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viernes, 14 de julio de 2023

Patricia Highsmith: Mar de fondo

Idioma original: Inglés
Título original: Deep water
Traducción: Marta Sánchez Martín
Año de publicación: 1957
Valoración: Recomendable

Mar de fondo es un "thriller" excelente. Su premisa y caracterizaciones recuerdan sobremanera a aquellas que suele explorar Patricia Highsmith; aun así, incluso un lector saturado por la obra de la autora (¿existe tal cosa?) sabrá apreciar las múltiples virtudes de este novelón. 

Sinopsis rapidilla: Vic y Melinda, un matrimonio bastante tóxico, mantienen una relación llena de fricciones, reproches, hastío y codependencia. Melinda, con el beneplácito de su marido, mantiene aventuras con varios hombres, cosa que parece incomodar más a amigos y vecinos que al propio Vic. Un día, uno de los ex amantes de Melinda es asesinado; Vic bromea, asegurando que él lo mató, lo cual le granjea un sorprendente apoyo de parte de su comunidad.

Como viene a ser habitual en las ficciones (largas) de Highsmith, el argumento de esta historia se cuece a fuego lento, la tensión va "in crescendo" y el entramado psicológico de los personajes revela paulatinamente zonas oscuras. Como viene a ser habitual en las ficciones de Highsmith (no sólo las largas), nos ponemos de parte de Vic, pese a las acciones completamente injustificables que comete y su carácter algo turbio. Como viene a ser habitual en las ficciones de Highsmith (todas ellas, las largas y las cortas), la crítica social y el humor son tremendamente ácidos.

Es interesante, lo que insinúa Highsmith en estas páginas: que las relaciones con el otro son, necesariamente, asimétricas; que el ser humano siempre oculta cosas, para sí mismo y para los demás; que en las poblaciones supuestamente civilizadas bulle un retorcido deseo de justicia. 

En fin, insisto en que Mar de fondo es un novelón. Aunque no gustará a todo el mundo, pues es algo lento y lo protagoniza una pareja sumamente repelente (por alguna razón, hay gente para la que esto es intrínsecamente negativo), delaitará a los amantes del género en que se inscribe, a los incondicionales de la autora y a cualquier sibarita de la buena literatura. 

Por cierto: hasta donde yo sé, existen tres adaptaciones cinematográficas de Mar de fondo. La primera es francesa y data de 1981. También hay una alemana del 1983. Y la más famosa y reciente, del 2022, es del director británico Adrian Lyne.


También de Patricia Highsmith en UnLibroAlDía: Aquí

viernes, 1 de abril de 2011

Zoom: La tortuga, de Patricia Highsmith

Título original: The turtle
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 1975
Valoración: Recomendable

"La tortuga" es un relato incluído en Crímenes bestiales, un libro de cuentos de una de las grandes damas de la literatura negra: la norteamericana Patricia Highsmith.

No hace demasiado, cierta escritora compatriota de la Highsmith sacó al mercado un libro biográfico poniendo a la célebre autora, al menos humanamente, verde que te quiero verde. Pero es que según se cuenta, Patricia Highsmith, una mujer muy guapa en su juventud y de buena familia, adolecía de un carácter más bien reservado, arisco, poco sociable e incluso desagradable.

Marcada por una relación amor/odio con su madre (la cual, al quedarse embarazada muy joven y pasar el padre del tema, llegó a confesarle a su hija que estuvo a punto de provocarse un aborto envenenándose) y sus tendencias homosexuales, y acusada de muchas cosas malas (antisemitismo inclusive), las creaciones de miss Highsmith supuran negritud a mansalva. Pero son muchos los que reivindican la obra de este genio procurando separarlo de lo que fue el ser humano que lo contenía.

En numerosas ocasiones su obra ha sido llevada al cine gracias a la riqueza de sus retorcidos personajes y sus tramas asfixiantes. Pocos serán los que no hayan visto alguna película del oscuro suplantador Ripley o la magna Extraños en un tren, basada en la primera novela de la autora.

El cuento que hoy reseño forma parte, como ya he indicado, de un compendio de relatos que como su propio título indica, cuenta historias en las que animales con cualidades humanas son el autor/detonante de asesinatos de todo tipo.
Dejo al lector que descubra qué pasa con la tortuga de agua que da título a este cuento en el que una madre dominanta e insoportable que trata a su hijo como si fuera un muñeco manipulable y ridículo, aparece un día en casa con una linda tortuguita, al parecer, una mascota para el crío...

El final, seguro que deja a más de uno con la desagradable sensación que a mí me dejó ya que la crueldad de los adultos con los niños y los animales, y el deseo de vendetta de un infante quedan más que bien condensados y nos dan pistas de lo que la Highsmith sentía por su madre.

PD: "La tortuga" puede leerse en Ciudadseva, esa maravillosa página que nos permite disfrutar de maravillosos cuentos de todas las épocas y autores...

Todas las reseñas sobre Patricia Highsmith en ULAD: Aquí

viernes, 21 de febrero de 2025

Patricia Highsmith: El cuchillo

Idioma original: Inglés
Título original: The Blunderer
Traducción: Manuel G. Palacio
Año de publicación: 1954
Valoración: Entre recomendable y está bien

Patricia Highsmith es una de escritora cuya obra he leído y releído obsesivamente. Como tenía un grato recuerdo de su novela El cuchillo, he decidido abordarla por segunda vez varios años después. ¡Y qué bien que lo haya hecho, porque menudo librazo está hecha!

En efecto, El cuchillo es un librazo. Y aunque en algunos apartados da la impresión de no ser una obra tan pulida como otras de Highsmith, sigue rezumando identidad autoral, eficacia estilística, nitidez temática y buen pulso narrativo.

Su argumento es brillante en su sencillez solamente aparente, y abunda en los ingeniosos giros de tuerca, enredos, equívocos y claroscuros que tanto engrandecen la obra de Highsmith. Asimismo, funciona como excusa para entregar varios estudios de personaje muy detallados, y para reflexionar, entre muchos otros temas, en torno a las relaciones matrimoniales, el deseo insatisfecho y la culpa.

Todo empieza cuando un librero llamado Melchior J. Kimmel, tras asegurarse de que un testigo le ve asistir al cine, abandona el local, sigue en su coche el autobús en el que va su mujer y la mata durante una parada de descanso. Walter Stakhouse, un abogado, lee sobre el incidente en el periódico y enseguida sospecha que el marido de la víctima puede ser el asesino, e intuye qué método ha empleado para salirse con la suya. Más tarde empieza a fantasear con imitarlo para deshacerse de Clara, su mujer, una neurótica que lo martiriza constantemente y lo aísla cada vez más de sus amigos y conocidos. Clara muere poco después, aparentemente tras suicidarse; sin embargo, un detective implacable y ambicioso no sólo comienza a investigar a Stakhouse, sino que decide reabrir el caso de Kimmel.

El cuchillo contiene un primer capítulo que enseguida engancha al lector, una premisa extraordinariamente ingeniosa, un elenco de personajes muy bien perfilados, algunos de los elementos narrativos propios de la autora y reflexiones de gran calibre.

Como viene siendo habitual en las obras de Highsmith, el elenco principal está muy bien trabajado. Tanto Stakhouse (el protagonista indiscutible) como Clara, Kimmel e incluso personajes que tienen menos foco (por ejemplo Tony, Ellie o Jon) son creíbles.

Sólo le pondría dos pegas a El cuchillo. En primer lugar, que presenta tanta profusión de detalles que algunos de ellos aportan más bien poco; pienso, por ejemplo, en la relación que Stakhouse mantiene con su hermano y su padre, en cierta información acerca de los proveedores y clientes de Kimmel o en la desaprovechada afición artesanal de éste último. Afortunadamente, estos pasajes rellenados con paja no realentizan al conjunto, que por otro lado se desarrolla con asombrosa fluidez. 

La segunda pega que le ponría a la novela es que el detective Corby se siente por momentos poco verosímil, y funciona más como detonante de acontecimientos que como un personaje en sí mismo. En cualquier caso, hay que admitir que protagoniza algunas de las mejores escenas.

Poco más que añadir: El cuchillo es, insisto, un librazo. Todos amante del género negro y de la obra de Highsmith debería leerlo, como mínimo, una vez en su vida.  


