miércoles, 8 de enero de 2025

Irene Cuevas Un momento de ternura y de piedad

Idioma: español 

Año de publicación: 2024

Valoración: entre recomendable, está bien y se deja leer

Esta novela parte de una premisa de lo más sugestiva: la protagonista -no conocemos su nombre- se dedica a asesinar ancianas, por encargo de sus herederos, para poder así mantener a su madre ingresada en una clínica psiquiátrica debido a sus continuos intentos de suicidio (es obvia la lectura psicoanalítica del argumento, más aún cuando la novela va acompañada, al menos en su primera edición, por un opúsculo titulado Matar a las madres). En principio, parece un plan sin fisuras que, dentro de su dinámica macabra, transcurre según lo esperado por la protagonista. Hasta que un día acepta el encargo de finiquitar a una víctima que no encaja exactamente con su target habitual...

Aquí he de mencionar un punto que, aunque pueda parecerlo, no resulta en absoluto baladí: varios de los personajes femeninos que aparecen, entre ellas estas víctimas de nuestra asesina -a las que, cierta mente, mata con toda ternura y piedad, como describe el título de la novela- están inspiradas en escritoras a las que admira la autora de la novela (no es que yo sea muy listo, es que lo explica ella en el epílogo); así, encontramos a Sylvia Plath, Diane di Prima, Patricia Highsmith... y, sobre todo, a Lucia Berlin, que no tiene tan sólo una presencia anecdótica, sino que se convierte en un personaje central de la novela. La inclusión de esta escritora -o del personaje inspirado en ella- va, por tanto, más allá del simple guiño (incluso del guiño-guiño-codazo-codazo); de hecho, podría interpretarse como una metáfora de la influencia que ha tenido su obra literaria en la de Irene Cuevas o incluso en su vida, en general, aunque yo diría que llega más allá, hasta caer en cierta fantasía mitómana... En fin, eso tanto da, pero el caso es que esta aparición puede provocar en un eventual lector o lectora lo mismo una sonrisa cómplice que un cierto rubor debido a lo que en inglés se conoce por spanish shame... En todo caso, que cada cual decida o se deje llevar por sus propias reacciones.

Por ir avanzando: ¿a qué viene, os preguntaréis (supongo yo, aunque puede que no) la indecisión que muestro en la valoración de este libro? Pues me explico: por determinados aspectos, tanto el  humor negro pero suave y con un punto de absurdez (que podríamos entroncar con cierta tradición española, desde Jardiel Poncela o Miguel Mihura a, por ejemplo, Juan José Millás), así como los deliciosos diálogos de la protagonista con su madre suicida frustrada, la novela me parece, sin duda, recomendable. Por otro lado, está bien en cuanto a las referencias que prodríamos calificar de "metaliterarias" (las comillas no sobran) que incluye, pues, aunque sean muy explícitas, tampoco tienen por qué condicionar la lectura de quien no las conozca o no las pille. Ahora bien, como ya he comentado, también pueden producir un creciente rubor que no beneficia a la impresión final que deja la novela.

Por último, la novela contienne también algún momento propio de "novela romántica para jóvenes adultos" (momentos Heartstopper, por decirlo así, con personajes que se diría fueran a aparecer en First dates). Seguro que a más de un lector o lectora le resultarán de lo más satisfactorio estos momentos y diálogos -y no me refiero a las escenas eróticas, bastante logradas, por lo demás-, pero a mí, que ya soy todo un señoro que perfectamente podría tomarse un brandy Soberano en cordial sobremesa con Pérez-Reverte, me han parecido morralla que le sobra a una novela que muestra otras virtudes interesantes. Por ejemplo, el estilo ágil, fresco y con una pátina poética, el humor y, por qué no aplaudirlo, la ternura y la piedad que muestra Irene Cuevas, y que nos indican que podemos esperar  de ella cosas muy interesantes en el futuro.

martes, 7 de enero de 2025

Alain Corbin: "Terra incognita"

Idioma original: francés

Título original: Terra incognita

Traducción: Marco Aurelio Galmarini

Año de publicación: 2020

Valoración: Entre recomendable y Está bien


Podría haber empezado diciendo que estamos ante un libro apasionante sobre el avance de los conocimientos sobre el planeta en los siglos XVIII y XIX, lo cual podría haber sido muy válido para adornar faja, contracubierta o solapa. Si desinflamos un poco la hipérbole, tampoco estaríamos muy lejos de una definición objetiva de este texto que examina, o eso pretende, algo tan inusual como la ignorancia (inusual como objeto de análisis, quiero decir), en este caso acerca de las características físicas de la Tierra. Como lo habitual es justamente lo contrario, analizar los descubrimientos que han ido configurando la ciencia, el cambio de foco parece muy atractivo para empezar.

