martes, 19 de noviembre de 2024
Luisa María Linares: Soy la otra mujer
martes, 12 de diciembre de 2023
Edith Wharton: Estío
domingo, 5 de noviembre de 2023
Laird Koenig: La chica que vive al final del camino
- Mezcla acertadamente diversos géneros.
- Se estructura en capítulos tan breves como adictivos.
- Su historia transcurre con una fluidez sorprendente, pero en todo momento sabe cuándo debe realentizar el ritmo.
- Koening dosifica acertadamente la información, expande el misterio, juega con las expectativas del lector, te encariña con los protagonistas y logra que ciertas escenas impacten emocionalmente.
- La caracterización de Rynn (madura, inteligente, calculadora, de gustos refinados, pero sin por ello dejar de ser una niña) está muy lograda. También me ha convencido su eventual desarrollo, que nos es transmitido de manera orgánica y creíble.
- Mario, que es un poco mayor que Rynn, la complementa a la perfección, e incluso ejerce de contrapunto que cataliza su arco de crecimiento.
- Frank Hallet consigue erigirse como un personaje siniestro y amenazante, cuya plausibilidad da miedo.
- Los diálogos, llenos de batallas dialécticas, ambiguedades, dobles sentidos, sarcasmo, etc..., resultan entretenidos a la par que avanzan la trama y caracterizan a los interlocutores.
- Hay un par de escenas brillantes en lo que a tensión u horror respecta.
- Puntadas irónicas radiografían la sociedad de la época (sobre todo su corrupción, clasismo y racismo); también las diferencias entre Inglaterra, EEUU y sus respectivos habitantes dan bastante juego al autor.
- Su final es técnicamente abierto, en el sentido de que no insulta a la inteligencia del lector, pero al mismo tiempo cierra la novela.
- En determinados momentos hay que suspender la incredulidad para aceptar ciertos acontecimientos. Por ejemplo, que tanto Rynn como Mario sean tan espabilados y resolutivos, o que puedan engañar a un policía que ha demostrado ser extremadamente competente y atento.
- El romance que presentan estas páginas me parece algo forzado.
jueves, 3 de agosto de 2023
Italo Calvino: Nuestros antepasados
Título original: I nostri antenati (Il visconte dimezzato; Il barone rampante; Il cavaliere inesistente)
Año de publicación: El vizconde demediado, 1952; El barón rampante, 1957; El caballero inexistente, 1959
Traducción: Esther Benítez
Valoración: Imprescindible
Antes de que se nos pase celebrar el centenario del nacimiento del grandísimo Italo Calvino, que en este blog somos un poco despistados, habrá que reseñar alguna cosilla de él, digo yo... Y entre su excelsa producción destaca, en mi opinión tan sólo un paso por detrás en perfección (o incluso ni eso) de Las ciudades invisibles, esta trilogía escrita en los años 50 del siglo pasado y que él mismo llamó Nuestros antepasados, compuesta por tres novelas independiente y, en apariencia sin ninguna relación entre sí, aunque las tres guarden un aire común, entre el cuento popular, la alegoría socio-política y la fantasía más imaginativa. Aunque me temo que el propio Calvino no estaría de acuerdo conmigo, o no del todo; en la respuesta a una reseña a El caballero inexistente aparecida en el semanario Mondo Nuovo (y titulada, significativamente, La novela de un ex-comunista) escribió: "En El caballero inexistente, como en mis dos anteriores novelas fantástico-morales o lírico-filosóficas o como se quiera llamar, no me he propuesto ninguna alegoría política, sino tan sólo estudiar y representar las condiciones del hombre de hoy, la forma de su 'alienación', las vías para la consecución de una humanidad total". Pero, en fin, vayamos de una vez al turrón:
En la novela corta El vizconde demediado el vizconde Medardo de Torralba, que ha acudido a la guerra contra los turcos, es alcanzado por una bala de cañón de tal forma que queda partido en dos mitades simétricas. Milagrosamente los médicos logran salvar a la mitad derecha, que vuelve a su predio convertido en un ser absolutamente infame que se dedica a sembrar el mal allá por donde pasa. sin embargo (y atención al SPOILER) resulta que la otra mitad también ha sobrevivido y cuando aparece por Terralba resulta ser todo lo contrario a la primera: un compendio de bondad y sacrificio por el prójimo, llegando incluso a la exageración. como cabe suponer, el conflicto está servido...
