jueves, 26 de junio de 2025

Colaboración: El campo, de Robert Seethaler

Idioma original: alemán

Título original: Das Feld

Traducción: Ana Guelbenzu

Año de publicación: 2024

Valoración: Recomendable


Harry Stevens, un anciano alemán residente en el pueblo de Paulstadt, disfruta paseando cada tarde entre las tumbas del cementerio, un lugar al que los vecinos llaman “el campo”, los días que hace buen tiempo. Cuando se cansa, se sienta a la sombra de un viejo abedul, y deja vagar sus pensamientos. A veces, cree oír hablar a los muertos, aunque no llega a captar más que palabras sueltas, y se pregunta cuál será el objeto de sus conversaciones. A muchos los conoce o, mejor dicho, los conoció. Fueron obreros, comerciantes, dependientes y políticos del pueblo que, a buen seguro, tienen muchas cosas que contarnos sobre su vida y, claro, sobre su muerte.

Quizás sólo en ese último momento, como dice nuestro protagonista “sería razonable que un ser humano pudiera emitir un juicio definitivo sobre su vida”.

Y eso es lo que hace Seethaler en este libro. Dar la palabra a veintinueve vecinos de Paulstadt que nos hablan de cómo vivieron y cómo murieron.  Es un universo pequeño y cerrado y, en muchas ocasiones, inevitablemente, las historias de algunos personajes se entrelazan con las de otros creando un universo en el que vemos como respira toda la comunidad. Hay historias de amor, odio, soledad, esperanza, venganza, ilusión o crueldad. Cada capítulo no deja de ser más que un reflejo de la condición humana. 

Seethaler se propone, y lo consigue, que comprendamos a cada uno de los personajes que nos presenta. Son personajes normales y corrientes, como usted y como yo, con sus pequeñas alegrías y tristezas, que toman decisiones, acertadas o equivocadas, que dirigen su vida, y a menudo su muerte, en una determinada dirección. 

No me resisto a incorporar el fragmento final de un capítulo. Unas líneas ilustrativas del tono poético en que se mueve el escritor alemán:

“En mi memoria ya no paró de llover, el mundo se vino abajo. Ahora yazco aquí, entre mis padres. No ha sido un camino largo, pero se está tranquilo, y algunas noches oigo a lo lejos un gemido, leve al principio, aunque constante como el llanto de un niño, que luego crece y se vuelve más intenso y penetrante, hasta llenar la noche. Yo me quedo quieto y escucho aullar a los lobos hasta que su aullido se interrumpe”.

Seethaler escribe con elegancia y sobriedad y transmite ternura hacia los personajes que retrata. Algunos merecen unas líneas, otros varias páginas, pero todos han constituido el tejido vivo de Paulstadt y todos tienen cosas que contarnos.

Como señaló el propio novelista alemán en alguna entrevista: “cada hombre es el héroe de su propia historia”.  

                                                                                                                  Firmado: José Miguel Martínez

También de Robert Seethaler reseñado en ULAD: 

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