Idioma: castellano (y algo de valenciano)
Año de publicación: 2021
Valoración: de lo más recomendable
A menudo tendemos a una idealización de los tiempos pasados (una actitud que está cundiendo bastante últimamente, creo), de los que sólo nos fijamos en lo positivo o creemos positivo y no en los aspectos negativos que suelen ir aparejados; así, se puede oír a algunas personas hablar con envidia de la vida sana y sencilla que llevaban sus padres y abuelos en el pueblo o de la solidaridad vecinal que imperaba en otra época, sin pararse a pensar que el abuelo y la abuela seguramente tenían que deslomarse de sol a sol para sobrevivir, mientras juraban contra todo lo que se meneaba, o que los vecinos se ayudaban tanto entre sí ante la carencia de unos servicios públicos dignos de tal nombre (sien olvidar el férreo control social que conllevaba).
Lo mismo ocurre con los países o las ciudades: hace años, la costa mediterránea peninsular, por ejemplo, podía verse como un vergel en el que, junto a extensas playas casi vírgenes, se extendían feraces huertos, alquerías, pequeños pueblos... En los años 60 del siglo XX el incipiente turismo, que aún podríamos considerar como "sostenible" dejó paso a otro masivo, a la construcción desaforada, al capitalismo más predador, que ha destrozado el entorno y el modo de vida "tradicional" de sus habitantes (con no poca colaboración por parte de muchos de ellos, también hay que decirlo). Algo parecido ha ocurrido con los cascos antiguos de las ciudades, en los que una época de general degradación ha dado paso a otra de "gentrificación", que puede haber saneado y restaurado calles y edificios, pero no el tejido social que los sostenía... El caso es que nos solemos fijar en el "antes y el después", en esa situación ideal o idealizada del pasado y en la actual, pero no tanto en el proceso que ha llevado de un punto a otro y mucho menos en las personas que lo han protagonizado, que lo han vivido para bien y para mal, a quien les ha propiciado sus sueños, pero también sus miedos...
En cambio, eso es lo que hace, justamente, Ana Penyas en este cómic/novela gráfica, que focaliza todo este proceso en un punto de la costa valenciana, por una parte, y por otra en la zona más degradaada de la propia ciudad de Valencia, el que se conocía (no sé si aún) como "barrio chino". La autora ejemplifica todo el cambio referido en una familia que, hasta cierto punto, puede considerarse paradigmática: el padre, oriundo de un pueblo de La Mancha, que emigró a la costa en busca de trabajo como camarero, albañil, frutero... La madre, hija de unos llauradors que sufren en propia carne la presión constructiva en su entorno; hijos que deben buscarse la vida y sólo encuentran alguna salida laboral -en el caso de una de las hijas, arquitecta, previa emigración a Alemania- en las oportunidades que les ofrece ese sistema de construcción salvaje, gentrificación y turistización de su país. Como se ve, Penyas no ignora ni oculta que los aspectos negativos del fenómeno económico y social que nos cuenta también ha traído como consecuencia un desarrollo económico y una apertura de miras que puede que quizás no hubiese posible en España de otra forma, pero al tiempo han tenido consecuencias tal vez irreversibles.... Lo mismo ocurre cuando trata de la gentrificación de un barrio tomado por las droga y la prostitución: no se establece una línea nítida sobre lo que es mejor o peor, aunque sí se ponen de manifiesto las contradicciones resultantes al final del proceso (o de momento, pues la pandemia ya ha dejado claro que no se puede descartar ningún cambio). El libro, en suma, no es un panfleto, sino una reflexión, a raíz de la cual cada lector debe sacar sus propias conclusiones, lo que resulta muy de agradecer.
En el apartado gráfico, destaca la utilización de diversas técnicas y enfoques a lo largo de todo el libro, dependiendo de cada momento: desde el dibujo más "académico" del principio, cuando nos cuenta como eran aquellas playas en las que varaban sus barcas los pescadores a otro menos realista, caricaturesco, incluso, con el aporte constante del collage de distintos elementos y de fotografías que sirven sobre todo para plasmar los escenarios, el paisaje cambiante en el que se viven o sobreviven los protagonsitas. todo ello contribuye a configurar un libro vibrante, lleno de color y cuya lectura me parece más que recomendable para cualquiera, le guste o no el cómic o la novela gráfica; sobre todo si quiere entender lo que ha pasado en este país (y sospecho que podría servir para otros, como Italia o Grecia) en nuestro pasado más reciente...
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Ante todo, quiero agradecer a Ana Penyas su amabilidad al contestar a unas preguntas para poder ofrecer esta entrevista a los seguidores de Un Libro Al Día:
-Como se señala en la reseña, me ha gustado mucho del libro que no se trata sólo de una comparación entre la situación de un pasado ideal y la de ahora, sino sobre todo de cómo ha sido todo ese proceso de cambio, con sus circunstancias en cada momento. ¿Esto era una decición tomada desde el principio del proyecto o una necesidad narrativa para poder desarrollar la historia?
-Empecé en 2018 queriendo hablar del turismo actual, porque en ese momento era una situación candente, con el auge de los cruceros, etc. Pero al leer cosas sobre el tema me di cuenta de que no tenía sentido hacer un simple pantallazo del presente, así que fue la propia investigación la que me llevó a seguir ese hilo narrativo.