Es más que evidente el carácter simbólico (la dicotomía del alma humana, el conflicto del bien y el mal, etc.) de El vizconde demediado. Quizás un tanto más discutible, como hemos visto, sería su lectura política, pero se puede ver como metáfora de lo que había sido la Historia de la primera mitad del siglo XX, quizá también de la disyuntiva que se le ofrecía a la ciudadanía de los países occidentales hace 70 años... Aunque me atrevería a decir que de forma aún más clara hoy en día: entre un "malismo" quizás satisfactorio como salida a nuestros peores instinttos y frustraciones, pero estéril e incluso contraproducente para la convivencia y el avance social, y un "buenismo" voluntarioso, pero algo inflexible, cuyas buenas intenciones chocan con la realidad hasta neutralizar cualquier eficacia. La sociedad, en esta narración, está representada por distintos colectivos y personajes característicos que aparecen: desde los criados y esbirros del vizconde a los campesinos, los leprosos, los hugonotes... Todo ello, empero, contado no con el lenguaje abstruso de la teoría política, sino con el precioso y aun poético de los cuentos populares (recordemos que Calvino recopiló muchos Cuentos populares italianos en un maravilloso libro) y narrado, quizás para reforzar esta impresión de cuento o fábula, desde el punto de vista de un niño, sobrino del vizconde, de tal manera que, simbolismos aparte, la novelita se puede leer, sin más -o además-como un relato asombroso y entretenido, digno de la mejor tradición literaria fantástica.
La segunda novela que conforma Nuestros antepasados, El barón rampante, ya ha sido reseñada en este blog, así que no me extenderé demasiado. Pero sí quiero decir las aventuras del barón Cósimo Piovasco de Rondó, que siendo aún niño y tras una discusión familiar decide subirse a un árbol y no volver a pisar el suelo jamás, constituye una de las novelas más deliciosas, divertidas, inteligentes, románticas, conmovedoras y, por qué no decirlo, perfectas que vais a poder leer nunca. Por decirlo de otra forma: es un libro que le puede gustar a cualquier lector o lectora, sean cuales sean sus gustos y preferencias, escrito además en un estado de gracia estilístico (aunque resulta lo habitual en Calvino) que convierte este libro en una verdadera delicatesse para los paladares literarios más exigentes. Que además se deleitarán como pocas veces en su vida no sólo con las peripecias de Cósimo, sino también con sus amores con Viola, con la melancolía del caballero Enea Silvio Carrega, los avatares del bandido lector, Gian dei Brughi, las peculiaridades de la familia de Cósimo -no pasar por alto a su hermana Batista y sus habilidades culinarias- o, simplemente, con la maravilla que representa la villa de Ombrosa, verdadero Paraíso en la Tierra... sobre todo para las ardillas.
Bueno, no sé si se ha notado hasta ahora, pero a mí lo que me gustaría es que dejásemos de leer esta reseña Y OS PUSIÉRAIS A LEER EL LIBRO, CONCHO... Peeeero, sin olvidar que aun queda un título en esta trilogía, así que cuando acabéis, volved...
