Idioma original: Polaco
Fecha de publicación: 2005
Valoración: Muy recomendable
A pesar de ser prácticamente un desconocido entre nosotros, Sławomir Mrożek es un clásico contemporáneo en su país de origen, Polonia, del que tuvo que exiliarse durante más de treinta años. Periodista, autor de narrativa y dramaturgo, es por esta última faceta por la que mayor fama ha logrado, tanta que alguna de sus obras, como Tango o Policía se representan por toda Europa. Sus obras suelen encuadrarse dentro del teatro del absurdo, aunque en una línea más satírica y política que, por ejemplo, el teatro humorístico de Ionesco o el existencialista de Beckett.
La mosca se presenta como una recopilación de relatos, en los Mrożek muestra esa misma mirada paródica y crítica que domina sus obras dramáticas. Situado, aparentemente, en un lugar superior al mundo que le rodea, se divierte mostrándonos lo ridícula que es la realidad, lo absurdo de nuestros comportamientos cotidianos o la hipocresía con la que nos desenvolvemos. Sobre todo, Mrożek disfruta apuntando agudamente las supuestas diferencias entre el modelo campitalista y el comunista (en su época de mayor expansión), para, criticándolos a ambos, no quedarse con ninguno.
La editorial Acantilado ha publicado también otras obras narrativas del mismo autor (El árbol, Dos cartas...), mientras que Tango ha sido editado por la Asociación de Directores de Escena. Sin duda, será una buena idea seguir la pista a este escritor crítico, ácido y divertido, y estar atento por si alguna pieza suya viene a la ciudad.
También de Sławomir Mrożek en ULAD: El elefante, Los emigrados
domingo, 31 de mayo de 2009
sábado, 30 de mayo de 2009
Helga Schneider: Déjame ir, madre
Idioma original: Italiano
Título original: Lasciami andare, madre
Fecha de publicación: 2001
Valoración: Recomendable.
Ésta es la historia real de una relación muy complicada: la de su autora, de origen polaco, y su madre, miembro durante mucho tiempo de las SS.
El régimen nazi necesitaba voluntarios para convertirse en celadores de campos de concentración y la madre de Helga, Traudi, acude de inmediato. Trabaja en Auschwitz y Ravensbrück, también como asistente de los médicos nazis en los experimentos que realizaban con las prisioneras.
Tras abandonar a su familia con una frialdad incomprensible ("cuando salga por la puerta no empieces a gritar y despiertes a tu hermano, ¿has entendido?"), desaparece para Helga durante 30 años. Vuelve a verla apenas un momento, tenso y distante, y deberán pasar 27 años más hasta que se produzca el encuentro en que está basada la narración de esta novela.
La anciana se encuentra internada en una residencia, en Viena, y tiene ya 90 años. Helga recibe una carta de Gisela Freihorst, amiga de su madre, diciéndole que ésta está enferma y decide ir a visitarla.
El encuentro es difícil de describir en unas pocas palabras.
Las dos mujeres hablan del pasado, reconstruyen su historia. Trudi no se arrepiente de nada de lo que ha hecho, lo justifica y se muestra seca y dura como una roca.
Su hija no puede evitar preguntarle sobre Birkenau, las cámaras de gas... y sufre terriblemente al escuchar las respuestas, llenas de crueldad y de irracionales prejuicios contra los judíos.
"-Eran culpables (...)
-¿De qué?
-De todo."
A la inevitable lástima que provoca aquella mujer mayor, enferma y sola, se le unen, en el corazón de su hija, la indiferencia que han generado tantos años de lejanía, la rabia por el abandono sufrido, y el desprecio (casi asco) que le provocan sus opiniones racistas y la consciencia de que ha llevado a cabo actos aberrantes.
Para Helga es muy difícil asumir que ésa es su madre y darse cuenta de que esa visita no es el principio de un reencuentro sino la confirmación de que existen ciertas distancias insalvables entre las dos.
Estamos ante una novela de contenido muy duro pero fácil lectura, en la que el lector no puede evitar empatizar con su protagonista y sentir su doloroso desprecio hacia su madre, su frustración...
Además, con esta historia, uno puede plantearse interesantes cuestiones éticas, y profundizar en la psicología de "los verdugos" para conocer así otra cara de uno de los episodios históricos más repugnantes de la historia universal.
También de Helga Schneider en ULAD: No hay cielo sobre Berlín
Título original: Lasciami andare, madre
Fecha de publicación: 2001
Valoración: Recomendable.
Ésta es la historia real de una relación muy complicada: la de su autora, de origen polaco, y su madre, miembro durante mucho tiempo de las SS.
El régimen nazi necesitaba voluntarios para convertirse en celadores de campos de concentración y la madre de Helga, Traudi, acude de inmediato. Trabaja en Auschwitz y Ravensbrück, también como asistente de los médicos nazis en los experimentos que realizaban con las prisioneras.
Tras abandonar a su familia con una frialdad incomprensible ("cuando salga por la puerta no empieces a gritar y despiertes a tu hermano, ¿has entendido?"), desaparece para Helga durante 30 años. Vuelve a verla apenas un momento, tenso y distante, y deberán pasar 27 años más hasta que se produzca el encuentro en que está basada la narración de esta novela.
La anciana se encuentra internada en una residencia, en Viena, y tiene ya 90 años. Helga recibe una carta de Gisela Freihorst, amiga de su madre, diciéndole que ésta está enferma y decide ir a visitarla.
El encuentro es difícil de describir en unas pocas palabras.
Las dos mujeres hablan del pasado, reconstruyen su historia. Trudi no se arrepiente de nada de lo que ha hecho, lo justifica y se muestra seca y dura como una roca.
Su hija no puede evitar preguntarle sobre Birkenau, las cámaras de gas... y sufre terriblemente al escuchar las respuestas, llenas de crueldad y de irracionales prejuicios contra los judíos.
"-Eran culpables (...)
-¿De qué?
-De todo."
A la inevitable lástima que provoca aquella mujer mayor, enferma y sola, se le unen, en el corazón de su hija, la indiferencia que han generado tantos años de lejanía, la rabia por el abandono sufrido, y el desprecio (casi asco) que le provocan sus opiniones racistas y la consciencia de que ha llevado a cabo actos aberrantes.
Para Helga es muy difícil asumir que ésa es su madre y darse cuenta de que esa visita no es el principio de un reencuentro sino la confirmación de que existen ciertas distancias insalvables entre las dos.
Estamos ante una novela de contenido muy duro pero fácil lectura, en la que el lector no puede evitar empatizar con su protagonista y sentir su doloroso desprecio hacia su madre, su frustración...
Además, con esta historia, uno puede plantearse interesantes cuestiones éticas, y profundizar en la psicología de "los verdugos" para conocer así otra cara de uno de los episodios históricos más repugnantes de la historia universal.
También de Helga Schneider en ULAD: No hay cielo sobre Berlín
viernes, 29 de mayo de 2009
Julio Cortázar: La vuelta al día en ochenta mundos
Idioma original: español
Fecha de publicación: 1967
Valoración: muy recomendable
La vuelta al día en ochenta mundos es el particular homenaje de Julio Cortázar a su tocayo Verne, cuyas novelas devoró de niño. (Como es sabido, el lector es el único tipo humano que digiere la celulosa, por lo que el niño Cortázar no se indigestó, al contrario.) En realidad, no es que haya muchas menciones a Verne, aparte del título; sin embargo, la inversión que lo conforma puede dar ya idea del homenaje, que tiene lugar en ese nivel de profunda gratitud debida en el que las cosas no son tan evidentes. Julio Verne quería conseguir que lo fantástico pareciera científico; Cortázar estaba empeñado en lograr lo contrario: que el orden anodino y calmo de lo real desvelara los abismos de asombro que lo sostienen. Y a ese propósito destina aquí los medios más variados.
Puede que precisamente por esa variedad no sea éste el mejor libro para empezar a leer a Cortázar. Yo diría que es casi uno de esos recopilatorios con ensayos, versiones acústicas y anécdotas de grabación que sacan de vez en cuando las míticas bandas de rock. Un libro para fans. Esto se nota sobre todo en cierto tono cómplice que le sale al autor al presentar algunos textos, como diciendo: "¿te acuerdas de los cronopios? pues aquí está su partida de nacimiento" O también: "mira qué manuscrito tan viejo me encontré, ¿a que no parece mío?" Así va repasando algunas de sus referencias literarias, sus descubrimientos más extraños o sus trabajos menos conocidos, sin más exigencia que contar a cada rato lo que le apetece.
Puede que los lectores que no estén familiarizados con Cortázar se pierdan algunas de estas complicidades, pero lo que es seguro es que incluso los que le conozcan bastante podrán hacer gratos descubrimientos. Yo he leído por primera vez poemas suyos y crónicas periodísticas, y nada me ha defraudado. Entre los ensayos hay algunos más serios, como el dedicado a Lezama Lima, y otros imbuidos de un humor metafísico-surrealista que crea adicción: páginas memorables dedicadas a los "piantados" (como el hombre que vestía de verde y pintó su casa, su bicicleta y su caballo de verde) o al enigma de Jack el Destripador. Se añaden algunos relatos breves que son como cápsulas de Cortázar concentrado. No me resisto a copiar aquí el que más gracia me hace:
También de Cortázar en ULAD: Aquí
Fecha de publicación: 1967
Valoración: muy recomendable
La vuelta al día en ochenta mundos es el particular homenaje de Julio Cortázar a su tocayo Verne, cuyas novelas devoró de niño. (Como es sabido, el lector es el único tipo humano que digiere la celulosa, por lo que el niño Cortázar no se indigestó, al contrario.) En realidad, no es que haya muchas menciones a Verne, aparte del título; sin embargo, la inversión que lo conforma puede dar ya idea del homenaje, que tiene lugar en ese nivel de profunda gratitud debida en el que las cosas no son tan evidentes. Julio Verne quería conseguir que lo fantástico pareciera científico; Cortázar estaba empeñado en lograr lo contrario: que el orden anodino y calmo de lo real desvelara los abismos de asombro que lo sostienen. Y a ese propósito destina aquí los medios más variados.
Puede que precisamente por esa variedad no sea éste el mejor libro para empezar a leer a Cortázar. Yo diría que es casi uno de esos recopilatorios con ensayos, versiones acústicas y anécdotas de grabación que sacan de vez en cuando las míticas bandas de rock. Un libro para fans. Esto se nota sobre todo en cierto tono cómplice que le sale al autor al presentar algunos textos, como diciendo: "¿te acuerdas de los cronopios? pues aquí está su partida de nacimiento" O también: "mira qué manuscrito tan viejo me encontré, ¿a que no parece mío?" Así va repasando algunas de sus referencias literarias, sus descubrimientos más extraños o sus trabajos menos conocidos, sin más exigencia que contar a cada rato lo que le apetece.
Puede que los lectores que no estén familiarizados con Cortázar se pierdan algunas de estas complicidades, pero lo que es seguro es que incluso los que le conozcan bastante podrán hacer gratos descubrimientos. Yo he leído por primera vez poemas suyos y crónicas periodísticas, y nada me ha defraudado. Entre los ensayos hay algunos más serios, como el dedicado a Lezama Lima, y otros imbuidos de un humor metafísico-surrealista que crea adicción: páginas memorables dedicadas a los "piantados" (como el hombre que vestía de verde y pintó su casa, su bicicleta y su caballo de verde) o al enigma de Jack el Destripador. Se añaden algunos relatos breves que son como cápsulas de Cortázar concentrado. No me resisto a copiar aquí el que más gracia me hace:
Por escrito gallina una
Con lo que pasa es nosotras exaltante. Rápidamente del posesionadas mundo estamos hurra. Era un inofensivo aparentemente lanzado Cañaveral americanos Cabo por los desde. Razones se desconocidas por órbita de la desvió, y probablemente algo al rozar invisible la tierra devolvió a. Cresta nos cayó en la paf, y mutación golpe entramos de. Rápidamente la multiplicar aprendiendo de tabla estamos, dotadas muy literatura para la somos de historia, química menos un poco, desastre ahora hasta deportes, no importa pero: de será gallinas cosmos el, carajo qué.
También de Cortázar en ULAD: Aquí
jueves, 28 de mayo de 2009
George R. R. Martin: Canción de hielo y fuego
Idioma original: inglés
Título original: A Song of Ice and Fire
Fecha de publicación: 1996-presente
Valoración: imprescindible
Esta reseña hace referencia a los cuatro libros de la saga de fantasía épica de Canción de hielo y fuego que se han publicado hasta ahora: Juego de tronos, Choque de reyes, Tormenta de espadas y Festín de cuervos.
Me habían recomendado su lectura varias docenas de veces: “que tienes que leerla, que te va a encantar, que está muy bien escrita, blablabla”. Así que por fin decidí acallar a mis recomendadores, y me hice con la edición de bolsillo de Juego de Tronos. Craso error. Tuve que comprar los otros tres libros de la saga y ahora mismo estoy muy impacientemente esperando a que salga Danza de dragones, el quinto libro, y que el autor está posponiendo año tras año para desgracia de sus ya muchísimos seguidores. Se supone que la versión inglesa sale este año. Recemos al Desconocido para que así sea.
Bien, si estás dispuesto a sumergirte en casi cuatro mil hojas de lectura adictiva, puedes leer lo siguiente. Se trata de una saga de fantasía épica, que nos cuenta con tremendo realismo los entresijos de la política y los sucesos que envuelven a los Siete Reinos de Poniente y lo que viene de Oriente, Essos. El Trono de Hierro ha sido ocupado por un rey que no le cae bien a todos, y sus enemigos harán lo posible por desbancarle de él, desembocando en una cruenta guerra civil. Mientras esto ocurre, algo extraño está removiendo los vientos de la magia que parecía dormida. El momento de un profundo cambio ha llegado, la tormenta se aproxima y nadie se salvará de lo que traiga: los Otros, unos seres aterradores, avanzan desde el norte, amenzando toda existencia conocida; y Daenerys, que ha conseguido lo que se creía ya imposible. Tres líneas argumentales que se cruzan y recruzan en todos los tomos.
George R.R Martín ha decidido contarnos esta historia de marcado carácter medieval a través de varios personajes principales. Cada apartado narra lo que le sucede a uno de ellos, que toma el protagonismo. Diferentes historias que se enlazan y entrelazan, diferentes perspectivas de los hechos. Un maravilloso desarrollo de los personajes, que evolucionan a medida que el lector va conociendo más sobre ellos.
Una trama densa y completa: política, religión, amor, guerra, autoconocimiento. Cada página te sorprende, por eso no puedo contaros nada más del argumento pues, ¿qué puedo deciros que no revele algún dato inesperado? A George no le tiembla el pulso a la hora de tratar a sus personajes. Hay cosas que van más lejos que ellos mismos, y si tienen que sufrir, sufren y mucho. Esto le añade mucho más realismo. Los malos no tienen que ser “malos” todo el tiempo ni porque sí, y lo mismo ocurre con los “buenos”. No está escrita para que el lector se identifique con alguno de los personajes y vea que al final todo sale bien. No. O al menos no hasta ahora, quién sabe lo que se le ocurrirá a este hombre en su próximo libro. Y estoy segura de que nos dejará boquiabiertos una vez más.
En serio, si no has leído aún este tipo de novela, echa un vistazo a Juego de Tronos, y si lo has hecho, leéte esta saga, te encantará. En fin, agradezco muchísimo a los que casi me obligaron a leerla porque ha valido la pena, y ¡con creces! No olvidemos que “se acerca el invierno”.
Título original: A Song of Ice and Fire
Fecha de publicación: 1996-presente
Valoración: imprescindible
Esta reseña hace referencia a los cuatro libros de la saga de fantasía épica de Canción de hielo y fuego que se han publicado hasta ahora: Juego de tronos, Choque de reyes, Tormenta de espadas y Festín de cuervos.
Me habían recomendado su lectura varias docenas de veces: “que tienes que leerla, que te va a encantar, que está muy bien escrita, blablabla”. Así que por fin decidí acallar a mis recomendadores, y me hice con la edición de bolsillo de Juego de Tronos. Craso error. Tuve que comprar los otros tres libros de la saga y ahora mismo estoy muy impacientemente esperando a que salga Danza de dragones, el quinto libro, y que el autor está posponiendo año tras año para desgracia de sus ya muchísimos seguidores. Se supone que la versión inglesa sale este año. Recemos al Desconocido para que así sea.