Alain Corbin es un historiador conocido por adentrarse en lo que se llama historia de las sensibilidades, algo que, desde mi escaso conocimiento del asunto, creo bastante cercano a la microhistoria o historia de la mentalidad, es decir, la mirada puesta no tanto en los grandes personajes o eventos fundamentales como en la psicología y las percepciones de la población en general, el pueblo llano. En esta dirección se detiene el autor en cómo contemplaban los ciudadanos rasos este planeta nuestro, su geografía y su clima, la edad de la Tierra, los fenómenos geológicos más devastadores (volcanes, terremotos), la meteorología y sus consecuencias más extremas, la configuración de los mares y las montañas.

Lo más interesante del libro es precisamente esa exposición, que salpica los diversos capítulos, en torno a la concepción que la gente de a pie tenía acerca de estas realidades en la época analizada. Todavía seguían muy vigentes ideas de raíz religiosa, como las supuestas consecuencias del diluvio, y naturalmente el desconocimiento del medio abría la puerta a temores sobre el fin del mundo, ideas sobre paraísos ocultos en lugares remotos o presencias monstruosas. Gran parte de esta perspectiva se deriva del localismo: ante la dificultad en los desplazamientos y en la comunicación, la gente conocía razonablemente bien su entorno inmediato, especialmente en lo referido a los vientos o la lluvia, pero ignoraba por completo todo lo que ocurriese más allá de unos pocos kilómetros. Lo demás era Terra incognita, grandes manchas blancas en los mapas y sucesos extraños atribuidos a motivos sobrenaturales, o simplemente aceptados como una fatalidad. Todo lo cual tiene como consecuencia el terror ante lo desconocido, el planeta como un lugar hostil que aconseja no salir del terruño.

Los avances científicos, las exploraciones en tierras lejanas o en zonas montañosas, eran materia de estudio y discusión apasionada en círculos muy reducidos, y nada de esto llegaba a la mayoría de la población. El conocimiento va permeando muy poco a poco, de forma más acelerada desde mediados del siglo XIX, gracias a mejoras en la movilidad y la paulatina introducción de textos, algunos con gran repercusión popular, como las novelas de Julio Verne. La ignorancia va cediendo terreno y lo que son en principio descubrimientos a veces controvertidos y en ámbitos muy restringidos, van ganando terreno en capas más amplias de la población.

Todo esto es muy interesante, aunque a decir verdad creo que Corbin no da con la tecla para presentarlo en la forma adecuada. El libro se estructura en tres bloques cronológicos en cada uno de los cuales se exponen las ideas acerca de los mismos misterios: los Polos, los glaciares y las fosas marinas (uno de los puntos más curiosos), la montaña, los fenómenos meteorológicos, la geología y la hidrología, entre otros. Lo cual conduce, en mi opinión, a una excesiva fragmentación de las materias e impide una lectura más lineal, hasta llegar al punto de alejarse de lo que parecía el objetivo inicial. No es fácil examinar la evolución de la ignorancia sin adentrarse en un relato de los descubrimientos, y de esta manera el texto se aproxima por momentos a una historia convencional y pierde en ocasiones el atractivo que prometía.

No obstante creo que ofrece una perspectiva al menos parcialmente novedosa, y ayuda a sumergirnos en la psicología y el punto de vista de nuestros antepasados recientes. El mundo real debía ser para ellos mucho más pequeño que el que conocemos ahora, y fuera de ese ámbito la ignorancia se rellenaba con fantasía, mitos o creencias religiosas


lunes, 6 de enero de 2025

Mary Gaitskill: Mal comportamiento

Idioma original: inglés
Título original: Bad behavior.
Traducción: Maria Fadella
Año de publicación: 1988
Valoración: muy recomendable

