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martes, 13 de mayo de 2025

Richard P. Feynman: Está usted de broma, Sr. Feynman?

Idioma original: inglés.
Título original: Surely You're Joking, Mr. Feynman. Adventures of a Curious Character
Traducción: Luis Bou
Año de publicación: 1987
Valoración: muy recomendable.

No es que suelan desfilar muchos Premios Nobel de Física, por aquí. Si me diera por asignar una etiqueta tan peculiar (no lo haré), casi estaría seguro de que esta quedaría como su única referencia. A duras penas recuerdo que leo este curioso libro por las menciones de otro físico, este sin Nobel, pero con una decidida vocación literaria (Fernández Mallo). No es el único elemento que me resulta familiar: hace mucho tiempo reseñé una novela que evocaba las vidas de algunas las esposas de los científicos involucrados en el Proyecto Manhattan. Y, desde la indiscutible estética algo vintage de la portada que parece alejar (se parece y todo a Jimmy Fallon) al científico del estereotipo usado hasta la saciedad: el hombre desastrado y taciturno que parece haber desarrollado una alergia a todo lo que pueda considerarse socializar, todo parece contradecir nuestros prejuicios,
Porque esta biografía compuesta a partir de las conversaciones con Ralph Leighton es un absoluto desafío a cualquier preconcepción. Incluso a algunas buenas, por cierto. Pues en algún sentido, Feynman es un hombre de su época y no pocos comentarios sobre el sexo femenino resultarían hoy, cuando no severamente desaprobados, por lo menos pasto de feroces críticas. Pero Feynman, como persona, personaje, profesional, sale airoso. No solo porque, como una de las principales autoridades científicas involucradas en el Proyecto Manhattan, conviviera en tiempo y espacio con Einstein u Oppenheimer, y ello le haga merecedor de todo respeto. Sino porque sus andanzas, sus expresiones, la naturalidad, aunque sea el resultado de transcripciones, resultan amenas, divertidas, profundamente dinámicas y puestas en conocimiento del lector con lenguaje directo, desparpajo, absoluta desinhibición, incluso en situaciones poco dadas a ello (su esposa fallece de tuberculosis siendo muy joven), Feynman reacciona con una actitud resuelta, fresca, ingeniosa. 
No hablamos, por supuesto, de nadie que fuera a establecer una trayectoria literaria  a partir de sus vivencias. Esto es una verbalización de una existencia, un testimonio algo caótico de una vida. Pero vaya vida, la de Feynman. Vaya refrescante semblanza, la de una persona que combina condiciones de genio absorto en los detalles más profanos de la existencia (delicioso el episodio dedicado a las cerraduras) con una desbordante pasión por la vida, que no parece tener sentido de la contención. Alternando escenarios, escenificando sus frecuentes encuentros con la rigidez burocrática, uno no puede menos que recomendar, con mucho entusiasmo, un libro así. Un Nobel de Física que interviene en la creación de la Bomba (antes de que el III Reich lo consiguiera) y que, en una especie de situación surrealista que engarza con muchas del libro, acaba de percusionista en una compañía de ballet. Un testimonio en primera fila (por supuesto, con el suelo perdido de palomitas) de los resortes de la mente de un genio.

sábado, 29 de marzo de 2025

Carlos Castilla del Pino: Pretérito imperfecto

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1997

Valoración: Recomendable


Para ser sincero reconozco que, en un tic de lector perezoso, quizá pasado un tercio del libro miraba con ojos golosos esos volúmenes de lomo finito que esperan en la estantería. Muy mal, ya lo sé, pero este semi-tocho de quinientas páginas largas de tipografía más bien escueta se me hizo un poco cuesta arriba en algunos momentos, y eso que las memorias del psiquiatra Carlos Castilla del Pino solo alcanzan hasta sus veintisiete añitos (después escribiría una segunda parte titulada Casa del Olivo, de longitud similar).

Y es que el autor resulta seguramente excesivo en los detalles, lo valora y disecciona todo, cada situación, cada personaje (y son decenas, quizá cientos), relata con la precisión de algo que hubiera ocurrido ayer, no en vano parece ser que guarda un número ingente de documentos, notas colegiales y universitarias, recortes de prensa, cartas, nombramientos, papeles en los que apoya su memoria o con los que indaga en cada circunstancia como forzado a defender su argumentación ante un tribunal. Se diría que, más que contar su vida, lo que intenta es reconstruirla punto por punto para que, una vez impresa, quede fijada para siempre.

Pero, claro, la cuestión es que lo que cuenta es casi siempre interesante, desde la infancia en una familia conservadora y acomodada (relaciones complicadas con sus padres y hermanas, el grupo de amigos del pueblo, el odioso internado en los salesianos) hasta el inicio de la Guerra civil cuando, envuelto en su ambiente más cercano, se alista en el Requeté siendo un adolescente y asiste al asesinato de varios familiares por parte de los milicianos. En esa etapa empiezan a fraguarse el anticlericalismo y el antimilitarismo de los que Castilla hace gala a lo largo del libro, tendencias que se irían acentuando y consolidando hasta terminar en su militancia comunista muchos años después, lo que queda ya fuera del libro.

Situado entonces, por origen y educación, en el campo del tradicionalismo católico, el joven Castilla ve nacer el profundo desprecio hacia la brutalidad y la incultura falangistas, y descubrimos así esa pugna entre dos de los pilares del franquismo, tradicionalistas en principio monárquicos vs. falangistas, enfrentamiento quizá más moral o intelectual que político, que siempre se quiso ocultar y que perduraría en gran medida durante toda la vida del Régimen. 

Castilla, tan joven, muestra una voracidad incontenible de saber, es lector insaciable, y tiene muy clara su vocación médica, hasta el punto de que, los tiempos lo permiten, asiste con frecuencia a autopsias en edad aún adolescente. Pero lo más interesante de esta etapa es que, desde una posición cultural indudablemente elevada, se va fraguando su repulsa hacia un sistema que, solo en base a la sospecha o la desafección, sustituye a investigadores y catedráticos de gran valía por amiguetes, pelotas o voceros del bando vencedor. El autor no puede soportar ese triunfo de la mediocridad y el servilismo, y en pocos años una postura inicialmente tibia y mediatizada por el origen familiar pasa primero a una etapa de rebeldía algo inconsciente, hasta desembocar en una oposición cada vez más firme al cutrerío dominante en las esferas oficiales.

Castilla no es (todavía) un rojo en el sentido ideológico sino que, como él mismo refiere, esto requirió una evolución ‘desde el mero intelectualismo antifranquista (anticlerical y antimilitarista) a una auténtica conciencia de izquierda’, proceso en el que tuvo mucho que ver el azañista Vicente Lizarraga. Interesante concepto el de ‘intelectualismo antifranquista’ porque en esa época, años 40-50, con los republicanos derrotados y represaliados, asesinados o en el exilio sus dirigentes, el de los intelectuales fue quizá uno de los reductos donde empezó a germinar una oposición que todavía tendría que esperar para adquirir alguna solidez. 

Hay naturalmente mucho más, desde confesiones sobre amores adolescentes y juveniles hasta detallados relatos sobre la etapa universitaria, la práctica de la medicina en un manicomio o las temporadas en la milicia universitaria, donde se vuelca todo el desprecio hacia la vida militar, sus rutinas, su liturgia y su pobretería intelectual. Por supuesto tiene también el atractivo de ver desfilar a gran cantidad de nombres significativos de la época, como Laín Entralgo, el polémico López Ibor (que fue superior de Castilla en una larga etapa), Jaime de Mora, Ortega, Gregorio Marañón, Luis Martín Santos, Martínez Bordiú, Baroja, Torrente Ballester. Todo un elenco de personajes que, junto con otros muchos que nos serán desconocidos, componen una fotografía muy directa de esa etapa oscura y aplastante, de tal mediocridad que se entiende muy bien lo difícil que debió ser, por supuesto para cualquier ciudadano, pero muy en particular para aquellos con una mínima inquietud por la cultura y la razón. 


lunes, 17 de marzo de 2025

Padres de libro: Literatura infantil de Alejandro Zambra

Coincidiendo con el Día del Padre (19 de marzo), en ULAD hemos pensado dedicar una serie de entradas a libros que tratan, de una manera o de otra, el tema de la paternidad: exaltándola o problematizándola, mostrando sus múltiples alegrías, y también sus miserias y dificultades. Libros de épocas y literaturas muy diversas, que reflexionan sobre el modo como los hijos se relacionan con sus padres, y los padres con sus hijos. Esperamos que resulte interesante y que, en conjunto, la serie permita abrir reflexiones sobre lo que significa (lo que puede o debe significar) ser padre hoy en día.
 
 
Idioma original: español
Año de publicación: 2023
Valoración: Muy recomendable (aunque no responda exactamente a lo que esperaba de ella)
 
Leyendo Poeta chileno, ya se detecta una sensibilidad muy especial (teñida, eso sí, por la alargada sombra de Bolaño) de Alejandro Zambra para describir las relaciones familiares, paternofiliales y también el mundo de la infancia, su forma de ver el mundo, su particular lenguaje y su universo imaginativo. Literatura infantil recupera muchos de estos temas, y muy particularmente la idea de relación entre padres e hijos (el masculino aquí no es genérico, si es que lo es realmente alguna vez), adoptando en este caso un formato genérico próximo a la autobiografía (o autoficción). 