Bien, si estás dispuesto a sumergirte en casi cuatro mil hojas de lectura adictiva, puedes leer lo siguiente. Se trata de una saga de fantasía épica, que nos cuenta con tremendo realismo los entresijos de la política y los sucesos que envuelven a los Siete Reinos de Poniente y lo que viene de Oriente, Essos. El Trono de Hierro ha sido ocupado por un rey que no le cae bien a todos, y sus enemigos harán lo posible por desbancarle de él, desembocando en una cruenta guerra civil. Mientras esto ocurre, algo extraño está removiendo los vientos de la magia que parecía dormida. El momento de un profundo cambio ha llegado, la tormenta se aproxima y nadie se salvará de lo que traiga: los Otros, unos seres aterradores, avanzan desde el norte, amenzando toda existencia conocida; y Daenerys, que ha conseguido lo que se creía ya imposible. Tres líneas argumentales que se cruzan y recruzan en todos los tomos.
George R.R Martín ha decidido contarnos esta historia de marcado carácter medieval a través de varios personajes principales. Cada apartado narra lo que le sucede a uno de ellos, que toma el protagonismo. Diferentes historias que se enlazan y entrelazan, diferentes perspectivas de los hechos. Un maravilloso desarrollo de los personajes, que evolucionan a medida que el lector va conociendo más sobre ellos.
Una trama densa y completa: política, religión, amor, guerra, autoconocimiento. Cada página te sorprende, por eso no puedo contaros nada más del argumento pues, ¿qué puedo deciros que no revele algún dato inesperado? A George no le tiembla el pulso a la hora de tratar a sus personajes. Hay cosas que van más lejos que ellos mismos, y si tienen que sufrir, sufren y mucho. Esto le añade mucho más realismo. Los malos no tienen que ser “malos” todo el tiempo ni porque sí, y lo mismo ocurre con los “buenos”. No está escrita para que el lector se identifique con alguno de los personajes y vea que al final todo sale bien. No. O al menos no hasta ahora, quién sabe lo que se le ocurrirá a este hombre en su próximo libro. Y estoy segura de que nos dejará boquiabiertos una vez más.
En serio, si no has leído aún este tipo de novela, echa un vistazo a Juego de Tronos, y si lo has hecho, leéte esta saga, te encantará. En fin, agradezco muchísimo a los que casi me obligaron a leerla porque ha valido la pena, y ¡con creces! No olvidemos que “se acerca el invierno”.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Amelie Nothomb: Metafísica de los tubos.
Idioma original: francés.
Título original: Métaphysique des tubes.
Año de publicación: 2000.
Valoración: Recomendable.
Ésta es una novela muy original.
Su autora, Amelie Nothomb, que nació en Japón debido a la profesión de su padre, un diplomático belga, nos narra en primera persona los tres primeros años de vida de "una diosa" (porque, dada la forma en que los japoneses tratan a los bebés, así es como ella se sentía en su niñez).
A los dos años y medio, la pequeña divinidad descubre, gracias a su abuela y al chocolate, lo que para ella será desde entonces el sentido de su vida; el placer.
A partir de este descubrimiento fundamental, la niña opina:
"Desde hace mucho tiempo, existe una inmensa secta de imbéciles que oponen sensualidad e inteligencia. Es un círculo vicioso: se privan de placeres para exaltar sus capacidades intelectuales, lo cual sólo contribuye a empobrecerles. Se convierten en seres cada vez más estúpidos, y eso les reconforta en su convicción de ser brillantes, ya que no se ha inventado nada mejor que la estupidez para creerse inteligente.
El deleite en cambio nos hace humildes y admirativos con lo que lo produce, el pacer despierta la mente y la empuja tanto hacia la virtuosidad como hacia la profundidad. Se trata de una magia tan potente que, a falta de voluptuosidad, la sola idea de voluptuosidad resulta suficiente. Mientras existe esta noción, el ser está a salvo. Pero la frigidez triunfante está condenada a celebrar su propia insustancialidad.
Uno se cruza a veces con gente que, en voz alta y fuerte, presume de haberse privado de tal o cual delicia durante veinticinco años. También conocemos a fantásticos idiotas que se alaban por el hecho de no haber escuchado jamás música, por no haber abierto nunca un libro o no haber ido nunca al cine. También están los que esperan suscitar admiración a causa de su absoluta castidad. Alguna vanidad tienen que sacar de todo eso: es la única alegría que tendrán en la vida."
Este sorprendente bebé, además de plantearse complejas cuestiones sobre la vida y la muerte (como la que acabo de reproducir), entre otras cosas aprende a hablar sin darlo a conocer enseguida; realiza un interesante análisis de algunos aspectos de la cultura japonesa; aprende a leer sin ayuda...
Una historia a veces divertida, a veces tierna, a veces irónica... pero siempre desconcertante.
Una curiosidad literaria, accesible y amena.
Título original: Métaphysique des tubes.
Año de publicación: 2000.
Valoración: Recomendable.
Ésta es una novela muy original.
Su autora, Amelie Nothomb, que nació en Japón debido a la profesión de su padre, un diplomático belga, nos narra en primera persona los tres primeros años de vida de "una diosa" (porque, dada la forma en que los japoneses tratan a los bebés, así es como ella se sentía en su niñez).
A los dos años y medio, la pequeña divinidad descubre, gracias a su abuela y al chocolate, lo que para ella será desde entonces el sentido de su vida; el placer.
A partir de este descubrimiento fundamental, la niña opina:
"Desde hace mucho tiempo, existe una inmensa secta de imbéciles que oponen sensualidad e inteligencia. Es un círculo vicioso: se privan de placeres para exaltar sus capacidades intelectuales, lo cual sólo contribuye a empobrecerles. Se convierten en seres cada vez más estúpidos, y eso les reconforta en su convicción de ser brillantes, ya que no se ha inventado nada mejor que la estupidez para creerse inteligente.
El deleite en cambio nos hace humildes y admirativos con lo que lo produce, el pacer despierta la mente y la empuja tanto hacia la virtuosidad como hacia la profundidad. Se trata de una magia tan potente que, a falta de voluptuosidad, la sola idea de voluptuosidad resulta suficiente. Mientras existe esta noción, el ser está a salvo. Pero la frigidez triunfante está condenada a celebrar su propia insustancialidad.
Uno se cruza a veces con gente que, en voz alta y fuerte, presume de haberse privado de tal o cual delicia durante veinticinco años. También conocemos a fantásticos idiotas que se alaban por el hecho de no haber escuchado jamás música, por no haber abierto nunca un libro o no haber ido nunca al cine. También están los que esperan suscitar admiración a causa de su absoluta castidad. Alguna vanidad tienen que sacar de todo eso: es la única alegría que tendrán en la vida."
Este sorprendente bebé, además de plantearse complejas cuestiones sobre la vida y la muerte (como la que acabo de reproducir), entre otras cosas aprende a hablar sin darlo a conocer enseguida; realiza un interesante análisis de algunos aspectos de la cultura japonesa; aprende a leer sin ayuda...
Una historia a veces divertida, a veces tierna, a veces irónica... pero siempre desconcertante.
Una curiosidad literaria, accesible y amena.
También de Amélie Nothomb en UnLibroAlDía: Estupor y temblores , Biografía del hambre , Viaje de invierno, Antichrista, Diario de Golondrina, Ácido sulfúrico, Ordeno y mando
martes, 26 de mayo de 2009
La Biblia
Idioma original: Hebreo
Fecha de publicación: s. VII a.C. - s. I d.C.
Valoración: Muy recomendable
Creo que es muy difícil negar o discutir que la Biblia es el libro -o conjunto de libros, según se mire- más influyente de la historia de la civilización occidental (¿y de la humanidad en general? Esto ya podría dar para algún debate). No sólo en el aspecto puramente religioso, por haber condicionado de manera radical la vida de millones de personas a lo largo de los siglos, sino también en su aspecto meramente cultural. Por ejemplo, sin conocer la Biblia es imposible comprender buena parte de la pintura o la literatura europeas, que tomaron de ella motivos, temas, historias, símbolos.
Por eso, la lectura que propongo de la Biblia no es la lectura del creyente, que la abre buscando respuestas espirituales, sino la misma lectura ajenada, curiosa y sorprendida que nos provocarían textos de otras culturas como el Poema de Gilgamesh o el Popol Vuh. Una lectura estética o literaria, si se quiere. Ya sé que esto es difícil, precisamente porque la Biblia está muy cerca de nuestra cultura (seamos o no cristianos), y estamos hartos de oír hablar de la manzana de Adán y Eva, de Moisés, Noé o Salomón, y por supuesto de Jesucristo, la Virgen, los Apóstoles.
Pero merece la pena intentarlo: coger la Biblia como si se tratara de una novela -una novela muy larga, es cierto-, o mejor aún, como el compendio de las creencias de una antigua civilización desaparecida (que, en cierto modo, irónicamente, es lo que es). Así, uno puede apreciar la complejidad narrativa y simbólica de la cosmogonía del Génesis; la fuerza narrativa de ciertos pasajes del Éxodo; la belleza poética del Cantar de los Cantares o de algunos de los Salmos -sí, hay más salmos aparte de "el Señor es mi pastor", que parece ser el único que se conoce en Los Ángeles-; la desesperación existencialista del Eclesiastés o la oscuridad surrealista del Apocalipsis. También el Nuevo Testamento -en especial, el Evangelio de San Juan y su enigmático "en el principio era el Verbo"- es interesante desde el punto de vista literario; de hecho, si jugamos a pensar que los cuatro evangelios conforman una novela, nos encontraríamos con un juego narrativo muy interesante: una misma historia contada por cuatro personas, donde abundan las contradicciones, las repeticiones, las variaciones...
Por supuesto, no todo en la Biblia es hermoso. Los libros que contienen listas de preceptos, normas o censos (Levítico, Números...) son bastante aburridos, aunque son también la fuente de muchas de las citas utilizadas para atacar a quienes proponen una lectura literal de la Biblia -por la inhumanidad de muchas de sus leyes-, y también de las citas utilizadas por todo tipo de asesinos en serie en novelas y películas policiacas con tintes religiosunos (la última que me viene a la cabeza es la archiconocida Los hombres que no amaban a las mujeres).
En definitiva, leer la Biblia como si nunca hubiéramos oído hablar de ella puede ser una experiencia apasionante, para cristianos y para no cristianos, además de ser un instrumento indispensable para acercarnos a una buena parte de la producción cultural occidental.
Fecha de publicación: s. VII a.C. - s. I d.C.
Valoración: Muy recomendable
Creo que es muy difícil negar o discutir que la Biblia es el libro -o conjunto de libros, según se mire- más influyente de la historia de la civilización occidental (¿y de la humanidad en general? Esto ya podría dar para algún debate). No sólo en el aspecto puramente religioso, por haber condicionado de manera radical la vida de millones de personas a lo largo de los siglos, sino también en su aspecto meramente cultural. Por ejemplo, sin conocer la Biblia es imposible comprender buena parte de la pintura o la literatura europeas, que tomaron de ella motivos, temas, historias, símbolos.
Por eso, la lectura que propongo de la Biblia no es la lectura del creyente, que la abre buscando respuestas espirituales, sino la misma lectura ajenada, curiosa y sorprendida que nos provocarían textos de otras culturas como el Poema de Gilgamesh o el Popol Vuh. Una lectura estética o literaria, si se quiere. Ya sé que esto es difícil, precisamente porque la Biblia está muy cerca de nuestra cultura (seamos o no cristianos), y estamos hartos de oír hablar de la manzana de Adán y Eva, de Moisés, Noé o Salomón, y por supuesto de Jesucristo, la Virgen, los Apóstoles.
Pero merece la pena intentarlo: coger la Biblia como si se tratara de una novela -una novela muy larga, es cierto-, o mejor aún, como el compendio de las creencias de una antigua civilización desaparecida (que, en cierto modo, irónicamente, es lo que es). Así, uno puede apreciar la complejidad narrativa y simbólica de la cosmogonía del Génesis; la fuerza narrativa de ciertos pasajes del Éxodo; la belleza poética del Cantar de los Cantares o de algunos de los Salmos -sí, hay más salmos aparte de "el Señor es mi pastor", que parece ser el único que se conoce en Los Ángeles-; la desesperación existencialista del Eclesiastés o la oscuridad surrealista del Apocalipsis. También el Nuevo Testamento -en especial, el Evangelio de San Juan y su enigmático "en el principio era el Verbo"- es interesante desde el punto de vista literario; de hecho, si jugamos a pensar que los cuatro evangelios conforman una novela, nos encontraríamos con un juego narrativo muy interesante: una misma historia contada por cuatro personas, donde abundan las contradicciones, las repeticiones, las variaciones...
Por supuesto, no todo en la Biblia es hermoso. Los libros que contienen listas de preceptos, normas o censos (Levítico, Números...) son bastante aburridos, aunque son también la fuente de muchas de las citas utilizadas para atacar a quienes proponen una lectura literal de la Biblia -por la inhumanidad de muchas de sus leyes-, y también de las citas utilizadas por todo tipo de asesinos en serie en novelas y películas policiacas con tintes religiosunos (la última que me viene a la cabeza es la archiconocida Los hombres que no amaban a las mujeres).
En definitiva, leer la Biblia como si nunca hubiéramos oído hablar de ella puede ser una experiencia apasionante, para cristianos y para no cristianos, además de ser un instrumento indispensable para acercarnos a una buena parte de la producción cultural occidental.
lunes, 25 de mayo de 2009
Julio Cortázar: Historias de cronopios y de famas
Idioma original: español
Fecha de publicación: 1962
Valoración: imprescindible
Por supuesto, en este blog faltan muchísimos nombres todavía. Al fin y al cabo, es normal, no hemos hecho más que empezar. Pero ocurre a veces que me doy cuenta de una ausencia inexcusable -supongo que a los demás les pasará lo mismo- y me siento en el deber de escribir alguna reseña que la supla. Cortázar es un caso flagrante.
Seguirán muchas otras entradas sobre él, estoy seguro, y en realidad no tengo una razón especial para empezar por Historias de cronopios y de famas. Es probablemente uno de sus libros más conocidos, hasta el punto de que algunos de sus textos empiezan a usarse en la publicidad (el reciente anuncio de un coche con el "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj" leído por el propio Cortázar... ¿quién gestiona sus derechos de autor, y cómo?). Esto podría ir en contra de esta elección, pero ya hemos dicho otras veces que no nos detendremos ante recomendaciones de perogrullo. Si ya has leído este libro, bueno, recordémoslo un rato; si no, corre a la biblioteca más cercana.
Estas Historias forman el libro más divertido de Julio Cortázar. Las anécdotas y tribulaciones de cronopios, famas y esperanzas ocupan en realidad sólo el último tercio del libro. Según confesión del autor, estos extraños entes nacieron en el descanso de un concierto de Louis Armstrong en el teatro de los Campos Elíseos en París, allá por 1952. Cuando Cortázar se quedó solo en la inmensa sala del teatro, notó la presencia de unos seres simpáticos, que parecían flotar en el aire y que sólo podían llamarse "cronopios". Las famas y las esperanzas pronto vinieron a hacerles compañía, y su primera aparición impresa es una crónica de ese concierto publicada poco después en una revista de Buenos Aires. (El lector la puede encontrar en La vuelta al día en ochenta mundos, del que hablaré otro día.) Los cronopios son caóticos e inocentes, las famas bienpensantes y astutas, las esperanzas, bueno, algo lelas. Su mezcla en la probeta de Cortázar sólo puede dar resultados desternillantes.
El resto del libro está ocupado por varios manuales de instrucciones inverosímiles (para subir una escalera, para dar cuerda a un reloj, para cantar...), el listado de ocupaciones raras de una familia que vive en la calle Humboldt y diversos apuntes entre el relato breve y el ensayo muy libre. Cortázar hace un alarde de su visión fantástica de la realidad y consigue transmitirla al lector con viveza inimitable (como dijo Vargas Llosa: los mejores textos de Cortázar parecen hablados). Después de leer este libro no se mirará al reloj con la misma confianza que antes, ni se visitará una oficina de correos sin reprimir la risa.
También de Cortázar en ULAD: Aquí
Fecha de publicación: 1962
Valoración: imprescindible
Por supuesto, en este blog faltan muchísimos nombres todavía. Al fin y al cabo, es normal, no hemos hecho más que empezar. Pero ocurre a veces que me doy cuenta de una ausencia inexcusable -supongo que a los demás les pasará lo mismo- y me siento en el deber de escribir alguna reseña que la supla. Cortázar es un caso flagrante.
