Idioma original: español
Año de publicación: 1963
Valoración: Recomendable (muy recomendable para freaks borgesianos)
La amistad de Jorge Luis Borges y Bioy Casares es ya objeto de leyenda ("Creo que Bioy era el único amigo de Borges", dice por ejemplo Alberto Manguel en un artículo). Quizás haya en esto algo de exageración literaria, que sospecho que a Borges no le habría disgustado. En cualquier caso, la relación de complicidad entre ellos, hasta la separación final cuando Borges decidió ir a morir fuera de la Argentina, produjo además interesantes resultados literarios, entre ellas varias antologías, como la famosa Antología de la literatura fantástica que coordinaron junto con la mujer de Bioy, Silvina Ocampo; o las obras firmadas con el seudónimo de Honorio Bustos Domecq.
Esta obra pertenece a este segundo grupo, obviamente. Se trata de un conjunto de crónicas o críticas literarias y artísticas (pintura, escultura o incluso moda) sobre personajes inventados con las ideas más disparatadas sobre su propio arte, presentadas como visionarios o revolucionarios: un escritor que, à la Pierre Menard, publica con su nombre las obras de la literatura universal con la que más se identifica; otro que escribe una y otra vez la misma obra con distintos títulos, adscribiéndola a distintos estilos o tendencias; un escultor cuya materia prima es el vacío; una tendencia literaria basada en la descripción minuciosa de los objetos apoyados en la esquina de una mesa; una rama de la historiografía que propone incluir solo acontecimientos positivos...
Crónicas de Bustos Domecq es, en realidad, una gran broma, y como tal hay que tomarla. Desde la dedicatoria ("A esos tres grandes olvidados: Picasso, Joyce, Le Corbussier") hasta el prólogo, que el propio autor [ficticio] refuta, hasta las innumerables interrelaciones entre las crónicas que componen el libro, todo se confabula para una sensación de verosimilitud a las invenciones de los escritores, al mismo tiempo que da pistas para desmontarlas e identificarlas como burlescas. También el estilo, cargado de galicismos, arcaísmos y pedanterías (como el uso constante del imperfecto de subjuntivo en lugar del pretérito indefinido, "publicara" por "publicó") forma parte de este mismo juego, en el que el heterónimo bicéfalo escribe de forma diferente a cualquiera de sus dos autores individuales.
A algunos lectores esta obra les podrá parecer algo pretenciosa, o incluso aburrida, por cerebral. Los problemas que plantea (la naturaleza del arte y de la creación, la esencia de lo humano, el sentido de la historia o la posibilidad de comprender y representar la realidad, entre otros) serán muy familiares a los lectores de Bioy y de Borges, y reconocerán incluso algunas de las ocurrencias incluidas también en sus relatos. (Podríamos jugar, por ejemplo, a adivinar qué ideas son de Bioy y cuáles de Borges; yo apostaría a que Los inmortales, sobre unos hombres que transfieren su consciencia a unos bloques artificiales de acero, es obra de la imaginación del primero).
Pena que la edición que manejo, de Losada, parezca a veces más una fotocopia que una reimpresión, con fragmentos tan borrados que casi parecen ilegibles. ¿O será esto también un juego de Borges y Bioy para darle mayor apariencia de antigüedad a su texto?
1 comentario:
" El período 1911-19 corresponde, ya, a una fecundidad casi sobrehumana: en rauda sucesión aparecen: "El libro extraño" , la novela pedagóica "Emilio, Egmont, Thebussianas (segunda serie) , " El sabueso de los Baskerville" , " De los Apeninos a los Andes", "La Cabaña del Tío Tom", " La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión Capital de la República", " Fabiola", "Las Geórgicas", y el "De divinatione" ( en latín). La muerte lo sorprende en plena labor; según el testimonio de sus íntimos, tenía en avanzada preparación el " Evangelio según San Lucas", obra de corte bíblico, de la que no ha quedado borrador y cuya lectura hubiera sido interesantísima." -Homenaje a César Paladión
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