lunes, 1 de septiembre de 2025

Madres de libro: Canina de Rachel Yoder

Idioma original: 
inglés
Título original: Nightbitch
Traductora: Laura Ibáñez
Año de publicación: 2022 
Valoración: extraño, pero recomendable  
 
Este es uno de esos libros a los que llegué a partir de la película: una adaptación cinematográfica con Amy Adams como protagonista, que recibió críticas mixtas, pero que al mismo tiempo ganó varios premios en festivales, sobre todo por su interpretación principal. Así, mi lectura del libro necesariamente está condicionada por la película, aunque, y siento caer en el cliché, el libro me haya gustado más. 
 
Nightbitch (primer problema para la traductora: cómo traducir este título tan impactante del inglés; avanzo ya que la solución elegida no me parece mala, aunque obviamente no sea tan llamativa como el original) habla sobre la maternidad, lo que explica su inclusión en esta serie, pero desde un planteamiento innegablemente original. La protagonista, a la que solo se llama "una madre", y que vive en un estado de cansancio e irritación constante desde que se dedica exclusivamente a cuidar de su hijo, comienza de repente a transformarse en una perra (la Perra de Noche del título): le sale una cola, le crecen unos pezones extra en el pecho, y por las noches se escapa a correr por el barrio y a cazar pequeños animales que se encuentra a su paso. 
 
Este tema podría resultar absurdo o ridículo; desde luego, es inverosímil, pero la autora consigue hacerlo funcionar, aplicando técnicas propias del género fantástico: el tratamiento de lo irreal como parte de lo real, algo sorprendente pero no completamente imposible, de forma que, progresivamente, tanto la protagonista como su marido y su hijo aceptan lo que está sucediendo, no como un terrible drama que debería llevarles de consulta en consulta hasta encontrar una solución, sino como parte de una realidad mágica que ambos comparten. Por otra parte esta idea de "una madre que se convierte en perra" es desarrollada a través de escenas a veces cómicas, a veces grotescas, como cuando la madre asesina a la gata de la familia, o cuando ella y su hijo devoran carne cruda como animales en un centro comercial (para escándalo, naturalmente, del resto de clientes). 
 
De hecho, el humor es otro de los grandes valores de la obra: la madre (y la narradora, que sin ser la misma persona, porque la historia está en tercera persona, está muy próxima de ella) es (auto)irónica, divertida, bromista, ácida, utiliza una expresión ágil, coloquial, vulgar cuando hace falta... Aquí tengo que referirme al tema de la traducción nuevamente, porque me parece muy complicado transmitir esa espontaneidad juguetona del original, y la traductora lo consigue muy bien. Salvo por alguna que otra palabra que me chirría (como "tontuela"), creo que la traductora ha hecho un trabajo excelente para mantener la frescura del original sin resultar artificial. 
 
Pero aunque sea una novela bizarra (cómo me gusta usar esta palabra ahora que la RAE ha aceptado la acepción "Raro, extravagante o fuera de lo común") y divertida, también sabe ponerse seria, sin que la mezcla resulte incómoda (algo que sí pasa en la película en algunos momentos, creo). De hecho, se puede entender esta obra como una crítica feroz, literalmente feroz, de ciertos modelos de maternidad intensiva, o de la propia idea de maternidad como institución (que diría Adrienne Rich), como una responsabilidad casi exclusiva de la mujer, con su carga de preocupación, culpa, frustraciones y renuncias. ¿Por qué esas renuncias solo se exigen a las madres? ¿Hasta qué punto debe una mujer renunciar a sí misma (hasta el punto de renunciar incluso a su nombre para convertirse en "una madre")? ¿Es posible compaginar la maternidad con una trayectoria profesional fructífera y gratificante? ¿Es esa la maternidad ideal? La madre (una mujer inteligente, culta, creativa, sofisticada) se plantea todas estas cuestiones mientras lucha por alimentar a su hijo e impedir que destroce la casa, operando una constante comparación, e incluso competición, con otras madres que la rodean. Leyendo la obra es inevitable pensar en otros textos que han planteado estas cuestiones, desde diversos géneros o latitudes, como El nudo materno de Jane Lazarre o Las madres no de Katixa Agirre, o también a El papel de pared amarillo de Charlotte Perkins Gilman, que la protagonista lee y relee al comienzo de la novela.
 
Hay un aspecto, sin embargo, que me ha provocado algo de desazón al leer el libro (y que también me lo provocó al ver la película): que, a través de la creación de la filósofa/antropóloga ficcional Wanda White, y su libro Compendio de mujeres mágicas, parece reintroducirse en el texto un cierto discurso esencialista sobre la feminidad y la maternidad, acerca del cual no está claro cuál es la posición ni de la protagonista ni de la autora. Es decir: si por una parte parece cuestionarse que, social y culturalmente, se cargue a las madres con toda la carga física, mental y económica de la crianza, al mismo tiempo parece recuperarse una especie de discurso mítico de la Gran Madre natural, biológica y espiritualmente unida a sus crías y a la naturaleza de una forma que es ajena a los hombres. Y me parece difícil conciliar ambas cosas, porque si se defiende una mayor libertad de las mujeres para elegir (conjuntamente con sus maridos y con el resto de su "tribu") cuál es el modelo de maternidad más adecuado, no veo que se pueda al mismo tiempo defender que exista una especie de destino ancestral al que solo las madres tiene acceso.

O a lo mejor es que lo he entendido mal, no sé. Si alguien más ha leído la novela o visto la película, puede dar su opinión en los comentarios.

En fin, a pesar de estas dudas, el libro me ha parecido original y potente, valiente y divertido. No es una novela perfecta, pero ¿quién quiere perfeccción a estas alturas?

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