Seguirán muchas otras entradas sobre él, estoy seguro, y en realidad no tengo una razón especial para empezar por Historias de cronopios y de famas. Es probablemente uno de sus libros más conocidos, hasta el punto de que algunos de sus textos empiezan a usarse en la publicidad (el reciente anuncio de un coche con el "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj" leído por el propio Cortázar... ¿quién gestiona sus derechos de autor, y cómo?). Esto podría ir en contra de esta elección, pero ya hemos dicho otras veces que no nos detendremos ante recomendaciones de perogrullo. Si ya has leído este libro, bueno, recordémoslo un rato; si no, corre a la biblioteca más cercana.
Estas Historias forman el libro más divertido de Julio Cortázar. Las anécdotas y tribulaciones de cronopios, famas y esperanzas ocupan en realidad sólo el último tercio del libro. Según confesión del autor, estos extraños entes nacieron en el descanso de un concierto de Louis Armstrong en el teatro de los Campos Elíseos en París, allá por 1952. Cuando Cortázar se quedó solo en la inmensa sala del teatro, notó la presencia de unos seres simpáticos, que parecían flotar en el aire y que sólo podían llamarse "cronopios". Las famas y las esperanzas pronto vinieron a hacerles compañía, y su primera aparición impresa es una crónica de ese concierto publicada poco después en una revista de Buenos Aires. (El lector la puede encontrar en La vuelta al día en ochenta mundos, del que hablaré otro día.) Los cronopios son caóticos e inocentes, las famas bienpensantes y astutas, las esperanzas, bueno, algo lelas. Su mezcla en la probeta de Cortázar sólo puede dar resultados desternillantes.
El resto del libro está ocupado por varios manuales de instrucciones inverosímiles (para subir una escalera, para dar cuerda a un reloj, para cantar...), el listado de ocupaciones raras de una familia que vive en la calle Humboldt y diversos apuntes entre el relato breve y el ensayo muy libre. Cortázar hace un alarde de su visión fantástica de la realidad y consigue transmitirla al lector con viveza inimitable (como dijo Vargas Llosa: los mejores textos de Cortázar parecen hablados). Después de leer este libro no se mirará al reloj con la misma confianza que antes, ni se visitará una oficina de correos sin reprimir la risa.
También de Cortázar en ULAD: Aquí
domingo, 24 de mayo de 2009
Marjane Satrapi: Pollo con ciruelas
Idioma original: Francés
Título original: Poulet aux prunes
Fecha de publicación: 2003
Valoración: Imprescindible
Marjane Satrapi ha saltado a la fama dentro del mundo del cómic por su obra Persépolis, en la que relata la historia de Irán y la revolución islámica desde sus ojos de niña, adolescente y joven. Sin embargo, sin pretender restar importancia a esta obra en cuatro tomos -muy interesante desde el principio hasta el final-, hoy quiero dedicarle una reseña al que considero el mejor comic que he leído de esta autora, o al menos el más delicioso, literariamente hablando.
Delicioso porque cuenta la historia de Nasser Ali Khan, un músico de tar. Un buen día, su mujer, tras tener una fuerte discusión de pareja, rompe su instrumento musical. El hombre, hundido en la desesperación, toma la decisión de entregarse lentamente a la muerte. A partir de ese momento, asistimos a la crónica de este proceso, enriquecida con los saltos temporales gracias a los cuales conocemos la vida de Nasser.
Delicioso porque esta historieta gráfica está repleta de simbolismo, ternura, amor, desencanto. Porque lo que parecía una historia simple y, en parte, inexplicable (¿por qué dejarse morir por un instrumento?), va adquiriendo página a página unos matices que hacen de esta obra el acompañamiento perfecto para una tarde. Satrapi consigue capturar en sus viñetas la esencia que da sentido a una vida y la transmite al lector con tanta fuerza que cuando alcanza la última viñeta una sonrisa, cargada de deliciosa amargura, se dibuja en su rostro.
Si los libros fueran material comestible, éste sin duda sería un menú delicioso.
También de Marjane Satrapi en ULAD: Bordados, Persépolis
Título original: Poulet aux prunes
Fecha de publicación: 2003
Valoración: Imprescindible
Marjane Satrapi ha saltado a la fama dentro del mundo del cómic por su obra Persépolis, en la que relata la historia de Irán y la revolución islámica desde sus ojos de niña, adolescente y joven. Sin embargo, sin pretender restar importancia a esta obra en cuatro tomos -muy interesante desde el principio hasta el final-, hoy quiero dedicarle una reseña al que considero el mejor comic que he leído de esta autora, o al menos el más delicioso, literariamente hablando.
Delicioso porque cuenta la historia de Nasser Ali Khan, un músico de tar. Un buen día, su mujer, tras tener una fuerte discusión de pareja, rompe su instrumento musical. El hombre, hundido en la desesperación, toma la decisión de entregarse lentamente a la muerte. A partir de ese momento, asistimos a la crónica de este proceso, enriquecida con los saltos temporales gracias a los cuales conocemos la vida de Nasser.
Delicioso porque esta historieta gráfica está repleta de simbolismo, ternura, amor, desencanto. Porque lo que parecía una historia simple y, en parte, inexplicable (¿por qué dejarse morir por un instrumento?), va adquiriendo página a página unos matices que hacen de esta obra el acompañamiento perfecto para una tarde. Satrapi consigue capturar en sus viñetas la esencia que da sentido a una vida y la transmite al lector con tanta fuerza que cuando alcanza la última viñeta una sonrisa, cargada de deliciosa amargura, se dibuja en su rostro.
Si los libros fueran material comestible, éste sin duda sería un menú delicioso.
También de Marjane Satrapi en ULAD: Bordados, Persépolis
sábado, 23 de mayo de 2009
Javier Cercas: Soldados de Salamina
Idioma original: español
Año de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable / Muy cuestionable
MR: Soldados de Salamina, de Javier Cercas, es sin duda una de las novelas más interesantes que se han publicado en los últimos diez años en España.
MC: Tonterías. ¿Cómo puedes decir eso?
MR: Pues mira, porque para empezar Javier Cercas ha conseguido introducir en España un género que está en boga en todo el mundo, pero en especial en el mundo anglosajón: el de la autoficción, mezclado además con el de la novela histórica, creando un mundo confuso en el que no se sabe qué es verdad histórica y qué es verdad novelesca.
MC: Pues sí que, ni que hubiera descubierto América: ¿es que no conoces la Vida de Torres Villarroel, por ejemplo? Y esa no es precisamente una novedad de antes de ayer...
MR: Sí, bueno, pero lo que ha escrito Cercas es distinto, es una novela perfectamente construida, bien desarrollada, bien escrita, que mantiene la tensión narrativa desde el principio hasta el final, gracias a un argumento cuasi-policial: la búsqueda que realiza el propio Cercas (personaje) del soldado republicano que perdonó la vida al falangista Sánchez-Mazas.
MC: Sí, sí, si eso está muy bien, yo eso no lo niego. Yo le pongo sobre todo dos pegas: la primera, que es una de tantas novelas que han venido a aprovechar el tirón de la recuperación narrativa de la Guerra Civil...
MR: ...una de las primeras, que conste...
MC: ...bueno... Y lo segundo, me parece muy cuestionable la ambigüedad moral e ideológica del desenlace.
MR: ¿Por qué, porque no presenta a Sánchez Mazas como un personaje abominable? No todos los falangistas tenían cuernos y rabo, sabes, ¿no?
MC: Eso, pero también por el personaje del republicano, que renuncia a la memoria, que prefiere enterrar el pasado, "enterrar a los héroes". ¿Después de cuarenta años de franquismo, nos viene este pollo a decir que no tenemos que recordar a los héroes que lucharon por la democracia en la Guerra Civil? ¿Que hay que pasar página, todos hermanos, y aquí paz y después gloria?
MR: Ah, pero es que eso es un juicio idológico, y aquí no estamos para hacer juicios ideológicos, sino estéticos...
MC: ¿Ah, sí? ¿O sea que tú recomendarías una novela que estuviera maravillosamente escrita que defendiese la aniquilación de los judíos?
MR: Ya se cumplió la Ley de Godwin.
MC: ...
MR: ...
MC: Por cierto, hicieron una película hace unos años.
MR: ¿Ah, sí? ¿Y qué tal es?
MR: No sé, no la he visto.
Otras obras de Javier Cercas en ULAD: Aquí
Año de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable / Muy cuestionable
MR: Soldados de Salamina, de Javier Cercas, es sin duda una de las novelas más interesantes que se han publicado en los últimos diez años en España.
MC: Tonterías. ¿Cómo puedes decir eso?
MR: Pues mira, porque para empezar Javier Cercas ha conseguido introducir en España un género que está en boga en todo el mundo, pero en especial en el mundo anglosajón: el de la autoficción, mezclado además con el de la novela histórica, creando un mundo confuso en el que no se sabe qué es verdad histórica y qué es verdad novelesca.
MC: Pues sí que, ni que hubiera descubierto América: ¿es que no conoces la Vida de Torres Villarroel, por ejemplo? Y esa no es precisamente una novedad de antes de ayer...
MR: Sí, bueno, pero lo que ha escrito Cercas es distinto, es una novela perfectamente construida, bien desarrollada, bien escrita, que mantiene la tensión narrativa desde el principio hasta el final, gracias a un argumento cuasi-policial: la búsqueda que realiza el propio Cercas (personaje) del soldado republicano que perdonó la vida al falangista Sánchez-Mazas.
MC: Sí, sí, si eso está muy bien, yo eso no lo niego. Yo le pongo sobre todo dos pegas: la primera, que es una de tantas novelas que han venido a aprovechar el tirón de la recuperación narrativa de la Guerra Civil...
MR: ...una de las primeras, que conste...
MC: ...bueno... Y lo segundo, me parece muy cuestionable la ambigüedad moral e ideológica del desenlace.
MR: ¿Por qué, porque no presenta a Sánchez Mazas como un personaje abominable? No todos los falangistas tenían cuernos y rabo, sabes, ¿no?
MC: Eso, pero también por el personaje del republicano, que renuncia a la memoria, que prefiere enterrar el pasado, "enterrar a los héroes". ¿Después de cuarenta años de franquismo, nos viene este pollo a decir que no tenemos que recordar a los héroes que lucharon por la democracia en la Guerra Civil? ¿Que hay que pasar página, todos hermanos, y aquí paz y después gloria?
MR: Ah, pero es que eso es un juicio idológico, y aquí no estamos para hacer juicios ideológicos, sino estéticos...
MC: ¿Ah, sí? ¿O sea que tú recomendarías una novela que estuviera maravillosamente escrita que defendiese la aniquilación de los judíos?
MR: Ya se cumplió la Ley de Godwin.
MC: ...
MR: ...
MC: Por cierto, hicieron una película hace unos años.
MR: ¿Ah, sí? ¿Y qué tal es?
MR: No sé, no la he visto.
Otras obras de Javier Cercas en ULAD: Aquí
viernes, 22 de mayo de 2009
Alexander S. Pushkin: Eugenio Oneguin
Idioma original: ruso
Título original: Evgenij Onegin
Año de publicación: 1833
Valoración: Muy recomendable
Ante esta novela en verso del gran escritor ruso Alexander Pushkin, nos encontramos, una vez más, con la obra de un autor cuyas circunstancias existenciales deberían ser citadas para poder comprender mejor la creación que nos ocupa. Sin embargo, en esta ocasión no sucumbiré a la tentación de escribir largo y tendido sobre Pushkin, me limitaré a dar algunas pinceladas sobre su perfil: el escritor era hijo de un mayor del ejército perteneciente a una acaudalada familia venida a menos, y de una dama rusa descendiente de un príncipe de Abisinia, lo que confirió al físico del padre de Eugenio Oneguin ciertos matices exóticos que casaban a la perfección con su estilo de vida, bohemio y cambiante, y marcado por sus tendencias políticas, de corte liberal pese a sus aristocráticos orígenes. Pero dejemos a Alexander y vayamos a Eugenio.
Oneguin, un apuesto y codiciado soltero de San Petersburgo, es un hombre rico y despreocupado, escéptico, cínico, ácido, individualista. Se ve agitado por ciertas ínfulas revolucionarias pese a su plácido (casi tedioso) existir, consagrado a malgastar sus horas libres en un ocio ciertamente monótono. Todo ello cambia con la muerte de un tío suyo; asuntos sobre la herencia del difunto le obligarán a viajar a una localidad rural que marcará para siempre su destino. Allí conocerá a un muchacho idealista, apasionado y sensible, deseoso de ser considerado poeta, llamado Lensky, prácticamente opuesto a Oneguin, lo cual no le impedirá trabar cierta amistad con él.
Lensky le presentará a su prometida, la bella y dulce (y tal como Pushkin la describe, levemente alelada y provinciana) Olga, y a la hermana de ella, la misteriosa y taciturna Tatiana, una tímida muchacha, lectora insaciable, que parece disfrutar más de sus solitarios paseos por el campo y de sus ensoñaciones que del mundo real.
No pasará mucho tiempo hasta que Tatiana se enamore perdidamente de Oneguin y le confiese sus sentimientos en una arrebatadora carta; pero nuestro amargo protagonista, pese a no ocultar la curiosidad (y cierta atracción) que la peculiar chica le despierta, movido por sus amargas convicciones sobre la naturaleza humana, la rechazará. Y no se conformará con despreciar el amor de la tierna joven: con su posterior y cruel conducta desencadenará una tragedia mucho más dolorosa que la de dar calabazas a una enamorada confesa.
Años después del sangriento suceso (que le llevará a abandonar la zona y a deambular por el mundo), un Oneguin humanizado y mucho menos hostil, se reencontrará con una Tatiana muy diferente a la que conoció, imponente y más fría, casada con un militar bien situado, y la mujer más admirada y reclamada en todos los eventos sociales de San Petersburgo. Será entonces cuando Eugenio no escape ya a la naturaleza de sus sentimientos y clame desesperado por el amor de la mujer hasta rozar la obsesión, persiguiéndola y deseándola sin tregua.
Si como dijo Dostoievski, “Oneguin refleja Rusia mejor que nada”, hay que llegar a la conclusión de que Rusia es belleza, pasión, verdad, dolor, sangre, desengaño y madurez.
Aconsejo no sólo a los amantes de las historias románticas donatarias de una sólida base humana y psicológica, sino a cualquier profano en la materia, que lean esta novela y que no le tengan miedo al modo en el que está relatada la apasionada historia: en ocasiones, la prosa no puede contener la intensa y maravillosa carga del verso.
Y para quien le interese: en 1998, Martha Fiennes rodó para el cine una versión de Eugenio Oneguin con su hermano Ralph y Liv Tyler como protagonistas, filme que pese a la preciosista ambientación y las buenas interpretaciones, no logró supurar la magia y fuerza de la obra escrita. La ópera de Tchaikovsky, aún no he tenido ocasión de verla.
Título original: Evgenij Onegin
Año de publicación: 1833
Valoración: Muy recomendable
Ante esta novela en verso del gran escritor ruso Alexander Pushkin, nos encontramos, una vez más, con la obra de un autor cuyas circunstancias existenciales deberían ser citadas para poder comprender mejor la creación que nos ocupa. Sin embargo, en esta ocasión no sucumbiré a la tentación de escribir largo y tendido sobre Pushkin, me limitaré a dar algunas pinceladas sobre su perfil: el escritor era hijo de un mayor del ejército perteneciente a una acaudalada familia venida a menos, y de una dama rusa descendiente de un príncipe de Abisinia, lo que confirió al físico del padre de Eugenio Oneguin ciertos matices exóticos que casaban a la perfección con su estilo de vida, bohemio y cambiante, y marcado por sus tendencias políticas, de corte liberal pese a sus aristocráticos orígenes. Pero dejemos a Alexander y vayamos a Eugenio.
Oneguin, un apuesto y codiciado soltero de San Petersburgo, es un hombre rico y despreocupado, escéptico, cínico, ácido, individualista. Se ve agitado por ciertas ínfulas revolucionarias pese a su plácido (casi tedioso) existir, consagrado a malgastar sus horas libres en un ocio ciertamente monótono. Todo ello cambia con la muerte de un tío suyo; asuntos sobre la herencia del difunto le obligarán a viajar a una localidad rural que marcará para siempre su destino. Allí conocerá a un muchacho idealista, apasionado y sensible, deseoso de ser considerado poeta, llamado Lensky, prácticamente opuesto a Oneguin, lo cual no le impedirá trabar cierta amistad con él.
Lensky le presentará a su prometida, la bella y dulce (y tal como Pushkin la describe, levemente alelada y provinciana) Olga, y a la hermana de ella, la misteriosa y taciturna Tatiana, una tímida muchacha, lectora insaciable, que parece disfrutar más de sus solitarios paseos por el campo y de sus ensoñaciones que del mundo real.
No pasará mucho tiempo hasta que Tatiana se enamore perdidamente de Oneguin y le confiese sus sentimientos en una arrebatadora carta; pero nuestro amargo protagonista, pese a no ocultar la curiosidad (y cierta atracción) que la peculiar chica le despierta, movido por sus amargas convicciones sobre la naturaleza humana, la rechazará. Y no se conformará con despreciar el amor de la tierna joven: con su posterior y cruel conducta desencadenará una tragedia mucho más dolorosa que la de dar calabazas a una enamorada confesa.
Años después del sangriento suceso (que le llevará a abandonar la zona y a deambular por el mundo), un Oneguin humanizado y mucho menos hostil, se reencontrará con una Tatiana muy diferente a la que conoció, imponente y más fría, casada con un militar bien situado, y la mujer más admirada y reclamada en todos los eventos sociales de San Petersburgo. Será entonces cuando Eugenio no escape ya a la naturaleza de sus sentimientos y clame desesperado por el amor de la mujer hasta rozar la obsesión, persiguiéndola y deseándola sin tregua.
Si como dijo Dostoievski, “Oneguin refleja Rusia mejor que nada”, hay que llegar a la conclusión de que Rusia es belleza, pasión, verdad, dolor, sangre, desengaño y madurez.
Aconsejo no sólo a los amantes de las historias románticas donatarias de una sólida base humana y psicológica, sino a cualquier profano en la materia, que lean esta novela y que no le tengan miedo al modo en el que está relatada la apasionada historia: en ocasiones, la prosa no puede contener la intensa y maravillosa carga del verso.
Y para quien le interese: en 1998, Martha Fiennes rodó para el cine una versión de Eugenio Oneguin con su hermano Ralph y Liv Tyler como protagonistas, filme que pese a la preciosista ambientación y las buenas interpretaciones, no logró supurar la magia y fuerza de la obra escrita. La ópera de Tchaikovsky, aún no he tenido ocasión de verla.
jueves, 21 de mayo de 2009
Yves Michaud: El arte en estado gaseoso
Idioma original: francés
Título original: L'art à l'état gazeux
Fecha de publicación: 2003
Valoración: muy recomendable
Se oye a menudo constatar que vivimos en un entorno cada vez más estético. Esto se dice a veces con alegría, aunque el tono más común entre los intelectuales que han escrito sobre la estetización de lo cotidiano es más bien condenatorio. Parece innegable que, desde hace ya varias décadas, la vida en las sociedades opulentas está conformada por una voluntad de agradar nuestros sentidos. Si en otros momentos de la historia vivir en contextos estéticamente diseñados era el privilegio de ciertas élites, hoy en día el fenómeno alcanza una extensión y una intensidad inéditas. A esto, en parte, es a lo que se refiere Sloterdijk cuando habla de la "democratización del lujo".
Los objetos más triviales reciben un calculado diseño, la publicidad conquista cada día nuevos formatos y llena de seductoras promesas cada rincón de nuestra vida, podemos llevar a todas partes con nosotros nuestra música preferida o nuestras películas favoritas, y las administraciones compiten entre sí por ofrecer a los ciudadanos entornos cotidianos más bellos y eventos públicos más impresionantes. Todo este conjunto de procesos, que Michaud sintetiza en la fórmula "el triunfo de la estética", obliga a replantearse algunas de nuestras creencias más asentadas sobre la naturaleza y la función del arte. Está claro que el arte no puede entenderse ya como esa peculiar esfera que tiene el monopolio de la belleza o, más en general, de eso que los ilustrados llamaban los placeres del gusto.
En este libro Yves Michaud se muestra capaz de condensar en pocas páginas una adecuada formulación de las preguntas y de elaborar un diagnóstico agudo y cabal de la situación del arte en la actualidad. La idea central puede resumirse así: en un mundo social bello (y no se utiliza aquí "bello" en un sentido metafórico) las obras de arte tienden a desaparecer. Una vez que el contenido de los museos no se diferencia esencialmente de lo que se encuentra fuera, el mundo del arte no puede sino embarcarse en una serie de sutilezas que buscan la quintaesencia, el éter, de lo que se entendía por experiencia estética. El arte, así, ingresa en su estado gaseoso.
Huye Michaud, afortunadamente, de las condenas y las celebraciones en las que suele incurrirse con lamentable celeridad en este tipo de ensayos. A cambio ofrece al lector una capacidad de síntesis y observación bien acompañadas de ironía. Al leer este libro le queda a uno la sensación de que nadie ignora ya las contradicciones que revela. Muy poco diferencia a una discoteca de un museo, a una performance de un lanzamiento de marketing: quizá sólo nuestro empeño en ignorar ostentosamente el parecido.
Título original: L'art à l'état gazeux
Fecha de publicación: 2003
Valoración: muy recomendable
Se oye a menudo constatar que vivimos en un entorno cada vez más estético. Esto se dice a veces con alegría, aunque el tono más común entre los intelectuales que han escrito sobre la estetización de lo cotidiano es más bien condenatorio. Parece innegable que, desde hace ya varias décadas, la vida en las sociedades opulentas está conformada por una voluntad de agradar nuestros sentidos. Si en otros momentos de la historia vivir en contextos estéticamente diseñados era el privilegio de ciertas élites, hoy en día el fenómeno alcanza una extensión y una intensidad inéditas. A esto, en parte, es a lo que se refiere Sloterdijk cuando habla de la "democratización del lujo".
Los objetos más triviales reciben un calculado diseño, la publicidad conquista cada día nuevos formatos y llena de seductoras promesas cada rincón de nuestra vida, podemos llevar a todas partes con nosotros nuestra música preferida o nuestras películas favoritas, y las administraciones compiten entre sí por ofrecer a los ciudadanos entornos cotidianos más bellos y eventos públicos más impresionantes. Todo este conjunto de procesos, que Michaud sintetiza en la fórmula "el triunfo de la estética", obliga a replantearse algunas de nuestras creencias más asentadas sobre la naturaleza y la función del arte. Está claro que el arte no puede entenderse ya como esa peculiar esfera que tiene el monopolio de la belleza o, más en general, de eso que los ilustrados llamaban los placeres del gusto.
En este libro Yves Michaud se muestra capaz de condensar en pocas páginas una adecuada formulación de las preguntas y de elaborar un diagnóstico agudo y cabal de la situación del arte en la actualidad. La idea central puede resumirse así: en un mundo social bello (y no se utiliza aquí "bello" en un sentido metafórico) las obras de arte tienden a desaparecer. Una vez que el contenido de los museos no se diferencia esencialmente de lo que se encuentra fuera, el mundo del arte no puede sino embarcarse en una serie de sutilezas que buscan la quintaesencia, el éter, de lo que se entendía por experiencia estética. El arte, así, ingresa en su estado gaseoso.
Huye Michaud, afortunadamente, de las condenas y las celebraciones en las que suele incurrirse con lamentable celeridad en este tipo de ensayos. A cambio ofrece al lector una capacidad de síntesis y observación bien acompañadas de ironía. Al leer este libro le queda a uno la sensación de que nadie ignora ya las contradicciones que revela. Muy poco diferencia a una discoteca de un museo, a una performance de un lanzamiento de marketing: quizá sólo nuestro empeño en ignorar ostentosamente el parecido.
miércoles, 20 de mayo de 2009
Shan Sa: La jugadora de Go
Idioma original: francés
Título original: La Joueuse de Go
Fecha de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable
Empleando un sencillo juego de voces narrativas, que el lector desentrañará a las pocas páginas de empezada la novela, Shan Sa nos sitúa en los dos bandos del sangriento conflicto chino-japonés del primer tercio del siglo XX. Una joven estudiante de la aristocracia china, rebelde y soñadora, y un inflexible oficial japonés medirán sus fuerzas y sus esperanzas en torno a una partida del ancestral go, juego de estrategia en el que las personalidades de cada uno se mostrarán al descubierto, y a partir del cual aprenderán a conocerse a sí mismos, y a amar a su contrincante.
Sin embargo, la historia de amor que propone así la autora no es una historia romántica “comercial”, edulcorada y facilona. Para los protagonistas, enemigos por las circunstancias y rodeados de un entorno de brutalidad, su relación se transforma en una cuestión vital, radical, que les obliga a tomar decisiones extremas. A pesar de todo, quizás a algún lector más sensible se le escape alguna lágrima en torno a las últimas páginas.
Y es que, tal vez por la morosidad con que comienza la historia, o por la primera desorientación ante el intercambio de voces, La jugadora de go es una novela que va indudablemente in crescendo a medida que avanza, hasta un desenlace impagable, del que, por supuesto, no rebelaremos nada en esta reseña. Valga esto como consejo para quienes se vean desanimados después de algunas páginas: lo mejor está por llegar, y la segunda mitad de la novela les resarcirá de cualquier duda que les haya provocado la primera.
La jugadora de go es, pues, una novela para muy distintos lectores, pero sobre todo para aquellos que, más allá de la pura acción (que la hay) busquen en una novela descubrir personajes, y adentrarse en mundos lejanos, aunque no necesariamente acogedores. Una traducción elegante, y la cuidada presentación de “Ediciones del Bronce” (los mismos que ya editaron al premio Nobel chino Gao Xingjian) contribuyen a sumergirnos en la tormentosa historia de los dos protagonistas.
Título original: La Joueuse de Go
Fecha de publicación: 2001
Valoración: Muy recomendable
Empleando un sencillo juego de voces narrativas, que el lector desentrañará a las pocas páginas de empezada la novela, Shan Sa nos sitúa en los dos bandos del sangriento conflicto chino-japonés del primer tercio del siglo XX. Una joven estudiante de la aristocracia china, rebelde y soñadora, y un inflexible oficial japonés medirán sus fuerzas y sus esperanzas en torno a una partida del ancestral go, juego de estrategia en el que las personalidades de cada uno se mostrarán al descubierto, y a partir del cual aprenderán a conocerse a sí mismos, y a amar a su contrincante.
Sin embargo, la historia de amor que propone así la autora no es una historia romántica “comercial”, edulcorada y facilona. Para los protagonistas, enemigos por las circunstancias y rodeados de un entorno de brutalidad, su relación se transforma en una cuestión vital, radical, que les obliga a tomar decisiones extremas. A pesar de todo, quizás a algún lector más sensible se le escape alguna lágrima en torno a las últimas páginas.
Y es que, tal vez por la morosidad con que comienza la historia, o por la primera desorientación ante el intercambio de voces, La jugadora de go es una novela que va indudablemente in crescendo a medida que avanza, hasta un desenlace impagable, del que, por supuesto, no rebelaremos nada en esta reseña. Valga esto como consejo para quienes se vean desanimados después de algunas páginas: lo mejor está por llegar, y la segunda mitad de la novela les resarcirá de cualquier duda que les haya provocado la primera.
La jugadora de go es, pues, una novela para muy distintos lectores, pero sobre todo para aquellos que, más allá de la pura acción (que la hay) busquen en una novela descubrir personajes, y adentrarse en mundos lejanos, aunque no necesariamente acogedores. Una traducción elegante, y la cuidada presentación de “Ediciones del Bronce” (los mismos que ya editaron al premio Nobel chino Gao Xingjian) contribuyen a sumergirnos en la tormentosa historia de los dos protagonistas.
martes, 19 de mayo de 2009
Mario Benedetti in memoriam
En recuerdo agradecido a Mario Benedetti, cuya obra nos convocó tantas veces.
lunes, 18 de mayo de 2009
Milan Kundera: La inmortalidad.
Idioma original: checo.
Título original: Nesmrtelnost.
Año de publicación: 1988.
Valoración: Muy recomendable.
A pesar de no ser, en mi opinión, el mejor libro de Kundera, "La inmortalidad" está lleno de ideas y formulaciones brillantes.
Muy en el estilo de su autor, esta es una novela que huye de la estructura lineal y del encadenamiento de hechos y acciones; más bien, utiliza ciertas anécdotas o situaciones, entremezclando en ellas la vida real y la ficción, para reflexionar sobre cuestiones de gran hondura.
Así, por ejemplo, nos habla del deseo del ser humano de trascender, más allá de su muerte, perpetuándose de algún modo en el arte o el recuerdo de otros seres. También de la belleza, la casualidad con sus diferentes matices (un tema que parece obsesionar a Kundera)... y muchos otros asuntos de los que se nos da una visión novedosa y muy interesante.
Como muestra, un par de fragmentos en los que vale la pena detenerse:
"Pienso luego existo, es el comentario de un intelectual que subestima el dolor de muelas. Siento luego existo es una verdad que posee una validez mucho más general y se refiere a todo lo vivo. Mi yo no se diferencia esencialmente del de ustedes por lo que piensa. Gente hay muchas, ideas pocas: todos pensamos aproximadamente lo mismo y las ideas nos las traspasamos, las pedimos prestadas, las robamos. Pero cuando alguien me pisa el pie, el dolor sólo lo siento yo. La base del yo no es el pensamiento, sino el sufrimiento, que es el más básico de todos los sentimientos. En el sufrimiento, ni siquiera un gato puede dudar de su insufrible yo. En un sufrimiento fuerte, el mundo desaparece y cada uno de nosotros está a solas consigo mismo. El sufrimiento es la universalidad del egocentrismo."
"Camino: franja de tierra por la que se va a pie. La carretera se diferencia del camino no sólo porque por ella se va en carro, sino porque no es más que una línea que une un punto con otro. La carretera no tiene sentido en sí misma; el sentido sólo lo tienen los dos puntos que une.El camino es un elogio del espacio. Cada tramo del camino tiene sentido en sí mismo y nos invita a detenernos.
La carretera es la victoriosa desvalorización del espacio, que gracias a ella no es hoy más que un simple obstáculo para el movimiento humano y una pérdida de tiempo.
Antes de que los caminos desaparecieran del paisaje, desaparecieron del alma humana; el hombre perdió el deseo de andar, de caminar con sus propias piernas y disfrutar de ello. Ya ni siquiera veía su vida como un camino, sino como una carretera: una línea que va de un punto a otro, del grado de capitán al grado de general; de la función de esposa a la función de viuda. El tiempo de la vida se convirtió para él en un simple obstáculo que hay que superar a velocidades cada vez mayores.
El camino y la carretera son también dos concepciones diferentes de la belleza. Cuando alguien dice que en tal o cual lugar hay un paisaje hermoso, eso significa: si paras el carro verás un hermoso castillo del siglo xv y junto a él un parque; o: hay allí un lago y, por su brillante superficie, que se extiende a lo lejos, navegan los cisnes. En el mundo de las carreteras un paisaje hermoso significa: una isla de belleza unida por una larga línea a otras islas de belleza.
En el mundo de los caminos la belleza es ininterrumpida y constantemente cambiante; a cada paso nos dice: ¡detente!"
Junto a la historia de Agnes y Laura, y las anécdotas relacionadas con Goethe, Rubens y otros artistas, encontramos hondas reflexiones sobre la belleza, el arte, el amor, la muerte...
Una obra francamente recomendable.
Todas las reseñas sobre Milan Kundera en ULAD: Aquí
Título original: Nesmrtelnost.
Año de publicación: 1988.
Valoración: Muy recomendable.
A pesar de no ser, en mi opinión, el mejor libro de Kundera, "La inmortalidad" está lleno de ideas y formulaciones brillantes.
Muy en el estilo de su autor, esta es una novela que huye de la estructura lineal y del encadenamiento de hechos y acciones; más bien, utiliza ciertas anécdotas o situaciones, entremezclando en ellas la vida real y la ficción, para reflexionar sobre cuestiones de gran hondura.
Así, por ejemplo, nos habla del deseo del ser humano de trascender, más allá de su muerte, perpetuándose de algún modo en el arte o el recuerdo de otros seres. También de la belleza, la casualidad con sus diferentes matices (un tema que parece obsesionar a Kundera)... y muchos otros asuntos de los que se nos da una visión novedosa y muy interesante.
Como muestra, un par de fragmentos en los que vale la pena detenerse:
"Pienso luego existo, es el comentario de un intelectual que subestima el dolor de muelas. Siento luego existo es una verdad que posee una validez mucho más general y se refiere a todo lo vivo. Mi yo no se diferencia esencialmente del de ustedes por lo que piensa. Gente hay muchas, ideas pocas: todos pensamos aproximadamente lo mismo y las ideas nos las traspasamos, las pedimos prestadas, las robamos. Pero cuando alguien me pisa el pie, el dolor sólo lo siento yo. La base del yo no es el pensamiento, sino el sufrimiento, que es el más básico de todos los sentimientos. En el sufrimiento, ni siquiera un gato puede dudar de su insufrible yo. En un sufrimiento fuerte, el mundo desaparece y cada uno de nosotros está a solas consigo mismo. El sufrimiento es la universalidad del egocentrismo."
