y no dar nada por sentado excepto nuestras propias limitaciones.

También de Ted Chiang en ULAD: Exhalación

lunes, 16 de agosto de 2021

Stefan Zweig: Una boda en Lyon

Idioma original: alemán
Título original: Die Hochzeit von Lyon und andere Erzählungen
Traducción: Tiana Puig (ed. en catalán) / Berta Vias Mahou (ed. en castellano)
Año de publicación: 1927
Valoración: está bien

Creo que en la comunidad lectora hay un amplio consenso sobre la calidad literaria de Stefan Zweig y de su capacidad inmensa para retratar y explorar la condición humana. En este brevísimo libro del autor austríaco encontramos el relato principal que da nombre a esta obra y tres relatos adicionales, muy diferentes entre ellos y que abordan temáticas algo diferentes a lo que nos tiene acostumbrados.

Tal es así, que el libro empieza con el relato que le da nombre, y que ocupa prácticamente la mitad de la extensión del libro. En él, «Una boda en Lyon» el autor nos traslada al Lyon de 1793, al momento en el que se firma un decreto en el que se establecía que «todos los edificios de la ciudad rebelde fueran derruidos, y los monumentos, reducidos a cenizas» lo cual conllevaba la destrucción de la segunda ciudad más grande de Francia; la pólvora se encargaba de destruir los edificios y los condenados son tan numerosos que los meten donde pueden hasta que llega el momento de la sentencia y, en uno de esos lugares en lo que los reclusos esperan su hora final, el autor centra el foco de la historia en dos jóvenes que encarcelan justo el día en el que debían casarse. Zweig narra con su habitual estilo y fineza los sentimientos de los dos prometidos que coinciden de manera casual en los sótanos del ayuntamiento, lugar en el que permanecen recluidos aquellos que serán sentenciados. Así, la joven y el joven se encuentran, por un casual y, a pesar de la terrible circunstancia, se sienten afortunados, porque podían, sino vivir, al menos sí morir al lado de su persona amada. El único lamento, la única pena, el hecho de «tener que presentarse delante de Dios con un nombre que no le correspondería, en lugar de hacerlo como su legítima esposa». Pero, y ahí Zweig deja entrever una característica que será común a todos los relatos incluidos en el libro, hace acto de presencia la bondad y la solidaridad, pues entre los reclusos se encuentra un capellán rebelde que se ofrece para «unirlos en sagrado matrimonio ante los testimonios allí congregados y Dios omnipresente». Este relato es un canto al amor, a la solidaridad, a la humanidad y a la vida, para aprovecharla y disfrutarla hasta el último momento y en cualquier situación, pues «ningún soplo de vida será devuelto» y que Zweig ambienta de manera muy precisa como si de una obra de teatro se tratara, describiendo a la perfección la ambientación, los personajes y la escenografía. Y, de igual modo, aprovecha para hacer una crítica clara y evidente del terror jacobino impuesto durante la revolución francesa con la presencia de nombres como Fouché, Robespierre, Barère o Couthon, creando así un marco histórico ambiental reconocible por el lector.

En el segundo de los relatos, «La caminata», el autor nos sitúa en Judea en la época de Jesucristo y en ese marco geográfico e histórico nos narra la historia de un joven que empieza una travesía hacia Jerusalén para encontrar al redentor. A medio camino se detiene en una casa para coger aire y recobrar fuerzas y, a pesar de las tentaciones que en ella encuentra, el joven, fiel a su fe y determinación, prosigue su camino. El autor sabe transmitir en este relato la duda y la tentación del protagonista, a la vez que ejemplifica la lucha contra el deseo. 

En estos dos textos iniciales. Zweig se desmarca de su habitual narrativa protagonizada por las clases altas de la geografía centroeuropea y las relaciones entre hombres y mujeres de alta alcurnia. Así, el autor realiza con estos cuentos un cambio de registro situando la narración en torno a lo religioso, pero sin caer en el proselitismo sino que sitúa las narraciones en determinados momentos históricos para ejercitar un retrato puramente circunstancial de una época donde la religión copaba los principales impulsos de la humanidad: la devoción, la culpa, y la fe.

