viernes, 4 de octubre de 2024

Luis Carlos Barragán Castro: Parásitos perfectos

Idioma original: Español  
Año de publicación: 2024
Valoración: Recomendable

Parásitos perfectos agrupa trece relatos de distinta extensión escritos por el colombiano Luis Carlos Barragán Castro. En todos ellos hay elementos de ciencia ficción, toques weird o una interesantísima mezcla de ambas cosas. Algunos de ellos comparten escenarios o premisas.

¿De qué van? En "No es un metro, pero es algo" asistimos a un perturbador reencuentro. En "Simbiosis", al periplo de un adicto después de caer en las garras de una mafia. En "Cefalomorfos", a la reconciliación entre un hombre y su difunta hermana. En "Carretera negra", a la liberación que experimenta una profesora obesa tras adquirir un vehículo y unirse a una tribu de inconformistas. En "Maschalagnia", a las fantasías sexuales de dos individuos obsesionados con las axilas. En el relato que da nombre al conjunto, a un estudiante de PhD de Biología que se une a los «bio», un grupo que infesta voluntariamente sus cuerpos. En "Om-Phalos9", a dos pilotos eunucos que inician una relación. En "Centípode azul", a una anciana tiene la oportunidad de enfrentarse a su difunto marido. En "Túneles", a un hombre que intenta sobreponerse al hecho de que su pareja le dejara. En "La Cara", a un militar cuya reconstrucción facial le permite controlar a los demás. En "Amor de Gulgrumbo", al advenimiento de unas extrañas criaturas que surgen tras el consumo de una droga. En "Teología de los campos de fuerza", a un reducto de civilización en el que los religiosos ostentan el poder. En "Tinnitus", a un conflicto entre dos facciones presente en dos líneas temporales distintas.

Como decía antes, Siempre hay un toque de ciencia ficción o weird adornando estas premisas. La adicción de "Simbiosis", por ejemplo, es a memorias ajenas. La reconciliación en "Cefalomorfos" se da gracias a la mediación de unos hongos que adoptan la forma de cabezas humanas y tienen poderes telepáticos. La tribu de "Carretera negra" se dedica a entrenar a sus carros y a cazar y devorar otros. En "Túneles", la gente abandona sus vidas tediosas y sus responsabilidades sociales atravesando a un «módem».

Algunos de estos relatos comparten mundo. Un mundo para nada futurista, pese a las diferencias geopolíticas y avances tecnológicos que le diferencian del nuestro. Un mundo en el que existe Bogotá2 y Plutón ha sido conolizado. Un mundo en el que insectos de todo tipo se usan de mil formas distintas: como APF Decoder, como vehículo, como método adelgazante, como teléfono móvil, como compañero sexual, como cafetera y un largo etcétera.

En casi todos los relatos, compartan el mundo de los insectos o no, el worldbuilding es muy detallado. A fin de cuentas, cada mundo tiene modas, profesiones y moneda propias, por ejemplo. Asimismo, Barragán Castro explora a consciencia los conceptos barajados hasta exprimir todas sus posibilidades; gracias a esto se nos presentan ideas extremadamente ingeniosas, como por ejemplo las ONG que rehabilitan a «humanos-animal», el rol de los profesores cuando «los niños de 16 saben conceptos avanzados de mecánica cuántica y son capaces de reproducir las formulaciones matemáticas que dan origen al sistema de estándar de la física de partículas» o el grupo de apoyo de Pilotos Eunucos Asociados y Anónimos.

Las influencias de Barragán Castro son, en ocasiones, evidentes. Está claro que "Om-Phalos9" le debe mucho a la novela Crash de J. B. Ballard; asimismo, "Maschalagnia" o "Parásitos perfectos" parecen beber de mangas ero-guro de Shintaro Kago sobre fetiches y parafilias. También a Kago recuerdan algunas de las ilustraciones interiores del volumen (de las cuales hablaré en breve), así como la imaginería de "La Cara". Sin embargo, Barragán Castro logra encauzar todas estas referencias hacia un estilo propio y aportar su enfoque particular.

Mis relatos favoritos del conjunto son los más longevos. A fin de cuentas, permiten a Barragán Castro poner a sus imaginativas premisas al servicio de búsquedas temáticas (la precariedad de los inmigrantes, la drogadicción, la corrupción política, la violencia de género, el desencanto vital, la frustración sexual, etc...). 

