Con el término "existencialista" ha pasado, en literatura y en arte en general, como con "interactivo", "sostenible" o "cuántico" en otros campos: de repente, todo escritor o filósofo que muestra una preocupación por el problema de la existencia humana, es existencialista. En sentido estricto, sin embargo, sólo podrían llamarse existencialistas aquellos escritores que se adhieren a una corriente de pensamiento (de límites algo imprecisos, es verdad) inaugurada por Kierkegaard y -de manera más discutible- Nietzche en el siglo XIX, y culminada por Jean-Paul Sartre después de la Segunda Guerra Mundial.
Los fundamentos filosóficos del existencialismo, se ha dicho a veces, no son muy sólidos. Se basan en el problema del sentido de la vida humana: en palabras de Sartre, "la existencia precede a la esencia", es decir, que mientras que un oso o una liebre son osos y liebres completos desde que nacen, un ser humano solo tiene existencia al nacer, y deberá encontrar y definir su esencia a través de sus propias decisiones vitales, a lo largo de su vida. De ahí que muchas de las obras literarias existencialistas (como La caída y La Peste de Camus, o La puta respetuosa y Las manos sucias de Sartre) planteen situaciones en las que los personajes deben tomar decisiones esenciales que los definen y los determinan para siempre.
Otro elemento característico del existencialismo, y que se deriva del anterior, es la sensación de angustia (el angst o la "náusea" de Sartre) que nace de esa indeterminación del sentido de la vida. La ausencia de principios que guíen nuestra existencia puede llevar a la liberación, pero también al absurdo o a la locura (como el brillante Calígula de Camus). Finalmente, esta sensación de desesperación existencial suele romperse a través del compromiso y el encuentro con los otros (así en La peste de Camus, o en la propia vida de Sartre, intelectual altamente comprometido con los movimientos franceses de izquierdas), aunque al mismo tiempo el Otro puede ser, desde otro punto de vista, quien nos juzga, nos vigila y nos limita en nuestra búsqueda de la esencia (de ahí la frase "el infierno son los demás" que aparece en A puerta cerrada, de Sartre).
Desde el punto de vista literario (y dejando aparte las calificaciones vagas que mencionaba al principio, tales como "Kafka es existencialista" o "Dostoievski es existencialista, que en mi opinión son más que discutibles), los dos escritores fundamentales de este movimiento son Jean Paul Sartre y Albert Camus, quienes hicieron que el existencialismo se convirtiera en la "corriente de moda" en la Francia de posguerra, y disfrutaron de una influencia enorme en la vida cultural francesa y europea.
Más que un escritor de literatura en estado puro, a Sartre hay que considerarlo como un "intelectual profesional": sus obras ensayísticas, como Qué es la literatura, El ser y la nada o El existencialismo es un humanismo, intentaron sentar unas bases sólidas para el pensamiento existencialista del siglo XX, y durante toda su vida desarrolló una intensa actividad política y cultural -vinculado al Partido Comunista de Francia, Sartre fue una de las voces (algo pasadas de moda, eso sí) del Mayo del 68-. Sus obras literarias más destacadas son La náusea (una novela en la que el protagonista es la quintaesencia del angst) y las obras de teatro Las moscas, Las manos sucias, La puta respetuosa o A puerta cerrada, que son lo mejor de su producción.
Albert Camus (quien por cierto siempre renegó del membrete de "existencialista"), a diferencia de Sartre, es básica y fundamentalmente un escritor literario, y de hecho sus creaciones están por lo general -por lo menos para mi gusto- un peldaño por encima de las de Sartre. Son absolutamente geniales El extranjero (en la que el protagonista personifica el absurdo y la abulia de la existencia humana) y La peste (novela en la que un ficticio brote de peste en Orán fuerza a los personajes a definir su postura ante la vida, ante los demás, ante el sufrimiento y la necesidad de comprometerse). En otros géneros destacan la obra teatral Calígula -con un comienzo brutal, impresionante, aunque luego decae algo-, y el ensayo El mito de Sísifo, que quizás desde el punto de vista filosófico no sea una obra maestra, pero que literariamente resulta provocador e interesantísimo.
También debe incluirse en la nómina de existencialistas a Simone de Beauvoir, la pareja de Sartre, quien dedicó una parte importante de su pensamiento y de su obra a estudiar y reivindicar el papel de la mujer en el mundo, por lo que está considerada una de las voces fundamentales del feminismo del siglo XX. Su obra más conocida es El segundo sexo, un ensayo en el que se plantea precisamente la existencia de la mujer, tradicional e históricamente condicionada por el "primer sexo".
lunes, 30 de noviembre de 2009
domingo, 29 de noviembre de 2009
Luisa Etxenike: El ángulo ciego
Idioma original: castellano
Año de publicación: 2008
Valoración: Imprescindible
Nunca había oído hablar de esta escritora hasta que uno de mis compañeros de trabajo participó en el jurado para la elección del Premio Euskadi de Literatura en castellano de este año. Entonces, entre los muchos libros que tuvo que leerse, nos fue recomendando algunos. Uno de ellos fue esta novela de la donostiarra Luisa Etxenike, la que finalmente se ha convertido en la ganadora. Y en mi opinión, es un premio bien merecido. No he leído nada más de ella, por lo que no puedo valorar en conjunto su obra, tan sólo sé que tiene un blog que acabo de descubrir, pero desde luego puedo decir que El ángulo ciego es una de las mejores novelas que he leído en mi vida, por varios motivos.
En primer lugar, el tema de la novela es el conflicto vasco, visto desde el punto de vista de un hijo que acaba de perder a su padre, tras un atentado de ETA. Ya de por sí me parece un tema lo suficientemente interesante como para acercarse a su lectura, ya que suelen escasear los testimonios literarios que se centran en este tema. Sin embargo, el libro no se estanca en el tema del conflicto sino que se adentra hasta lo más profundo del alma humana para desentrañar los recovecos de las relaciones personales, donde conviven el miedo, la cobardía, la mentira... pero también el amor y el dolor por la pérdida de lo amado o por el temor a perderlo.
En segundo lugar, el estilo de Luisa Etxenike es simplemente precioso. El ritmo de la novela envuelve al lector desde el principio. Las constantes repeticiones sacan a la luz los sentimientos más escondidos. La estructura de la novela, sin ser algo novedoso, sorprende. Los personajes son entrañables. Los juegos con los planos de ficción enriquecen la novela. Y las palabras parecen estar escogidas con sumo cuidado, una a una, para que encajen a la perfección en el lugar que les corresponde.
Con todo ello, El ángulo ciego es una novela que sobrecoge y emociona, al tiempo que hace reflexionar sobre nuestra realidad más cercana. Y expresa de forma magnífica los sentimientos que surgen tras la pérdida de un ser querido.
Como me dijo una compañera: "Si estás de bajón, no te la leas". Y lo mismo os digo. Pero si queréis disfrutar de una lectura preciosa y emotiva, sin lugar a dudas este es un libro imprescindible.
También de Luisa Etxenike en ULAD: Vino
Año de publicación: 2008
Valoración: Imprescindible
Nunca había oído hablar de esta escritora hasta que uno de mis compañeros de trabajo participó en el jurado para la elección del Premio Euskadi de Literatura en castellano de este año. Entonces, entre los muchos libros que tuvo que leerse, nos fue recomendando algunos. Uno de ellos fue esta novela de la donostiarra Luisa Etxenike, la que finalmente se ha convertido en la ganadora. Y en mi opinión, es un premio bien merecido. No he leído nada más de ella, por lo que no puedo valorar en conjunto su obra, tan sólo sé que tiene un blog que acabo de descubrir, pero desde luego puedo decir que El ángulo ciego es una de las mejores novelas que he leído en mi vida, por varios motivos.
En primer lugar, el tema de la novela es el conflicto vasco, visto desde el punto de vista de un hijo que acaba de perder a su padre, tras un atentado de ETA. Ya de por sí me parece un tema lo suficientemente interesante como para acercarse a su lectura, ya que suelen escasear los testimonios literarios que se centran en este tema. Sin embargo, el libro no se estanca en el tema del conflicto sino que se adentra hasta lo más profundo del alma humana para desentrañar los recovecos de las relaciones personales, donde conviven el miedo, la cobardía, la mentira... pero también el amor y el dolor por la pérdida de lo amado o por el temor a perderlo.
En segundo lugar, el estilo de Luisa Etxenike es simplemente precioso. El ritmo de la novela envuelve al lector desde el principio. Las constantes repeticiones sacan a la luz los sentimientos más escondidos. La estructura de la novela, sin ser algo novedoso, sorprende. Los personajes son entrañables. Los juegos con los planos de ficción enriquecen la novela. Y las palabras parecen estar escogidas con sumo cuidado, una a una, para que encajen a la perfección en el lugar que les corresponde.
Con todo ello, El ángulo ciego es una novela que sobrecoge y emociona, al tiempo que hace reflexionar sobre nuestra realidad más cercana. Y expresa de forma magnífica los sentimientos que surgen tras la pérdida de un ser querido.
Como me dijo una compañera: "Si estás de bajón, no te la leas". Y lo mismo os digo. Pero si queréis disfrutar de una lectura preciosa y emotiva, sin lugar a dudas este es un libro imprescindible.
También de Luisa Etxenike en ULAD: Vino
sábado, 28 de noviembre de 2009
Robin Maugham: El sirviente
Idioma original: inglés
Título original: The Servant
Fecha de publicación: 1948
Valoración: Recomendable
Con El sirviente nos encontramos ante algo breve (muy breve) pero intenso, escrito por un sobrino homosexual del celebérrimo Somerset Maugham; y no, no es gratuito decir desde ya que Robin Maugham era gay, porque la historia de la que hoy les hablo está impregnada de una homosexualidad latente por parte de sus dos protagonistas, el amo Tony, un joven militar de vuelta a casa, y su nuevo, eficaz (hasta el atontamiento) y extraño mayordomo, Hugo Barrett.
La historia está contada por Richard, amigo del frente de Tony, testigo y narrador en muy corta extensión del voraz hechizo que Barrett, un tipo parco en palabras pero exquisito y generoso en habilidades domésticas, va vertiendo sin clemencia sobre su colega.
Tony está fascinado por Barrett, un hombre que no le deja hacer nada, absolutamente nada, que no pueda hacer él por su señorito; tan intensa es su fascinación por Barrett, cuya presencia en el hogar pronto se hará densa como la lava, que Tony acabará, incluso, rompiendo relaciones con su bella y deliciosa prometida. Y es que es difícil que Tony no venere a Barrett, un servil e interesante tipo que le lleva el desayuno a la cama o le ceba a base de pastelitos de queso, innecesarias atenciones que poco a poco y de forma imparable, van convirtiendo al joven soldado en un vago, rechoncho y atontado calzonazos maravillado por su criado.
Así, ante la impotente mirada de Richard, vemos la decadencia de Tony, donde también juega un papel importante la adolescente y sensual presunta sobrina de Barrett, que pasará a ser amante del señor de la casa, lo que no hará más que complicar las cosas...
El sirviente bebe mucho de Dorian Gray y de Edgar Allan Poe, y condensa en poco papel mucha tensión, ya sea (homo)sexual o argumental, lo cual ya quisieran muchos novelones actuales, cuyo interés es inversamente proporcional a su longitud.
Peli de 1962 con el siempre ambiguo e interesante Dick Bogarde como Barrett.
Título original: The Servant
Fecha de publicación: 1948
Valoración: Recomendable
Con El sirviente nos encontramos ante algo breve (muy breve) pero intenso, escrito por un sobrino homosexual del celebérrimo Somerset Maugham; y no, no es gratuito decir desde ya que Robin Maugham era gay, porque la historia de la que hoy les hablo está impregnada de una homosexualidad latente por parte de sus dos protagonistas, el amo Tony, un joven militar de vuelta a casa, y su nuevo, eficaz (hasta el atontamiento) y extraño mayordomo, Hugo Barrett.
La historia está contada por Richard, amigo del frente de Tony, testigo y narrador en muy corta extensión del voraz hechizo que Barrett, un tipo parco en palabras pero exquisito y generoso en habilidades domésticas, va vertiendo sin clemencia sobre su colega.
Tony está fascinado por Barrett, un hombre que no le deja hacer nada, absolutamente nada, que no pueda hacer él por su señorito; tan intensa es su fascinación por Barrett, cuya presencia en el hogar pronto se hará densa como la lava, que Tony acabará, incluso, rompiendo relaciones con su bella y deliciosa prometida. Y es que es difícil que Tony no venere a Barrett, un servil e interesante tipo que le lleva el desayuno a la cama o le ceba a base de pastelitos de queso, innecesarias atenciones que poco a poco y de forma imparable, van convirtiendo al joven soldado en un vago, rechoncho y atontado calzonazos maravillado por su criado.
Así, ante la impotente mirada de Richard, vemos la decadencia de Tony, donde también juega un papel importante la adolescente y sensual presunta sobrina de Barrett, que pasará a ser amante del señor de la casa, lo que no hará más que complicar las cosas...
El sirviente bebe mucho de Dorian Gray y de Edgar Allan Poe, y condensa en poco papel mucha tensión, ya sea (homo)sexual o argumental, lo cual ya quisieran muchos novelones actuales, cuyo interés es inversamente proporcional a su longitud.
Peli de 1962 con el siempre ambiguo e interesante Dick Bogarde como Barrett.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Natsuo Kirino: Out
Idioma original: japonés
Título original: OutAño de publicación: 1997
Valoración: Muy recomendable
Toda la narrativa japonesa que conozco describe minuciosamente objetos y lugares, tiene una prosa muy poética y una visión de la realidad que podríamos denominar miniaturista. Por otra parte, he leído novela negra (o policiaca propiamente dicha) escrita en épocas diversas, de distintos países y temperamentos. Suele caracterizarse por su prosa descarnada, concisa y trepidante, descripciones funcionales y escuetas, escasa atención por los detalles, excepto los que se relacionan directamente con el crimen, su autor y circunstancias.
Un artículo de prensa de hace unos meses hacía un repaso de la novela negra actual en estos términos:
“… el mundo se ha vuelto loco en este arranque del tercer milenio, es una jungla donde impera la ley del más fuerte, y quien mejor lo está contando es la novela negra. De ahí la popularidad actual de este género literario (…) De esto se habló mucho en la última edición de la Semana Negra de Gijón. La conclusión fue que la novela negra está abordando con insolente realismo lo que el periodismo oculta o maquilla; la ferocidad de las luchas por el poder, la omnipotencia del dinero, el doble rasero, la manipulación del público. Constreñida por la obligación de publicar informaciones contrastadas y por lo políticamente correcto, la prensa de calidad no puede contar de la misa la mitad…”
¿Qué ocurriría si juntásemos ambos conceptos? El producto resultante es, precisamente, Out. Un apasionante retrato de un sector de la sociedad nipona, un descenso al fondo más oscuro de los seres humanos, una atención por el detalle más introspectivo y circunstancial, un recorrido desbocado por los sucesos más espeluznantes, revelando todos y cada uno de sus entresijos sin dejar ni un solo cabo suelto.
Esta es la primera novela traducida al castellano de Natsuo Kirino. Un olvido inmerecido si tenemos en cuenta que se trata de una escritora con una larga trayectoria literaria, traducida a varios idiomas, que domina los recursos del género y de la narrativa en general, y cuya profundidad psicológica es sencillamente impresionante. Reconozco que nunca había leído novela negra de autor japonés –en este caso autora– y mi sorpresa y fascinación quizá se deban únicamente al influjo de la novedad. Quizá, pero no lo creo.
Kirino maneja hábilmente los recursos de la intriga y sabe sacar adelante hasta el final, con absoluta coherencia, los planteamientos a primera vista más inverosímiles. Retrata con maestría personalidades fuertes y complejas que no se rigen por ningún patrón de conducta establecido. El lector va a pasar temblando por sus páginas, a veces sentirá en su boca el sabor de la sangre pero la historia nunca llega a convertirse en “gore”, la salva una sutil elegancia que no sabemos muy bien en qué consiste pero que nunca dejamos de advertir. Ni siquiera en el truculento “duelo de titanes” que tiene lugar al final.
Pocos lectores habrá que dejen de solidarizarse con esos personajes femeninos que parecen hablarnos y tomar cuerpo delante de nosotros, de sentir simpatía por una complicidad entre mujeres que resulta familiar y parece ser constante en todas las culturas, sobre todo en los momentos más duros o peligrosos de la vida. Cuando un escritor consigue que sus lectores, sin excepción, dejen sus convicciones éticas a un lado y deseen fervientemente que el más cruel y desaprensivo de los seres se salga con la suya es que algo de genialidad hay en él.
