Fecha de publicación: 1989
Valoración: Está bien
Hoy, en ULAD, un libro que hasta ahora no había reseñado por no saber muy bien cómo enfrentarme a su análisis. Y ello porque aunque considero que está escrito de forma impecable, la historia, lo que es la historia, a mí, lo que es a mí, me pareció poco agradable de leer. Supongo que nuestras fobias y filias personales nos persiguen irremediablemente cuando degustamos obras y creaciones de todo tipo, pero no por ello tenemos que ser injustos y negar la calidad a algo que la tiene. Así que, aquí estamos, por fin, con Las edades de Lulú, y bueno, voy a intentar expresar mi opinión sobre el mismo lo mejor que pueda.
Con este su primer libro, una joven Almudena Grandes (Madrid, 1960) ganó la undécima edición del célebre concurso de novela erótica La Sonrisa Vertical. Y aunque no he leído nada más premiado en este certamen, he escuchado por ahí que con Las edades de Lulú Grandes elevó bastantes grados la hasta entonces tibia calidad literaria del mismo. Y no me parece algo difícil de creer ya que como apunté en mi segunda parte de la crítica a Cincuenta sombras de Grey, el libro que hoy reseño, pese a ser de un género que no aprecio demasiado, está impecablemente bien escrito.
Allora, el argumento: una muchacha madrileña de 15 años llamada Lulú (diminutivo de María Luisa, ni más ni menos) se inicia en el sexo de la mano de Pablo, un chico de 27 años amigo de su hermano y prototipo del joven progre ochentero: deslenguado, atrevido y amante de los conciertos protesta y las charletas anti-sistema. Esta primera y poco usual (quien lea el libro sabrá a qué me refiero) experiencia de Lulú con Pablo, dará lugar a una apasionada relación entre ambos que se mantendrá a lo largo de los años y durante la cual la mujer coqueteará con toda clase de prácticas sexuales (extendamos nuestra calenturienta imaginación sin reparos). No la "sosegará" ni la aridez que imponen un trabajo y una rutina usuales, ni el matrimonio, ni la maternidad...
Y no es plan de destripar la trama, pero adelantaré que tras episodios de todo tipo, Lulú, una chica guapa y buena estudiante que fue criada en una casa llena de hermanos, con pocos mimos y ningún capricho, acabará metiéndose por su propio pie, sin que Pablo ni nadie la conduzca, en un oscuro grupo aficionado a actividades sexuales que harían palidecer al engendro de Christian Grey… Y hasta aquí puedo leer.
Así pues, a lo largo de las páginas de esta novela uno puede encontrar lesbianismo, juguetes sexuales, sexo con transexuales, sadomasoquismo, vagas menciones a la zoofilia y a la pedofilia e, incluso, incesto, pero también la gestación y el desarrollo de una atípica historia de ¿amor?, unos personajes muy bien construidos (yo logré “ver” a Lulú y a Pablo, que me cayó fatal, eso sí), y una descripción humilde pero efectiva de una época y de un tipo de jóvenes, excitados y algo desorientados ante el panorama de libertad que se abría ante ellos tras una etapa de gris, hipócrita y cercenadora represión en todos los sentidos.
Por cierto, al año siguiente, Bigas Lunas realizó una adaptación para el cine de la novela.