viernes, 30 de septiembre de 2022
Gabrielle Wittkop. El necrófilo
jueves, 29 de septiembre de 2022
Luis Salvago: Los lugares verdes
Valoración: Está bien
- Lo personajes de Ismail y Najimulah, los más completos y complejos, los más trabajados en mi opinión.
- La conjunción entre naturaleza, paisaje urbano y personajes.
- El tratamiento otorgado a las diferentes violencias que atraviesan el texto
- El tono lánguido y el ritmo de la novela en una primera mitad en la que la acción y el lirismo funcionan adecuadamente
- Ciertas reiteraciones en la segunda mitad del texto que rompen ese ritmo inicial
- La impresión de que muchos personajes hablan de forma muy parecida
- Un exceso de afectación en determinadas escenas
- El final de algunas de las tramas secundarias, demasiado "sencillo"
miércoles, 28 de septiembre de 2022
Paco Villar: El asesino anda suelto
martes, 27 de septiembre de 2022
Victor Hugo: El noventa y tres
Título original: Quatrevingt-Treize
Traducción: Luis Hernández Alfonso
Año de publicación: 1874
Valoración: Recomendable
Victor Hugo es sin lugar a dudas uno de esos grandes nombre de la literatura a los que no hemos prestado demasiada atención en el blog (solo un par de entradas, indicadas abajo), quizá porque algunas de sus obras más significativas son de cierto volumen, porque tampoco damos mucha bola al teatro (ahí habría cosas interesantes que pescar) o, simplemente, porque no somos franceses, porque este señor está decididamente en el Olimpo de las letras de nuestro país vecino. A falta de que Marc se decida un año de estos a traernos por fin Los miserables, de momento nos conformamos con El noventa y tres, su última novela, escrita a una edad ya avanzada.
El escenario se sitúa, como indica el título, en el convulso año de 1793, poco después del paso del rey Luis XVI por la guillotina, ya saben, bajo el gobierno de la Convención, que pronto daría paso al periodo conocido como el Terror. En una situación plenamente revolucionaria, con los ánimos muy exaltados y conscientes de estar protagonizando un momento histórico, el dominio recae, como suele ocurrir, en los segmentos más radicales. Al mismo tiempo, apoyados por las potencias europeas, los monárquicos pugnan por restablecer el antiguo régimen y se producen episodios encarnizados y muy salvajes.
Hugo presenta muy pronto a los cuatro personajes fundamentales: el marqués de Lantenac, erigido en caudillo de los realistas, un tipo entrado en años con tan pocos escrúpulos como su oponente, el exclérigo Cimourdain, comisario político republicano con la fe del converso. El joven Gauvain es el tercer elemento del choque militar que se avecina, como jefe del Ejército revolucionario en la región noroccidental. Y finalmente, aunque no menos importante, una mujer anónima que intenta proteger a sus hijos en la espesura del bosque. Todos ellos se reunirán en las sangrientas situaciones que se desarrollarán en la revuelta realista de la Vendée, el intento más serio para derribar la recién nacida República.
Ya encontramos cosas interesantes. La azarosa llegada de Lantenac a las costas francesas, con el apoyo inglés, es una excelente secuencia de aventura marítima espléndidamente narrada, con su punto de misterio. Y las primeras páginas del libro se dedican a la madre y los niños, un breve y potente flash inicial que de inmediato se abandona, provocando un efecto muy cinematográfico. El recurso, bastante original para el siglo XIX, no es el único francamente moderno que maneja el autor. En varias ocasiones juega también con los tiempos, moviendo la acción hacia delante y hacia atrás, de forma sutil pero bien perceptible, dejando claro que el orden narrativo se antepone si es necesario al cronológico.
Tiene su punto de audacia Hugo, aunque en otros momentos también se pasa claramente de frenada. Una vez presentados los personajes, parece que quiere dibujar de forma precisa el ambiente efervescente de Paris, quizá para enfocar mejor al ciudadano Cimourdain, o para hacer patente el aire de conspiración, sin sustraerse a la tentación de hacer aparecer a Robespierre y sus compinches. Bien está, pero pasan páginas y más páginas y la novela que habíamos empezado de forma tan apetecible se transforma en una especie de ensayo, una crónica histórica del periodo de la Convención que desciende a los mínimos detalles, una digresión a la que no vemos final. Y, sobre todo, cargada con el tic de enumeraciones casi eternas de personajes que ni conocemos ni nos interesan, un auténtico castigo al lector (quien tiene la muy sana opción de saltarse de vez en cuando dos o tres páginas, que nada se perderá). A los setenta años don Victor ha vivido mucho, se ha bandeado en política sin descanso y ha escrito muchos libros. Yo creo que ya le da igual lo que piense o haga el lector, le apetece escribir sobre la Convención, y lo hace hasta que se cansa. También hay que decirlo, con un entusiasmo no disimulado aunque sí matizado en parte por el relato que sigue a continuación.
Porque efectivamente (y afortunadamente) las historias iniciales se recuperan y confluyen en duros episodios bélicos donde vuelve a brillar el talento del narrador. Con los cuatro personajes hábilmente reunidos, irrumpe también la imagen más imponente de la época, la máquina, la guillotina que recorre los campos buscando a los enemigos de la Revolución. Porque al final, lo que plantea Hugo es nada menos que la dialéctica del proceso revolucionario a nivel humano: los ideales, el valor, la piedad, la integridad, los medios y los fines, los límites que cabe establecer para lograr los objetivos, o los que se pueden o deben transgredir. Las dudas, y el peso de la conciencia que con el tiempo obligaron al propio autor a afinar su postura están presentes en estas páginas, expresadas con la crudeza de las situaciones y sin llegar a conclusiones demasiado claras: ¿qué es lícito hacer para alcanzar un objetivo loable? ¿hasta dónde fue justificada la crueldad del Terror revolucionario, o hasta dónde fue admirable el apego a los ideales de sus oponentes?
Preguntas seguramente eternas y universales que dejan clara la dificultad de establecer normas y que la novela deja planteadas en su versión más extrema para que el lector busque las respuestas, o simplemente tome conciencia de la imposibilidad de responder. Y todo ello con un relato muy bien construido, con sus baches y sus excesos, pero sin dejar de resultar gratificante como texto de ficción.
lunes, 26 de septiembre de 2022
Jon Krakauer: Donde los hombres alcanzan toda gloria
domingo, 25 de septiembre de 2022
Susanna Kaysen: Inocencia interrumpida
Año de publicación: 1993
Traducción: Sandra Caula
Valoración: Muy recomendable
Y es fácil desplazarse a un mundo paralelo. Hay muchos: mundos de locos, de criminales, de lisiados, de moribundos, quizá hasta de muertos. Estos mundos existen a los lados de este y se le parecen, pero no están adentro.
El resumen resumido de Inocencia interrumpida diría que se trata de las memorias de Susanna Kaysen, quien con solo 18 año fue diagnosticada de trastorno límite de la personalidad e ingresada durante casi 2 años en el "Hospital" McLean. Pero quedarnos aquí sería demasiado reduccionista, porque aunque es evidente que Inocencia interrumpida se trata de un texto autobiográfico, hay en el una potente voluntad de estilo y una proyección de la experiencia personal hacia aspectos sociológicos, clínicos y políticos nada desdeñable.
Jugando permanentemente con esa idea de mundos paralelos (dentro/fuera, yo/ellos, personal/enfermos, cuerdos/enfermos, refugio/prisión, etc) de la que habla la cita inicial y que tanto me recuerda a una de las escenas finales de El túnel, Kaysen construye desde diversos ángulos un lúcido relato que oscila entre el humor y la amargura, entre la risa y el llanto.
Así, a lo largo del texto encontramos la propia historia personal de Kaysen (pre y pos-encierro), sus recuerdos de la estancia en el hospital, las historias de algunas de las chicas que la acompañaron, reflexiones a posteriori, etc. Textos que en ocasiones pueden ser leídos como breves relatos independientes y autoconclusivos y que hablan de las ansias de libertad, de la dignidad menoscabada o del estigma que las persigue, que ponen en tela de juicio categorías aparentemente predefinidas, etc.
Tres son los principales aspectos a destacar de Inocencia interrumpida:
- Tono: A diferencia de la famosa película protagonizada por Winona Ryder y Angelina Jolie, el libro está dominado por el humor (negro, si se quiere) y la ironía. Obviamente que hay escenas terribles, pero el tono general del libro esta muy alejado del lado melodramático que tiene la película
- Enfoque: Literatura autobiográfica, sí, pero que no es ajena a lo que ocurre a su alrededor. Poco ombliguismo encontraremos en un libro en el que tanto compañeras como entorno sociocultural tiene un papel fundamental.
- Distancia, tanto a la hora de analizar situaciones, contextos y diagnósticos como a la hora presentar a compañeras de encierro, personal sanitario y demás. Todo es mucho más complejo de lo que puede parecer y esto se refleja muy bien en el texto.
Por tanto, hayáis visto o no la película, este Inocencia interrumpida es un libro más que recomendable. Literatura de la buena, oigan.
P.S.: Hace uno días aparecía en uno de los suplementos culturales más importantes de este país un artículo sobre editoriales recién aterrizadas en España y con fuertes lazos con América Latina. Sumad otra: Big Sur, que abre su catálogo con este magnífico libro.
sábado, 24 de septiembre de 2022
Rocio Bonilla: 7x1, reseña global
viernes, 23 de septiembre de 2022
Reseña + Entrevista: Feminismo e islam. Una ecuación imposible, de Waleed Saleh
jueves, 22 de septiembre de 2022
Zoom: El instante, de Louis Aragon
Título original: L´instant
Traducción: Carmen Artal
Año de publicación: 1928
Valoración: Recomendable con reparos
Parece mentira que un opúsculo de apenas cincuenta páginas pueda dar para muchas reflexiones, pero El instante sí que da, ya verán. Por ponernos en situación, la obrita se escribe en 1928, esa época de entreguerras en la que Aragon desarrolló la parte más intensa de su actividad política, formando parte del gran grupo de intelectuales comprometidos contra el nazismo. Como es sabido, el poeta parisino ya estaba en la vanguardia de la creación literaria, habiendo participado tangencialmente en el movimiento Dadá y, sobre todo, como fundador del colectivo surrealista. El instante es en realidad un fragmento de una novela más extensa que se iba a llamar La Défense de l´infini, finalmente destruida por el rechazo de los surrealistas, y que todo parece indicar que tendría un alto contenido sexual, de hecho el otro fragmento conservado y luego editado era El coño de Irene, relato de voltaje bastante elevado.
El erotismo, por llamarlo de alguna manera, constituye en efecto un elemento importante de este cuento. Pero dentro de su extraña y seguramente caprichosa estructura el único punto de conexión es el Metro. En el Metro se desarrolla la primera escena, que consume más o menos la mitad de las páginas: frotamientos y excitación desbordada en el vagón lleno de gente. No sabemos quién ha empezado a arrimarse a quién, el hombre o la mujer anónimos que viajan de pie, el contacto comienza quizá por casualidad, y la ebullición se extiende a otra pasajera que observa atentamente desde un asiento, aunque apenas puede ver más que algún gesto aislado. Imágenes puede que algo cuestionables, que Aragon relata con sencillez y sinceridad, sin ahorrarse detalles y sin que lleguemos a saber tampoco si cuenta algo que ocurre (en la ficción, se entiende) o es una ensoñación o un deseo.
Nos olvidamos del magreo ferroviario y, sin abandonar el Metro, Aragon se lanza a narrar la tragedia de Couronnes en la que, debido a un incendio, un apagón y varias casualidades, decenas de personas murieron aplastadas y asfixiadas. La descripción del desastre da paso a reflexiones sobre las víctimas, casi todas ellas trabajadores que habían terminado su turno, y a comparaciones con sucesos similares, como el incendio del Bazar de la Charité. En este caso los muertos fueron en su mayoría mujeres de buena posición reunidas en un acto de beneficencia. El paralelismo resulta repulsivo. Todo lo que en el relato de Couronnes era dolor se convierte en sangrante ironía, sarcasmo describiendo a las damas intentando saltar una tapia para huir, rezando resignadas por sus vidas, la aristocracia convertida en cenizas, cosas así.
Como fragmento que es, el relato no tiene realmente mucho sentido. Al final, alguna clave se puede encontrar en las tres o cuatro páginas que sirven de enganche entre las dos narraciones, y que son algo parecido a una reflexión en torno a la literatura. La brecha entre la vida y el arte, tema inagotable, se plantea al observar qué ocurre cuando las cosas no se desarrollan de la misma forma en la vida y en la novela. Aragon parece estar pensando en los finales felices, en las relaciones propuestas y aceptadas, en todo aquello a lo que la ficción abre la puerta y la realidad con frecuencia hace imposible. Si estas elucubraciones (en todo caso un mero boceto, nada elaborado) queremos aplicarlas a los dos relatos que componen el librito, puede que sea un sano ejercicio de lectura creativa. En caso contrario, puede uno contentarse con conocer este extraño texto, que no deja de ser original, seguramente provocativo, curioso y, desde luego, escrito con talento.
miércoles, 21 de septiembre de 2022
Stephen King: El resplandor
Título original: The Shining
Año de publicación: 1977
Traducción: Marta I. Guastavino
Valoración: muy recomendable (al borde del imprescindible)
Continuando con la reparación histórica, a la par que servicio público, de reseñar obras míticas del Rey que, increíblemente, aún no habían aparecido en Un libro Al Día y, sobre todo, aprovechando que hoy Su Majestad cumple nada menos que 75 AÑAZOS (HAPPY BIRTHDAY, MR. KING! Esperamos que le hagan una fiesta con payaso incluido...;) toca hoy la tercera de sus novelas publicadas, sin duda una de las más conocidas y puede que, para mucha gente, la que más, merced (es necesario decirlo) a la adaptación cinematográfica de la misma perpetrada dirigida por Stanley Kubrick.
Debido a ello, quizá no sea necesario ni siquiera hacer una sinopsis de la trama, pero, por si acaso, allá va: Jack Torrance, ex-profesor de literatura, ex-alcohólico y aspirante a dramaturgo, acepta el trabajo de guarda de invierno del hotel Overlook, en las montañas de Colorado, donde debe pasar cuatro o cinco meses aislado por la nieve junto a su familia -su esposa Wendy y el pequeño Danny-; en apariencia, una oportunidad perfecta para acabar la obra que está escribiendo. Sin embargo, el aislamiento y la soledad así como el ambiente del hotel desierto, parecen ejercer un influjo malsano en quien se queda a su cargo, como le sucedió al anterior vigilante... Claro, que tampoco es de extrañar, porque el Overlook es un hotel viejo, con mucha historia y acoge más fantasmas que una convención de cryptobros. O, mejor dicho, en realidad es el propio Overlook el único ente fantasmagórico y maligno (la versión de King del tema clásico de la "casa encantada", aunque ya apareciera una en El misterio de Salem's Lot, excitado ante la presencia del pequeño Danny, que detenta ciertos poderes psíquicos de una forma excepcionalmente potente-el llamado shine, "resplandor" o "esplendor" en la versión española-; el hotel pondrá toda la carne en el asador para conseguir hacerse con el crío (perdón por el spoiler, aunque no sé si lo es tanto, a estas alturas) y la cosa se pone bastante peliaguda y escalofriante... en todos los sentidos, cuando el Overlook queda aislado por una tremenda nevada.
Porque El replandor es, ante todo, una gran novela de terror, ciertamente, que le supuso a King el espaldarazo para convertirse en, cómo no, el rey del género ya en los años 70, con tan sólo tres novelas publicadas (no digamos ya cuando se estrenó la adaptación cinematográfica...). Pero, sin embargo, esta novela es mucho más que eso: El resplandor, despojada de su envoltura terrorífica (o, mejor dicho, cambiando un terror por otro) aparece, sobre todo, como una novela psicológica sobre la culpa, la frustración y la ira; no digo que sea una nueva Crimen y castigo, pero tampoco se trata de un simple best-seller de género... Es además, un estudio sobre los peligros de la "masculinidad tóxica", como se dice ahora, del riesgo de dejarse caer en el abismo que acecha tras la frustración por no haber conseguido alcanzar las metas autoimpuestas, por no lograr ser un "triunfador" (en este sentido, se puede considerar que también estamos ante una de esas "grandes novela americanas", que proliferaron durante el siglo XX y aún en el XXI).
Aunque, tal vez antes que ninguna otra cosa, se trate de una autoexploración, una inmersión en los miedos interiores del propio King, casi una catarsis para él (ejercicio que luego repetiría en La mitad oscura): Jack Torrance, como él mismo ha explicado, tiene mucho de sí mismo, o al menos antes de encarrilar (y nunca mejor dicho) el camino del éxito literario, cuando apenas podía mantener a su familia dando clases, y escribía en un cuartito de la su caravana con la Olivetti de su mujer. Qué demonios, en realidad Jack Torrance podría ser cualquiera cuyas ambiciones y sueños sean superiores a su talento, su fortaleza y su suerte... En el Overlook, al fin y al cabo, estamos todos encerrados.
Nota final: El premio Nobel de Literatura se falla de aquí a dos semanas. No quiero influir en la Academia Sueca (ojalá pudiera), pero no me digáis que no sería un bonito regalo de cumpleaños...
Muchos libros de Stephen King (pero menos de los que debería haber) reseñados: aquí
martes, 20 de septiembre de 2022
Remedios Zafra: El bucle invisible
Año de publicación: 2022
Valoración: Está muy bien
Ya hemos hablado en más de una ocasión de los efectos o posibles efectos de la "cultura algorítmica" en el mundo actual, si bien lo hemos hecho siempre desde el lado de la ficción. Es el caso, por ejemplo, de la reseña de algunas de la últimas obras de Edmundo Paz Soldán. Esta vez la aproximación viene de un lado más teórico a través de este magnífico ensayo de la extremeña Remedios Zafra.
Todo lo que prolifera si ser visto inquieta. Con esta frase lapidaria da comienzo un texto que, como todo buen ensayo, trata más de plantear preguntas que de ofrecer respuestas. Preguntas que pueden resumirse prácticamente en dos (¿qué es trabajar? y ¿qué es vivir?) pero que implican reflexiones mucho más amplias sobre, por ejemplo, los peligros que la tecnología implica para la democracia, la mercantilización de los individuos, la relación tecnología / ideología, los roles, las "casillas preestablecidas", la permanente necesidad de más de todo, etc.
Preguntas y reflexiones que abarcan distintos ámbitos (laboral, académico, cultural...) pero que no obvian algo fundamental que puede ser olvidado en este tipo de análisis: que la tecnología es creada por humanos y no algo meramente abstracto y que la crítica de la autora no implica en absoluto desdeñar los avances científicos y tecnológicos, las posibilidades que estos ofrecen y la necesidad que de ellos podemos tener.
De lo que Remedios Zafra habla es, más bien, de una necesidad de replantearnos una serie de aspectos que conduzcan a aquello que en teoría nos decían hace años, que la tecnología debe ayudar y no controlar o limitar las vidas. Para ello habrá que tratar de cambiar inercias, de salir de esos bucles invisibles que nos llevan a un sentimiento de esclavitud y vértigo ante la "lógica aplastante" de los mercados y la eficiencia, ante la velocidad de los acontecimientos. De ahí el elogio del pensar / imaginar sobre el producir / consumir, de la lentitud sobre la urgencia, de la comprensión y la empatía sobre la polarización, del valor social del trabajo sobre las (i)lógicas del mercado, etc.
Todo ello tratado de una forma relativamente asequible para un lector medio (o medio-bajo, como yo), con referencias teóricas entre las que destaca "La condición obrera" de Simone Weil y situaciones de la vida cotidiana perfectamente reconocibles, pero sin reduccionismos absurdos ni maniqueísmos. Aquí no se trata de "criticar por criticar" sino de pararse a reflexionar y decidir qué camino tomar. Porque otra sociedad "menos mala" es posible. Es nuestras manos está.
lunes, 19 de septiembre de 2022
Paul Klee: Sobre el arte moderno
Título original: Über die moderne Kunst
Traducción: Alfredo y Clara Pastor
Año de publicación: 1924
Valoración: imprescindible
Uno de los libros (con permiso de DFW y de ese ingenuo y caducado panfleto llamado Indignaos) más cortos que se ha reseñado en este blog, y un patético ejemplo del escaso margen temporal de este sufrido reseñista, ha ido a dar la casualidad de que las escasas sesenta páginas (como un tercio de ellas ocupadas por ilustraciones en blanco y negro con sencillos bocetos o trabajo en progreso del artista) es uno de esos textos que no solo se aúpa al Olimpo de los imprescindibles sino que es susceptible de citas, remarcados (por favor, no subrayéis los libros*), extractos o incorporación de sus conceptos a anuarios con voluntad de modernidad, y por supuesto lecturas sucesivas, no digamos ya inmediatas sino espaciadas en el tiempo. Casi un siglo tras su publicación, su vigencia es insultantemente absoluta, incluso diría que Klee (además de genio de la pintura, músico notable y muy digno lector) lo convierte en un impactante manifiesto cuyo cumplimiento a rajatabla le procuró persecución política e inclusión en las abyectas listas del arte degenerado, obligándole apenas una década después de su publicación, a poner el pellejo a salvo de la barbarie nazi.
¿Y qué tenemos en este texto, que creo que la traducción desde el alemán ha conseguido preservar de conceptos complejos o abigarrados en exceso? Pues basándose en una preparación para una conferencia, cuestión que permite sostener un tono incisivo, que combina cierta humildad como individuo con una implacable lógica, entreverada con alusiones a filosofía, música, incluso conceptos matemáticos, una defensa aguerrida y contundente del arte moderno. Sin contraponer ni enfrentar, la defensa y los ejemplos que la acompañan, podríamos decir que se centra en el arte abstracto, sí, aquel que los cortos de miras, pobres ellos, suelen soslayar con la frase de "estos garabatos los hace mi hijo" porque prefieren la depuración técnica del arte figurativo y suelen menospreciar todo lo demás. Y lo que Klee expone, frase tras frase de contundencia y tras un preámbulo exponiendo sus conceptos que cualquiera debería enmarcar antes de lanzarse a la creación, es el latido que marca su obra. Sin buscar la polémica, simplemente desgranando su intención sin mostrarse dogmático o presuntuoso, el texto, esquemático y huidizo de todo engolamiento, deja caer sus conceptos uno tras otro y los desgrana desde una perspectiva lógica y contundente, convirtiendo su declaración en una secuencia que equipara arte moderno y libertad individual, que acerca la expresión creativa a su receptor natural - el individuo que la contempla y es libre de limitarse a ello o pretender comprenderla o descodificarla - sin alejarlo de nadie, sin intención polémica o desacreditadora de otras corrientes, simplemente estableciendo ese punto como el final de un proceso.
La cuestión es que, al margen de la cuestión técnica implícita a la pintura, todo es aplicable a cualquier manifestación artística que opta por la evolución o la creatividad antes que el puro reflejo de la realidad y sus variaciones sobre ella. Leer a Klee en tales condiciones es prácticamente clave para entender las corrientes culturales de los últimos dos siglos, desde la perspectiva del artista protagonista en una de ellas y esquivando la argamasa conceptual que a veces los expertos amontonan sobre ella. Qué más se puede pedir.
* Defensores del subrayado, podéis esgrimir vuestros argumentos en los comentarios
domingo, 18 de septiembre de 2022
H. P. Lovecraft: En las montañas de la locura
- Atmósferas ominosas.
- Misterios que nos quedan grandes a los meros mortales.
- Protagonistas pasivos que sólo pueden enloquecer frente a aquello que se despliega a su alrededor.
- Un final que deja claro que poco puede hacer la Humanidad contra lo que mora en el gélido silencio del espacio.
- La prosa se antoja, en ocasiones, flojilla, pues abunda en descripciones sobredimensionadas, incontinencia de adjetivos, detalles anecdóticos...
- Las escenas se alargan más de lo estrictamente necesario (sobre todo teniendo en cuenta que la acción de este relato es prácticamente nula).
sábado, 17 de septiembre de 2022
Zygmunt Bauman: ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?
Título original: Does the Richness of the Few Benefit Us All?
Traducción: Alicia Capei Tatjer
Año de publicación: 2013
Valoración: Bastante Recomendable
Pues una pregunta bien explícita, no? Generemos riqueza, cuanta más mejor, aunque (o para que) se la lleven unos pocos, porque al final algo de todo eso nos llegará a los demás. También conocida como teoría del goteo, es la última vuelta de tuerca del neoliberalismo, que triunfa en todo el planeta y a la que tampoco hace ascos la socialdemocracia con aquello de hacer una tarta bien grande, que ya habrá tiempo de repartirla. En lenguaje más coloquial: cuanto más rico sea yo más sobras os echaré en el plato. Eso, si me beneficia y os portáis bien.
La respuesta de Bauman a la pregunta es obviamente negativa, no tanto desde el punto de vista económico (para lo cual no sé si tendría los argumentos técnicos necesarios) como desde el ético, claro está. Porque la clave está en el verbo: nos beneficia. Ya habrá expertos que discutan si en base a ese axioma la economía va mejor, suben los sueldos y desciende el desempleo y la miseria. Pero aunque así fuese esa situación nos beneficia tanto como si mañana Elon Musk o Amancio Ortega nos prometiesen un incremento del diez por ciento en nuestro salario si nos convertimos en sus esclavos. Ganamos más, pero eso no necesariamente nos beneficia, porque no es el único parámetro que hay que valorar.
La desigualdad, que es en definitiva de lo que estamos hablando, se ha multiplicado de forma explosiva en el siglo XXI. Bauman aporta algunos datos seguramente ya conocidos. Uno: 'casi todo el crecimiento del producto nacional que consiguió Estados Unidos desde el colapso crediticio de 2007, más del 90 por ciento del mismo, cayó en manos del 1 por ciento más rico de los estadounidenses'. Dos: 'el 20 por ciento más rico de la población consume el 90 por ciento de los bienes producidos''. Tres: 'el 1 por ciento más rico posee ahora casi 2.000 veces más que el 50% de la población mundial'. Y así hasta el infinito, más y más ejemplos extendidos por todo el mundo, desigualdades enloquecedoras y en aumento exponencial entre personas y entre países, cifras escalofriantes que ponen negro sobre blanco la concentración de la riqueza en manos de una minoría cada vez más ínfima y cada vez más acaparadora. El libro está editado en 2013, los datos han seguido disparándose desde entonces y lo que cuenta Bauman es una muy pequeña muestra frente al apabullante material, mucho más pormenorizado y técnico, que expone por ejemplo Thomas Piketty.