En el tercer relato, «Un ser humano inolvidable», Zweig vuelve al escenario en el que mejor se desenvuelve y nos narra un relato que gira en torno a la bondad, al altruismo y a la generosidad como los mayores bienes que poseemos y que, ejercitado de manera habitual y espontánea, pueden convertir la sociedad en un lugar amable en el que vivir. Es evidente que el mensaje es altamente utópico, aunque sí es necesario que se plantee para, al menos así, dar ese primer paso: el de la concienciación. La humanidad y la bondad que transmite el relato, así como las valores que defiende, deberían ser siempre tenidos en cuenta (y seguidos, a ser posible), pues transmiten un escenario en el que la codicia y el individualismo no tienen cabida.

Ya en el último de los relatos, «Dos solitarios», el autor sitúa como protagonistas de la historia dos personas marginadas por la sociedad que coinciden y se encuentran, que se entienden y confraternizan, que encuentran en el otro aquello que vive dentro de sí mismo, estableciendo una unión y compañerismo que probablemente solo ellos pueden elevar a tal grado de compenetración.

Analizados los diferentes cuentos que se incluyen en esta obra, cabe decir que este es un libro algo atípico dentro del universo de Zweig, pues en sus dos primeros relatos de acerca de manera clara al aspecto religioso y que casi uno podría estar pensando que lee a Erri de Luca, por la crítica hacia ciertos estamentos pero también por la bondad de su relato sin caer en la desmesura. Por contra, los dos últimos relatos abandonan esa temática y en ellos se puede reconocer de manera más evidente la impronta del autor austriaco, aunque lamentablemente sin mostrar en ellos con plenitud el inmenso talento y capacidad narrativa que tiene Zweig y que habitualmente demuestra en gran parte de sus obras, ya sean ensayos o ficción.

Por ello, este es un libro corto, cortísimo, que se lee de un tirón y que, según mi punto de vista, no forma parte de sus mejores obras. Y, en este caso, no se trata en absoluto de un problema de extensión, pues Zweig ha demostrado sobradamente desenvolverse con soltura en las narraciones cortas como «Miedo», «Ardiente secreto», «Carta de una desconocida» o «Veinticuatro horas en la vida de una mujer». En este caso, el motivo está en el contenido, en la falta de impacto, pues encontramos un tono más suave, menos profundo y más comedido, aunque, de todos modos, siempre podemos hallar en estos cuentos elementos interesantes como en toda obra de Zweig.

viernes, 26 de febrero de 2021

Borja Goyenechea: El francés y otros relatos

 

Idioma original: español

Año de publicación: 2020

Valoración: bastante recomendable

Aunque sea personalmente reacio a prejuzgar en función de circunstancias particulares de los autores, he de reconocer que leer a Borja Goyenechea (21 años, improbable miembro de una Generación Z literaria, como más adelante explico) tras leer a un Don DeLillo (seis décadas les separan) publicando- onerosamente, eso sí - al ralentí, me resulta una experiencia curiosa. Aunque sea por los planteamientos de partida, y ya no fuerzo más la comparación pues no se trata de eso: Goyenechea no tiene miedo a iniciar sus relatos con bloques de texto de cierto espesor conceptual, resulta curioso en estos tiempos donde el uso del skip amenaza cualquier manifestación artística el joven autor se atreva con párrafos de entrada que podrían asustar al lector poco bregado. 

Por si el incierto presente del mundo literario no fuera suficiente, publicar una primera obra en plena pandemia e iniciarla con un cuento - un excelente cuento - que refiere al virus y lo coloca en el centro sin apenas preámbulos, requiere de un autor joven mostrar personalidad, y Goyenechea no se queda ahí. Aunque muestre altibajos, los propios del escritor que, por edad y curiosidad propia, especulo, genera obra casi a medida que engulle la de otros y la deja transpirar en sus escritos. Me apuntan Mairal, pero diría que Cortázar también y, presumo, pero puedo equivocarme, que algo de Saer y algo de Borges o Bolaño, claro, el realismo mágico, por supuesto, y algún préstamo de esa corriente de escritoras de las que ya hablamos aquí, jóvenes escritoras en español escoradas sin miedo hacia relatos de terror, de suspense, de carnalidad desacomplejada.