¿Ya está? No lo habéis podido soltar, ¿verdad? Bueno, pues no se vayan todavía, que aún hay más: para continuar -y concluir- tanta maravilla, Calvino escribió otra deliciosa novela, más corta, titulada El caballero inexistente, se nos narran las aventuras -y desventuras, también- del Agilulfo de los Guildivernos, caballero al servicio del ejército de Carlomagno. Pero, como dicta el título de la novela, Agilulfo en verdad no existe, es tan sólo una armadura vacía que se mueve por la pura voluntad de ser un caballero. Por decirlo como se expresa en el libro: Agilulfo sabe que existe, pero en realidad no existe... a diferencia de su escudero Gurdulú, que existe, pero que no sabe que existe y por eso se identifica con todos los seres y aun objetos con los que se cruza... Aunque también conoceremos las cuitas, amorosas y de las otras, de otros personajes como Ramallo de Rosellón, la aguerrida Bradamante, Turrismundo de Cornualles, su madre, la princesa Sofronia... Todas ellas narradas por una voz también bastante peculiar, la de una monja, sor Teodora, que debe escribir las vicisitudes de estos caballeros y damas como obligación impuesta por la madre superiora de su convento y nos ilustra, además, con algunas reflexiones sobre la creación literaria en sí:
"La página tiene su bondad sólo cuando la pasas y está detrás la vida empujando y descomponiendo todas las hojas del libro. La pluma corre impulsada por el mismo placer que te hace correr los caminos. El capítulo que empiezas y aún no sabes qué historia contará es como la esquina que doblará al salir del convento, que no sabes si te pondrá frente a un dragón, una banda berberiscos, una isla encantada, un nuevo amor".
Como, supongo, más de uno y una de quienes leen esta reseña habrán adivinado al conocer los nombres de los personajes de la novela, El caballero inexistente es un relato impregnado de humor; más aún, incluso, que las otras dos novelas de la trilogía, en las que, por otra parte, el humor también estaba presente en todo momento. Pero en ésta, sin olvidar un trasfondo metafórico -que se condensa, sobre todo, en la melancolía existencial del caballero Agilulfo-, el humor se convierte en un rasgo más del estilo y no el menos importante, e incluso diríase el motor que hace funcionar toda la historia; a destacar, por ejemplo, la narración de la batalla entre los ejércitos cristiano y sarraceno o la desternillante noche de amor que pasa Agilulfo con la seductora viuda Priscila... Una vez más, empero, no sé hasta que punto estaría de acuerdo el propio Italo Calvino, pues, según sus palabras (en la respuesta a la crítica mencionada antes): "El caballero inexistente es una historia sobre los distintos grados de existencia del hombre, sobre las relaciones entre existencia y conciencia, entre sujeto y objeto, sobre nuestra posibilidad de realizarnos y de establecer conciencia con las cosas; es una transfiguración en clave lírica de interpretaciones y conceptos que se repiten continuamente hoy en la investigación filosófica, antropológica, sociológica, histórica". Todo de una gran profundidad, como se ve, aunque, bueno... eso no tiene por qué estar reñido con el humor, la risa y la diversión, ¿no?
Lo dejo aquí porque no se trata tanto de que yo cuente lo mucho que me gustan las novelas de esta trilogía sino de, insisto, que las leáis. Porque, en este caso, no es sólo que sean imprescindibles, sino que son MARAVILLOSAS.
MILLE GRAZIE, SIGNORE CALVINO!
Otras obras del nunca suficientemente loado (ni leído) Italo Calvino, reseñadas en Un Libro Al Día: El sendero de los nidos de araña, Marcovaldo, Si una noche de invierno un viajero, Las ciudades invisibles,Seis propuestas para el próximo milenio, El barón rampante
viernes, 24 de marzo de 2023
Domènec Guansé: Una nit
lunes, 6 de junio de 2022
Angela Carter: Noches en el circo
- Su exquisita prosa. Según se tercie puede mostrarse delicada, terrible o irónica.
- Los entrañables personajes que la pueblan.
- El estimulante tira y afloja de los protagonistas.
- Las pinceladas góticas, eróticas y humorísticas.
- La transición de un argumento eminentemente realista a uno permeado por la fantasía, el absurdo y lo grotesco.
- Su paulatina integración de la lógica de los cuentos de hadas en el dibujo de caracterizaciones, escenarios y diálogos.
- Su logradísima atmósfera.
- Sus potentes imágenes.
- Su trasfondo feminista, que en ningún momento se siente forzado, simplista o ingenuo.
- Sus reflexiones en torno al amor, la naturaleza de la comedia, la riqueza y la pobreza, etc...