También de Patricia Highsmith en Un Libro Al Día: Aquí

miércoles, 2 de julio de 2025

Grace Ellis & Hannah Templer: De otro planeta

Idioma original: inglés

Título original: Flung out of Space

Año de publicación: 2022

Traducción: Esther Cruz Santaella

Valoración: recomendable y, sobre todo, para fans

Una vez más, resulta aconsejable acudir  al subtítulo de este libro para enterarnos de qué va... Pues bien, dice así: Las indecentes aventuras de Patricia Highsmith. En realidad, con esto ya sería suficiente para dar por hecha la reseña o al menos, dos tercios de la misma. El resto sería dar mi parecer ("me ha gustado mucho, bla, bla, bla"), aconsejar su lectura ("no os lo perdáis y menos aún quienes seáis fans de esta escritora, bla bla bla"), cobrar mi suculentos honorarios y pa' casa... Pero vaya, uno es un profesional prestigioso del mundo de las reseñas y vosotros/as os merecéis algo un poco más elaborado y además, si no, me echan de este chollo, así que aquí va la de esta ¿biografía ficcionada gráfica? ¿Ficción biográfica gráfica? ¿Lo que sea, pero gráfica? Bueno, da igual la taxonomía que apliquemos a esta obra; el caso es que se trata de una recreación de la época juvenil de la gran escritora Patricia Highsmith, justo en el momento previo -meses, en verdad- a que comenzara a publicar novelas, cuando se dedicaba, para su desespero, a escribir guiones para cómics, algo que le resultaba bastante degradante -y muy gracioso a las autoras de este otro cómic, puesto que insisten bastante en ello-, mientras se dedicaba a crear sus primeras obras literarias de enjundia: las novelas Extraños en un tren y Carol (que primero se llamaba así, luego se publicó como El precio de la sal, firmada con un pseudónimo, y en 1989 volvió a ser Carol, ya con la autoría declarada de Highsmith). Momentos complicados para esta escritora, en primer lugar por las cuitas propias de cualquier escritor o escritora que trata de publicar su primer libro (a no ser que sea algún presentador/a de televisión, influencer, tiktoker o cualquier otra gansada por el estilo), pero también -al menos es sobre lo que las autoras de este cómi... novel... biografía gráfica o lo que sea, hacen mayor hincapié- por su lesbianismo galopante, que no sólo se ve obligada a disimular -tampoco mucho-, sino que le crea un fuerte sentimiento de culpa y le impulsa a buscar ayuda psicológica e incluso a seguir lo que hoy llamamos "terapias de conversión". Esta situación nos puede parecer hoy un despropósito (y con razón) a las personas de bien, pero recordemos que la historia está ambientada a finales de los años 40 del pasado siglo, por más que sea en Nueva York, una gran ciudad donde era esperable encontrar un poco más de tolerancia. Aún así, la homosexualidad era considerada una enfermedad que debía ser tratada por psicólogos y terapeutas, algo a lo que incluso una personalidad tan indómita como la de Patricia Highsmith no pudo resistirse. 

Este libro se centra en gran medida en esta circunstancia de la vida de Highsmith no sólo por el "interés humano" que pueda tener, sino porque El precio de la sal/Carol se convirtió en una novela emblemática para el colectivo homosexual LGTBIQ+, al menos en EE.UU. y, por motivos que se me escapan, para su autora suponía la continuación natural de Extraños en un tren, novela que, por cierto, le supuso un éxito no menor, con adaptación cinematográfica dirigida por Hitchcock, etc. A partir de estas dos primeras novelas, la carrera y la vida de Patricia Highsmith cambiaría para siempre, permitiéndole su éxito dejar el mundo de los cómics -atención, por cierto, a la aparición de un joven Stan Lee- que tanto aborrecía. Ahora bien, que nadie piense que estamos ante una suerte de ficción hagiográfica sobre una de los iconos del colectivo LG+ o algo así. Para nada, puesto que las autoras de este libro no han pretendido en ningún momento ocultar los "defectillos" de su protagonista; a saber: un borderío bastante acentuado -esto era previsible, dada su fama de arisca- y, peor aún, arraigados prejuicios contra ciertas etnias o religiones -básicamente los judíos-; la razón para ello no se explica, pero recordemos que esta escritora fue criada por su abuela en la Texas de los años 30, que sospecho no era el mejor lugar para quien no fuera blanco, anglosajón y protestante... Precisamente, en la nota preliminar a la novela gráfica (vamos a llamarla así) la guionista de la misma, Grace Ellis incluye estas palabras al respecto:

"La historia de la humanidad está llena de seres humanos complicados y destructivos. Creo que es importante que no olvidemos eso. No todas las figuras influyentes o relevantes merecen que se las ponga en un pedestal, lo que incluye a mujeres y personas LGBTQ. Las hagiografías simplificadas tienen sus objetivos, pero considero que, en última instancia, nos hacen un flaco favor al mostrar a personas reales reducidas a simples héroes y villanos, cuando la verdad casi siempre es más rica y compleja (...)"

No puedo estar más de acuerdo, aunque también cabe preguntarse qué ocurre para que la autora de un libro sobre otra escritora real, en este caso, tenga que incluir esta nota a modo de prólogo para evitar herir susceptibilidades y, en última instancia, poner la venda antes que la herida, por si las moscas... No sé, casi se diría que el público lector (por no hablar del público televidente o usuario de las redes sociales) no está formado por adultos conscientes de la complejidad del mundo, de la variedad de personalidades y comportamientos humanos y de las interacciones entre las personas, sino por pre-púberes incapaces de entender las cosas de forma no binaria: bueno/malo; me gusta/no me gusta; salvación/condenación eterna en los fuegos del Infierno (lo digo por decir, ¿eh?, que ya sé que no es así y todos nosotros nos movemos en la sutileza, ambigüedad y tolerancia como peces en el agua).

Por apuntar alguna cosa sobre el aspecto gráfico del libro, el trabajo de Hannah Templer me parece magnífico, desde el planteamiento de cada página y el uso de una gran diversidad de planos -por cierto, muy eficaz e inteligente el recurso a repetir las viñetas finales de algunas páginas en la siguiente, para enfatizar el efecto que se quiere transmitir... además de ahorrarle algo de trabajo a la dibujante-, hasta el estupendo trazo, claro a la par que expresivo y detallista. Además de al cómic clásico norteamericano (el de superhéroes, por entendernos), a mí, que ya soy un señoro machirulo de ésos, me ha recordado al de dibujantes franceses e italianos de los 80-90, como Vittorio Giardino e incluso, cuando se trata de mujeres, a... ejem, Milo Manara. Pero no, debo de estar equivocado... ¿Cómo va a ser un referente para una historia donde la protagonista se acuesta con un buen número de macizas gentiles congéneres a lo largo de la misma (perdón por el spoiler, si es que lo es) un tío que las dibujaba de maravilla, para solaz de los salidos de media Europa? Y que conste que yo sólo leía sus cómics por los guiones...

Un montón de títulos de (que no sobre) doña Patricia Highsmith reseñados: aquí

domingo, 29 de julio de 2018

Patricia Highsmith: Crímenes imaginarios


Idioma original: Inglés
Título original: A suspension of mercy 
Traductor: Jordi Beltrán
Año de publicación: 1987
Valoración: Está bien 

Sidney (¿soy el único al que éste le parece un nombre femenino?), Sidney, digo, es escritor. Discute a menudo con su esposa, Alicia. Un día acaba por agotarla, de modo que ésta decide irse de casa, cosa que ya ha hecho otras veces en las que necesita algo de espacio. Pero en esta ocasión, Alicia no especifica el tiempo en que estará fuera, y las semanas avanzan sin que haya noticias de ella, por lo que su ausencia inquieta a mucha gente. Su familia y sus amigos empiezan a pensar que quizás su marido la haya asesinado. La forma de comportarse de Sidney al hablar del asunto, totalmente enturbiada por un humor negro que revela una completa indiferencia hacia el paradero de Alicia, no ayuda a que la policía o los medios de comunicación suavicen la impresión que el excéntrico escritor les ha producido. El propio Sidney pone a su imaginación al servicio de fabular que él ha matado y enterrado a Alicia, e incluso se ve a sí mismo como el verdugo de su esposa por momentos. A fin de cuentas, ¿acaso la alfombra enterrada, su libreta de crímenes, entre otras cosas, no apuntan en esa dirección?   