Puede ser que haya algún término concreto para los que solemos curiosear de forma compulsiva toda lista que se nos presente. Recuerdo haber reseñado, hace ya mucho tiempo, algún libro especializado en listas absurdas, un artefacto literario en el que por supuesto caí encantado. Pero las listas (una de este blog suele publicarse puntualmente por estas fechas) suelen ser un recurso útil para que cosas que puedes haber pasado por alto acudan a tu memoria o simplemente les prestes atención por primera vez. Este es el caso, ni tan siquiera sabía de la existencia de esta escritora de Kentucky (USA) y resulta que este Mal comportamiento es un libro que aparece en alguna de esas listas (como todas, obvias o pretenciosas o ambas cosas a la vez) de algún medio norteamericano, menudos estos para el marketing autoreferencial, por supuesto. Pero me resulta curioso que Random House publique su traducción en 2023 y eso ya empieza a sobreexcitar mi curiosidad.
Luego, leídos los relatos, alguna cosa me empieza a cuadrar: Secretaria, uno de ellos, fue objeto de una adaptación cinematográfica en una película algo perturbadora (y que creo que no llegué a acabar) protagonizada por Maggie Gyllenhall. 


La contratapa explica que este es el debut de su autora y lo describe como “un  libro de relatos punzante y divertido, cargado de erotismo”. Bueno, en estas cuestiones he de decir que los treinta y seis años transcurridos tras su publicación resultan terriblemente desproporcionados para los tiempos que corren. Internet mediante, para bien o para mal, y psicólogos y estudiosos de los comportamientos no hacen más que corroborarlo, la facilidad de acceso a toda clase de contenido de tipo sexual ha desplazado el término erotismo a un apartado lindante con lo entrañable e incluso con lo ingenuo. Estamos en la era del sexo explícito, sin intención alguna de manifestarme a favor o en contra, creo que ignorar eso es poco realista. Cuestión que no quita un ápice de mérito literario a estos relatos, que tratan desde diferentes perspectivas con algunas formas extrañas de las relaciones personales, y que presentan, algunos de ellos, puntuales coincidencias que podrían hacernos pensar en una muy sutil línea argumental común. Hablamos de prostitutas y sus clientes, ellas muchas veces adolescentes o jóvenes que recurren a ello para subsistir, a espera de oportunidades mejores o, en ciertas frías confesiones, como una mera actividad laboral más. De sus clientes, de la diversidad de tratos, de cómo sus soledades desde diferentes ángulos confluyen, de niveles de perversión grises, sórdidos desde los que cierta humanidad se empeña por aflorar. Hay sexo y hay adicciones y el fantasma del SIDA recorre algún relato y lo contextualiza en su época. Precisamente sorprende saber que el desparpajo con que la autora trataba las relaciones sexuales representó una novedad en el momento, otro signo, afortunadamente, de avance en situaciones de género, pues hoy esta cuestión no incidiría en su valoración.




domingo, 5 de enero de 2025

Colaboración: De umbral en umbral, de Paul Celan

Idioma original: Alemán

Título original: Von Schwelle zu Schwelle

Año de publicación: 1955

Traducción: Jesús Munárriz

Valoración: Muy recomendable / Imprescindible


No es fácil que un libro de poemas te alcance y te deslumbre; más si lo lees traducido; y más aún si el original se escribe en una lengua tan distinta al castellano como el alemán. Los que, con alguna frecuencia, leemos Poesía conocemos esa sensación, ese interno convencimiento de saber que la sugerencia, el misterio es inescindible del idioma; que, en fin, hay ahí dentro algo que no captas, que se escapa por cuidadoso que sea el trabajo de traducción. En nuestro caso, según consta en las Notas a los poemas, la traducción “ha sido depurada, corregida y revisada a fondo, en busca de esa fidelidad al original que, si nunca es posible en poesía, en el caso de Celan es especialmente imposible.” No sé cuánto ha respetado Munárriz la dicción original ni cuánto ha sacrificado en pos del ritmo, pero el resultado del texto sorprende gratamente.   

La vida de Paul Celan (anagrama de Antschel – Ancel, su apellido real) transcurre entre 1920, año en que nace en una familia judía de habla alemana en Czernowitz – Rumamía (hoy Chernivsti, Ucrania) y París, ciudad que ve acabar su vida antes de cumplidos los 50, cuando se arrojar al Sena desde el puente Mirabeau, el mismo al que dedicara un famoso poema Gillaume Apollinaire. 

