viernes, 26 de abril de 2024

Amor Towles: La autopista Lincoln

Idioma original: inglés
Título original: The Lincoln Highway
Traducción: Gemma Rovira Ortega para Salamandra
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable


Hay autores que, debido a su poca proliferación literaria, son bastante desconocidos para gran parte del público. Este sería el caso de Amor Towles quien, a pesar de ello y con únicamente unos pocos libros publicados, cada libro que publica es un acontecimiento. Así que, sucumbido a los encantos de «Normas de cortesía» y «Un caballero en Moscú», debía lanzarme a por su tercer y último libro publicado hasta la fecha.

Empieza la historia el 12 de junio de 1954 con la llegada de un joven Emmet a su casa en Nebraska (donde le espera su hermano Billy) tras pasar unos meses en el correccional de Salina por haber sido el causante fortuito de la muerte de otro chico. Emmet, un chico con una gran madurez, que lamenta lo sucedido y que sabe que, a pesar de haber cumplido sentencia, «cuando has puesto fin con tus propias manos al tiempo que otro hombre tenía asignado en esta tierra, demostrarle al Todopoderoso que mereces su misericordia no debería llevarte ni un solo día menos que el resto de tu vida», ve a su vuelta del correccional como un banquero le informa que, a causa de las deudas contraídas por su padre recién fallecido, él y su hermano deberán abandonar la casa pues esta pasará a ser propiedad del banco. Así que, debido a los problemas que podrían tener viviendo en la ciudad donde se produjo la muerte del chico y sin tener lugar donde residir, deciden marcharse a California donde supuestamente vive su madre quien los abandonó ocho años atrás y que a su partida les mandó una postal cada día durante los primeros nueve días desde cada una de las ciudades por las que pasó viajando por la autopista Lincoln hasta Sant Francisco. Pero, justo cuando están planificando el viaje y están dispuestos a partir, aparecen por sorpresa Duchess y Woolly, dos chicos fugados de Salina y amigos de Emmett que tienen otras intenciones muy diferentes.

Bastan apenas cuarenta paginas para cerciorarse del talento de Towles. La familiaridad y el acierto en el retrato de los personajes es magnífica y en la lectura uno se encuentra entre graneros y zonas agrícolas, entre la camaradería entre amigos y la fraternidad entre hermanos. Towles sabe como pocos conseguir que cojas cariño a sus personajes a quienes retrata y perfila con maestría. De esta manera, en un relato que a medida que avanzamos se va convirtiendo en más coral, el autor pone voz a los cuatro chicos que, de manera intercalada, protagonizan el relato y nos trasladan la historia desde su punto de vista con una narración en primera persona que se muestra muy personal y que facilita en gran medida la empatía del lector hacia cada uno de ellos. Así, uno se forma una clara opinión de sus pensamientos y sus diferentes caracteres pues Towles sabe manejar con gran destreza el ritmo narrativo y el reparto del protagonismo, retratando así a la perfección las personalidades de los cuatro protagonistas: Billy, el más joven, pero a su vez más instruido y racional, Emmett, con sus ideales y valores y un propósito firme y constante, Duchess, aventurado intrépido y temerario y Woolly quizá el peor retratado, siempre a la estela de Duchess.