El libro se divide en dos partes, y hay entre ambas una relación especular: la primera (que sí corresponde a lo que esperaba de este libro) se centra fundamentalmente en la relación de Alejandro Zambra con su hijo y, en general, con su recién adquirida paternidad (el antes, el durante y el después); y la segunda parte, en cambio, orbita más en torno a la relación del escritor con su padre, por lo que, estando igualmente bien escrita, me ha interesado algo menos. No cabe duda de que esta correspondencia entre ambas partes responde a una de la ideas centrales del libro: que la relación con un hijo hace que te replantees la relación con tu propio padre, y reconsiderar tu propia infancia. O, en palabras del propio texto, "Cuando tienes un hijo, vuelves a ser hijo".
 
Como digo, la primera parte, compuesta por ocho capítulos independientes, es la que más me ha satisfecho, por responder a mis expectativas y porque, como también dice el propio texto, viene a llenar un cierto silencio literario que poco a poco se va llenando de voces: el que explica, analiza y representa la relación de los padres con sus hijos. Además, en esta primera parte (sobre todo en el primer texto, que se titula, como el libro, "Literatura infantil" y que es una especie de diario intermitente del primer año de vida de su hijo) he encontrado la mezcla exacta y precisa de ternura, sensibilidad y humor que me parece necesaria para narrar la experiencia de la paternidad. Digamos que si hubiera una escala entre la excesiva sublimación emocional de Umbilical y la aridez machuna de Irene y el aire de Alberto Olmos (que también reseñaré esta semana), Literatura infantil se situaría exactamente en un el punto adecuado (que no es necesariamente el medio) para tratar este tema. (Añado, entre paréntesis, que también Hijos del fútbol de Gálder Reguera, que perfectamente podría haber entrado en esta serie si no estuviese ya reseñado, también se encuentra muy cerca de ese punto dulce).
 
El autor es consciente de esta elección estética, obviamente, y también de que va en contra de una cierta idea de masculinidad y de "buen gusto", y lo plasma en el propio texto:
Durante siglos la literatura ha evitado el sentimentalismo como a una peste. Tengo la impresión de que hasta el día de hoy muchos escritores preferirían ser ignorados antes que correr el riesgo de ser considerados cursis o sensibleros. Y es verdad que, a la hora de escribir sobre nuestros hijos, la felicidad y la ternura desafían nuestra antigua y masculina idea de lo comunicable. ¿Qué hacer, entonces, con la satisfacción gozosa y necesariamente bobalicona de ver a un hijo ponerse de pie o comenzar a hablar?
Otros textos de esta primera parte tratan otros aspectos de la experiencia de la paternidad: la elección del nombre, la lectura de cuentos antes de dormir y, justo al final de esta sección, el confinamiento por causa del covid. Ninguno está a la altura, pienso, del primero, el diario de un padre primerizo, pero todos son buenos, cada uno a su manera.
 
Después, en la segunda sección, el foco del libro va girando hacia el otro ángulo del tema de la paternidad: la relación que el escritor tiene con su propio padre, sobre todo a partir del capítulo titulado "Rascacielos". (Antes viene un cuento protagonizado por niños, "Garabatos", que sin ser malo no me parece que acabe de encajar en el conjunto). También en esta segunda parte hay capítulos notables, siempre en ese registro autobiográfico/autoficcional, contados con sensibilidad y humor, como "Cogoteros de ojos azules" o "Lecciones tardías de pesca con mosca", pero personalmente no he disfrutado tanto de esta segunda parte del libro, porque lo que esperaba, lo que venía buscando, ya lo había encontrado en la primera.
 
En todo caso, este libro es uno de los mejores representantes que se me ocurren para esta semana de reseñas dedicada a la paternidad...

Otras reseñas de Alejandro Zambra en ULAD, aquí.

sábado, 18 de enero de 2025

Colaboración: La noche quedó atrás, de Jan Valtin

Idioma original: Inglés

Título original: Out of the night

Año de publicación: 1940-1941

Traducción: No consta

Valoración: Imprescindible


Anoten: Richard Julius Hermann Krebs, alias Jan Valtin: La noche quedó atrás. ¿Cómo es posible que una obra como ésta sea prácticamente desconocida, y lleve tiempo descatalogada en nuestro país? Nada desde que Seix Barral la publicara hace bastantes años, en una edición y traducción que no podemos calificar sino de manifiestamente mejorables. 

La vida de Krebs – Valtin no es la de un narrador, ni la de un novelista, ni la de un académico: es una vida de película, riesgo, suspense, espionaje y contraespionaje; es la entrega a una causa que prácticamente abduce todo lo demás (familia, hijos, hogar). Valtin fue un consagrado al partido comunista alemán y a la internacional comunista en la Europa de entreguerras. Si les gusta la Historia de la primera mitad del siglo XX, si les atrae la política de la época y saber los entresijos concretos tras cada acción visible –ésas que luego los historiadores a menudo explican en visión aérea- no esperen. Porque Krebs fue autor de varias obras, pero en realidad sólo lo fue de una, que es la historia de su vida. 

Nacido en Maguncia, hijo de un inspector marino espartaquista allá cuando Rosa Luxemburgo (“quien no se mueve, no siente las cadenas”) Krebs tuvo una infancia errante debido a la profesión de su padre. Pero si puede citarse una ciudad asociada a su adolescencia y juventud, ésa es Hamburgo, donde vive entre muelles, obreros y revueltas, en un país moramente derrotado tras Versalles, a cuya célebre Constitución azotan el paro, la pobreza y las fuerzas extremas del momento –partido comunista y partido nacionalsocialista- que sorprendentemente no dudan en aunar fuerzas para acabar con las opciones moderadas, a la espera de un futuro duelo a dos que nunca llegó a producirse…al menos entre germanos y sin trincheras. Krebs insiste: el error comunista en la identificación de los socialistas como el enemigo a batir, y la consiguiente subestimación del potencial del partido nazi allanan el camino de Hitler al poder. 

En el difícil contexto de los años 20, Valtin se adhiere al comunismo, una nueva religión que anuncia su pronto advenimiento, trasciende fronteras y pretende acabar para siempre con la injusticia en el mundo. Pero el parto, necesariamente, ha de ser doloroso. Y así se transforma en un soldado dentro de la jerarquía de la Komintern, un activista que medra en la sección marina. Como apóstol de una nueva fe, predica la cercanía de una realidad que auspicia y protege Moscú. Recluta adeptos, reparte por medio mundo octavillas multilingües producidas en imprentas clandestinas, conspira en clubes internacionales que son realmente centros de operaciones del partido, organiza sabotajes y huelgas en los buques y en los puertos, perfecciona su formación en Leningrado y viaja y propaga sin descanso la buena nueva en cada país, obedeciendo como un soldado y ejecutando cada consigna con la fe y el ardor de un convertido. No obstante, de vez en vez aparecen las dudas. Y es que el propio autor llega a afirmar que “sólo la compañía de Jesús tiene más poder sobre sus juramentados que la Komintern.” 

El libro muestra en detalle el funcionamiento del partido y la organización de sus actividades, en especial en Alemania y los países nórdicos; respeta nombres de personajes reales y, en otros casos, parece que oculta personas bajo nombres ficticios, y tal vez introduce algunos de su propia imaginación. El más notable y seguramente el mejor descrito, Ernst Wollweber, sería futuro Ministro para la seguridad del Estado de la RDA y cabeza de la Stasi. Por las páginas de esta autobiografía novelada desfilan personajes de segundo orden, precisamente los que ejecutan las decisiones concretas (y aquí radica uno de los alicientes del libro, como he anticipado): Grigori Dimitrov, Heinz Neumann, Richard Jensen, Peter Kraus, Hertha Jens. Heinrich Himmler y Herman Göring aparecen igualmente, si bien de forma fugaz. 

Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia, Inglaterra y Estados Unidos son los escenarios de la acción de Krebs bajo múltiples identidades falsas, hasta su detención por la Gestapo en su país natal, momento en que empieza una segunda parte de la novela, claramente diferenciada de la primera y –no vamos a negarlo- descarnada y sin concesiones (pueden imaginar la vida de un espía de la Komintern, poseedor de información valiosa, en manos de la policía de Hitler). Los campos, las cárceles, las leyes dictadas por el partido nazi y la ampliación paulatina del espectro de colectivos objeto de persecución nacionalsocialista son retratados sin una sola tirita: la –entonces- cara oculta de aquella “nueva Alemania”, descrita tal cual fue. 

Pero Krebs recupera la libertad, de un modo y a un precio que no vamos a desvelar. Ex preso de los nazis, su desencanto y sus dudas aumentan con el creciente poder de Stalin en un partido en el que –por razones que tampoco desvelaremos- su posición pasa a ser incómoda. De modo que finalmente huye a los Estados Unidos y publica, entre 1940 y 1941, la obra que reseñamos, que automáticamente se convierte en un best seller en el que, con probabilidad, maquilla al menos algunas acciones no demasiado honorables de su biografía. “Encuentro grotesco seguir aún con vida” llegó a declarar el autor. A la vista de la obra, no nos extraña.