De umbral en umbral es la segunda obra del autor y está, simplemente, plagada de belleza. Los versos son armónicos, aunque parecen venir preñados de asechanzas: “En el azul / pronuncia una palabra arbórea promisora de sombra / y el nombre de tu amor / sus sílabas añade.” No hay poemas largos. Cada texto es un pespunte de armonía elevado a una cima: “Esta es una palabra que caminó junto a las palabras / una palabra a imagen del silencio, / enramada de hierbaluisa y pena.” 

La tragedia marcó –a la postre, seguramente de forma irremisible- la juventud del autor, obligado a abandonar sus estudios universitarios y que pierde a sus padres en campos de concentración alemanes. En París también pierde un hijo al poco de nacer. 

Sin embargo, el libro no presenta –al menos en apariencia- poemas desesperados, ni trasluce la intranquilidad sonora o el desequilibrio visible que los hitos de un pasado desdichado pudieran sugerir. Los versos de Celan, aun no exentos de tensión controlada, son primeramente bellos, y las imágenes se suceden en un conjunto ordenado y sensible, si bien no ajeno al dolor. El poeta busca, más allá de cualquier cosa, crear belleza, y vaya si lo consigue.  

Algunos versos rozan la perfección y adveran que Celan es parada obligatoria en el itinerario del lector de Poesía moderna: “En el nombre del primero de los tres, / que gritó / cuando hubo que vivir allí donde antes que él ya estuvo su palabra, / en el nombre del segundo, que miró y lloró, / en el nombre del tercero, que blancas / piedras apiló en el centro / te absuelvo / del amén que nos aturde (…) / ¡Tú sigues siendo, sigues siendo / la hija de una muerta / consagrada al no de mi añoranza…!”

¿Qué añadir tras estos versos, que no los emborronen? Paul Celan: no se lo pierdan. 

Firmado: Francisco Marín


sábado, 4 de enero de 2025

Reseña + Entrevista: El palacio infinito, de Shintaro Kago

Idioma original: Japonés
Traducción: Rodrigo Díaz
Año de publicación: 2021
Valoración: Delirante

La exquisita edición en español de El palacio infinito, del irrepetible Shintaro Kago, se la debemos a Moztros. Incluye, en un tomo único en formato rústica de tapa blanda con sobrecubierta, dos historias autoconclusivas, aunque estrechamente relacionadas con el concepto de base: "The Princess of the Never Ending Castle" y "The Twelve Sisters of the Never Ending Castle". Por cierto, que el sentido de lectura de este manga sea occidental se debe a que fue publicado originalmente en Italia por la editorial Hollow Press.

El palacio infinito es una auténtica joya. Una que, como viene siendo habitual en las obras de Kago, exprime al máximo (e incluso lo retuerce a conveniencia de vez en cuando) el lenguaje gráfico y narrativo del cómic, mezcla multitud de géneros (ucronía, ero-guro, humor...) y tiene un argumento y dibujo sorprendentes por su calidad, frescura y excentricidad.

En "The Princess of the Never Ending Castle" (196 páginas), Oda Nobunaga domina el mundo y se establece en un inmenso palacio vertical. Su vasallo Akechi Mitsuhide lo reta a un duelo por el control del planeta. En una realidad, Nobunaga gana; en la otra, pierde. Por consiguiente, el palacio se divide en dos torres, que representan las líneas temporales resultantes, y ambas posibilidades conviven como vecinas. A medida que se sucedan los hechos, las torres se bifurcarán y ramificarán hasta el infinito.

Así pues, "The Princess of the Never Ending Castle" es una historia ambiciosa de premisa original y brillante ejecución. Sorprende especialmente la claridad con que, a nivel gráfico y estructural, plasma algo tan complejo como distintos universos que se desarrollan en paralelo e incluso coexisten; para ello, Kago recurre a varios recursos, entre los que destacaría las viñetas simultáneas y la repetición de imágenes o textos (a veces con pequeñas variaciones, otras literalmente). 

En "The Twelve Sisters of the Never Ending Castle" (92 páginas), Ukita Hideie, pusilánime señor del palacio de Okayama, entrega a sus hermosas hijas a los fetichistas señores de palacios vecinos a cambio de que cejen sus ataques. Una de las jóvenes, la aguerrida Nadeshiko, decide plantar cara tanto a su progenitor como a los invasores.

"The Twelve Sisters of the Never Ending Castle" es un spin off muy digno, que para nada se siente creativamente perezoso o redundante. Argumentalmente es todavía más alocado y gamberro que su predecesor, y contiene ideas deliciosamente perversas y grotescas que harán las delicias de los amantes del ero-guro; además, tiene una protagonista con mucha personalidad.