"Camino: franja de tierra por la que se va a pie. La carretera se diferencia del camino no sólo porque por ella se va en carro, sino porque no es más que una línea que une un punto con otro. La carretera no tiene sentido en sí misma; el sentido sólo lo tienen los dos puntos que une.El camino es un elogio del espacio. Cada tramo del camino tiene sentido en sí mismo y nos invita a detenernos.
La carretera es la victoriosa desvalorización del espacio, que gracias a ella no es hoy más que un simple obstáculo para el movimiento humano y una pérdida de tiempo.
Antes de que los caminos desaparecieran del paisaje, desaparecieron del alma humana; el hombre perdió el deseo de andar, de caminar con sus propias piernas y disfrutar de ello. Ya ni siquiera veía su vida como un camino, sino como una carretera: una línea que va de un punto a otro, del grado de capitán al grado de general; de la función de esposa a la función de viuda. El tiempo de la vida se convirtió para él en un simple obstáculo que hay que superar a velocidades cada vez mayores.
El camino y la carretera son también dos concepciones diferentes de la belleza. Cuando alguien dice que en tal o cual lugar hay un paisaje hermoso, eso significa: si paras el carro verás un hermoso castillo del siglo xv y junto a él un parque; o: hay allí un lago y, por su brillante superficie, que se extiende a lo lejos, navegan los cisnes. En el mundo de las carreteras un paisaje hermoso significa: una isla de belleza unida por una larga línea a otras islas de belleza.
En el mundo de los caminos la belleza es ininterrumpida y constantemente cambiante; a cada paso nos dice: ¡detente!"
Junto a la historia de Agnes y Laura, y las anécdotas relacionadas con Goethe, Rubens y otros artistas, encontramos hondas reflexiones sobre la belleza, el arte, el amor, la muerte...
Una obra francamente recomendable.
Todas las reseñas sobre Milan Kundera en ULAD: Aquí
domingo, 17 de mayo de 2009
¿Qué reseñamos?
Cuando empezamos este blog, una de las primeras cosas que tuvimos que plantearnos fue el encabezamiento que aparecería al principio de cada entrada: qué datos sobre cada libro incluiríamos y cuáles no: autor, título, fecha, editorial, número de páginas, etc. Lo cual nos llevaba a otra pregunta distinta: ¿qué estábamos reseñando? ¿La obra original? ¿La obra traducida al español por primera vez? ¿Una edición determinada de la obra?
Finalmente, optamos por incluir sólo los datos básicos: en el título de la entrada, autor y título en español, y en el encabezamiento, los tres o cuatro campos que aparecen ahora: idioma original, título original, año de publicación y valoración. Es decir, que decidimos no reseñar una edición o traducción concreta de cada obra, sino la obra en sí, la "idea platónica" de la obra, con especial referencia al original, más que a su(s) traducción(es). Esta solución nos pareció la más práctica y conveniente, ya que para muchas de las obras que reseñamos puede haber más de una edición, más de una traducción, y a nosotros nos interesaba recomendar (o no) las obras en sí mismas, con independencia de sus "accidentes materiales".
Esta decisión puede ser discutible, claro, como lo sería cualquier otra opción. Su principal problema es que trata las distintas ediciones y traducciones como si fueran invisibles, es decir, como si no afectaran en nada al contenido de la obra, cuando esto no es en absoluto cierto. Una buena obra mal traducida o editada puede ser difícil de tratar; una obra bien editada, con criterios de calidad, anotaciones, buen papel, buena letra, ilustraciones, etc., puede mejorar mucho el texto original. De ahí que tampoco nos neguemos a mencionar en nuestras críticas las ediciones o traducciones que manejamos y que nos parecen reseñables por algún motivo. En este sentido "material" (por decirlo de alguna manera) han aparecido en el blog, por ejemplo, las moscas de Movimiento perpetuo o la tinta de dos colores de La historia interminable.
Sin embargo, a veces no puede distinguirse tan fácilmente entre la "idea platónica" de la obra y sus encarnaciones materiales, más o menos logradas. El caso más claro son las antologías, y de éstas ha habido ya varias. Una antología no es una edición más o menos cuidada de una obra, sino que en ella es precisamente el editor el que decide qué es y qué no es obra. Puede ser un libro formado por textos inéditos hasta la fecha o por retazos de libros ya publicados o una reunión de varias obras completas, ya publicadas, bajo un solo tomo. O, por supuesto, una combinación cualquiera de las tres opciones anteriores.
Lo que está claro es que en la antología se invierte el caso habitual de primacía del autor e invisibilidad del editor. ¿Cómo deberíamos, entonces, comentar las antologías? ¿Hablando del acierto de la selección o de la calidad de los textos? ¿Mencionando al autor o autores, o al editor? ¿Deberíamos comentar aparte los libros que se publicaron aparte, aunque luego se añadieran a una antología? Es difícil dar una respuesta que valga siempre y la verdad es que hasta ahora cada uno lo ha hecho como le ha parecido mejor.
Finalmente, optamos por incluir sólo los datos básicos: en el título de la entrada, autor y título en español, y en el encabezamiento, los tres o cuatro campos que aparecen ahora: idioma original, título original, año de publicación y valoración. Es decir, que decidimos no reseñar una edición o traducción concreta de cada obra, sino la obra en sí, la "idea platónica" de la obra, con especial referencia al original, más que a su(s) traducción(es). Esta solución nos pareció la más práctica y conveniente, ya que para muchas de las obras que reseñamos puede haber más de una edición, más de una traducción, y a nosotros nos interesaba recomendar (o no) las obras en sí mismas, con independencia de sus "accidentes materiales".
Esta decisión puede ser discutible, claro, como lo sería cualquier otra opción. Su principal problema es que trata las distintas ediciones y traducciones como si fueran invisibles, es decir, como si no afectaran en nada al contenido de la obra, cuando esto no es en absoluto cierto. Una buena obra mal traducida o editada puede ser difícil de tratar; una obra bien editada, con criterios de calidad, anotaciones, buen papel, buena letra, ilustraciones, etc., puede mejorar mucho el texto original. De ahí que tampoco nos neguemos a mencionar en nuestras críticas las ediciones o traducciones que manejamos y que nos parecen reseñables por algún motivo. En este sentido "material" (por decirlo de alguna manera) han aparecido en el blog, por ejemplo, las moscas de Movimiento perpetuo o la tinta de dos colores de La historia interminable.
Sin embargo, a veces no puede distinguirse tan fácilmente entre la "idea platónica" de la obra y sus encarnaciones materiales, más o menos logradas. El caso más claro son las antologías, y de éstas ha habido ya varias. Una antología no es una edición más o menos cuidada de una obra, sino que en ella es precisamente el editor el que decide qué es y qué no es obra. Puede ser un libro formado por textos inéditos hasta la fecha o por retazos de libros ya publicados o una reunión de varias obras completas, ya publicadas, bajo un solo tomo. O, por supuesto, una combinación cualquiera de las tres opciones anteriores.
Lo que está claro es que en la antología se invierte el caso habitual de primacía del autor e invisibilidad del editor. ¿Cómo deberíamos, entonces, comentar las antologías? ¿Hablando del acierto de la selección o de la calidad de los textos? ¿Mencionando al autor o autores, o al editor? ¿Deberíamos comentar aparte los libros que se publicaron aparte, aunque luego se añadieran a una antología? Es difícil dar una respuesta que valga siempre y la verdad es que hasta ahora cada uno lo ha hecho como le ha parecido mejor.
sábado, 16 de mayo de 2009
Robert Louis Stevenson:La isla del tesoro
Idioma original: inglés.
Título original: The Sea Cook, or Treasure Island.
Año de publicación: 1883.
Valoración: Muy recomendable.
Creo que, al menos de vez en cuando, es estupendo soñar, jugar, volver a ser niño.
Eso es lo que nos permite este libro, con el que uno puede convertirse en pirata y vivir aventuras emocionantes e insospechadas.
Pero La isla del tesoro no es sólo eso.
Quizá una lectura superficial de la novela, nos haga pensar que estamos ante un relato de aventuras, especialmente interesante para jóvenes y niños; pero en mi opinión, este libro (como todos los de Stevenson) tiene un trasfondo filosófico, ético, espiritual... que lo hace interesante también para lectores con más intereses que el mero entretenimiento.
La violenta lucha del joven Jim Hawkins contra los piratas, y en especial contra John Silver El Largo, refleja el eterno enfrentamiento entre lo bueno y malo que todos llevamos dentro.
Cuentan que Stevenson escribió esta historia para su hijastro Lloyd. Tras ayudarle a pintar con sus acuarelas el mapa de una isla, comenzó a nombrar sus rincones y a marcar varias cruces en él. "La isla del tesoro", escribió en la esquina superior derecha.
Aquel fue el origen de una novela que su autor fue compartiendo, a medida que iba escribiéndola, con su familia. Al parecer, algunos de sus miembros se implicaron en el proceso creativo e hicieron aportaciones importantes a la narración. (Para saber más sobre esto, les remito a la wikipedia.)
Una novela accesible y de calidad para ofrecer a los más jóvenes y, desde luego, que merece la pena disfrutar como adulto.
Otros libros de R. L. Stevenson reseñados en Un Libro Al Día: Ensayos literarios, El Club de los Suicidas, El diablo en la botella, El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde
Título original: The Sea Cook, or Treasure Island.
Año de publicación: 1883.
Valoración: Muy recomendable.
Creo que, al menos de vez en cuando, es estupendo soñar, jugar, volver a ser niño.
Eso es lo que nos permite este libro, con el que uno puede convertirse en pirata y vivir aventuras emocionantes e insospechadas.
Pero La isla del tesoro no es sólo eso.
Quizá una lectura superficial de la novela, nos haga pensar que estamos ante un relato de aventuras, especialmente interesante para jóvenes y niños; pero en mi opinión, este libro (como todos los de Stevenson) tiene un trasfondo filosófico, ético, espiritual... que lo hace interesante también para lectores con más intereses que el mero entretenimiento.
La violenta lucha del joven Jim Hawkins contra los piratas, y en especial contra John Silver El Largo, refleja el eterno enfrentamiento entre lo bueno y malo que todos llevamos dentro.
Cuentan que Stevenson escribió esta historia para su hijastro Lloyd. Tras ayudarle a pintar con sus acuarelas el mapa de una isla, comenzó a nombrar sus rincones y a marcar varias cruces en él. "La isla del tesoro", escribió en la esquina superior derecha.
Aquel fue el origen de una novela que su autor fue compartiendo, a medida que iba escribiéndola, con su familia. Al parecer, algunos de sus miembros se implicaron en el proceso creativo e hicieron aportaciones importantes a la narración. (Para saber más sobre esto, les remito a la wikipedia.)
Una novela accesible y de calidad para ofrecer a los más jóvenes y, desde luego, que merece la pena disfrutar como adulto.
Otros libros de R. L. Stevenson reseñados en Un Libro Al Día: Ensayos literarios, El Club de los Suicidas, El diablo en la botella, El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde
viernes, 15 de mayo de 2009
Boris Vian: La espuma de los días
Idioma original: francés
Título original: L’Écume des jours
Fecha de publicación: 1947
Valoración: Muy recomendable
He de confesar que llegué hasta Boris Vian y su “espuma de los días” gracias a una entrevista con una escritora española de éxito que vi en la televisión. En un momento dado, dicha escritora (que no es, precisamente, santa de mi devoción) comenzó a hablar animadamente con su entrevistador sobre este libro, y al escucharles, no pude por menos de sentir cierta curiosidad y algo de celos ante el entusiasmo, el desparpajo y el suave tono burlón que ambos derrochaban, haciendo gala de una complicidad que parecía ignorar el hecho de que estaban siendo contemplados por miles y miles de personas. Recordaban, joviales y desenfadados, pasajes y ocurrencias del hasta entonces para mí desconocido Vian y su novela de intrigante título. Así que, en cuanto pude, me hice con ella.
Cuando tuve La espuma de los días en mis manos, me sorprendió su escasa longitud, ya que me imaginaba, no sé por qué, una obra muy extensa; y cuando comencé a leerla, tampoco me dejó precisamente indiferente la atmósfera surrealista en la que se obliga al lector a introducirse desde el primer momento y de forma un tanto violenta; es decir: me encontré con algo que no me esperaba y que al principio no me convencía nada. Nada. Porque pese a su agilidad y originalidad, me resultaba una bochornosa broma poco loable.
Pero seguí leyendo, y una vez firmado el pacto de confianza que se debe firmar con todo autor, digamos, peculiar para tratar de conocerle, pude llegar a disfrutar de aquel extraño artificio. Peculiar, sí, si no, cómo explicar que en casa de Colin, el joven y hedonista protagonista, viva un ratón gris de bigotes negros preocupado por la estabilidad de su compañero de piso, o que Chloé, la amada de Colin, enferme cuando le crezca un nenúfar en el pulmón, incurable enfermedad que llevará a su amado a sacrificarlo todo por ella. Mientras, la casa de Colin se hará cada vez más pequeña, y la humedad, creciente e imparable, la terminará por transformar en una suerte de ciénaga pastosa (de ahí la “espuma” del título).
Se puede mencionar a los otros peculiares personajes de la historia, como Chick, el mejor amigo de Colin, y su novia Alise, o Nicolás, el cocinero de Colin, que sale con la alta-burguesa Isis. Pero el gran nombre de esta novela, sin duda alguna, es el de un filósofo adorado por las masas, cual Elvis de las letras: Jean Sol Partre, ¿a alguien le suena? Vian parodia con este personaje inspirado con descaro en el partenaire de Simone de Beauvoir, el star-system literario, aún más grotesco si cabe que el hollywoodiense. Y aunque parezca mentira, diré que en la vida real Vian y Sartre, con “s”, fueron amigos, siendo éste último defensor acérrimo de su obra, pero con poca suerte, eso sí: sólo una vez muerto, la crítica reconoció sus méritos al padre de La espuma de los días.
Por lo tanto, es difícil que la presente obra agrade a los amantes de las historias clásicas; y con “clásicas” no me refiero sólo a las que obedecen al triunvirato de la coherencia literaria, a saber, introducción-nudo-desenlace, sino a las que pueden presumir de presentar personajes y situaciones perfectamente reproducibles en el mundo real. Pero no nos equivoquemos; Vian no cultiva el realismo mágico, su estilo es, más bien, la mezcla entre la obra subyugante/desquiciante de Salvador Dalí y los vericuetos febriles de Kafka.
Ah, se me olvidaba: hicieron una película a raíz de este libro. Ver para creer.
También de Boris Vian en ULAD: El arrancacorazones, La hierba roja, El lobo-hombre, Escupiré sobre vuestra tumba, Otoño en Pekín, Que se mueran los feos
Título original: L’Écume des jours
Fecha de publicación: 1947
Valoración: Muy recomendable
He de confesar que llegué hasta Boris Vian y su “espuma de los días” gracias a una entrevista con una escritora española de éxito que vi en la televisión. En un momento dado, dicha escritora (que no es, precisamente, santa de mi devoción) comenzó a hablar animadamente con su entrevistador sobre este libro, y al escucharles, no pude por menos de sentir cierta curiosidad y algo de celos ante el entusiasmo, el desparpajo y el suave tono burlón que ambos derrochaban, haciendo gala de una complicidad que parecía ignorar el hecho de que estaban siendo contemplados por miles y miles de personas. Recordaban, joviales y desenfadados, pasajes y ocurrencias del hasta entonces para mí desconocido Vian y su novela de intrigante título. Así que, en cuanto pude, me hice con ella.
Cuando tuve La espuma de los días en mis manos, me sorprendió su escasa longitud, ya que me imaginaba, no sé por qué, una obra muy extensa; y cuando comencé a leerla, tampoco me dejó precisamente indiferente la atmósfera surrealista en la que se obliga al lector a introducirse desde el primer momento y de forma un tanto violenta; es decir: me encontré con algo que no me esperaba y que al principio no me convencía nada. Nada. Porque pese a su agilidad y originalidad, me resultaba una bochornosa broma poco loable.