- La primera parte del libro palidece con respecto a las dos que la preceden, ya que es más estática y monocroma.
- Walser es, en comparación con el elenco que lo rodea, bastante soso. Además, su evolución no me parece muy creíble. Aunque esta impresión puede deberse a que yo he sido incapaz de aprehender su arco de personaje.
viernes, 29 de octubre de 2021
Rutu Modan: La propiedad
Título original: The Property
Año de publicación: 2013
Traducción: Eulàlia Sariolajueves, 14 de octubre de 2021
Edith Wharton: Ethan Frome
Título original: Ethan Frome
Año de publicación: 1911
Traducción (al catalán): Xavier Pàmies
Valoración: Muy recomendable
«Cuando se llega a cierta edad, uno deja de ser el protagonista de sus acciones: todo se ha transformado en puras consecuencias de acciones anteriores. Lo que uno ha sembrado fue creciendo subrepticiamente y de pronto estalla en una especie de selva que lo rodea por todas partes, y los días se van en nada más que en abrirse paso a golpes de machete, y nada más que para no ser asfixiado por la selva; pronto se descubre que la idea de practicar una salida es totalmente ilusoria, porque la selva se extiende con mayor rapidez que nuestro trabajo de desbrozamiento y sobre todo porque la idea misma de «salida» es incorrecta: no podemos salir porque no queremos salir, y no queremos salir porque sabemos que no hay hacia dónde salir, porque la selva es uno mismo, y una salida implicaría alguna clase de muerte o simplemente la muerte. Y si bien hubo un tiempo en que se podía morir cierta clase de muerte de apariencia inofensiva, hoy sabemos que aquellas muertes eran las semillas que sembramos de esta muerte que hoy somos.»
martes, 2 de marzo de 2021
Friedrich de la Motte Fouqué: Ondina
- Su prosa, su argumento y los temas que baraja apenas han envejecido, pese al tiempo transcurrido desde su publicación.
- Sus personajes, así como los conflictos de los mismos, son más complejos de lo que a priori puedan parecer.
- Sus elementos fantásticos responden a una lógica interna que el lector entrevé, pero que no se sobreexplica en ningún momento.
- Sus variados registros ora nos maravillan, ora nos entristecen, ora nos aterran.
- Su giro de tuerca se antoja sumamente audaz, aunque puede pecar de cierta previsibilidad.
- Su dramático clímax es puro fatalismo.
- Sus hermosas, a la par que desasosegantes, reflexiones en torno a la amistad, la otredad y el destino enriquecen al conjunto. Por no hablar de las que se dedican al amor: «las penas y las alegrías del amor tienen un parecido tan dulce y están tan unidas las unas y las otras que no hay nada que las pueda separar».
martes, 6 de octubre de 2020
Louis Beysson: Geri
Título original: Geri ou un premier amour
Traducción: Augusto F. Prieto
Año de publicación: 1876
Valoración: Está bien
sábado, 1 de agosto de 2020
Emilia Pardo Bazán: El saludo de las brujas
Año de publicación: 1899
Valoración: Entre recomendable y está bien
Pues resulta que Bazán consigue articular los mentados ingredientes de un modo sumamente atractivo. El registro realista de la historia, por ejemplo, adquiere interés gracias a Dacia, una nación ficticia que coexiste con otros países de la geografía mundial. En cuanto al amor, no se presenta dulcificado; es, de hecho, fuente de tragedias y desgracias de todo tipo. ¿Y qué hay de la prosa? El uso del lenguaje de Bazán es extraordinariamente rico. Es cierto que, a veces, la autora dilata excesivamente ciertas escenas, pero en ningún momento se siente que lo haga para exhibir músculo, sino para aportar matices y reflexiones enjundiosas.
Una Dacia al borde de la guerra civil. Un romance imposible entre Felipe, un príncipe destronado, y Rosario, la sobrina de un talentoso pintor. Intriga política por doquier. Un desenlace algo abrupto pero francamente demoledor. ¡Drama, drama, drama! El contraste entre la libertad y el deber, la coherencia personal y la responsabilidad colectiva. Esto y más, mucho más, señores, es lo que encontraréis en El saludo de las brujas. Que la reivindicación de la institución monárquica que se gasta Bazán no os impida leer esta delicia, porque vale la pena.