Patricia Highsmith lo ha vuelto a hacer. Cuando acabé de leer este libro (que, aviso, no me ha parecido estar, ni siquiera remotamente, entre los mejores que la autora ha escrito) alabé que hubiera construido, de nuevo, a un personaje de esos que tan bien sabe hacer. De esos que, como Mr. Ripley (protagonista de El talento de Mr. RipleyEl amigo americano, Ripley en peligro, etc...), o Edith y Cliffie (personajes de El diario de Edith), me ha parecido inmortal. Debido a su denso tratamiento psicológico y a su seductor carisma, Sidney mueve la novela sin esfuerzo. Quizás es bastante similar a otros personajes creados por la autora, pero el factor previsible de su forma de comportarse y pensar no quita que sea altamente disfrutable verle en acción.   

En fin. Los enredos a los que Highsmith nos tiene acostumbrados. Mentiras que son verdades y verdades desdibujadas por mentiras, ¿o eran verdades falsas? La tozuda voluntad de meternos en el fregado, de hacernos cómplices; Sidney, pobre Sidney, ¡que no te ocurra nada! Un nada sutil trasfondo misántropo, los susurros acerca de la pertinencia de desconfiar de la gente... La prosa concisa y directa. El ritmo algo irregular de todas sus novelas. Todo esto y más, señores, mucho más, en Crímenes imaginarios, libro que si bien no recomendaría a alguien que se quiera iniciar con Highsmith, creo que los incondicionales de la autora podrán disfrutar sobremanera. En cuanto a los que no conozcan a la escritora pero la premisa de esta novela les parezca interesante, que lean Wilt. Tiene un argumento más o menos similar, y aunque el tono se decanta hacia lo cómico, el libro está repleto de un humor y una crítica social realmente geniales.  


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martes, 21 de agosto de 2012

Patricia Highsmith: El talento de Mr. Ripley

Idioma original: inglés
Título original: The Talented Mr. Ripley
Fecha de publicación: 1955
Valoración: Recomendable

Probablemente, nada más leer el encabezamiento de este post muchos lectores del blog hayan pensado de forma automática en la versión cinematográfica del libro que hoy reseño. Y es posible que no pocos de los que no lo han hecho, sepan con cierta vaguedad que el mismo se trata de una novela negra. Pero dejemos de suponer y vayamos al grano...

Escrita por la reina americana del suspense, esa peculiar y apasionada mujer de nombre Patricia Highsmith que se afincó aún joven en Suiza y que fue allí donde falleció, El talento de Mr. Ripley es la primera de una serie de cinco novelas protagonizadas por el mismo personaje. Él no es otro que Tom Ripley, un joven norteamericano que al principio parece una cosa y que resulta ser otra muy diferente cuando se ve encajado en cierto contexto.

¿Quiere decir esto que El talento de Mr. Ripley deja claro, una vez más, que las apariencias engañan? Por supuesto. Ahí está la Highsmith para mostrárnoslo sin tapujos...

Su Ripley, en un primer momento, parece un muchacho de la Nueva York de los 50 tímido y pacífico con una infancia desastrosa y escasas/nulas relaciones afectivas. Su vida, insulsa y rodeada de personajes que él juzga banales e incluso prosaicos, da un giro cuando es contratado por un adinerado y maduro matrimonio para que vaya a Europa en busca de su díscolo hijo Dickie, al que quieren ya de vuelta porque consideran que está gastando dinero y tiempo de forma peligrosa en activiades poco fructíferas. Y en cuanto la trama va avanzando por esta interesante senda presentada de forma tan sugerente, enseguida vamos viendo que Ripley es un ser complejo, lleno de miedos, inseguridades y traumas. Ello nos queda más que claro cuando una vez en Italia, por donde Dickie deambula en esos momentos, Ripley se ve tan zarandeado por sus nuevas circunstancias que pronto olvida para qué había sido enviado allí. Y esas circunstancias son que se siente irresistiblemente atraído por el estilo de vida y el personaje en sí que representa el guapo, egoísta, mimado, impulsivo y frívolo Dickie, y que, de forma inevitable, también le envidia. A él y a su affaire, una enérgica y simpática joven norteamericana de nombre Marge por la que Ripley siente celos cuasi femeninos...

Para los que no sepan nada, absolutamente nada, de la carrera criminal que inicia rápidamente Ripley, diré que se trata de un juego de suplantación de identidades con asesinatos incluídos... Y en cuanto la misma se inicie, conoceremos al verdadero Ripley, un individuo al que sus fantasmas personales y la vida que ha llevado hasta entonces le hacen creerse con derecho a hacer lo que sea con tal de lograr saciar su hambrienta necesidad de dinero, caprichos, fiestas en palacetes con personajes engalanados y copas de champagne, conversaciones frívolas y culturetas a partes iguales, y sobre todo y ante todo, independencia para viajar y aparecer y desaparecer cuando le plazca.

Recomiendo pues esta novela de Patricia Highsmith tratando de no destrozar su argumento. Pero también diré que a veces la trama se me hace poco creíble e, incluso, algo pesada, porque hay que tener un talento sobrenatural para huir y mentir continuamente y tan bien como Mr. Ripley. A ver si sigo leyendo la saga. Lo sabréis por estos lares...

Ah, y como ya he mencionado, hay varias adaptaciones al cine de algunos de los cinco libros. La más fiel a la novela de hoy, la del malogrado Anthony Minghella, de 1999 y con Matt Damon, Jude Law y Gwyneth Paltrow como Ripley, Dickei y Marge respectivamente.


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sábado, 22 de septiembre de 2012

Patricia Highsmith: Los cadáveres exquisitos

Título original: Les cadavres esquis
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: Relatos de entre 1960 y 1990. Primera edición de febrero de 1991
Valoración: Recomendable

Fue el célebre escritor Graham Greene el que dijo de Patricia Highsmith: "Uno no cesa de releerla. Ha creado un mundo original, cerrado, irracional, opresivo, donde no penetramos sino con un sentimiento personal de peligro y casi a pesar nuestro, pues tenemos enfrente un placer mezclado con escalofrío". Y tras haber leído varias obras de la oscura dama, no puedo por menos de estar de acuerdo con las palabras que Greene le dedicó a su amiga.

En esta ocasión, lo que traigo de la Highsmith (los buenos ULADianos sabrán que la autora ya ha sido reseñada por aquí)  es un compendio de doce de los numerosos relatos que escribió durante su carrera reunidos bajo el sugerente título de Los cadáveres exquisitos. El mismo está tomado del nombre de un popular juego llamado en su idioma original, francés, Le cadavre esquis, y que fue inventado y utilizado por los surrealistas del país vecino allá por 1920 para crear historias en cadena. La primera pieza que les salió decía que “el cadáver exquisito beberá el vino nuevo”, de ahí el nombrecito. Y vamos, que aunque fuera fruto de un “accidente”, le va ni que pintado a esta selección de cuentos que serían convertidos en una serie de películas para la televisión en los 90, coproducidas por Inglaterra y Francia y presentadas por el perturbador actor Anthony Perkins (sí, sí, el trastornado de Psicosis).