En esta road movie literaria (no me gusta la expresión literatura de viajes pues puede llevar a equívocos), el autor nos describe el día a día de los cuatro personajes durante diez días en un corto espacio de tiempo que a los ojos del lector y de los protagonistas parece mucho más; las desventuras y adversidades por las que transcurren, los cambios de planes y de intenciones, los peligros que enfrentan y las situaciones que viven les hacen madurar de golpe y constatar que el mundo es hostil y que no es recomendable fiarse de cualquiera pues es bien sabido que «la bondad empieza donde la necesidad acaba». Así, las diferentes necesidades e intenciones de los personajes los lleva a descubrir quienes son y cómo son sus relaciones a la vez que vamos descubriendo su pasado. Por ello, lo que en un inicio parece un libro con tintes de aventuras postadolescentes se va tornando reflexivo y profundo, pues Towles ha escrito un relato en el que la madurez azota de golpe e irrumpe en la personalidad de cuatro jóvenes que, emprendiendo la aventura de ir de Nebraska a California, se encuentran con situaciones imprevistas y quienes encontrarán a su vez diferentes personajes que, con voz propia y personalidad bien trazada, les abrirán su mentes y enriquecerán no únicamente su experiencia sino también el relato. De esta manera, escrito de manera coral, el libro muestra una gran variedad de personalidades que se entrelazan y se alimentan, expandiendo de esta manera el cerrado mundo que les auguraba una tierra como Nebraska y ampliando de esta manera costumbres y experiencias a las que el lector los acompaña en sus contiendas. Lamentablemente, esos personajes secundarios que funcionan perfectamente cuando intervienen de manera tangencial en la historia pierden peso y desvían la atención del relato cuando toman parte en la narración del relato, cuando tienen sus propios capítulos y cada uno de ellos se convierte también en narrador en primera persona. Aunque bien es cierto que tanta variedad de personajes expande el arco narrativo, en ocasiones lo hace de manera excesiva perdiendo tal vez foco en la trama principal dejando de lado ocasionalmente a los verdaderos y más interesantes personajes con la intención de hacer una novela que trate más temas y puntos de vista. Es evidente la intención de Towles, pues cada personaje tiene su voz y sus motivos, sus ideales y sus objetivos vitales pero, a excepción de Sally, sus apariciones rompen el ritmo narrativo y causa que el lector, consciente de que se trata de personajes secundarios, aparte a su vez el interés en la historia central. El equilibrio necesario para conseguir que funcione es difícil y el libro lo consigue, aunque solo puntualmente.

Para finalizar, debo confesar que los libros de carretera siempre me han costado. Claro que hay excepciones, como «On the road» de Kerouac pero, aún y así, me cuestan. De todos modos, y a pesar de ello, iba completamente mentalizado de cara a la lectura de este libro porque, siendo escrito por Towles, pensaba que encontraría la manera de hacerlo interesante. Y debo decir que lo consigue, aunque a veces y prácticamente solo en la primera mitad. En cualquier caso, tal y como indica Towles, «para ambicionar, para enamorarnos, para tropezar tanto y, sin embargo, seguir adelante, de alguna forma debemos creer que eso que estamos viviendo nunca lo ha experimentado nadie tal como nosotros lo estamos experimentando». Y así creo que debemos afrontar la lectura, con la mente siempre abierta deseando que los libros nos hagan sentir algo único y quizás irrepetible… hasta la siguiente lectura.

Otras obras de Amor Towles en ULAD: Normas de cortesía, Un caballero en Moscú

jueves, 25 de abril de 2024

Tom Benn: Sangre Oscura

Idioma original:
Inglés
Título original: Oxblood
Traducción: Olaia Rodríguez
Año de publicación: 2023
Valoración: Irregular, aunque decididamente recomendable 


Sangre Oscura ganó en 2022 el Sunday Time Charlotte Aitken. Sin duda, la novela de Tom Benn es digna de dicho galardón, que premia al mejor escritor joven del año en Reino Unido. A fin de cuentas ha sido resuelta con una solvencia nada desdeñable; además, aunque nunca llega a arriesgar demasiado, resulta ambiciosa tanto en la forma como en el fondo.

Trata sobre Jan, Carol y Nedra, tres mujeres pertenecientes a generaciones distintas que luchan, cada una a su manera, contra el legado criminal del apellido Dodds.