Los personajes de Goyenechea son centrales, casi siempre lo que les ocurre es periférico en sus relatos. Son personajes que sufren y que muestran ese sufrimiento en su diálogo interior, otra seña de identidad, algo que puede que trabe o dificulte el avance en lo narrativo pues no hay aquí ligereza ni frivolidad, hay párrafos con contenido valioso en cada arranque. Sufren porque han tomado decisiones radicales que pueden acarrearles trágicas consecuencias. Son soldados que se refugian en cuevas o seres que huyen o tipos a los que no les llega el dinero para tomar agua, para comprar un ataúd. Ese padecimiento lleva a ciertos grados de desesperación. El libro mantiene una unidad en ese sentido y cada lector hallará su cuento favorito e identificará esas influencias lógicas, personalmente creo que lectores y autores constituyen mundos separados como para que yo, en tanto que perteneciente a los primeros, le dé un consejo al autor cara a futuras obras, que tiene la pinta de haberlas y creo que de mayor enjundia. Le he visto decisión, buen trato del lenguaje, capacidad de describir la paleta psicológica (de hecho la única referencia literaria directa es a Kafka), le he visto la obvia intención del debutante en demostrar versatilidad, puede que con algún disculpable exceso de rigidez, pero en general El francés y otros relatos es un alentador ejercicio que conjuga ambición y maneras, que compensa esa soledad del escritor de fondo (estudiante peruano en Madrid, dice la solapa) con la convicción de quien confía en lo que escribe. No le colguéis etiquetas porque, entre la maraña de juntaletras situacionistas que anega la edición independiente - o directamente la autoedición para allegados y amiguetes, le veo una luz propia que él, creo, sabrá pulir y definir.

lunes, 22 de febrero de 2021

Aleksandr Afanásiev: El pájaro de fuego y otros cuentos rusos

Idioma original: ruso

Año de publicación: 1852-1863

Traducción: Joaquín Fernández-Valdés

Valoración: más que recomendable (y las ilustraciones, imprescindibles)

Aleksandr Nikolaievich Afanásiev no fue un escritor, propiamente diccho , o al menos lo que solemos entender como tal, sino un recopilador de cuentos populares rusos del siglo XIX, aunque nadie piense en un tipo en plan hermanos Grimm trpando a la torre en el bosque para encontrarse arriba cn Mónica Belucci; Afanásiev era más bien un ratón de bilioteca -o de archivo, en realidad-, lo que le permitió, en una ingente labor comenzada en 1852, compilar más de seiscientos relatos, publicados en ocho fascículos como Cuentos populares rusos (amén de 33 Leyendas populares rusas, protagonizadas por santos y hasta por el mismísimo Jesucristo, pero cuyo tono burlón no agradó demasiado al poder zarista, al parecer). la importancia de su obra recopilatoria, sin embargo, se fue poniendo de relieve cada vez más, influyendo en otros escritores e incluso compositores rusos (Stravinski, Rimski-Kórsakov) y, sobre todo, sirvió de base indispensable para el famoso estudio Morfología del cuento  del antropólogo Vladimir Propp

En esta cuidada edición de Libros del Zorro Rojo se ha hecho una selección de siete de estos cuentos (los más representativos, imagino), en los que encontramos todo un colorido mundo de prodigios  de metamorfosis de personas en animales y animales en personas; de muertos que resucitan y héroes y heroínas que reciben ayudas extraordinarias... En contramos a la célebre bruja eslava Babá Yaga (Francesc ya la conoce) en varios de estos relatos, aunque sobre todo en Vasilia la Bella, una suerte de crossover entre Cenicienta  y La matanza de Texas. También al particular Rey Hielo ruso, Koschéi el Inmortal, a un "bello durmiebnte" masculino, en La pluma de Fínist, a una reina guerrera en María Morevna, a zares, zarévichs y zarevnas, huérfanos y campesinos, a pájaros de fuego, caballos parlantes y lobos de buen corazón...

Pero, sobre todo, encontramos unas ilustraciones que son una absoluta MARAVILLA. Realizadas por el magnífico ilustrador y escenógrafo Iván Bilibin para la edición de estos cuentos en 1899 y años posteriores, con un estilo exquisito y detallista, delicado pero dinámico a un tiempo, embebido de la tradición del folklore ruso, pero tambiñén de la estética del art-nouveau, y que justifican por sí solos la publicación de éste o de cualquier otro libro que los incluya, así como aseguran el deleite de quien los contemple. Repito, por si no ha quedado claro: una verdadera MA-RA-VI-LLA. Hala, a disfrutar: