domingo, 31 de enero de 2021

Semana del ensayo #7: Regreso a Reims, de Didier Eribon

Idioma original: francés 

Título original: Retour a Reims

Año de publicación: 2009

Valoración: Recomendable

 

El ensayo biográfico permite abordar cuestiones de interés con todas la licencias propias de este género literario (desorganización, proporción desigual de los temas tratados, opiniones personales en lugar de realidades científicas, divagaciones sin límite etc.), y el aspecto narrativo le proporciona un plus de amenidad. Demasiada para mi gusto en este caso, y es que el contenido autobiográfico me parece excesivamente extenso, incluso reiterativo, en detrimento de la parte teórica. Pero esta es mi opinión, solamente.

Autor de una obra extensa y variada, Didier Eribon  ha escrito varios tratados en los que –siguiendo la estela de Genet y (su biografiado) Foucault– plantea el largo y arduo proceso de la salida del armario. Aquí trata de la suya propia y del concepto en sí con todas sus implicaciones. El camino fue largo para alguien nacido en 1953, primero lo mantuvo en secreto, pero poco a poco tuvo que resignarse a la perspicacia de su entorno y con el tiempo acabó reuniendo un amplio corpus teórico en el que analiza la homosexualidad desde diversas perspectivas. No solo había superado la fase de ocultación, supo además convertir su realidad personal en asunto de investigación y reflexión, eso le proporcionó el respeto personal, un prestigio profesional indiscutible... y un día falleció su padre. Entonces fue consciente de que el secreto, alimentado por la vergüenza, no era solo su orientación sexual, que su origen social seguía a salvo de todas las miradas pues durante toda su vida había ocultado su pasado, y cuando las preguntas le parecían demasiado indiscretas, se veía obligado a mentir. (“Formulémoslo de la siguiente manera: me fue más fácil escribir sobre la vergüenza sexual que sobre la violencia social”).

Esa procedencia, que describe con todo detalle, era de hecho tan humilde que él mismo considera milagroso su ascenso en la escala social. Tras el fallecimiento del padre –del que le separaba un abismo cultural e ideológico, incluso de talante, que los mantuvo alejados durante años– no había razón para dejar de visitar el hogar, que ya no estaba en el Reims de su infancia pero que, al margen de traslados, conservaba la esencia del lugar dónde se crió. Su visita permitió una comunicación madre-hijo insólita hasta entonces, que lo devolvía a sus auténticos orígenes y le abría las puertas a esa zona de su conciencia de la que se había desvinculado hasta el momento. De esa especie de catarsis, e inspirado por los autoanálisis llevados a cabo por Annie Ernaux y su amigo Pierre Bourdeau (del que, opina, se quedó corto), surgió Regreso a Reims. Una obra cuya sinceridad incomoda a veces, que no elude la autocrítica más cruda y que, gracias a su faceta ensayística, va más allá de la confesión personal. Examina los férreos  mecanismos de reproducción del determinismo social e indaga sobre la movilidad de clase (transfuguismo) y los efectos que produce, tanto en la unidad familiar como en aquel que ha cambiado de rango.

Según dice, y demuestra, la conciencia de pertenecer a una clase no es tan habitual como podría parecer. En un extremo situaríamos al entorno de su infancia (padres, vecinos etc.) que votaron siempre al Partido Comunista y, en un momento dado, se sintieron traicionados por la izquierda y seducidos por el discurso de Marine Le Pen, o bien, analiza el frecuente rechazo a la instrucción de esas clases populares por considerarla ocio improductivo, así como la creencia de que el abandono escolar es una elección libre. En el otro, a un estudioso como Raymond Aaron que, desde su posición, consideraba las clases sociales como una realidad de otra época. Eribon opina que esas son las palabras de un privilegiado y que solo los burgueses pueden permitirse ignorar la pertenencia de clase. La combinación de ambas posturas reproduce el determinismo social (“Es como si la línea que divide ambos mundos sociales fuera impermeable casi por completo”). Pero si hasta el teórico de lo social reniega de su origen, no parece que vaya a cambiar nada. (“En lo político, estaba con los obreros, pero odiaba tener raíces en su mundo. Probablemente, ponerme del lado del “pueblo” me habría provocado muchos menos tormentos internos y crisis morales si el pueblo no hubiera sido mi familia.”). Aunque, realmente, son las estructuras sociales quienes condicionan ese inmovilismo, en particular, el sistema educativo, que Eribon considera una auténtica trampa, la forma más efectiva de perpetuar la desigualdad. Incluso él se engañó en cierto modo pues, al carecer de la información propia de las élites, siguió un itinerario carente de prestigio que ha condicionado su carrera.

Como pueden suponer, toda su trayectoria supone un largo y costoso proceso de construcción personal cuyo resultado consiste en aceptar y conciliar sus diversas identidades.

“¿No nos compete a nosotros construir discursos y teorías que permitan que nunca descuidemos tal o cual aspecto, que nunca dejemos fuera del campo de la percepción o fuera del campo de acción ningún ámbito de opresión, ningún registro de dominación, ningún señalamiento de inferioridad, ninguna vergüenza asociada a la interpelación injuriosa?”.


Traducción: Georgina Fraser 

sábado, 30 de enero de 2021

Semana del ensayo #6: *Vale un potosí* de Miquel Dewever-Plana e Isabelle Fougère

Idioma original: Francés
Año de publicación: 2020
Traducción: María Teresa Lerma Garrett
Valoración: Muy recomendable

Con el permiso de mis compañeros, incluyo en esta "Semana del ensayo" un libro que no es 100% ensayo (pongamos, en cuanto a total del páginas, un 75%) ni es, además, un ensayo al uso. Y de esa condición híbrida del libro deriva esa doble cubierta: negra para el ensayo fotográfico del fotoperiodista francés Miquel Dewever-Plana y "azul" para la breve novela negra escrita por Isabelle Fougère. Dicho esto, y aunque la parte novelística se sirve del trabajo de campo realizado para la parte fotográfica, vamos a analizar cada cosa por separado.

El ensayo fotográfico
Antes de nada, debo decir que esta parte me parece una verdadera maravilla y que no soy capaz de comprender el motivo por el cual no aparece en ninguna de las listas de "lo mejor de 2020". Cosas de la prensa "seria", supongo.

Varios son los puntos que destacaría de la vertiente ensayística del libro:
  • el propio trabajo fotográfico. Diferentes series de fotografías ofrecen una visión global de las minas de Potosí, del trabajo que en ellas se desempeña, de los protagonistas de ese trabajo, ya sea dentro o fuera de la mina, de la cosmogonía de sus pobladores, de sus creencias y festividades, etc. Mención especial merecen el tratamiento de la luz en los brutales retratos en primer plano de los mineros o en las fotografías que testimonian el trabajo en la mina y la serie de retratos de mujeres, dotada de gran simbolismo gracias a la ubicación de sus cabezas, al igual que en el cuadro "La Virgen del Cerro Rico", en la cima del Cerro Rico de Potosí.
  • los textos de la antropóloga francesa Pascale Absi, que anteceden a la distintas series de fotografías y que ofrecen, en su conjunto, un acercamiento más que suficiente a la realidad de Potosí. Textos breves y didácticos que resumen la historia de la explotación minera desde los tiempos de la colonia hasta la actualidad, pasando por la organización económica y social que rige en las minas y su problemática, el sincretismo de un mundo aéreo y subterráneo al mismo tiempo, etc.
  • los testimonios que acompañan a los retratos de hombres y mujeres. Del lado masculino, textos que hablan de la mina como adicción pese a una vida de sufrimiento, de pulmones agotados, de la remota posibilidad (siempre presente) de hallar una buena veta y hacerse rico, del alcohol y la hoja de coca como anestesiantes; del lado femenino, textos que hablan de vidas marcadas por el machismo y violencia, los golpes y los hijos, de la imposibilidad de salir, aunque también del proceso de toma de conciencia y de empoderamiento; de ambos lados, la pequeña esperanza depositada en las generaciones venideras.
  • el conjunto, textos e imágenes que impresionan, que remueven, que dejan poso.
La novela
Después del shock, en el buen sentido, que provoca la primera parte del libro, me parecía imposible que la parte ficcional alcanzara las cotas de la parte real. No me equivocaba. Y no es que la novela sea mala, ni mucho menos. Sirviéndose de una trama empapada de muerte y corrupción, entretiene e ilustra perfectamente el contraste entre las creencias tradicionales y las nuevas tecnologías, entre el "viejo" y el "nuevo" mundo y lo que estas contradicciones provocan en las comunidades andinas, pero no llega a estremecer como lo hace la parte ensayístico / testimonial. Y es que, desgraciadamente, la realidad supera a la ficción.

No quiero terminar la reseña sin hacer referencia la magnífica edición. Continente y contenido van de la mano en un volumen de peso más que considerable, gracias en gran medida a un papel de altísima calidad que sirve de perfecto soporte a unas imágenes y a unos textos que quedarán por mucho tiempo en la memoria de este reseñista. 

viernes, 29 de enero de 2021

Semana del ensayo #5. Pau Luque: Las cosas como son y otras fantasías

Idioma original: español

Año de publicación: 2020

Valoración: recomendable

Luego diréis que este blog no es interactivo. Empiezo a escribir esta reseña con cierto comentario en   mente, algo quejoso de que dediquemos una semana al ensayo, supongo, alguien que espera que siempre se hable de ficción, ya que (la crónica es otro, aludía el otro día) ciertos géneros arrastran ciertos estigmas de no ser lo suficientemente, ejem, literarios o creativos, lo cual, vamos, si yo escribiera ensayo me abocaría a cierta reflexión entre perfiles de lector y perfiles de género literario favorito y no. El comentario de marras representa un pequeño reto, intentar que una reseña sobre un ensayo no acabe siendo una especie de resumen del propio ensayo, escrito de forma tensa y solemne y pretendiendo, al menos, no quedar en evidencia, bajo el prejuicio de que quien escribe un ensayo, quien ya de entrada se atreve a describir su texto con tal término, tiene que ser osado, convencido y convincente, ha de haberse documentado, leído, hurgado, informado, igual hasta podríamos usar esa palabra tan trasnochada de ser una eminencia.