Pero como el pensador polaco no es un economista que conozca a fondo los resortes del sistema, lo que le preocupa no es tanto subrayar la evidencia, ya de sobra demostrada, como detectar sus consecuencias. La primera es que la concentración de la riqueza implica también concentración del poder, y por tanto ‘la primera víctima de esa profunda desigualdad será la democracia’, toda vez que los bienes necesarios para la supervivencia van quedando en manos de unos pocos y por tanto la capacidad de decisión se ve cada vez más limitada. La desigualdad, planteada en estos términos brutales, deriva en una alteración de los conceptos de sujeto y objeto, y sectores cada vez más extensos de la población, engullidos y degradados por el sistema, centrados en la mera subsistencia, pasan progresivamente a convertirse en objetos, piezas que voluntariamente o no, dejan de tener voz y se limitan a contribuir a que el mecanismo siga funcionando.
El proceso se alimenta en gran parte del consumismo (una de las bestias negras de Bauman) que, inyectado profundamente en la sociedad, crea necesidades crecientes que el ciudadano se ve impulsado a satisfacer, con lo que se lanza a recoger las migajas que le caen, se endeuda, compra, y alimenta así al sistema de forma indefinida y creciente porque el beneficio que se genera va de nuevo, en términos macroeconómicos, a aquella minoría cada vez más reducida. La competitividad es otra de las patas del invento, al establecerse una competición entre los consumidores para intentar obtener siempre algo de más valor, algo que al menos simule un estatus algo más elevado.
Entrando en terrenos más propios de la sociología que de la economía, hay también espacio para la tecnología. Recogiendo una idea de Jonathan Franzen, Bauman ve en la tecnología un medio para escapar de la realidad, que en definitiva es aquello que se resiste al ser humano, algo que debemos doblegar o ante lo que debemos plegarnos, y fuerza nuestra voluntad en uno u otro sentido. La tecnología permite escapar de esos límites y plantearnos un mundo a nuestra medida, que se ajuste a nuestras expectativas y que podemos ignorar con solo darle a un botón. Un nuevo bien de consumo para no pensar demasiado y mostrarnos dóciles con lo que nos lo ofrece (y eso que, insisto, el libro tiene casi una década y el autor no se podía imaginar lo que vendría en los años siguientes)
Pese a que son poco más de cien páginas, Bauman va sondeando en distintos aspectos de la sociedad actual a partir de aquellos datos iniciales sobre la desigual distribución de la riqueza. A veces podemos tener la sensación de que se pierde un tanto en digresiones sobre temas sin una conexión demasiado clara, aunque la exposición es siempre fundamentada y rigurosa. Pero es lo que tiene poner un título tan sonoro y específico: puede que el lector acuda con un interés directo sobre lo que se propone y se decepcione al encontrarse con temas diferentes aunque colaterales. Para evitarlo conviene olvidarse un poco de la pregunta inicial y centrarnos en la lectura de un autor que ya es un clásico cuando se trata de analizar estos tiempos líquidos.
viernes, 16 de septiembre de 2022
Chris Offutt: Los cerros de la muerte
Título original: The Killing Hills
Año de publicación: 2021
Traducción: Javier Lucini
Valoración: Está bastante bien
Primera novela de un prevista trilogía noir rural (no sé hasta qué punto es correcto emplear este término, pero va...), protagonizada por Mick Hardin, un militar natural de un villorrio de Kentucky que sirve en la División de Investigación Criminal del Ejército de EEUU... En esta novela, encontrándose Mick en su pueblo, Rocksalt, por motivos personales, su hermana Linda, sheriff de la localidad, le pide ayuda para resolver un crimen: una mujer ha sido encontrada muerta en una hondonada de los cerros boscosos de la zona. Mick se lanzará entonces a una investigación informal entre los recelosos lugareños para averiguar la verdad, no sin las consabidas interferencias del FBI, algún magnate local y los maleantes del pueblo...
Por decirlo claramente, esta novela reúne buena parte de los topicazos del género hardboiled, sin ningún rubor, sólo que trasladadas a las montañas Apalaches: secretos familiares, violencia que se dirime dentro de una comunidad cerrada, matones, algún asuntillo sexual que es mejor no difundir... Sobre todo, el personaje de Mick Hardin supone la enésima versión del "detective" de novela negra: duro y algo desencantado pero no despiadado; extremadamente competente en lo suyo pero abrumado por su desastrosa vida personal; con un gran sentido de la justicia, pero no necesariamente respetuoso con la ley... Todo ello, eso sí, pasado por el ambiente y la idiosincrasia hillbillie de esa región... idiosincrasia que, básicamente, consiste en la consabida pregunta de "¿Y tú de quién eres?", como en cualquier pueblo de la España vaciada o sin vaciar. Aunque con una idea de la restitución y aún de la venganza más propios del agro corso o siciliano (o eso se supone).
Claro que, pese a que la novela no suponga ninguna sorpresa para los aficionados al género, hay que reconocer que Chis Offutt sabe su oficio y lo hace muy bien: el libro se lee como quien bebe un vaso de agua, pero sin que deje la sensación de ser una lectura baladí. Gran parte de esta sensación se debe al dominio del autor en la creación de personajes (recordemos que también es guionista en exitosas series televisivas), en la agilidad en los diálogos y, sobre todo, en las descripciones del entorno; en esta novela, lejos de los callejones, clubes nocturnos o apartamentos donde se desarrollan las clásicas novelas policiacas urbanas, el entorno natural, con su accidentada orografía, los árboles y otras plantas, los animales y las personas que conviven con ellos adquiere un protagonismo que resulta fascinante y refrescante, y que consigue dejarnos con ganas de seguir visitando este rincón olvidado de Kentucky.