Varias son, a mi juicio, las virtudes de Sangre Oscura:

  • Su ambientación. Tanto el retrato social de los suburbios de Mánchester en los 1960s y 1980s como las descripciones sórdidas de viviendas o pubs dan verosimilitud al escenario y la atmósfera.  
  • Sus personajes. Se sienten creíbles, vivos; incluso aquellos más pasivos y de carácter apagado, como Carol, intrigan al lector y tienen la oportunidad de hacer un gran gesto hacia el clímax de la historia.
  • Su argumento. Narrado orgánicamente a través de un ir y venir entre presente y pasado, se guarda también algún que otro giro bajo la manga.
  • Los temas. La obra baraja con pasmosa facilidad cuestiones de clase y de género. De sus muchas aportaciones me quedo con esas que giran en torno a la sexualidad femenina, aprendidas por las malas por Jan en su búsqueda desesperada de amor.
  • Su prosa. La pluma del autor dota a determinados pasajes de gran calado emocional, potencia lírica y calidad estilística.

Resumiendo: Sangre Oscura es una buena novela, digna de galardones literarios prestigiosos. Aunque como lector se llega a admirar más que disfrutar, hay que admitir que derrocha logros. Quizá, eso sí, le pondría alguna pega; por ejemplo, que apenas explora su vocación "noir", que durante su primera mitad no queda claro en qué dirección se moverá el argumento y que el personaje de Jan eclipsa al resto.

miércoles, 24 de abril de 2024

Reseña + Entrevista: Yeguas exhaustas de Bibiana Collado Cabrera

Idioma original:
español
Año de publicación: 2024
Valoración: Muy recomendable
 
Creo que es bastante evidente que en los últimos años se han venido diversificando las voces que conviven y dialogan en la literatura española (aunque obviamente aún quede mucho camino por recorrer), en primer lugar y sobre todo por la necesaria incorpración no solo de obras de autoría femenina, sino también de textos que presentan experiencias y perspectivas femeninas (y feministas, lo que no es necesariamente lo mismo). Dentro de esta creciente diversidad de voces y de experiencias, Yeguas exhaustas ofrece un cruce muy interesante, y mucho menos habitual de lo que debería ser habitual, creo: el de la perspectiva de género con la perspectiva (o conciencia) de clase. En una literatura fundamentalmente burguesa (aren't they all), se propone rescatar y reivindicar la memoria y la dignidad de los (y sobre todo las) de abajo, partiendo de una narrativa personal, pero con clara intención de representatividad.

Yeguas exhaustas es un ensayo, crónica, diario o autobiografía narrada por Beatriz, una chica afincada en la Comunidad Valenciana, descendiente de andaluces, de clase trabajadora, que actualmente trabaja como profesora aunque anteriormente ensayó un camino en la investigación académica. Muchos de estos rasgos coinciden con los datos biográficos de la autora, Bibiana Collado, como confirman las biografías que se pueden encontrar online. Con todo, hay en el texto una clara decisión de desligar la obra de la pura autobiografía, a través de la creación de ese personaje intermedio, Beatriz, cuyas experiencias pueden ser o no idénticas a las de la autora, y que en un nivolesco capítulo final llega de hecho a dialogar con su creadora. Así, Yeguas exhaustas se propone, creo, como un complemento del Cambiar de idea de Aixa de la Cruz, que se situaba más próximo de las memorias, añadiendo una capa de ambigüedad en cuanto a su estatuto de verdad/ficción, y añadiendo también una perspectiva de clase que se cruza con la de género, central en ambas obras.