Empezamos a leer conteniendo la respiración y no volvemos a reanudarla hasta que cerramos la novela. Aviso: no se os ocurra leerla para coger el sueño, sería contraproducente.
También de Natsuo Kirino en ULAD: Grotesco
Título original: OutAño de publicación: 1997
Valoración: Muy recomendable
Toda la narrativa japonesa que conozco describe minuciosamente objetos y lugares, tiene una prosa muy poética y una visión de la realidad que podríamos denominar miniaturista. Por otra parte, he leído novela negra (o policiaca propiamente dicha) escrita en épocas diversas, de distintos países y temperamentos. Suele caracterizarse por su prosa descarnada, concisa y trepidante, descripciones funcionales y escuetas, escasa atención por los detalles, excepto los que se relacionan directamente con el crimen, su autor y circunstancias.
Un artículo de prensa de hace unos meses hacía un repaso de la novela negra actual en estos términos:
“… el mundo se ha vuelto loco en este arranque del tercer milenio, es una jungla donde impera la ley del más fuerte, y quien mejor lo está contando es la novela negra. De ahí la popularidad actual de este género literario (…) De esto se habló mucho en la última edición de la Semana Negra de Gijón. La conclusión fue que la novela negra está abordando con insolente realismo lo que el periodismo oculta o maquilla; la ferocidad de las luchas por el poder, la omnipotencia del dinero, el doble rasero, la manipulación del público. Constreñida por la obligación de publicar informaciones contrastadas y por lo políticamente correcto, la prensa de calidad no puede contar de la misa la mitad…”
¿Qué ocurriría si juntásemos ambos conceptos? El producto resultante es, precisamente, Out. Un apasionante retrato de un sector de la sociedad nipona, un descenso al fondo más oscuro de los seres humanos, una atención por el detalle más introspectivo y circunstancial, un recorrido desbocado por los sucesos más espeluznantes, revelando todos y cada uno de sus entresijos sin dejar ni un solo cabo suelto.
Esta es la primera novela traducida al castellano de Natsuo Kirino. Un olvido inmerecido si tenemos en cuenta que se trata de una escritora con una larga trayectoria literaria, traducida a varios idiomas, que domina los recursos del género y de la narrativa en general, y cuya profundidad psicológica es sencillamente impresionante. Reconozco que nunca había leído novela negra de autor japonés –en este caso autora– y mi sorpresa y fascinación quizá se deban únicamente al influjo de la novedad. Quizá, pero no lo creo.
Kirino maneja hábilmente los recursos de la intriga y sabe sacar adelante hasta el final, con absoluta coherencia, los planteamientos a primera vista más inverosímiles. Retrata con maestría personalidades fuertes y complejas que no se rigen por ningún patrón de conducta establecido. El lector va a pasar temblando por sus páginas, a veces sentirá en su boca el sabor de la sangre pero la historia nunca llega a convertirse en “gore”, la salva una sutil elegancia que no sabemos muy bien en qué consiste pero que nunca dejamos de advertir. Ni siquiera en el truculento “duelo de titanes” que tiene lugar al final.
Pocos lectores habrá que dejen de solidarizarse con esos personajes femeninos que parecen hablarnos y tomar cuerpo delante de nosotros, de sentir simpatía por una complicidad entre mujeres que resulta familiar y parece ser constante en todas las culturas, sobre todo en los momentos más duros o peligrosos de la vida. Cuando un escritor consigue que sus lectores, sin excepción, dejen sus convicciones éticas a un lado y deseen fervientemente que el más cruel y desaprensivo de los seres se salga con la suya es que algo de genialidad hay en él.
Empezamos a leer conteniendo la respiración y no volvemos a reanudarla hasta que cerramos la novela. Aviso: no se os ocurra leerla para coger el sueño, sería contraproducente.
También de Natsuo Kirino en ULAD: Grotesco
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jueves, 26 de noviembre de 2009
¿Cómo elegimos los libros que leemos?
A raíz de una entrada de Izas de hace un par de semanas, en los comentarios se planteó brevemente un debate bastante interesante: ¿cómo elegimos los libros que leemos (o los que compramos, que no es la misma cosa)? ¿Qué nos hace seleccionar un libro en concreto de entre los centenares o miles que se nos ofrecen desde las estanterías de una librería? Quienes han trabajado en una librería, saben que hay tácticas para conseguir que un libro se venda más: ponerlo en los expositores en el camino del posible comprador; situarlo en la estantería de manera que se vea la portada, y no solo el lomo; añadir carteles explicativos o llamativos sobre el autor o la obra... Pero, como lectores, ¿cómo hacemos para "discriminar" entre tanta oferta editorial?
Estos son algunos de los posibles motivos para elegir un libro:
-Este autor me gusta / me suena: Comprar un libro de un autor del que ya hemos leído otras obras -especialmente si nos han gustado, claro-, o del que hemos oído hablar en algún sitio (la radio, la televisión, la publicidad), da seguridad, o al menos sirve para hacerse una idea previa de lo que se va a leer (aunque no siempre este pre-juicio sea acertado).
-Es para el colegio / la universidad: No nos engañemos: muchos de los libros que compran y leen (o eso esperamos) los adolescentes y los no tan adolescentes, son los que les obligan a comprar en el colegio o la universidad. Leer por obligación, aunque no sea la más idónea, es para muchos la única manera de leer.
-Amor a primera (o segunda) vista: hay libros que compramos porque nos llama la atención su título, o por su portada, o por una edición especialmente bonita. Normalmente, a este primer flechazo le sigue una rápida exploración superficial (leer la contraportada o las solapas, ojear algunas páginas, quizás leer el principio...) y si pasa el examen, al bolsillo.
-Recomendaciones de amigos: Aunque no siempre nuestros amigos tienen el mismo gusto literario que nosotros, el boca-a-oreja funciona mucho en la creación de éxitos editoriales. "Léete este libro, que me ha encantado". Con el tiempo, uno aprende a fiarse más de algunos amigos que de otros, pero esa es otra historia.
-Publicaciones especializadas en reseñas: Revistas como el Qué leer o los suplementos culturales de los periódicos sirven precisamente para guiar al lector en el laberinto editorial, realizando por él una selección previa de autores y obras, con la visión de determinados críticos a los que podemos hacer más o menos caso.
-Blogs: La contrapartida digital a las publicaciones anteriores, los blogs de recomendaciones literarias (como este mismo, sin ir más lejos) pueden ser una guía interesante para descubrir nuevos autores o elegir cuál va a ser nuestra próxima lectura -o por lo menos, eso pensamos los que hacemos este blog...
Y vosotros, lectores, ¿cómo elegís los libros que compráis y leéis?
Estos son algunos de los posibles motivos para elegir un libro:
-Este autor me gusta / me suena: Comprar un libro de un autor del que ya hemos leído otras obras -especialmente si nos han gustado, claro-, o del que hemos oído hablar en algún sitio (la radio, la televisión, la publicidad), da seguridad, o al menos sirve para hacerse una idea previa de lo que se va a leer (aunque no siempre este pre-juicio sea acertado).
-Es para el colegio / la universidad: No nos engañemos: muchos de los libros que compran y leen (o eso esperamos) los adolescentes y los no tan adolescentes, son los que les obligan a comprar en el colegio o la universidad. Leer por obligación, aunque no sea la más idónea, es para muchos la única manera de leer.
-Amor a primera (o segunda) vista: hay libros que compramos porque nos llama la atención su título, o por su portada, o por una edición especialmente bonita. Normalmente, a este primer flechazo le sigue una rápida exploración superficial (leer la contraportada o las solapas, ojear algunas páginas, quizás leer el principio...) y si pasa el examen, al bolsillo.
-Recomendaciones de amigos: Aunque no siempre nuestros amigos tienen el mismo gusto literario que nosotros, el boca-a-oreja funciona mucho en la creación de éxitos editoriales. "Léete este libro, que me ha encantado". Con el tiempo, uno aprende a fiarse más de algunos amigos que de otros, pero esa es otra historia.
-Publicaciones especializadas en reseñas: Revistas como el Qué leer o los suplementos culturales de los periódicos sirven precisamente para guiar al lector en el laberinto editorial, realizando por él una selección previa de autores y obras, con la visión de determinados críticos a los que podemos hacer más o menos caso.
-Blogs: La contrapartida digital a las publicaciones anteriores, los blogs de recomendaciones literarias (como este mismo, sin ir más lejos) pueden ser una guía interesante para descubrir nuevos autores o elegir cuál va a ser nuestra próxima lectura -o por lo menos, eso pensamos los que hacemos este blog...
Y vosotros, lectores, ¿cómo elegís los libros que compráis y leéis?
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Elizabeth Smart: En Grand Central Station me senté y lloré
Idioma original: inglés
Título original: By Grand Central Station I Sat Down and Wept
Año de publicación: 2009
Valoración: Muy recomendable
Elizabeth Smart, joven canadiense que vivía en Londres realizando estudios de piano, teatro y pintura, contaba 24 años cuando un día entró en una librería, cogió un libro de poemas de un autor llamado George Barker y se enamoró perdidamente de él. Se conocieron tres años más tarde y, aunque él estaba casado, mantuvieron una relación amorosa que duró varios años y de la que nacieron cuatro hijos.
Publicado por primera vez en 1945, cuando Smart tenía 32 años, este libro desgrana de forma magistral sus sentimientos durante los años que duró esa relación. Así, somos testigos de su desesperación, sus celos, su angustia, sus sentimientos encontrados hacia la mujer de su amado, su forma de encarar el rechazo y la incomprensión de la sociedad que la rodeaba... pero, sobre todo, del incondicional e irracional amor que sentía por Barker.
Haciendo un uso prodigioso del lenguaje y vistiéndolo de referencias literarias que aluden a Shakespeare, Blake, Rilke o Milton, así como al propio Barker, Smart se desnuda sin concesiones ante el lector, a la vez que deja de lado el sentimentalismo y romanticismo que se podría esperar de una historia como ésta. No es de extrañar, por tanto, que pocos años después de su publicación En Grand Central Station me senté y lloré se convirtiera en una obra de culto y fuera traducida a numerosos idiomas. Ni que Smart no pudiera volver a escribir hasta 1977, año en que publicó The Assumption of the Rogues and Rascals, texto que estoy deseando que llegue a mis manos. Si es la mitad de bueno que éste que acabo de reseñar, me daré por satisfecha.
También de Elizabeth Smart en ULAD: Los pícaros y los canallas van al cielo
Título original: By Grand Central Station I Sat Down and Wept
Año de publicación: 2009
Valoración: Muy recomendable
Elizabeth Smart, joven canadiense que vivía en Londres realizando estudios de piano, teatro y pintura, contaba 24 años cuando un día entró en una librería, cogió un libro de poemas de un autor llamado George Barker y se enamoró perdidamente de él. Se conocieron tres años más tarde y, aunque él estaba casado, mantuvieron una relación amorosa que duró varios años y de la que nacieron cuatro hijos.
Publicado por primera vez en 1945, cuando Smart tenía 32 años, este libro desgrana de forma magistral sus sentimientos durante los años que duró esa relación. Así, somos testigos de su desesperación, sus celos, su angustia, sus sentimientos encontrados hacia la mujer de su amado, su forma de encarar el rechazo y la incomprensión de la sociedad que la rodeaba... pero, sobre todo, del incondicional e irracional amor que sentía por Barker.
Haciendo un uso prodigioso del lenguaje y vistiéndolo de referencias literarias que aluden a Shakespeare, Blake, Rilke o Milton, así como al propio Barker, Smart se desnuda sin concesiones ante el lector, a la vez que deja de lado el sentimentalismo y romanticismo que se podría esperar de una historia como ésta. No es de extrañar, por tanto, que pocos años después de su publicación En Grand Central Station me senté y lloré se convirtiera en una obra de culto y fuera traducida a numerosos idiomas. Ni que Smart no pudiera volver a escribir hasta 1977, año en que publicó The Assumption of the Rogues and Rascals, texto que estoy deseando que llegue a mis manos. Si es la mitad de bueno que éste que acabo de reseñar, me daré por satisfecha.
También de Elizabeth Smart en ULAD: Los pícaros y los canallas van al cielo
martes, 24 de noviembre de 2009
G. K. Chesterton: El hombre que fue Jueves
Idioma original: inglés
Título original: The Man who was Thursday - A Nightmare
Año de publicación: 1908
Valoración: Muy recomendable
Cuando escribí aquella entrada sobre novela policiaca, cometí el imperdonable error de olvidarme de G. K. Chesterton (¡y nadie me lo advirtió!). No sé cómo pude olvidar al Padre Brown, uno de los detectives más originales de la historia de la literatura policiaca: un sacerdote de aspecto insignificante, tremendo ingenio y espíritu bondadoso. Hoy me propongo reparar ese error reseñando una de sus novelas, una obra de una originalidad y una capacidad para atrapar al lector, como pocas que yo haya leído.
El lema en el que se resume la novela podría ser: "nada es lo que parece". De hecho, me resisto a resumir el argumento, porque es casi imposible hacerlo sin destripar alguna de las sorpresas del libro, que son una parte importante de su encanto. El caso es que el libro mismo en sí tampoco es lo que parece: comienza como una novela policiaca -perteneciente, de hecho, al modernísmo género de las "novelas de conspiración" del ínclito Dan Brown, por ejemplo-, pero poco a poco va abandonando sus límites genéricos, y va adquiriendo un aire apocalíptico, místico y decididamente simbólico. De hecho su subtítulo en el original inglés ("una pesadilla"), frecuentemente omitido en las traducciones españolas, nos indica precisamente ese sumergimiento en lo subconsciente, que permite también relacionar esta novela con las tendencias literarias y psicológicas de su época -no olvidemos que, a pesar de su apasionante actualidad, El hombre que fue Jueves se publicó en la primera década del siglo XX.
G. K. Chesterton, como muchos otros escritores británicos (Oscar Wilde, Saki, Woodehose...) tenía el don del humorismo elegante y la paradoja deslumbrante (perdón por el ripio). Los diálogos de la novela con siempre inteligentes, y las situaciones no dejan de sorprender al lector. El final, cargado de simbolismo místico-cristiano, resulta verdaderamente extraño en lo que se presenta inicialmente como una novela policiaca, pero contribuye al mismo tiempo a hacer de esta novela una obra originalísima y muy especial, que merece la pena rebuscar en la librería.
También de G.K.Chesterton en ULAD: El candor del Padre Brown, La sabiduría del Padre Brown, Anécdotas de Londres y Nueva York
Título original: The Man who was Thursday - A Nightmare
Año de publicación: 1908
Valoración: Muy recomendable
Cuando escribí aquella entrada sobre novela policiaca, cometí el imperdonable error de olvidarme de G. K. Chesterton (¡y nadie me lo advirtió!). No sé cómo pude olvidar al Padre Brown, uno de los detectives más originales de la historia de la literatura policiaca: un sacerdote de aspecto insignificante, tremendo ingenio y espíritu bondadoso. Hoy me propongo reparar ese error reseñando una de sus novelas, una obra de una originalidad y una capacidad para atrapar al lector, como pocas que yo haya leído.
El lema en el que se resume la novela podría ser: "nada es lo que parece". De hecho, me resisto a resumir el argumento, porque es casi imposible hacerlo sin destripar alguna de las sorpresas del libro, que son una parte importante de su encanto. El caso es que el libro mismo en sí tampoco es lo que parece: comienza como una novela policiaca -perteneciente, de hecho, al modernísmo género de las "novelas de conspiración" del ínclito Dan Brown, por ejemplo-, pero poco a poco va abandonando sus límites genéricos, y va adquiriendo un aire apocalíptico, místico y decididamente simbólico. De hecho su subtítulo en el original inglés ("una pesadilla"), frecuentemente omitido en las traducciones españolas, nos indica precisamente ese sumergimiento en lo subconsciente, que permite también relacionar esta novela con las tendencias literarias y psicológicas de su época -no olvidemos que, a pesar de su apasionante actualidad, El hombre que fue Jueves se publicó en la primera década del siglo XX.
G. K. Chesterton, como muchos otros escritores británicos (Oscar Wilde, Saki, Woodehose...) tenía el don del humorismo elegante y la paradoja deslumbrante (perdón por el ripio). Los diálogos de la novela con siempre inteligentes, y las situaciones no dejan de sorprender al lector. El final, cargado de simbolismo místico-cristiano, resulta verdaderamente extraño en lo que se presenta inicialmente como una novela policiaca, pero contribuye al mismo tiempo a hacer de esta novela una obra originalísima y muy especial, que merece la pena rebuscar en la librería.