Los relatos breves, a excepción de un par, no me han gustado tanto. Y es que se limitan a entregar una idea creativa que, o bien carece de enjundia, o bien no es llevada al límite. A eso hay que sumarle que pueden antojarse un tanto reiterativos; a fin de cuentas, varios de ellos narran cómo una especie de parásitos se aprovecha de los humanos para expandirse, o relaciones homosexuales en las que alguna razón dificulta la intimidad sexual. Aun así, incluso estos relatos más flojos funcionan por la viveza de sus escenas, muy explícitas, turbias y desagradables.

Resumiendo: Parásitos perfectos es una antología irregular, pero personal, imaginativa y efectiva en líneas generales que gustará especialmente a los amantes de la ciencia ficción, el weird y el erotismo decadente. Yo mismo releeré sin duda algunos de sus relatos; seguramente los logradísimos e intensos "No es un metro, pero es algo", "Simbiosis", "Carretera negra", "Om-Phalos9" o "Teología de los campos de fuerza".

Ah, no puedo terminar esta reseña de Parásitos perfectos sin alabar las ilustraciones de cubierta e interiores que engalanan el volumen. Se las debemos, al igual que los relatos, a Barragán Castro y, sin ser excepcionales, destacan por la creatividad que dejan entrever; asimismo, el formato de las interiores, dispuestas al final de cada relato a modo de páginas de enciclopedia, resulta bastante pertinente.

jueves, 3 de octubre de 2024

Gregorio Muro Harriet & Daniel Redondo: La marca de la bruja

Idioma original: castellano, euskera y francés (*)

Títulos originales: Infernuko erromesak; La marque de la sorcière; La marca de la bruja.

Año de publicación: 1983 por parte, en la revista Habeko Mik; 1985, como álbum integral.

Valoración: recomendable

Puesto que ha comenzado eso que los cursis llaman la spooky season (convendremos que suena bastante cheesy... aunque claro, decir cheesy también lo es), propongo hacer un repaso por diferentes personajes emblemáticos del género de terror, ése que a algunos nos encanta (nunca mejor dicho), aunque nos lo pueda hacer pasar bastante mal... y de hecho, mejor si nos lo hace pasar mal. Uno  de esos arquetipos terroríficos, ya desde los cuentos populares enraizados, supuestamente, en la noche de los tiempos: las brujas. 

También es verdad que la acusación de brujería se solía hacer en épocas pretéritas de forma no ya falsa, sino bastante gratuita y eso es lo que le ocurre a la protagonista de esta historia, Elvira de Goitie, una vecina de Ustaritz, en Lapurdi (País Vasco francés), que en 1611 es detenida por supuesta brujería (la verdadera cusa de la acusación es bastante más pedestre). Logra escapar de la prisión junto a unas tía y sobrina de Biarritz, Catheline y Ane, y junto al hijo de Elvira, con la ayuda dela curandera Inés y el pastor Martín de Harza, cruzan la frontera, perseguidas por los hombres del tristemente célebre Pierre de Lancre -este sí fue un personaje real-, para llevar a cabo un periplo por tierras navarras, riojanas y aragonesas durante el que vivirán diversas aventuras, sinsabores y alguna que otra alegría. De paso, se irán uniendo a esta improvisada familia  otros miembros como el joven Felipillo o el alquimista francés Eugéne.

Así pues, asistiremos a tribulaciones varias, combates a espada, asesinatos... de hecho, buena parte de las vicisitudes de Elvira y sus amigos se diría sacada de algún episodio de C.S.I. o de algún caso de la señora Fletcher, puesto que deben resolver los misterios con los que se van topando -en algún caso, siendo ellos también el objetivo de los criminales- en una variedad de aventuras de lo más entretenida, a lo largo de cuatro episodios largos y tres intermedios más cortos ; al parecer, en su momento se publicó también un quinto, pero por mor de las circunstancias no fue terminado de forma satisfactoria y no fue incluido en esta recopilación...