¿Qué es La noche quedó atrás? Parece que Roosevelt la describió como “el mejor libro que he leído sobre el siglo XX.” Son diversas las reacciones o juicios que la obra puede provocar en el lector; algunos positivos, como la fe en unos valores, la lucha por algo en lo que se cree, la esperanza de un mundo mejor; o negativos, como la interdicción de cuestionar directrices o la deriva radical dentro de una organización de estructura férrea, con la consiguiente pérdida de la amistad, confianza y camaradería. Pero creo que, esencialmente, la novela es un duro alegato y una prevención, justo durante el curso de una guerra mundial, contra los dos extremos que asolaron Europa –el nacionalsocialismo de Hitler y el comunismo de Stalin- en casi 800 páginas sin fisuras, que te atrapan y no te sueltan. Un libro que, una vez empezado, no puedes parar de leer.       

Firmado: Francisco Marín

martes, 20 de agosto de 2024

Chris Frantz. Amor crónico


Idioma original: inglés .
Título original: Remain in love
Traducción: Iñigo García Ureta.
Año de publicación: 2020
Valoración: bastante recomendable.

Una puesta en contexto muy rápida: Chris Frantz formó, junto a su esposa Tina Weymouth, la base rítmica, él a la batería, ella al bajo, de los Talking Heads. Banda mítica en su época, influencia aún presente tanto en la mezcla entre rock y ritmos más bien funk como en cierta actitud intelectual. Eran estudiantes de arte tocando instrumentos y se valoraba más su actitud creativa y transgresora que su eficacia técnica. En lo sonoro, desde engendros como los Red Hot Chilli Peppers hasta bandas inquietas como Arcade Fire o Vampire Weekend tienen cierta deuda con el cuarteto neoyorquino.

Amor crónico se subtitula como Memorias de Chris Frantz y es, desde su portada en que recrea grafía y maquetación (incluso título, que la traducción traiciona) de su obra maestra Remain in light, una obvia apelación no solo al fan enfebrecido, alguno habrá aunque la proyección comercial no era una obsesión de la banda, si no hasta al mero interesado en una época (la del 77 al 85, más o menos) de efervescencia creativa, de cierto frenesí cultural que puso al eje Londres-Nueva York en el centro de las manifestaciones artísticas de vanguardia. Frantz me sorprende algo en la proporción. Más de la mitad de estas quinientas páginas largas están dedicadas a hablar de su niñez, su juventud y todas las vicisitudes de la banda previas a la publicación de su primer disco, 77, las vidas de sus miembros como - algo que a veces se ha criticado - hijos de clases medias o relativamente acomodadas que optan por dedicar su vida a actividades inciertas. El libro es particularmente fascinante, y se lee de forma voraz, entre esos primeros conciertos en el CBGB y la configuración del grupo, mientras Frantz detalla tanto la precariedad económica como los avances sonoros y el ascenso dentro de la escena local mientras salen de gira como teloneros de otros grupos. 

Por supuesto las menciones a otras bandas de la época (Ramones, Blondie, Television, Clash) sitúan en contexto la narración y nos damos cuenta del excitante momento en que todo tuvo lugar, de lo intenso y persistente que fue, y eso Frantz sabe ponerlo en palabras de manera eficaz, si bien he de decir que la perspectiva es subjetiva y hay dos cuestiones que surgen constantemente a lo largo del texto y que pueden llegar a condicionar al lector: la primera es el amor inconmensurable que Frantz manifiesta a lo largo de todo el libro por su esposa. Las menciones son constantes y el libro casi podría definirse - otra vez el título - como un homenaje a Tina Weymouth, lógico en todo caso para quien ha sido compañera de banda y de dormitorio, chocante en un mundo donde las relaciones de largo plazo no suelen producirse. La segunda cuestión, corriente de fondo constante, es el conflicto con David Byrne, vocalista y frontman de la banda, cuya figura recibe constantes reproches, desde su obsesivo control hasta la supuesta tendencia a decidir unilateralmente y apropiarse de forma personal de lo que, según Frantz, eran logros colectivos y productos de un esfuerzo conjunto. En este punto, y sin poder contar con el contrapunto de un Byrne siempre críptico y poco dado a los titulares, el libro parece demasiado una oportunidad para el ajuste de cuentas, algo que no deja de formar parte de la clásica lucha de egos presente en muchas bandas de rock, pero que quizás desluzca el conjunto y aleje la obra del clásico ejercicio de autoadulación ligeramente narcotizado que suelen ser estos libros y lo acerque al lanzamiento desafiante de guante que, de momento, no parece haber sido recogido.

martes, 16 de julio de 2024

Reseña + Entrevista: Visceral de María Fernanda Ampuero

Idioma original:
español
Año de publicación: 2024
Valoración: Muy recomendable
 
Empiezo por decir que María Fernanda Ampuero es una autora a la que admiro y a la que sigo desde hace unos años (y por eso ha sido un especial placer poder entrevistarla); he leído sus libros de relatos góticos / de terror Pelea de gallos y Sacrificios humanos y el segundo de ellos incluso ha sido una de las lecturas en alguna de mis clases de Literatura Hispanoamericana. Así que cuando vi que había sacado un nuevo libro, este Visceral, me lancé a comprarlo, sin leer nada al respecto y pensando que compraba un libro semejante a los anteriores, en cuanto a género y temas.

Y no, Visceral no es un libro de cuentos, ni siquiera es un libro de ficción; y tampoco es un libro de género fantástico o de terror, aunque quien haya leído los cuentos de Sacrificios humanos reconocerá las evidentes continuidades en cuanto a las preocupaciones de la autora: el colonialismo y la migración, la violencia contra las mujeres y el machismo.... De hecho, como el propio texto de Visceral dice en un determinado momento, el terror es un género que expresa el Zeitgeist, los miedos y ansiedades de cada época. 

Si Visceral no es un libro de relatos, ni de ficción, ¿entonces qué es? Pues uno de esos libros que se suelen calificar como "inclasificables", por su carácter híbrido y su diversidad textual. Con capítulos que están próximos del ensayo o de la crónica, otros de las memorias o el diario, y algunos, sí, también próximos del relato, o incluso de la prosa poética. En muchos de los capítulos, o fragmentos, también nos internamos en el ámbito de eso que de forma bastante poco definida se denomina "autoficción", o "narrativas del yo", como las denominó Pozuelo Yvancos, ya que la narradora y protagonista comparte muchas características (nombre, origen, experiencias vitales) con la propia María Fernanda Ampuero.

Lo que da unidad al libro es, entonces, un tema que muta en diferentes manifestaciones: la violencia, la injusticia, el abuso o la desigualdad, sea en las coordenadas de raza, clase, género u orientación sexual, en relación con los cuerpos no normativos o conn las personas neurodivergentes. Hay, de hecho, me parece percibir, un plan o estructura en el desarrollo del libro, que comienza tratando temas de colonialidad e imperialismo (aunque con una perspectiva de género que no tiene por ejemplo Galeano, claro), introduce después la cuestión de la migración, obviamente relacionada con la anterior, y a través de este tema se introduce el tema de la familia, la gordofobia, la violencia de género, acabando por fin en un registro más privado, casi íntimo, también cronológicamente más próximo: el de la pandemia y la post-pandemia, y sus efectos en la salud mental (y obviamente en la física) de las personas.

Confieso que me costó un poco entrar en el libro, probablemente por la sorpresa de no estar leyendo el libro que esperaba, y también porque los primeros textos sobre la violencia colonial me parecen algo menos originales. Pero no hizo falta ni llegar a la mitad, para que textos como "Mórbida" o "Gorda" (cuyo tema no es difícil deducir) me convenciesen de que estaba ante un librazo. Un libro visceral, como su título indica, una bomba de rabia y denuncia en la que la honestidad y la justicia de sus reivincidaciones se alía con un lenguaje potente y una maleabilidad estilística notable. En definitiva, una gran lectura que añade nuevas facetas a la trayectoria de una escritora fundamental.

Entrevista:



jueves, 2 de noviembre de 2023

Jarvis Cocker: Buen Pop Mal Pop

Idioma original: inglés

Título original: Good Pop, Bad Pop

Traducción: Eduardo Rabasa

Año de publicación: 2023

Valoración: muy recomendable (por supuesto, imprescindible para fans)

Supongo que algunos no sabréis quién es Jarvis Cocker. Pues es el carismático líder de la extinta (o no: igual este año toca gira de reunión) banda Pulp. Sí, aquella de la que tantas veces se ha discutido su pertenencia, o no, al invento del brit pop. Aquella que encadenó cuatro discos muy notables (tras unos inicios muy titubeantes) y se esfumó, hace más de dos décadas. Uy. Igual les tocaría un día de estos uno de esos deprimentes discos de reunión. Honestamente, espero que no.

Quizás porque ello despojaría a Cocker del mito que le reviste desde la disolución de la banda, le acercaría más al estereotipo del viejo rockero que sufre el síndrome de Peter Pan y le alejaría de lo que es: el hombre más cool del planeta. Detrás de esa pinta ligeramente enajenada, de su algo desastrado estilo capilar, de sus ostentosas gafas, de no tener exactamente un aspecto pulcro y refinado, ahí está, más cerca, por ejemplo, de Scott Walker que de Mick Jagger. 

Buen Pop Mal Pop, aquí subtitulado Un inventario, es una especie de autobiografía de iniciación. Pues, de hecho, se corta justo en el momento en que la banda accede al éxito y a la efervescencia, allá por los años noventa. Cocker desdeña solazarse de forma narcisista en la explosión del éxito y la fama y parece cómodo en esa elipsis: de la infancia a la madurez sin necesidad de recrearse en los tópicos del reconocimento (masivo, pero tardío). 