También de G.K.Chesterton en ULAD: El candor del Padre Brown, La sabiduría del Padre Brown, Anécdotas de Londres y Nueva York
lunes, 23 de noviembre de 2009
Juan Jacinto Muñoz Rengel: 88 Mill Lane
Idioma: español
Fecha de publicación: 2006
Valoración: Muy recomendable
Últimamente leo muchos libros de relatos; quizás sea por el poco tiempo libre del que dispongo en estos momentos y la necesidad de dedicarme a una literatura no banal que sí más llevadera (que novelones decimonónicos) que me invade.
Y así, estoy descubriendo autores jóvenes y españoles que se dedican al cuento, un género muchas veces infravalorado. Recientemente tuve ocasión de charlar con una escritora más o menos célebre que se me quejaba de que ella adora el relato pero que en su editorial siempre le dicen: "¿Y para cuándo la novela?". Y cuando yo le contesté que para mí la novela es la madre de todos los engendros literarios, la buena mujer torció el morro: "No estoy de acuerdo, un cuento bien escrito posee tantas o más cualidades que una novela". Pero vamos, me pareció estúpido entonces como me parece estúpido ahora comenzar una discusión nutrida con puntos a favor y puntos en contra para coronar a la reina del baile de las letras: ¿cuento o novela?
Está claro que Muñoz Rengel, autor que con apenas treinta y cinco años se ha hecho con buena parte de los más prestigiosos concursos de cuentos de España, apuesta, de momento, por el cuento: y la verdad es que, viendo su talento para ello, no se trata de una opción descabellada.
88 Mill Lane está formado por diez cuentos ubicados en Londres, ciudad donde el autor vivió una temporada. Para los que adoramos el idioma, el estilo, las brumas y los personajes que inspira la capital inglesa, eso es algo altamente apeticible. Y decir que todas estas breves historias donde lo mágico y lo cotidiano conviven con asombrosa armonía (la sombra de Cortázar, Borges o Bioy Casares es alargada), han sido galardonadas en algún certamen.
No quiero dar muchos detalles sobre cada relato para no destriparlos, pero sí algunas pinceladas: hay una sociedad que permite a sus miembros intercambiar sueños; un rincón del zoo de Londres con peligrosos e inauditos especímenes; una perla que contiene el universo (homenaje confeso del autor al Aleph borgiano); un tipo que observa y escribe sobre vidas ajenas en una cafetería (y al que le depara una desagradable sorpresa); navajas hechas con los cuernos de un vengativo toro; un desván con un inclasificable y peligroso huésped, o una ancianita que organiza una cena en su casa y obliga a sus invitados a vestir como si estuvieran a principios del siglo XX, ausencia de móviles inclusive (uséase: barrio aislado y sin teléfonos para pedir socorro...).
Vamos, que me ha encantado lo que escribe este hombre, Juan Jacinto Muñoz Rengel: el chico promete...
Fecha de publicación: 2006
Valoración: Muy recomendable
Últimamente leo muchos libros de relatos; quizás sea por el poco tiempo libre del que dispongo en estos momentos y la necesidad de dedicarme a una literatura no banal que sí más llevadera (que novelones decimonónicos) que me invade.
Y así, estoy descubriendo autores jóvenes y españoles que se dedican al cuento, un género muchas veces infravalorado. Recientemente tuve ocasión de charlar con una escritora más o menos célebre que se me quejaba de que ella adora el relato pero que en su editorial siempre le dicen: "¿Y para cuándo la novela?". Y cuando yo le contesté que para mí la novela es la madre de todos los engendros literarios, la buena mujer torció el morro: "No estoy de acuerdo, un cuento bien escrito posee tantas o más cualidades que una novela". Pero vamos, me pareció estúpido entonces como me parece estúpido ahora comenzar una discusión nutrida con puntos a favor y puntos en contra para coronar a la reina del baile de las letras: ¿cuento o novela?
Está claro que Muñoz Rengel, autor que con apenas treinta y cinco años se ha hecho con buena parte de los más prestigiosos concursos de cuentos de España, apuesta, de momento, por el cuento: y la verdad es que, viendo su talento para ello, no se trata de una opción descabellada.
88 Mill Lane está formado por diez cuentos ubicados en Londres, ciudad donde el autor vivió una temporada. Para los que adoramos el idioma, el estilo, las brumas y los personajes que inspira la capital inglesa, eso es algo altamente apeticible. Y decir que todas estas breves historias donde lo mágico y lo cotidiano conviven con asombrosa armonía (la sombra de Cortázar, Borges o Bioy Casares es alargada), han sido galardonadas en algún certamen.
No quiero dar muchos detalles sobre cada relato para no destriparlos, pero sí algunas pinceladas: hay una sociedad que permite a sus miembros intercambiar sueños; un rincón del zoo de Londres con peligrosos e inauditos especímenes; una perla que contiene el universo (homenaje confeso del autor al Aleph borgiano); un tipo que observa y escribe sobre vidas ajenas en una cafetería (y al que le depara una desagradable sorpresa); navajas hechas con los cuernos de un vengativo toro; un desván con un inclasificable y peligroso huésped, o una ancianita que organiza una cena en su casa y obliga a sus invitados a vestir como si estuvieran a principios del siglo XX, ausencia de móviles inclusive (uséase: barrio aislado y sin teléfonos para pedir socorro...).
Vamos, que me ha encantado lo que escribe este hombre, Juan Jacinto Muñoz Rengel: el chico promete...
domingo, 22 de noviembre de 2009
Jeff Lindsay: Dexter en la oscuridad
Idioma original: inglés
Título original: Dexter in the dark
Año de publicación: 2007
Valoración: Está bien
Esta sucesión de reseñas sobre la serie de novelas cuyo protagonista es el forense criminal Dexter no se debe a mi gran admiración por las mismas, sino más bien a que son los últimos libros que he leído. Me recomendó la lectura del primero @monfor, tras un comentario que hice acerca de las novelas de la serie Millenium, y desde entonces he ido devorando uno a uno los tres primeros libros. Para ser sincero, he pasado unas buenas tardes de sofá con ellos, interesado por el curso que tomarían los acontecimientos y qué le depararía al oscuro, a la par que atractivo, personaje de Dexter.
En esta ocasión, Dexter se acerca a su lado más humano. Tras satisfacer sus instintos asesinos matando a un fotógrafo pedófilo, algo que desconoce hace desaparecer de su interior la voz que lo guía en sus incursiones nocturnas, su oscuro pasajero. Desde ese momento, se inicia una búsqueda, en determinados momentos desesperada, para descubrir qué ha ocurrido con su voz interior. Dexter es consciente de que sin ese oscuro pasajero no hay nada que lo diferenciae del común de los mortales y esa idea lo mortifica, al tiempo que lo hunde en una rutina que hasta ese momento desconocía.
Y mientras tanto, a su alrededor comienzan a ocurrir macabros asesinatos en los que las víctimas aparecen sin cabeza y completamente quemadas. Y cerca de las mismas, unas misteriosas siglas, MLK.
En esta tercera novela de la serie, Jeff Lindsay ya no tiene que preocuparse por mostrarnos cómo es su personaje puesto que ya lo conocemos de sobra. En cualquier caso, su mundo interior vuelve a convertirse en el centro de la novela a partir de la desaparición de su voz sádica. Sin embargo, estas incursiones en los pensamientos de los personajes están mejor elaboradas que en la primera novela, en la que llegaban a resultar tediosas y simplonas.
Una novela entretenida, capaz de captar la atención del lector y con dosis de oscuridad y ternura a partes iguales.
Otras lecturas de Jeff Lindsay: El oscuro pasajero y Querido Dexter.
Título original: Dexter in the dark
Año de publicación: 2007
Valoración: Está bien
Esta sucesión de reseñas sobre la serie de novelas cuyo protagonista es el forense criminal Dexter no se debe a mi gran admiración por las mismas, sino más bien a que son los últimos libros que he leído. Me recomendó la lectura del primero @monfor, tras un comentario que hice acerca de las novelas de la serie Millenium, y desde entonces he ido devorando uno a uno los tres primeros libros. Para ser sincero, he pasado unas buenas tardes de sofá con ellos, interesado por el curso que tomarían los acontecimientos y qué le depararía al oscuro, a la par que atractivo, personaje de Dexter.
En esta ocasión, Dexter se acerca a su lado más humano. Tras satisfacer sus instintos asesinos matando a un fotógrafo pedófilo, algo que desconoce hace desaparecer de su interior la voz que lo guía en sus incursiones nocturnas, su oscuro pasajero. Desde ese momento, se inicia una búsqueda, en determinados momentos desesperada, para descubrir qué ha ocurrido con su voz interior. Dexter es consciente de que sin ese oscuro pasajero no hay nada que lo diferenciae del común de los mortales y esa idea lo mortifica, al tiempo que lo hunde en una rutina que hasta ese momento desconocía.
Y mientras tanto, a su alrededor comienzan a ocurrir macabros asesinatos en los que las víctimas aparecen sin cabeza y completamente quemadas. Y cerca de las mismas, unas misteriosas siglas, MLK.
En esta tercera novela de la serie, Jeff Lindsay ya no tiene que preocuparse por mostrarnos cómo es su personaje puesto que ya lo conocemos de sobra. En cualquier caso, su mundo interior vuelve a convertirse en el centro de la novela a partir de la desaparición de su voz sádica. Sin embargo, estas incursiones en los pensamientos de los personajes están mejor elaboradas que en la primera novela, en la que llegaban a resultar tediosas y simplonas.
Una novela entretenida, capaz de captar la atención del lector y con dosis de oscuridad y ternura a partes iguales.
Otras lecturas de Jeff Lindsay: El oscuro pasajero y Querido Dexter.
sábado, 21 de noviembre de 2009
Katherine Neville: El ocho
Idioma original: inglés
Título original: The Eight
Fecha de publicación: 1988
Valoración: muy recomendable
Hoy en día si te acercas a una librería te ves inundado por cientos de novelas de misterio con regusto histórico-esotérico, como el Código Da Vinci, por ejemplo. ¡Hay tantas! Y son muy fáciles de reconocer por el tipo de portada y el título, que puede incluir las palabras “código, secreto, misterio, oculto” y todas esas que se os agolpan en la mente, sí. Y a la gran mayoría de esas novelas seguramente podríamos ponerles la valoración que recibió en su momento en el blog la de Dan Brown. Pero no hablemos más de esos libros. Olvidaos de sus títulos, sus portadas y todo lo que les rodea. ¡Sacadlo de vuestro hemisferio izquierdo!
Bien, una vez depurados y limpitos podemos centrarnos en El ocho. Fue una novela pionera, de las primeras de su género. Y muy buena. Mezcla lo esencial de una novela de misterio con elementos históricos, esotéricos y románticos. Parece que lees corriendo, que la acción te lleva del siglo XVIII al XX, los personajes históricos te sacuden y te hacen creer que la trama es real, que todo aquello que devoras página por página está oculto tras los libros de historia y que tú, lector, estás ayudando a desentrañar. Puedes llegar a creer que el ajedrez de Montglane existe...y has de recuperar sus piezas.
El ajedrez de Montglane. Este es el eje de la novela. Catherine Velis, la protagonista, se ve envuelta en la caza de las piezas de este antiquísimo y poderoso conjunto de trebejos, donde la alquimia y los masones andan entremezclados. Hay un poder oculto que todos ansían poseer. ¿Cuál es? ¿Quién tiene fichas? ¿Cuántas? ¿Qué estarían dispuestos a hacer los interesados por conseguirlas? ¿Y qué relación tiene con todo esto Catherine Velis?
Preguntas cuyas respuestas te hacen consumir el libro en pocas horas. Un estilo claro y directo que te lleva continuamente hacia adelante. Se mezcla el inicio de la historia en 1760 con la década de 1970. Retrocedes en el tiempo, pero siempre para conocer más datos y más hechos que te lleven a encontrar las piezas en el momento actual. Una novela muy interesante, pionera y bien escrita.
Después de 20 años, la autora sacó la segunda parte, El fuego. No es tan buena, pero hila con la anterior y sigue manteniendo el suspense. A esta segunda parte le daría un “está bien”. Pero no nos adelantemos. Leed El ocho. Pasareis un rato muy agradable bajo la manta, en el sofá, con una buena taza de té y viendo la lluvia tras la ventana.
Título original: The Eight
Fecha de publicación: 1988
Valoración: muy recomendable
Hoy en día si te acercas a una librería te ves inundado por cientos de novelas de misterio con regusto histórico-esotérico, como el Código Da Vinci, por ejemplo. ¡Hay tantas! Y son muy fáciles de reconocer por el tipo de portada y el título, que puede incluir las palabras “código, secreto, misterio, oculto” y todas esas que se os agolpan en la mente, sí. Y a la gran mayoría de esas novelas seguramente podríamos ponerles la valoración que recibió en su momento en el blog la de Dan Brown. Pero no hablemos más de esos libros. Olvidaos de sus títulos, sus portadas y todo lo que les rodea. ¡Sacadlo de vuestro hemisferio izquierdo!
Bien, una vez depurados y limpitos podemos centrarnos en El ocho. Fue una novela pionera, de las primeras de su género. Y muy buena. Mezcla lo esencial de una novela de misterio con elementos históricos, esotéricos y románticos. Parece que lees corriendo, que la acción te lleva del siglo XVIII al XX, los personajes históricos te sacuden y te hacen creer que la trama es real, que todo aquello que devoras página por página está oculto tras los libros de historia y que tú, lector, estás ayudando a desentrañar. Puedes llegar a creer que el ajedrez de Montglane existe...y has de recuperar sus piezas.
El ajedrez de Montglane. Este es el eje de la novela. Catherine Velis, la protagonista, se ve envuelta en la caza de las piezas de este antiquísimo y poderoso conjunto de trebejos, donde la alquimia y los masones andan entremezclados. Hay un poder oculto que todos ansían poseer. ¿Cuál es? ¿Quién tiene fichas? ¿Cuántas? ¿Qué estarían dispuestos a hacer los interesados por conseguirlas? ¿Y qué relación tiene con todo esto Catherine Velis?
Preguntas cuyas respuestas te hacen consumir el libro en pocas horas. Un estilo claro y directo que te lleva continuamente hacia adelante. Se mezcla el inicio de la historia en 1760 con la década de 1970. Retrocedes en el tiempo, pero siempre para conocer más datos y más hechos que te lleven a encontrar las piezas en el momento actual. Una novela muy interesante, pionera y bien escrita.
Después de 20 años, la autora sacó la segunda parte, El fuego. No es tan buena, pero hila con la anterior y sigue manteniendo el suspense. A esta segunda parte le daría un “está bien”. Pero no nos adelantemos. Leed El ocho. Pasareis un rato muy agradable bajo la manta, en el sofá, con una buena taza de té y viendo la lluvia tras la ventana.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Félix de Azúa: Historia de un idiota contada por él mismo
Idioma original: español
Fecha de publicación: 1986
Valoración: está bien
Empezar a hablar de cualquier tema agitando la etimología en la cara del lector puede parecer pedante, y quizá lo sea, pero también tiene su utilidad. Aquí es casi imprescindible recordar que "idiota" viene del griego ídios, 'propio', 'peculiar', y que los griegos le daban a esta palabra un sentido bastante distinto del actual. Idiota era el que se preocupaba sólo de sus propios asuntos, dejando de lado sus deberes de ciudadanía. Esta dejadez era una falta muy grave en las poleis, orgullosas de sus libertades. Aristóteles sostiene en la Política que los seres humanos vivimos en ciudades porque no nos bastamos a nosotros mismos: quien no puede vivir en sociedad o no lo necesita no es humano, sino una bestia o un dios.
Esta novela es la historia de un idiota, pero entendido precisamente en su sentido original. Si tuviéramos que colocarlo a uno u otro lado de la disyuntiva de Aristóteles, habría que decir que el protagonista se parece más a un dios que a una bestia. Su actitud es la quien no necesita a los demás y vive entre la gente como si estuviera solo. Desde el comienzo aprendemos, de su propia boca, que un solo móvil ha guiado su vida: la búsqueda de la felicidad. Pero no pensemos aquí en esa etiqueta -vaga y prestigiosa- que justifica la sumisión a los modos más comunes de vida prefijada. El protagonista no se propone ser feliz, sino saber en qué consiste ser feliz, investigar el contenido de eso que todos llaman "felicidad". Y lo hará en soledad total: en un itinerario que se cruza con muchos otros, claro, pero que parece discurrir de espaldas a ellos, en el orden solipsista de la reflexión.
