Título original: The Property
Año de publicación: 2013
Traducción: Eulàlia SariolaValoración: recomendable
La señora Regina Segal -de soltera Wagman- viaja con su nieta Mica desde Israel a su Varsovia natal, a la que no ha vuelto desde que la abandonó justo antes de la II Guerra Mundial, para investigar sobre una propiedad que, supuestamente, pertenecía a su familia. En realidad, este viaje, que lleva a cabo a los dos meses de la muerte de su hijo y padre de Mica, tiene otro objetivo, pero la abuela no se lo piensa decir a su nieta y mucho menos a Yagodnik, un amigo de su otra hija que, por casualidad, también viaja a Polonia y se les ha pegado.
En Varsovia la historia se enreda bastante, con la aparición de nuevos personajes, pero debido, sobre todo, al importante secreto que la abuela Regina no quiere revelar a su nieta y pretende mantener oculto, aún a costa de mentir como una bellaca. Aunque, claro, como explica la autora por medio de una cita que precede a la novela en sí: "En familia no hace falta decir toda la verdad y a eso no se le llama mentir". Porque, junto con la constatación de los múltiples caminos que puede tomar la vida y la pervivencia de la memoria, individual y colectiva, es la familia y sus vericuetos el gran tema de esta novela gráfica (de hecho, parece que Rutu Modan, según contaba en una entrevista, se había basado para escribirla en historias contadas por sus propios familiares... que luego se habían llevado una decepción a ver que ellos no aparecían en el libro).
En todo caso, pese a que crece sobre elementos bastante trágicos como sustratos - la guerra y el Holocausto, sin ir más lejos-, esta historia no pierde nunca un tono amable, al que ayuda en buena medida el suave humor y un cierto costumbrismo, que podríamos considerar casi internacional -el comportamiento de la abuela en el aeropuerto, al comienzo del libro, por ejemplo, podría ser el de cualquier mujer de su generación que fuera española, coreana o... yo qué sé, armenia-; a esta sensación de amabilidad general contribuye no poco el estilo gráfico, adscribible, aun con las características propias de Modan, a la llamada "línea clara" ("tintinesco", para entendernos): dibujo perfilado con línea continua, ausencia de sombreado, personajes caricaturescos, pero con gran atención a lños detalles y el escenario, etc.
Una historia la de este cómic/novela gráfica, que resulta, a la postre, enternecedora y sensible, pero para nada ñoña -el humor que he mencionado contribuye en gran medida a que no lo sea-, tanto en su aspecto más romántico como en el familiar. E incluso, ¿por qué no? un acercamiento entre judíos y polacos, cuyas visiones sobre lo que ocurrió durante aquella guerra también difieren un tanto, según explicaba Modan en esa entrevista... Todo sea por el amor, la familia... y los buenos cómics, como éste.
También de Rutu Modan y reseñado en Un Libro Al Día: Jamilti y otras historias
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