Curioso, siendo como soy un ávido devorador de libros relacionados con la música, que la de Cocker se alinee con otras obras parecidas especialmente en el tono, en la forma de dirigirse al lector. Como Bernard Sumner o John Lydon, existe una especie de confianza del estilo de sé porqué estás leyéndome a mí que resulta curiosa. Por cercanía, por proximidad, no por prepotencia, sino más bien por complicidad, porque muchos de estos músicos han sido antes admiradores de otros , quizás irredentos de la misma manera que sus seguidores lo son ahora de ellos. Conocen esa sensación y su modestia y su humildad es real.

En este recorrido, Jarvis no tiene inconveniente en mostrarse en sus momentos más titubeantes. Sus fotos de adolescente, donde parece un émulo de Ian McCulloch, así lo demuestran. El inventario lo es de un viejo desván lleno de objetos dispares ante los que Cocker ha de decidir si merecen o no ser conservados. Algunos, auténticos tesoros arqueológicos para los fans de la memorabilia. Otros, chorraditas olvidadas y prescindibles. Un pretexto para usar el poderoso arsenal visual del libro (me olvidaba, el libro en sí es un excelso objeto pop, muy adecuado para las cuidadosas publicaciones de Blackie Books), las fotos de los curiosos objetos que Cocker usa como eslabones para engarzar sus andanzas infantiles y juveniles, mientras perfila la idea de la banda, desde los aspectos sonoros hasta las vestimentas, reconociendo sin reparos sus temores y limitaciones, alejado completamente de cualquier conato de divismo (en eso consiste ser cool, claro) y afrontando con toda naturalidad situaciones como sus escasos conocimientos de solfeo, sus problemas con la vista, sus amistades, su fascinación por la explosión del punk, el deficiente o nulo desempeño de algunos de los miembros de las formaciones iniciales del grupo, la nula repercusión de sus primeros conciertos, de sus primeras canciones. Esa narrativa sitúa a Cocker más como un working class hero que como un icono de glamour, pero no cualquiera puede controlar su repercusión cuando la celebridad le alcanza. Jarvis Cocker sí.  Buen Pop, Mal Pop, desprende honestidad, sencillez, madurez emocional y sentido común, sin perder de vista la sorna y un incuestionable sentido del humor y de la dignidad.


 

sábado, 23 de septiembre de 2023

Erri De Luca: Napátrida

Idioma original: .italiano
Título original: Napòlide
Traducción: Carlos Gumpert Melgosa para Periférica
Año de publicación: 2006
Valoración: recomendable


Bien es sabido, por estos lares nutridos de textos de ULAD, mi admiración por Erri De Luca, pues en sus textos siempre se puede encontrar la delicadeza, la pausa y la admiración por el entorno que el autor contempla con serena nostalgia y emotividad. También es cierto que Erri De Luca deja que su pasado tome forma en la prosa de sus libros, que exudan notas de la vida del autor napolitano. Por ello, los protagonistas de sus textos están, a menudo, situados entre la soledad y la compañía de los habitantes de los pequeños pueblos, entre la costa y las montañas, entre paisajes de idílica visión y añorado recuerdo.

De esta manera, el libro empieza con los recuerdos del autor, narrando su partida de Nápoles, su ciudad natal, a los 18 años, «tras una infancia soportada como una cuarentena». Una salida deseada, esperada, aunque en cierta manera también trágica dejando atrás su infancia, una infancia no siempre agradable ni acogedora, y nos lo transmite recordando que «escogí un tren y un horario para no entregarme al azar de un viaje en coche: quería ser el dueño de mi partida» (…) «cuando me picaron el billete de tren, sonó con la furia de un portazo a mis espaldas». Una salida de la ciudad que se asemeja a una huida, aunque acompañada de una nostalgia que le impacta en cada uno de sus retornos porque, tal y como afirma, cuando vuelve a Nápoles no tiene la sensación de estar de vuelta, pues «una ciudad no perdona la separación, que es siempre una deserción. Estoy de acuerdo con ella, con la ciudad: quien no estuvo o se ausentó ahora no está; su derecho a la ciudadanía ha prescrito».

Como se puede observar en estas primeras reflexiones, este relato de Luca es un relato marcadamente autobiográfico y, si bien es cierto que en la mayoría de sus obras hay trazos de su vida representadas  en ellas, esta es una narración en la que sus recuerdos y memorias son narradas de manera explícita y en los que no solo los recuerdos de su infancia cobran fuerza sino también en ella nos habla de la relación con sus padres y la educación recibida, una educación impartida en casa pero también en la escuela, estricta, con un profesor «justo, según la justicia de los tiempos» en una escuela que «punteaba y aporreaba los nervios de sus alumnos». 

El autor nos narra su vida con la mirada siempre puesta en la ciudad de Nápoles, a veces inmerso en la propia ciudad, otras mirándola desde la influencia del Vesubio, pero también desde sus alcantarillas y su mirada al mar, desde el fútbol y las creencias religiosas, desde la mirada de la gente que sigue en la ciudad y no la abandona pese a todo. Una ciudad muy singular que durante su infancia post Segunda Guerra Mundial, define como «la Norteamérica en casa» con «el dinero fácil de los puertos militares del mundo». Una ciudad viva y agitada, que marcó sus primeros años a nivel incluso sensorial afirmando que «tuve una infancia acústica; el oído era el órgano maestro. Después de la guerra, Nápoles era una ciudad a voz en grito: los insultos, las maldiciones, las lágrimas, las palizas y las llamadas a los soldados norteamericanos, de ronda alcohólica y en celo, subían hasta las ventanas». Esta es la ciudad real, la vivida y la narrada, porque «la Historia pasa por ahí, no por los libros ni las series ni la televisión, sino de boca en boca por las noches, en las fiestas de guardar, cuando los adultos se juntan y se ponen a recordar».

En esta corta obra, De Luca hace también en este relato un canto a favor de las mujeres y del feminismo, confesando que «soy consciente que soy testigo y partícipe de una decadencia del género masculino, al que veo vacilar ante el femenino con una consternación que al final de convierte en furiosa arremetida contra las mujeres. Lo que acaba matando a muchas jóvenes es la rabia por el complejo de inferioridad que sienten algunos hombres rechazados», una violencia que vemos continuamente en nuestro mundo, en todos lados, porque «hoy leemos historias de furores que estallan dentro de la impotencia, de varones a los que un nuevo analfabetismo sentimental incita al odio, por el desaliento de ser, ante la mujer deseada, el apéndice de la nada».

Por todo ello, este libro de Erri De Luca es recomendable para quien quiera conocer un poco más a un autor a través de la propia narración de su vida. Un autor que siempre y en cada uno de sus libros deja frases de gran belleza poética acompañadas de reflexiones que nos invitan a pensar sobre el mundo que vivimos y que dejamos.

domingo, 6 de agosto de 2023

Malala Yousafzai y Christina Lamb: Yo soy Malala

Idioma original
: inglés
Título original: I am Malala
Traducción: Julia Fernández
Año de publicación: 2013 
Valoración: Imprescindible

Supongo que todos conocemos más o menos quién es Malala Yousafzai y porqué se hizo famosa: en 2012, en su Pakistán natal, a los 15 años de edad fue víctima, con otras dos compañeras, de un intento de asesinato por parte de un talibán cuando volvía del colegio. Sus esfuerzos en pos de la educación femenina e igualdad de derechos le valieron para ser la ganadora del Nobel (en cualquiera de sus categorías) más joven de la historia.

Bien, hasta ahí era básicamente donde alcanzaban mis conocimientos sobre esta pequeña gran mujer: suficientes como para ponerme con su (casi) autobiografía. Narrada siempre en primera persona, la historia empieza de hecho bastante antes del nacimiento de nuestra protagonista, y, al principio, se centra sobre todo en las andanzas de su padre, Ziauddin Yousafzai: permítanme citarlo por su nombre porque se lo merece; al igual que su hija, es de verdad un héroe moderno. El libro es del año 2013, por lo que se acaba poco después del atentado y el establecimiento de Malala y su familia en Inglaterra.

Esta narración de los años anteriores a su nacimiento, o bien referida a sus primeros años de vida, nos sirven para contextualizar e informarnos sobre el estado histórico de Pakistán; no me avergüenza reconocer que era (soy) un completo ignorante sobre este país, muy alejado del mundo hispanohablante. Con esto quiero decir que no es una parte que sobre de la novela ni mucho menos, la considero esencial si su ignorancia es, al menos, comparable a la mía. Permítanme una pequeña reflexión: qué bonito es el mundo a través de los ojos de quién lo ama, nunca creí que en mi vida tuviera ganas de visitar este país, y fíjense, mientras leía (devoraba) este libro casi estaba planeando el viaje (lamentablemente, no creo que lo lleve nunca a cabo).

En cuanto a la vida en sí de Malala,  Ziauddin es el referente sin el cual la (ya no tan) pequeña activista nunca habría surgido: su vida está muy marcada por la existencia de su padre, un maestro y activista por la educación que no duda en arriesgar su vida en innumerables ocasiones por defender el derecho de todos (niños y niñAs, importante esta aclaración) a la educación.

Por si no fuera poco con las catástrofes naturales que periódicamente asola esta tierra en forma de terremotos e incendios (a los primeros nada que alegar, los segundos son culpa, cómo no, de la estupidez humana), la inestabilidad política y la existencia de los talibanes marcan su existencia, y, a la vez, su desgracia.