Con estas premisas, puede imaginarse que el tono del libro es bastante abstracto. No sabemos el nombre del protagonista, ni tampoco podemos imaginarnos su aspecto, el de las personas que lo tratan o los espacios que habita. Pero supongo que todo esto es indiferente al propósito del autor, que construye algo así como un irónico esqueleto de Bildungsroman. Las personas y los espacios que aparecen (el colegio, la novia, el cuartel) no hacen sino actuar como catalizadores de los cambios que sufre el protagonista en su introspectiva búsqueda de la felicidad. Así, la vida universitaria le lleva al compromiso político, y la práctica efectiva de éste, al sexo. Durante la mili se hace un convencido filósofo y tras pegarse un tiro se vuelca en el arte. Toda circunstancia concreta que podría encarrilar una verdadera narración se gira de pronto sobre sí misma y se convierte en excusa para el ensayo. Eso sí, un ensayo demasiado grandilocuente que no se toma en serio a sí mismo.
Por momentos me ha recordado bastante a la Metafísica de los tubos, de Amelie Nothomb. Aunque en ese caso el que narra su propia existencia es un bebé, la ironía, la abstracción y la burla hacia las grandes revelaciones autobiográficas se encuentran en ambos libros. Es esa desdeñosa distancia hacia el propio género que se practica lo que dota a ambos libros de una agradable frescura y, al tiempo, de una negra aureola de desengaño. Una muestra de esto, para acabar.
Otras obras de Félix de Azua en ULAD: Venecia de Casanova
Fecha de publicación: 1986
Valoración: está bien
Empezar a hablar de cualquier tema agitando la etimología en la cara del lector puede parecer pedante, y quizá lo sea, pero también tiene su utilidad. Aquí es casi imprescindible recordar que "idiota" viene del griego ídios, 'propio', 'peculiar', y que los griegos le daban a esta palabra un sentido bastante distinto del actual. Idiota era el que se preocupaba sólo de sus propios asuntos, dejando de lado sus deberes de ciudadanía. Esta dejadez era una falta muy grave en las poleis, orgullosas de sus libertades. Aristóteles sostiene en la Política que los seres humanos vivimos en ciudades porque no nos bastamos a nosotros mismos: quien no puede vivir en sociedad o no lo necesita no es humano, sino una bestia o un dios.
Esta novela es la historia de un idiota, pero entendido precisamente en su sentido original. Si tuviéramos que colocarlo a uno u otro lado de la disyuntiva de Aristóteles, habría que decir que el protagonista se parece más a un dios que a una bestia. Su actitud es la quien no necesita a los demás y vive entre la gente como si estuviera solo. Desde el comienzo aprendemos, de su propia boca, que un solo móvil ha guiado su vida: la búsqueda de la felicidad. Pero no pensemos aquí en esa etiqueta -vaga y prestigiosa- que justifica la sumisión a los modos más comunes de vida prefijada. El protagonista no se propone ser feliz, sino saber en qué consiste ser feliz, investigar el contenido de eso que todos llaman "felicidad". Y lo hará en soledad total: en un itinerario que se cruza con muchos otros, claro, pero que parece discurrir de espaldas a ellos, en el orden solipsista de la reflexión.
Con estas premisas, puede imaginarse que el tono del libro es bastante abstracto. No sabemos el nombre del protagonista, ni tampoco podemos imaginarnos su aspecto, el de las personas que lo tratan o los espacios que habita. Pero supongo que todo esto es indiferente al propósito del autor, que construye algo así como un irónico esqueleto de Bildungsroman. Las personas y los espacios que aparecen (el colegio, la novia, el cuartel) no hacen sino actuar como catalizadores de los cambios que sufre el protagonista en su introspectiva búsqueda de la felicidad. Así, la vida universitaria le lleva al compromiso político, y la práctica efectiva de éste, al sexo. Durante la mili se hace un convencido filósofo y tras pegarse un tiro se vuelca en el arte. Toda circunstancia concreta que podría encarrilar una verdadera narración se gira de pronto sobre sí misma y se convierte en excusa para el ensayo. Eso sí, un ensayo demasiado grandilocuente que no se toma en serio a sí mismo.
Por momentos me ha recordado bastante a la Metafísica de los tubos, de Amelie Nothomb. Aunque en ese caso el que narra su propia existencia es un bebé, la ironía, la abstracción y la burla hacia las grandes revelaciones autobiográficas se encuentran en ambos libros. Es esa desdeñosa distancia hacia el propio género que se practica lo que dota a ambos libros de una agradable frescura y, al tiempo, de una negra aureola de desengaño. Una muestra de esto, para acabar.
Los padres destrozan a sus hijos haciéndoles felices; los amantes se destrozan entre sí haciéndose felices; los sabios se mantienen en una rigurosa ignorancia con el fin de hacer felices a los humanos; los poderosos explotan a los débiles para facilitarles la felicidad; y los artistas chapotean en ese delirio obsceno, buscando fragmentos en el mar de sangre, para exhibirlos en el museo con un cartelito que lleve su nombre.
Otras obras de Félix de Azua en ULAD: Venecia de Casanova
jueves, 19 de noviembre de 2009
Rose George: La mayor necesidad. Un paseo por las cloacas del mundo
Idioma original: inglés
Título original: The Big Necessity. The Unmentionable World of Human Waste and Why it Matters
Año de publicación: 2009
Valoración: Recomendable
Somos conscientes de que vivimos en una sociedad de consumo y de que nuestros hábitos, por poco previsores y en gran medida inconscientes, están dañando el planeta. También sabemos que hoy en día es más necesario que nunca ser responsables, consumir con cabeza e intentar arreglar el daño que hemos hecho –y aún hacemos– al medio ambiente. Por eso, somos continuamente bombardeados con consejos y nuevos deberes que nos instan a reciclar papel, vidrio, a ahorrar agua... y a tomar conciencia del efecto devastador que tiene utilizar bolsas de plástico, energías contaminantes... Es decir, a hacer un mejor uso de los residuos que producimos.
Pero hay un tipo de residuo del que nadie habla. No hay un solo político que hable de lo que hay que hacer con las heces humanas, ni campañas informativas acerca de lo que ocurre con esos desechos que producimos de forma tan “natural” una vez que tiramos de la cadena. Nuestros propios residuos se han convertido en un tema tabú, hasta tal punto que los hemos apartado de nuestras conversaciones y consideramos de mal gusto comentarlos en público, a pesar de que nuestra salud depende, en gran medida, de ellos.
Rose George es una mujer que ha dejado de lado sus prejuicios y ha investigado en profundidad este tema, y nos ofrece un ensayo muy bien documentado, gracias al cual conocemos cómo son las cloacas de Londres y Nueva York, a qué peligros se enfrentan los que trabajan en ellas, el culto que en Japón se rinde al retrete (no olvidemos que es el único país del mundo donde casi todos los ciudadanos tienen un retrete robotizado en su casa), los problemas higiénicos en países como la India (donde conseguir que sus ciudadanos utilicen las letrinas y, a su vez, hacer que éstas sean una opción más recomendable que defecar en el campo es toda una odisea), los problemas sanitarios que la mala gestión de residuos causa en EE.UU....
Puede que éste sea un libro irreverente y que nuestros bien aprendidos prejuicios intenten persuadirnos de leerlo. Pero merece la pena hacerlo, aunque sólo sea para tomr conciencia de que tratar correctamente nuestros desechos tan importante como mantener el aire limpio o llevar un estilo de vida saludable, y para comprender que hacer uso de un baño no es absoluto un derecho, sino un privilegio, que en cualquier momento nos puede ser arrebatado. Y con él, nuestra buena salud.
También de Rose George en ULAD: Noventa por ciento de todo
Título original: The Big Necessity. The Unmentionable World of Human Waste and Why it Matters
Año de publicación: 2009
Valoración: Recomendable
Somos conscientes de que vivimos en una sociedad de consumo y de que nuestros hábitos, por poco previsores y en gran medida inconscientes, están dañando el planeta. También sabemos que hoy en día es más necesario que nunca ser responsables, consumir con cabeza e intentar arreglar el daño que hemos hecho –y aún hacemos– al medio ambiente. Por eso, somos continuamente bombardeados con consejos y nuevos deberes que nos instan a reciclar papel, vidrio, a ahorrar agua... y a tomar conciencia del efecto devastador que tiene utilizar bolsas de plástico, energías contaminantes... Es decir, a hacer un mejor uso de los residuos que producimos.
Pero hay un tipo de residuo del que nadie habla. No hay un solo político que hable de lo que hay que hacer con las heces humanas, ni campañas informativas acerca de lo que ocurre con esos desechos que producimos de forma tan “natural” una vez que tiramos de la cadena. Nuestros propios residuos se han convertido en un tema tabú, hasta tal punto que los hemos apartado de nuestras conversaciones y consideramos de mal gusto comentarlos en público, a pesar de que nuestra salud depende, en gran medida, de ellos.
Rose George es una mujer que ha dejado de lado sus prejuicios y ha investigado en profundidad este tema, y nos ofrece un ensayo muy bien documentado, gracias al cual conocemos cómo son las cloacas de Londres y Nueva York, a qué peligros se enfrentan los que trabajan en ellas, el culto que en Japón se rinde al retrete (no olvidemos que es el único país del mundo donde casi todos los ciudadanos tienen un retrete robotizado en su casa), los problemas higiénicos en países como la India (donde conseguir que sus ciudadanos utilicen las letrinas y, a su vez, hacer que éstas sean una opción más recomendable que defecar en el campo es toda una odisea), los problemas sanitarios que la mala gestión de residuos causa en EE.UU....
Puede que éste sea un libro irreverente y que nuestros bien aprendidos prejuicios intenten persuadirnos de leerlo. Pero merece la pena hacerlo, aunque sólo sea para tomr conciencia de que tratar correctamente nuestros desechos tan importante como mantener el aire limpio o llevar un estilo de vida saludable, y para comprender que hacer uso de un baño no es absoluto un derecho, sino un privilegio, que en cualquier momento nos puede ser arrebatado. Y con él, nuestra buena salud.
También de Rose George en ULAD: Noventa por ciento de todo
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Philip Roth: El animal moribundo
Idioma original: inglés
Título original: The Dying Animal
Año de publicación: 2001
Valoración: Recomendable
Conviene empezar aclarando que esta es la novela en la que se basó Isabel Coixet para su película Elegy, y no en el libro -también de Philip Roth- que en español se tituló Elegía, y que en inglés se titulaba Everyman (perdón por el trabalenguas). De hecho, la lectura de este libro ha estado muy condicionada por el recuerdo de la película (que por cierto no me gustó demasiado): mientras leía, no podía evitar ponerle a David Kepesh la cara de Ben Kingsley, ni a Consuela Castillo la de Penélope Cruz. Y a pesar de eso, la novela -que no está al nivel de las novelas mayores de Roth- me ha gustado más que la película.
Como en muchas otras novelas de Roth, aunque aquí de manera más consciente y constante, el tema central es el sexo. El sexo, en relación con el amor, con las convenciones sociales o con la pura carnalidad del cuerpo. O con la enfermedad, o con la muerte. También como siempre, Roth no huye de los aspectos más pornográficos, fisiológicos o incluso escatológicos de la realidad de los personajes, algo que sin duda considero una virtud, aunque dé lugar a escenas algo duras.
La historia: David Kepesh, crítico literario y profesor a tiempo parcial, acostumbra a acostarse con sus alumnas, que lo encuentran irresistible porque sale en la tele (sic); en uno de sus cursos, conoce a Consuela Castillo, hija de exiliados cubanos de grandes pechos, sensual, superficial, contradictoria. Los dos empiezan una relación fundamentalmente sexual, que es el centro de la novela. Todas las demás historias y personajes que aparecen, son variaciones sobre el mismo tema: la tensión entre el puro deseo sexual, y las concesiones al convencionalismo, el conformismo o el amor. Para Kepesh -y quizás para Roth-, todo el que renuncia a un gramo de deseo, se está traicionando a sí mismo.
Y sin embargo, en la segunda mitad de la novela (no creo estar desvelando ningún gran secreto de la trama) el personaje principal sucumbe, sentimentaliza su relación con Consuela, en una palabra: se enamora. Siempre me ha llamado la atención que en muchas novelas, series o películas (sobre todo si son hollywoodienses), los personajes que deciden vivir su sexualidad de manera puramente física, al margen de convencionalismos o sentimentalismos, acaban o muertos o enamorados. En esta novela, con su contundente frase final (you are finished: "estás acabado") parecen unificarse ambas salidas posibles: enamorarse equivale a morir.
También de Philip Roth en ULAD: Indignación, La conjura contra América, Elegía, La mancha humana, Némesis, Pastoral americana, El lamento de Portnoy, Engaño, La humillación, Goodbye, Columbus
Título original: The Dying Animal
Año de publicación: 2001
Valoración: Recomendable
Conviene empezar aclarando que esta es la novela en la que se basó Isabel Coixet para su película Elegy, y no en el libro -también de Philip Roth- que en español se tituló Elegía, y que en inglés se titulaba Everyman (perdón por el trabalenguas). De hecho, la lectura de este libro ha estado muy condicionada por el recuerdo de la película (que por cierto no me gustó demasiado): mientras leía, no podía evitar ponerle a David Kepesh la cara de Ben Kingsley, ni a Consuela Castillo la de Penélope Cruz. Y a pesar de eso, la novela -que no está al nivel de las novelas mayores de Roth- me ha gustado más que la película.
Como en muchas otras novelas de Roth, aunque aquí de manera más consciente y constante, el tema central es el sexo. El sexo, en relación con el amor, con las convenciones sociales o con la pura carnalidad del cuerpo. O con la enfermedad, o con la muerte. También como siempre, Roth no huye de los aspectos más pornográficos, fisiológicos o incluso escatológicos de la realidad de los personajes, algo que sin duda considero una virtud, aunque dé lugar a escenas algo duras.
La historia: David Kepesh, crítico literario y profesor a tiempo parcial, acostumbra a acostarse con sus alumnas, que lo encuentran irresistible porque sale en la tele (sic); en uno de sus cursos, conoce a Consuela Castillo, hija de exiliados cubanos de grandes pechos, sensual, superficial, contradictoria. Los dos empiezan una relación fundamentalmente sexual, que es el centro de la novela. Todas las demás historias y personajes que aparecen, son variaciones sobre el mismo tema: la tensión entre el puro deseo sexual, y las concesiones al convencionalismo, el conformismo o el amor. Para Kepesh -y quizás para Roth-, todo el que renuncia a un gramo de deseo, se está traicionando a sí mismo.
Y sin embargo, en la segunda mitad de la novela (no creo estar desvelando ningún gran secreto de la trama) el personaje principal sucumbe, sentimentaliza su relación con Consuela, en una palabra: se enamora. Siempre me ha llamado la atención que en muchas novelas, series o películas (sobre todo si son hollywoodienses), los personajes que deciden vivir su sexualidad de manera puramente física, al margen de convencionalismos o sentimentalismos, acaban o muertos o enamorados. En esta novela, con su contundente frase final (you are finished: "estás acabado") parecen unificarse ambas salidas posibles: enamorarse equivale a morir.
También de Philip Roth en ULAD: Indignación, La conjura contra América, Elegía, La mancha humana, Némesis, Pastoral americana, El lamento de Portnoy, Engaño, La humillación, Goodbye, Columbus
martes, 17 de noviembre de 2009
Ángela Figuera: Obra completa
Idioma original: español
Año de publicación: 1986
Valoración: Muy recomendable
Tuve la oportunidad de dar una pequeña charla sobre esta autora bilbaína en la Universidad San Carlos de Guatemala y me sorprendió comprobar la cercanía de su poesía a cierto sentir de los jóvenes que estaban reunidos allá.
Hay quien dice que ésa es una de las cosas que hacen grande a un autor; la universalidad de aquello que comunica.
Sea como sea, lo cierto es que al leer los poemas de Ángela, muchos no podemos evitar sentirnos próximos a su sentido de la justicia (quizá podría decirse mejor, su "dolor ante la injusticia"); conmovidos por su extrema sensibilidad; alentados por su compromiso con la vida; esperanzados ante su empeño en la belleza y el amor, a pesar de todo...
Como muestra de la brillantez de esta autora, uno de sus poemas más lúcidos y conmovedores, que además da título a uno de sus libros:
Su papel como mediadora, determinante en la actitud de Neruda hacia los escritores del interior, también es poco conocido. Pero el caso es que ella logró que se reiniciara un diálogo interrumpido tras la guerra civil, y que el chileno escribiera su "Carta a los poetas españoles". También consiguió convencer a León Felipe para que recuperara la consideración hacia los poetas del interior.
En definitiva, por muchos motivos, creo que merece la pena conocer a esta autora y que esta antología es una buena forma de acercarse al conjunto de su obra.