Y nada más adecuado ahora que casi acabamos la semana y casi acabamos el mes que todo un Premio Anagrama de Ensayo, que podríamos decir que contradice hasta cierto punto esa premisa. Pau Luque ya se define en la solapa como ensayista, pero yo diría que Las cosas como son y otras fantasías elude tomar estructuras propias del género (planteamiento, desarrollo, conclusiones) y se trata más bien de una sucesión de artículos que van afirmando conceptos, que, para evitar la presión de ser un lector que lee un ensayo como si estuviese estudiando para un examen, he preferido liberar en cuanto a su asimilación. Pau Luque toma referencias de hitos culturales relativamente contemporáneos, literarios como Lolita  de Nabokov o El mar, el mar, de Iris Murdoch, y multidisciplinares como la obra íntegra de Nick Cave, series como Sharp Objects o películas de Michael Haneke basadas en libros de Elfriede Jelinek para construir un relato ensayístico más bien disperso a conciencia que empecinado en establecer una teoría, en apuntalar con ejemplos una estructura firme que convenza al lector. Y el planteamiento es establecer de forma definitiva la ausencia de fronteras entre la creación como experimento libre de cortapisas y ataduras y la irrupción de la moral como limite si no a superar sí a tener en cuenta. Plantear si creadores como los descritos (por ejemplo, Nick Cave dedicando los temas de su álbum Murder ballads a una serie de criminales) tienen algún tipo de responsabilidad sobre los actos de los personajes de sus obras, si hasta cierto punto ciertos actos reprobables que surgen en sus creaciones son difícilmente justificables incluso desde la perspectiva de la libertad creativa absoluta.

Creo, pero dejadme primero aludir a mi condición de lector algo disperso y caprichoso, que Luque acierta en ese despliegue de referencias para cimentar en quien le lea una sensación de complicidad y cercanía: lo más normal es que quien atraviese estas páginas acuda a alguna de ellas si es que no las conoce, tampoco es que Luque haya optado por obras desconocidas o inencontrables. No es un texto demasiado extenso y los conceptos son defendidos de forma amena e incluso desinhibida,  y ya que he aludido al momentum de la reseña, cabe recordar que un mediocre rapero llamado Pablo Hasel ha de ingresar en prisión en diez días por expresar en su obra opiniones (que por cierto los hechos se han encargado de corroborar como verdades), cuestión, sí, de verdad, traída aquí un poco a la fuerza y en este último párrafo, pero en el fondo, relacionada en última instancia con el tema del libro: la libertad creativa siempre se encuentra frente a alguien que quiere domarla y condicionarla. Ya veis como está el patio.

jueves, 28 de enero de 2021

Semana del ensayo #4: La economía WTF, de Tim O´Reilly

Idioma original: inglés
Título original: WTF
Traducción: Rebeca Bouvier Ballester
Año de publicación: 2018
Valoración: Interesante, 
Bastante recomendable

Y no paramos con lo de las cubiertas, eh? Aquí tenemos un caso flagrante de cómo una presentación espantosa (colores chillones, tipografía sensacionalista, latiguillos horteras) no solo puede hacer huir al lector más sosegado, sino que además desentona considerablemente con el propio contenido del libro. Menos mal que tienen ustedes un lector y reseñista que no se arredra ni siquiera ante el mal gusto. Porque, oiga, lo que tenemos delante no es el texto de autoayuda que parece para fanáticos de la tecnología o estudiantes de empresariales. Es bastante más, al menos a ratos, porque cuatrocientas páginas dan para mucho.

Tim O´Reilly es un señor formado en lenguas clásicas y fundador de una editorial de libros sobre informática que, como tantos otros, terminó abducido por ese mundo de la tecnología del que se convirtió en importante animador hasta ser designado con ese absurdo y manoseadísimo título de gurú, allá por Silicon Valley y entornos similares. De manera que este hombre sabe casi todo lo que hay que saber de estos temas, y a partir de ahí se dispone a explayarse, aparentemente, sobre cómo será el futuro gracias a la revolución tecnológica que vivimos. 

En principio tenemos más o menos lo que esperábamos: una exposición sobre la fase embrionaria del software, las tentativas para amarrar bajo patentes los sucesivos avances y el triunfo final de eso que se llama código abierto que, para los que no entendemos casi nada de esto, sería una especie de libertad de acceso más o menos generosa al código fuente, de manera que otros desarrolladores puedan modificarlo o mejorarlo. Estamos todavía dentro de lo que podríamos llamar género tecnológico-empresarial-norteamericano, con sus patologías habituales: cierta megalomanía, frenesí de nombres propios asociados a sus cargos directivos,  algunas dosis de egolatría, tics autoreferenciales y puntuales ráfagas de ingenuidad. Pero dejemos seguir a O´Reilly.

Este rollo del código abierto le lleva a mostrar su entusiasmo por el concepto de plataforma, o sea, un montaje tecnológico complicado que sirve de fundamento para articular nuevos negocios. Entre ellos (unos más ajustados a este peculiar modelo, y otros menos) aparecen nombres que a todos nos sonarán para bien o para menos bien, ya sea Google, Uber, Airbnb o Amazon, por citar los más conocidos. Las más brillantes de estas iniciativas reciben el simpático calificativo de unicornios, y muestran la cara más exitosa de lo que O´Reilly llama el momento WTF, el triunfo de la creatividad empresarial del siglo XXI de la mano de los recursos digitales. El autor explica los mecanismos de empresas sin empleados ni estructura (o casi), como Uber, la transformación de simples portales de venta on line en plataformas de alcance monstruoso (Amazon), o los algoritmos de Google para dar lugar a esos posicionamientos por lo que pelean publicistas e informáticos de todo el planeta (uno de los pasajes más interesantes). Se podría decir que el capitalismo ha encontrado su paradigma perfecto: generar volúmenes mareantes de ingresos convirtiendo a los trabajadores en ‘proveedores independientes’ y dejando que el mercado mismo sea el único en marcar los límites de lo aceptable.

Sin embargo, la posición de O´Reilly, o no es tan entusiasta como parece, o adquiere matizaciones según avanza el libro. Hay cierta preocupación porque este concepto libérrimo de internet, las redes sociales o los negocios nacidos de todo ello no terminen sirviendo más que a intereses mercantiles y que a la larga hasta puedan verse perjudicadas las altas expectativas de todo el sistema. Aunque reproduce una cita ajena, entiendo que O´Reilly lo suscribe, al menos en parte: ‘Las mejores mentes de mi generación están pensando en cómo hacer que la gente haga clic sobre anuncios. Vaya mierda’

No solo eso, sino que el autor se lanza a poner en cuestión uno de los principios inamovibles de las sociedades de capital: que su objetivo fundamental no puede ser otro que aumentar el valor para sus accionistas (algo que se repite como un mantra en las Escuelas de negocios). Con este cambio de tono, el libro se interna en un ámbito bastante sorprendente. O´Reilly hace una síntesis, muy compacta pero muy atinada, de los momentos clave de la economía desde el siglo XIX hasta la actualidad, analiza el impacto de la financiarización (palabro muy descriptivo aunque dudosamente correcto) de la economía en las últimas décadas y su traducción en un incremento de la desigualdad: desigualdad en la trayectoria de las empresas según se entreguen al juego de los mercados financieros (dice que la suya no lo ha hecho), y desigualdad, desbocada, en la renta de los individuos. Se apoya en muy numerosas citas a la vez que muestra una clarividencia que ya la quisieran muchos economistas (no digamos los políticos), con una influencia importante de las tesis de Thomas Piketty en El capital en el siglo XXIDigo que resulta sorprendente porque, además de que el tema se aleja un tanto de la exposición inicial, la perspectiva es bastante rompedora para alguien que parece un triunfador en ese peculiar mundillo. 

Insisto en que no son bobaditas de millonario con cargo de conciencia que dedica su fortuna a una filantropía difusa, suponemos que ahorrándose algunos impuestos por el camino. La exposición está muy bien argumentada y, aunque en el fondo entiendo que O´Reilly no pone en cuestión los fundamentos del sistema (pienso que sigue siendo un liberal a tiempo completo), seguramente para algunos de sus ávidos lectores terminará pareciendo un peligroso radical. La suya viene a ser la posición de lo que, parafraseando un poco, podríamos denominar capitalismo de rostro humano, una forma de defender el esquema general aunque potenciando, por su propia supervivencia, valores que interesan a la sociedad en su conjunto. Si nos ponemos cáusticos podríamos recordar que un gran colectivo de ciudadanos con un nivel de vida aceptable es también una gran masa de potenciales consumidores para retroalimentar el sistema, y algo de esto se deja leer entre líneas.

Pero no tengo por qué poner en duda la sinceridad del autor. Nos cuenta algunos entresijos interesantes de ese complicado mundo de las grandes tecnológicas, subraya una y otra vez el valor de la iniciativa y la creatividad, y defiende que los medios a nuestro alcance, que intuye crecerán de forma exponencial en el futuro, deben servir para empoderar a trabajadores de todo tipo, abrir nuevas perspectivas económicas y, en definitiva, en ese lenguaje tan geek-divulgativo, construir un mundo mejor para todos. Inteligente, bienintencionado, relativamente crítico, interesante, un libro que merece leerse a poco que susciten algo de curiosidad los variados temas que toca.