El 11S es un claro antes y después: la presunta (y real) cercanía de Bin Laden de sus tierras le da alas al ejército pakistaní en alianza con la armada yanqui, lo que desestabiliza la ya de por sí precaria situación de relativo bienestar de los pasthunes, que son el pueblo de Malala y familia. Pero todo puede ir siempre a peor, y la aparición de los talibanes es una clara muestra.

Malala, y sobre todo su padre, debido a su inmensa actividad activista, se convierten en punto de mira de los extremistas, con los que conviven literalmente de puerta a puerta.

Como sabemos, las amenazas se convierten en hechos y dan lugar a la tragedia por la que Malala dio el salto a la fama mundial. Posteriormente, se nos habla sobre la delicada situación por la que pasó, su traslado a Inglaterra y como muchos poderes fácticos mostraron su apoyo. Yo, cínicamente, lo expresaría de otra forma: Malala se había convertido en un símbolo muy rentable.

Nuestro libro se acaba aquí; por lo que sé, a día de hoy nuestra heroína ha terminado sus estudios en Oxford, se ha casado, y sigue – cómo no – practicando su fe. Pero todo esto ya queda fuera de lo abarcado en la autobiografía.

No quería acabar esta reseña sin dedicar un párrafo a realzar el mensaje de que Malala no ha ganado el Nobel de la Paz por recibir un balazo, ni por estar el sitio adecuado en el momento preciso: lo ha ganado por un comportamiento increíblemente valiente, sin dudar en dar la cara (cuando literalmente se la quieren tapar) por la defensa de miles de niñas en todo el globo. De haberse librado del tiroteo seguiría siendo un referente de idéntica altura moral, y por supuesto merecedora ganadora de cualquier galardón. Concedo que, seguramente, nunca habría llegado a ser tan visible, pero eso no es problema suyo, sino de aquellos que solo saltan a la palestra cuando hay un evento lacrimógeno del que aprovecharse y poder calmar, aunque solo sea por un momento, esa molesta erupción que nos sale cuando no podemos obviar la existencia de tantos seres humanos que viven situaciones dramáticas cotidianamente.

En el mundo moderno ya no hay héroes, pero si los hubiera Malala y su padre Ziauddin ocuparían los primeros puestos del escalafón.

sábado, 29 de julio de 2023

Jordi Graupera: La perplexitat

Idioma original: catalán
Título original: La perplexitat
Traducción: sin traducción al castellano hasta la fecha
Año de publicación: 2023
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


Le tenía muchas ganas a este ensayo de Jordi Graupera, alguien a quien considero una de las mentes más lúcidas del panorama periodístico y filosófico catalán y a quien sigo en tertulias y artículos en periódicos desde hace años por su habilidad en hilvanar un discurso argumentado y razonado con claridad expositiva. 

En este ensayo, el autor teje un arco temporal que centra especialmente entre las elecciones estadounidenses de 2008 que le dieron la presidencia de los Estados unidos de América y las elecciones de 2016 en las que tomó el relevo Donald Trump, una etapa en la que el autor vivió en Nueva York y en la que vivió de primera mano la transformación de un país.
 
El autor empieza el libro con toda una declaración de intenciones que envuelve en el ambiente de esperanza y júbilo propio de quién se encontraba en Times Square en el momento en el que Obama se proclamaba el primer presidente negro de los Estados Unidos de América. Un momento especial, del que se envuelve y se embriaga de un modo intenso propio de quién es consciente de estar viviendo una situación histórica y que narra afirmando que «cuando volví a casa, en Harlem, todo el barrio era una fiesta (…) mi pie no me permitía ir arriba y abajo por el barrio, meter la nariz en todos los sitios, bailar hasta el amanecer. Esto era lo que quería, quería ser esa borrachera» porque «era imposible no pensar que la historia, el mundo, avanzaba hacia un lugar mejor. Que “el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia” como había dicho un millar de veces el recién elegido presidente Obama». 

De esta manera empieza el relato, situando como inicio y fin la era Obama, pero en el que el autor intercala su día a día en la ciudad de los rascacielos con episodios de su pasado que parten de su propia infancia. El libro tiene un marcado tono confesional y revisionista que el autor no elude al explicar que «a veces vivimos en una vida que es medio cierta (…) hay un instante en el que el subconsciente se te abre y te deja ver con claridad aquello que te escondes a ti mismo» y traslada su relato su época de adolescencia, marcada por una inteligencia que pretendía disimular de cara al exterior de igual manera que su madre ocultaba su precariedad económica que sufría interiormente; una madre que sufrió un cáncer siendo él aún joven y se confiesa al hablarnos del duelo, de su duelo, y de cómo puede llegar a ser adictivo el dolor pues te empuja a buscar y tratar de encontrar siempre refugio y calidez en la cercanía de los demás. 

El autor nos narra también su perpetuo sentimiento de síndrome del impostor al percibir su talento como muy inferior al que ven los demás; un síndrome del que intenta una y otra vez escapar a través de trabajo y dedicación porque «la única fe que me sostenía era tratar de leer todo lo que mi actitud hacia presuponer que ya había leído». Así, su recorrido intelectual, tal y como insinúa en repetidas ocasiones, es una carrera sin fin para llegar a saber aquello que los demás creen que sabe, pretendiendo alcanzar las expectativas que otros ponían sobre él (aunque en base a lo que él mismo transmitía). Un síndrome del impostor con el que topa una y otra vez, también en Nueva York como profesor, pues «tenía la sensación de que me habían contratado por un malentendido» confesando que «como siempre pensaba que las expectativas que yo había proyectado en la entrevista eran imposibles de cumplir».

De este modo, el ensayo autobiográfico alterna dos subrelatos no siempre vinculados: su propia evolución personal y sus vivencias, con el análisis político e histórico de su país de acogida. Y, referente a esta última parte, dedica extensos episodios a la política estadounidense hablando de Obama y su biografía y autobiografía, de la que afirma que «su biografía cruza el rasgo íntimo de la mezcla racial y cultural —un negro educado por blancos, que fue a un buen instituto de Hawái porque era un niño inteligente— y el hecho público de su negritud ostensible» y habla de «una hipocresía de fondo, tanto por parte de él, que se hacía pasar por más negro de lo que era, como por el país, que celebraba la emergencia de un líder nacional negro cuando en realidad sólo lo aceptaban porque no lo era completamente: porque era un negro comportándose como un blanco». Y, en ese análisis sobre racismo, el autor lo enlaza de manera muy acertada con el nazismo afirmando que «el hitlerismo ve en la genealogía, en el árbol genealógico, en la transmisión de los genes, una comunidad cultural. Es la democratización del pensamiento monárquico: si los árboles genealógicos de los reyes expresan la continuidad política, los árboles genealógicos del pueblo expresan la continuidad cultural, pero no por transmisión, sino por biología». Con ello, y volviendo a su análisis político, Graupera afirma que «Obama vive dividido de una manera antropológica, prepolítica, sin una identidad que se corresponda a sus resonancias diversas» debido a que «política y socialmente es negro. Pero interiormente no tienen ninguna constancia de la historia de los negros en Estados Unidos y siempre está en falso». De esta manera, nos habla de Obama y del racismo especialmente en estados unidos, nos habla de las contradicciones de una sociedad y también de una comunidad negra que a veces se percibe insertada en un territorio ajeno y nos recuerda la figura de James Baldwin y su obra y legado. 

De la misma manera en que el autor extiende su análisis a la historia de los últimos siglos de Estados Unidos hablando de racismo y de la comunidad negra y confrontando en dos frentes a Garvey y Malcolm X por un lado (de actitud más confrontadora) con Du Bois y Luther King por otro, con actitudes en apariencia más razonables, hace la mismo hacia la política catalana y española y afirma que para la derecha española, «la razón es nacional. La prioridad es la nación y la democracia es solo un vehículo histórico que puede ser adecuado ahora e inadecuado mañana» y afirma también que «la izquierda española, como los jacobinos de la revolución francesa, está hecha de nacionalistas radicales. Pretenden que la ciudadanía universal se puede concretar en la nacionalidad española». Una visión política que le lleva al título del libro, pues confiesa que «mi obsesión es la perplejidad, que es el momento exacto en que el malentendido llega a un punto de no retorno (…) políticamente, la perplejidad encuentra su pulso en el momento justo en el que piensas que el otro no puede estar defendiendo nada de lo que defiende si no es desde la mala fe o de un profundo retardo cognitivo».

En este interesante ensayo, Graupera combina reflexiones políticas e ideológicas con aspectos de su propia vida, más interesante cuando esta tiene un vínculo con Nueva York que cuando la tiene con sus lazos familiares pues, en este último caso, sus lazos son más emocionales mientras que en su etapa estadounidense son más racionales, más ligados a la búsqueda de uno mismo en el mundo, y donde intenta frenéticamente encajar su vida real con su ideal, con su vida aspirada. Y eso se ve perfectamente cuando reconoce que intenta conseguir que le guste el burbon o el jazz, intentado con su esfuerzo alcanzar su ideal, constatando en el intento que «los primeros pasos para alcanzar tus aspiraciones piden esfuerzo (…) los primeros pasos son habitualmente tediosos, y básicamente performativos: imitas el comportamiento de las personas que ya los han alcanzado esperando que de la repetición surja algo que haga el clic».