-También me ha gustado que centras la historia en las vivencias de una familia cuyos miembros, por una parte, se benefician pero también son víctimas de todo el proceso... Pero, en cualquier caso, tú los tratas con mucho cariño, sobre todo a la gente mayor; es muy bonito, por ejemplo, el episodio de la abuela cuando va a la playa... ¿Éste es un simple guiño a tu trabajo anterior, Estamos todas bien, que se centra, justamente en las mujeres mayores o lo consideras ya un rasgo distintivo de tu obra?
-Un poco las dos cosas. Se trata de una familia inventada, un elemento costumbrista para poder atravesar los hechos a lo largo del tiempo, pero está basada en la realidad, porque todos conocemos a alguien o tenemos un primo, etc. que se puede ver reflejado en ellos.
En cuanto a la abuela, se trataba también de una alusión al programa IMSERSO que comenzó en los años 80, y que posibilitó que muchos abuelos fueran por primera vez a la playa; se trataba de hacer ver que el turismo no tiene porque ser algo malo per se y que también tiene su parte positiva...
-También hay una cierta reivindicación de los objetos humildes, incluso souvenirs turísticos, que hoy nos pueden parecer kitsch pero también son elementos evocadores para nuestra memoria. ¿Aparecen en el libro como una alusión a la ironía posmoderna, digamos "hipster", como parece cuando vemos unas chicas que los recogen para hacer una exposición con ellos o es, en cambio, una propuesta de una "arqueología contemporánea"?
-Se trataba de hacer un guiño utilizando esos objetos, souvenirs, etc. y que hicieran también de hilo conductor, porque van apareciendo en cada una de las partes del libro. Pero la exposición que aparece al final también es una crítica a la gentrificación y a la visión de lo cultural como algo inocuo. Aunque es algo que puede suceder en la realidad: hace poco vi una exposición en el Museo Valenciano de Etnología en el que aparecían objetos de este tipo. De hecho, los textos que acompañan a la del libro los hizo una amiga que es gestora cultural, para darles un toque de autenticidad...
-Un rasgo que me parec característico de cierta literatura valenciana o, más bien, ambientada en la ciudad de Valencia (estoy pensando en Ferran Torrent, Manuel Vicent, según creo, la reciente Noruega, de Rafa Lahuerta) es la rememoranza del pasado reciente de la ciudad, pero no sólo de sus aspectos o lugares más agradables, sino también de lo más vulgar o incluso sórdido, como cuando en tu libro retratas el llamado "barrio chino"... ¿Te consideras parte de esta especie de corriente subtrerránea de la literatura valenciana?
-No lo había pensado; yo en quien más me he inspirado es en Chirbes, en Crematorio, etc. Quizás haya una fijación con el paisaje, porque aquí el cambio ha sido tan rápido que hay una necesidad, una intención de entender lo que ha pasado. En algunos lugares de Valencia, como La Punta o Nazaret, hay tal mezcla de elemnetos que se pueden ver los "estratos" de la Historia reciente.
-¿Y qué hay sobre la gran cantidad de gente que os dedicáis en Valencia a la ilustración y el cómic? ¿Se podría hablar casi otra vez de una "Nueva escuela valenciana", como la de los años 80 o es una exageración?
-Eso quizás sea más una mirada externa, aunque es verdad que en Valencia hay una gran tradición de cómic e ilustración, con una cantera que abarca a varias generaciones: hace poco le han dado el Premio Nacional de Ilustración a Vivi Escrivá, que es octogenaria, por ejemplo, y al mismo tiempo hay trabajando gente muy joven. No hay una escuela pero sí una gran cantidad de producción, de todos los estilos, desde los más underground, con proyectos autogestionados, a lo más comercial...
De todas formas, yo no leo sólo cómic, sino lo que necesito para cada proyecto: novelas, etc.
-Sobre el aspecto gráfico del libro, compaginas distintos estilos y técnicas, con un dibujo más clasico y otro más caricaturesco, collage, etc. ¿Lo consideras una evolución respecto a tu anterior obra y seguirás por este camino en el futuro o es ha sido un recurso puntual para este trabajo?
-Cada proyecto tiene sus características propias, pero si hay algo que utilizo en todos mis trabajos es la transferencia fotográfica, que es un poco mi identidad, aunque luego la trabaje con tinta china o lápices de colores, como ocurre en este caso. En Todo bajo el sol, la historia me pedía aque fuera a todo color, al principio con una gama muy limitada, pero que luego abrí, aunque siempre tratando que la composición a doble página fuera armónica.
La aportación de este proyecto a mi obra ha sido sobre todo el color, aunque también establecer un ritmo de trabajo alto, porque con el cómic no se puede ser tan minuciosa como con la ilustración: tenía que ir más rápido y tener tiempo... Como temas más orgánicos del cómic, trabajar el color y los escenarios.
-¿Se te puede preguntar por tu próximo proyecto para una novela gráfica, si es que estás en ello?
-Es un proyecto sobre el trabajo del hogar y los cuidados, pero el de las mujeres que lo hacen fuera de su casa, las que antes se llamaba criadas y ahora empleadas de hogar, trabajadoras del hogar...
Pues le deseamos a Ana Penyas la mejor de las suerte con este nuevo proyecto, aunque si está a la altura de sus anteriores libros no le hará mucha falta. Gracias de nuevo por su atención; ha sido un placer tanto hablar con ella como leer Todo bajo el sol.