Otros títulos de este autor reseñados en Un Libro Al Día: Noche cerrada, Kentucky seco, Dos veces en el mismo río
jueves, 15 de septiembre de 2022
Katherine Mansfield: Sopa de ciruela
Año de publicación (de este volumen): 2022
Año de publicación (de los textos incluidos en la selección): 1893 - 1923
Valoración: Sorpresa más que agradable
Una pequeña explicación al un tanto farragoso encabezamiento de la reseña: los textos que se incluyen en Sopa de ciruela proceden, en su gran mayoría, de los más de 50 cuadernos que Mansfield dejó tras su muerte y han permanecido inéditos en castellano hasta la publicación de esta compilación, lo que explica ese doble "año de publicación". En cuanto a la escasamente canónica valoración, esta obedece especialmente a cierto miedo inicial a una supuesta (por mi) rareza de los textos y a su carácter fragmentario.
Dicho esto, ¿qué clase de textos se recopilan en Sopa de ciruela y qué "orden" se sigue? Pues bien, podemos encontrar anotaciones de diario, estampas, viñetas, (bocetos de) cartas, (bocetos de) relatos, poemas, reseñas literarias, recetas de cocina, listas de gastos, etc que son agrupados según un no excesivamente estricto criterio "temático": el hambre, el buen beber, la escasez, en el café, en viaje, entre jardines... A primera vista, sorprende no encontrar demasiadas referencias a la escritura como proceso, como técnica. Al fin y al cabo, cabría esperar algo así de los diarios de una escritora, ¿no? Nada más lejos de la realidad. Lo que fundamentalmente hallaremos en los diversos materiales que componen Sopa de ciruela es cotidianeidad pura y dura. La vida, vaya.
Tú y yo todavía nos amamos, pero ya no me necesitas como antes y yo, por alguna razón, siempre tengo que sentirme "necesitada" para ser feliz.
Pero pese a esa aparente fragmentariedad y a ese aspecto breve o hiperbreve, "instantáneo" por momentos, sí que encontramos una cierta "continuidad narrativa", en especial en las partes 3ª y 4ª del volumen, hasta el punto de que las mismas pueden ser leídas como una novela (plagada de elipsis, eso sí).
Vivo de viejas ilusiones inventadas, pero ya no engañan a ninguno de los dos.
Por lo tanto, ficción y no ficción se unen para conformar algo parecido a la (auto)biografía de Katherine Mansfield a través de unos textos en los que se combinan lo naif y lo oscuro, en los que angustia existencial, enfermedad y muerte comparten espacio con el humor, la ternura o el amor.
Me siento como una mosca que dejaron caer en el vaso de leche & después rescataron, pero todavía está demasiado empapada de leche & y ahogada como para empezar a a asearse.
Ojalá se pudiera distinguir el amor verdadero del falso como se distinguen los champiñones de los hongos venenosos.
En lo referente a la parte ficcional, la literatura de Mansfield me trae a la cabeza a la gran Silvina Ocampo. Escenarios bucólicos (jardines, sobre todo, pero también cafés), niñas o mujeres jóvenes como protagonistas y algo oscuro u oculto que no acaba de encajar. Textos cargados de luces y aromas, relatos que insinúan en lugar de mostrar.
En cuanto a lo no ficcional, me quedo con la capacidad de la autora para mostrar el desgarramiento y la extrañeza que causaron en ella los sucesivos traslados a los que la obligaban sus enfermedades, con la combinación del detalle impresionista y la objetividad más fría en las descripciones y con el ejercicio de autodisección de su interioridad.
Lo dicho. Sorpresa más que agradable la de este volumen y esta autora, absoluta desconocida para mi, de quien ya tengo por casa Fiesta en el jardín y otras narraciones. Algún día hablaremos de el. O igual no. ¿Quién sabe?
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Rodney Garland: El corazón en el exilio
Título original: The Heart in Exile
Traducción: Carlos Sanrune
Año de publicación: 1953
Valoración: Curioso
El corazón en el exilio, novela que el escritor húngaro Adam de Hegedus publicó bajo el muy británico pseudónimo de Rodney Garland, fue un "bestseller" en su época, pese a tocar un tema, el de la homosexualidad masculina, por entonces controvertido.
La historia aquí narrada es, hasta cierto punto, sencilla. El psiquiatra Tony Page investiga el suicidio de Julian Leclerc, con quien mantuvo un romance en la juventud y se introdujo en el mundo clandestino del Londres gay.
Como podéis intuir, esta premisa le debe mucho a la literatura detectivesca, por lo que entrega un misterio y suspense interesantes. Asimismo, permite al autor deleitarnos con una serie de caracterizaciones bastante logradas y un minucioso retrato del escenario.
A la obra de Garland sólo le reprocharía que en ocasiones se disgrega demasiado del argumento principal, que abusa del azar y la conveniencia (aunque esto último queda excusado, en cierto modo, al final del capítulo ocho) y que la trama del suicidio de Leclerc se cierra de forma algo anticlimática.