Pero seguí leyendo, y una vez firmado el pacto de confianza que se debe firmar con todo autor, digamos, peculiar para tratar de conocerle, pude llegar a disfrutar de aquel extraño artificio. Peculiar, sí, si no, cómo explicar que en casa de Colin, el joven y hedonista protagonista, viva un ratón gris de bigotes negros preocupado por la estabilidad de su compañero de piso, o que Chloé, la amada de Colin, enferme cuando le crezca un nenúfar en el pulmón, incurable enfermedad que llevará a su amado a sacrificarlo todo por ella. Mientras, la casa de Colin se hará cada vez más pequeña, y la humedad, creciente e imparable, la terminará por transformar en una suerte de ciénaga pastosa (de ahí la “espuma” del título).
Se puede mencionar a los otros peculiares personajes de la historia, como Chick, el mejor amigo de Colin, y su novia Alise, o Nicolás, el cocinero de Colin, que sale con la alta-burguesa Isis. Pero el gran nombre de esta novela, sin duda alguna, es el de un filósofo adorado por las masas, cual Elvis de las letras: Jean Sol Partre, ¿a alguien le suena? Vian parodia con este personaje inspirado con descaro en el partenaire de Simone de Beauvoir, el star-system literario, aún más grotesco si cabe que el hollywoodiense. Y aunque parezca mentira, diré que en la vida real Vian y Sartre, con “s”, fueron amigos, siendo éste último defensor acérrimo de su obra, pero con poca suerte, eso sí: sólo una vez muerto, la crítica reconoció sus méritos al padre de La espuma de los días.
Por lo tanto, es difícil que la presente obra agrade a los amantes de las historias clásicas; y con “clásicas” no me refiero sólo a las que obedecen al triunvirato de la coherencia literaria, a saber, introducción-nudo-desenlace, sino a las que pueden presumir de presentar personajes y situaciones perfectamente reproducibles en el mundo real. Pero no nos equivoquemos; Vian no cultiva el realismo mágico, su estilo es, más bien, la mezcla entre la obra subyugante/desquiciante de Salvador Dalí y los vericuetos febriles de Kafka.
Ah, se me olvidaba: hicieron una película a raíz de este libro. Ver para creer.
También de Boris Vian en ULAD: El arrancacorazones, La hierba roja, El lobo-hombre, Escupiré sobre vuestra tumba, Otoño en Pekín, Que se mueran los feos
jueves, 14 de mayo de 2009
Frank McCourt: Las cenizas de Ángela.
Idioma original: inglés.
Título original: Angela's Ashes
Año de publicación: 1996.
Valoración: Muy recomendable.
Éste libro narra la infancia de su autor, Frank McCourt. Se trata de la primera parte de sus memorias (ya que después escribió tres continuaciones; Lo es, El profesor y Ángela y el niño Jesús).
Recoge toda su niñez: desde su nacimiento, en el Nueva York de 1930, en una familia de origen irlandés, hasta el momento en que, con 19 años, decide regresar allá, después de toda una infancia de penurias económicas en la ciudad de Limerick.
(Gracias a Dios, parece que las cosas han cambiado mucho por allí y nuestro amigo Santi no se ve obligado a comer a diario cabezas de pescado, pan y té... ;) )
Creo que lo que más me gusta de este libro es que está escrito con sencillez y sentido del humor. Es cierto que narra algunos hechos muy tristes, como las muertes de varios de los hermanos del autor a causa de la miseria en que viven, pero en general, la historia se nos presenta desde los ojos de un niño; ingenuo y alegre, como todos.
Creo que el que el autor nos hable con ternura y humor se debe, precisamente, a que es su propia vida la que nos está contando. En mi opinión, los sentimentalismos y victimizaciones se llevan a cabo "desde fuera"; uno no siente lástima de sí mismo ni de su propia vida. Sea como sea, es la que a uno le ha tocado, y no queda más remedio que hacerle frente con entusiasmo.
La voz del pequeño Frank es la de cualquier niño o niña del mundo que sufre malnutrición, abandono, quizá maltrato... y al que la suciedad en que vive le hace presa fácil de muchas enfermedades. La mayoría de los niños que conozco que viven una realidad parecida, hablan con naturalidad de sus problemas, sin compadecerse de sí mismos. La sensiblería que los convierte en "pobrecitos" viene dada por otros ojos.
En definitiva éste es un libro interesante; ágil, entretenido.
Quizá no es una joya literaria pero no creo que pretenda serlo.
Se trata de una de esas novelas que nos transportan a otra realidad, nos envuelven, nos conmueven y después nos dejan un buen sabor de boca.
Nada más.
O nada menos.
Título original: Angela's Ashes
Año de publicación: 1996.
Valoración: Muy recomendable.
Éste libro narra la infancia de su autor, Frank McCourt. Se trata de la primera parte de sus memorias (ya que después escribió tres continuaciones; Lo es, El profesor y Ángela y el niño Jesús).
Recoge toda su niñez: desde su nacimiento, en el Nueva York de 1930, en una familia de origen irlandés, hasta el momento en que, con 19 años, decide regresar allá, después de toda una infancia de penurias económicas en la ciudad de Limerick.
(Gracias a Dios, parece que las cosas han cambiado mucho por allí y nuestro amigo Santi no se ve obligado a comer a diario cabezas de pescado, pan y té... ;) )
Creo que lo que más me gusta de este libro es que está escrito con sencillez y sentido del humor. Es cierto que narra algunos hechos muy tristes, como las muertes de varios de los hermanos del autor a causa de la miseria en que viven, pero en general, la historia se nos presenta desde los ojos de un niño; ingenuo y alegre, como todos.
Creo que el que el autor nos hable con ternura y humor se debe, precisamente, a que es su propia vida la que nos está contando. En mi opinión, los sentimentalismos y victimizaciones se llevan a cabo "desde fuera"; uno no siente lástima de sí mismo ni de su propia vida. Sea como sea, es la que a uno le ha tocado, y no queda más remedio que hacerle frente con entusiasmo.
La voz del pequeño Frank es la de cualquier niño o niña del mundo que sufre malnutrición, abandono, quizá maltrato... y al que la suciedad en que vive le hace presa fácil de muchas enfermedades. La mayoría de los niños que conozco que viven una realidad parecida, hablan con naturalidad de sus problemas, sin compadecerse de sí mismos. La sensiblería que los convierte en "pobrecitos" viene dada por otros ojos.
En definitiva éste es un libro interesante; ágil, entretenido.
Quizá no es una joya literaria pero no creo que pretenda serlo.
Se trata de una de esas novelas que nos transportan a otra realidad, nos envuelven, nos conmueven y después nos dejan un buen sabor de boca.
Nada más.
O nada menos.
miércoles, 13 de mayo de 2009
Italo Calvino: Las ciudades invisibles
Idioma original: italiano
Título original: Le città invisibili
Fecha de publicación: 1972
Valoración: Imprescindible
"Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades" dice Calvino en la nota preliminar, y no le falta razón. Las ciudades invisibles es para mí uno de los ejemplos más discretos y eficaces de prosa poética, dicho en el mejor sentido posible. Cuando lo leí, hace ya varios años, disfruté de cada frase, deteniéndome en las palabras como sólo ocurre con la poesía. Y no hablo de lo que a veces se entiende por prosa poética: no hay aquí alardes de adjetivación ni pirotecnias rítmicas, sino una severa economía de medios subordinada por completo a la viva transmisión de imágenes. Esta depurada selección de las palabras recupera aquí la que fuera -quiero suponer- una de las funciones primordiales de la narración: la descripción de gentes y países extraños a quien no los conoce.
Calvino pone la descripción de 55 ciudades imaginarias en boca de Marco Polo, quien narra las maravillas de sus viajes a Kublai Kan, emperador de los tártaros. Cada ciudad tiene un precioso nombre de mujer -Ersilia, Aglaura, Fedora, Zoe- , y todas las describe Marco Polo con palabras compasivas o temerosas o entusiastas de enamorado. Los breves textos se ordenan en once series que se van entrelazando. Zenobia, por ejemplo, es una de las "Ciudades sutiles": construida sobre altísimos pilotes, es toda ella una escala de balcones, miradores y atalayas. Valdrada pertenece a la serie "Las ciudades y los ojos": asomada a la superficie de un lago, todo en ella aparece doble a la mirada del visitante y sus habitantes conviven con la certeza de que cada uno de sus gestos se repite, invertido, bajo el agua.
Las conversaciones entre Marco Polo y Kublai Kan ofrecen una pausa al lector para asimilar las imágenes que se le transmiten y son también una ocasión para cuestionarse sobre lo que significa, en última instancia, narrar. En uno de estos diálogos, el emperador le pregunta a Marco Polo por qué nunca le ha contado nada de su propia ciudad, Venecia. Este sonríe y responde: "¿Y de qué crees que te hablaba? Cada vez que describo una ciudad digo algo de Venecia."
Desde 1973 Italo Calvino formó parte de OuLiPo, grupo del que ya hablamos en esta entrada.
También de Calvino: Aquí
Título original: Le città invisibili
Fecha de publicación: 1972
Valoración: Imprescindible
"Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades" dice Calvino en la nota preliminar, y no le falta razón. Las ciudades invisibles es para mí uno de los ejemplos más discretos y eficaces de prosa poética, dicho en el mejor sentido posible. Cuando lo leí, hace ya varios años, disfruté de cada frase, deteniéndome en las palabras como sólo ocurre con la poesía. Y no hablo de lo que a veces se entiende por prosa poética: no hay aquí alardes de adjetivación ni pirotecnias rítmicas, sino una severa economía de medios subordinada por completo a la viva transmisión de imágenes. Esta depurada selección de las palabras recupera aquí la que fuera -quiero suponer- una de las funciones primordiales de la narración: la descripción de gentes y países extraños a quien no los conoce.
Calvino pone la descripción de 55 ciudades imaginarias en boca de Marco Polo, quien narra las maravillas de sus viajes a Kublai Kan, emperador de los tártaros. Cada ciudad tiene un precioso nombre de mujer -Ersilia, Aglaura, Fedora, Zoe- , y todas las describe Marco Polo con palabras compasivas o temerosas o entusiastas de enamorado. Los breves textos se ordenan en once series que se van entrelazando. Zenobia, por ejemplo, es una de las "Ciudades sutiles": construida sobre altísimos pilotes, es toda ella una escala de balcones, miradores y atalayas. Valdrada pertenece a la serie "Las ciudades y los ojos": asomada a la superficie de un lago, todo en ella aparece doble a la mirada del visitante y sus habitantes conviven con la certeza de que cada uno de sus gestos se repite, invertido, bajo el agua.
Las conversaciones entre Marco Polo y Kublai Kan ofrecen una pausa al lector para asimilar las imágenes que se le transmiten y son también una ocasión para cuestionarse sobre lo que significa, en última instancia, narrar. En uno de estos diálogos, el emperador le pregunta a Marco Polo por qué nunca le ha contado nada de su propia ciudad, Venecia. Este sonríe y responde: "¿Y de qué crees que te hablaba? Cada vez que describo una ciudad digo algo de Venecia."
Desde 1973 Italo Calvino formó parte de OuLiPo, grupo del que ya hablamos en esta entrada.
También de Calvino: Aquí
martes, 12 de mayo de 2009
James Salter: La última noche
Idioma original: inglés
Título original: Last Night
Año de publicación: 2005
Valoración: Muy recomendable
La publicación del volumen de relatos La Última Noche de James Salter, siete años después de su anterior obra original, puede que lo salvase, casi milagrosamente, de convertirse en un “Bartleby”, es decir, uno de esos autores como Rulfo, Salinger o Rimbaud que abandonan voluntariamente el oficio de escribir en la cumbre de su buena fortuna. Y decididamente puede decirse que se trata de un regreso afortunado, ya que esta obra es un compendio de relatos de una densidad y una perfección narrativa admirables.
Salter ha sido, además de escritor, guionista en Hollywood, y eso se nota en la ambientación de sus historias (las dos costas de Estados Unidos, igualmente decadentes), en sus temas (las infidelidades, las adicciones, la bohemia pseudo-artística y pseudo-intelectual) y en su forma de narrar, minuciosa y transparente. Lo cierto es que resulta aconsejable leer los relatos espaciados, y no atracarse de ellos, de lo contrario uno tiene la impresión de estar leyendo la misma historia –el fracaso de diversos personajes en su búsqueda de la felicidad- con ligeros cambios en el guión.
Pero no conviene ser demasiado impaciente: para el lector que sabe perseverar, La Última Noche guarda una traca final (el relato que da título al volumen) ciertamente espectacular. Una última manipulación al tema de los celos, la infidelidad y la culpa llevados al límite de lo verosímil. Una lectura breve, pero muy recomendable.
También de James Salter en ULAD: Juego y distracción
Título original: Last Night
Año de publicación: 2005
Valoración: Muy recomendable
La publicación del volumen de relatos La Última Noche de James Salter, siete años después de su anterior obra original, puede que lo salvase, casi milagrosamente, de convertirse en un “Bartleby”, es decir, uno de esos autores como Rulfo, Salinger o Rimbaud que abandonan voluntariamente el oficio de escribir en la cumbre de su buena fortuna. Y decididamente puede decirse que se trata de un regreso afortunado, ya que esta obra es un compendio de relatos de una densidad y una perfección narrativa admirables.
Salter ha sido, además de escritor, guionista en Hollywood, y eso se nota en la ambientación de sus historias (las dos costas de Estados Unidos, igualmente decadentes), en sus temas (las infidelidades, las adicciones, la bohemia pseudo-artística y pseudo-intelectual) y en su forma de narrar, minuciosa y transparente. Lo cierto es que resulta aconsejable leer los relatos espaciados, y no atracarse de ellos, de lo contrario uno tiene la impresión de estar leyendo la misma historia –el fracaso de diversos personajes en su búsqueda de la felicidad- con ligeros cambios en el guión.
Pero no conviene ser demasiado impaciente: para el lector que sabe perseverar, La Última Noche guarda una traca final (el relato que da título al volumen) ciertamente espectacular. Una última manipulación al tema de los celos, la infidelidad y la culpa llevados al límite de lo verosímil. Una lectura breve, pero muy recomendable.
También de James Salter en ULAD: Juego y distracción
lunes, 11 de mayo de 2009
Imre Kertesz: Dossier K
Idioma original: húngaro.
Título original: Dossier K.
Año de publicación: 2007.
Valoración: Muy recomendable.
Tras hablar de Sin destino, la obra de Kertesz por la que creo que es recomendable empezar a conocerle, merece la pena hacer referencia a esta otra.
Se trata de una novela peculiar, escrita en forma de diálogo, en la que el autor (cansado de responder siempre a las mismas preguntas, después de recibir el Nobel y salir así del anonimato) se entrevista a sí mismo.
Con este curioso método de escritura, consigue ponerse delante las preguntas más importantes que un autor puede hacerse; su motivación para crear, el pozo del que extrae lo que después expresa en sus obras... Más aún, profundiza en su propio ser y, más en general, en la esencia de la condición humana.
De esta novela, Kertesz dice: “Nunca habría podido escribirla a una sola voz, porque necesitaba el agudo contraste”.
Y en ella, entre otras cosas, nos aclara, una vez más, que sus obras no son "autobiográficas", en el sentido tradicional del término; nos habla de por qué sigue escribiendo, a pesar de su desencanto ante el mundo y la historia de la humanidad (contra lo que suele creerse, no sólo debido a su estancia en varios campos de concentración)...
En definitiva, por su técnica narrativa y por su contenido, se trata de un valioso testimonio de una de las mentes más lúcidas que he conocido: un texto que nos hace pensar, poniéndonos (como todas las obras de su autor) ante cuestiones que quizá nunca nos hubiéramos planteado por nosotros mismos, o ante las mismas y conocidas preguntas, formuladas desde otro punto de vista.
Para lectores con ganas de reflexionar y abrirse a nuevas ideas.
También de Imre Kertész en ULAD: Diario de la galera, Liquidación, Sin destino
Título original: Dossier K.
Año de publicación: 2007.
Valoración: Muy recomendable.
Tras hablar de Sin destino, la obra de Kertesz por la que creo que es recomendable empezar a conocerle, merece la pena hacer referencia a esta otra.
Se trata de una novela peculiar, escrita en forma de diálogo, en la que el autor (cansado de responder siempre a las mismas preguntas, después de recibir el Nobel y salir así del anonimato) se entrevista a sí mismo.
Con este curioso método de escritura, consigue ponerse delante las preguntas más importantes que un autor puede hacerse; su motivación para crear, el pozo del que extrae lo que después expresa en sus obras... Más aún, profundiza en su propio ser y, más en general, en la esencia de la condición humana.
De esta novela, Kertesz dice: “Nunca habría podido escribirla a una sola voz, porque necesitaba el agudo contraste”.