 

miércoles, 27 de enero de 2021

Semana del ensayo #3: Elogio de la hospitalidad de Priya Basil

Idioma original: alemán
Título original: Gastfreundschaft
Año de publicación: 2020
Traducción: Ana Nuño
Valoración: Entre Recomendable y Está bien






 

«La verdadera medida de una sociedad es cómo trata al extraño, al migrante recién llegado o al refugiado.»
Esta es una de esas lecturas que solo por sus propiedades balsámicas ya me parece recomendable, y más teniendo en cuenta la etapa insólita que nos está tocando vivir, con tanta crispación e incertidumbre, y a la que no le vienen nada mal los discursos que contienen las tres S: serenos, sensatos y singulares. Serenos para sanarnos emocionalmente, sensatos para reconducirnos de tanta fake new y tanta demagogia monorraíl y populista, y singulares para enseñarnos a ver el mundo desde ópticas nuevas, lo que nos puede llevar a responder de una forma creativa y eficiente a las viejas preguntas de siempre. 

Resumen resumido: la autora reflexiona sobre cómo el individuo moderno interacciona con sus semejantes y con el planeta, en términos de hospitalidad y hostilidad, con continuas referencias a la cultura gastronómica sij y desarrollando nuevos significados alrededor de los conceptos de anfitrión e invitado. 

Priya Basil es de origen hindú (sij) aunque nació en Londres y se crió en Kenia. Por motivos familiares regresó a UK para sus estudios superiores y es, a día de hoy, una orgullosa ciudadana berlinesa. De tal periplo vital deriva, imagino, esa visión amplia y multicultural sobre cualquier asunto en el que fija su mirada sensible, inteligente y empática. Pero más que su mirada, sorprende ya en los primeros párrafos su voz narrativa. No he tenido ocasión de encontrarme con demasiadas voces como esta, tan generosa y honesta, ni en ficción ni en ensayo, que se dirige al lector de igual a igual y con la cercanía adecuada. 

Pero esa voz, sin embargo, también es capaz de decir cosas como que el poder se manifiesta con frecuencia derrochando hostilidad y hospitalidad para después justificarlo históricamente. Y a partir de ahí desarrolla todo un discurso que va desde el significado de cocinar para otros, hasta el cuidado del propio cuerpo, del planeta o los vergonzosos episodios recientes de la Unión Europea en relación a los refugiados. Priya Basil observa siempre desde una posición de humildad que no la exime de ejercer la autocrítica hacia su propia persona o hacia el entorno en el que se crió o su propia sociedad de acogida. 
«Defender una salchicha puede representar para algunos alemanes lo mismo que defender su cultura (…). Al comienzo me pareció despreciable la manía, en los debates públicos, de discutir sobre la idoneidad o no de servir carne de cerdo en las escuelas alemanas, donde hay inscrito un gran número de niños musulmanes. Recuerdo especialmente uno de esos debates. Se celebró en 2016, un año después de la llegada a Alemania de aproximadamente ochocientas mil personas, la mayoría de ellos refugiados sirios que huían de la guerra en su país (…). Me irritaba especialmente la brigada de orden público que actúa como si la identidad alemana estuviera contenida en la palabra Wurst, hasta que recordé que las discusiones en torno a la comida son batallas impostadas, detrás de las cuales anidan interrogantes más serios: ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Qué queremos ser?»
Pero el verdadero germen de todo su discurso radica continuamente en la afirmación de que lo personal es político; un hecho aparentemente anecdótico y personal es un reflejo a pequeña escala (y a su vez causa y efecto) del panorama social, colectivo y, por supuesto, político. 
«Por eso muchos pueden convertirse en uno solo, en un “cuerpo” político creado por la preocupación colectiva, alimentado por un esfuerzo en común. Es una forma de hospitalidad cooperativa, que es quizás el otro nombre de la democracia real.» 
Elogio de la hospitalidad tiene tan sólo ciento treinta páginas que se leen prácticamente solas. El ensayo emplea la técnica de ir alternando retazos con las diferentes ideas, ya bien en forma de experiencia personal de la autora, de datos reales, de referencias filosóficas, con el objetivo de hacer el discurso más ameno y así «desacademizarlo». Y sí lo «desacademiza», pero también lo deshilacha contribuyendo, en mi opinión, a debilitarlo en su tramo final. Puede ser una percepción personal que requiera de una segunda lectura para confirmarse. También me ha sucedido que pese a que durante todo el ensayo no he hecho más que subrayar y disfrutar con las ideas que iban aflorando, al terminar me he olvidado de él completamente. Sin mayor reflexión. Y no ha sido hasta el momento de escribir la reseña y releer mis notas y subrayados que he vuelto a reparar en el interés de todo lo que Priya Basil nos cuenta. Y es por eso que se queda entre un Está bien y un Recomendable aunque tire un poco más hacia lo segundo. Que lecturas como esta nunca están de más y solo pueden contribuir a que abramos un poco nuestra visión del mundo y a que ejerzamos algo de autocrítica.

martes, 26 de enero de 2021

Semana del ensayo #2: Las barbas del profeta, de Eduardo Mendoza

Idioma: español

Año de publicación: 2018

Valoración: Está bien

Ya he reseñado en este sacrosanto blog varias obras de Eduardo Mendoza y, tras la última vez que lo hice, con la no demasiado destacable El rey recibe, pensé que ya se había convertido un autor al que, si bien seguiría leyendo, lo haría con menos afán que en otras épocas y sin demasiadas ganas de reseñarlo. No obstante, recientemente se ha publicado en España, en su editorial de siempre y tras haber aparecido hace pocos años en la célebre Fondo de Cultura Económica mexicana (*) este libro que ha despertado de nuevo mi interés. 

En esta ocasión no nos encontramos con otra novela o incluso con una obra de teatro, como alguna que ha escrito Mendoza, sino con un ensayo -más o menos-, repito que publicado hace tres años. El libro, ya de por sí inusual en este autor, trata además, o al menos en apariencia, sobre la religión cristiana, aunque en realidad el tema auténtico del que se ocupa sea la ficción, y no me refiero a que toda religión no deje de ser una ficción (bueno, vale, todas menos una... la que más os guste), sino que para Eduardo Mendoza uno de los primeros contactos que tuvo con la ficción (que luego se convertiría en la materia de su oficio) y según él el único que tuvo en el colegio, fue la clase que entonces se impartía en la enseñanza española, de Historia Sagrada: un compendio de escenas y personajes bíblicos, la mayoría sacadas, ciertamente, de las Sagradas Escrituras, aunque también en algún caso, de textos apócrifos, aunque a los niños de la España nacionalcatólica se les explicaban por igual.

Ya digo que. según Mendoza, esta Historia Sagrada supuso el único contacto y delectación que aquella educación franquista permitía con el mundo de la ficción -desde luego, mucho más que la clase de literatura en sí- y, sobre todo, en lo que se refería al emocionante Antiguo Testamento, pues el Nuevo -o mejor dicho, los Evangelios, puesto que del colorido Apocalipsis, sin embargo, poco se veía- a él le resultaba una sossada, en comparación con los vigorosos personajes, extraordinarias situaciones e imaginativos giros argumentales -no siempre comprensibles, también hay que decirlo- que pueblan el Antiguo Testamento. Mendoza se detiene así en episodios tan conocidos y jugosos para un narrador como los de adán y Eva, claro está; sus hijos Abel y Caín -el primer antihéroe de la Historia... al menos la Sagrada; el diluvio universal; la Torre de Babel (siempre de actualidad, o, si no, miremos lo que ocupa y preocupa a muchos políticos españoles); las vicisitudes de Abraham, su hijo Isaac (vícitmas de la broma más pesada que se recuerde) y su nieto Jacob - sin olvidar al burlado Esaú-,; las desventuras de los judíos en Egipto, con José y Moisés como líderes escogidos por Yahvé; los reyes David y Salomón, una vez establecido el reino de Israel, y también otros personajes igual de sugerentes y que han dado mucho juego narrativo posterior, como el forzudo Sansón, Jonás y su ballena, el profeta Daniel, la casta Susana, etc.

Tampoco es que Mendoza haga aquí un análisis histórico o religiosos -aunque sí, aunque somero, de la iconografía- y mucho menos exhaustivo, de todos estos personajes y pasajes de la Biblia; lo que a él le interesa, ante todo, es su carácter de personajes de ficción, forjadores de arquetipos literarios y del gusto por la narrativa que caracteriza a este escritor. En este sentido, pues, sí que comenta los aspectos más sugerentes y los puntos débiles, las contradicciones de cada una de las historias que componían esta Historia con mayúsculas pero ya he mencionado que no lo hace pormenorizadamente, por lo que quizá sea un poco excesivo calificar a este libro de ensayo, o, en todo caso, lo es de una forma bastante sui géneris (aunque tampoco se me ocurre de que otro modo calificar al libro)... Un ensayo muy ligero y, desde luego, atravesado en todo momento por ese sentido del humor que caracteriza a este autor; eso sí, que tampoco espere nadie partirse de risa con episodios de una comicidad desopilante: lo que hay en este libro es esa ironía con freecuencia camuflada de ingenuidad que tan bien maneja Eduardo Mendoza. Que tampoco es para menos, con semejante tema, aunque podamos pensar, con cierta lástima, que éste le hubiera dado para más, en otro tiempo...


(*) Nota post-reseña: Como puede comprobar quien lea los comentarios a esta reseña, uno de nuestros lectores me ha señalado un error que me he apresurado a corregir; al parecer, este libro no fue publicado por el mítico Fondo de Cultura Económica de México (que ya me parecía algo raro), sino por su filial en España. 