Dice Graupera que «cuando logras lo que creías que querías, la experiencia no es a menudo como te la imaginabas, porque en la transformación siempre hay por fuerza un cambio de perspectiva». Y eso es lo que intentamos conseguir con lecturas como esta, no intentar llegar al conocimiento irrefutable de nada (a fin de cuentas, la realidad no es única en muchos casos) sino forzarnos a abrir nuevas miradas, a expandir nuestro horizonte intelectual cambiando, por convicción o por contraste, nuestra perspectiva de las cosas.

jueves, 2 de marzo de 2023

Bobby Gillespie: Un chaval del barrio


Idioma original:
inglés

Título original: Tenement kid

Año de publicación: 2021

Traducción: Ibon Errazkin

Valoración: muy recomendable


Otra vez: no os habéis equivocado de blog.

Para los profanos, nota aclaratoria: Bobby Gillespie es el cantante y líder de la banda Primal Scream. Sí, podemos concretar que es una banda de rock en el sentido clásico, de esas con guitarras, bajo y batería. Con un disco de enorme influencia en su haber, Screamadelica, del que algún crítico pedante dijo que "puede decirse que constituyó un auténtico hito en lo que se refiere a la asimilación de las sonoridades electrónicas por la escena del rock convencional". Pero no estamos aquí para poner en su sitio a señores que hablan de música sino para comentar un libro. Concretamente, la autobiografía del hombre en cuestión, que se revela (aunque rebela también funcionaría en este contexto) como un brillantísimo ejercicio narrativo, aunque sepamos que Gillespie no va a desarrollar una carrera literaria, cómo se nota en cada momento que este hombre no es un mastuerzo incapaz de hilar dos frases. Cuatrocientas páginas que se hacen cortas, y que es curioso que no abarquen más que tres décadas de su vida, pues las cuatro partes solo llegan hasta 1991, momento en que la banda se encuentra en la gira promocional del disco en cuestión, con lo que (salvo el improbable caso de que Gillespie se decida a escribir una crónica de las tres décadas posteriores) nos quedamos sin enterarnos del descenso desde la cumbre, incluso de la reacción de la banda cuando el éxito arrasador (crítico y comercial) del disco les convierte en estrellas.

Ellos, que son unos chavales del barrio. Exacta traducción del título (el libro está traducido por Ibon Errazkin, también músico y  la sazón contemporáneo del autor) y, casi, declaración de principios. Porque, además de una más que correcta ejecución, la tónica que domina el libro y que lo convierte, al margen de género y temática, en una entusiasta recomendación general, es la desnuda sinceridad que Gillespie exhala. Desde las descripciones de su precaria niñez en Glasgow, nada más lejos del glamour y el lujo que lo que Gillespie relata. Nada de flema british. La Escocia que acomete la desindustrialización y la descarnada entrada en barrena del neoliberalismo. Una poderosa conciencia de clase recorre el libro y no tiene reparos en pararse a recalcarlo si queda alguna duda. Gillespie es hijo de un sindicalista de base, una persona de izquierdas que lucha por los derechos de los trabajadores frente a los poderosos. Y Gillespie lo proclama a los cuatro vientos con orgullo y sinceridad. Apuesta por la música porque la ha mamado y la adora. Le aterroriza que esta no pueda convertirse en un medio de ganarse la vida. Publicados dos discos de escaso éxito, compatibilizando ser el batería de Jesus and Mary Chain y el frontman de Primal Scream, aún ha de vivir del subsidio del paro. Bebe y consume drogas y asimila algunas de estas como integrantes, en algún modo, del proceso creativo. Actúa bajo su influencia y lo reconoce. Su vida responde al tópico, claro. Mi única duda es cómo recuerda con tanta lucidez y detalle conversaciones, anécdotas, pero supongo que habrá recurrido a memoria y compañeros de batallas a partes iguales. Pero consigue que esa narrativa no resulte ni grotesca ni engolada ni proselitista. Gillespie da en todo momento la impresión de ser alguien decidido a luchar por su destino. Nada de dialécticas de perseguir sueños. Quiere ser músico, quiere tener una banda, quiere vivir de ello. 

Dijo algo parecido en alguna entrevista que le leí: no tiene sentido eso de destrozar un habitación de hotel porque siempre es alguien como tu madre quien acaba limpiándolo todo.* Podría ser cualquier profesional que se ha entregado con tesón para triunfar. Que Gillespie se haya dedicado a la música resulta aquí, casi secundario, aunque la narración contenga una exhaustiva lista de figuras que interactúan con Gillespie (hablamos de la época del 77 al 91, Inglaterra era un hervidero de corrientes musicales que estallaban por doquier, empezando por el punk). Repito, la sinceridad de Gillespie y su orgullo de clase son una auténtica locomotora que tira del libro a cada párrafo. Y una enorme dignidad, alguno lo confundirá con chulería o con apología del exceso, pero Un chaval del barrio es crudo y real. Sin falsa modestia ni impostación, con reconocimiento de los errores pero con enorme orgullo de los aciertos.





*También dijo, por cierto, que prefería ser un Primal Scream muerto a un Pet Shop Boy vivo.

jueves, 2 de febrero de 2023

Ricardo Gómez: Bicis drogas oficinas

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: alto y claro

"Bicis drogas oficinas" es un libro que puede clasificarse dentro de varias categorías (autobiografía, memorias, crónica, diario, ensayo...), pero creo que es más acertado si decimos que, básicamente, se trata de un texto que nos sitúa frente a nuestras incoherencias y contradicciones y lo hace destilando mala baba y humor negro por todos lados. Aquí no se libra ni el apuntador. Vaya, que yo si fuese el autor iría buscando abogado porque la lista de posibles "ofendidos" es interminable: los hijos de puta de los jefes, los no menos hijos de puta (además de retrasados) "heredaempresas", los globeros, el espíritu olímpico, los cuñados de cualquier tipo, las plataformas audiovisuales, las tradiciones gilipollescas, los grupos que vuelven, la industria musical, los sindicatos mayoritarios (y los no tanto), etc.

Joder, leyendo el parrado anterior cualquiera diría que el bueno de Ricardo Gómez es un amargado de la vida y que se está postulando para ser el nuevo Soto Ivars, Olmos o Pérez Reverte. ¡¡¡No!!! La diferencia es clara y está en el desparpajo y el humor negro como el carbón que se gasta y del que dan ejemplo las letras de Ciclos Iturgaiz, el penúltimo de sus proyectos musicales (buscad en Youtube y veréis que descojono, si os va ese tipo de humor).

Porque Ricardo es un tipo inquieto: (ex)sindicalista, (ex)músico, escritor y ciclista aficionado que adora a las Vainica Doble (odio eterno a quien no ame a las Vainica) y a Jonathan Richman (mi favorita es "I am a little dinosaur, por si a alguien le interesa). De ahí el título del libro y los temas que lo estructuran  y de los que habla abiertamente. Oficinas y bicis ocupan la mayoría de las páginas (drogas hay menos, salvo que consideremos los geles de cafeina o comerle la polla al jefe como estupefacientes) y permiten una doble vertiente social e intimista que funciona bastante bien y que a quienes crecieron en según qué zonas de Euskal Herria (Goierri, Margen Izquierda/Encartaciones, etc) en los 80 seguro que les trae a la cabeza miles de cosas.

Dicho esto, sí que queda la sensación de cierto caos en el texto, como si se fuera saltando de un tema a otro un poco sin orden ni concierto. Vale que no estamos leyendo a Faulkner (ni puta falta que hace) pero creo que el autor sigue demasiado a rajatabla eso de "escribir como si tuviese la certeza de que no habrá un mañana y no tuviera nada que perder (...) y lo que pudieran decir de mi me importara una puta mierda". 

En cualquier caso, el libro llega, hace reír cuando hay que reír (aunque sea a costa de mirarnos en el espejo deformante de la realidad), pensar cuando toca pensar y llorar cuando no queda otra que llorar. Eso es más que suficiente.

P.S.: ¿La historia de la juventud del padre del autor en Brasil podría ser el germen del quinto libro, Ricardo?

miércoles, 26 de octubre de 2022

James McBride: El color del agua

Idioma original: Inglés
Título original: The color of water
Año de publicación: 1993
Traducción: Josefina Guerrero
Valoración: Bastante recomendable    

Dice James McBride hacia el final del libro que "la realidad es más extraña que la ficción". Para muestra, su historia y la historia de su madre. Veréis: mujer de origen judío (y polaco) emigrada siendo apenas un bebé a América (allá por los años 20), hija de un rabino que sería todo lo rabino que queráis pero era un cabronazo, repudiada por su familia por su matrimonio con un hombre negro con quien tuvo 8 hijos (+4 de un matrimonio posterior), etc. Vamos, ingredientes más que de sobra para un buen libro, siempre y cuando estos ingredientes caigan en buenas manos. Por suerte, esto último es lo que ocurre.

Para narrar esta historia, que es al mismo tiempo la reconstrucción de la vida de Rachel (Ruth) Shlutsky y el viaje de autoconocimiento del propio James McBride, este opta por una estructura en la que se alternan los capítulos en los que es la propia Ruth quien lleva la voz cantante y los capítulos narrados por el propio McBride. Con aquellos el autor cubre el período que va desde la llegada a América de su familia materna hasta su segundo matrimonio (1925-1960, aproximadamente) y con estos abarca el período que va desde su nacimiento hasta el momento de escritura del texto (1960-1993).