También de Emilia Pardo Bazán en ULAD: Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza, Siete cuentos de misterio, Cuentos fantásticos, La gota de sangre, Insolación
viernes, 6 de diciembre de 2019
Colaboración: Juan León Mera: Cumandá o Un drama entre salvajes
Año de publicación: 1877
Valoración: Está bien.
viernes, 15 de noviembre de 2019
Marco Missiroli: Actos obscenos en lugar privado
Título original: Atti osceni in luogo privato
Año de publicación: 2015
Traducción: Carlos Gumpert
Valoración: Está (más o menos) bien
miércoles, 9 de octubre de 2019
Tirant, basado en el Tirant lo Blanch de Joanot Martorell
Fecha de publicación: 1490 (2015 en el caso de esta adaptación)
Valoración: qué os voy a decir, xiquets i xiquetes... imprescindible como el chorizo en la paella (*)
Como ya digo, en esta edición resumida -de hermosas cubierta y contracubierta, por cierto, del, como es habitual, exquisito Fernando Vicente- se saltan todo el comienzo de la novela de Martorell: cómo Tirant, de la casa de Bretaña -entiéndase la Grande, no la otra- llega a convertirse en caballero y sus andanzas guerreando por diversos lugares del Mediterráneo. El libro comienza directamente, pues, cuando el rey de Sicilia envía a Tirant, acompañado de parientes y otros caballeros, en ayuda del emperador de Constantinopla, acosado por las tropas del Sultán y del Gran Turco. Tirant, nombrado Capitán Mayor del ejército imperial, se dedicará a combatirles haciendo gala de su valor y astucia, y también a su rival el Duque de Macedonia. Pero no son las hazañas bélicas lo más significativo de la novela, sino que donde está el tomate (al menos en esta adaptación es en las aventuras de tipo erótico-amoroso: nuestro buen Tirant se prenda de la princesa Camesina y trata de conquistar sus encantos con ayuda -en ocasiones de lo más proactiva- de la doncella Plaerdemivida. No es que a la princesa el gentil caballero le resultase indiferente -todo lo contrario-, pero como joven consciente de su posición mantenía cierta cautela , la cual Tirant trataba de quebrar con métodos y triquiñuelas que hoy no dudaríamos de calificar como acoso por no decir intento de violación... pero en fin, en aquellos tiempos tampoco se podían pedir peras al olmo: todo era de mucha picardía y mucha risa.
Porque, eso sí, nada de amor cortés y demás zarandajas medievales: aquí las manos van al pan y los amantes al catre o adonde se tercie (***). Y no sólo Tirant, sino también sus compadres, como su primo Diafebus o su escudero Hipólito, que le requiebra a la mismísima emperatriz, ya madurita pero de buen ver, según parece... Algo parecido puede decirse de los personajes femeninos, también proclives a satisfacer sus apetitos carnales; así, la pérfida viuda reposada se encapricha del bello Tirant y le tiende un engaño para que éste abandone su interés por la princesa y, en cambio le colme a ella de sus atenciones (no me negaréis que estoy siendo fino... más que en el libro, de hecho). A consecuencia de este engaño es por lo que el héroe abandona Constantinopla en una galera, para nunca más volver... ¿O sí?
Pues sí: después de nuevas aventuras en otros países -aventuras erotizantes, también- vuelve Tirant a Constantinopla y se reúne con Carmesina. ¿Triunfará por fin el amor? ¿Se casarán y serán felices y comerán perdices (y fartons, sobre todo) hasta el fin de sus días? Pues habrá que leerse el original entero, tetes... aunque sea en castellano, que está traducido desde 1511. ¿Merece la pena? Pues seguro que sí... si al mismo Cervantes y, según parece, a Vargas Llosa les flipó tanto, ¿cómo no os va a gustar a nosotros, egregios lectores de Un Libro Al Día, que tenéis un gusto mucho más sibarita y una sabiduría literaria más acerada que la de esos meros juntaletras? Venga, todo el mundo a leerlo... y cuando vayáis por el capítulo DLXXX o por ahí, me lo contáis ; )
(*) Es broma, valencianos; no me tiréis de lo alto del Micalet ni me obliguéis a escuchar los grandes éxitos de Camilo Sesto, per l'amor de Déu!