Bueno, pues doce son doce los relatos del compendio, a cada cual más negro, pero de no de una negrura pegajosa o ahumada, como puede ser la de otros especialistas en el género, sino aséptica, casi clínica, objetiva, dura y cortante. Sin anestesia estilística o salvoconducto amable que valga…

No voy a desmembrar (nunca mejor dicho) las tramas de los doce, pero sí mencionar un poco de qué va(n) la(s) cosa(s): dos amantes que han asesinado al marido de ella intentan matarse mutuamente; enamorado despechado suplanta la identidad del amante poco constante de una enamorada que espera ansiosamente carta; colérico hombre de negocios retirado al campo idea una terrible (e ingeniosa) manera de ocultar el cadáver de un enemigo al que ha asesinado; mujer atracada en su casa le da una buena lección a su agresor; caída en desgracia de una familia que tiene una granja de pollos; bribón que sale con dos chicas virtuosas y no sabe por cuál decantarse; gato con maneras cuasi humanas aparece un día por casa con un manojo de dedos de un hombre en la boca; esposo harto de esposa aficionada a disecar a sus queridas mascotas; antiguos enemigos por culpa del amor de una mujer se reúnen muchos años después y el que salió perdiendo decide vengarse; peculiar tipo aficionado a robar pequeños objetos a mujeres de éxito; pobre hombre que se gasta buena parte de su sueldo en pagarle la residencia a su vieja madre descubre un terrible secreto, y el que más me ha gustado y que, en mi opinión, roza la genialidad de la Casa tomada de Julio Cortázar, es el que cuenta cómo un matrimonio relativamente joven adopta a un matrimonio de ancianos que acaban convirtiéndose en una auténtica pesadilla…

En fin: relatos de la tonalidad noir más depurada y efectiva, aunque como crítica he de decir que algunas cosas de los mismos, al igual que me pasó con ciertas partes de El talento de Mr Ripley, pecan de increíbles o de difíciles de creer. Vamos, que a veces la coherencia dentro de la trama se tambalea un poco debido a personajes demasiado guiados y condicionados por sus instintos, y víctimas muy pero que muy ingenuas y vulnerables. Pero en fin, qué se le va a pedir a la Highsmith, mujer de extremos, para bien y para mal…

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jueves, 6 de febrero de 2014

Patricia Highsmith: El grito de la lechuza

Idioma original: inglés
Título original: The cry of the owl
Año de publicación: 1962
Traducción: Joaquín Llinás
Valoración: Recomendable

            Un hombre solitario conoce a una chica por la que experimenta una singular atracción. La chica ya tiene una relación con otro joven, pero como, sin embargo, no está segura de sus sentimientos hacia él, se acaba conformando entre ellos un peculiar triángulo amoroso. Con este manido argumento, se pueden escribir (y de hecho, se escriben) infinidad de novelas románticas. Si las ambientas en la campiña inglesa de comienzos del XIX y cuidas un poco la prosa, te sale una de Jane Austen. Si la llenas de highlanders cachotas y erotismo softcore, una de Monica McCarty, la reina de este subgénero. Y si los protagonistas son adolescentes cursis, que colocan candados en los puentes para inmortalizar su amor, marchando una de Federico Moccia… No, espera, que los personajes de El grito de la lechuza tienen tendencias depresivas e impulsos suicidas… No problem: entonces tienes una novela de Murakami. Que la chica se llame Naoko, Kokoro o algo parecido y solucionado.
            Ay, amigos, pero no olvidemos que ésta es una novela de Patricia Highsmith, con lo que la cosa siempre es más complicada o, mejor dicho, más retorcida. Para empezar, el protagonista conoce a la chica porque ésta es el objeto de su voyeurismo: es un “mirón”, aunque no estrictamente del tipo sexual (esto no es un spoiler, que conste; el dato ya sale en la solapa del libro… y en el primer capítulo). El triángulo amoroso degenera en un cuadrilátero (deforme, eso sí) y hasta en un pentágono. Y entre el elenco de personajes nos encontramos un despliegue de trastornos psicológicos: desde la obsesión enfermiza y la depresión nerviosa a la sociopatía y el sadismo compulsivo… Para acabar todos envueltos en una espiral claustrofóbica que no afloja hasta el final de la historia. Una historia poco apta para espíritus impresionables, me temo.
            Sin olvidar, además, que todo ello tiene como trasfondo el que creo es el gran tema de los libros de Highsmith: el recelo hacia los demás. O si lo prefieren, el imposible equilibrio entre confianza y desconfianza que debería regir las relaciones entre las personas, pero que, de manera inevitable, siempre acaba decantándose hacia esta última actitud (de hecho, en sus novelas quien se confía suele acabar malparado). Ciertamente, no era muy optimista con respecto a su prójimo, la Highsmith... ¿Sería por eso tan buena escritora? Al menos, de novelas así de inquietantes...

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martes, 19 de enero de 2021

Patricia Highsmith: Rescate por un perro

Idioma original: inglés
Título original: A Dog's Ransom
Año de publicación: 1972
Traducción: Jordi Beltrán
Valoración: como poco, recomendable

Edward Reynolds es un editor de Nueva York que comienza a recibir en su casa cartas amenazantes. Al poco, su adorada caniche Lisa es secuestrada y le piden 1000 dólares como rescate. A partir de ese hecho delictivo -aunque de carácter menor, por decirlo así-, se van sucediendo una concatenación de vicisitudes, errores y decisiones en alguna medida ambiguas, que acaban por provocar situaciones y consecuencias de una gravedad mucho mayor. No se trata ésta, sin embargo, de una novela policíaca cl´ñasica, novela-problema, etc., en la que haya que averiguar quién es el criminal: aquí sabemos enseguida quién es el chantajista, las circunstancias de su vida y hasta sus pensamientos; de hecho, y aunque haya bastantes más personajes, la narración se centra en él, en el señor Reynolds, dueño de la perrita, y en el policía que trata de ayudarle, un agente bisoño llamado Clarence Duhamell que, al fin y a la postre, se convierte en el verdadero protagonista de la historia.

Como se ve, y tal como sucede en muchas novelas de esta autora, la trama se centra en las dificultades y cuitas que les sobrevienen a hombres jóvenes, en apariencia bienintencionados, pero a menudo dotados de un sentido moral discutible o, cuando menos, de cierta doblez... aunque quizás no sea éste el caso, exactamente, de Duhamell, un personaje que trata de hacer lo que es correcto, pero que se ve superado por los problemas y su propia debilidad para afrontarlos. De todos modos, ninguno de los personajes principales representa un ejemplo de determinación y fortaleza; todo lo más, en algún caso, de no poca terquedad. Ningún hombre, en realidad, resulta un ejemplo demasiado admirable en esta historia; un poco mejor paradas salen las mujeres que aparecen, aunque tampoco es que sus comportamientos sean los más edificantes... En verdad, más allá de los avatares y desdichas de unos personajes concretos, la novela trata, o puede hacer reflexionar al lector al respecto, sobre los límites socialmente aceptados (o, al menos, justificados) de algunos actos en principio considerados impropios. ¿Depende de qué se traten, de quién los cometa, de contra quién se cometan? ¿Hasta qué punto son aceptables o condenables? Claro está, si ya conocéis sus libros, que Patricia Highsmith no es quien nos va a dar la respuesta a estas preguntas, pero sí quien nos puede impulsar a hacérnoslas...

La novela, huelga decirlo, está escrito con la habitual prestancia que caracteriza a esta autora, con ese estilo tan propio, no poco perturbador en su frialdad, pues le concede el mismo énfasis a un crimen que a cualquier actividad cotidiana. como pega (y siempre muy relativa) , podemos decir que no sólo es estilo, sino la composición de esta novela resulta, si no previsible, sí que demasaido familiar para quien haya leído más libros de la Highsmith; en ocasiones se diría que la escritora estaba siguiensu propio y estupendo manual Suspense. Cómo escribir novelas de misterio... si no fuera por que éste fue publicado unos cuantos años después. pero ahí está la concepción de los personajes, la ambientación, los diferentes pasos y giros de la narración... En fin, que por ello  Rescate por un perro no pasará por ser una de las grandes novelas de Patricia Highsmith, aunque ya sólo por ser una, no digo que del montón, pero quizá más rutinaria, de esta autora, ya le confiere un interés y un nivel mucho más alto del que alcanzan las obras de una gran mayoría de escritores.

Nota: Hoy, 19 de enero del 2021, es el centenario del nacimiento de esta gran escritora, así que sirva esta modesta reseña como homenaje y recuerdo. Por si alguien tiene interés (que espero que sí), puede encontrar otras reseñas de sus libros aquí

lunes, 7 de enero de 2019

Patricia Highsmith: Las dos caras de enero

Idioma original: inglés
Título original: The Two Faces of January
Año de publicación: 1964
Traducción: Amalia Martín-Gamero
Valoración: recomendable

Todo el mundo sabe que el mes de enero tiene dos caras: primero, la tradicional resaca de Año Nuevo, la inevitable pesadez por la maratón gastronómica (rematada con el denostado pero ineludible roscón de Reyes, al menos por estos lares...), las tarjetas del banco temblando tras los excesos consumistas... Después vienen los buenos propósitos, las dietas, el gimnasio al que para marzo ya se ha dejado de ir, las rebajas, la interminable "cuesta de enero"... Bien, pues sobre tal esquizofrenia de la sociedad moderna occidental y la mejor manera de afrontarla sin menoscabo de nuestra salud y equilibrio interior escribió Patricia Highsmith este utilísimo libro para conservar el orden en nuestras vidas... ¡Muérete de envidia, Marie Kondo!

Vale, de acuerdo, ya dejo la patochada del día... Es evidente que éste no es un libro de autoayuda (de hecho, no se me ocurre nada más diferente de los libros de autoayuda que las novelas de Patricia Highsmith); su título hace alusión, además de que la historia se desarrolle en un mes de enero de alguno de los primeros años sesenta, al dios romano Jano, el bifronte, dios de las puertas, los comienzos y las transiciones. Dios al que hace alusión el nombre de enero en muchas lenguas europeas y, desde luego, en inglés.

La novela se podría calificar, más que de "policíaca", de "criminal" o noir, pero claro, tratándose de la Highsmith, cualquier clasificación por géneros no resulta demasiado definitoria. En ella, un joven norteamericano, Rydal Keener, que pasa una temporada en Atenas para alejarse de su familia -un típico personaje "highsmithiano", diríamos-, entra en relación, en circunstanciad harto peculiares, con un matrimonio de la misma nacionalidad que se encuentra haciendo turismo por Grecia: Chester MacFarland, un estafador de mediana edad, y su joven esposa Colette. Como, al parecer, Chester se parece bastante al padre de Rydal, recientemente fallecido, éste decide ayudarles a salir de cierto apuro y los acompaña a la isla de Creta. Allí la relación entre los tres se complica no sólo por las dificultades que deben afrontar, sino por la atracción mutua que sienten Rydal y Colette.

No voy a contar más de la trama, puesto que aún aguardan muchos giros y sorpresas en la misma. Sólo decir que la historia que cuenta convierte en un juego del gato y el ratón en el que las posiciones de uno y otro cambian, aunque además están cargadas de la ambigüedad moral que se presupone en cualquier narración de esta autora. Un thriller, de acuerdo, pero un thriller diferente, no exactamente "retorcido" sino complejo, con una perspectiva distinta a la que estamos acostumbrados con novelistas más convencionales. No es, lo reconozco, la novela más fascinante y perturbadora de esta fascinante y perturbadora escritora, pero sí lo suficientemente turbia como para hacernos plantearnos la integridad de nuestros propios principios, cómo habríamos actuado nosotros en el lugar de los protagonistas... o quizá mejor no saberlo.

Nota: la cubierta que se reproduce en esta reseña no es la de la edición que yo he leído (la de la Colección Compactos de Anagrama), pero resulta que en ésta aparece el cartel de la película de 2014 basada en la novela, y mirad, por mucho que salgan Kirsten Dunst y Viggo Mortensen y otro fulano que no sé quién es, paso de ponerla...

Más títulos de doña Patricia reseñados en Un Libro AL Día : aquí

viernes, 18 de septiembre de 2015

Colaboración: El diario de Edith

Idioma original: inglés
Título original: Edith´ diaryFecha de publicación: 1977
Valoración: Muy recomendable

Patricia Highsmith, creadora de mundos cotidianos bajo los que late la maldad que lleva al crimen, nos demostró que los límites entre el bien y el mal son bastante más sutiles que en las novelas policiales al uso. Nos introdujo en ambientes de clase media, en familias de matrimonios aparentemente bien avenidos, en la mente de personas normales, hijas del tedio y de la rutina, pero obsesionadas y desesperadas en el fondo, que se van deslizando poco a poco al crimen o a la locura.

Todo en las novelas de Highsmith se reviste de una maldad aterradora, precisamente por lo imprevisible. El paso de un universo de clase media americana, como el de los inicios de una película de Spielberg, al infierno se hace de una manera sutil. No es el enemigo que viene de fuera y que rompe la armonía. El enemigo viene de dentro, de los oscuros rincones de mentes retorcidas que no son tan diferentes a las nuestras. Sus personajes, aparentemente anodinos, superficialmente buenos, son bombas de relojería, gente modélica que no lo es tanto, que vive en familias felices de puertas para afuera pero con oscuros secretos.

El diario de Edith comienza con un ama de casa ejemplar, casada y con un hijo, que se muda de Nueva York a un pueblecito de Pennsylvania. Lleva un diario en donde anota los pormenores de su bien organizada existencia en la que solo hay dos inconvenientes: tener que acoger en la casa al tío casi inválido de su marido y su hijo Cliffie, que desde niño da muestras de una maquiavélica rebeldía que su despreocupado padre atribuye a cosas de la edad. 

Un acontecimiento trivial y nimio, el suspenso de Cliffie a los exámenes de acceso a la universidad, lo desencadena todo. Ese día, Edith escribe en su diario: “Cliffie se examinó conjuntamente hoy de varias asignaturas en Trenton para el ingreso a la universidad y cree que lo ha hecho bastante bien. Se trataba de álgebra, inglés, francés, geografía, historia y química. Si consigue una media de 80 ira quizá a Princeton.” Edith se agita inquieta en la silla, luego deja la pluma y el diario y se pone en pie. Lo que acababa de escribir es mentira pero, después de todo, ¿quién va a saberlo? Y ella se siente mejor después de haberlo escrito, menos melancólica, casi alegre de hecho.

Pero esa mentira engendra otras y bifurca la existencia de Edith (toda mentira engendra una pequeña disociación y para justificarla hay que crear otra y otra más) hasta que la vida real y la imaginaria de la protagonista se van apartando de manera enfermiza.

Su vida conyugal se tambalea, su hijo se convierte en un haragán alcohólico cuyo pasatiempo es masturbarse con un calcetín y el día a día de Edith se desliza entre bandejas subidas al tío enfermo. El diario que escribe, en sus inquietantes mentiras, casi parece un anticipo profético de la era Facebook puesto que, ¿qué es Facebook más que el escaparate de vidas aparentemente perfectas, un medio de promoción personal o una distorsión idealizada que en casos extremos puede conducir a la locura?
Edith reprime sus emociones, experimenta el abandono de su esposo y el desprecio de su hijo; solo su diario, escaparate ficticio de una vida mediocre, le ayuda a seguir adelante… o a ir directa al abismo.
Retrato de un matrimonio convencional fracasado, estudio de la soledad, análisis de una familia disfuncional, historia enmarcada en la más estricta cotidianeidad, El diario de Edith es una novela que, aunque menos famosa que las de la serie de Ripley, basta para reconocer a su autora como una gran novelista. 

El estilo de Highsmith es sobrio, casi periodístico, un escalpelo que penetra en las mentes de sus personajes. Actúa como una tijera de podar de un jardín debajo del cual se escondiera un cadáver. Como con toda gran ficción, después de leer El diario de Edith algo cambia en nosotros y en nuestra manera de ver el mundo. Quizá en las ensoñaciones aparentemente inocuas de nuestra vecina se esconda la semilla de la locura, quizá en esa casa con un jardín de setos bien podados habite la demencia. Lo perturbador está más cerca de lo que creemos.

Tal vez incluso habite dentro de nosotros mismos.

Todas las reseñas sobre Patricia Highsmith en ULAD: Aquí
Firmado: Federico Escudero

lunes, 13 de julio de 2020

Georges Simenon: La nieve estaba sucia

Idioma original: francés
Título original: La neige était sale
Año de publicación: 1948
Traducción: Núria Petit
Valoración: recomendable

En un siglo como fue el XX, tan prolífico en grandísimos escritores, uno de los más destacados fue, sin duda, el belga Georges Simenon, cuando menos si tenemos en cuenta la relación entre la calidad de sus libros y la enorme cantidad de los mismos: casi doscientas novelas firmadas con su nombre (más otro montón con pseudónimo, recopilaciones de cuentos y volúmenes con sus memorias); muchas de ellas protagonizadas por el emblemático comisario Maigret, aunque también escribió un número importante de historias con otros personajes y ambiente, como Los Pitard o Los hermanos Rico. O como esta La nieve estaba sucia, que como bien se señalaba en la reseña de La viuda Couderc, pertenece a las "novelas duras" de Simenon, aquellas sin el protagonismo de Maigret y un trasfondo más oscuro aún que en las del comisario francés.