Lo anterior permite observar la evolución de los Estados Unidos durante buena parte del siglo XX, especialmente de los años 30 a los 70, y confiere al texto un aspecto sociológico más que interesante. Asuntos tales como la identidad, el racismo (llámese antisemitismo o "cuestión negra"), la educación, la religión o las paradojas del "país de las oportunidades" son tratados en profundidad y ofrecen un cuadro completo de una parte importante del siglo XX.

Además de este lado sociológico del texto, sí por algo destaca "El color del agua" es por la brutal historia de Rachel. Esta puede ser leída como esas novelas centroeuropeas o rusas de finales del XIX o principios del XX sobre familias o shhetls judíos o, tirando de imaginación por el tiempo transcurrido, como una versión antigua de la serie Unorthodox. Malos tratos, abusos, amores prohibidos, repudio familiar, soledad... Podría ser un dramón de tomo y lomo pero la mirada tierna y compasiva del autor (o de la narradora) y ciertos toques de humor le dan un tono algo más ligero.

Algo menos interesante me resulta la parte narrada por el propio McBride. Pese a que esa mirada se mantiene y a que me parece acertada su puesta en paralelo con la historia materna (huidas, dudas, miedos, superación, etc), determinadas fases del texto se acercan peligrosamente al libro de autoayuda, al mensaje Mr. Wonderful y es algo que no me acaba de convencer.

Pero esto no es obstáculo para que la sensación general tras la lectura de este texto tan "americano" (léase de los USA) pero a la vez tan universal sea más que favorable.

martes, 4 de octubre de 2022

Shulamith Firestone: Espacios sin aire

Idioma original: Inglés
Titulo original: Airless spaces
Año de publicación: 1998
Traducción: Claudio Iglesias
Valoración: Recomendable

Hace unos días reseñaba Inocencia interrumpida, texto autobiográfico de Susanna Kaysen en el que la enfermedad mental ocupa un lugar central. En ese sentido, "Espacios sin aire" es un libro emparentado con el de Kaysen, si bien el enfoque de uno y otro son algo diferentes. En el caso del libro de Firestone, los textos que lo componen están más centrados en lo individual que en lo colectivo, pese a que se puede extraer una lectura más o menos "social", además de ser menos variados en lo estilístico y bastante más oscuros. 

Estructurado en 5 capítulos (Hospital, Tras el hospital, Perdedores, Obituarios y Suicidas), Espacios sin aire nos ofrece historias de seres "al margen de la sociedad" en los que conviven pobreza y enfermedad mental. Son relatos que podríamos calificar como carverianos, textos en los que se mezclan el drama y el absurdo, en los que raramente aparece el humor y en los que apenas hay resquicio para la esperanza.

Claudia había pasado por dos matrimonios y cuatro hijos (ya crecidos), y todo lo que había sacado en limpio era una grave infección de vejiga.

Puestos a elegir me quedo con los textos incluidos en "Tras el hospital", testimonios impactantes por cuanto nos ofrecen la lucha condenada al fracaso que los antiguos pacientes se ven abocados a librar contra la parálisis emocional, los efectos de la medicación o el absurdo de los programas de integración.

También me parecen destacables los Obituarios, tanto porque sirven para hablar de temas como feminismo, literatura marginal o enfermedad como por ponernos frente a preguntas tales como "cuál es el precio a pagar por la lucidez?" o "conocemos realmente a quien tenemos más cerca?"

En el lado menos positivo de libro está la sensación de una cierta similitud en los relatos, que me ha llevado a alternar su lectura con la de otros libros.  Creo que leer del tirón los 50 textos puede hacerse algo pesado y que funcionan mejor si los damos espacio y aire, si los dejamos respirar.

domingo, 25 de septiembre de 2022

Susanna Kaysen: Inocencia interrumpida

Idioma original: Inglés
Título original: Girl, interrupted
Año de publicación: 1993
Traducción: Sandra Caula
Valoración: Muy recomendable

Y es fácil desplazarse a un mundo paralelo. Hay muchos: mundos de locos, de criminales, de lisiados, de moribundos, quizá hasta de muertos. Estos mundos existen a los lados de este y se le parecen, pero no están adentro.

El resumen resumido de Inocencia interrumpida diría que se trata de las memorias de Susanna Kaysen, quien con solo 18 año fue diagnosticada de trastorno límite de la personalidad e ingresada durante casi 2 años en el "Hospital" McLean. Pero quedarnos aquí sería demasiado reduccionista, porque aunque es evidente que Inocencia interrumpida se trata de un texto autobiográfico, hay en el una potente voluntad de estilo y una proyección de la experiencia personal hacia aspectos sociológicos, clínicos y políticos nada desdeñable.

Jugando permanentemente con esa idea de mundos paralelos (dentro/fuera, yo/ellos, personal/enfermos, cuerdos/enfermos, refugio/prisión, etc) de la que habla la cita inicial y que tanto me recuerda a una de las escenas finales de El túnel, Kaysen construye desde diversos ángulos un lúcido relato que oscila entre el humor y la amargura, entre la risa y el llanto.

Así, a lo largo del texto encontramos la propia historia personal de Kaysen (pre y pos-encierro), sus recuerdos de la estancia en el hospital, las historias de algunas de las chicas que la acompañaron, reflexiones a posteriori, etc. Textos que en ocasiones pueden ser leídos como breves relatos independientes y autoconclusivos y que hablan de las ansias de libertad, de la dignidad menoscabada o del estigma que las persigue, que ponen en tela de juicio categorías aparentemente predefinidas, etc.

Tres son los principales aspectos a destacar de Inocencia interrumpida:

  • Tono: A diferencia de la famosa película protagonizada por Winona Ryder y Angelina Jolie, el libro está dominado por el humor (negro, si se quiere) y la ironía. Obviamente que hay escenas terribles, pero el tono general del libro esta muy alejado del lado melodramático que tiene la película
  • Enfoque: Literatura autobiográfica, sí, pero que no es ajena a lo que ocurre a su alrededor. Poco ombliguismo encontraremos en un libro en el que tanto compañeras como entorno sociocultural tiene un papel fundamental. 
  • Distancia, tanto a la hora de analizar situaciones, contextos y diagnósticos como a la hora presentar a compañeras de encierro, personal sanitario y demás. Todo es mucho más complejo de lo que puede parecer y esto se refleja muy bien en el texto.   

Por tanto, hayáis visto o no la película, este Inocencia interrumpida es un libro más que recomendable. Literatura de la buena, oigan.

P.S.: Hace uno días aparecía en uno de los suplementos culturales más importantes de este país un artículo sobre editoriales recién aterrizadas en España y con fuertes lazos con América Latina. Sumad otra: Big Sur, que abre su catálogo con este magnífico libro.

lunes, 8 de agosto de 2022

Andrés Neuman: Umbilical

Idioma original:
español
Año de publicación: 2022
Valoración: Decepcionante, y mira que lo siento 

He estado muy cerca de no escribir esta reseña. En general, no me suele gustar escribir reseñas negativas (ya se sabe que los ULADianos tenemos fama de buenistas), y menos aún reseñas de libros que ni me han encantado, ni me han parecido pésimos hasta el punto de querer compartir mi irritación con el mundo. Además, este libro me apetecía mucho, y tenía muchas ganas de que me gustara, porque trata un tema, el de paternidad, que me queda muy cerca, como sabrán los que sean seguidores fieles del blog. Había leído muy buenas críticas, y esperaba que el libro conectase conmigo de una forma muy personal. Y quizás ese haya sido el problema: que por el estilo elegido por el autor para escribir su experiencia, no he conectado en absoluto, me ha dejado completamente frío.

Resumiendo mucho: Umbilical es un libro (¿novela autobiográfico, memorias, ensayo?) en el que el autor reflexiona, o poetiza, si se quiere, sobre su reciente paternidad (el libro fue escrito entre agosto de 2020 y agosto de 2021). Comienza con el embarazo, prácticamente desde la primera ecografía, y continúa después del nacimiento del hijo, hasta sus primeros meses de vida. Y lo hace a través de 100 capítulos cortos, de menos de una página, y un breve monólogo final (de estilo muy semejante), o sea que el libro se lee en un suspiro - aunque no esté pensado para leer de un tirón sino para saborearlo, imagino.

Y aquí empieza mi problema con el libro: Andrés Neuman ha elegido contar la experiencia de la paternidad a través de un lenguaje poético, y en muchos momentos muy abstracto, hasta el punto de que un lector poco atento podría perderse cuál es el acontecimiento o referente sobre el que se está hablando. Es verdad que se habla de cuerpos y de materias, de pipís y cacas y leche, pero inmediatamente parece huirse a las alturas de lo ideal, de lo místico, como si hablar de lo material fuese una vulgaridad. Por dar solo un ejemplo, viendo las fechas de escritura del libro es fácil comprender que fue escrito (y que el bebé nació) en plena locura pandémica: confinamientos; reglas estrictas de protección, especialmente en hospitales; aquel miedo inicial cuando todavía no se sabía nada y parecía que mirar a un infectado podía contagiarte... Esta circunstancia, como muchas otras, es aludida de pasada, o de forma oblicua, pero sin detalle y sin profundizar, como si no condicionase la relación entre padre e hijo, que es el único tema central del libro.
 