Un porrón de libros de Eduardo Mendoza reseñados: aquí

lunes, 25 de enero de 2021

Semana del ensayo #1: #Fake You, de Simona Levi y VV.AA.

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2019
Valoración: entre recomendable y muy recomendable

A veces ocurre que lees un libro y no sabes por qué, pero no encuentras el momento de publicar la reseña. Pero, casualidades de la vida, decidimos organizar una semana dedicada al ensayo y cae justo pocos días después de que Trump deje (eufemismo evidente) el cargo de Presidente de los Estados Unidos de América y, además, sea censurado por parte de las redes sociales prohibiéndole publicar contenido. La verdad es que el motivo sorprende, más aún cuando todos sabemos que lo que publicaba era rigurosamente cierto y que no tenía ningún interés en difundir fake news. Así que le dedico esta reseña en su honor, y creo que aparece en el momento oportuno (en el que ULAD, pese a su gran poder, no ha tenido nada que ver).

Hecha la introducción, cabe decir que hay ensayos aptos para un gran público y hay ensayos densos, complejos, exhaustivos y profundamente analíticos; este último sería el caso del libro que nos ocupa, pues Simona Levi es una reputada activista, considerada en 2017 por Rolling Stone como una de las 25 personas que están dando forma al futuro, impulsora de la plataforma de activismo digital Xnet y del movimiento 15MpaRato; su gran capacidad se pone de manifiesto en este ensayo que aborda la creación, difusión e intereses de las fake news y la desinformación, pero también propone elementos para minimizar su alcance y repercusión. Ya en la propia introducción del libro se evidencia el propósito del mismo: poner de relieve que «el fenómeno de las fake news se está utilizando como excusa para recortar libertades y derechos fundamentales». La intención del libro es «convertirse en una herramienta de defensa contra el recorte de nuestras libertades fundamentales y, a la vez, un arma contra las nuevas maneras de manipulación, mentira y falsificación».

En su evidente denuncia, el libro critica claramente que los informes promovidos por la Unión Europea sobre la cuestión de la desinformación mantienen al margen y evitan interpelar los partidos políticos, los gobiernos y las grandes corporaciones/monopolios informativos (a excepción de las plataformas en línea) cuando son los principales elementos que históricamente han contribuido a generar el problema. Y esto no es algo nuevo, pues el libro también hace un recorrido a lo largo de la historia sobre el uso de la propaganda, una propaganda que “establece” lo que es verdad y lo que es mentira y lo utiliza en favor de una causa. Así recorre, muy por encima y con cuatro pinceladas, el uso de la propaganda en el cristianismo y la utilización de los símbolos como elemento básico para su difusión, pasando por la inquisición, las guerras mundiales... y aquí hace un interesante alto en el camino al describir la innovación que supuso Goebbels en la difusión de la propaganda, consiguiendo que gran parte de la ciudadanía apoyara un movimiento tan represivo y exterminador como el nazismo. Goebbels introdujo la fabricación de un sistema de radio barato y ejemplar, pudiendo de esta manera llegar a todos los hogares de manera unificada y efectiva. Y no únicamente encontró el canal, sino también la manera: la propaganda debía ser divertida para, con ello, lograr una mayor efectividad y, por tanto, debía difundirse, no a través de noticiarios, sino a través de programas frívolos (algo que sigue haciéndose en las democracias actuales y no hace falta aquí mencionar ciertas tertulias televisivas que difunden propaganda de manera constante a favor de ciertas ideologías o partidos políticos). Si todo ello, además, se vincula con el nacionalismo (principal puerta de entrada de los discursos propagandísticos), el resultado es mucho mayor. 

Con su carácter analítico, el libro se inicia con el desglose las diferentes categorías en las que se puede clasificar la desinformación: contenido engañoso, contenido impostor, contenido fabricado, conexión falsa, contexto falso, contenido manipulado y sátira (aunque en este caso, no se trata propiamente de desinformación) y enumera, citando a Chomsky y a Timsit, las estrategias en las que se utiliza la propaganda en democracia:
  • Distracción, para desviar la atención de los problemas importantes y estructurales.
  • Creación de problemas y soluciones, por parte del estado para “demostrar” a la ciudadanía su éxito y buen ejercicio del cargo.
  • Gradualidad, para aplicar medidas inaceptables.
  • Diferir, catalogando como dolorosa y necesaria una medida, simulando no ser partidario de ella, para que el público se acostumbre a ella y la acepte resignadamente cuando se aplique.
  • Vulgarización, tratando a la población como a menores de edad, que no saben lo que les conviene
  • Emotividad, excitando antes la emoción que la reflexión.
  • Mediocridad, utilizando términos complejos para eludir la información y transparencia.
  • Auto culpabilidad, para hacer que las personas se crean responsables de sus desgracias, por no hacer suficiente o no ser suficientemente listos o capaces.
  • Elisión de datos, para hacer creer que conocen más a los individuos que ellos mismos.
(Seguro que estas estrategias os suenan, ¿verdad?)

Afirman los autores que «las fake news crean realidad, percepciones de realidad. Y lo hacen añadiendo a una noticia valores y componentes sentimentales, es decir, no verificables. (...) El resultado es una realidad sustentada en valores sentimentales, que la propaganda modula ideológicamente» y que supone toda la creación de un negocio basado en ello: el negocio de la desinformación; quien crea la desinformación y paga para desinformar, y quien cobra y trabaja para difundir. Ahí se ponen varios ejemplos: así como la campaña de Obama supuso un ejemplo sobre cómo utilizar las redes sociales, la de Trump, basándose en la escuela Bannon (que fue su jefe de estrategia), ha sido un ejemplo sobre cómo utilizar las fake news fabricando y difundiendo rumores muy por encima de lo habitual, circulando declaraciones falsas, propagando falsas acusaciones; un ideólogo como Bannon que utiliza la difusión de desinformación con estrategia dirigida a las emociones, a la polarización, al sufrimiento para politizar la identidad; un ideólogo que apoyó las campañas, no únicamente de Trump, sino de las principales fuerzas de la ultraderecha europea como el Frente Nacional en Francia, la Liga Norte en Italia, Vox en España, etc.

La política es poder y el poder tiene innumerables recursos y herramientas a su disposición para difundir su ideología; según un estudio de BuzzFeed, las veinte principales fake news difundidas en Facebook recibieron más likes y comentarios que las veinte principales noticias difundidas en las webs de los principales medios. Y aquí es donde salta el escándalo de Cambridge Analytica (que llegó a utilizar datos de hasta 87 millones de usuarios para crear perfiles y manipularlos) y Facebook. Y es en ese momento cuando se empezó a tener en cuenta el uso de los datos propios por parte de terceros y la privacidad digital, pues debemos tomar consciencia de cómo dejamos rastro en las redes, cómo la publicidad es dirigida y potenciada basándose en nuestra traza digital, cómo nuestros datos son potencialmente vendidos o usados por empresas como la banca, seguros, etc. en cada aplicación que bajamos o página que visitamos. Y esto puede utilizarse para vender un producto, una marca o un partido político.

El propósito de la desinformación por parte de los partidos políticos y monopolios informativos es evidente: dañar la capacidad de los ciudadanos de elegir a sus líderes basándose en noticias reales, en información veraz. Por ello, el libro también expone la dificultad que tiene la mayoría de consumidores de información para acceder a sistemas de verificación, por lo que no puede recaer en ellos la principal causa de la desinformación, sino que hay que apuntar a los grandes productores de fake news (gobiernos, instituciones, partidos políticos, medios de comunicación de masas, corporaciones y grandes fortunas). En estudios realizados, el porcentaje de población que contrasta las noticias en muy bajo (inferior al 10%) por lo que la eficacia de los sitios de verificación es muy poco significativa cuando la mentira ya está en circulación. Por eso, el libro sostiene que la verificación debe aplicarse antes de la viralización, no después. Y el resultado del análisis va en esta línea, no solo hay que chequear los datos, sino también las fuentes. Y, a partir de aquí, entramos en la parte más densa y analítica del libro en la que se exponen los diferentes mecanismos y herramientas de fact-checking, así como los parámetros utilizados para asegurar su fiabilidad. Por ello, el libro propone aplicar la verificación, no únicamente a los medios de comunicación sino también a la comunicación institucional y a los partidos políticos facilitando de esta manera que el periodismo, primera víctima de la desinformación, recupere la confianza de los ciudadanos. No se trata únicamente de distinguir entre hechos y opiniones, sino que las fuentes y los datos según los cuales se basa su exposición tiene que estar claramente indicadas y categorizadas porque «nada de esto tendrá utilidad para frenar la propaganda y desinformación si estos mecanismos no son capaces de operar antes de que la información circule».

Este libro es interesante y necesario para concienciar a la sociedad de nuestro tiempo que estamos en un momento clave de la historia y que debemos tomar las riendas para evitar que se haga mal uso de una herramienta tan poderosa para la democracia y construir, con ella, una sociedad más informada y libre. Internet, de hecho, es una de las pocas herramientas de que dispone la sociedad para contrastar la información. Y por ello es especialmente preocupante que se aprueben leyes que permitan al gobierno cerrar páginas web y redes digitales de información sin orden judicial, pues queda claro que esto va en contra de la democracia y la libre circulación de información. Un gobierno no debería poder cerrar o modificar internet, a menos que quiera parecerse a China, Turquía, Arabia Saudí, u otros países poco democráticos. Porque no hay que olvidar que las grandes mentiras vienen del gobierno y la libertad que da internet asusta a las estructuras establecidas, de aquí que se intente culpabilizar a internet y controlarlo a su antojo.