Resumiendo: El palacio infinito es una genialidad a la altura de los mejores trabajos de Kago. En ella encontraréis una fresca aproximación a la idea, tan en boga gracias a la popularidad del género de los superhéroes, de los multiversos; juegos con el lenguaje del cómic (que, si bien no llegan al nivel de, por ejemplo, Fraction o Reproducción por mitosis y otras historias, siguen siendo extremadamente fascinantes); y, por supuesto, caos, violencia, deformaciones físicas, sexo depravado, escatología y humor absurdo.




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Y aquí una entrevista a Shintaro Kago, gentes:



También de Shintaro Kago en ULAD: Aquí

viernes, 3 de enero de 2025

Chinguiz Aitmátov: Yamilia

Idioma original: Ruso
Título original: Жамыйла
Traducción: Marta Sánchez-Nieves Fernández
Año de publicación: 1958
Valoración: Recomendable

Volvemos a la carga con el escritor kirguís Chinguiz Aitmátov. La lectura de Más de un siglo se alarga el día (y la gentileza de Automática, que todo hay que decirlo) nos llevan a esta Yamilia, novela breve (¿o cuento largo?) de apenas 90 páginas que esconde, en su aparente sencillez, tiernas y emotivas historias.

Estepa kirguís, año 1942. Los hombres han sido llamados a filas y en el koljos permanece el adolescente Seit junto a su familia, de la que forma parte Yamilia, esposa de su hermano mayor. La llegada de Daniyar, soldado herido en la contienda, y el consiguiente amor que nace entre este y Yamilia serán uno de los ejes fundamentales de la novela. 

Pero esto es simplificar demasiado. Porque Yamilia posee varias capas que hacen que el texto vaya mucho más allá de una "simple" historia de amor. Así, nos encontramos con:

  • una crónica de la vida social y cultural de los pueblos de la estepa, 
  • una novela impresionista en el que los paisajes y sus contrastes parecen esconder algo inaccesible,
  • una novela acerca de la eterna lucha entre el deber y la felicidad, entre la libertad individual y las convenciones del entorno y, sobre todo, 
  • una novela de iniciación. Casi todas las referencias que he encontrado de Yamilia hacen referencia a la historia de amor entre Yamilia y Daniyar y obvian lo que esta supone en el propio Seit y el cambio que se opera en él y en su manera de ver el mundo. Vamos, que salvando las distancias geográficas y temáticas, me parece ver aquí algo de El camino de Delibes.
Dos son los aspectos que destacan en la novela de Aitmátov: la conjugación paisaje "exterior" / paisaje interior de los protagonistas y su mezcla de belleza natural y angustia y la evolución del personaje de Seit, narrador que se remonta en el tiempo y testigo de una historia que no alcanza a aprehender en su totalidad.
¿Por qué la vida es tan incomprensible y complicada?

En el lado menos positivo, quizá una cierta previsibilidad en cuanto a la trama "amorosa" (caracteres incompatibles, rechazo inicial, etc) y un mayor desarrollo en la (pre)historia de Daniyar, en qué le llevó a ese carácter reservado, meditabundo y taciturno. Pero esto sería otra novela, más "ambiciosa" o más "histórica".

En cualquier caso, preciosa novela esta de Aitmátov, autor de tremendo éxito en su momento que bien merece la recuperación de su obra.

También de Chinguiz Aitmatov en ULAD: Más de un siglo se alarga el día

jueves, 2 de enero de 2025

Solvej Balle: El volumen del tiempo I

Idioma original: danés
Título original: Om Udregning af Rumfang, I
Traducción: Maria Rosich en catalán y Victoria Alonso en castellano, para Anagrama
Año de publicación: 2020
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


Estamos delante de uno de esos libros que sorprenden por su argumento y por su enfoque. Ya por el 1987, la autora pensó en una historia en la que la protagonista se despertaba una y otra vez en el mismo día, pero su intención de desarrollar esta idea y que diera forma a un libro se fue al traste cuando años después Dany Rubin escribió un guion parecido para la que sería una película memorable: Groundhog Day («Atrapado en el tiempo», como se tradujo en estos lares). Así que la idea, de manera parecida al argumento, quedó congelada durante años hasta que la autora se decidiera a darle forma y publicar el libro en siete volúmenes, de los cuales solo uno de ellos ha sido traducido hasta la fecha. Y, esperando a que llegue el resto, aquí va la reseña del primero.