Esta novela, que se desarrolla en una ciudad alemana ocupada por un ejército extranjero tras la guerra (*) -no se especifica por cual, aunque cabe suponerlo- tiene por protagonista a Frank Friedmaier, un joven que vive con su madre en el burdel clandestino que regenta ella y que reparte su tiempo entre la holganza en el burdel y una no menos fácil vida canallesca, bebiendo en el local de Timo y haciendo chanchulletes con su amigo Kromer. Una noche de invierno, Frank decide matar a un oficial del ejército ocupante que frecuenta el bar, para hacese con su pistola, pero luego teme haber sido visto por su vecino y conductor de tranvía Gerhard Holst. Frank se obsesiona con éste y con su hija adolescente, Sissy, a la que empieza a cortejar, con un desenlace que no pienso desvelar, tranquilos... (aunque quien piense mal, acertará).

La novela pertenece claramente al género noir,  pero un tanto atípico, si se quiere... en este caso, no se trata de averiguar quien es el criminal o desvelar la trama tras un asesinato: ya sabemos quién es el asesino desde la primera página y el resto del libro podemos considerarlo más como una indagación o exploración psicológica del protagonista. Al estilo, para entendernos y salvando algunas distancias, de muchas novelas de Patricia Highsmith, como la serie de Ripley (aunque en verdad deberíamos decirlo al revés, porque Highsmith comenzó a publicar sus novelas en 1950 y ésta de Simenon es de dos años antes); al igual que a Ripley, podemos considerar a Frank Friedmaier como un psicópata (pese a que no sé si el término se utilizaba ya en aquellos años), alguien que busca su propio beneficio sin sentir empatía por nadie y sin parar mientes en los medios para conseguirlo; pero, bien es cierto,  sin poseer tampoco el encanto de aquél. La diferencia, sobre todo, reside en que, mientras que los personajes de Highsmith, por ambiguos o incluso inmorales que sean, tratan en algún momento de salir aderlante, de resolver sus problemas, y en todo caso acaban, contra su voluntad, siendo arrollados por éstos, sin embargo Frank Friedmaier decide no sólo envilecerse y envilecer cuanto le rodea, a propósito, sino dejarse caer por una pendiente autodestructiva, nihilista, si se quiere, que acepta y busca con total estoicismo... y hasta ahí puedo o debo contar.

En cualquier caso, se trata ésta de una novela de una calidad literaria que supera con mucho las expectativas que pudieran tenerse acerca de un escritor tan prolífico y encasillado como "de género"; una novela osacura como pocas, muy turbia y que puede que deje un regusto amargo, pero nunca indiferente a quien la lea, eso seguro.

(*) Curiosamente (o no tanto), casi todas las reseñas de La nieve estaba sucia que he encontrado en la Red, incluyendo la sinopsis de la propia editorial (e incluso alguna sinopsis en francés), dicen que la historia se desarrolla "durante la ocupación nazi" o "alemana", cuando lo que resulta evidente al leerla es que la ciudad ocupada está en ALEMANIA, porque los nombres y apellidos de todos los personajes son ALEMANES (en cambio, no se revela el de ninguno de los ocupantes).

Ésta, claro, no deja de ser una circunstancia anecdótica e incluso banal, un malentendido producto, probablemente, de un error de traducción (ocupación alemana por ocupación de Alemania) o algo así. De acuerdo, pero deja entrever algo más grave: que, también con bastante probabilidad, ninguno de esos "reseñistas" ni, lo que es peor, nadie de la empresa editorial se molestó en leer la novela cuando fue publicada, conformándose con un agradecido, por rápido, trabajito de copypaste. Y si, con un poco de desconfiada imaginación, extrapolamos este modus operandi a lo que se asegura de muchos autores y autoras o libros en concreto, que los "prescriptores literarios" nos presentan como clásicos contemporáneos y que sin embargo a nosotros, humildes y perplejos lectores, nos parecen una verdadera castaña (no es difícil encontrar ejemplos desvelados en este mismo blog), entonces, digo, entenderemos muchas cosas de como funciona este negocio, amigos y amigas, y no obstante, lectores de Un Libro Al Día. Porque de eso va la cosa, me temo...


Otros títulos de Georges Simenon reseñados en Un Libro Al Día: La viuda Couderc, El ahorcado de la iglesia, La muerte de Belle

martes, 23 de agosto de 2022

Patricia Highsmith: Small g: un idilio de verano

Idioma original: inglés

Título original: Small g: a Summer Idyll

Año de publicación: 1994

Traducción: Elsa Mateo

Valoración: entre recomendable y está bien

Antes que nada: la small g del título, es decir, "g minúscula", se refiere a una calificación que alguna guía turística de Zúrich otorga -u otorgaba- a los locales de ambiente homosexual pero no en todo momento ni frecuentado únicamente por gays. En el caso de esta novela, el café-cervecería Jakob's, centro de su barrio y frecuentado por los dramatis personae de la historia, como el diseñador gráfico y publicista Rickie Markwalder -siempre junto a su perrita Lulu-, cuarentón que ha perdido unos meses antesa su novio Peter, asesinado por unos atracadores. Rickie traba relación en el Jakob's con Luisa, una joven costurera que estaba enamorada de Peter y que trabaja para la tiránica Renate, también asidua del café, aunque odia a los homosexuales. La situación se mantiene en una suerte de equilibrio entre ellos hasta que aparece algún nuevo personaje que cambia y precipita los acontecimientos...

Small g... fue la última novela publicada por Patricia Highsmith, el año anterior a su muerte... y me temo que se nota. es decir, sigue manteniendo su facilidad y aun excelencia narrativa habitual, capaz de enganchar al lector a los pocos párrafos; su capacidad para la observación de la realidad circundante y la creación de personajes interesantes a partir de ella yesa forma de ir enredando las tramas a partir de una premisa de aparente sencillez, que convierten en muy características todas sus historias. Pero en ésta le falta un elemento aún más distintivo de la narrativa de esta autora:esa tensión malsana que. aunque oculta muchas veces tras la mera descripción de las acciones cotidianas (incluso rutinarias) de los personajes, permanece siempre allí agazapada, recordándonos que en cualquier momento se puede desatar el drama. 

No quiere decir esto que no encontremos en esta novela situaciones y personajes equívocos o, directamente, turbios... Lo que ocurre es que esa turbiedad se diluye en sus idas y venidas por las calles del barrio del Aussensihl: de la casade Rickie al Jakob's , de Jakobs -o del Small g, los sábados por la noche, sobre todo- a la vivienda de-taller de Renate y Luisa, de ésta al salón de té L'éclair, etc. Casi resulta un alivio para el lector cuando la novela llega a su fin y dejan de dar vueltas, la verdad... Por otro lado, casi se diría, ciertamente, que en esta su última novela doña Highsmith hubiera decidido redimir en parte el marcado escepticismo e incluso la misantropía que desprenden casi todas las que escribió a lo largo de su vida: aquí podemos encontrar personajes que parecen del todo positivos (casi cabe sospechar que cínicamente positivos) y, es más, la última frase del libro, que alude a la felicidad, deja a todo el que conozca, siquiera en parte, el resto de la obra de esta escritora en una cierta perplejidad. Aunque esto no quiere decir que la autora se hubiera ablandado en su vejez, o algo parecido, seguía siendo consciente, a la perfección, de los mecanismos de egoísmo y mezquindad que determinan el comportamiento humano.

Sólo que en Small g... parece haberlos sublimado en una especie de cuento de hadas moderno -una idea que aparece ya de vez en cuando en la novela, que conste-: encontramos una bella y virtuosa doncella cautiva de una bruja, un caballero que trata de liberarla, un principe azul, etc. Todo en medio de un edénico ambiente de tolerancia en el que se mezclan homosexuales, heteros, gentes de  diversas edades y variopinta condición social... y con el SIDA como amenaza presente pero no abrumadora en aquellos ya lejanos años 90. Quizás fuera un poco inverosímil todo, pero la novela no está exenta de interés. y, sobre todo, ojalá sirviera para que doña patricia pasara también una última etapa de su vida feliz, mientras la escribía. 


