lunes, 27 de abril de 2009

Hans Jonas: La religión gnóstica

Idioma original: inglés
Título original: The Gnostic Religion
Año de publicación: 1958
Valoración: muy recomendable

El germen de este excelente trabajo de Hans Jonas fue su tesis doctoral, escrita en Marburgo bajo el influjo del magisterio de Martin Heidegger. Esta influencia fue bastante suavizada en las posteriores reelaboraciones de la obra, lo que no es de extrañar, aunque sólo fuera desde el plano personal: al fin y al cabo, Jonas, de origen judío, hubo de exiliarse en 1933, el mismo año en que Heidegger se afilió al Partido nazi y fue nombrado rector de la Universidad de Friburgo. Pese a todo, en el epílogo de la versión que aquí comento sigue desarrollándose la idea de que el existencialismo -uno de cuyos principales representantes es el propio Heidegger- es algo así como la Gnosis moderna.

No es una analogía nada descabellada: lo que caracterizó el espíritu del movimiento gnóstico fue una conciencia radical de extrañamiento, una sensación de hallarse en la Tierra fuera de lugar; algo que tiene mucho en común con la idea central del existencialismo, por la cual el hombre se halla arrojado a un mundo que le es indiferente. En realidad, la creencia básica de los gnósticos es más siniestra. No es que el mundo sea indiferente al ser humano, sino que le es hostil. A partir del siglo I a. C. se extiende en el ámbito cultural helenístico un clima espiritual radicalmente opuesto a la tradicional confianza griega en el orden del cosmos. Introduciendo elementos de las religiones orientales y mezclándolos, quizá, con cierto substrato platónico, se afianza el convencimiento de vivir en un mundo creado por un Dios perverso, que busca nuestra perdición. Éste sería el Dios creador del que habla el relato del Génesis: una divinidad menor, tiránica, que esclaviza a la humanidad con un cúmulo de normas estrictas y sin sentido.

Frente a este Dios perverso, que nos encierra en la materia (o, mejor, sobre él), se encuentra el verdadero Dios: el "Dios Extraño", al cual no podemos conocer. De Él emanan, en una complicada sucesión de hipóstasis, infinidad de Dioses menores, de entre los cuales el Creador de la Tierra es el último. Así, la distancia que nos separa del verdadero Dios es casi infinita, y está guardada por celosos arcontes que obstaculizan el paso. Sólo el creyente puede adquirir el conocimiento (la gnosis) necesario para andar este camino.

Esta compleja y angustiosa mitología no puede sino volver cabeza abajo gran parte del imaginario religioso al que estamos acostumbrados. Así, Jesús no sería hijo del Dios del Génesis, sino del verdadero Dios, enviado por su Padre para liberar a la humanidad de la tiranía de Yahvé y de la ley mosaica. Ciertos gnósticos veneraban a Cristo en la figura de una serpiente, puesto que fue la serpiente la primera en incitar a Adán a liberarse de los mandatos del Dios malvado. Algunos grupos incluso sacaron la conclusión que está implícita en este razonamiento: si Yahvé es perverso y su ley nos tiraniza, incumplir puntillosamente el Decálogo es el camino a la liberación. Hubo, en efecto, una moral gnóstica del libertinaje (lo que dio abundantes argumentos a los defensores de la ortodoxia cristiana, claro está).

Adentrarse en el gnosticismo es descubrir todo un universo simbólico que bien podría haber triunfado y formar hoy nuestra tradición. La obra de Jonas no puede ofrecer el último estado de la cuestión, pero sigue siendo una guía exhaustiva y original.

5 comentarios:

Paula dijo...

Joe, suena muy interesante. Y hasta más lógico que la ortodoxia cristiana. Es muy graciosa esa conclusión de violar el decálogo para alcanzar al Verdadero Dios.

Eso sí, prefiero que me lo cuenten así a leerlo yo, que seguro que me hago un lío tremendo.

Ian Grecco dijo...

Impresionante.
Hablo sin saber, pero creo que el ideario de la Iglesia de Satán y las paranoias de la familia Manson beben mucho de esta fuente...

Jaime dijo...

Buf, menos mal que os ha gustado, porque ya pensaba que había atizado un tostón muy considerable.
Lo del decálogo tiene su aquel, sí. Borges -por supuesto- también juega con esa idea de la inversión en algún cuento (Tlön, Uqbar.. creo), cuando un padre le hace llevar a su hijo una pesada bola de piedra para que su "doble celestial" vuele.
Y no es improbable la conexión satánica. El supuesto demonio de la Biblia sería en realidad un liberador frente al dios perverso.

Sonia dijo...

Lo del ángel caído aún lo tengo que enlazar con lo que comentamos ayer, pero gnosticismo...he llegado a una conclusión parecida!!ya veremos como termina la teoría,pero,oye, no estoy sola en esto, jeje. Al final nos llaman de la Logia, ya verás...muahuahua

Anónimo dijo...

Interesante, pero simple. Bueno para principiantes.