sábado, 21 de mayo de 2011

Henry James: Otra vuelta de tuerca


Idioma original: inglés
Título original: The Turn of the Screw
Año de publicación: 1898
Valoración: Imprescindible


Cada vez que releo esta novela tengo la sensación de haberme encontrado con ella demasiado tarde. Yo y cualquiera, sea cual sea la época en que la leímos por primera vez. Pues para haber llegado a tiempo tendríamos que haberlo hecho años antes de nacer, a ser posible recién comenzado el S. XX. Este requisito, no por imposible menos recomendable, nos permitiría acompañar a sus personajes antes que – sin desmerecer en nada al cineasta – a los creados por Hitchcock, por ejemplo. Y a los de El sexto sentido, Los otros, o a todos los que atraviesan tantos ríos de tinta que han corrido después, incluidas sus propias secuelas. Es lo mismo que ocurre con Poe: nuestro ambiente cultural está tan saturado de seres de ultratumba que ya nada puede impresionarnos. ¿O sí?

Sus primeros lectores, esos que tuvieron la fortuna de disfrutarlo hace ya más de un siglo, abrirían probablemente el libro pensando que estaban presenciando una anécdota amable a través de la cual accederían a los consabidos cotilleos que, inevitablemente, sazonaban cualquier reunión social integrada por unos cuantos de los más tópicos representantes de la alta burguesía de finales del XIX. Y enseguida se darían cuenta de que habían caído en uno de los espacios narrativos más lóbregos que hubieran podido imaginar, debido a la sofocante atmósfera de la anécdota ideada por James - en la que el misterio de lo sobrenatural, siempre presente, se refuerza por el completo aislamiento -, a las personalidades de los protagonistas, las costumbres de la época, la propia arquitectura del lugar, la vegetación que lo circunda e, incluso, a ese lago cercano, amenazante, como fauces siempre abiertas a la espera de cualquiera que sueñe con escapar de allí.

Es evidente que gran parte del poder y magnetismo de la obra se debe al extraordinario conocimiento de los seres humanos que poseía su autor y que demuestra en las certeras descripciones físicas, la indagación que lleva a cabo en cada una de las mentes, la sutil y gradual evolución de sus comportamientos, el registro fiel de jerarquías, parentescos y afinidades, la excelente gradación de emociones como simpatía-antipatía, dominio-sumisión, miedo que se convierte en terror y éste, a su vez en pánico etc. con sus veraces altibajos y una evolución irreprochable. Así como el minucioso retrato de la manipulación, más o menos explícita, que ejercen unos personajes sobre otros, bien sea a través de mecanismos seductores, bien por medio del temor o de la fuerza, y a la sabia utilización de los tiempos. De forma que la intriga, no sólo no se pierde según avanza la lectura, sino que, una vez terminada, se encuentra en su nivel más alto. Porque después de cerrar el libro aún quedan en el aire muchas preguntas: cuál fue la causa de ambas muertes, por qué el Más Allá y los niños se necesitan entre sí, cuál es la relación entre los hermanos, quién domina a quién, cómo es la niña en realidad, qué motivo provoca el alejamiento absoluto del tutor… Y esta impresión de ignorancia que provoca en el lector le añade grandiosidad. Como un magnífico plato de alta gastronomía del que probamos sólo un poco para no saturarnos de sabores. O como la misma vida, en la que jamás conocemos hasta el último detalle de los hechos que presenciamos. De modo que el relato parece todavía más atractivo y verosímil al guardarse James algunas cartas.

Pero lo que importa es que, por tarde que lo hayamos leído, siempre estará de actualidad y que nadie podrá ignorar nunca lo mejor que guarda entre sus páginas: el talento.

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1 comentario:

Ricardo dijo...

Excelente libro. Lo leí hace más de un año. Una narrativa fácil, muy ameno...un terror cotidiano, nosotros tenemos nuestros propios fantasmas.

Ricardo.