En su línea no únicamente de denuncia sino también propositiva, el libro enfoca la solución del problema en dos líneas: 1) distinguir entre libertad de expresión y el negocio de la comunicación, pues la libertad de expresión es un derecho fundamental, pero el negocio debe estar sujeto a reglas y límites y 2) la democratización de la sociedad y dotarla de acceso a datos necesarios para verificar la veracidad de la información. Queda mucho trabajo por hacer y cada uno tenemos nuestra parte de responsabilidad en informarnos, en romper la cadena de difusión de falsedades y, así, romper también la cadena que nos ata a las mentiras difundidas de manera interesada por terceros.

domingo, 24 de enero de 2021

Italo Svevo: La conciencia de Zeno

Idioma original: italiano

Título original: La coscienza di Zeno

Año de publicación: 1923

Valoración: Obra maestra



Puede que hayan escuchado alguna vez la anécdota y no sepan a quién se refiere. Allá por los años 90 del siglo XIX, Ettore Smichtz, un comerciante italiano amante de la cultura, de familia acomodada, ascendencia austríaca y cuya lengua materna era el dialecto triestino, autopublicó dos novelas con seudónimo que no llamaron la atención de nadie. Se diría que había desistido de su intento, pero casi tres décadas después, escribe una tercera y se la enseña a su antaño profesor de inglés y amigo, un irlandés que anduvo algún tiempo exiliado en Trieste llamado James Joyce. A partir de ahí cambió todo. Desde luego, lo suyo era vocación. El sobrenombre que adoptó y por el que se le conoce en el mundo literario es Italo Svevo.

La obra de Svevo es introspectiva, profunda, filosófica a veces y, a partir de cierto momento, bastante influida por el psicoanálisis. Sin embargo, y a pesar de su excepcional calidad, habría pasado desapercibida por no pertenecer él al mundillo literario, y más en un momento de enormes turbulencias políticas. También porque, a pesar de que lo que cuenta es sencillo, requiere una lectura atenta. Svevo encontró la horma de su zapato en Joyce, un escritor que escribía para escritores y, si no el más, uno de los más enrevesados de todos los tiempos. ¿Qué lector más atento que él?

La conciencia de Zeno narra la vida de Zeno Cosini, un triestino con tan pocos problemas vitales que tiene que buscarlos dentro de sí mismo y, por si fuera poco, se empeña en complicarse la vida. Inconvenientes de tener la vida resuelta gracias al próspero negocio paterno, cuyo administrador se las arregla mucho mejor sin su ayuda. Nos adentramos pues en las desventuras internas de Zeno y en unas aventuras que no tienen nada de extraordinario, lo destacable es su forma de vivirlas y de interpretar las reacciones de los otros.

Un tipo hipocondríaco, maniático hasta decir basta y con alguna patología más que no se nombra. A través de unas memorias, encargadas por su psicoanalista como terapia, redactadas con bastante ironía y un humor más bien ácido, se nos muestran sus complicados entresijos mentales junto a la mentalidad y forma de vida de la buena sociedad de principios del siglo XX. Reconozco que al principio no me entusiasmó tanto, pero algo más de quinientas páginas dan para mucho, y según avanzaba me iba dando cuenta de la densidad de la narración y tomando cariño a un personaje con el que, por otra parte, no me gustaría cruzarme nunca.

Svevo incluyó en la novela algunos de sus rasgos personales. Fue un gran fumador, por ejemplo, también le interesó mucho el psicoanálisis y él mismo hizo terapia, De ahí que la aparente excentricidad del protagonista, sus rarezas, sean las del ser humano de entonces y de siempre, aunque llevadas al límite. Nuestra evolución a lo largo de la vida, la soberbia, un egoísmo que puede transformarse en empatía solo cuando alguien más desvalido que el resto consigue tocarnos la fibra, esa necesidad de tener obligaciones sin las cuales nos sentimos vacíos e inútiles, el desconocimiento de quiénes somos realmente y la tendencia a idealizarnos, a ser demasiado benevolentes con nosotros etc., es lo que todos tenemos en común. Lo queramos o no, estamos hechos de esa forma. No creo exagerar si digo que Svevo intenta psicoanalizar a la humanidad y, de paso, a la época que le toco en suerte.

Esto en cuanto al contenido. De los aspectos formales destaco una prosa que, aunque sea a través de la traducción, recuerda a los grandes narradores europeos  de la época. Presenta, además, una estructura interesante: sin abandonar el estricto orden cronológico, está dividida en asuntos. Esto es así porque a cada época de su vida corresponde una obsesión: en primer lugar nos sitúa en el marco que ha condicionado su conducta, obsesiones y enfermedades (tan sentidas como inexistentes), que no es otro que la adicción al tabaco, sus efectos y la constante lucha por deshacerse de ella, y su propósito de resolver el conflicto con ayuda del psicoanálisis. Para cerrar el círculo, el último capítulo aborda otra vez el análisis para renegar de él y del profesional que le ha estado tratando. De esta forma, consigue un efecto circular pues, a la vez que se deshace del tratamiento lo hace de todos sus problemas, gracias tanto a su proceso personal de conocimiento y cambio de hábitos como a la dureza repentina de sus condiciones de vida. Demasiado holgada era la que había vivido hasta entonces para una personalidad tan neurótica, parece afirmar el autor.

Entre estos dos capítulos se desarrolla toda una vida, dividida como he dicho en fases: la relación con el padre, su repentina necesidad de estar casado, las dificultades de tener una amante y, por último, su entrada en el mundo de los negocios (ajenos, naturalmente).

No es una novela que vaya a gustar a cualquier lector, al contrario, pero me atrevería a predecir que quien se sienta cómodo al inicio de este universo caduco y estrecho se va a divertir de verdad. Y el final… el final es in-con-men-su-ra-ble.

sábado, 23 de enero de 2021

Etgar Keret: Tuberías

Idioma original: hebreo
Título original: Tzinorot
Año de publicación: 1992
Traducción: Roser Lluch i Oms
Valoración: entre recomendable y está bien

Tuberías es o fue el primer libro de relatos publicado por el escritor, guionista y director de cine israelí Etgar Keret, allá por el fúlgido año de 1992. Escritor, guionista, etc. confieso que desconocido para mí hasta ahora, aunque sí que parece ser un personaje relevante del mundo de la cultura en su país. Los relatos, sin que puedan calificarse de "micro-" son en su mayoría cortitos: en este volumen encontramos más de cincuenta, de ehcho. Como característica común, casi todos tienen un aire o un trasfondo costumbrista (en general, también un toque "surrealista"... siempre entrecomillado, eso sí); en muchos casos se trata de historias de amor y desamor, relaciones familiares, situaciones que se dan entre los alumnos de un colegio o instituto, o en ambientes de cualquier barrio popular... es decir, situaciones que podrían transcurrir, cambiando ligeramente el contexto, casi en cualquier lugar del mundo.

Ahora bien, también hay bastantes de estos relatos que tienen como protagonistas a soldados, a veces en labores de patrulla o incluso en situación de combate abierto, otras, realizando la instrucción... Estos relatos digamos que bélicos, también se pueden calificar como "costumbristas", en realidad, pues no hará falta recordar la peculiar situación del estado de Israel y la aún más peculiar de los territorios palestinos ocupados por el estado de Israel -en 1992 aún daba coletazos la primera Intifada, a la espera de la segunda-; recordemos también que las y los jóvenes israelíes están obligados a servir en su ejército durante al menos dos años... excepto los llamados "ultraortodoxos", facción o grupo religiosos hacia el que Keret lanza más de uno de los dardos de su ironía.

Porque ésa es otra de las características -incluso más definitoria- de estos cuentos. la casi permanente presencia del humor, la ironía, el sarcasmo o lo que se tercie... Excepto en tres o cuatro de ellos -alguno de los mejores, como Terminal, sobre la relación entre dos enfermos con tumor cerebral-, este humor lo podemos encontrar, en mayor o menor medida, en todos, con alguna de sus variantes... Por mencionar sólo algunos de los mejores cuentos, tenemos desde la amable y sentimental ironía, aunque no poco absurda, de Pegamento loco o Tuberías -sobre un tipo que construye una tubería y llega al Paraíso-, a su revés sarcástico en Anette y yo follamos en el Infierno, que trata justamente de eso, un pareja que fornica en el Infierno como parte de su castigo eterno... Del costumbrista pero surreal humor (un poco "a lo Cortázar", para entendernos, de Sólo por 19'99 shekels (IVA y gastos de envío incluidos) al no menos divertido pero más exótico (para un israelí, se entiende) de Relato traducido: "El vampiro o el señor McTaggarth", uno de los pocos que no está ambientado en Israel o aledaños, sino en el Tennessee redneck... También encontramos el socorrido y socarrón humor de las historias de cuernos en el matrimonio, como en Búmeran y La plaga de los primogénitos (spoiler: no todos los  que se suponía eran primogénitos). El tema religioso lo encontramos de nuevo en Dios el enano...Y, por supuesto, los que tiene como protagonista a soldados, como los tres cuentos de humor absurdo de Koji y el  protagonizado por un nieto con una exigente abuela, que conocemos en Nísperos, uno de los mejores relatos, para mi gusto.

Entre los cuentos que no tienen esa vena humorística predominan, como es lógico, aquellos que hacen alusión a la situación político-bélica de la región o a la pérdida de seres queridos por culpa de la misma: Julia, Como murciélagos, Arcadi Hilweh coge el autobús 5, Un árabe bigotudo, No son personas...  Aunque también otros que tocan temas como el bullying -Shlomo homo cara de mono- o tienen un carácter más "metafísico", por decirlo así: El problema con la hybrys, Gulliver en islandés...