Más libros de doña Patricia reseñados: aquí

jueves, 25 de agosto de 2016

Richard Price: Los impunes


Idioma: inglés
Título original: The whites
Año de publicación: 2016
Traducción: Óscar Palmer
Valoración: muy recomendable

Al lector ocasional de este blog puede que le parezca poco menos que una herejía que yo proclame que el género policial me suscita escepticismo. O que le escandalice que cosas como Agatha Christie (válidas como inicio a la lectura y blablabla) me parezcan apenas medio (va, uno) escalón por encima de la novela romántica o la del Oeste. Por repeticiones de esquemas y por escasa perdurabilidad. Puede leerse y devolverse al tipo de la tienda a ver qué recuperamos o por cuál nos la cambia que no hayamos leído ya. Pero su lugar en la estantería nunca va a ser el preferencial. Y si digo esto, y si aprovecho para sacar algunos conceptos que se quedaron fuera cuando escribí sobre ese bluff  que me pareció La chica del tren es porque Los impunes es justo el negativo de esa literatura basada en el misterio y el susto y el ayayay, esa literatura del menosmalqueloheacabao en la que, lapidadme que me lo merezco, se ha convertido casi todo el género desde la invasión del thriller escandinavo, y solamente redimido por las incursiones en el terror psicológico o la prosa elegante de autores como Pierre Lemaitre y pocos más.
Así que me encanta que Los impunes no quede relegado al arrinconamiento de las series negras y se le considere como lo que es, literatura, con escenarios y personajes coincidentes con cierto género, pero literatura. 
Las manos se elevan con las piedras cuando digo frases como esta última. Lo sé.
Y eso que con The wanderers me llevé una relativa decepción. Pero Price la escribió con 24 años. De eso ha pasado ya tiempo, y Price, aparte (qué pesados con mencionarla siempre) de ser guionista de The Wire y de alguna película, ha evolucionado, ha enriquecido su estilo y ha conocido en profundidad el mundo que describe. Los impunes recuerda (cuando se conoce su progresivo desarrollo) a cierta novela (no insistáis porque no diré cual) de Patricia Highsmith. Pero está adaptada a los tiempos que corren y carece de la ingenuidad que la ha castigado con el tiempo (a la de Highsmith). Es hora ya de reivindicar que el género se ha retroalimentado de mucho del contenido visual de series y películas, y que las figuras cinematográficas (inspectores de vidas grises y apáticas arrastrados por las desgracias que su trabajo les obliga a ver un día y otro) nos son familiares. Billy Graves es un personaje más entre ellos, pero dejad que os diga que es memorable, porque Price sabe hasta saltarse el estereotipo del héroe casual y lo define con todos sus claroscuros y sus contradicciones. Es un policía que vive con su mujer, Carmen, enfermera, sus dos hijos, y su padre, antiguo policía devastado por la demencia senil. Los impunes del título son criminales que Billy y otros compañeros del cuerpo consiguieron detener, pero que se zafaron de pagar sus culpas. Asesinos, en su mayoría, que se pasean tranquilamente gracias a un juicio favorable o a algún error de instrucción. Y al grupo de policías esa injusticia le corroe. A Billy, además, le están pasando cosas extrañas. Alguien está acosando a su familia y no sabe quién ni por qué.
Los impunes, lectura ágil, adictiva, pero comprometida con la coherencia y con fragmentos muy notables (puntualmente destella la minuciosidad descriptiva basada en los detalles de un Franzen) no merece ser confinada por su temática o su desarrollo. Price se ha preocupado de que el lector quede sumergido en ese submundo que es el cuerpo de policía de Nueva York y lo ha hecho evitando los recursos fáciles del susto, la sorpresa o el giro argumental. Una novela muy disfrutable.

Otras obras de Price en ULAD: The WanderersLa vida fácil

miércoles, 5 de marzo de 2014

Biografías lectoras: El tesoro bajo llave

En la casa donde viví de niña no había estanterías sino aparadores, los libros, como he contado aquí alguna vez, se guardaban en un armario con las puertas de madera y una llave de tres vueltas: no quedaba ni el consuelo de contemplarlos a través del cristal. En contrapartida, cuando ese mundo mágico se abría, teníamos acceso a todos los libros que había en casa. Mis lecturas de entonces, salvo Alicia en el país de las maravillas, se reducían a cientos de tebeos y narraciones dirigidas exclusivamente a niñas, es decir, no eran nada literarias; los autores de calidad no solían acordarse del público infantil, al menos yo no tuve acceso a ellos, aunque recuerdo un librito curioso,  –bastante grueso pero de un tamaño minúsculo– que titularon Las tres manzanas no sé por qué, en realidad se trataba de Las mil y una noches nada menos, como he comprendido más tarde. Si alguien conoce el motivo de ese extraño título le quedaré eternamente agradecida.

A mí nadie me obligó a leer nada. Ya en el instituto, en lugar de recomendar grandes obras literarias, las condensaban en antologías que variaban con el curso. Encontrar productos de primera fila en cómodas píldoras de dos o tres páginas no agobiaba a nadie, todo lo contrario, a mí me sabía a menos que poco. Ser adulta significaba tener acceso a todas aquellas maravillas y yo lo estaba deseando.

Solía comer con un libro en las rodillas y bajaba la vista en cuanto se despistaban los adultos. ¡Por supuesto que era una fanática! pero mis chifladuras eran inofensivas. A los quince años me operaron de apendicitis y, para compensar, recibí las obras completas de Becquer. Lo devoré entero y quedé impresionada, en particular las Leyendas fueron todo un descubrimiento. Creo recordar que lo pedí yo, aunque no podía imaginar una preciosidad así, en papel biblia y encuadernado en piel, tan apetitoso que alguien que pasó por casa debió tomarlo prestado y nunca se acordó de devolverlo.

A los dieciséis, cayeron en mis manos, por fin, mis primeras lecturas serias, una detrás de otra, Ana Karenina y La tía Tula, ya no recuerdo en qué orden. A partir de entonces empecé a visitar las bibliotecas. Creí que con Tagore y Pearl S. Buck había llegado a la cumbre, pero al año ocurrió el gran cataclismo, un amigo me descubrió Cien años de soledad y todo cambió para mí.

Más tarde me sorprendió enviándome por correo certificado Viaje al fin de la noche, un lenguaje y una forma de ver la vida mucho más libres de lo que podía imaginar. Antes de los veinte me había tragado a Tolstoy y Dostoiewsky enteritos, pero entonces apareció Zola y hasta ellos me parecieron insípidos. Para consolarme de la nostalgia del verano empecé En busca del tiempo perdido, por el tercer volumen si no recuerdo mal. Un día, revolviendo en la sección de bolsillo de un autoservicio, me topé con un título curioso y lo compré: Un mundo feliz me obligó a mirar un poco más allá de mis narices, gracias a él dejé de leer solo para entretenerme. Había llegado a autores muy complejos demasiado joven y creo que no había sido capaz de extraer toda su sustancia.

Descubrí El castillo y La metamorfosis, me reí con Pantaleón y las visitadoras, La náusea consiguió deprimirme lo justo y necesario, Madame Bovary me encandiló, pero fue en la carrera –y obligada, ahora sí– donde me informaron de lo que era imprescindible. Es muy probable que, sin mis profesores, nunca hubiese leído El Quijote ni disfrutado del boom latinoamericano hasta ese punto, de Rayuela, El Aleph, El astillero, La vorágine, El siglo de las luces, El túnel, Pedro Páramo y Señor Presidente entre otros. Pero también de otras obras universales como El extranjero y La Regenta.

Y luego me embarqué en La saga fuga de J.B. por mi cuenta y continué con otra menos conocida de Torrente Ballester, don Juan, y me intrigó saber qué era eso de 1984, y admiré La montaña mágica, y me entusiasmé con Patricia Highsmith, y me enamoré de Jorge Amado, y me inquieté con José Donoso, y –con los Trópicos y los Nexus, Plexus y Sexus– me hice cómplice de Henry Miller.