Porque estas son, sin duda, las dos coordenadas a partir de las cuales se puede y debe entender la experiencia de Beatriz, y también la propia posición de la novela en relación con el canon literario español: la clase y el género. Beatriz es una personaje y narradora radicalmente situada en su clase, en sus orígenes de madre limpiadora de casas y de familia andaluza inmigrante en Valencia. Sus referentes, sus gustos, su formación y también sus conflictos y dudas provienen de esa marca de clase, que puede ser aparentemente indetectable, pero que resurge a la hora de separar a aquellos que tienen derecho a ocupar ciertos espacios y ciertas posiciones de poder o de habla, de quienes no tienen ese privilegio, sea en el mundo académico, artístico o literario. De ahí, también, muchas de las dudas, miedos y arrepentimientos que la narradora va sintiendo y anotando en el texto a medida que lo escribe: quien ocupa un lugar subalterno está obligado a dudar sobre su capacidad o su legitimidad para hablar o para decir según qué cosas. De ahí, también, el tono conversacional del libro, que puede resultar chocante al principio, por parecer "poco literario", pero que creo que responde igualmente a un cuestionamiento consciente de, precisamente, lo que llamamos literatura y arte (y por quién y para quién se crea ese arte).
 
Hay por lo tanto en el texto una reivindicación de los referentes y de la cultura popular (metonímicamente representada por Camela) que sin embargo no lleva, creo, a un cerramiento o retroceso ideológico como el que representa Ana Iris Simón, sino a una propuesta de relectura más igualitaria de la cultura y del arte. Esta conciencia de clase, y particularmente la defensa de la dignidad de las mujeres de clase trabajadora (las "yeguas exhaustas do título"), encarnada en la madre de la narradora, me ha recordado a la de La mala costumbre de Alana Portero, que comparte varias preocupaciones con estas Yeguas exhaustas, a pesar de que las vivencias de las protagonistas de ambas novelas difieran en muchos otros aspectos. 

Además de la clase, la segunda coordenada que atraviesa la novela es el género: Beatriz no solo siente los condicionamientos derivados de ser de origen trabajador y rural, sino también los que se relacionan con ser mujer en una sociedad patriarcal y en la que la violencia (de diverso tipo) sigue siendo un arma de subyugación de las mujeres. De hecho, una parte relevante de la novela muestra la relación abusiva mantenida por Beatriz con un hombre mayor que ella, que utiliza todo tipo de herramientas de manipulación y control, desde la humillación y la infantilización, hasta los gritos o la amenaza de la violencia física. La novela no explica exactamente cómo o en qué momento consigue Beatriz romper ese vínculo tóxico y destructivo; por suerte, una serie de capítulos intercalados, publicados en páginas de un tono más oscuro que el resto, nos la muestran un tiempo más tarde, en el momento de escribir el texto que estamos leyendo, en una relación saludable con otro hombre. 

No quiero extenderme más, entre otras cosas porque a continuación viene la entrevista con Bibiana Collado, que dice cosas muy interesantes. Termino, así, recomendando que leáis Yeguas exhaustas, una más que bienvenida adición al coro de las voces que componen la literatura española contemporánea.



martes, 23 de abril de 2024

Miriam Toews: No dejar que se apague el fuego

 


Idioma original:
inglés.
Título original: Fight Night
Traducción: Julia Osuna
Año de publicación: 2023
Valoración: recomendable

Perdonad que a estas alturas crea conveniente eludir estereotipos recientes como eso del empoderamiento que, en mi honesta y absolutamente criticable opinión, solo hacen que esconder una actitud de tolerancia condescendiente que blanquea la caduca superioridad moral tras la que se insiste en enfatizar logros como si hiciera falta cierto pulgar arriba. Que No dejar que se apague el fuego (curiosísima traducción del título) sea una novela que refleja el devenir de tres generaciones de mujeres que conviven en una casa en algún lugar del Canadá es una mera anécdota o un mero punto de partida situacional para una notable obra. Casi al uso de algún tipo de narrativa costumbrista, donde percibiría tanto aromas de literatura popular (lo siento, esa complicidad intergeneracional me recuerda cosas como Manolito Gafotas) hasta ciertas subtramas que me recuerdan a Junot Díaz. El caso es que a su autora, Miriam Toews, me cuesta identificarla - salvo las referencias a la comunidad menonita - como la misma que escribió  Ellas hablan, novela que me decepcionó algo y en la que la autora usó un rango de alcance más modesto.