Y en ella, entre otras cosas, nos aclara, una vez más, que sus obras no son "autobiográficas", en el sentido tradicional del término; nos habla de por qué sigue escribiendo, a pesar de su desencanto ante el mundo y la historia de la humanidad (contra lo que suele creerse, no sólo debido a su estancia en varios campos de concentración)...
En definitiva, por su técnica narrativa y por su contenido, se trata de un valioso testimonio de una de las mentes más lúcidas que he conocido: un texto que nos hace pensar, poniéndonos (como todas las obras de su autor) ante cuestiones que quizá nunca nos hubiéramos planteado por nosotros mismos, o ante las mismas y conocidas preguntas, formuladas desde otro punto de vista.
Para lectores con ganas de reflexionar y abrirse a nuevas ideas.
También de Imre Kertész en ULAD: Diario de la galera, Liquidación, Sin destino
domingo, 10 de mayo de 2009
Rafael Sánchez Ferlosio: El testimonio de Yarfoz
Idioma original: español
Fecha de publicación: 1986
Valoración: muy recomendable
El testimonio de Yarfoz narra la historia de Nébride, príncipe industrioso y pacífico de la casa gobernante entre los Grágidos, que se ve obligado a partir al exilio para no volver nunca. Su amigo Yarfoz, quien le acompañó en su desgracia, escribe para la posteridad las circunstancias que rodearon su partida para limpiar así la memoria del príncipe de todas las falsedades que la empañan. Sánchez Ferlosio sitúa la acción en una región imaginaria, poblada por los pueblos de los Grágidos y los Atánidas, que habitan a orillas del río Barcial. El río, frontera aceptada entre los territorios de ambos pueblos, da su nombre a los conflictos que durante siglos, intermitentemente, los enfrentaron: las guerras barcialeas. Es precisamente el estallido de la cuarta de estas guerras, condenado por el manso espíritu de Nébride, el episodio que decidirá su destino errante.
La narración se presenta de un modo no menos complejo que el que sigue Cervantes para el Quijote. Como es sabido, el verdadero autor de la historia de Don Quijote de la Mancha sería, según se cuenta en el capítulo IX de la primera parte, un tal Cide Hamete Benengeli, "historiador arábigo". Cervantes se habría limitado a editar, con ciertos cambios, el manuscrito que encontró por casualidad y que hizo traducir al castellano por un morisco. Sánchez Ferlosio repite esta complicada versión del recurso del "manuscrito hallado" e interpone también a dos personas (o quizá tres) entre su obra y él mismo.
En última instancia, como ya he dicho, la narración es el relato que hace Yarfoz sobre los principales acontecimientos de la vida del príncipe Nébride. El testimonio de Yarfoz es encontrado unos 250 años después por Ogai el Viejo, renombrado historiador que decide incluirlo como apéndice al Libro II de su Historia de las guerras barcialeas. Sánchez Ferlosio, por último, se presenta en una nota como el editor de esta magna obra de Ogai, de la que -por inconstancia- sólo publica este apéndice al Libro II. Algunas notas, supuestamente extraídas por Ferlosio de la Historia de las guerras barcialeas, ilustran a lo largo del texto algunos pasajes oscuros. Una de ellas, para complicar aún más el procedimiento, es atribuida a otro historiador: el llamado "falso Ogai".
El lenguaje del libro es de una solemnidad bella y arcaizante. Los más nimios episodios cobran así una altura lapidaria difícil de encontrar, que no deriva en ningún momento en vacía pompa retórica: son admirables la exactitud y capacidad de síntesis que muestra Sánchez Ferlosio al describir las matizadas reacciones de los personajes o las más complejas cuestiones históricas e institucionales de su mundo inventado. Los nombres, en fin, son pura música verbal: el príncipe Arriasco, el maestro Susubruz, la ciudad de Esteverna, el puente de Ordimbrod...
Más libros de Sánchez Ferlosio en ULAD: El Jarama
Fecha de publicación: 1986
Valoración: muy recomendable
El testimonio de Yarfoz narra la historia de Nébride, príncipe industrioso y pacífico de la casa gobernante entre los Grágidos, que se ve obligado a partir al exilio para no volver nunca. Su amigo Yarfoz, quien le acompañó en su desgracia, escribe para la posteridad las circunstancias que rodearon su partida para limpiar así la memoria del príncipe de todas las falsedades que la empañan. Sánchez Ferlosio sitúa la acción en una región imaginaria, poblada por los pueblos de los Grágidos y los Atánidas, que habitan a orillas del río Barcial. El río, frontera aceptada entre los territorios de ambos pueblos, da su nombre a los conflictos que durante siglos, intermitentemente, los enfrentaron: las guerras barcialeas. Es precisamente el estallido de la cuarta de estas guerras, condenado por el manso espíritu de Nébride, el episodio que decidirá su destino errante.
La narración se presenta de un modo no menos complejo que el que sigue Cervantes para el Quijote. Como es sabido, el verdadero autor de la historia de Don Quijote de la Mancha sería, según se cuenta en el capítulo IX de la primera parte, un tal Cide Hamete Benengeli, "historiador arábigo". Cervantes se habría limitado a editar, con ciertos cambios, el manuscrito que encontró por casualidad y que hizo traducir al castellano por un morisco. Sánchez Ferlosio repite esta complicada versión del recurso del "manuscrito hallado" e interpone también a dos personas (o quizá tres) entre su obra y él mismo.
En última instancia, como ya he dicho, la narración es el relato que hace Yarfoz sobre los principales acontecimientos de la vida del príncipe Nébride. El testimonio de Yarfoz es encontrado unos 250 años después por Ogai el Viejo, renombrado historiador que decide incluirlo como apéndice al Libro II de su Historia de las guerras barcialeas. Sánchez Ferlosio, por último, se presenta en una nota como el editor de esta magna obra de Ogai, de la que -por inconstancia- sólo publica este apéndice al Libro II. Algunas notas, supuestamente extraídas por Ferlosio de la Historia de las guerras barcialeas, ilustran a lo largo del texto algunos pasajes oscuros. Una de ellas, para complicar aún más el procedimiento, es atribuida a otro historiador: el llamado "falso Ogai".
El lenguaje del libro es de una solemnidad bella y arcaizante. Los más nimios episodios cobran así una altura lapidaria difícil de encontrar, que no deriva en ningún momento en vacía pompa retórica: son admirables la exactitud y capacidad de síntesis que muestra Sánchez Ferlosio al describir las matizadas reacciones de los personajes o las más complejas cuestiones históricas e institucionales de su mundo inventado. Los nombres, en fin, son pura música verbal: el príncipe Arriasco, el maestro Susubruz, la ciudad de Esteverna, el puente de Ordimbrod...
Más libros de Sánchez Ferlosio en ULAD: El Jarama
sábado, 9 de mayo de 2009
Oscar Wilde: El retrato de Dorian Gray
Idioma original: inglés
Título original: The Picture of Dorian Gray
Fecha de publicación: 1890-91
Valoración: Muy recomendable
Probablemente, El retrato de Dorian Gray es junto con Los viajes de Gulliver uno de los libros que más ha distorsionado su paso a la cultura popular. Porque si preguntas por ahí qué tipo de libro es, mucha gente (no sabría decir qué porcentaje) dirá que es una novela de terror. Porque así es como ha llegado a la cultura popular: como la aterradora historia de un noble inglés que vende su alma al diablo a cambio de que su edad y sus horribles crímenes se reflejen en su retrato, y no en su cuerpo. Y aunque ese resumen cubre de manera aproximada el argumento de la novela, quien la lea con esa imagen en la cabeza se aburrirá como una ostra, porque El retrato..., sobre todo en su primera mitad, es una mezcla de alta comedia victoriana y de reflexión sobre la belleza, la moral y el arte, y sólo en su último tercio adopta más estrictamente la forma de un relato gótico con reminiscencias de Fausto.
La novela, en realidad, se desarrolla como el retrato psicológico de la evolución de su protagonista, Dorian Gray, un joven efebo, hedonista y maleable, dividido entre otros dos hombres que quieren atraer su atención: el pintor Basil Hallward, cautivado por su belleza y su juventud, y el cínico Lord Henry Wotton, quien se propone transmitir al joven Dorian sus ideas hedonistas y decadentes. Seducido por la creencia de que el placer y la belleza son la única moral aceptable, Dorian se sumerge en el vicio y la depravación (o en lo que la sociedad inglesa de la época calificaba como "vicio y depravación").
En el momento de su publicación, El retrato de Dorian Gray fue recibido con críticas y con escándalo. Los críticos creyeron ver en la novela una exaltación del decadentismo y dela inmoralidad que iba más allá de lo aceptable; en concreto, la obra contenía insinuaciones acerca de posibles relaciones homosexuales (de Dorian Gray con Basil y con otros personajes secundarios) que fueron difuminadas aún más por Wilde en la segunda edición de la obra, publicada en 1891.
Mención aparte merece el prólogo de la obra, añadido también en la segunda edición para defenderse en cierta medida de las críticas recibidas. En este prólogo -todo un manifiesto esteticista-, Wilde afirma la independencia de arte y moral, la superioridad de la belleza sobre cualquier otra consideración o la amoralidad (que no inmoralidad) de toda obra literaria.
También de Oscar Wilde en ULAD: La importancia de llamarse Ernesto, La esfinge sin secreto, De profundis, El fantasma de Canterville
Título original: The Picture of Dorian Gray
Fecha de publicación: 1890-91
Valoración: Muy recomendable
Probablemente, El retrato de Dorian Gray es junto con Los viajes de Gulliver uno de los libros que más ha distorsionado su paso a la cultura popular. Porque si preguntas por ahí qué tipo de libro es, mucha gente (no sabría decir qué porcentaje) dirá que es una novela de terror. Porque así es como ha llegado a la cultura popular: como la aterradora historia de un noble inglés que vende su alma al diablo a cambio de que su edad y sus horribles crímenes se reflejen en su retrato, y no en su cuerpo. Y aunque ese resumen cubre de manera aproximada el argumento de la novela, quien la lea con esa imagen en la cabeza se aburrirá como una ostra, porque El retrato..., sobre todo en su primera mitad, es una mezcla de alta comedia victoriana y de reflexión sobre la belleza, la moral y el arte, y sólo en su último tercio adopta más estrictamente la forma de un relato gótico con reminiscencias de Fausto.
La novela, en realidad, se desarrolla como el retrato psicológico de la evolución de su protagonista, Dorian Gray, un joven efebo, hedonista y maleable, dividido entre otros dos hombres que quieren atraer su atención: el pintor Basil Hallward, cautivado por su belleza y su juventud, y el cínico Lord Henry Wotton, quien se propone transmitir al joven Dorian sus ideas hedonistas y decadentes. Seducido por la creencia de que el placer y la belleza son la única moral aceptable, Dorian se sumerge en el vicio y la depravación (o en lo que la sociedad inglesa de la época calificaba como "vicio y depravación").
En el momento de su publicación, El retrato de Dorian Gray fue recibido con críticas y con escándalo. Los críticos creyeron ver en la novela una exaltación del decadentismo y dela inmoralidad que iba más allá de lo aceptable; en concreto, la obra contenía insinuaciones acerca de posibles relaciones homosexuales (de Dorian Gray con Basil y con otros personajes secundarios) que fueron difuminadas aún más por Wilde en la segunda edición de la obra, publicada en 1891.
Mención aparte merece el prólogo de la obra, añadido también en la segunda edición para defenderse en cierta medida de las críticas recibidas. En este prólogo -todo un manifiesto esteticista-, Wilde afirma la independencia de arte y moral, la superioridad de la belleza sobre cualquier otra consideración o la amoralidad (que no inmoralidad) de toda obra literaria.
También de Oscar Wilde en ULAD: La importancia de llamarse Ernesto, La esfinge sin secreto, De profundis, El fantasma de Canterville
viernes, 8 de mayo de 2009
Zygmunt Bauman: Modernidad líquida
Idioma original: inglés
Título original: Liquid Modernity
Fecha de publicación: 2000
Valoración: Muy recomendable
Zygmunt Bauman es en mi opinión uno de los más agudos analistas de nuestro modo de vida. Tiene una sorprendente capacidad para fijarse en los fenómenos más variados y a primera vista insignificantes, y enmarcarlos en el seno de un potente diagnóstico de nuestro tiempo. Cuando lo leo, suelo tener la sensación de ir asintiendo a sus palabras, pensando que, en efecto, eso es lo que nos rodea, así es como vivimos. No es un sociólogo al uso: tiene un estilo literario y ameno, y echa más mano de ejemplos periodísticos que de estadísticas.
Una de sus mayores aportaciones al debate sobre las sociedades contemporáneas es su distinción entre Modernidad sólida y líquida. Si bien Bauman fue uno de los primeros intelectuales en proclamar la llegada de la era postmoderna, al cabo de los años ha ido perfilando una postura más matizada, que trata de recoger tanto lo que hemos dejado atrás como lo que mantenemos. Permanece, hoy como a comienzos del siglo XIX, una voluntad incuestionada de renovar: ser moderno consiste, al parecer, en estar siempre modernizándose, adaptando la propia vida y el entorno "a la altura de los tiempos". Lo que hemos perdido desde hace, digamos, unos 30 años, es la estación final de este proceso de constante renovación. La fase anterior de la Modernidad -la fase sólida- buscaba siempre cristalizar los cambios en estructuras (teóricas, industriales, políticas...) racionales y definitivas. Hoy, por el contrario, descreemos de ese momento de calma final y vemos en la solidez invariable una amenaza a nuestra libertad de consumidores: de ahí que habitemos una Modernidad líquida.
Es en este libro donde Bauman ha explicado tal distinción con la mayor claridad. A partir del 2000 se ha dedicado a investigaciones más sectoriales, en las que aplicaba el esquema general a las políticas en torno a la seguridad o al estado de nuestras relaciones personales, por ejemplo. Aunque no deja de presentar ciertos aspectos cuestionables (como su tendencia a condenar, por principio, todos los efectos del modo de vida consumista), la obra de Bauman dibuja un diagnóstico audaz e inteligente de nuestro tiempo. Y Modernidad líquida es quizá la mejor puerta de entrada para quien quiera conocerla.
También de Bauman en ULAD: La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones
Título original: Liquid Modernity
Fecha de publicación: 2000
Valoración: Muy recomendable
Zygmunt Bauman es en mi opinión uno de los más agudos analistas de nuestro modo de vida. Tiene una sorprendente capacidad para fijarse en los fenómenos más variados y a primera vista insignificantes, y enmarcarlos en el seno de un potente diagnóstico de nuestro tiempo. Cuando lo leo, suelo tener la sensación de ir asintiendo a sus palabras, pensando que, en efecto, eso es lo que nos rodea, así es como vivimos. No es un sociólogo al uso: tiene un estilo literario y ameno, y echa más mano de ejemplos periodísticos que de estadísticas.
Una de sus mayores aportaciones al debate sobre las sociedades contemporáneas es su distinción entre Modernidad sólida y líquida. Si bien Bauman fue uno de los primeros intelectuales en proclamar la llegada de la era postmoderna, al cabo de los años ha ido perfilando una postura más matizada, que trata de recoger tanto lo que hemos dejado atrás como lo que mantenemos. Permanece, hoy como a comienzos del siglo XIX, una voluntad incuestionada de renovar: ser moderno consiste, al parecer, en estar siempre modernizándose, adaptando la propia vida y el entorno "a la altura de los tiempos". Lo que hemos perdido desde hace, digamos, unos 30 años, es la estación final de este proceso de constante renovación. La fase anterior de la Modernidad -la fase sólida- buscaba siempre cristalizar los cambios en estructuras (teóricas, industriales, políticas...) racionales y definitivas. Hoy, por el contrario, descreemos de ese momento de calma final y vemos en la solidez invariable una amenaza a nuestra libertad de consumidores: de ahí que habitemos una Modernidad líquida.
Es en este libro donde Bauman ha explicado tal distinción con la mayor claridad. A partir del 2000 se ha dedicado a investigaciones más sectoriales, en las que aplicaba el esquema general a las políticas en torno a la seguridad o al estado de nuestras relaciones personales, por ejemplo. Aunque no deja de presentar ciertos aspectos cuestionables (como su tendencia a condenar, por principio, todos los efectos del modo de vida consumista), la obra de Bauman dibuja un diagnóstico audaz e inteligente de nuestro tiempo. Y Modernidad líquida es quizá la mejor puerta de entrada para quien quiera conocerla.