Año de publicación: 1986
Valoración: Muy recomendable
Tuve la oportunidad de dar una pequeña charla sobre esta autora bilbaína en la Universidad San Carlos de Guatemala y me sorprendió comprobar la cercanía de su poesía a cierto sentir de los jóvenes que estaban reunidos allá.
Hay quien dice que ésa es una de las cosas que hacen grande a un autor; la universalidad de aquello que comunica.
Sea como sea, lo cierto es que al leer los poemas de Ángela, muchos no podemos evitar sentirnos próximos a su sentido de la justicia (quizá podría decirse mejor, su "dolor ante la injusticia"); conmovidos por su extrema sensibilidad; alentados por su compromiso con la vida; esperanzados ante su empeño en la belleza y el amor, a pesar de todo...
Como muestra de la brillantez de esta autora, uno de sus poemas más lúcidos y conmovedores, que además da título a uno de sus libros:
Belleza cruelPese a no ser una autora muy conocida, Ángela Figuera fue (junto a Blas de Otero y Gabriel Celaya) parte del llamado Triunvirato Vasco de la poesía de posguerra.
Dadme un espeso corazón de barro,
dadme unos ojos de diamante enjuto,
boca de amianto, congeladas venas,
duras espaldas que acaricie el aire.
Quiero dormir a gusto cada noche.
Quiero cantar a estilo de jilguero.
Quiero vivir y amar sin que me pese
este saber y oír y darme cuenta;
este mirar a diario de hito en hito
todo el revés atroz de la medalla.
Quiero reír al sol sin que me asombre
que este existir de balde, sobreviva,
con tanta muerte suelta por las calles.
Quiero cruzar alegre entre la gente
sin que me cause miedo la mirada
de los que labran tierra golpe a golpe,
de los que roen tiempo palmo a palmo,
de los que llenan pozos gota a gota.
Porque es lo cierto que me da vergüenza,
que se me para el pulso y la sonrisa
cuando contemplo el rostro y el vestido
de tantos hombres con el miedo al hombro,
de tantos hombres con el hambre a cuestas,
de tantas frentes con la piel quemada
por la escondida rabia de la sangre.
Porque es lo cierto que me asusta verme
las manos limpias persiguiendo a tontas
mis mariposas de papel o versos.
Porque es lo cierto que empecé cantando
para poner a salvo mis juguetes,
pero ahora estoy aquí mordiendo el polvo,
y me confieso y pido a los que pasan
que me perdonen pronto tantas cosas.
Que me perdonen esta miel tan dulce
sobre los labios, y el silencio noble
de mis almohadas, y mi Dios tan fácil
y este llorar con arte y preceptiva
penas de quita y pon prefabricadas.
Que me perdonen todos este lujo,
este tremendo lujo de ir hallando
tanta belleza en tierra, mar y cielo,
tanta belleza devorada a solas,
tanta belleza cruel, tanta belleza.
Su papel como mediadora, determinante en la actitud de Neruda hacia los escritores del interior, también es poco conocido. Pero el caso es que ella logró que se reiniciara un diálogo interrumpido tras la guerra civil, y que el chileno escribiera su "Carta a los poetas españoles". También consiguió convencer a León Felipe para que recuperara la consideración hacia los poetas del interior.
En definitiva, por muchos motivos, creo que merece la pena conocer a esta autora y que esta antología es una buena forma de acercarse al conjunto de su obra.
lunes, 16 de noviembre de 2009
Ryszard Kapuscinski: El Imperio
Idioma original: Polaco
Título original: Imperium
Año de publicación: 1993
Valoración: Muy recomendable
SANTI: Bueno, Jaime, ¿qué te ha parecido Imperio?
JAIME: Pues mira, sólo te voy a decir una palabra: "Naranjada".
SANTI: Pues me has dejado como estaba. ¿Me he perdido algo? ¿O es una referencia a algún pasaje del libro que no he leído con la atención que debería?
JAIME: Jejej... No, no, supongo que no es un pasaje más importante que el resto, pero sintetiza bastante bien lo que me ha atraído de El Imperio. Cuando está contando su viaje por Azerbaiyán, Kapuscinski comenta que, tradicionalmente, las chicas de por allí tenían nombres como Flor o Primavera. Sin embargo, después de la Revolución, y para adaptarse a los nuevos tiempos, sus padres empezaron a ponerles nombre de cosas modernas que llegaban al campo. Por ejemplo, Tractor, Naranjada o Chófer. Una anécdota así, recogida en un poblado de Asia central, te dice mucho más sobre la URSS que miles de páginas de enciclopedia. Porque, por cierto, ése es el Imperio del que estamos hablando.
SANTI: ¡Ah, vale! No me acordaba de esa anécdota. A mí la parte que más me ha impresionado es la que cuenta la hambruna que mató a diez millones de ucranianos, provocada deliberadamente por Stalin. ¡Es increíble! No es que, como en Irlanda, se produjera una hambruna y las autoridades no supieran gestionarla: ¡es que las autoridades la generaron a propósito como medio de someter a la sociedad! La verdad es que en general me ha parecido un libro interesantísimo, un buen complemento a Vida y Destino, que leí hace poco, y que cuenta el nacimiento del Imperio (ruso) desde una perspectiva más rusa; la mirada de Kapuscinski, como él mismo dice, siempre será la de un extranjero -lo que no le quita valor, claro, sino casi al revés.
JAIME: Sí, la verdad es que por momentos el libro se convierte en un catálogo de atrocidades. Y no lo digo como un defecto: supongo que va con el asunto. Me sorprendió mucho, por ejemplo, el capítulo que habla de los campos de concentración de Siberia, que Kapuscinski no duda en poner al mismo nivel que Auschwitz. Es aterrador imaginarse, aunque sea por un momento, todo ese sistema gigantesco de esclavitud y muerte, con el agravante del entorno más inhóspito del planeta. Me dejó pensando lo distinta que es la actitud general hacia los crímenes nazis y los soviéticos: los alemanes se pasan la vida haciendo penitencia pública para expiar sus culpas, mientras que los rusos parecen bien dispuestos a reivindicar las glorias de la URSS. Creo que es precisamente la idea de Imperio la que les permite esa cómoda reconciliación con su pasado.
SANTI: O como dice el propio Kapuscinski en algún momento, lo afrontan con un estoicismo amoral. "Así es la vida", sí, hicimos y consentimos cosas terribles, pero ¿qué podíamos hacer? No tiene sentido rebelarse. Un gobierno totalitario no es muy distinto, en ese sentido, de una catástrofe natural: pasa porque tenía que pasar.
JAIME: Qué curioso. Debía de ser una sensación muy extendida, porque Boris Groys e Ilya Kabakov (en un libro de entrevistas del que espero hablar pronto) también dicen que la dictadura soviética se vivía "como una nevada". En ese sentido, llama la atención el final tan anodino que narra Kapuscinski. La gente dejó de obedecer a Gorbachov y un día, sin más, se arrió la bandera roja del Kremlin. Es que como si la nieve se hubiera fundido de pronto, dejando un enorme lodazal.
SANTI: Bueno, lo dejamos entonces en muy recomendable, y publicamos ya la entrada, ¿te parece? ¡Que hay que dejar algo para los comentarios!
JAIME: ¡Jajaja! Vaale, ya me callo...
También de Ryszard Kapuscinski: Aquí
Título original: Imperium
Año de publicación: 1993
Valoración: Muy recomendable
SANTI: Bueno, Jaime, ¿qué te ha parecido Imperio?
JAIME: Pues mira, sólo te voy a decir una palabra: "Naranjada".
SANTI: Pues me has dejado como estaba. ¿Me he perdido algo? ¿O es una referencia a algún pasaje del libro que no he leído con la atención que debería?
JAIME: Jejej... No, no, supongo que no es un pasaje más importante que el resto, pero sintetiza bastante bien lo que me ha atraído de El Imperio. Cuando está contando su viaje por Azerbaiyán, Kapuscinski comenta que, tradicionalmente, las chicas de por allí tenían nombres como Flor o Primavera. Sin embargo, después de la Revolución, y para adaptarse a los nuevos tiempos, sus padres empezaron a ponerles nombre de cosas modernas que llegaban al campo. Por ejemplo, Tractor, Naranjada o Chófer. Una anécdota así, recogida en un poblado de Asia central, te dice mucho más sobre la URSS que miles de páginas de enciclopedia. Porque, por cierto, ése es el Imperio del que estamos hablando.
SANTI: ¡Ah, vale! No me acordaba de esa anécdota. A mí la parte que más me ha impresionado es la que cuenta la hambruna que mató a diez millones de ucranianos, provocada deliberadamente por Stalin. ¡Es increíble! No es que, como en Irlanda, se produjera una hambruna y las autoridades no supieran gestionarla: ¡es que las autoridades la generaron a propósito como medio de someter a la sociedad! La verdad es que en general me ha parecido un libro interesantísimo, un buen complemento a Vida y Destino, que leí hace poco, y que cuenta el nacimiento del Imperio (ruso) desde una perspectiva más rusa; la mirada de Kapuscinski, como él mismo dice, siempre será la de un extranjero -lo que no le quita valor, claro, sino casi al revés.
JAIME: Sí, la verdad es que por momentos el libro se convierte en un catálogo de atrocidades. Y no lo digo como un defecto: supongo que va con el asunto. Me sorprendió mucho, por ejemplo, el capítulo que habla de los campos de concentración de Siberia, que Kapuscinski no duda en poner al mismo nivel que Auschwitz. Es aterrador imaginarse, aunque sea por un momento, todo ese sistema gigantesco de esclavitud y muerte, con el agravante del entorno más inhóspito del planeta. Me dejó pensando lo distinta que es la actitud general hacia los crímenes nazis y los soviéticos: los alemanes se pasan la vida haciendo penitencia pública para expiar sus culpas, mientras que los rusos parecen bien dispuestos a reivindicar las glorias de la URSS. Creo que es precisamente la idea de Imperio la que les permite esa cómoda reconciliación con su pasado.
SANTI: O como dice el propio Kapuscinski en algún momento, lo afrontan con un estoicismo amoral. "Así es la vida", sí, hicimos y consentimos cosas terribles, pero ¿qué podíamos hacer? No tiene sentido rebelarse. Un gobierno totalitario no es muy distinto, en ese sentido, de una catástrofe natural: pasa porque tenía que pasar.
JAIME: Qué curioso. Debía de ser una sensación muy extendida, porque Boris Groys e Ilya Kabakov (en un libro de entrevistas del que espero hablar pronto) también dicen que la dictadura soviética se vivía "como una nevada". En ese sentido, llama la atención el final tan anodino que narra Kapuscinski. La gente dejó de obedecer a Gorbachov y un día, sin más, se arrió la bandera roja del Kremlin. Es que como si la nieve se hubiera fundido de pronto, dejando un enorme lodazal.
SANTI: Bueno, lo dejamos entonces en muy recomendable, y publicamos ya la entrada, ¿te parece? ¡Que hay que dejar algo para los comentarios!
JAIME: ¡Jajaja! Vaale, ya me callo...
También de Ryszard Kapuscinski: Aquí
domingo, 15 de noviembre de 2009
Agota Kristof: Ayer
Idioma original: francés
Título original: Hier
Año de publicación: 1995
Valoración: Imprescindible
Ayer es la historia de Sandor, que en realidad se llama Tobías, inmigrante en un país que no conocemos. Trabaja en una fábrica, pero, a veces, también hace trabajos de traductor. Sueña con ser escritor, pero quema todos los textos que escribe. Dice que es huérfano, pero sus padres viven. Es hijo único, aunque tiene varios hermanos. Y se acuesta con Yolande, pero en realidad, en secreto, en público, ama a Line.
Line, una mujer de carne y hueso que es también la idealización absoluta del amor que nunca experimentará. Pero la espera. Prepara su casa para que todo esté perfecto cuando ella llegue, y comience entonces su vida perfecta. Porque su vida es tan gris y está tan vacía y él está tan desesperado, que sólo Line puede salvarlo.
Y entonces, un día, Line aparece. Está casada y tiene una niña. Y Sandor tiene que aprender a vivir de nuevo, a adaptarse a su suerte mientras espera que ésta cambie. Pero, ¿qué ocurre con nuestras vidas, cuando llevamos años alimentándolas de una ilusión que no se cumple? O, peor, ¿qué ocurre con nuestras vidas, cuando se cumple la ilusión por la que vivimos desde que éramos niños?
Giorgio Manganelli afirmó: La prosa de Kristof anda como un títere homicida. No creo que nadie pueda definirlo mejor. Concisa, limpia, certera como un estilete, Kristof nos regala en apenas cien páginas una novela que habla del amor, del desarraigo, del desasosiego, de la angustia, de la soledad... En pocas palabras: una verdadera obra de arte.
También de Agota Kristof en ULAD: Claus y Lucas, El gran cuaderno, La analfabeta, La hora gris o el último cliente. John y Joe, No importa, La hora gris y otras obras, El monstruo y otras obras, ¿Dónde estás, Mathias?
Título original: Hier
Año de publicación: 1995
Valoración: Imprescindible
Ayer es la historia de Sandor, que en realidad se llama Tobías, inmigrante en un país que no conocemos. Trabaja en una fábrica, pero, a veces, también hace trabajos de traductor. Sueña con ser escritor, pero quema todos los textos que escribe. Dice que es huérfano, pero sus padres viven. Es hijo único, aunque tiene varios hermanos. Y se acuesta con Yolande, pero en realidad, en secreto, en público, ama a Line.
Line, una mujer de carne y hueso que es también la idealización absoluta del amor que nunca experimentará. Pero la espera. Prepara su casa para que todo esté perfecto cuando ella llegue, y comience entonces su vida perfecta. Porque su vida es tan gris y está tan vacía y él está tan desesperado, que sólo Line puede salvarlo.
Y entonces, un día, Line aparece. Está casada y tiene una niña. Y Sandor tiene que aprender a vivir de nuevo, a adaptarse a su suerte mientras espera que ésta cambie. Pero, ¿qué ocurre con nuestras vidas, cuando llevamos años alimentándolas de una ilusión que no se cumple? O, peor, ¿qué ocurre con nuestras vidas, cuando se cumple la ilusión por la que vivimos desde que éramos niños?
Giorgio Manganelli afirmó: La prosa de Kristof anda como un títere homicida. No creo que nadie pueda definirlo mejor. Concisa, limpia, certera como un estilete, Kristof nos regala en apenas cien páginas una novela que habla del amor, del desarraigo, del desasosiego, de la angustia, de la soledad... En pocas palabras: una verdadera obra de arte.
También de Agota Kristof en ULAD: Claus y Lucas, El gran cuaderno, La analfabeta, La hora gris o el último cliente. John y Joe, No importa, La hora gris y otras obras, El monstruo y otras obras, ¿Dónde estás, Mathias?
sábado, 14 de noviembre de 2009
Rafael Alberti: Sobre los ángeles
Idioma original: castellano
Fecha de publicación: 1929
Valoración: imprescindible
Que produce un fuerte sentimiento de sobrecogimiento, susto, miedo o terror. Esta obra pertenece a la tercera etapa de la extensa obra literaria del autor. Con ella, comienzan sus escarceos con el surrealismo. Abunda la fuerza del sentimiento, de un sentimiento oscuro, de sobrecogimiento ante el mundo y la oscuridad que en él reside. No en vano, Alberti atraviesa un momento de crisis existencial, y se ve claramente reflejado en cada palabra.
Que es muy grande en tamaño o intensidad, o que es extraordinario. En tamaño ciertamente no es muy grande. Es un libro pequeñito con no muchos poemas. Pero intenso, enormemente grande en cuanto a intensidad. Releed los tres últimos versos del primer poema del libro. Sin duda, lo es. Y extraordinario.
Se aplica a la persona que hace cosas sorprendentes o fuera de lo común. Aquí nos referimos al libro, que resulta sorprendente. Si leemos Marinero en tierra o Cal y canto, no podemos dejar de buscar de nuevo el nombre del autor de Sobre los ángeles, por si nos hemos equivocado. Utiliza ahora el verso libre, la presencia continua de sentimientos oscuros y desesperados, las imágenes directas. Se nos presenta a la vanguardia de los movimientos literarios que recorrían Europa en la década de 1920, acogiendo el surrealismo para mostrarnos qué es lo que le atormentaba en esos momento de crisis.
Versos fuertes, cargados de simbolismo. Intensos. He de reconocer que este es el tipo de poesía que más me gusta y no en vano Poeta en Nueva York, de Lorca, es otro de mis favoritos, así que para mí, resulta imprescindible.
Fecha de publicación: 1929
Valoración: imprescindible
¡Paraíso Perdido!Aún no entiendo cómo no había reseñado ya este libro. A lo mejor porque me he centrado en la novela, pero este poemario me ha sacado de la prosa a golpe de versos tremendos. Y digo tremendos con todos sus significados:
Perdido por buscarte,
yo, sin luz para siempre.