A partir de entonces me pareció saber qué terreno pisaba. Y lo que ocurre en mi biblioteca desde 2009 ya lo conocen de sobra.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Día de las Librerias (2ª parte)

Realmente viviendo en Barcelona no puedo quejarme. Viviendo relativamente cerca del centro, mucho menos. No he de desplazarme más de un par de kilómetros para encontrar un puñado de excelentes librerías bien surtidas, atendidas por libreros con criterio y tan dispuestos a hablar como a escuchar. La Impossible, La Calders, La Central, + Bernat, Documenta. Uno puede pasarse tardes curioseando. Pero mi elección es bien diferente. Primero, porque no es la librería a la que más voy, pero sí en la que más estoy. Cercles, minúscula librería ubicada en la calle Bailén, uno de los límites del bullicioso barrio de Gràcia (que acoge otra treintena larga de librerías de todo tipo). Y Gustau, su propietario, el clásico tipo con el que has de pensarte mucho iniciar una conversación. Sobre todo si tienes prisa. No se sabe dónde se puede acabar hablando con este hombre. Libreros de viejo (de ocasión, de lance, llamadlos como queráis): jamás deberían extinguirse; y si el precio es que hayan de despachar novelitas del oeste a señores que ya ni se acuerdan que hace cuatro meses que leyeron justo la que se están llevando, o el precio es que deban tener un cajón con revistas de cuando el porno se compraba en papel, pues paguemos ese precio, si su compensación es hablar con alguien que es capaz de sacarte dos, tres ejemplares de ediciones y traducciones diferentes de ese Faulkner que dabas por perdido, y acabar especulando con lo que le pasa a ese último fichaje del Barça, el que parece no acabar de adaptarse.

ULAD: Plena crisis, pero veo abrir librerías, incluso una cadena dedicada al libro de segunda mano. ¿Alguna teoría macroeconómica que respalde un panorama tan incoherente?
C: La crisis, en las librerías, creo que está afectando más a las de libro nuevo que a las de 2ª mano,;sencillamente los lectores quieren libros buenos o interesantes a precios módicos .

ULAD: Libreros de segunda mano: a que se parecen más, ¿a antesalas del reciclaje o a otorgadores de segundas oportunidades, o a aportadores de un eslabón en la cadena trófica?
C: Supongo que tienen un pie  en cada orilla. Otorgan segundas ( y terceras ) oportunidades a libros descartados ,rechazados o ignorados, y son un eslabón entre eso y la destrucción o eliminación del libro físico .

ULAD: Condicionantes personales de vender libros al margen, ¿te has sentido mal viendo a según quién desprenderse de según qué maravillas?
C: Sí , alguna vez,especialmente cuando familiares de algún lector o coleccionista de libros tratan de deshacerse de ejemplares o bibliotecas enteras, acuñadas o amasadas durante toda una vida con cariño. También, es otro caso distinto, cuando me traen un libro nuevo con una dedicatoria personal  a veces íntima o muy cariñosa...se deshacen de el sin ningún miramiento !!!....

ULAD: Último libro que te sentó mal vender.
C: No me gusta  tener ni vender  libros de personajes televisivos,  tampoco de políticos, ni cocineros, ni deportistas o futbolistas...cada cual a lo suyo, no les parece ?

ULAD: El futuro del sector, el futuro del papel, el perfil del futuro usuario de libro de antiguo.
C: El futuro del sector ya lo responde la primera pregunta y el perfil ....creo que  hubo un momento con la  aparición de los libros electrónicos que pareció peligrar, pero ya se ha resitúado y equilibrado todo y ese perfil es el del lector que podríamos llamar LECTOR DE VERDAD. Los que leían de pequeños, han seguido leyendo toda su vida, y leerán en papel hasta el día en que se  mueran o su vista se lo permita.

ULAD: Algún libro de publicación muy reciente que alguien haya venido a venderte enfadado.
C: Desde las tristemente famosas  50  sombras de Grey,  no ocurre ( afortunadamente ).

ULAD: ¿Se roban mucho los libros de segunda mano?
C: Intuyo que  se roban más de nuevos, aunque tenemos una ladrona de libros en CERCLES. Una mujer de avanzada edad viene casi cada tarde sobre las 17:30 h. remueve el montón de libros de 1 euro que hay en unas mesas fuera pegados al escaparate y con mucha habilidad se desliza uno dentro del bolso, con el que viene  equipada... se pone  una chaqueta  por encima para disimular. De momento se le observa y no se le dice nada , si pasa a mayores ya veremos...

ULAD: Autores que fracasan en la primera mano y triunfan en la de segunda. Y al menos una teoría de por qué ocurre esto.
C: que triunfen en 2ª mano hay varios...BUKOWSKI por ejemplo...Piden muchos libros suyos, no creo que se vendan de nuevos todavía...aunque quizás sí. Pero es cierto que hay autores como ese, Patricia Highsmith o Stephen King, que parecen tener un hábitat más propicio en las  estanterías de 2ª mano. Claro que  piden muchos de Stefan Zweig, Virginia Woolf  o Bolaño,  pero como no abundan  de 2ª mano los compran nuevos, también.

C: Bueno.. solo daros las gracias por vuestro magnífico blog literario UNLIBROALDIA  y aprovechar para pedir a los lectores en general que sigan leyendo sin parar y comprando libros, ah, ...me consta que los  seguidores de este blog no lo hacen, porque tratan los libros con cariño, pero... no subrayen los libros con bolígrafo !! si es imprescindible el subrayado,  con lápiz y suave... el libro sufre menos, y el sufrido librero también.

ULAD: Gracias, Gustau.

Id a verle; Cercles, Bailèn, 201, Gràcia, Barcelona

martes, 27 de septiembre de 2011

Agatha Christie: Noche eterna

Idioma original: inglés
Título original: Endless Night
Año de publicación: 1967
Valoración: Está bien

Los que lleven con nosotros aquí en ULAD algún tiempo, probablemente sepan ya de mi debilidad por la novela policiaca, uno de esos placeres culpables que uno asume y que no me avergüenzo de reconocer. Y dentro de esta perversión mía, últimamente he empezado a recuperar a Agatha Christie, una autora a la que leí batante en mi adolescencia y que había abandonado desde entonces (y que, por cierto, tuvo una vida de lo más interesante: hay por ahí dos autobiografías suyas que no estaría mal reseñar algún día).

La mayoría de los libros de Christie siguen el esquema típico de las novelas policiacas: planteamiento y presentación de personajes (que en Agatha Christie suele ser inusualmente extenso), crimen, investigación a cargo del detective de turno, resolución. Pero los dos últimos que he leído rompen ese esquema: Los elefantes pueden recordar, porque el crimen se produce doce años antes de la investigación; y Noche eterna porque, durante la casi totalidad de la novela, no hay crimen.

En realidad, Noche eterna es casi una novela gótica, o amaga con serlo, más que una novela policiaca. Cuenta, en primera persona, la historia de Michael Rogers, un joven vividor que se enamora de una señorita millonaria, y se traslada con ella al Campo del Gitano, un terreno supuestamente maldito. Pero que nadie espere tampoco una novela de casas encantadas: la mayor parte del texto se refiere a los asuntos familiares de los dos protagonistas, sus difíciles relaciones con madres, madrastras, tíos, nodrizas y demás. Muy poca acción, muchas insinuaciones, algunos indicios de lo sobrenatural, mucho enredo social.

Tanto Los elefantes pueden recordar como Noche eterna demuestran que, en el momento de escribirlas, Agatha Christie dominaba ya el género policiaco como nadie, y por eso mismo podía permitirse subvertirlo, hacerle modificaciones, jugar con él y hasta darle le vuelta como un calcetín. En este caso parece haberse metido en el traje de Patricia Highsmith (su Michael Rogers no está muy lejos del "talentoso Mr. Ripley", que seguro que Christie conocía), aunque da la impresión de que para que le termine de sentir bien el traje le falta un poco de mala leche o de mala entraña.

Vamos, que no está mal, pero yo me quedo con Agatha Christie cuando es más puramente Agatha Christie: cuando Poirot nos enseña su bigote y se pone manos a la obra.

También de Agatha Christie: Asesinato en el Orient ExpressMisterio en el CaribeDiez negritos