En suma, un libro de relatos bastante recomendable para hacer se una idea de lo que es y ha sido la vida en el reciente y conflictivo Israel (ya que estamos, recomiendo también el cómic Jamilti y otras historias, de Rutu Modan, que yo diría que tiene bastante en común con los cuentos de Keret). bastante más parecida a lo que ocurre en nuestros lares (y supongo que en cualquier otro) de lo que pensamos, por cierto...

viernes, 22 de enero de 2021

Richard Hooker: MASH

Idioma original: Inglés
Título original: MASH
Año de publicación: 1968
Traducción: Antonio Ribera
Valoración: Entre está bien y recomendable

Venga, listillos: ¿Cuántos de los que estáis leyendo esta reseña sabíais que tanto la película (MASH. - Robert Altman, 1970) como la serie (MASH. - 1972) están basadas en una novela? Y, rizando el rizo: ¿Cuántos sabíais que tras el pseudónimo de Richard Hooker se esconden los nombres del doctor Hiester Richard Homberger Jr. y del periodista y escritor W.C. Heinz? Os he pillado, ¿eh? Va, lo reconozco. Yo tampoco tenía ni idea. Pero, ¡cuántas veces la película o la serie acaba "devorando" al libro y relegándolo al más oscuro rincón de la memoria! 

Bueno, dejo de andarme por las ramas. Para quien no haya visto la película o la serie, recordemos que M.A.S.H. narra, en clave de humor (debería subrayarlo y marcarlo en negrita), las peripecias de dos cirujanos destinados al 4077 Hospital Quirúrgico Móvil del Ejército durante la Guerra de Corea.

Así que el Humor (ahora sí) ocupa, al menos aparentemente, el centro de la novela y es el instrumento utilizado para burlarse de la guerra, del ejército, de la burocracia, del ordeno y mando, de las "cosas respetables". Humor negro, absurdo, un poco bestia en ocasiones, surrealista, con situaciones disparatadas y exageradas que, por momentos, acercan también a la novela a una suerte de picaresca moderna. Pero en M.A.S.H. no solo hay risas y ratos de ocio marcados por el alcohol, las timbas de póker o las bromas pesadas. Estamos en un hospital de campaña y hay también, aunque en menor medida a lo largo de la novela, jornadas maratonianas de trabajo con los consiguientes efectos sobre los personajes, éxitos y fracasos en el quirófano, dudas, etc, pero también solidaridad, colaboración, respeto mutuo o amistad. Así, "rutina médica" y "rutina de ocio" sirven por separado como respiraderos de la novela (260 páginas de una u otra quizá se harían pesadas) y sirven unidas para mostrar el absurdo de la situación. No olvidemos, y esto quizá sea clave a la hora de analizar su éxito en el momento de su publicación, que los EEUU se encontraban inmersos en plena Guerra del Vietnam. 

Como puntos débiles de la novela, quizá se echa en falta un mayor desarrollo de los personajes y un mayor peso de las contradicciones que la situación puede provocarles en el aspecto psicológico. En su mayoría, la novela no deja de ser una sucesión de "sketch" muy divertidos (en general), pero el contexto en el que suceden daba para algo más. Por último, quizá alguno de los "sketch" no ha envejecido del todo bien, aunque quizá esto sea una cuestión de lo políticamente correcto o incorrecto según la época y el lugar.

jueves, 21 de enero de 2021

Thomas Bernhard: Hormigón

Idioma original: Alemán
Título original: Beton
Año de publicación: 1982
Traducción (al catalán): Clara Formosa Plans
Valoración: Recomendable (aunque no para todo el mundo)


Hormigón es mi primera toma de contacto con Thomas Bernhard, escritor austriaco de nicho cuya narrativa se considera compleja y exigente. Compleja y exigente me ha parecido, de hecho, esta novelita, y eso que los admiradores del autor la consideran uno de sus trabajos más accesibles. 

Vaya por delante que Hormigón sólo se puede leer febrilmente, y que nos zambulle en un laberinto psicológico cuyos cambiantes pasillos han sido diseñados por un cronista no fiable. De modo que puede abrumar a algunos, pero creedme cuando os digo que deleitará sobremanera a aquéllos que apreciamos este tipo de propuestas.  

En forma y fondo, el texto me ha recordado a la primera parte de Memorias del subsuelo, de Fiódor M. Dostoievski. A fin de cuentas, estamos frente a un soliloquio plagado de repeticiones y contradicciones; ante un protagonista neurótico y desagradable que va alternando la arrogancia envalentonada con un marcado autodesprecio. 

Hablando de Rudolf, el protagonista de esta historia: he simpatizado muchísimo con él. Es un misántropo que requiere soledad; al mismo tiempo, y por contradictorio que suene, necesita a los demás. Asimismo, aborrece a sus semejantes, pero no por ello su opinión de sí mismo está por los cielos, pese a saberse diferente.

De las muchas virtudes de esta obra, destacaría las siguientes: 

  • Las lúcidas críticas a Austria (específicamente a su alta sociedad y sus políticos), las ONGs o la iglesia católica. 
  • Su reivindicación de la individualidad, a la que no mitifica, y su aceptación de lo cansino que resulta aferrarse a ella en una sociedad gregaria. 
  • La relación entre el protagonista y Elisabeth, su hermana. Es malsana, pero extrañamente conmovedora a la vez, y nos es mostrada con todas las luces y sombras que uno podría esperar: hay en ella amor y odio, admiración y despecho, autonomía y dependencia. 

Para ir terminando, sentenciaré que Hormigón me ha gustado. Cómo no iba a hacerlo: recuerda a Memorias del subsuelo, mi novela predilecta; aunque agota, no llega a saturar en ningún momento, dada su brevedad; y, para colmo, la desconsolada visión del ser humano y de la existencia de Bernhard coincide a grandes rasgos con la mía. Sin lugar a dudas, insistiré con este escritor.  


También de Thomas Bernhard en ULAD: Aquí

miércoles, 20 de enero de 2021

Emilio Sánchez Mediavilla: Una dacha en el Golfo

Idioma original: español

Año de publicación: 2020

Valoración: muy recomendable

Creo que no es la primera vez que desde este blog reivindicamos la crónica como un género muy destacable, desde luego nada menor, y este libro es una confirmación más de su valía literaria, de un interés complementario (el viaje desde la comodidad del sofá) como es la posibilidad del acceso a cierta información de primera mano, cuando uno, por las razones que sea, no va a poder disfrutar de la experiencia in situ. La crónica es un testimonio y la crónica es una vía de escape y de conocimiento, pero también, y este es otro ejemplo, un excitante punto de partida para desviarse hacia otros territorios, elaborar una opinión propia en base a ese sustancial caudal de información.

Emilio Sánchez Mediavilla es periodista y no es nada ajeno al mundo literario: es uno de los fundadores de Libros del KO, editorial comprometida que ha contado con la suerte de anotarse dos bombazos editoriales, uno casi involuntario, Fariña, que disfrutó de la impagable campaña promocional del fallido secuestro de sus ediciones, el otro previsible, El director, ambos libros que coincidían en el señalamiento del PP como ejemplo (por supuesto, individual y casos aislados y bla bla bla) de partido sustancialmente corrupto y con tendencia a usar las cuitas y conspiraciones como instrumento habitual para el logro de sus fines. Cosa, por desgracia, que no es que esté ausente en otros partidos de todo pelaje. 

Pero este no es el momento de incidir en las continuas decepciones con que nos obsequian los políticos. Como si quisiéramos confirmar que en todas partes cuecen habas, la línea argumental de esta crónica, premiada por cierto, es la vida de Emilio, autor, y Carla, su pareja, cuando se trasladan a Bahrein a vivir, por motivos profesionales de ella, e inician su adaptación, una adaptación compleja por diversas cuestiones, pero mediatizada por la situación política del país del Golfo. Sánchez no se limita a acumular anécdotas y marca una sana distancia con el tono turístico propio, por ejemplo, de programas de TV como Callejeros viajeros, esos interesantes y entretenidos pero a veces demasiado banales reportajes televisivos donde expatriados comparten sus andanzas, sin que se puedan desprender de ciertos tópicos consistentes en echar de menos la tortilla de patatas de mamá, quejarse de los horarios y los usos locales, añorar a los amigos y, normalmente, acabar presumiendo de sueldos astronómicos y niveles de vida inasequibles en este país exportador de talento al que no puede pagar en consonancia. En este interesante libro no vamos a encontrar ese perfil: Sánchez sabe que es periodista y que eso lo convierte en una presencia incómoda para el poder. Sánchez es periodista y actúa en consecuencia: procesa lo que ve en esa clave y sus conclusiones son claras: hay que andar precavido con el entorno que uno le rodea, un entorno libre cara a la galería (Bahrein es uno de los únicos países de la zona que ha despenalizado la homosexualidad) pero que en realidad compensa ese hipotético rasgo de modernidad con severos contrapesos: los opositores desaparecen, los periodistas que investigan sus desapariciones desaparecen. Un entorno enfermizo tizna esa felicidad artificial del centro comercial y de las comunidades exclusivas para extranjeros residentes: la discriminación de la mayoría chií, despojada de derechos por la aristocracia suní como aduladora y cómplice de una familia real que explota y sojuzga, los trabajadores asiáticos trabajando por miseria y sin derechos laborales para que esa élite se enriquezca de forma inmoral, en medio de un país dividido por esos hechos y donde solo se trata de saber dónde habrá conflictos en las calles para tomar otro camino. Oscuro, críptico, peligroso con ese peligro sutil que no se percibe con claridad.

