Idioma original: español
Año de publicación: 2014
Valoración: muy recomendable
¿Y quién paga todo esto? Desplazamientos, hoteles, toda clase de ágapes de trabajo, material, libros, y, claro, el tiempo empleado. Empleado para qué. Para desentrañar un misterio que puede que solamente importe a unos cuantos allegados o a unos cuantos perjudicados. Para ajustar cuentas con esos hechos de ese pasado de la humanidad, ese pasado que se arrastra y se arrastra porque parece (aunque haya quien pone empeño en conseguir lo contrario) que ninguna otra gran época de infortunio sea capaz de hacerle tan solo un poco de sombra. Ay, qué garantía de captar la atención del lector es poner una cruz gamada en la portada de un libro y apelar a una especie de misterio que parecía encriptado y, zas, ya no lo está, porque dos periodistas (o escritores, o investigadores) se empeñan en hurgar y escarbar hasta descabalgar a ciertos mitos de ciertos inmerecidos pedestales.
Año de publicación: 2014
Valoración: muy recomendable
¿Y quién paga todo esto? Desplazamientos, hoteles, toda clase de ágapes de trabajo, material, libros, y, claro, el tiempo empleado. Empleado para qué. Para desentrañar un misterio que puede que solamente importe a unos cuantos allegados o a unos cuantos perjudicados. Para ajustar cuentas con esos hechos de ese pasado de la humanidad, ese pasado que se arrastra y se arrastra porque parece (aunque haya quien pone empeño en conseguir lo contrario) que ninguna otra gran época de infortunio sea capaz de hacerle tan solo un poco de sombra. Ay, qué garantía de captar la atención del lector es poner una cruz gamada en la portada de un libro y apelar a una especie de misterio que parecía encriptado y, zas, ya no lo está, porque dos periodistas (o escritores, o investigadores) se empeñan en hurgar y escarbar hasta descabalgar a ciertos mitos de ciertos inmerecidos pedestales.
Sobre César González-Ruano escribió su tesis doctoral un sorprendente personaje: Miguel Pardeza, destituído director deportivo del Real Madrid y miembro en segunda fila de la quinta del Buitre. Curiosa elección y curiosa vocación para un mundo, como el del fútbol, demasiado asociado a la presencia, no solo ante los micrófonos, sino tras las mesas de los despachos, de individuos incapaces de deletrear correctamente un tetrasílabo. Y sobre González-Ruano estos dos periodistas que comparten autoría escriben más de 400 páginas sin otra finalidad que aclarar ciertas verdades y quedarse satisfechos. Y, de paso, confirmar los enormes aciertos que encadena Crónicas, excelsa colección de Anagrama que (Kapuscinski, Villoro, Carrión...) no deja de procurarme alegrías y satisfacciones.
Es un ejercicio que huele a post-guerra y huele a libreta de esas de espiral tamaño un cuarto de cuartilla (eso, un DIN A-7), a boligrafos que apuntan teléfonos y nombres en letra ligeramente inclinada a la derecha, a citas algo secretas en cafeterías con pesadas mesas de mármol desgastado.
Pero a la vez es una fascinante muestra del poder evocador de la literatura. Apostando sobre seguro, claro, porque debo insistir en que la temática parece no ir a agotar su capacidad de fascinar, y da la sensación de que los autores son conscientes. Recorrer viejos archivos que van siendo olvidados, desempolvar documentos en búsqueda de la resolución de enigmas, El marqués y la esvástica son más de 400 páginas que son como un diario alternativo de la confusa y terrorífica situación europea de las décadas de los 30 y los 40, y de cómo esta se extendió más allá en la forma de silencios cómplices, de líneas de investigación cercenadas por acercarse demasiado a aquello que quemaba.
Desmontar el mito de González-Ruano, ensalzado por su obra literaria hasta el punto de dar nombre a un premio literario (ya no: ha dejado de llevar su nombre gracias a lo descubierto aquí), desenmascarar el granuja sin escrúpulos dedicado a subsistir a todo tren ya no solamente a costa de las deudas que dejó a acreedores incautos, sino también a costa de su indiscriminada e inmoral costumbre de delatar ante el poder (preferentemente ante dictadores sanguinarios). Extender la sombra de la duda sobre muchas cuestiones que no porque se alejen en el tiempo no nos dejen boquiabiertos (las grandes fortunas andorranas, el secretismo de los archivos de los colaboracionistas franceses, los agentes dobles, las secuencias de traiciones y las cadenas de sobornos). Todo eso a un ritmo pausado pero creciente, con un tono de suspense (relativo: sabemos que nadie publica un trabajo de esta magnitud si no hay alguna conclusión) que fragua el milagro: que un ensayo se travista de casi casi casi novela de misterio, con sus buenos, sus malos, sus héroes y sus mártires.
Desmontar el mito de González-Ruano, ensalzado por su obra literaria hasta el punto de dar nombre a un premio literario (ya no: ha dejado de llevar su nombre gracias a lo descubierto aquí), desenmascarar el granuja sin escrúpulos dedicado a subsistir a todo tren ya no solamente a costa de las deudas que dejó a acreedores incautos, sino también a costa de su indiscriminada e inmoral costumbre de delatar ante el poder (preferentemente ante dictadores sanguinarios). Extender la sombra de la duda sobre muchas cuestiones que no porque se alejen en el tiempo no nos dejen boquiabiertos (las grandes fortunas andorranas, el secretismo de los archivos de los colaboracionistas franceses, los agentes dobles, las secuencias de traiciones y las cadenas de sobornos). Todo eso a un ritmo pausado pero creciente, con un tono de suspense (relativo: sabemos que nadie publica un trabajo de esta magnitud si no hay alguna conclusión) que fragua el milagro: que un ensayo se travista de casi casi casi novela de misterio, con sus buenos, sus malos, sus héroes y sus mártires.
2 comentarios:
Los invito a leer algunas de mis obras sin costo alguno y sin compromisos de ningún tipo en
http://creacionespersonalesjfc.blogspot.com/
Otras obras disponibles en
http://creacionespersonalesjfc.blogspot.com/2014/05/recomendaciones.html
¡Todo lo mejor!
Pues lo siento, Jorge, pero llenar de spam en comentarios en un blog literario, sin prestar la más mínima atención al contenido (si es que te dignas leerlo) no creo que sea la mejor forma de promocionar tu obra.
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