Y hay sentimiento, naturalmente, en este libro, pero el sentimiento parece haber quedado sepultado debajo del deseo de "escribir bonito". Con una contención formal casi de haiku, cada capítulo parece querer ser perfecto en su expresión, aunque eso congele la vitalidad y el caos de la experiencia de la paternidad. No les falta mérito ni belleza a muchos de esos capítulos, pero sí, en mi opinión, carne o sangre. Como los capítulos son tan breves, me permito copiar uno entero, porque creo que así será más fácil entender a lo que me refiero:

Releo nuestra casa porque no la conozco: va mutando a la luz de tus apariciones. En los rincones juegan los ecos de mañana. Después de media vida sin correr, los muebles aceleran.

Me busco por los cuartos y ya no estoy aquí, ya no soy ese.

 
Y aún otro más:
 

Te admiro por intrépido, vanguardista en pañales. Te entregas a la rabia de la noche, al escenario de la calle o a la fiesta improvisada sin todas estas dudas que a mí me paralizan.

Radical sin querer, lo tuyo es la performance de estar vivo. Tan pancho en tu episteme, que empieza por el cuerpo.

 
Habrá algún lector de esta reseña que diga: "bueno, esa ha sido la elección estética del autor, y hay que aceptarla"; y otro lector todavía más enfadado: "si tan poco te ha gustado el libro, escribe tú otro mejor". Y efectivamente, tienen razón los dos: Andrés Neuman ha escrito el libro que él quería escribir, y no el que escribiría yo en su lugar. Si yo lo hiciera, optaría por un estilo mucho más concreto y mucho menos elíptico; haría referencia mucho más explícita y constante a las condiciones materiales de la paternidad, que no sucede en un vacío ni en una abstracción filosófica; intentaría rebajar el tono místico de la experiencia con sus tonos menos épicos o enfáticos, los miedos, las torpezas, las discusiones, los cansancios, las dudas; y utilizaría un vocabulario específico del campo de la crianza (amniocentesis, meconio, mastitis, estrías, entuertos) que no he encontrado en este texto.
 
Dicho con otras palabras: quizás este libro esté dirigido a otros lectores, a otros padres (y no padres), que harán una lectura completamente diferente de la mía y habrían hecho una reseña completamente diferente de esta. También a mí, insisto, me habría gustado escribir una reseña diferente, que empezase con un "Muy recomendable" o "Imprescindible", y que Umbilical apareciese en mi lista de mejores lecturas del año.

No ha podido ser.

jueves, 28 de abril de 2022

Linda Boström Knausgård: Niña de octubre

Idioma original: Inglés
Título original: Oktoberbarn
Traducción: Rosalía Sáez
Año de publicación: 2019
Valoración: Irregular, aunque está bien

Niña de octubre es una autobiografía poco ortodoxa porque 1) empieza "in media res", 2) tiende a la dispersión, 3) novela ciertos pasajes, 4) antepone lo anecdótico a la visión panóramica y 5) arroja paletadas de crítica social.

Narra la vida de Linda Boström Knausgård, escritora sueca que mantuvo una conflictiva relación con Karl Ove Knausgård y que apareció en Mi lucha, la saga memorialista de éste. 

En Niña de octubre, la faceta personal sobrepasa holgadamente a la profesional. Así pues, aunque Boström alude a su relación con la escritura (creativa, laboral, etc...), no le dedica a la misma tantas páginas como a su propia vertiente humana. Y debo decir que, en este último apartado, la autora sobresale. Quizá peca por reiterativa cada vez que regresa al centro psiquiátrico, pero en general la cosa funciona.

De este libro me ha gustado:

  • Que Boström no lo haya instrumentalizado para contrarrestar aquello que su ex marido plasmó de ella en Mi lucha. Es decir, que no caiga en el "salseo" literario.
  • La honestidad de la autora al retratarse a sí misma con todas sus contradicciones y defectos. Nunca se hace la víctima, ni oculta que, como cualquier ser humano, tiene más sombras que luces.
  • La factura de determinadas escenas. Pienso, por ejemplo, en la autenticidad que logra imprimir a sus recuerdos de infancia y adolescencia. 

Por todo lo dicho, recomiendo Niña de octubre. Es cierto que, en tanto que autobiografía, le falta algo de contexto y empaque. Sin embargo, compensa sobradamente estas pequeñas carencias con sus virtudes, especialmente aquéllas de corte narrativo. 

jueves, 3 de marzo de 2022

Ilustres olvidados #4: La lengua salvada, de Elias Canetti

Idioma original: alemán

Título original: Die gerettete Zunge. Geschichte einer Jugend

Año de publicación: 1977

Valoración: Imprescindible para admiradores del autor



Me he dado cuenta de que hacía mucho que no leía nada de Canetti (1905-1994). Tras el deslumbramiento de Auto de fe que, por cierto, recuerdo mucho mejor que otros más recientes, y a pesar de la admiración que siento por él, dejo pasar demasiado tiempo entre un libro y otro. Ahora, por fin, he llegado al primer tomo, el que abarca desde los recuerdos más antiguos hasta sus dieciséis años, edad en que su madre le aparta de Zurich, ciudad en la que luego viviría mucho tiempo. No haber leído estas memorias en el orden (cronológico) en que fueron escritas me ha dado libertad para interpretarlas. Cuando escribo esto, solo quedan dos años para que se anule la prohibición de publicar -que abarcará tres décadas a partir de su fallecimiento- el material (novelas, diarios, cartas etc.) contenido en las ciento cuatro cajas que se conservan, custodiadas y bajo tierra en .la Biblioteca Central de la ciudad que le vio morir.

Según cuenta el prólogo, a cargo de Ignacio Echevarría, este primer volumen surgió para estimular a su hermano menor, ya muy enfermo, y con el que apenas convivió, avivando sus recuerdos de infancia y, aunque no lo acabó a tiempo, la idea sirvió de espoleta para ampliar esa primera memorias con otras dos, que su hija ampliaría, póstumamente, con una cuarta basada en apuntes de su exilio en Londres. A pesar de haber publicado tanto Auto de fe como Masa  y poder muchos años antes, fueron estas Memorias las que le aportaron el reconocimiento suficiente para recibir el Nobel en 1981.

Desde el primer momento el personaje se muestra tal como lo veremos hasta el final de estas páginas, alguien obsesionado por aprender y elaborar lo aprendido: la sabiduría y el pensamiento como ejes de su existencia. Del lugar donde nació, Rustschuk (Bulgaria), lo que destaca es la variedad de procedencias de sus habitantes, que implica a su vez múltiples mentalidades y culturas, y su condición de frontera entre oriente y occidente, así como los idiomas –comenzando por el español por su origen sefardí– que marcaron su trayectoria. Desde niño se le inculcó el orgullo ancestral que caracterizaba a su madre, muy interesada en lo cultural gracias a la prosperidad de su familia. Esto, unido a su precocidad e inteligencia le proporcionaron un engreimiento, que transmite en cada anécdota pero del que no parece ser consciente y que, por lo que cuenta, no le abandonaría nunca. A esto se unen los frecuentes traslados de domicilio, le vemos viajar de un país a otro (Bulgaria, Inglaterra, Austria, Suiza) unas veces por cuestiones familiares y otras huyendo de la guerra. Desde muy pronto se muestra afín a un bando u otro, lo que no cambia, gracias al influjo materno, es su pacifismo a ultranza. Y no solo en este campo, como hijo mayor y desde el fallecimiento del padre, ella se encarga de dirigir sus intereses, opiniones y conocimientos, supervisando amistades y lecturas, condicionando sus gustos y aficiones, y aunque el arranque de rebeldía y con él un progresivo distanciamiento, surge bastante temprano, es evidente que es ella quien acaba determinando su futuro.

Profesores y alumnos desfilan por estas páginas y son juzgados apasionada y sinceramente tanto a favor como en contra. También sus filias y fobias literarias y artísticas, así como sus ideas sobre cualquier asunto que le interesase, se entremezclan con la vida familiar y cotidiana de un chico consciente de su inteligencia, obsesionado con lo que va descubriendo en sus lecturas, al que le gusta destacar entre sus compañeros, y así nos lo hace saber aunque no lo reconozca. Esa arrogancia suya parece que solo le ocasionó algún problema en 1919, cuando tenía catorce años y el antisemitismo empezaba a extenderse. Desde que tenía once, su madre –que siempre había llevado una vida de lujos y ahora atravesaba por una situación muy distinta– ingresa en un sanatorio internando a Elías en una pensión para señoritas de Zurich, donde era el único varón, mimado y celebrado pero apartado de su familia aunque la correspondencia era bastante frecuente. Él parece feliz a pesar de todo, hasta que cinco años después la propia madre cambia de opinión y decide arrancarle de ese paraíso pues piensa que se está reblandeciendo. A partir de ese momento, la complicidad que siempre habían tenido empieza a agotarse.

Aunque el texto en su conjunto traza un amplio panorama cultural e histórico de una parte de la Europa de aquellos años con la mirada de un chaval de la época, el relato evoluciona mediante cuadros, relacionados pero independientes, que son historias mínimas con un desenlace más o menos abierto. Una forma de narrar, a base de pequeñas dosis, que acerca las escenas al lector involucrándole, a veces con una ironía tan sutil que apenas la notamos. Cada descubrimiento le vapulea, todo lo que menciona lo convierte en parte de su  vida, sus sentimientos son tan convincentes que, una vez nos ha llevado a su terreno, acabamos participando de cada uno de sus estados de ánimo.


Otras obras de Elias Canetti: Auto de feLa antorcha al oído