Que produce un fuerte sentimiento de sobrecogimiento, susto, miedo o terror. Esta obra pertenece a la tercera etapa de la extensa obra literaria del autor. Con ella, comienzan sus escarceos con el surrealismo. Abunda la fuerza del sentimiento, de un sentimiento oscuro, de sobrecogimiento ante el mundo y la oscuridad que en él reside. No en vano, Alberti atraviesa un momento de crisis existencial, y se ve claramente reflejado en cada palabra.
Que es muy grande en tamaño o intensidad, o que es extraordinario. En tamaño ciertamente no es muy grande. Es un libro pequeñito con no muchos poemas. Pero intenso, enormemente grande en cuanto a intensidad. Releed los tres últimos versos del primer poema del libro. Sin duda, lo es. Y extraordinario.
Se aplica a la persona que hace cosas sorprendentes o fuera de lo común. Aquí nos referimos al libro, que resulta sorprendente. Si leemos Marinero en tierra o Cal y canto, no podemos dejar de buscar de nuevo el nombre del autor de Sobre los ángeles, por si nos hemos equivocado. Utiliza ahora el verso libre, la presencia continua de sentimientos oscuros y desesperados, las imágenes directas. Se nos presenta a la vanguardia de los movimientos literarios que recorrían Europa en la década de 1920, acogiendo el surrealismo para mostrarnos qué es lo que le atormentaba en esos momento de crisis.
Versos fuertes, cargados de simbolismo. Intensos. He de reconocer que este es el tipo de poesía que más me gusta y no en vano Poeta en Nueva York, de Lorca, es otro de mis favoritos, así que para mí, resulta imprescindible.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Benito Pérez Galdós: Fortunata y Jacinta
Idioma original: español
Año de publicación: 1886-7
Valoración: Imprescindible
Tengo que empezar diciendo que Galdós no era, hasta hace bien poco, un autor por el que tuviera especial predilección. De hecho, si me hubieran preguntado hace cosa de un mes, habría dicho que Clarín es muy superior (aunque su obra narrativa sea mucho más breve), y que nada de lo que escribió Galdós se acerca ni con mucho a La Regenta. Había leído varias novelas galdosianas -Doña Perfecta, La de Bringas, Misericordia, Marianela-, y ninguna de ellas me había terminado de convencer: no me terminaba de gustar la manía de Galdós de meterse en medio de la acción, en modos más o menos sutiles, ni su forma de dejar tan claras sus simpatías y antipatías por los distintos personajes.
Y entonces empecé a leer Fortunata y Jacinta, con algo de escepticismo y un poco de pereza -por el volumen, más que nada-. Y mi veredicto es: ¡vaya novelón! Novelón en todos los sentidos: por sus mil y pico páginas, por su argumento digno de un culebrón de sobremesa, pero sobre todo por el impresionante universo humano, social e histórico que contiene. El argumento, como digo, es folletinesco: se basa en un triángulo amoroso entre Juanito Santa Cruz (un burgués bon vivant de los que debían de abundar en el Madrid de la época), Jacinta (otra burguesa, algo ingenua y soñadora, tan buena que a veces es tonta) y Fortunata (perteneciente al "cuarto estado", huérfana sin oficio, beneficio ni apellido que se le conozca, apasionada, compleja, torturada). La novela cuenta entonces los ires y venires de Juanito ("el Delfín") entre la comodidad del lecho conyugal, y la seducción pecaminosa del adulterio. Y entre tanto hay maridos cornudos; hijos vivos, muertos y falsos; discusiones de café, cambios de régimen... Amar en tiempos revueltos, vaya.
Francisco Caudet, el autor de la introducción de Cátedra que estoy leyendo, propone una lectura interesante de la novela: una lectura alegórica según la cual Galdós está retratando, a través de los personajes principales, los vaivenes de la España de la época entre el progresismo -y el republicanismo- (Fortunata representaría al "pueblo", al proletariado, los sectores más progresistas de la sociedad) y la moderación liberal de la Restauración (Jacinta, ejemplo típico de burguesa, representaría esta opción). España, como Juanito Santa Cruz, tiene sus "fiebres de guerra y de paz".
A mí, personalmente, lo que más me ha gustado de la novela es cómo maneja Galdós los tiempos y las tensiones de la obra. Durante toda la primera parte, a Fortunata sólo la vemos una vez: en el rellano de una escalera, comiéndose un huevo crudo y enamorando perdidamente a Santa Cruz; pero aunque esté ausente, su figura condiciona toda la trama, y estamos deseando verla aparecer otra vez, seductora y vulgar a partes iguales. El resto de la novela gira en torno a Fortunata, pero sobre ella pesará siempre la sombra de Jacinta -modelo de una honradez a la que Fortunata aspira- y sobre todo de Santa Cruz -el amor invencible de Fortunata, porque «querer a quien se quiere no puede ser cosa mala».
Podría seguir hablando más de la novela: de la "galería de personajes" (todo un tópico) que aparecen en cafés, comercios y reuniones sociales de mayor o menor "tono" -algunos de ellos, personajes de otras novelas de Galdós, que creó todo un mundo ficticio a lo Balzac-; de la habilidad con que se entremezcla lo individual y lo social, lo anecdótico y lo histórico; o la gracia con la que se retrata la manera de hablar de los distintos personajes -los diálogos de enamorados cursis de Jacinta y Juanito son impagables-. O podría decir, por ejemplo, que por una vez no me han molestado las intrusiones del narrador, que de vez en cuando se dirige al lector o comenta la acción (no sé si porque estas intrusiones son más sutiles que en otras novelas, o porque se disimulan mejor en medio del conjunto...).
En fin, ¿se nota que me ha encantado?
Otros libros de Benito Pérez Galdós en ULAD: Nazarín, Trafalgar, Torquemada en la hoguera, La sombra
Año de publicación: 1886-7
Valoración: Imprescindible
Tengo que empezar diciendo que Galdós no era, hasta hace bien poco, un autor por el que tuviera especial predilección. De hecho, si me hubieran preguntado hace cosa de un mes, habría dicho que Clarín es muy superior (aunque su obra narrativa sea mucho más breve), y que nada de lo que escribió Galdós se acerca ni con mucho a La Regenta. Había leído varias novelas galdosianas -Doña Perfecta, La de Bringas, Misericordia, Marianela-, y ninguna de ellas me había terminado de convencer: no me terminaba de gustar la manía de Galdós de meterse en medio de la acción, en modos más o menos sutiles, ni su forma de dejar tan claras sus simpatías y antipatías por los distintos personajes.
Y entonces empecé a leer Fortunata y Jacinta, con algo de escepticismo y un poco de pereza -por el volumen, más que nada-. Y mi veredicto es: ¡vaya novelón! Novelón en todos los sentidos: por sus mil y pico páginas, por su argumento digno de un culebrón de sobremesa, pero sobre todo por el impresionante universo humano, social e histórico que contiene. El argumento, como digo, es folletinesco: se basa en un triángulo amoroso entre Juanito Santa Cruz (un burgués bon vivant de los que debían de abundar en el Madrid de la época), Jacinta (otra burguesa, algo ingenua y soñadora, tan buena que a veces es tonta) y Fortunata (perteneciente al "cuarto estado", huérfana sin oficio, beneficio ni apellido que se le conozca, apasionada, compleja, torturada). La novela cuenta entonces los ires y venires de Juanito ("el Delfín") entre la comodidad del lecho conyugal, y la seducción pecaminosa del adulterio. Y entre tanto hay maridos cornudos; hijos vivos, muertos y falsos; discusiones de café, cambios de régimen... Amar en tiempos revueltos, vaya.
Francisco Caudet, el autor de la introducción de Cátedra que estoy leyendo, propone una lectura interesante de la novela: una lectura alegórica según la cual Galdós está retratando, a través de los personajes principales, los vaivenes de la España de la época entre el progresismo -y el republicanismo- (Fortunata representaría al "pueblo", al proletariado, los sectores más progresistas de la sociedad) y la moderación liberal de la Restauración (Jacinta, ejemplo típico de burguesa, representaría esta opción). España, como Juanito Santa Cruz, tiene sus "fiebres de guerra y de paz".
A mí, personalmente, lo que más me ha gustado de la novela es cómo maneja Galdós los tiempos y las tensiones de la obra. Durante toda la primera parte, a Fortunata sólo la vemos una vez: en el rellano de una escalera, comiéndose un huevo crudo y enamorando perdidamente a Santa Cruz; pero aunque esté ausente, su figura condiciona toda la trama, y estamos deseando verla aparecer otra vez, seductora y vulgar a partes iguales. El resto de la novela gira en torno a Fortunata, pero sobre ella pesará siempre la sombra de Jacinta -modelo de una honradez a la que Fortunata aspira- y sobre todo de Santa Cruz -el amor invencible de Fortunata, porque «querer a quien se quiere no puede ser cosa mala».
Podría seguir hablando más de la novela: de la "galería de personajes" (todo un tópico) que aparecen en cafés, comercios y reuniones sociales de mayor o menor "tono" -algunos de ellos, personajes de otras novelas de Galdós, que creó todo un mundo ficticio a lo Balzac-; de la habilidad con que se entremezcla lo individual y lo social, lo anecdótico y lo histórico; o la gracia con la que se retrata la manera de hablar de los distintos personajes -los diálogos de enamorados cursis de Jacinta y Juanito son impagables-. O podría decir, por ejemplo, que por una vez no me han molestado las intrusiones del narrador, que de vez en cuando se dirige al lector o comenta la acción (no sé si porque estas intrusiones son más sutiles que en otras novelas, o porque se disimulan mejor en medio del conjunto...).
En fin, ¿se nota que me ha encantado?
Otros libros de Benito Pérez Galdós en ULAD: Nazarín, Trafalgar, Torquemada en la hoguera, La sombra
jueves, 12 de noviembre de 2009
Andreas Huyssen: Después de la gran división
Idioma original: inglés
Título original: After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmodernism
Fecha de publicación: 1986
Valoración: muy recomendable
Este libro tiene el mérito de haber tratado de poner orden en un pantano conceptual en el que, veinte años después, muchos siguen quedando atrapados. Las arenas movedizas que lo forman se llaman vanguardia, cultura de masas, modernismo y postmodernismo. Todos hemos oído en algún momento que vivimos en una "época postmoderna", pero ¿qué quiere decir eso exactamente? ¿Qué significa vivir "después" de los tiempos modernos? ¿En qué consistía ese "modernismo" que parecemos haber dejado atrás? Bueno, pues la virtud de Huyssen es que da una respuesta simple y concisa a esta pregunta: ser moderno significa creer en la separación entre alta cultura y cultura de masas.
La historia de esta "gran división" empieza más o menos a mediados del XIX, cuando el crecimiento demográfico de las ciudades europeas y los avances de la educación y la técnica se conjugan para dar en un fenómeno del que ya hemos hablado: el folletín. Nace un público lector que devora largas novelas por entregas, llenas de amor, desgracia y redención. He ahí una incipiente cultura de masas que pronto tendrá también sus correlatos musical y pictórico. Algunos autores (Flaubert, el primero -según Huyssen-) empiezan a mostrar reticencias al éxito comercial, a perder algo de su arte mediante la venta masiva de su obra. Así pues, como reacción a la cultura de masas surge el modernismo, que sería la vocación de algunos escritores por distinguirse de la literatura folletinesca. Ojo, que este "modernismo" de la Teoría literaria anglosajona no tiene nada que ver con el movimiento homónimo hispanoamericano (el de Rubén Darío). Lo que une, digamos, a Baudelaire, Flaubert, Mallarmé, Proust, Rilke y Eliot no es tanto una cuestión de estilo, sino una voluntad de separación elitista, un esfuerzo común por no dejarse engullir por la temible cultura de masas.
Huyssen añade en este punto una reflexión que me ha parecido especialmente interesante. Hace ver cómo ese miedo a la comercialización ("visión paranoica de la cultura de masas", como él dice) va unido en los escritores modernistas, casi siempre, a una devaluación de lo femenino. Estos autores conciben la cultura de masas como algo sentimental, placentero, proclive a la fácil ensoñación, es decir, que le atribuyen los rasgos de la imagen estereotipada de la mujer en el XIX (¡y no sólo en el XIX!): pasividad e irracionalidad. Ellos mismos, en cambio, sintetizan las supuestas virtudes masculinas: esfuerzo heroico, tenacidad, disciplina, control e inteligencia. Su relación hacia la cultura de masas es de desprecio, sí, pero también de terror, porque temen perder su definida identidad personal (lograda a base de esfuerzo) en esa indistinta masa de lectoras entregadas al lacrimeo fácil y el descontrol de los impulsos. Sorprende comprobar la cantidad de obras literarias que cobran nueva luz a partir de este esquema. Sin ir más lejos: Misery.
Este maniqueo esquema binario será el que rechace la vanguardia. Ésta pretende, en todos sus frentes, hacer saltar por los aires el abismo entre alta cultura y vida cotidiana, logrando una transformación total de la existencia a través del arte. Este proyecto utópico no llegó a tener éxito (o no, al menos, como ellos querían), de modo que, después de la II Guerra Mundial, cuando el fracaso de las vanguardias ya era evidente, el conflicto entre alta cultura y cultura de masas se instauró como dogma oficial de quienes se autodenominaban vanguardia (pero ya sin serlo, claro, en el sentido estricto): piénsese en el expresionismo abstracto americano. El postmodernismo, entonces, llega paulatinamente hacia los años 60/70, cuando empieza a entreverse, en diversos contextos, que la "gran división" quizá esté infundada, que la alta cultura siempre ha bebido de la de masas y viceversa. Su estricta separación empieza a parecer entonces más bien fruto de la conciencia esnob de ciertos artistas y críticos, antes que de la realidad del panorama de la cultura. (A Adorno, por ejemplo, en esto del esnobismo habría que darle el premio gordo.) Para Huyssen, entonces, la reconciliación con los iconos de la cultura de masas que propone el arte pop es ya un anuncio del postmodernismo.
Sin duda habría mucho que matizar en algunas de las afirmaciones de Huyssen y, además, es innegable que en algunos aspectos el libro ha envejecido mal estos veinte años. De todas maneras, sigue ofreciendo una síntesis ilustradora de las posiciones de la vanguardia y el modernismo sobre la cultura de masas, y arriesgando algunas objeciones valientes y acertadas contra los tótems de la Teoría crítica. Un buen mapa para no perderse en el pantano de la cultura más reciente.
Título original: After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmodernism
Fecha de publicación: 1986
Valoración: muy recomendable
Este libro tiene el mérito de haber tratado de poner orden en un pantano conceptual en el que, veinte años después, muchos siguen quedando atrapados. Las arenas movedizas que lo forman se llaman vanguardia, cultura de masas, modernismo y postmodernismo. Todos hemos oído en algún momento que vivimos en una "época postmoderna", pero ¿qué quiere decir eso exactamente? ¿Qué significa vivir "después" de los tiempos modernos? ¿En qué consistía ese "modernismo" que parecemos haber dejado atrás? Bueno, pues la virtud de Huyssen es que da una respuesta simple y concisa a esta pregunta: ser moderno significa creer en la separación entre alta cultura y cultura de masas.
La historia de esta "gran división" empieza más o menos a mediados del XIX, cuando el crecimiento demográfico de las ciudades europeas y los avances de la educación y la técnica se conjugan para dar en un fenómeno del que ya hemos hablado: el folletín. Nace un público lector que devora largas novelas por entregas, llenas de amor, desgracia y redención. He ahí una incipiente cultura de masas que pronto tendrá también sus correlatos musical y pictórico. Algunos autores (Flaubert, el primero -según Huyssen-) empiezan a mostrar reticencias al éxito comercial, a perder algo de su arte mediante la venta masiva de su obra. Así pues, como reacción a la cultura de masas surge el modernismo, que sería la vocación de algunos escritores por distinguirse de la literatura folletinesca. Ojo, que este "modernismo" de la Teoría literaria anglosajona no tiene nada que ver con el movimiento homónimo hispanoamericano (el de Rubén Darío). Lo que une, digamos, a Baudelaire, Flaubert, Mallarmé, Proust, Rilke y Eliot no es tanto una cuestión de estilo, sino una voluntad de separación elitista, un esfuerzo común por no dejarse engullir por la temible cultura de masas.
