martes, 4 de enero de 2022

Ted Chiang: La historia de tu vida

Idioma original: inglés
Traducción: Lluís Delgado (edición en catalán) y Luis García Prado (edición en castellano)
Año de publicación: 2002
Valoración: recomendable
Título original: Stories of Your Life and Others

A menudo hablamos de la ciencia ficción como un género que se nos antoja lejano, donde se dibujan escenarios remotos no únicamente en el aspecto conceptual, sino también físico. Algo inaccesible, algo a veces implanteable. Ted Chiang es consciente de ello y aproxima sus relatos a nuestro mundo, a la visión que tenemos de él, a quienes somos y a qué aspiramos.

En este conjunto de ocho relatos, de diferente extensión y temática, Ted Chiang hace gala de su visión humanista de la sociedad y, a excepción del primero de los cuentos, ubica la narración en un tiempo indefinido que podría ser ahora mismo en algún caso, o un futuro no muy lejano. Porque en sus relatos no tenemos que esperar grandes avances tecnológicos u objetos inimaginables, tan solo debemos estar abiertos a ampliar un poco nuestra amplitud de miras para poder disfrutar de las realidades que plantea.

Como ya ocurría en «Exhalación», el libro empieza con su relato más diferente, y uno de sus mejores. También en esta ocasión el autor nos sitúa en un lugar lejano en el tiempo y también en el espacio para el lector occidental y, en este caso, con «La torre de Babilonia» nos posiciona en tiempos pasados, como ya hizo en «El comerciante y la puerta del alquimista» (primer cuento de Exhalación), y ubica la historia en Babilonia donde una torre se alza hacia el cielo con una longitud inalcanzable, «un pilar para llegar al cielo, una escalera que los hombres podrían subir para contemplar la obra de Yahvé, y por la cual Yahvé podría bajar para contemplar la obra de los hombres»; el protagonista, minero, tiene como objetivo hacer un túnel en la bóveda, perforándola, para proseguir su camino hacia el cielo y llegar a él. El camino emprendido lo lleva a subir por tramos y zonas en los que habitan personas que ya nacieron ahí. Sin desvelar su desenlace, en este cuento Chiang demuestra su grandísimo talento en ubicarnos en tiempos y tierras lejanas y narrar un cuento en el que se explora la necesidad de la humanidad en conocer lo que hay en el más allá.

El libro continua con un segundo relato, «Comprende», que también se encuentra entre mis favoritos, pues cambiando totalmente de registro y de escenario, el autor demuestra su capacidad polifacética, amplia y extensa; en este caso, Chiang dibuja el narrador de este relato como un sujeto que es tratado con un fármaco experimental que potencia sus capacidades no únicamente mentales, sino también emocionales. Este hecho le lleva a crear una nueva lengua, más rica y compleja, «poco apta para la escritura o el habla. No se transcribiría como un conjunto de palabras ordenadas linealmente, sino como un ideograma gigantesco que se tendría que absorber de golpe». (…) «El texto impreso es demasiado torpe y estático para esta lengua; el único medio útil para expresarla serían el vídeo o el holo, que pueden mostrar una imagen en evolución. Además, hablarla sería impensable a causa del ancho de banda limitado de la mente humana». La calidad y capacidad narrativa de Chiang son descomunales, manteniendo una tensión a lo largo de todo un relato que va cada vez más allá, planteando los límites a los que el ser humano podría llegar a alcanzar, o desear.

Como en todo conjunto de relatos, y es algo que ocurre con todos los autores, hay relatos más conseguidos que otros en función de los intereses personales y también del impacto que nos causa. En este recopilatorio de cuentos destaco, además de los indicados anteriormente, «La historia de tu vida», que da nombre al libro y que dio vida a la película «La llegada» y en el que el relato gira en torno a la aparición de seres alienígenas y el reto de una doctora especialista en lenguaje e interpretación para lograr comunicarse con ellos y comprender así su propósito y su manera de ser. El relato tiene un ritmo pausado que permite que conectemos perfectamente con la historia contada y la narración (en este caso) en primera persona consigue que nos pongamos en la piel de la doctora intérprete y quedemos ensimismados ante la presencia de los alienígenas y su complejidad lingüística, así como la necesidad de la humanidad en explorar otras formas de vida y sus propósitos.

De igual modo, destacaría el relato «El infierno es la ausencia de Dios» en el que los protagonistas son seres que tienen algún problema físico (una malformación en un caso, una persona con piernas amputadas en otro) y que Chiang aprovecha para tratar sobre la religión, las visitaciones, el libre albedrio, la redención y la superación personal. También el relato con el que finaliza el libro, «¿Te gusta lo que ves? Documental» en el que el autor nos sitúa de nuevo en un futuro próximo aunque sobradamente conocido, en el que nos habla sobre el «aspectismo», la importancia que se da a la imagen personal y que supone un prejuicio sobre las personas poco atractivas. El relato gira en torno a la «calignosia», un tratamiento médico que bloquea la respuesta humana a la evaluación del físico lo cual provoca que quien se lo aplique no experimente ninguna reacción estética ante el físico de las personas. Este es otro de sus grandes relatos, pues se cuestiona qué ocurriría si «pudiéramos vivir en un entorno en el que la gente no se juzgara basándose en su apariencia». Por ello, el relato plantea el problema del exceso de perfección, la búsqueda constante de la belleza mediante elementos artificiales que cada vez es peor, como una droga a la que estamos enganchados.

Por todo ello, por la variedad de temas tratados y la efectividad de los diferentes estilos narrativos que Chiang utiliza en sus relatos, los escenarios que nos plantea el autor nos abren la mente sobre los posibles mundos en los que podríamos encontrarnos, así como nos plantea una vía directa al análisis sobre cómo está conformado nuestro mundo. Habituados a dar por sentado y asumir como universal nuestra propia realidad, extrapolando la ya no únicamente a nuestro entorno sino también a otros mundos, Chiang nos reta a pensar en alternativas, no siempre mejores, no siempre posibles, pero sí diferentes. Y eso abre las puertas a cuestionarnos a nosotros mismos como individuos pero también como sociedad, desde la creencia y la fe hasta el agnosticismo más extremo, sembrando así las semillas suficientes de incertidumbre para reflexionar sobre nuestra propia existencia y no dar nada por sentado excepto nuestras propias limitaciones.

También de Ted Chiang en ULAD: Exhalación

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