(**) Además es el día en que se celebra Sant Donís, patrón de los enamorados en Valencia, por lo que resulta también de lo más propio, como ya se ve.
(***) Como decía el cura de aquel lugar de la Mancha, etc...: "Digoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en las camas (...)" Y lo que no es dormir, añado yo...
miércoles, 24 de julio de 2019
Imogen Hermes Gowar: La sirena y la señora Hancock
¿En qué consiste la felicidad? ¿En cumplir nuestros deseos y aspiraciones? ¿En obtener el éxito económico, el reconocimiento social? ¿En vivir como nos dé la gana? ¿En querer y ser queridos? Todas estas preguntas y más están implícitas en esta estupenda (e incluso impresionante) novela de la inglesa Imogen Hermes Gowar (ne sé si Hermes será nombre propio o apellido), una novela ambientada en el Londres de finales del siglo XVIII y escrita con un preciosismo y una maestría que, desde un principio, dejan poco lugar para la duda: cuente lo que nos cuente esta historia, queda claro que su lectura no va a ser una pérdida de tiempo.
Éste, el retrato social de una época y país en la que la diferencia de clases estaba especialmente marcada es uno de los atractivos del libro. pero sin duda, podemos decir que, en esencia, se trata de una historia de amor, o del comienzo de una, muy peculiar y enrevesada, sui géneris, nada al uso de estos tiempos (quizás tampoco de aquéllos), una historia sobre lo que cabe esperar o no del amor verdadero, si es que algo así existe... Mas sobre todo -y aquí creo que el libro ganan muchos enteros- es una historia de mujeres y sobre las mujeres, pese al coprotagonismo del señor Hancock y la presencia de otros hombres en roles secundarios: desde la vieja "abadesa", la señora Chappell, a sus pupilas, como la mulata Polly Campbell; muchachas inocentes con responsabilidades de adulto como es Sukie Lippard, la sobrina de Hancock o damas de compañía de igual responsabilidad, pero para nada inocentes, como la señora Frost. Existosas cortesanas y criadas simplonas o jóvenes burguesas de aire ramplón. Un plantel de variados papeles femeninos que la autora maneja con una soltura y sensibilidad encomiable, porque esta novela, además de estar muy bien escrita, denota -incluso en sus momentos más crueles, que los hay-, una empatía y delicadeza hacia sus personajes que ya quisieran poder mostrar escritores más talluditos.
Porque esa es otra: resulta que Imogen etc... tiene algo así como treinta añitos... luego escribió la novela con veintitantos. Y ya sé que la edad del autor/a de un libro no debería ser algo que entrar a valorar, pero si lo ha hecho en los casos del desaparecido y ya añorado Camilleri o la aún en forma Joyce Carol Oates, también es justo señalarla en los casos de esta escritora o de Mónica Ojeda, creo yo. Y qué envidia que dan las dos, por cierto...
Retornando al principio de la reseña: ¿Qué es, al fin y al cabo, nuestra sirena? ¿Una metáfora de la felicidad, entonces? ¿Del amor, del matrimonio, del anhelo? ¿O lo es más bien del desamor, de la infelicidad? Habrá que leer la novela para saberlo, quizás... lo único que puede asegurar es que ésta es una auténtica delicia. Creedme.
lunes, 11 de febrero de 2019
Contrarreseña: La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares
Porque La invención de Morel es literatura de calidad, eso es indudable. La acabé hará cosa de mes y medio, y la impresión que me dejó en su momento, ya de por sí positiva, no ha hecho más que mejorar con el paso del tiempo. Permitir que esta historia repose, darle vueltas a sus implicaciones, incrementa su valor. Ya ni os cuento lo que la ensalza una relectura.
