Valoración: Si no es un imprescindible, poco le falta
Alguno de los acontecimientos que aquí se narran son reales. Todos los personajes son imaginarios. Esta versión evolucionada del "basado en hechos reales" de muchas películas es el epígrafe que abre "Las muertas" y es fundamental para dar una idea de lo que en ella encontraremos.
Porque este novelón de Jorge Ibargüengoitia en una deconstrucción / reconstrucción de un suceso real utilizando para ello personajes y escenarios ficticios.
El hecho real serían los crímenes de las Pochianquis (las hermanas Baladro de la novela), condenadas por asesinato, enterramiento ilegal, privación de libertad, proxenetismo y otras lindezas, los personajes serían trasuntos de los reales y los escenarios el imaginario estado de Plan de Abajo, una especie de Yoknapathawpha a la mexicana y trasunto también del Guanajuato natal del autor. Esta introducción de elementos puramente ficcionales separa a "Las muertas" de la simple crónica o del true crime y permite a Ibargëngoitia darle una vuelta de tuerca a la novela, con lo que consigue que esta crezca gracias a la combinación de voces y registros.
Un narrador frío y omnisciente, conocedor (y si no los conoce, los supone) de los hechos reales o de los posibles, lleva la voz cantante de la novela. Pero Ibargüengoitia no se contenta con una narración lineal del antes, durante y después de los hechos, sino que salta de la primera a la tercera tercera persona, de la narración pura al testimonio, al interrogatorio o al informe policial y se sirve de las diversas subtramas para otros desplazamientos. Así, el autor juega, por un lado, con el eje temporal de la novela y, por otro, se mueve de lo folletinesco a lo periodístico o de lo trágico a lo cómico sin que este movimiento suponga nada extraño para el lector. En este sentido, Ibargüengotia me recuerda mucho a Manuel Puig por su utilización de recursos cercanos a la literatura popular con estructuras más ligadas a las vanguardias.
Sea como fuere, conviene comentar que "Las muertas" una novela más de situaciones que de personajes. Los saltos temporales y la citada utilización de diversas voces no permiten profundas indagaciones en la psicología de cada uno de los personajes, pero Ibargüengotia consigue que el lector conozca qué mueve o qué puede mover a unos y a otros a través de sus propios actos, muchas veces aparentemente banales o casuales.
Otros aspectos a mencionar de la novela son el humor y la más o menos velada crítica a diversos estamentos de la sociedad mexicana. El humor que hallamos en la novela no procede de la utilización de recursos humorísticos sino de la propia realidad. Es esta, en su absurda brutalidad, en su grotesca barbaridad, la que hace que el lector no tenga más remedio que sonreír ante unos hechos que son cualquier cosa menos graciosos. En cuanto a la crítica social, Ibargüengotia ataca sin piedad y presenta un cuadro en el que la combinación de crueldad, avaricia e ignorancia tiene como resultado un reguero de muerte y violencia terrible.
Todo esto con un ritmo endiablado al que contribuye la estructuración de la novela en breves capítulos que exigirán la complicidad del lector para que este vaya completando un puzzle que, una vez terminado, dejará con un inmejorable sabor de boca.
También se Ibargüengoitia en ULAD: Los conspiradores