Idioma original: francés
Título original: David Lynch
Año de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable (aunque sólo para interesados en el tema)
Cuando alguien sabe de un tema, se nota de verdad que sabe. No le hacen falta florituras, le sobra la pedantería y no necesita grandilocuencia para demostrar que sabe. Tampoco precisa ponerse grave ni parecer ininteligible. Cuando uno sabe de lo que habla, lo que dice sale con fluidez, se explica con sencillez y claridad, no le falta el humor y el resultado es siempre atractivo para el profano.
Pues todas estas flores van para Michel Chion, un tipo muy puesto en cine al que descubrí por casualidad hace unos años, y que tiene la capacidad de proponer puntos de vista diferentes y hacernos ver con toda naturalidad cosas que nunca se nos hubieran ocurrido.
Si semejante individuo nos va a guiar además por los maravillosos –aunque no siempre fáciles- caminos que recorre el cine de un genio como David Lynch, el cóctel no puede resultar más sugestivo.
De la mano de Michel vamos descubriendo facetas apasionantes de los primeros trabajos de Lynch, que desembocaron en Cabeza borradora. De ahí al reconocimiento general con El hombre elefante, las vicisitudes de Dune, y por supuesto el Lynch en estado puro, el inimitable creador de Terciopelo azul, Twin Peaks y toda la saga que continuó hasta Mulholland Drive. Todas ellas (o casi, porque Dune me sigue pareciendo una castaña, diga lo que diga Chion), pelis que nos emocionaron, desataron el escalofrío de lo inverosímil y nos colocaron de frente ante el lado oscuro, o simplemente nos hicieron disfrutar con lo extravagante de una enorme bandeja de donuts, o una chupa de piel de serpiente.
El autor desgrana con mimo los entresijos de los guiones, los caracteres de los personajes, nos explica encuadres y montajes, el sonido, los colores y las texturas que nos transmite cada película. Y, como no podía ser de otra forma, descubriendo toda esa riqueza, adquirimos nuevos argumentos para saborear de nuevo estas maravillas, degustándolas más intensamente, y desde perspectivas hasta ahora desconocidas. Imprescindible para ‘lynchianos’ furibundos (presente!) y recomendable también para quien quiera aprender a disfrutar del buen cine.
Firmado: Carlos Andia
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