Por cierto, esta reseña va a contener spoilers. Lo advierto desde el vamos para que aquellos que quieran degustar vírgenes La invención de Morel (opción impagable, creedme) se vayan ahora mismo. ¿Sí? Bien, pues empecemos.
El argumento de esta pequeña ficción que no llega a las ciento sesenta páginas es raro de narices, ¿verdad? No en balde, La invención de Morel inspiró a los guionistas de la serie Lost. Pero tampoco os penséis que la obra de Casares es hermética en su planteamiento; al fin y al cabo, tras la atmósfera de tintes surrealistas de la primera mitad, su misterio se va desentrañando poco a poco.
Y lo que es mejor: la explicación rayana a la sci-fi con la que Casares justifica los bizarros fenómenos que suceden en la isla no limita en absoluto las interpretaciones que suscita esta novela. Si acaso, las expande en otra dirección. A la postre, La invención de Morel puede ser una parábola sobre la inmortalidad del alma o una profética alegoría sobre el legado audiovisual que dejamos en la esfera digital al fallecer. También, por qué no, se puede leer como una meditación sobre la dificultad de comunicación entre seres humanos, el eterno retorno nietzscheano o el amor platónico.
¿Que por qué hablo de amor al listar los temas que La invención de Morel baraja? Pues veréis, entre los desconocidos que han aparecido como por arte de magia en la isla se encuentra Faustine, una mujer hermosa de la que el narrador queda prendado. La devoción que nuestro protagonista siente hacia esa mujer cristalizará, al final del libro, en el gesto más romántico imaginable. Bueno, todo lo romántico que alguien que no acepta un no por respuesta y con claros indicios de psicosis puede ofrecer.
Por todo lo dicho, pues, La invención de Morel es una novela más que recomendable, cuyas múltiples implicaciones (narrativas, filosóficas, etc) garantizan una lectura de calidad. Pero buscadla en otra edición que la que yo he tenido entre mis manos. Es imperdonable que El País mutile esta obra con tanta saña: el prólogo escrito por Borges brilla por su ausencia, igual que unos pies de página que un supuesto editor añade a las anotaciones del diario del náufrago. Visto lo visto, ya no me quejo de que no se optara por incluir las simpáticas ilustraciones que Norah Borges hiciera para la primera edición de esta obra.
Otras obras de Adolfo Bioy Casares en ULAD: Diario de la guerra del cerdo, Crónicas de Bustos Domecq, La invención de Morel (reseña original), El lado de la sombra, Los que aman, odian
martes, 6 de diciembre de 2016
Nikolái Gogol: Tarás Bulba
Título original: Тара́с Бу́льба
Año de publicación: 1842 (versión definitiva)
Traducción: José Fernández Sánchez
Valoración: recomendable
Tampoco es que Gógol haga un panegírico, sin más, del mundo cosaco; es evidente que era demasiado inteligente y buen escritor para caer en eso. De hecho, buena parte de la novela trasluce un humor socarrón -en especial en la relación entre Tarás y el judío Yárkov-, hasta el punto de dar la impresión, a veces, de que el autor se trae una buena coña a costa de sus cosacos. Lo que no significa, por supuesto, que no admire al tiempo su valentía y su entrega. Gógol tiene la suficiente sabiduría y talento literarios para plasmar estas legendarias cualidades del alama cosaca, así como su amor por la libertad, pero también sus defectos, y dar buena cuenta de las tropelías que iban perpetrando a su paso, al igual que nos narra su sufrimiento, pero también el de sus víctimas, tanto "liajes" -o sea, polacos- como judíos. También, al parecer, en la primera versión, de 1835, el tono de la narración exaltaba más lo ucraniano, llegando a considerarse incluso "antirruso", por lo que Gógol lo corrigió en la versión definitiva.