En páginas iniciales, la protagonista, Tara Selter, a modo de diario, describe el núcleo de la historia: «Es dieciocho de noviembre (…) Cada día, cuando me tumbo en la cama de invitados para dormir, es dieciocho de noviembre, y cada mañana, cuando me despierto, es dieciocho de noviembre». Así, la protagonista vive atrapada en el tiempo, en una situación compleja pues en el momento en que sucede por primer vez este salto temporal ella se encontraba de viaje, con lo que su vuelta a casa por la noche se traduce en que despierta en casa cuando debería estar en el hotel. Porque, a pesar de que ella vive el no-paso del tiempo, lo que hace sí se conserva, sí trasciende, y eso le causa un gran dilema sobre cómo abordar esta situación con un marido que no se espera que ella despierte a su lado y de quién percibe, al contarle lo sucedido, que «haber mantenido una conversación con ella y haber hecho cosas que no recordaba lo provocaba una sensación de vértigo e inquietud» al tener que aceptar «que nuestras expectativas sobre las constantes del mundo se basan en fundamentos inciertos». Porque ella se levanta cada día siendo el mismo día, pero aquello que hace durante el día tiene repercusión, no se elimina con la noche así que si termina la noche en un sitio el día siguiente se despierta en ese último sitio a pesar de que el día es el anterior. Por ello, su única solución es intentar dejarlo todo como estaba antes la mañana del día anterior, hacer los mínimos cambios para no alterar el orden de los que no sufren ese trastorno. Así, como ese día no estaba en casa pues estaba de viaje, inicia cada nuevo día como si no estuviera, evitando a su propio marido y vecinos quienes no entenderían que hacía allí cuando se suponía que estaba fuera y evitando también dar explicaciones que no hubieran entendido, pues la única que tenía sentido (la realidad) era muy inverosímil. 

De esta manera, la protagonista nos escribe (o escribe para ella misma) un diario que empieza en el día número 121 a partir del cuál nos va contando lo sucedido hasta la fecha a la vez que, a medida que avanza la lectura, nos va contando cómo pasa los días; unos días que transcurren en silencio, en su casa a escondidas pues debería estar en otro sitio, y pasan los días (o el día), y ella escribe para matar el tiempo, o para que el tiempo no acabe con ella, «porque el tiempo se ha estropeado. Porque he encontrado un paquete de papeles en la estantería. Porque intento recordar. Porque el papel recuerda. Quizás haya algo sanador en las frases». Pero el tiempo sí avanza para ella, el paso del tiempo sí se nota en su cuerpo, así como también algunas cosas se agotan (el café) mientras otras no se ven afectadas por ese extraño suceso de manera que «era obvio que el día volvía a su punto de partida, pero tenía variaciones»(…) había irregularidades en el tiempo, aunque era imposible encontrar un patrón que tuviera sentido».

Así que la autora nos plantea un dilema de difícil solución: ¿qué hacer ante una situación así? ¿Vivir como desparecido añorando tener una vida más allá de la soledad del hogar o intentar explicar una y otra vez lo sucedido intentando a la vez analizar si en esas pequeñas alteraciones hay alguna pista que permitan entender lo sucedido? O incluso, yendo más allá, ¿podría ser posible que algo que hagamos altere los sucesos? ¿podemos intervenir para corregir una alteración del cosmos y reengancharnos en el punto de salto? ¿Y cómo vivir mientras no encontramos la solución, si es que la hay? ¿Luchando por recuperar lo perdido (o por no perder lo que teníamos) o construirse una nueva realidad alejada de nuestra antigua vida? ¿Vivir en compañía reconstruyendo un nuevo día a cada amanecer o vivir en la soledad con la compañía única de quien nos puede entender, aunque seamos solo nosotros mismos?