Y Sánchez Mediavilla nos expide el billete por el coste de un libro, esa clase de libros que tan pronto te permiten pasar simplemente un rato entretenido leyendo, tal es la fluidez de la prosa, como, súbitamente, reparar en que has recibido información, la has procesado y has generado ya tu propio concepto, tu propia opinión acerca de aquello sobre lo que has leído. No subestimemos el género, por favor.

martes, 19 de enero de 2021

Patricia Highsmith: Rescate por un perro

Idioma original: inglés
Título original: A Dog's Ransom
Año de publicación: 1972
Traducción: Jordi Beltrán
Valoración: como poco, recomendable

Edward Reynolds es un editor de Nueva York que comienza a recibir en su casa cartas amenazantes. Al poco, su adorada caniche Lisa es secuestrada y le piden 1000 dólares como rescate. A partir de ese hecho delictivo -aunque de carácter menor, por decirlo así-, se van sucediendo una concatenación de vicisitudes, errores y decisiones en alguna medida ambiguas, que acaban por provocar situaciones y consecuencias de una gravedad mucho mayor. No se trata ésta, sin embargo, de una novela policíaca cl´ñasica, novela-problema, etc., en la que haya que averiguar quién es el criminal: aquí sabemos enseguida quién es el chantajista, las circunstancias de su vida y hasta sus pensamientos; de hecho, y aunque haya bastantes más personajes, la narración se centra en él, en el señor Reynolds, dueño de la perrita, y en el policía que trata de ayudarle, un agente bisoño llamado Clarence Duhamell que, al fin y a la postre, se convierte en el verdadero protagonista de la historia.

Como se ve, y tal como sucede en muchas novelas de esta autora, la trama se centra en las dificultades y cuitas que les sobrevienen a hombres jóvenes, en apariencia bienintencionados, pero a menudo dotados de un sentido moral discutible o, cuando menos, de cierta doblez... aunque quizás no sea éste el caso, exactamente, de Duhamell, un personaje que trata de hacer lo que es correcto, pero que se ve superado por los problemas y su propia debilidad para afrontarlos. De todos modos, ninguno de los personajes principales representa un ejemplo de determinación y fortaleza; todo lo más, en algún caso, de no poca terquedad. Ningún hombre, en realidad, resulta un ejemplo demasiado admirable en esta historia; un poco mejor paradas salen las mujeres que aparecen, aunque tampoco es que sus comportamientos sean los más edificantes... En verdad, más allá de los avatares y desdichas de unos personajes concretos, la novela trata, o puede hacer reflexionar al lector al respecto, sobre los límites socialmente aceptados (o, al menos, justificados) de algunos actos en principio considerados impropios. ¿Depende de qué se traten, de quién los cometa, de contra quién se cometan? ¿Hasta qué punto son aceptables o condenables? Claro está, si ya conocéis sus libros, que Patricia Highsmith no es quien nos va a dar la respuesta a estas preguntas, pero sí quien nos puede impulsar a hacérnoslas...

La novela, huelga decirlo, está escrito con la habitual prestancia que caracteriza a esta autora, con ese estilo tan propio, no poco perturbador en su frialdad, pues le concede el mismo énfasis a un crimen que a cualquier actividad cotidiana. como pega (y siempre muy relativa) , podemos decir que no sólo es estilo, sino la composición de esta novela resulta, si no previsible, sí que demasaido familiar para quien haya leído más libros de la Highsmith; en ocasiones se diría que la escritora estaba siguiensu propio y estupendo manual Suspense. Cómo escribir novelas de misterio... si no fuera por que éste fue publicado unos cuantos años después. pero ahí está la concepción de los personajes, la ambientación, los diferentes pasos y giros de la narración... En fin, que por ello  Rescate por un perro no pasará por ser una de las grandes novelas de Patricia Highsmith, aunque ya sólo por ser una, no digo que del montón, pero quizá más rutinaria, de esta autora, ya le confiere un interés y un nivel mucho más alto del que alcanzan las obras de una gran mayoría de escritores.

Nota: Hoy, 19 de enero del 2021, es el centenario del nacimiento de esta gran escritora, así que sirva esta modesta reseña como homenaje y recuerdo. Por si alguien tiene interés (que espero que sí), puede encontrar otras reseñas de sus libros aquí

lunes, 18 de enero de 2021

Contrarreseña: La desaparición de la niñez, de Neil Postman

Idioma original: inglés

Título original: The Disappearance of Childhood

Traducción: Margarita Cavándoli

Año de publicación: 1982

Valoración: Está bien


Vaya por delante que esto no es exactamente una contrarreseña, o no del todo, sino más bien un complemento o un intento de aportar una perspectiva diferente a un libro que ya ha pasado por ULAD. Como bien explicaba Jaime en su reseña, se trata de un ensayo escrito por un autor que trabaja habitualmente temas sociológicos relacionados con la comunicación, y que en este caso afronta, como deja bien claro el título, la cuestión del trato diferenciado que la sociedad otorga a la población infantil, desde cuándo, por qué, o hasta cuándo. Indica el autor que la niñez (vocablo feo donde los haya, casi tanto como adultez), a diferencia de la infancia, ‘no es una categoría biológica, sino un concepto social’ basado en la idea de que hay un segmento social que necesita, en base a la edad, una diferenciación nítida desde el punto de vista de formación, costumbres, nivel de información, etc.  

Es algo que según Postman no existe en la Edad Media, cuando los menores de toda edad son adultos en miniatura que trabajan, trampean, maldicen y participan en todas las actividades de los adultos sin más singularidad que su tamaño. El concepto nace como tal, en su opinión, con la aparición de la imprenta, cuando adquiere importancia la capacidad de leer y escribir, algo que queda reservado a los adultos (vamos, a unos poquitos), quedando los niños al margen del flujo de información que empieza a circular a través de los libros. Con este efecto cada vez más acentuado, llegamos al siglo XX (siempre en el mundo occidental y digamos instruido, claro) con los niños metidos en una supuesta burbuja, ajenos por completo al mundo adulto, quemando sus etapas de aprendizaje escalonado, hasta que aparece la televisión. En este momento, dice Postman, se empieza a doblegar ese proceso hasta revertirlo y poner en peligro o directamente hacer desaparecer la estanqueidad de ese ámbito. Aquí es donde creo que el autor patina un tanto, aunque se entiende: Postman ha dedicado unos cuantos estudios a implicaciones de la tecnología con la comunicación y el lenguaje, y se le ve impresionado por el poder que aquello que se llamaba ‘la caja tonta’ ha adquirido en la sociedad. Porque no olvidemos que el libro está escrito en 1982, cuando ya la televisión había cogido mucho vuelo y… claro, lo que usted está pensando, salvo en círculos minúsculos y casi clandestinos ¡no existía ni la más remota sospecha de que pudiera inventarse algo como internet! Suena raro, pero es así.

Bien, todo esto lo resume Jaime con una capacidad de síntesis desde luego muy superior a la mía. Pero yo sugeriría más cosas para el debate.

En mi opinión, el autor se equivoca en el planteamiento, porque ese proceso de desaparición de la niñez no trae causa de la televisión, sino que seguramente responde a un proceso mucho más complejo (cultural y sociológico) que a lo sumo se refuerza con la irrupción de este medio. El paralelismo que establece entre imprenta-surgimiento del concepto de niñez, y televisión-decadencia del mismo, queda bonito, pero creo que es bastante exagerado, sobre todo en esa segunda fase. El mismo autor lo reconoce un poco veladamente en la última parte del libro, la más interesante, cuando abre un tanto el foco y comienza a referirse a los cambios culturales que se registran en la sociedad (se centra en la estadounidense, pero es extensible a otras) y que contribuyen a borrar los límites entre el mundo infantil y el adulto: el cambio del modelo familiar tradicional, la menor presencia en el hogar de padres y madres y, sobre todo, la intervención de dos corrientes enfrentadas pero de efecto complementario. De un lado, la convicción de que ya no es necesario establecer una línea defensiva alrededor de los niños (o simplemente es más cómodo no hacerlo) y de otro, el proceso de infantilización del mundo adulto.

Esto me parece el punto clave. No es solo que la niñez desaparezca porque, como parece indicar Postman al principio, en las casas se ha metido una máquina que escupe imágenes de forma indiscriminada, sino porque, debido a esos cambios culturales, los niños van siendo cada vez menos niños y los adultos menos adultos. El autor apunta a modo de ejemplo varios aspectos que sin duda nos serán de sobra conocidos: la forma de vestir, la alimentación, el deporte y los juegos en general, la música o, por ponernos más serios, cuestiones digamos más propias del mundo adulto (la violencia, el sexo, la competitividad) que atraviesan esa barrera cada vez más permeable. Lo que quizá Postman no fue capaz de vislumbrar fue que unos años más tarde viviríamos la paradoja de que esos mismos niños convertidos en adultos en miniatura serían al mismo tiempo sobreprotegidos por aquellos adultos trasmutados en jovenzuelos. O tal vez todo se debe a la progresiva sacralización de la juventud, de forma que tanto niños como adultos pugnan por tener siempre veinte años. Bueno, una digresión más, que creo que es lo que el libro pide, más allá de su contenido concreto.

De manera que el texto en sí es indudablemente un producto de su tiempo (principios de los 80) y ahí, visto con perspectiva de varias décadas después, cojea de forma notable, aunque aporta algunas reflexiones interesantes. Como muchas veces ocurre en trabajos de este tipo, aunque la lectura no sea del todo gratificante tiene la virtud de provocar el debate, de ponernos a pensar y, ahora sí, fijar un punto de partida sobre el que darle unas vueltas a nuestras reflexiones de lectores y ciudadanos del siglo XXI. Con internet, las redes sociales, La Voz Kids, el anime y cosas así.

P.S: En lo que hay que reconocer que gana por goleada la reseña original es en la cubierta, con esa niña pintarrajeada que recuerda a los discos de Belle and Sebastian, frente a la terrible estética setentera de la edición en castellano que he tenido entre manos.