En resumen: El corazón en el exilio es una novela entretenida, con personajes trabajados y un subtexto rico. Si bien su visión está desfasada hoy día (de la homosexualidad, la moralidad, las relaciones entre hombres y mujeres o las diferencias de clases sociales), es un testimonio curioso y hasta cierto punto pionero que merece la pena conocer.
martes, 13 de septiembre de 2022
John le Carré: El espía que surgió del frío
Título original: The spy who came in from the cold
Traducción: Nieves Morón
Año de publicación: 1963
Valoración: Recomendable alto
Espías los ha habido siempre, pero a mediados del siglo pasado se llegó a consolidar una especie de subgénero literario basado en aventuras de ese mundo, seguramente tan oscuro y complejo como parece desde fuera. Recién terminada la Segunda Guerra mundial (incluso podría decirse que antes de terminar) ya estaban configurados los dos bloques antagónicos que se enfrentarían durante los cincuenta años siguientes. En ese momento esos dos bloques comparten frontera en la Alemania ocupada y, de forma muy significativa, en el propio Berlin, de inmediato dividida, donde los nuevos enemigos literalmente se rozaban. El famoso Checkpoint Charlie, con toda su leyenda, es el símbolo de la guerra fría y el espionaje.
Por allí anda el espía británico Alec Leamas, responsable del tinglado en la República Democrática alemana, hasta que pierde a su último hombre justo cuando iba a cruzar la frontera. Parece que el trabajo de Leamas no ha sido demasiado provechoso, y el alto mando (todo lo dirige un tipo enigmática y muy apropiadamente conocido como Control) le manda un tiempo a la nevera. El agente, ya bastante bregado y un poco harto de todo, termina sin un céntimo, con un trabajillo de circunstancias, hasta que se le encomienda una última misión, que será al mismo tiempo una oportunidad para redimirse de su derrota.
La perspectiva del mundo del espionaje es muy diferente de la que proponía Graham Greene, por ejemplo en El factor humano. En Greene interesa sobre todo la subjetividad, el espía como individuo cuyo trabajo es ese como podía ser cualquier otro. Para Le Carré, sin perder de vista el lado humano, es más importante la intriga, cómo funcionan los mecanismos del engaño y la simulación, qué leyes gobiernan ese entramado político-militar que hoy llamaríamos Inteligencia, en definitiva descubrir el juego oculto del adversario, anticiparse a sus movimientos, conocerle para debilitarle y destruirle. Y lo que encontramos es que no hay en realidad ninguna ley, nada tiene valor, incluida la vida, al margen del éxito de una misión, eso es lo único que importa.
Las redes de espionaje son realmente una gran trituradora que va destruyendo a todos los que, voluntariamente o no, se acercan a ella, los destruye física o mentalmente, o ambas cosas. No a todos: solo pueden salvarse los que realmente conocen el sistema, quienes carecen de escrúpulos como el sistema exige, y saben mantenerse a flote a cualquier precio. Así vamos distinguiendo entre ese puñado de personajes bien dibujados (idealistas, desengañados, funcionariales) quiénes serán capaces de sobrevivir y quiénes sucumbirán en esa criba inexorable y muy descriptiva.
Según se dice, las novelas de John le Carré, y ésta en concreto, son el canon de la literatura de espionaje, el modelo que muchos otros copiaron después y que se llevó al cine una y otra vez. Y es que realmente el libro está estupendamente escrito, tiene el ritmo perfecto, el grado adecuado de complejidad para no frustrar al lector y que su esfuerzo resulte gratificante, integra ciertos elementos emocionales (la relación entre Leamas y la joven Liz, pero también la envidia de Fiedler, por ejemplo) en la justa medida para no deshumanizar del todo la trama. Y no falta el tanto de literatura forense (ya saben, la larga escena del juicio en donde se dilucidan cosas fundamentales), que tal vez no sea tan novedosa, bien llevada aunque intuyo que con un sesgo anglosajón que puede no ser del todo adecuado.
Un conjunto brillante, donde tiene también cabida la sutileza para describir situaciones de forma que el leguaje digamos literario no es un adorno, sino que esté realmente al servicio de la narración:
‘En todas partes, ese aire de conspiración que se produce entre la gente que está levantada desde el amanecer, casi de superioridad, nacido de la experiencia común de haber visto desaparecer la noche y llegar la mañana.’
Es decir, captando las atmósferas necesarias para contextualizar el relato de forma impecable.
No sé si una historia de espías da como para hablar de literatura de gran calibre pero, si no perdemos la perspectiva de lo que estamos leyendo, hay que decir que el libro se cerca bastante a lo perfecto y desde luego merece ser conocido.
lunes, 12 de septiembre de 2022
Darío Adanti: La ballena tatuada
Año de publicación: 2021
Valoración: entre recomendable y está bien
Se cumplen estos días cinco siglos de una de las mayores gestas de la historia de la Humanidad: la primera vuelta al Mundo...
-Espera, espera... ¿esta reseña no la habías hecho ya? ¿Os dedicáis ahora a plagiaros a vosotros mismos o qué?
-No, no, nada de eso... aquella era la reseña sobre el libro de Antonio Pigafetta; ésta sobre uno muy diferente, una novela gráfica de Darío Adanti que trata de...
-Ah. vale, otro libro de dibujitos... Había pocas ganas de trabajar, ¿eh?
-...trata también, aunque no sólo, de la primera circunnavegación del Globo llevada a cabo bajo el mando de Magallanes y Elcano, pero desde una perspectiva diferente. ¿Puedo seguir?
-Si no hay más remedio...Venga, dale, dale...
Combinando, pues, a Moby Dick, historias bíblicas, personajes casi olvidados de la Historia junto con otros harto conocidos, como los exploradores y conquistadores del XVI, leyendas marineras, un cancionero popular inexistente -pergeñado, claro, por el propio Adanti-, unas ilustraciones entre el underground clásico y un estilo Lowbrow no menos lisérgico. Y mucho humor -negro, eso sí- y frescura, como si Bruce Chatwin hubiese sido dibujante de El Víbora. O Gary Baseman hiciera gala de un saber enciclopédico.