Por el contrario, aquí estamos fuera de las claustrofóbicas comunidades religiosas ancladas en el pasado y ese cambio de entorno se agradece. Fuera del hábitat opresivo de creencias anquilosadas y ancladas en el pasado, aquí asistimos a un estimulante ejercicio que muestra a tres generaciones resueltas a ejercer dominio sobre el presente, y esa determinación aporta frescura a la narración que, a pesar de cierto componente de trágica cotidianeidad, resulta curiosamente teñida de humor y desparpajo, casi se diría que se desprende cierta sorna de esa curiosa convivencia, entendemos, obligada por cierta precariedad. Toews organiza un curioso triángulo donde Elvira, la abuela, y Swiv, la nieta de nueve años, interactúan en un diálogo algo caótico en una primera parte, mientras la generación intermedia, la madre, embarazada en su tercer trimestre, muestra una presencia más discontinua. Swiv ha sido expulsada del colegio y su abuela se está encargando de ella mientras la madre, actriz de escaso éxito, va y viene de forma atribulada. Espectacular omisión del rol masculino. Del padre nada se sabe. 

Lo que es curioso es que, a pesar de esa anárquica puesta en escena, la novela se concreta y se vislumbra sin la necesidad de un esqueleto argumental al uso. De hecho, parece más una buddy movie en que abuela y nieta se desafían y se retan constantemente, especialmente cuando Elvira relata sus hechos vitales, siempre en lucha contra la opresión social a la que parecía abocada, mientras la nieta, lenguaraz, aporta su réplica en una especie de reivindicación de que, dos generaciones después, no hay motivo de explicación o justificación.

lunes, 22 de abril de 2024

Jorge Volpi: Una novela criminal

Idioma original: español

Año de publicación: 2018

Valoración: muy recomendable

Una mañana de diciembre de 2005, las televisoras interrumpen su transmisión habitual para hacer un enlace en vivo con un corresponsal ubicado en la carretera México-Cuernavaca, a las afueras de la ciudad. La Policía Federal está por realizar un operativo para ingresar a una supuesta casa de seguridad donde, según la información obtenida por el equipo de inteligencia, se encuentran personas secuestradas. Las imágenes muestran a los agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI), encapuchados y equipados con armas largas, traspasando el portón y desplegando sus unidades por toda la finca, sin encontrar la menor resistencia. 

El audaz reportero, sin importarle su propia integridad, sigue a los encapuchados a través del patio de la finca, los cuales ingresan al cuarto de servicio, donde se ve que la acción ya había comenzado. La cámara muestra cómo los agentes de la AFI someten a un sujeto moreno de pelo corto, en estado deplorable, mientras el reportero hace una descripción detallada de los hechos. Uno de los agentes toma por el cabello al presunto secuestrador y levanta con brusquedad su cara para que pueda ser vista en vivo por millones de mexicanos. La cámara hace un recorrido exhaustivo por el desordenado cuarto, hasta posarse de nuevo de manera momentánea en la cama sobre la cual reposan varios rifles de asalto. El equipo de reporteros continúa su recorrido hasta encontrar a otra persona encogida en un rincón del cuarto, cubierta completamente con una cobija, la cual, al ser retirada por uno de los agentes, revela a una mujer pelirroja de tez pálida y rasgos afilados. El reportero interroga a la mujer (creo que ya está quedando claro lo absurdo de la situación) acerca de su relación con el hombre anteriormente sometido por los policías, que después sabremos es el líder de la banda, Israel Vallarta. La mujer, con el semblante descompuesto por el pánico, niega cualquier relación con Israel y dice desconocer por completo que en ese domicilio se encuentren personas secuestradas, pero es detenida igualmente. Lo que más llama la atención de la güera es su marcado acento francés, Florence Cassez.