Por todo ello, y teniendo muy claro que valorar en libro de siete volúmenes justo al terminar el primero es osado, una vez abierta la puerta al misterioso mundo que los plantea la autora y sabiendo que su protagonista sí es capaz de aventurarse a un futuro prometedor, ¿quiénes somos nosotros para dejarle a su libre albedrío y no seguirla en esta interesante aventura? ¿Seremos capaces de vivir con ella, una y otra vez el mismo día, disfrutando de todos los matices que nos aporta y de las variaciones que podamos encontrar en él buscando la felicidad en los pequeños detalles? Yo creo que sí, y ese es el gran mérito de la autora.

miércoles, 1 de enero de 2025

Laurent Mauvignier: Historias de la noche


Idioma original: francés 

Título original: Histoires de la nuit

Año de publicación: 2020

Traducción: Javier Albiñana

Valoración: Muy recomendable 

No voy a decir que la lectura de este libro haya sido una sorpresa porque le precedían muy buenas críticas y un notable éxito de público (lo que tampoco es garantía de nada, por otra parte), pero, desde luego, ha sido una estupenda manera de (casi) acabar el año con un buen sabor de boca y afrontar el nuevo con ganas renovadas.

Laurent Mauvignier nos ofrece en esta novela un polar rural... o quizás, ya que la policía apenas aparece en ella, sería más exacto decir un thriller psicológico. Pero rural, eso sí. Porque la mayoría de la trama transcurre en un écart o caserío, apropiadamente llamado "Tres chicas solas", cerca del pueblo de La Bassée, pero aislado en la campiñqa, en medio de la "Francia vaciada". Allí reside la familia Bergogne: padre agricultor, Patrice, madre que trabaja en la ciudad, Marion y la hija que va al colegio, Ida. En la casa de la lado, su vecina Christine, una pintora parisina ya cerca de la vejez que hace tiempo que se ha recluido en aquel remoto lugar. Y que, por alguna razón está recibiendo anónimos amenazantes, por lo que Patrice la acompaña a denunciarlo a la Gendarmería el día en que Marion cumple cuarenta años. Esa noche, mientras preparan la fiesta, ocurrirá algo que trastocará no ya la velada, sino la vida de todos ellos...

No voy a desvelar más del argumento, primero por no estropearle a nadie la lectura, pero, además, porque las vicisitudes del mismo, con ser importantes, no suponen el quid de la novel, sino cómo se cuentan esas circunstancias y sus evoluciones. Mauvignier nos va desgranando una historia -y no olvidemos que se trata de un thriller con su intriga, suspense y demás- en cámara lenta (esto lo he leído en otra reseña, debo ser honesto), con la cadencia de la miel derramándose o de la cera derretida... una forma de narrar en la que adquieren un peso inesperado todos y cada uno de los gestos que hacen o no hacen los personajes y, sobre todo, cada uno de sus pensamientos, que el autor exprime tratando de sacar hasta la última gota de jugo de ellos. Una forma de narrar que no tiene por qué resultar, empero, exasperante (a mí, al menos no me lo ha parecido), pero que quizá haya a quien desespere, puesto que a tanto detenimiento se le une un estilo alambicado, lleno de subordinadas,  coordinadas y derivadas varias, con digresiones, acotaciones y observaciones... y todo en unos párrafos larguísimos en los que resulta fácil perderse (sospecho que su traductor se perdió en algún momento o, cuando menos, sintió un alivio inmenso al acabar el libro)... es decir, un estilo muy francés (quien haya leído a Michon, por ejemplo, me entenderá) o, mejor dicho, que sólo los escritores franceses consiguen hacer que funcione. Porque el caso es que, coño, sí que funciona, aunque no debería; es más, ese estilo denso, que bordea el barroquismo, contribuye a hacer la lectura de esta novela más absorbente y hasta hipnótica. Y eso que, a qué negarlo, pese al calado psicológico que les imprime el autor, muchos personajes resultan algo tópicos -al menos, en un principio- y algunas situaciones que se dan, más propias del guión de un telefilme que de una novela "de prestigio" (quiera decir esto lo que sea)...

Ahora bien, la cosa es que, pese a todas las particularidades mencionadas -lentitud, estilo intrincado, tópicos- la narración funciona y de qué manera... A este lector, al menos, le ha mantenido pegado a sus páginas desde el comienzo hasta el final, atento y hasta fascinado por el transcurrir de una historia en la que los personajes se mueven como los actores de una obra de teatro de quienes pudiéramos conocer sus pensamientos y motivaciones más íntimos. Sobre todo, es una novela en la que la tensión nos envuelve como el vapor en una sauna, de tal forma que no es que se pueda cortar, como se sule decir, sino directamente masticar, a poco que nos mostremos receptivos a esta propuesta. Y, creedme que merece la pena hacerlo.


También de este autor en Un Libro Al Día: En la turba