Reseña originalaquí

También de Neil Postman en ULADDivertirse hasta morir



domingo, 17 de enero de 2021

Marta Orriols: Dulce introducción al caos

Idioma original: catalán
Título original: Dolça introducció al caos
Traducción: Noemí Sobregués
Año de publicación: 2020
Valoración: recomendable

Casualidades de la vida o no, en menos de un año he leído dos libros de autoras catalanas que tratan sobre el embarazo no deseado por, al menos, una de las partes. Estoy hablando de Eva Baltasar y su «Boulder», pero también de este libro que nos ocupa de Marta Orriols. Las diferencias entre ambos libros son abismales pues, a pesar del gran talento que tienen ambas autoras, mientras en Boulder se incide en cómo la elección y su consecuencia afecta a la pareja y su vida, Orriols trata sobre cómo la propia toma de decisión influye en la vida de cada uno. Dos enfoques totalmente diferentes, dos estilos radicalmente distintos, aunque podrían ser complementarios.

Cabe decir que leer a Marta Orriols supone constatar que la manera de decir las cosas importa, que sabe buscar la belleza en las palabras, que se nota en su estilo un deseo (casi un ansia) de escribir buscando la perfección. Porque es obvia su intención de encontrar aquellas descripciones sobre los sentimientos que albergamos dentro de nosotros, a las que hábilmente parece encontrar siempre aquellas palabras que los definen. Incluso, en ocasiones, haciéndolo en exceso. Veamos.

A modo de resumen, la autora basa su relato en la pareja formada por Dani y Marta, de treinta y pico años cada uno, de caracteres diferentes y necesidades afectivas casi discrepantes. Su vida, tras más de dos años juntos, experimenta un punto crítico en su relación, pues ella queda embarazada y decide no seguir adelante con el embarazo, interrumpirlo, abortarlo, finiquitarlo. Este hecho (que ocurre en las primeras veinte páginas, por lo que no desvelo nada que estropee la lectura) supone un momento crucial en la vida de cada uno y también en la propia como pareja, pues estos momentos críticos, decisivos y definitivos, cada uno los experimenta desde su propio ser, situando las necesidades personales por encima del conjunto. Y, siendo así, es inevitable que en momentos de decisiones irreversibles cada uno actúe como sepa, o como pueda o como el cuerpo le pida. Incluso a costa del otro, o de uno mismo.

Y, en esa relación en la que se encuentran Dani y Marta, en un continuo y suspendido estado de embriaguez emocional, con sus imperceptibles defectos y fricciones que sirven únicamente para constatar que sus sentimientos son reales, que existen, en un momento de placentera relación propia de quien se encuentra en un perpetuo estado de solidez sentimental, ¿qué ocurre cuando se produce un embarazo no buscado? ¿Cómo afecta a los dos miembros de la pareja por separado y cómo lo hace como pareja? Y, es más, ¿qué ocurre si ella tiene claro que no quiere seguir con el embarazo y lo asume y decide sin intención ni margen de debatirlo o, tan siquiera, de tantear puntos de vista u opciones? ¿Qué ocurre cuando la decisión deja al otro al margen de la propia pareja, desplazando el centro hacia un lugar al que no puede acceder, cuando la decisión afecta a la pareja, pero también a uno mismo, al tener que responder a la ineludible cuestión de si ha llegado el momento de «agarrarse a un proyecto de por vida y dejar atrás el simulacro de vida feliz donde nada es definitivo ni comprometedor» porque aquello «que de verdad da miedo es dejar de ser quienes son para volcarse en otro, llenar la vida de miedo que ahora no tienen, iniciar algo conjunto y para siempre»? Este es el argumento sobre el cual gira esta novela de Marta Orriols, donde la acción transcurre en unos pocos días, en un breve lapso de tiempo que incidirá en una vida entera.

Estilísticamente, uno reconoce enseguida la calidad literaria de Orriols, de trazo preciso, claro, poético, detallado y detallista. Es evidente que escribe bien, domina el lenguaje y lo adorna de palabras que envuelven los sentimientos haciéndolos reconocibles y hasta cierto punto deseables, con frases de poética musicalidad y precisa estructura buscando siempre alcanzar los sentimientos del lector. Sin embargo, detecto en este libro (o, mejor dicho, en su primera mitad) un defecto importante, no por carencia, sino al contrario, por exceso; una desmesura en la búsqueda de la perfección. Da la sensación de que cada frase tiene que ser arrebatadoramente perfecta, bella y precisa, como si su escritura sufriera un síndrome de Stendhal donde el propio relato pierde fuerza y se desvanece ante tanta belleza, porque el dominio del lenguaje de Orriols es tan acaparador que puede empalagar por exceso si no se contiene; como un artista descomedidamente exquisito que necesita plasmar de manera perfecta cada trazo, ignorando que en la imperfección y en los vacíos también puede haber belleza, en esos huecos que dejan respirar al lector y le sorprenden por contraste.

El relato gira demasiado en torno al sentimiento de sorpresa y al impacto por la noticia, y sitúa a Dani en un intento y voluntad de poder volver a la situación anterior a que ella comunicara la noticia. Pero lo que sorprende es que la voluntad de él está en seguir adelante, pero no se exponen sus motivos. Y eso hace que difícilmente conectemos con un personaje que, aunque descolocado, necesitamos que sea a la vez creíble. Porque en ocasiones da la sensación que el elemento disruptivo de la noticia del embarazo hubiera funcionado prácticamente igual si la noticia fuera acerca de una enfermedad terminal o una infidelidad; la revisión de una vida y una relación, las dudas sobre la pareja y su durabilidad. Así, habla más de la pérdida de libertades y añoranza a la juventud que de la ilusión hacia el nuevo futuro, aunque sepa que la decisión de interrumpirlo está ya tomada. Da la sensación que Orriols se sirve de esa premisa para hablar sobre anécdotas del pasado y episodios puntuales sobre la juventud, las relaciones sentimentales, la pareja, el trabajo, la rutina, el deseo... así como nutrir el relato de reflexiones de Dani acerca del sindicato de guionistas o los problemas de la industria televisiva, los problemas de la generación próxima a los treinta años, la juventud añorada, el trabajo o la rutina que en ocasiones tienden al cliché. No es fluida su imbricación con el punto de partida, no transiciona de manera natural la crítica con la historia contada ni tampoco ayuda la aparición de personajes secundarios insuficientemente definidos y que aportan poco a la historia. Además, y es otra percepción personal, estructurar el relato en grandes bloques correspondientes a los personajes hace que las dos partes del libro sean desequilibradas.

Afortunadamente, estos defectos se diluyen y desaparecen pasada la mitad del relato, donde la parte de Marta pasa al primer plano y corrige con creces esas sensaciones anteriores; aquí sí hay conexión, hay belleza, pero no desmesura, hay definición y facilidad en empatizar. Hay dudas definidas y reales, hay incertidumbres fundadas, pero no por un pasado determinado sino porque es la condición humana ante la duda de si tomar una decisión u otra temiendo que ninguna de las dos sea la correcta; porque puede que no sea el momento, pero puede que nunca lo sea. Porque ella tiene «la seguridad de que la suciedad la genera ella tome la decisión que tome». Porque siempre hay motivos para posponerlo, hasta que el siempre deja de ser una posibilidad remota. 

Es en ese tramo final del libro, a partir de la visión de Marta y del desenlace de la historia, donde Orriols muestra todo su potencial, donde despliega el tapiz del relato allí donde se siente cómoda: en las emociones, en los sentimientos, en los vacíos existentes y las verdades a medio decir. Es en esos espacios de pequeños silencios y grandes verdades calladas, donde se percibe más confortable con el relato y deslumbra con altas dosis de veracidad y realismo, de silencios antiguos y emociones contenidas. Orriols es buena en esto, pues más que en construir pasados o ambientes, sublima la narración cuando habla de lo que sienten sus personajes, que todos somos un poco ellos, que por eso retratan unas vidas que, más próximas o lejanas en apariencia, contienen algo de nosotros dentro de ellas. 

Pero que los defectos expuestos no lleven a engaño, pues el libro bien vale la lectura; en ese estilo bello, precioso, pero a la vez hiriente en algunos casos, encontramos auténticas joyas que la autora nos sirve para constatar su talento al definir emociones, como cuando describe los inicios de una pareja, ese momento en que «festivos, empezaban a idear un mundo en común y aún no podían preverse los gestos» o con Dani, que a sus treinta años, «se sabe instalado en una libertad volátil, en parte impuesta por un sistema que facilita una especie de resistencia a la inmadurez» o constatando, en otra de las grandes verdades que contiene el libro, que «la amistad es un espejo perfecto» en el que buscar el reflejo de quién somos. También la revisión de una vida y la reflexión sobre el futuro incierto que asoma, cuestionándose «qué tiene más valor, lo que ha vivido o lo que se pensaba que viviría». 

Por todo ello, un libro recomendable a pesar de su irregularidad porque leer a Orriols siempre es una decisión acertada, es como recobrar la sensación de sentirse comprendido por un autor, de poner las palabras adecuadas para describir emociones que tienen sus personajes, pero que podría tener el propio lector. Sorprende la decisión de Orriols en centrar la vista principalmente en Dani cuando lo fácil hubiera sido hacerlo sobre Marta. Y no únicamente fácil, sino también provechoso, porque es en Marta donde parece que la autora se siente más a gusto, donde aparta clichés y sensaciones ya vistas, donde se vuelca irremediablemente y deposita todo su talento en esbozar los distintos pliegues anímicos por donde se esconde cada uno de nuestros miedos e inseguridades. 

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