Idioma original: francés
Año de publicación: 2008
Título original: Syngué sabour. Pierre de patience.
Traducción: Elena García-Aranda
Valoración: recomendable
Choca, como mínimo, que todo un premio Goncourt de 2008 recayera en una novela afgana de un escritor afgano. Escrita en francés, claro, y que ello no sea interpretado en el mal sentido. pero de temática bien alejada de Francia. Como para derrumbar la fama de chauvinismo, y de paso certificar la condición de país de acogida, de paradigma de la mezcla y la multiculturalidad.
La piedra de la paciencia es prácticamente un monólogo ubicado en el escenario de una habitación. Una mujer cuida de su marido, postrado inconsciente con una bala alojada en la nuca. Nada se nos presenta de forma abierta, pero las palabras que le dirige nos van aportando pistas de cómo se ha llegado a esa situación. Un país en guerra, tiroteos, integrismo, un mulá que visita con frecuencia el domicilio y que enfatiza a la mujer la importancia de sus cuidados y oraciones hacia su marido.
Y la reflexión de la mujer fluye, cargada de misticismo, y conforme avanza, la sumisión deja paso a la rebeldía, a la disconformidad con el papel que le es reservado por su género dentro de esa sociedad (entendemos, Afganistán en cualquier punto entre la invasión rusa y la norteamericana), de manera que, en esa progresión, en esa figura catártica que es la mujer dirigiéndose al cuerpo inerte de su marido, apreciamos desde cómo la guerra sacude, por dentro y por fuera, a los civiles, hasta cómo la interpretación perversa de la religión condena con más desdicha a quien ya es fruto de una desgracia.
Literatura social y de denuncia, está claro que Rahimi, nacido en Kabul pero con asilo político en Francia desde su juventud, conoce de primera mano situaciones como la de esta esposa de la que no conocemos el nombre. Lejos de redactar un panfleto que sería ya muy previsible, el autor apela a un lirismo emocionado pero carnal, nos sitúa en la piel de esa mujer doblemente cautiva, en esa ausente presencia de un marido al que pasa de venerar a engañar (empujada por una serie de circunstancias que nos parecerían hasta grotescas de no ser reales), en esa enorme presión social y religiosa tan asfixiante, en un entorno hostil, oscuro, turbio, donde la violencia en todas sus intensidades gravita por doquier.
Una buena novela, quizás no una temática en exceso original para los tiempos que corren (especialmente, desde los tiempos de los talibanes y el 11-S), pero un testimonio de primera mano que resulta muy interesante. ¿Como para ganar un premio como el Goncourt? Bueno; Houellebecq no va a presentarse todos los años.