Lo que pretendía ser el heroico rescate de unas víctimas de secuestro y el desmantelamiento de una de las bandas de secuestradores más peligrosas del país por parte de la recién creada AFI, resultó ser uno de los episodios más infames del periodismo mexicano. Televisa, la cadena de televisión más grande de México, en colusión con la Policía Federal, fue partícipe de un montaje televisivo que tendría repercusiones políticas, a tal grado de tensar las relaciones diplomáticas entre México y Francia al punto de ruptura, y abriendo viejas heridas producidas por las múltiples invasiones del imperio francés a la soberanía mexicana. 

Jorge Volpi desentraña en esta novela sin ficción (como él la llama) lo que a la postre sería conocido como “El caso Florence Cassez”, el cuál exhibiría ante los ojos del mundo (ahora ya incluso hay un documental en Netflix) lo surreal que es la impartición de justicia en México. Fabricación de evidencia, tortura de testigos, manipulación de la información, etc., todo esto combinado con la más vil y vulgar estupidez de aquellos encargados de establecer el orden. Volpi reitera en varias ocasiones que su libro es una novela “sin ficción”, sin embargo, no tiene reparos en llenar, desde la barrera de la ficción, todos los huecos (que no son pocos) que hay en este magullado caso. Fuera de eso, la novela no podría estar mejor documentada. La revisión de los expedientes es exhaustiva. Volpi incluso se entrevistó personalmente con los involucrados y con sus familiares, así como con los abogados y todas aquellas figuras del ámbito periodístico y jurídico que le pudieran aportar información.

A pesar de que este libro se acerca más al documental que a una obra de ficción, la impecable narración de Volpi hace que su lectura se disfrute como si fuera una novela policiaca (en el buen sentido del término). Lo que añade profundidad al libro es el hecho de que quienes presenciamos el desarrollo del caso en tiempo real, nos forjamos nuestras propias ideas y teorías sobre él. Descubrir detalles que no se hicieron públicos en su momento funciona perfectamente como un giro argumental post hoc. Si acaso, el único reparo que le pondría al libro es que aquellos que no estén familiarizados con el caso (no estoy seguro de qué tanto trascendió fuera de México y Francia) no lo podrán disfrutar al cien por ciento. Si sirve de algo, pueden empezar viendo el video que les dejo abajo para que se den un quemón del marranero que se hizo alrededor de esta historia.

Por cierto, para 2023, Cassez se encontraba viviendo libremente en Dunkerque, Francia, junto a su hija. Israel Vallarta, sus supuesto cómplice y líder de la banda de secuestradores “Los Zodiaco”, lleva 17 años en prisión preventiva, aún sin sentencia. Qué gran diferencia cuando no tienes al presidente de tu país para sacarte de la cárcel.

Caso Florence Cassez: 13 de febrero de 2006

Otras obras de Jorge Volpi en ULAD: Leer la menteLa tejedora de sombras

domingo, 21 de abril de 2024

Alberts Bels: La Jaula

Idioma original: Letón
Título original: Büris
Año de publicación: 1972
Traducción: Rafael Martín Calvo
Valoración: Bastante recomendable

La "contra" de este libro me recordó a La pesquisa de Juan José Saer. Terminada la novela, creo que hay algo de ese Saer, pero los principales nombres que me vienen a la cabeza son Kafka y Dostoyevski. ¡Toma ya!

Porque La jaula parece ser inicialmente una novela negra / policíaca, pero acaba convirtiéndose en un alegato en favor de la libertad individual en un mundo "estandarizado". O, mejor dicho, en un mundo en el que caminamos por senderos marcados, creyendo gozar de una libertad que solo abarca el perímetro de la jaula invisible que nos rodea. Por un lado, la jaula como metáfora, como aquel insecto, aquel castillo o aquel proceso del genio checo; por otro lado, la culpa, los dilemas morales, los propios actos como prisión autoimpuesta del genio ruso.