Lo más interesante, aparte de la trama en sí de estas historias, es la ambientación que se hace de la época, el siglo XVII, con un repaso de los entresijos de la sociedad, las costumbres, fiestas, etc. aparentemente muy bien documentado, así como un retrato de ciertos grupos marginales como los pícaros y buscavidas, los agotes de Navarra y los moriscos -ocultos- de Aragón. Los autores muestran además una gran sensibilidad hacia los problemas de las mujeres de la época, totalmente subordinadas al dominio masculino y víctimas, a menudo, no sólo de la violencia individual sino institucional (sensibilidad que tal vez pueda sorprender a algunas miembras y miembros de las nuevas generaciones, viniendo de unos "señoros" de hace 40 años... lo que demuestra que los prejuicios suelen estar errados).

Para que esta ambientación resulte verosímil es fundamental el aspecto gráfico de este cómic; las ilustraciones de Daniel Redondo, de trazo realista y muy detallado, en la línea de la BD de género histórico y de aventuras de aquellos años (François Bourgeon, Juillard, Hermann Huppen), no sólo muestran un grandísimo nivel en lo que se refiere a personajes, paisajes y animales (los caballos suelen ser una pesadilla para los dibujantes, según se dice), sino además, en la recreación arquitectónica, ya se trata de pequeños pueblos o de ciudades como Logroño, zaragoza o incluso París, mostrando unas reconstrucciones minuciosas y cabe suponer que bien documentadas que resultan una auténtica delicia. Sólo por esto merecería echarle un vistazo a este libro, pero ya digo que no es lo único por lo que recomiendo su lectura, si tenéis la ocasión. Cierto que la bruja en cuestión no satisfará tanto a los amantes del terror, pues acaba siendo algo bien diferente, pero eso también era lo que ocurría con las brujas "de verdad", después de todo...


(*) Nota: he puesto estos tres idiomas como originales porque la trayectoria editoria de las historietas recogidas en este libro resulta bastante curiosa. Concebido originalmente en castellano, al parecer, fueron primero publicadas por entregas en lengua vasca, en la revista de cómics para adultos habeko MIk, del organismo del Gobierno Vasco para la enseñanza y difusión del euskera; después editadas como libro en Francia por Dargaud (en francés, se entiende), no siendo recopiladas y publicadas en español (y en euskera, de nuevo), hasta 2017.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Eduardo Pérez Ortiz: 18 meses de cautiverio. De Annual a Monte-Arruit 1921

Idioma original: Español

Año de publicación: 1923

Valoración: Recomendable

Este libro que hoy os presentamos es, si no el único, uno de los escasos testimonios directos del Desastre de Annual. Enmarcado en la Guerra del Rif,  conflicto absolutamente olvidado y arrinconado en la historiografía patria, el desastre de Annual fue una dolorosa derrota (más de 8000 soldados fallecidos) de las tropas españolas a mando de los "rebeldes" rifeños liderados por Abdelkrim y supuso un cambio en la estrategia hasta entones empleada por el ejército español en la Guerra y una modificación en la percepción que del amigo Alfonso XIII tenia parte del pueblo y de la clase política.

Quien nos habla del desastre es el coronel Eduardo Pérez Ortiz, testigo y narrador de la derrota y posterior cautiverio que sufrió junto a centenares de compañeros. Como curiosidad, Pérez Ortiz fue alcalde de Ceuta en tiempos de la Segunda República. Igual el hombre era algo gafe, no sé. 

Centrado más en la exposición general de los hechos que en la personal interpretación o valoración de los mismos, el texto de Pérez Ortiz tiene una doble cara: la de crónica militar como la de crónica del encierro. 

Marcada, al menos en su inicio, por un estilo algo rígido y anacrónico del que el autor se va separando en páginas posteriores, la crónica militar me resulta algo confusa. Pasada esa confusión inicial, el asedio de Monte-Arruit eleva el nivel del texto. Comienzan a asomar pinceladas de voluntad literaria en las metáforas, las imágenes resultan más logradas y el hacinamiento, el hambre, los temores se hacen más patentes, etc. Sirva como ejemplo este párrafo, en el que se refiere a dos aviones que les lanzan ayuda y vuelven a Melilla:

Allí van a Melilla como pareja de espantadas cigüeñas, y no seguramente del peligro corrido, que siempre fueron intrépidos, sino de nuestra apurada situación

La crónica del encierro resulta, en mi opinión, más interesante para el lector. A ciertas veleidades antropológicas o psicológicas se suma una mayor plasticidad del texto, una mayor carga crítica (siempre más velada que explícita) y una mayor "implicación emocional".