Ahora bien, aparte del retrato entre guasón y descarnado de la beodez y la brutalidad que se lee en la novela, ésta tiene un trasfondo de más enjundia: Tarás Bulba, en realidad, es una historia sobre la paternidad, sus obligaciones, cuitas y, sobre todo, sus limitaciones -la novela, olvidaba decirlo, comienza cuando los dos hijos de Tarás vuelven a casa después de haber estudiado en Kiev-; los problemas vienen a ser los mismos que han tenido todos los padres a los largo de la Historia con sus hijos, desde el pobre Adán, que ya sabemos la que liaron sus vástagos. Claro, que no es lo mismo que tu retoño se pegue con otro niño por un columpio en el parque y tengas que poner orden, que te salga díscolo en mitad de una guerra contra el reino de Polonia. Aquí Tarás, que aunque taimado no dejaba de ser más bien bruto, tiene una reacción algo desaforada y la cosa acaba como el rosario de la aurora... Pero no quiero adelantar nada y destriparle la novela a alguien: lo que hay que hacer es leerla; como mínimo, pasarán ustedes un buen rato, porque Gógol sabía escribir de maravilla, de eso no cabe la menor duda. y en el mejor de los casos, se quedarán prendados de una historia que transcurre en el tiempo en que las guerras se hacían a caballo y a golpe de espada, en que los hombres se dejaban arrastrar por sus pasiones y sus principios, y el mundo resultaba mucho más grande y hermoso de lo que al final ha resultado ser. Que aquello tampoco fuese sino una ilusión, no nos debe de importar demasiado, que al fin y al cabo -y por suerte- nosotros somos lectores.
Nota: no he podido encontrar la cubierta de la edición del libro que yo he leído (bastante sosa, además), así que he colocado la de una de la editorial Alianza. En compensación, pongo aquí el cartel de una de las películas basadas en la novela, con Yul Brinner y Tony Curtis dándose mutuamente estopa. Canelita en rama.
miércoles, 24 de febrero de 2016
D. E. Stevenson: El libro de la señorita Buncle
Título original: Miss Buncle's Book
Año de publicación: 1934
Traducción: Concha Cardeñoso Sáenz de Miera
Valoración: entre recomendable y está bien
La aparición de El perturbador de la paz hace precisamente eso, pues: perturbar la paz del pueblo y saca a relucir lo mejor y lo peor de cada afectado. También, hay que decirlo, sirve de inspiración a alguno que otro... Esto, en realidad, es lo más interesante de la novela de Stevenson: se establece una especie de juego de espejos metaliterario -o incluso de muñecas rusas- entre la realidad -es decir, la ficción que estamos leyendo nosotros- y la ficción -esto es, la que leen los personajes de la ficción que leemos nosotros-; vamos, que si esto se le llega a ocurrir a un escritor con más renombre literario y/o intelectual (una cosa no conlleva la otra, me temo), se hubiese considerado la caraba y aún se harían tesis doctorales sobre la obra (no me digáis que a Cervantes ya se le había ocurrido algo así, que ésa es otra liga...). La novela -las dos, en realidad, o incluso las tres... y no digo más- también puede promover una interesante reflexión sobre la naturaleza de la ficción literaria, las características de la hoy llamada "autoficción" y sus peligros, que en el libro son reales y nada metafísicos. La novela como es de suponer está escrito en un tono distendido y aun humorístico; de hecho, más de una vez da la impresión de que su autora -me refiero a D.E. Stevenson, no a Miss Buncle- podría haber afilado bastante más su ironía, pero parece que se contuvo y no quiso hacer sangre con sus personajes. Para el disfrute del lector puede resultar una lástima, claro, pero, por otra parte, también es de agradecer a veces la empatía de los autores hacia sus criaturas. Otro detalle de estilo, al menos de algunos diálogos, es un tono más bien machista que hoy día nos puede chocar - no sé si a todo el mundo, me temo-, pero que supongo era el habitual en 1934... sin descartar que también se debiera a la sutil ironía de la autora.
En todo caso, una novela esta que sin duda hará disfrutar a quien se decida a leerla... a pesar del azúcar. Y si alguien es especialmente goloso, aviso de que existe dos novelas más protagonizados por la encantadora señorita Buncle. Siempre será mejor leerlas que jugar al Candy Crush, desde luego...