Estamos en 1972, en la RSS de Letonia y hay que pasar la censura como sea. De ahí, quizá, la opción del autor por un comienzo al más puro estilo "novela de misterio". Porque habemus desaparición de Edmunds Berzs, arquitecto de éxito, habemus investigación al mando del inspector Struga y habemus también misterio resuelto. Y habemus unos primeros capítulos centrados en la descripción física y psicológica de Berzs, de Edite (esposa de Berzs) y de Struga, pesquisas, pistas, sospechas, indicios, etc. 

Pero algo nos hace ver que la novela tomará otro rumbo: ciertas similitudes, jugueteos con la figura del doppelganger, etc. Es lo que ocurre a mitad de la novela. Hay un giro, un instante en el que el autor pega un volantazo a partir de cual lo que ha podido ocurrir con Berzs (¿con su cadáver?) pierde importancia. 

La novela gira de lo policial a lo puramente psicológico, se vuelve mucho más opresiva y asfixiante. Victimario, investigador y víctima ocupan el centro de la novela y sus reflexiones, disquisiciones, dilemas, decisiones acerca de la sociedad, del papel e influencia de esta en la individualidad se convierten en el quid de la cuestión.

Todos somos hijos de una sociedad, como las nueces de un nogal. El gusano entra en algunas y devora nuez, dejando un vacío. El viento derriba algunas antes de que maduren. (...) Todos somos tan parecidos y , sin embargo, tan diferentes en nuestro ser.

Toda novela es algo tramposa. La jaula también lo es. Juega con nosotros y con los censores (a veces dudo si leyeron la novela al completo) y convierte lo que parecía una buena novela policial, pese a cierta sensación de algo ya leído, en una muy buena novela filosófico-existencial. 

sábado, 20 de abril de 2024

Jerzy Kosinski: Desde el jardín

Idioma original: inglés

Título original: Being There

Año de publicación: 1970

Traducción: Nelly Cacici

Valoración: se deja leer

Desde el jardín, del escritor polaco-estadounidense Jerzy Kosinski y novela célebre, sobre todo, debido al éxito que tuvo su adaptación cinematográfica (protagonizada por Peter Sellers), parte de una idea ingeniosa, sin duda, en su momento, hace más de 50 años, pero que me temo que hoy en día suena más que manida: Chance, un tipo que desde niño ha vivido encerrado en la mansión de un viejo ricacho, encargándose de cuidar su jardín (lo que viene a llamarse secuestro de menores y esclavitud, vaya) y sin más conocimiento del mundo exterior que el que le llega a través de la televisión, se ve arrojado, de un día para otro, a ese mundo que casi desconoce y con un mano delante y otra detrás...

Sin embargo, por un azar realmente muy azaroso Chance entra en relación con la élite financiera y política norteamericana y aun mundial, entre la que, merced a sus sencillos comentarios, su buena presencia y, sobre todo, su laconismo que le dota de un aura de inteligencia, es considerado por todos como un prohombre e incluso un gurú en asuntos económicos. Todo sin que él llegue a enterarse de por donde le da el aire, ni siquiera en lo referido a cuestiones más íntima -de hecho, se describen un par de escenas eróticas bastante chuscas a causa de ciertos malentendidos-; tanta candidez, por no decir estulticia, podría resultar inverosímil, si no fuera porque estamos ya acostumbrados a ver cómo alcanzan el éxito personajes que parecen más simples que un capazo (eso, o directamente son unos perturbados: ahí tenemos a un ex-presidente de EE.UU. que puede repetir en el cargo, del que no sabemos si resulta ser más sinvergüenza que megalómano o viceversa, a un presidente de Argentina que habla con su perro muerto y se compara a sí mismo con Lobezno... o, sin ir más lejos, a una presidenta de Comunidad autónoma española claramente ida y cuya vocación de frutera no le ha impedido rodearse de chorizos...).