Por último, llama la atención en estos tiempos la mirada que se los "moros" tenían la oficialidad o los soldados españoles de 1920. Y no tanto porque esta mirada haya cambiado o no (Koldo, cállate que mañana mismo te citan en la Audiencia Nacional), sino porque hoy en día sorprende ese lenguaje políticamente incorrecto para nuestros estándares. Ni magrebíes ni norteafricanos ni árabes ni gaitas: MOROS. O, directamente, indígenas, brutos, bestias, gorilas, salvajes, etc. Y para más inri, y salvo excepciones, ladrones, embusteros, hipócritas y cínicos. 

martes, 1 de octubre de 2024

Giorgio de Maria: Los veinte días de Turín

Idioma original: Italiano
Título original: Le venti giornate di Torino: Inchiesta di fine secolo 
Traducción: Óscar Mariscal
Año de publicación: 1977
Valoración: Recomendable (con matices)

Los veinte días de Turín estaba destinada a gustarme. En primer lugar, porque contiene muchos de los ingredientes que me atraen de una ficción: toques fantásticos y terroríficos, sucesos extraños, una atmósfera misteriosa y un tono angustioso, entre otros. También porque su factura, deliberadamente etérea, recuerda a la de algunos de mis autores predilectos: Robert Aickman, Algernon Blackwood o Walter de la Mare, por ejemplo.

Narra la investigación emprendida por un protagonista anónimo para esclarecer qué fue lo que sucedió diez años atrás en Turín. Y es que del 2 al 22 de julio, los conocidos como «veinte días», hubo una epidemia de insomnio que impulsaba a la gente a deambular abstraídamente por calles y plazas, ocurrieron sangrientas matanzas, se escucharon ruidos escalofriantes, el aire olía a vinagre, etc...

El protagonista pronto comprende que su empresa será harto difícil. Al parecer, los testigos de los «veinte días» no quieren hablar del tema, o no retuvieron gran cosa; las autoridades, por su parte, están empeñadas en ocultar información y enterrar lo sucedido; y unos sombríos antagonistas acosan y amenazan a quienes persiguen la verdad.

Así pues, en Los veinte días de Turín hay fuerzas oscuras de magnitudes desconocidas, conspiraciones y mucha paranoia (tanto individual como colectiva). También hay interesantísimos aromas kafkianos (los guardias del sótano, el clímax) y borgianos (la biblioteca que recopilaba diarios con confesiones íntimas de turineses).

Recomiendo la novela por la sutil aproximación al horror que esgrime (emparentada con la de Los sauces del anteriormente mencionado Blackwood o la de El Gran Miedo en la montaña de Charles-Ferdinand Ramuz), el desasosiego que provoca, su aterrador clímax (que me recordó vagamente al de El proceso de Franz Kafka) y la plasticidad de su imaginería siniestra.

Admito, eso sí, que no todos sus enigmas presentan el mismo nivel de sofisticación. Algunos, además, se antojan forzadamente interconectados o tramposos en su planteamiento. Sea como sea, balancea correctamente el dar explicaciones al lector sin pecar de obvio o sacrificar parte del misterio. La prueba es el críptico diálogo que mantienen el narrador y el abogado Segre hacia el final de la historia.
 
Resumiendo: Los veinte días de Turín es una joyita tan breve como intensa. Aunque inferior a propuestas similares, seguro que os seduce si, como yo, gustáis de la literatura de terror condimentada con misterios inexplicables, elementos extraños y mucha sutileza. 

La edición de Hermida es la primera que se hace de la obra en español. Tiene una ilustración de cubierta (creo que la misma que la publicación en italiano del 1977) extremadamente pertinente, no sólo por lo ominosa y perturbadora que resulta. 

Ah, la traducción de Oscar Mariscal hace justicia al texto original, aunque para mi gusto abusa demasiado de la palabra «verbigracia», la cual se me antoja forzada incluso para el registro culto y solemne por el que opta la novela.