Huyssen añade en este punto una reflexión que me ha parecido especialmente interesante. Hace ver cómo ese miedo a la comercialización ("visión paranoica de la cultura de masas", como él dice) va unido en los escritores modernistas, casi siempre, a una devaluación de lo femenino. Estos autores conciben la cultura de masas como algo sentimental, placentero, proclive a la fácil ensoñación, es decir, que le atribuyen los rasgos de la imagen estereotipada de la mujer en el XIX (¡y no sólo en el XIX!): pasividad e irracionalidad. Ellos mismos, en cambio, sintetizan las supuestas virtudes masculinas: esfuerzo heroico, tenacidad, disciplina, control e inteligencia. Su relación hacia la cultura de masas es de desprecio, sí, pero también de terror, porque temen perder su definida identidad personal (lograda a base de esfuerzo) en esa indistinta masa de lectoras entregadas al lacrimeo fácil y el descontrol de los impulsos. Sorprende comprobar la cantidad de obras literarias que cobran nueva luz a partir de este esquema. Sin ir más lejos: Misery.
Este maniqueo esquema binario será el que rechace la vanguardia. Ésta pretende, en todos sus frentes, hacer saltar por los aires el abismo entre alta cultura y vida cotidiana, logrando una transformación total de la existencia a través del arte. Este proyecto utópico no llegó a tener éxito (o no, al menos, como ellos querían), de modo que, después de la II Guerra Mundial, cuando el fracaso de las vanguardias ya era evidente, el conflicto entre alta cultura y cultura de masas se instauró como dogma oficial de quienes se autodenominaban vanguardia (pero ya sin serlo, claro, en el sentido estricto): piénsese en el expresionismo abstracto americano. El postmodernismo, entonces, llega paulatinamente hacia los años 60/70, cuando empieza a entreverse, en diversos contextos, que la "gran división" quizá esté infundada, que la alta cultura siempre ha bebido de la de masas y viceversa. Su estricta separación empieza a parecer entonces más bien fruto de la conciencia esnob de ciertos artistas y críticos, antes que de la realidad del panorama de la cultura. (A Adorno, por ejemplo, en esto del esnobismo habría que darle el premio gordo.) Para Huyssen, entonces, la reconciliación con los iconos de la cultura de masas que propone el arte pop es ya un anuncio del postmodernismo.
Sin duda habría mucho que matizar en algunas de las afirmaciones de Huyssen y, además, es innegable que en algunos aspectos el libro ha envejecido mal estos veinte años. De todas maneras, sigue ofreciendo una síntesis ilustradora de las posiciones de la vanguardia y el modernismo sobre la cultura de masas, y arriesgando algunas objeciones valientes y acertadas contra los tótems de la Teoría crítica. Un buen mapa para no perderse en el pantano de la cultura más reciente.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Alejandro Dumas: El Conde de Montecristo
Idioma original: francés
Título original: Le Comte de Monte-Cristo
Fecha de publicación: 1844-1845
Valoración: Muy recomendable
Qué mala es la envidia, ¿verdad? La envidia es un veneno verdoso y apestoso que contamina las almas de casi todos los hombres, incluso de los donatarios de una loable benevolencia, porque también las personas más bondadosas y sencillas pueden llegar a estropearse por culpa de tan deleznable pecado.
La envidia es, sin duda, uno de los mayores males que asolan las relaciones humanas.
La envidia (apunte: hablo de la envidia "mala", aunque para mí la llamada envidia "buena" no es verdadera envidia, sino admiración) consiste en querer ser lo que otro es o tener lo que otro tiene, y por ello, se desea que el sujeto envidiado sufra algún daño, disgusto o percance, como puede ser el convertirle en diana de críticas y rumores insidiosos o, yendo más allá, dedicarle oralmente mensajes hirientes, o poner a otras personas en su contra, o conspirar para producirle alguna otra clase de disgusto...Vamos: que el envidioso, la mayoría de las veces, no se queda ni con la boca cerrada ni con los brazos cruzados. El envidioso actúa porque quiere que el envidiado sufra, y así, convencerse a sí mismo de que su vida no es tan magnífica como pudiera parecer.
No sé qué clase de calaña envidiosa tuvo que sufrir el señor Dumas, pero escribió muy bien sobre el tema en la gran novela que hoy nos ocupa, El Conde de Montecristo, una historia en la que los envidiosos llevan a la perdición al héroe, un guapo, joven, bondadoso, ingenuo, cariñoso, enamorado y heroico marino.
Dicen que Dumas sacó la trama de una historia real que le contaron, a saber..., pero que sea inventada no la hace menos atractiva: Edmond Dantés, un marino con un futuro prometedor y a punto de casarse con la bella catalana Mercedes, es acusado injustamente de conspirador pro-Napoleón por culpa de una conjura de envidiosos que hasta entonces parecían ser sus amigos; entre estos pájaros destaca su maligno "mejor amigo", Fernando, que envidia tanto a Edmond que parece supurar bilis en vez de sudor, y que está enamorado hasta las trancas de su prima Mercedes.
Tras un breve e injusto proceso, el pobre Edmond será condenado y enviado por tiempo indefinido a las mazmorras del desasosegante Castillo de If, situado en mitad del mar, para que se pudra en una oscura celda de piedra en completa soledad hasta que le llegue la muerte. Pero sus enemigos no cuentan con que allá, en su horrible destino, Edmond conocerá al buen abate Faria, un sabio, sereno e ilustrado anciano, también encarcelado y aislado, que no sólo le hará compañía, le educará y le cultivará, sino que le revelará dónde se encuentra escondido un suculento tesoro.
Y además (como no podía ser de otro modo en semejante tesitura), los dos cautivos también compartirán un futuro y atrevido plan de fuga para salir de If que llenará de esperanza sus corazones; pero la muerte inesperada del buen Faria, hará que Dantés huya del tétrico lugar de otro modo tras nada más ni nada menos que catorce años de cautiverio. Una vez libre, el ya maduro y astuto marino se hará con el legendario tesoro escondido, y tras ello y reconvertido en un misterioso hombre que se hace llamar el Conde de Montecristo, iniciará su larga y elaborada venganza.
Me es harto difícil hacer siquiera un breve esquema de todos los personajes que nutren esta monumental novela (Dumas la concedió al público en dos años, en forma de folletín dividido en dieciocho capítulos), pero créanme que son muchos y muy diferentes.
Les recomiendo que no se acobarden ante la gran extensión de la obra; vulgarmente hablando: se lee bien. Yo la tengo en dos libros, y así es más sencillo.
Y bueno, lo tengo que decir: se cuenta que Dumas tuvo algunos "negros" ayudándole, y lo creo; hay tantas historias entrecruzadas y páginas que considero superfluas, que es fácil imaginarse a algún que otro "oscuro" poniendo su pizquita de azúcar en el pastel...
El Conde de Montecristo es una de mis novelas preferidas porque adoro su argumento: narra cómo una inocente víctima de la envidia y la maldad, tras ser empujada al Hades, vuelve al mundo que la traicionó convertida en un ser aún más envidiable y se venga de sus verdugos, pero eso sí, sin perder su dignidad y sus valores, dejando claro que es moralmente superior a sus enemigos.
Y también encuentro apasionante cómo este libro deja claro que en los peores momentos de soledad y aridez existencial la compañía de otro ser humano puede salvarnos del infierno: casi todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido un abate Faria que ha corrido, sin pedir nada a cambio, a socorrernos.
¿Películas? Bien sûr...La mejor: la de 2002, de Kevin Reynolds, con un reparto insuperable en el que destaca Jim "Jesucristo" Caviezel como Edmond; Guy "Memento" Pierce como Fernando, y el gran Richard Harris como Faria: desde que le vi con las barbas blancas y la túnica de saco, para mí el buen abate tendrá para siempre el rostro del malogrado actor birtánico.
Mi frase preferida del libro: "el cautiverio en compañía es menos cautiverio".
Título original: Le Comte de Monte-Cristo
Fecha de publicación: 1844-1845
Valoración: Muy recomendable
Qué mala es la envidia, ¿verdad? La envidia es un veneno verdoso y apestoso que contamina las almas de casi todos los hombres, incluso de los donatarios de una loable benevolencia, porque también las personas más bondadosas y sencillas pueden llegar a estropearse por culpa de tan deleznable pecado.
La envidia es, sin duda, uno de los mayores males que asolan las relaciones humanas.
La envidia (apunte: hablo de la envidia "mala", aunque para mí la llamada envidia "buena" no es verdadera envidia, sino admiración) consiste en querer ser lo que otro es o tener lo que otro tiene, y por ello, se desea que el sujeto envidiado sufra algún daño, disgusto o percance, como puede ser el convertirle en diana de críticas y rumores insidiosos o, yendo más allá, dedicarle oralmente mensajes hirientes, o poner a otras personas en su contra, o conspirar para producirle alguna otra clase de disgusto...Vamos: que el envidioso, la mayoría de las veces, no se queda ni con la boca cerrada ni con los brazos cruzados. El envidioso actúa porque quiere que el envidiado sufra, y así, convencerse a sí mismo de que su vida no es tan magnífica como pudiera parecer.
No sé qué clase de calaña envidiosa tuvo que sufrir el señor Dumas, pero escribió muy bien sobre el tema en la gran novela que hoy nos ocupa, El Conde de Montecristo, una historia en la que los envidiosos llevan a la perdición al héroe, un guapo, joven, bondadoso, ingenuo, cariñoso, enamorado y heroico marino.
Dicen que Dumas sacó la trama de una historia real que le contaron, a saber..., pero que sea inventada no la hace menos atractiva: Edmond Dantés, un marino con un futuro prometedor y a punto de casarse con la bella catalana Mercedes, es acusado injustamente de conspirador pro-Napoleón por culpa de una conjura de envidiosos que hasta entonces parecían ser sus amigos; entre estos pájaros destaca su maligno "mejor amigo", Fernando, que envidia tanto a Edmond que parece supurar bilis en vez de sudor, y que está enamorado hasta las trancas de su prima Mercedes.
Tras un breve e injusto proceso, el pobre Edmond será condenado y enviado por tiempo indefinido a las mazmorras del desasosegante Castillo de If, situado en mitad del mar, para que se pudra en una oscura celda de piedra en completa soledad hasta que le llegue la muerte. Pero sus enemigos no cuentan con que allá, en su horrible destino, Edmond conocerá al buen abate Faria, un sabio, sereno e ilustrado anciano, también encarcelado y aislado, que no sólo le hará compañía, le educará y le cultivará, sino que le revelará dónde se encuentra escondido un suculento tesoro.
Y además (como no podía ser de otro modo en semejante tesitura), los dos cautivos también compartirán un futuro y atrevido plan de fuga para salir de If que llenará de esperanza sus corazones; pero la muerte inesperada del buen Faria, hará que Dantés huya del tétrico lugar de otro modo tras nada más ni nada menos que catorce años de cautiverio. Una vez libre, el ya maduro y astuto marino se hará con el legendario tesoro escondido, y tras ello y reconvertido en un misterioso hombre que se hace llamar el Conde de Montecristo, iniciará su larga y elaborada venganza.
Me es harto difícil hacer siquiera un breve esquema de todos los personajes que nutren esta monumental novela (Dumas la concedió al público en dos años, en forma de folletín dividido en dieciocho capítulos), pero créanme que son muchos y muy diferentes.
Les recomiendo que no se acobarden ante la gran extensión de la obra; vulgarmente hablando: se lee bien. Yo la tengo en dos libros, y así es más sencillo.
Y bueno, lo tengo que decir: se cuenta que Dumas tuvo algunos "negros" ayudándole, y lo creo; hay tantas historias entrecruzadas y páginas que considero superfluas, que es fácil imaginarse a algún que otro "oscuro" poniendo su pizquita de azúcar en el pastel...
El Conde de Montecristo es una de mis novelas preferidas porque adoro su argumento: narra cómo una inocente víctima de la envidia y la maldad, tras ser empujada al Hades, vuelve al mundo que la traicionó convertida en un ser aún más envidiable y se venga de sus verdugos, pero eso sí, sin perder su dignidad y sus valores, dejando claro que es moralmente superior a sus enemigos.
Y también encuentro apasionante cómo este libro deja claro que en los peores momentos de soledad y aridez existencial la compañía de otro ser humano puede salvarnos del infierno: casi todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos tenido un abate Faria que ha corrido, sin pedir nada a cambio, a socorrernos.
¿Películas? Bien sûr...La mejor: la de 2002, de Kevin Reynolds, con un reparto insuperable en el que destaca Jim "Jesucristo" Caviezel como Edmond; Guy "Memento" Pierce como Fernando, y el gran Richard Harris como Faria: desde que le vi con las barbas blancas y la túnica de saco, para mí el buen abate tendrá para siempre el rostro del malogrado actor birtánico.
Mi frase preferida del libro: "el cautiverio en compañía es menos cautiverio".
martes, 10 de noviembre de 2009
Marian Keyes: Lucy Sullivan se casa
Idioma original: inglés
Título original: Lucy Sullivan is getting married
Año de publicación: 2000
Valoración: Repugnante
Llegué a este libro por recomendación de una amiga mía. Ante mi reticencia a leerlo –creía que se trataba de otra novela de “tengo 30 años y no tengo novio. Mi vida es un fracaso”–, me aseguró que me equivocaba. Me dijo que rebosaba sentido del humor, que era una “historia moderna sobre una mujer moderna” y que no me iba a arrepentir de leerlo. Una vez leído, he llegado a dos conclusiones: a) tengo que dejar de hacer caso a mis amigas, en lo que a libros se refiere, y b) mi instinto me engañaba: este libro es todavía peor de lo que había pensado.
Pero centrémonos en la historia: la protagonista es Lucy, una mujer de 26 años, bajita, con pechos pequeños e incipiente celulitis que pasa la vida entre el trabajo (donde apenas hace nada) y su piso, que comparte con Karen (una devorahombres guapísima y antipática) y Charlotte (una estúpida rubia con cara de niña y pechos enormes). Por si estos estereotipos no fueran suficientes, Lucy tiene un hermano gay de lo más típico, otro hermano que pasa de la familia, una madre con la que se lleva fatal y un padre alcohólico que se gasta todo el dinero que entra en la casa, además de un amigo al que contar sus penas, Daniel, que es simpático, guapo, comprensivo, está forrado y se acuesta con todo lo que tiene dos piernas y ha cumplido la mayoría de edad (y, a pesar de todo lo anterior, son sólo amigos y no siente nada por él. Ejem).
La historia arranca cuando Lucy acude con sus compañeras de trabajo a una echadora de cartas y ésta le dice que se va a casar en breve. A partir de ahí, os podéis imaginar lo que sigue: tengo 26 años y no tengo novio, los hombres sólo me quieren para echar un polvo, sólo salgo con hombres que no me convienen, mi trabajo es una mierda, nunca voy a encontrar al hombre de mi vida... y bla, bla, bla. Y todo esto bañado en una prosa que intenta ser ingeniosa y divertida, y lamentablemente se queda en eso, en el intento, porque a lo largo de 600 páginas a mí no me arrancó ni media sonrisa.
En resumen (y evitando encontrar el final, que seguro os imaginaréis), éste es un libro absolutamente prescindible, que no aporta nada y le hace perder al lector un tiempo precioso que podría ocupar en leer cosas más interesantes. O en dormir. Hasta pasar una tarde mirando el techo sería más productivo.
Título original: Lucy Sullivan is getting married
Año de publicación: 2000
Valoración: Repugnante
Llegué a este libro por recomendación de una amiga mía. Ante mi reticencia a leerlo –creía que se trataba de otra novela de “tengo 30 años y no tengo novio. Mi vida es un fracaso”–, me aseguró que me equivocaba. Me dijo que rebosaba sentido del humor, que era una “historia moderna sobre una mujer moderna” y que no me iba a arrepentir de leerlo. Una vez leído, he llegado a dos conclusiones: a) tengo que dejar de hacer caso a mis amigas, en lo que a libros se refiere, y b) mi instinto me engañaba: este libro es todavía peor de lo que había pensado.
Pero centrémonos en la historia: la protagonista es Lucy, una mujer de 26 años, bajita, con pechos pequeños e incipiente celulitis que pasa la vida entre el trabajo (donde apenas hace nada) y su piso, que comparte con Karen (una devorahombres guapísima y antipática) y Charlotte (una estúpida rubia con cara de niña y pechos enormes). Por si estos estereotipos no fueran suficientes, Lucy tiene un hermano gay de lo más típico, otro hermano que pasa de la familia, una madre con la que se lleva fatal y un padre alcohólico que se gasta todo el dinero que entra en la casa, además de un amigo al que contar sus penas, Daniel, que es simpático, guapo, comprensivo, está forrado y se acuesta con todo lo que tiene dos piernas y ha cumplido la mayoría de edad (y, a pesar de todo lo anterior, son sólo amigos y no siente nada por él. Ejem).