También de Bauman en ULAD: La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones
jueves, 7 de mayo de 2009
John Fante: Pregúntale al polvo
Idioma original: inglés
Título original: Ask the Dust
Fecha de publicación: 1939
Valoración: Imprescindible
Cuando Charles Bukowski, fundador y máximo exponente del “realismo sucio”, proclamó a John Fante como una de sus principales influencias, lo elevó instantáneamente a la altura de clásica contemporáneo. Así, Pregúntale al polvo, la novela más conocida (y probablemente la mejor escrita) de John Fante, se convirtió de repente en un best-seller de los ochenta, casi cincuenta años de su publicación original. En España, la recuperación de Fante debió esperar otros veinte años, hasta que la editorial Anagrama se decidió a publicar las obras completas de Fante.
Fante es por lo general un escritor ligero, con un toque humorístico importante, quizás algo misógino para los gustos actuales, pero también con un elemento humano. Es un escritor que practicó con abundancia lo que hoy en día se llamaría "autoficción", o casi: la mayoría de sus novelas están protagonizadas por aspirantes a escritores de origen italiano en la California de mediados de siglo, es decir, alter-egos poco disfrazados del propio escritor (una tradición muy fecunda en Estados Unidos, y que sigue utilizando frecuentemente por ejemplo Philip Roth).
Pregúntale al polvo está considerada como la obra maestra de Fante. Contiene muchos de los elementos que acabo de mencionar: el alter-ego de Fante, llamado Arturo Bandini, que protagonizó cuatro de sus novelas; el sentido del humor cínico y destructivo; la descripción de personajes perdedores pero soñadores; el estilo rápido, natural, sin complejos... Pero sobre todo donde destaca esta novela es en la humanidad de sus personajes: Bandini, enfrentado a los enemigos habituales (la falta de trabajo y dinero, su propia inseguridad, el rechazo o la indiferencia de los demás...), y además a una relación autodestructiva con una joven camarera mexicana, Camila, que le dará tanto como le quitará, o más.
Nota final: Es cierto que, como tantas veces se ha repetido, Fante es un antecedente del "realismo sucio" de Bukowski; pero lo último que querría es que esa afirmación bastante tópica, y que no añade nada al original, alejara a ningún lector de sus novelas. Bukowski puede ser brutal, pornográfico y hasta vulgar -aunque también sabe encontrar perlas entre el fango-; Fante no huye de los aspectos escatológicos de la existencia, pero tampoco los convierte en el centro de todo.
También de John Fante en ULAD: El vino de la juventud, Llenos de polvo
Título original: Ask the Dust
Fecha de publicación: 1939
Valoración: Imprescindible
Cuando Charles Bukowski, fundador y máximo exponente del “realismo sucio”, proclamó a John Fante como una de sus principales influencias, lo elevó instantáneamente a la altura de clásica contemporáneo. Así, Pregúntale al polvo, la novela más conocida (y probablemente la mejor escrita) de John Fante, se convirtió de repente en un best-seller de los ochenta, casi cincuenta años de su publicación original. En España, la recuperación de Fante debió esperar otros veinte años, hasta que la editorial Anagrama se decidió a publicar las obras completas de Fante.
Fante es por lo general un escritor ligero, con un toque humorístico importante, quizás algo misógino para los gustos actuales, pero también con un elemento humano. Es un escritor que practicó con abundancia lo que hoy en día se llamaría "autoficción", o casi: la mayoría de sus novelas están protagonizadas por aspirantes a escritores de origen italiano en la California de mediados de siglo, es decir, alter-egos poco disfrazados del propio escritor (una tradición muy fecunda en Estados Unidos, y que sigue utilizando frecuentemente por ejemplo Philip Roth).
Pregúntale al polvo está considerada como la obra maestra de Fante. Contiene muchos de los elementos que acabo de mencionar: el alter-ego de Fante, llamado Arturo Bandini, que protagonizó cuatro de sus novelas; el sentido del humor cínico y destructivo; la descripción de personajes perdedores pero soñadores; el estilo rápido, natural, sin complejos... Pero sobre todo donde destaca esta novela es en la humanidad de sus personajes: Bandini, enfrentado a los enemigos habituales (la falta de trabajo y dinero, su propia inseguridad, el rechazo o la indiferencia de los demás...), y además a una relación autodestructiva con una joven camarera mexicana, Camila, que le dará tanto como le quitará, o más.
Nota final: Es cierto que, como tantas veces se ha repetido, Fante es un antecedente del "realismo sucio" de Bukowski; pero lo último que querría es que esa afirmación bastante tópica, y que no añade nada al original, alejara a ningún lector de sus novelas. Bukowski puede ser brutal, pornográfico y hasta vulgar -aunque también sabe encontrar perlas entre el fango-; Fante no huye de los aspectos escatológicos de la existencia, pero tampoco los convierte en el centro de todo.
También de John Fante en ULAD: El vino de la juventud, Llenos de polvo
miércoles, 6 de mayo de 2009
Pär Fabien Lagerkvist: El Enano
Idioma original: Sueco
Título original: Dvärgen
Año de publicación: 1944
Valoración: Muy recomendable
“Mido sesenta y cinco centímetros”. Con esta reveladora afirmación, el “nobelizado” escritor sueco Pär Fabien Lagerkvist da la bienvenida a una novela que narra en primera persona la vida de Piccolino, un enano que vive en la Italia de mediados del siglo XV. Pero quien espere encontrar en la voz de este peculiar personaje ráfagas de victimismo o melancolía por el hecho de haber nacido con tamaña deformidad, que se olvide: nuestro enano de turno está más cerca del malvado roba-niños Rumpelstilzchen de los hermanos Grimm, que de los gentiles salvadores de Blancanieves.
Piccolino desmiente así el dicho de que en el frasco pequeño se encuentra la mejor confitura; sus sesenta y cinco centímetros de recipiente son crueldad en estado puro. Odia profundamente a todo el mundo y al mundo entero, un lugar en el que los que han nacido como él sólo tienen una salida: servir de bufones. Pero él se niega a ello: “mi cara no es de las que se prestan para divertir a nadie. Además, no me río nunca”.
Excitado por su constante desidia, el enano describe sin escatimar en (desagradables) detalles lo mucho que le repugnan su príncipe, la esposa del mismo, la hija de ambos (una muchacha tontorrona y romántica, en las antípodas de las princesas Disney), y en general, todos los seres que conforman su entorno.
Ya se ha dicho que la trama de esta novela se sitúa en la Italia del Renacimiento, pero debido al carácter del narrador de turno, no encontraremos en sus páginas ni un ápice del encanto o brillantez de dicha época. Las comilonas y sucesos narrados por Piccolino con frialdad y crudeza, parecen como recién sacados de una viñeta de Conan el Bárbaro, tanto, que tras la lectura de algunas líneas, uno tiene la sensación de llevarse impregnado en sus ropas cierto olor a asado y a vino rancio.
Pero Piccolino no se conforma con describir y opinar sobre lo que ve; su papel en la corte no se limitará al de ser un siervo taciturno y acomplejado: su desmesurado sadismo le llevará a desencadenar desde la sombra decisivos y dolorosos acontecimientos.
Así, Lagerkvist cuenta una historia en la que deja claro cómo el aspecto físico de una persona puede configurar, inevitablemente, su personalidad; marcar, irreversiblemente, su destino. Porque en el caso del diabólico Piccolino, es su desgracia plástica lo que le aboca hacia el Mal en estado puro, lo que puede hacer que el autor de esta novela sea criticado por algunas voces que consideren inapropiado achacar a la fealdad de un cuerpo la fealdad de un alma.
Recomendable obra, pues, para estos tiempos que corren, donde la obsesión por poseer un recipiente acorde con los cánones impuestos está provocando que se genere una nueva horda de criaturas nunca satisfechas: los monstruos de la estética, una estirpe cuya mayor pesadilla no sería tener el negro corazón de Piccolino, sino poseer su aspecto.
También de Lagerqvist en ULAD: El verdugo
Título original: Dvärgen
Año de publicación: 1944
Valoración: Muy recomendable
“Mido sesenta y cinco centímetros”. Con esta reveladora afirmación, el “nobelizado” escritor sueco Pär Fabien Lagerkvist da la bienvenida a una novela que narra en primera persona la vida de Piccolino, un enano que vive en la Italia de mediados del siglo XV. Pero quien espere encontrar en la voz de este peculiar personaje ráfagas de victimismo o melancolía por el hecho de haber nacido con tamaña deformidad, que se olvide: nuestro enano de turno está más cerca del malvado roba-niños Rumpelstilzchen de los hermanos Grimm, que de los gentiles salvadores de Blancanieves.
Piccolino desmiente así el dicho de que en el frasco pequeño se encuentra la mejor confitura; sus sesenta y cinco centímetros de recipiente son crueldad en estado puro. Odia profundamente a todo el mundo y al mundo entero, un lugar en el que los que han nacido como él sólo tienen una salida: servir de bufones. Pero él se niega a ello: “mi cara no es de las que se prestan para divertir a nadie. Además, no me río nunca”.
Excitado por su constante desidia, el enano describe sin escatimar en (desagradables) detalles lo mucho que le repugnan su príncipe, la esposa del mismo, la hija de ambos (una muchacha tontorrona y romántica, en las antípodas de las princesas Disney), y en general, todos los seres que conforman su entorno.
Ya se ha dicho que la trama de esta novela se sitúa en la Italia del Renacimiento, pero debido al carácter del narrador de turno, no encontraremos en sus páginas ni un ápice del encanto o brillantez de dicha época. Las comilonas y sucesos narrados por Piccolino con frialdad y crudeza, parecen como recién sacados de una viñeta de Conan el Bárbaro, tanto, que tras la lectura de algunas líneas, uno tiene la sensación de llevarse impregnado en sus ropas cierto olor a asado y a vino rancio.
Pero Piccolino no se conforma con describir y opinar sobre lo que ve; su papel en la corte no se limitará al de ser un siervo taciturno y acomplejado: su desmesurado sadismo le llevará a desencadenar desde la sombra decisivos y dolorosos acontecimientos.
Así, Lagerkvist cuenta una historia en la que deja claro cómo el aspecto físico de una persona puede configurar, inevitablemente, su personalidad; marcar, irreversiblemente, su destino. Porque en el caso del diabólico Piccolino, es su desgracia plástica lo que le aboca hacia el Mal en estado puro, lo que puede hacer que el autor de esta novela sea criticado por algunas voces que consideren inapropiado achacar a la fealdad de un cuerpo la fealdad de un alma.
Recomendable obra, pues, para estos tiempos que corren, donde la obsesión por poseer un recipiente acorde con los cánones impuestos está provocando que se genere una nueva horda de criaturas nunca satisfechas: los monstruos de la estética, una estirpe cuya mayor pesadilla no sería tener el negro corazón de Piccolino, sino poseer su aspecto.
También de Lagerqvist en ULAD: El verdugo
martes, 5 de mayo de 2009
Gabriel García Márquez: El amor en los tiempos del cólera
Idioma original: español
Año de publicación: 1985
Valoración: imprescindible
"Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados." No sé cómo lo consigue García Márquez, pero lo cierto es que todas sus novelas comienzan con una frase memorable, que te sumerge de inmediato en ese ritmo inconfundible de su obra y funciona como un cebo perfecto, anticipatorio. Porque, en efecto, esta novela cuenta la historia de un largo amor contrariado: el de Fermina Daza y Florentino Ariza.
En los comienzos de su amor, Florentino Ariza es un muchacho escuálido y retraído, y Fermina Daza, una colegiala de andares altivos. Él recita de corrido toda la poesía de los románticos españoles y come rosas de puro enamorado; ella escucha por las noches sus serenatas de violín y roba tiempo a sus tareas para buscar hojas que enviarle, secas, en sus cartas de amor. La irrupción del padre de Fermina acaba con este tiempo de alucinación feliz y abre un abismo entre ellos que durará casi toda la vida.
García Márquez logra una difícil proeza en este libro: pese a usar todos los tópicos del amor romántico de folletín, la historia no parece en ningún momento cursi ni afectada. De hecho, puedo decir que es la historia de amor más bonita y mejor narrada que he leído nunca.
Todas las obras de Gabriel García Márquez reseñadas en ULAD: Aquí
Año de publicación: 1985
Valoración: imprescindible
"Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados." No sé cómo lo consigue García Márquez, pero lo cierto es que todas sus novelas comienzan con una frase memorable, que te sumerge de inmediato en ese ritmo inconfundible de su obra y funciona como un cebo perfecto, anticipatorio. Porque, en efecto, esta novela cuenta la historia de un largo amor contrariado: el de Fermina Daza y Florentino Ariza.
En los comienzos de su amor, Florentino Ariza es un muchacho escuálido y retraído, y Fermina Daza, una colegiala de andares altivos. Él recita de corrido toda la poesía de los románticos españoles y come rosas de puro enamorado; ella escucha por las noches sus serenatas de violín y roba tiempo a sus tareas para buscar hojas que enviarle, secas, en sus cartas de amor. La irrupción del padre de Fermina acaba con este tiempo de alucinación feliz y abre un abismo entre ellos que durará casi toda la vida.
García Márquez logra una difícil proeza en este libro: pese a usar todos los tópicos del amor romántico de folletín, la historia no parece en ningún momento cursi ni afectada. De hecho, puedo decir que es la historia de amor más bonita y mejor narrada que he leído nunca.
Todas las obras de Gabriel García Márquez reseñadas en ULAD: Aquí
lunes, 4 de mayo de 2009
Jose Hierro: Antología poética.
Año de publicación: 1990.
Valoración: Muy recomendable.
La obra de José Hierro es tan hermosa como sencilla, accesible incluso para quienes no acostumbran a leer poesía.
A su sensibilidad y ternura se le une un profundo compromiso ético, que el autor supo mantener tanto en su obra como en su vida.
Al finalizar la guerra civil española, Hierro (de origen madrileño pero residente en Cantabria desde muy niño) fue detenido y encarcelado por pertenecer a una "organización de ayuda a los presos políticos", uno de los cuales era su propio padre.
Pasó cinco años en prisión.
De sus vivencias allá, nacen muchos y muy buenos poemas, como Canción de cuna para dormir un preso.
Yo recuerdo haber compartido este poema con algunos chicos de prisión, a los que daba un taller de lectura, y que se emocionaron al leer:
"eres un niño que está serio.
Perdió la risa y no la encuentra.
(...)
La noche es bella, está desnuda,
no tiene límites ni rejas.
No es verdad que tú hayas sufrido,
son cuentos tristes que te cuentan.
Tú eres un niño que está triste,
eres un niño que no sueña."
Cuentan que Hierro no escribía nunca en su propia casa y que solía hacerlo en cafés, en los que, con lentitud y laboriosidad, fue creando toda su obra.
Esta antología a la que hago referencia (editada por Alianza) recoge algunos de sus poemas más populares, de los libros Tierra sin nosotros, Alegría, Con las piedras, con el viento.., Quinta del 42, Cuanto sé de mí, Libro de las alucinaciones, Agenda y Cuaderno de Nueva York.
Una selección interesante de uno de los mejores poetas españoles de los últimos tiempos.
Valoración: Muy recomendable.
La obra de José Hierro es tan hermosa como sencilla, accesible incluso para quienes no acostumbran a leer poesía.
A su sensibilidad y ternura se le une un profundo compromiso ético, que el autor supo mantener tanto en su obra como en su vida.
Al finalizar la guerra civil española, Hierro (de origen madrileño pero residente en Cantabria desde muy niño) fue detenido y encarcelado por pertenecer a una "organización de ayuda a los presos políticos", uno de los cuales era su propio padre.
Pasó cinco años en prisión.
De sus vivencias allá, nacen muchos y muy buenos poemas, como Canción de cuna para dormir un preso.
Yo recuerdo haber compartido este poema con algunos chicos de prisión, a los que daba un taller de lectura, y que se emocionaron al leer:
"eres un niño que está serio.
Perdió la risa y no la encuentra.
(...)
La noche es bella, está desnuda,
no tiene límites ni rejas.
No es verdad que tú hayas sufrido,
son cuentos tristes que te cuentan.
Tú eres un niño que está triste,
eres un niño que no sueña."
Cuentan que Hierro no escribía nunca en su propia casa y que solía hacerlo en cafés, en los que, con lentitud y laboriosidad, fue creando toda su obra.
Esta antología a la que hago referencia (editada por Alianza) recoge algunos de sus poemas más populares, de los libros Tierra sin nosotros, Alegría, Con las piedras, con el viento.., Quinta del 42, Cuanto sé de mí, Libro de las alucinaciones, Agenda y Cuaderno de Nueva York.
Una selección interesante de uno de los mejores poetas españoles de los últimos tiempos.
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