Aunque no tuvimos la ocasión de conocer a Emilio en profundidad, le habíamos cogido mucho cariño, pues su sencillez, sentido del humor y pasión por la literatura eran sumamente contagiosas. Sus reseñas destacaban por su espontaneidad, así como la versatibilidad de sus intereses (igual leía novelitas pulp que ensayos sesudos, tal como compaginaba el 'death metal' con el jazz).
Emilio dejó programadas varias reseñas para este blog, muchas de ellas del género de terror, al que era muy aficionado. Hemos decidido publicarlas tal y como las dejó, a lo largo de los próximos meses, como forma de honrar su memoria, y porque creemos que a él le habría gustado que se leyesen. En esta primera reseña incluimos también, con permiso de su familia, una fotografía que nos mandó recientemente, en la que se le ve compartiendo un tiempo de lectura en un programa de voluntariado.
Descansa en paz, Emilio, nunca te olvidaremos.
Jesús Mosterín fue un polímata español cuyo rasgo más característico de su pensamiento y obra podría decirse que era la concepción que tenía sobre la simbiosis existente entre filosofía y ciencia; en La naturaleza humana, desde ambos campos del conocimiento humano, Mosterín trata de crear una obra de divulgación accesible para todos los públicos.
Comienza el libro con un breve capítulo mayormente filosófico sobre el tema del título, aunque pronto deja este enfoque de lado para centrarse en una faceta más biológica: evolución, vida y existencia del alma, siempre desde un punto de vista estrictamente científico, focalizan el primer cuarto del libro.
En esta primera parte, más allá del tema, un detalle que me llama gratamente la atención desde el punto de vista literario es el de poner en claro ciertos términos que se usarán a lo largo del libro y que se podría decir que son creados ex profeso para evitar ambigüedades; por ejemplo, “humán” por “ser humano”, o diferenciar entre experimentar y “experienciar”. Estupendo ejemplo de que el lenguaje se crea a medida que se crean necesidades y claro reflejo de la determinación del autor.
La parte central del libro toma la forma de divulgación científica en su concepción más directa con capítulos dedicados a los primates, genes, mente, lenguaje, cultura, hombres y mujeres. Están excelentemente desarrollados, mantienen fácilmente el interés a lo largo de la lectura y son muy instructivos, el autor no peca de superficial en ningún momento. Estos episodios pueden ser considerados como magníficas puertas de entrada si nos interesa el tema en cuestión y queremos profundizar en él con bibliografía más específica.
A partir de aquí los temas a tratar ya dejan un espacio más abierto a la ética y a la moral, cosa que Mosterín aprovecha sin pudor. No se cohíbe de expresar su opinión sobre temas controvertidos y la fundamenta; en el capítulo de Reproducción y eugenesia, por ejemplo, no rehúye en ningún momento los tabúes sobre el tema y se muestra a favor de la llamada eugenesia positiva, asimilándola al uso de vacunas. En Muerte y eutanasia, por otra parte, también muestra su apoyo claro a la llamada muerte digna. Se debe remarcar que en estos capítulos la divulgación más pura se deja de lado para utilizar un tratamiento más parcial, más especulativo y no tan contrastado, por decirlo así.
En los capítulos finales es donde, desde mi punto de vista, se baja un poco el nivel; es una lástima que un libro tan bien construido, con un derroche de información tan bien plasmada y explicada de modo muy ameno, acabe con especulaciones sobre lo terrenal y lo divino, dándole pábulo a teorías halladas en un punto medio entre las corrientes New Age y las religiones panteístas tradicionales. No me cuela que el autor argumente que se limite a enumerarlas, más bien aboga por ellas de forma más o menos velada.
Estos últimos episodios, así como la introducción paulatina de opinión donde antes había información, en la segunda mitad del libro, es que lo me detiene de darle la calificación de imprescindible; considero algo sibilino que, tras unos cuantos capítulos de verdades irrefutables y axiomáticas, se introduzca poco a poco la visión del autor de ciertos temas de modo que pueda interpretarse también como un hecho contrastado. No lo considero ilícito, puesto que además mis opiniones personales son muy próximas a las de Mosterín, pero sí que me hubiera parecido más honesto advertir de cuando se especula o cuando se está informando.
Así y todo, considero que es una obra muy recomendable y que puede funcionar tanto como lectura “lineal” como fuente de referencia.