La historia arranca cuando Lucy acude con sus compañeras de trabajo a una echadora de cartas y ésta le dice que se va a casar en breve. A partir de ahí, os podéis imaginar lo que sigue: tengo 26 años y no tengo novio, los hombres sólo me quieren para echar un polvo, sólo salgo con hombres que no me convienen, mi trabajo es una mierda, nunca voy a encontrar al hombre de mi vida... y bla, bla, bla. Y todo esto bañado en una prosa que intenta ser ingeniosa y divertida, y lamentablemente se queda en eso, en el intento, porque a lo largo de 600 páginas a mí no me arrancó ni media sonrisa.
En resumen (y evitando encontrar el final, que seguro os imaginaréis), éste es un libro absolutamente prescindible, que no aporta nada y le hace perder al lector un tiempo precioso que podría ocupar en leer cosas más interesantes. O en dormir. Hasta pasar una tarde mirando el techo sería más productivo.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Julio Llamazares: La lluvia amarilla
Idioma original: español
Año de publicación: 1988
Valoración: Muy recomendable
Me parece casi imperdonable que hasta ahora no me haya acordado de esta novela, que releí además no hace mucho, y que es una de las obras, creo yo, más poéticas y mejor acabadas de la segunda mitad del siglo XX en España. Con una obra relativamente breve (seis novelas, algunos volúmenes de relato y varios libros de ensayo), Julio Llamazares ha conseguido colarse entre los nombres imprescindibles de la narrativa de España desde la Transición.
La lluvia amarilla es un libro breve pero denso, al que se le pueden encontrar ciertas similitudes -en el ambiente y los aspectos sobrenaturales- con Pedro Páramo, de Rulfo. Sólo que esta vez quien cuenta la historia no es quien se ha ido y vuelve -a Comala-, sino quien se ha quedado -en Ainielle, un pueblo del Pirineo aragonés-, hasta convertirse en el último habitante de un pueblo ahora decrépito y corrompido por la lluvia y la soledad.
La novela no cuenta más que eso (que no es poco): el lento proceso de despoblamiento de un pueblo de montaña -como tantos pueblos reales, como el propio pueblo natal del escritor, Vegamián, anegado por un pantano-. Cuenta, desde el punto de vista de su último habitante, cómo se van yendo los jóvenes, los ancianos, todos, hasta que sólo quedan tres personas y un perro; luego dos personas; luego una. Con un estilo poético y una visión cercana a veces al realismo fantástico, por la novela se pasean los fantasmas, los lobos, los recuerdos y sobre todo la lluvia, que todo lo borra.
Una novelita preciosa, melancólica pero que gusta leer, y que está escrita con una precisión y un ritmo admirables.
También de Julio Llamazares en ULAD: Luna de lobos, El cielo de Madrid
Año de publicación: 1988
Valoración: Muy recomendable
Me parece casi imperdonable que hasta ahora no me haya acordado de esta novela, que releí además no hace mucho, y que es una de las obras, creo yo, más poéticas y mejor acabadas de la segunda mitad del siglo XX en España. Con una obra relativamente breve (seis novelas, algunos volúmenes de relato y varios libros de ensayo), Julio Llamazares ha conseguido colarse entre los nombres imprescindibles de la narrativa de España desde la Transición.
La lluvia amarilla es un libro breve pero denso, al que se le pueden encontrar ciertas similitudes -en el ambiente y los aspectos sobrenaturales- con Pedro Páramo, de Rulfo. Sólo que esta vez quien cuenta la historia no es quien se ha ido y vuelve -a Comala-, sino quien se ha quedado -en Ainielle, un pueblo del Pirineo aragonés-, hasta convertirse en el último habitante de un pueblo ahora decrépito y corrompido por la lluvia y la soledad.
La novela no cuenta más que eso (que no es poco): el lento proceso de despoblamiento de un pueblo de montaña -como tantos pueblos reales, como el propio pueblo natal del escritor, Vegamián, anegado por un pantano-. Cuenta, desde el punto de vista de su último habitante, cómo se van yendo los jóvenes, los ancianos, todos, hasta que sólo quedan tres personas y un perro; luego dos personas; luego una. Con un estilo poético y una visión cercana a veces al realismo fantástico, por la novela se pasean los fantasmas, los lobos, los recuerdos y sobre todo la lluvia, que todo lo borra.
Una novelita preciosa, melancólica pero que gusta leer, y que está escrita con una precisión y un ritmo admirables.
También de Julio Llamazares en ULAD: Luna de lobos, El cielo de Madrid
domingo, 8 de noviembre de 2009
Martin Bernal: Atenea negra. Las raíces afroasiáticas de la cultura clásica
Idioma original: inglés
Título original: Black Athena. The Afroasiatic Roots of Classical Civilization
Fecha de publicación: 1987
Valoración: imprescindible
Mi biblia, históricamente hablando. La mejor profesora que tuve en la carrera me recomendó este libro cuando estaba en primero. Y en ese momento no lo leí. Pero cuando empecé a leer para la tesina, recordé este título -es curioso todo lo que te apetece leer extratesina cuando comienzas con ella- y resulta que estaba en la biblioteca. Muy usado, muy leído y con un título sumamente atrayente.
Martin Bernal, historiador británico, empezó enseñando sobre historia y lengua chinas, para después centrarse en las influencias afroasiáticas en la cultura clásica. Ha creado una gran controversia entre las diferentes corrientes historiográficas, por lo que ha tenido que publicar dos volúmenes más añadiendo argumentos y contestando a las réplicas que le han ido haciendo. Tiene detractores en Estados Unidos que hasta han publicado un libro como contrarréplica. En fin, que dentro del mundo de los historiadores de la Antigüedad, ha hecho mella.
Lo leí con avidez. A lo largo de la obra, Bernal nos muestra el desarrollo de la idea que tenían los griegos sobre egipcios y semitas en la época clásica, y cómo esta idea ha ido desvirtuándose con el paso de los siglos. Los griegos de época helenística admitían una importantísima influencia afroasiática en su cultura. A esto, Bernal lo llama el modelo antiguo.
Y hasta el siglo XVIII, la influencia de egipcios y semitas en el desarrollo de la Grecia clásica estaba asumido como cierto por los eruditos.. Pero las ideas nacionalistas y el antisemitismo en aumento, relegaron la importancia de las influencias anteriores, y comenzó a resaltarse la de la India. Después, nada más fácil que aceptar un exclusiva influencia indoaria. Idea que ha perdurado hasta finales del siglo XX, momento en el que los eruditos se dividen, según Bernal, en tres corrientes de pensamiento: los que siguen el modelo ario, es decir, la influencia única de los indoarios en el desarrollo del helenismo; los que aceptan un modelo ario moderado, pues admiten alguna pequeña, aunque lejana influencia sobre los griegos; y los que siguen el modelo que propone el autor, que es el modelo antiguo revisado, es decir, recuperar el modelo antiguo, y añadirle la llegada en algún momento de un grupo procedente del norte y de lengua indoeuropea.
Bernal nos da ejemplos sobre idioma, leyendas fundacionales, organización de las instituciones, declaraciones de los propios griegos, etc. y nos muestra cómo la imagen que se conocía fue transformándose en algo completamente distinto. Así, en 1870, Bunsen, un reconocido erudito y profesor universitario, para poder eliminar todo componente semita del cristianismo, dijo que Adán era ario y la serpiente, semita. Lagarde añadió que Jesucristo era un judío ario, y los que le crucificaron, ¡judíos semitas!
Una lectura muy interesante y, aunque no terminen de convencerte los argumentos, te abre la mente y te muestra otras posibilidades. A mí, personalmente, me ha convencido. Que la diosa Atenea, cuyo nombre ya aparece en los textos de lineal B micénicos, sea de origen desconocido y que, sin embargo, podamos asimilarla con la Ht Nt egipcias, es decir, Athenai, templo o casa de Neit, la diosa egipcia, es más que significativo...
Título original: Black Athena. The Afroasiatic Roots of Classical Civilization
Fecha de publicación: 1987
Valoración: imprescindible
Mi biblia, históricamente hablando. La mejor profesora que tuve en la carrera me recomendó este libro cuando estaba en primero. Y en ese momento no lo leí. Pero cuando empecé a leer para la tesina, recordé este título -es curioso todo lo que te apetece leer extratesina cuando comienzas con ella- y resulta que estaba en la biblioteca. Muy usado, muy leído y con un título sumamente atrayente.
Martin Bernal, historiador británico, empezó enseñando sobre historia y lengua chinas, para después centrarse en las influencias afroasiáticas en la cultura clásica. Ha creado una gran controversia entre las diferentes corrientes historiográficas, por lo que ha tenido que publicar dos volúmenes más añadiendo argumentos y contestando a las réplicas que le han ido haciendo. Tiene detractores en Estados Unidos que hasta han publicado un libro como contrarréplica. En fin, que dentro del mundo de los historiadores de la Antigüedad, ha hecho mella.
Lo leí con avidez. A lo largo de la obra, Bernal nos muestra el desarrollo de la idea que tenían los griegos sobre egipcios y semitas en la época clásica, y cómo esta idea ha ido desvirtuándose con el paso de los siglos. Los griegos de época helenística admitían una importantísima influencia afroasiática en su cultura. A esto, Bernal lo llama el modelo antiguo.
Y hasta el siglo XVIII, la influencia de egipcios y semitas en el desarrollo de la Grecia clásica estaba asumido como cierto por los eruditos.. Pero las ideas nacionalistas y el antisemitismo en aumento, relegaron la importancia de las influencias anteriores, y comenzó a resaltarse la de la India. Después, nada más fácil que aceptar un exclusiva influencia indoaria. Idea que ha perdurado hasta finales del siglo XX, momento en el que los eruditos se dividen, según Bernal, en tres corrientes de pensamiento: los que siguen el modelo ario, es decir, la influencia única de los indoarios en el desarrollo del helenismo; los que aceptan un modelo ario moderado, pues admiten alguna pequeña, aunque lejana influencia sobre los griegos; y los que siguen el modelo que propone el autor, que es el modelo antiguo revisado, es decir, recuperar el modelo antiguo, y añadirle la llegada en algún momento de un grupo procedente del norte y de lengua indoeuropea.
Bernal nos da ejemplos sobre idioma, leyendas fundacionales, organización de las instituciones, declaraciones de los propios griegos, etc. y nos muestra cómo la imagen que se conocía fue transformándose en algo completamente distinto. Así, en 1870, Bunsen, un reconocido erudito y profesor universitario, para poder eliminar todo componente semita del cristianismo, dijo que Adán era ario y la serpiente, semita. Lagarde añadió que Jesucristo era un judío ario, y los que le crucificaron, ¡judíos semitas!
Una lectura muy interesante y, aunque no terminen de convencerte los argumentos, te abre la mente y te muestra otras posibilidades. A mí, personalmente, me ha convencido. Que la diosa Atenea, cuyo nombre ya aparece en los textos de lineal B micénicos, sea de origen desconocido y que, sin embargo, podamos asimilarla con la Ht Nt egipcias, es decir, Athenai, templo o casa de Neit, la diosa egipcia, es más que significativo...
sábado, 7 de noviembre de 2009
250 entradas - 250 años (y II)
Y aquí, la segunda parte de la lista de "los mejores libros escritos en los últimos 250 años", con los 14 libros que aparecen en más de una lista, y que por lo tanto son, a juicio de los que hacemos este blog, "lo mejor de lo mejor":
Con 2 votos:
Con 3 votos:
Enhorabuena a los premiados, y como siempre, se abren los comentarios para aplaudir, completar o criticar nuestro particular "canon".
Con 2 votos:
- Crimen y Castigo, de Dostoievski
- Esperando a Godot, de Samuel Beckett
- Fundación, de Isaac Asimov
- La peste, Albert Camus
- Las flores del mal, Baudelaire
- Maus, de Art Spiegelman
- Pedro Páramo, de Juan Rulfo
- Ulises, de James Joyce
Con 3 votos:
- Cuentos de Edgar Allan Poe
- Ficciones, de Jorge Luis Borges
- La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca
- La metamorfosis, de Franz Kafka
- Madame Bovary, de Gustave Flaubert
Enhorabuena a los premiados, y como siempre, se abren los comentarios para aplaudir, completar o criticar nuestro particular "canon".
viernes, 6 de noviembre de 2009
250 entradas - 250 años (I)
Para conmemorar que hemos llegado a las 250 entradas de blog -sin fallar un solo día-, los que hacemos Un libro al día nos hemos propuesto hacer nuestro propio "canon" de los mejores libros escritos en los últimos 250 años. Cada uno de los autores del blog votamos por los libros que quisimos (10 en algunos casos, 25 en otros), y después unificamos las listas.
Como la lista de "nominados" y "premiados" es muy larga, la dividimos en dos partes: publicamos hoy la lista de libros que obtuvieron un solo voto, de alguno de nosotros (los "nominados"). Mañana publicaremos la lista de los 14 libros que obtuvieron más de un voto y que, por lo tanto, se puede decir, son "los 14 mejores libros escritos en los últimos 250 años según Un libro al día". Como veréis, en la lista -la de hoy y la de mañana- hay un poco de todo: mucha literatura consagrada (no es un canon excesivamente rompedor en ese sentido); casi todo novela, con algunas incorporaciones de novela gráfica, ciencia-ficción o novela fantástica; bastante literatura en español (con predominio de Hispanoamérica) y sobre todo una aplastante mayoría de obras del siglo XX.
Esta es, en fin, la lista de nominados:
Como la lista de "nominados" y "premiados" es muy larga, la dividimos en dos partes: publicamos hoy la lista de libros que obtuvieron un solo voto, de alguno de nosotros (los "nominados"). Mañana publicaremos la lista de los 14 libros que obtuvieron más de un voto y que, por lo tanto, se puede decir, son "los 14 mejores libros escritos en los últimos 250 años según Un libro al día". Como veréis, en la lista -la de hoy y la de mañana- hay un poco de todo: mucha literatura consagrada (no es un canon excesivamente rompedor en ese sentido); casi todo novela, con algunas incorporaciones de novela gráfica, ciencia-ficción o novela fantástica; bastante literatura en español (con predominio de Hispanoamérica) y sobre todo una aplastante mayoría de obras del siglo XX.
Esta es, en fin, la lista de nominados:
- ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Philip K. Dick
- Antología poética, Miguel Hernández
- Canto a mí mismo, Walt Whitman
- Cantos de Maldoror, Isidore Ducasse
- Capitanes de la arena, Jorge Amado
- De ratones y hombres, John Steinbeck
- Dune, Frank Herbert
- El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez
- El barón rampante, Ítalo Calvino
- El candor del padre Brown, G. K. Chesterton
- El color de la magia, Terry Pratchett
- El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad
- El lobo estepario, Herman Hesse
- El marino que perdió la gracia del mar, Yukio Mishima
- El proceso, de Kafka
- El profeta, Khalil Gibran
- El retrato de Dorian Grey, Oscar Wilde
- El rey se muere, Eugene Ionesco
- El ruido y la furia, William Faulkner
- El señor de los anillos, J.R.R Tolkien
- El tragaluz, Antonio Buero Vallejo
- El último encuentro, Sandor Marai
- Esperando a los bárbaros, Coetzee
- Fausto, Johann Wolfgang von Goethe
- From Hell, Alan Moore
- Hojas de hierba, Walt Whitman
- Inventario Uno, Mario Benedetti
- Jane Eyre, Emily Bronte
- Juego de tronos, George R.R Martin
- La casa de citas, Alain Robbe-Grillet
- La ciénaga definitiva, Giorgio Manganelli
- La insoportable levedad del ser, Milan Kundera
- La montaña mágica, Thomas Mann
- La naúsea, Jean Paul Sartre
- La tierra baldía, T. S. Eliot
- Las amistades peligrosas, Pierre Choderlos de Laclos
- Libro del desasosiego, Fernando Pessoa
- Lo bello y lo triste, Yasunari Kawabata:
- Luces de Bohemia, Valle Inclán
- Me casé con un comunista, Philip Roth
- Movimiento perpetuo, Augusto Monterroso
- Mrs. Dalloway, Virginia Woolf
- Narraciones extraordinarias, Poe
- Nieve, Ohran Pamuk
- Orgullo y prejuicio, Jane Austen
- Poeta en Nueva York, Lorca
- Rayuela, Julio Cortázar
- Relatos, Julio Cortázar
- Residencia en la tierra, Pablo Neruda
- Rimas, Becquer
- Sin destino, Imre Kertesz
- Todo Mafalda, Quino
- Un mundo feliz, Aldous Huxley
- Una soledad demasiado ruidosa, Bohumil Hrabal
- Una temporada en el infierno, Arthur Rimbaud
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