Así pues, la novela se puede leer como una renovación irónica del mito de la caverna de Platón o el del buen salvaje. Incluso, si se quiere, del cuento aquel del rey desnudo al que sólo un niño se atrevió a decir la verdad. Porque, pese a que encontremos algún momento más jocoso y/o cargado de mala leche, en general el libro no deja de ser un relato alargado en el que incluso el sencillo estilo utilizado recuerda un poco al de los cuentos infantiles. Lo cual, seguramente, era la intención de su autor y bien que está conseguido, aunque, a estas alturas de mi vida lectora, el resultado se me ha quedado un poco escaso y, como ya he comentado, un tanto manido. Puedo entender el entusiasmo que provocó esta historia cuando apareció, en plena era hippy, pero no el que, por lo visto, despierta aún en algunos lectores/as. De ahí mi valoración, que quizás pueda parecer un tanto severa, aunque, en este 2024, creo bastante justa. 


Otros títulos de este escritor reseñados en Un Libro Al Día: El pájaro pintadoPasos

viernes, 19 de abril de 2024

Natalia Ginzburg: Valentino

Idioma original: Italiano
Título original: Valentino
Año de publicación: 1957 
Traducción: Andrés Barba
Valoración: Recomendable

Me gusta visitar de vez en cuando obras que en el pasado disfruté. Una autora que nunca decepciona cuando lo hago es Natalia Ginzburg. No sólo porque sus libros suelen ser bastante cortitos y por tanto ágiles de releer, sino porque el paso del tiempo jamás empaña su calidad.

Prueba de ello es Valentino, una novela breve que me ha deslumbrado tanto ahora como cuando la caté por primera vez hace años. Todo en ella es pura Ginzburg: la prosa, el tono, el ritmo, la trama, los personajes, los temas...

Trata sobre una familia pobre que ha depositado demasiadas expectativas en su hijo varón, un vividor y vago de cuidado. Este hijo se casará con una mujer rica, para disgusto de sus padres y hermana. Otra hermana, la narradora de la historia, relata cómo semejante decisión afecta a cada uno de los implicados.

Ginzburg, siempre alejada de la hojarasca estilística y los histrionismos narrativos, nos obsequia con una ficción sencilla (que no simple). A dicha ficción la caracterizan una prosa de un oficio tan innegable como invisible, el costumbrismo de su argumento, lo verosímiles que se antojan sus personajes, la sensibilidad que derrocha y la tristeza que evoca. Insisto: Valentino es pura Ginzburg. 


También de Natalia Ginzburg en ULAD: Aquí

jueves, 18 de abril de 2024

Jon Fosse: El otro nombre (Septología I)

Idioma original: noruego

Título original: Det andre namnet

Traducción: Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun

Año de publicación: 2019

Valoración: Muy recomendable


Estas cosas a veces pasan, pocas veces pero algunas sí. Ahora ya sé que Jon Fosse es un autor bastante prolífico, que lleva como cuarenta años publicando novela, teatro y poesía, y candidato in pectore al Nobel desde hace tiempo. Pero yo, ignorante de todo esto, le descubro por pura casualidad, podríamos decir por intuición, en la estantería de cierta librería de la que he hablado varias veces. Un libro que parecía tener algo interesante, el primero de una septología (¡), algo que ojeando sobre la marcha tenía pinta de prosa moderna, fresca… El caso es que el libro pasa a la cola de los pendientes, y queda ahí en la balda colocadito cerca de otros autores nórdicos, como Enquist, Ulven o Kivirähk. Y de repente, resulta que le dan el Nobel. Por una parte, me siento un poquito orgulloso de mi olfato literario, y por otra algo avergonzado de haberle tenido cogiendo polvo tanto tiempo.

La citada septología es una de sus obras más recientes, iniciada en 2019, y la que tenemos aquí, la primera de sus entregas que, por lo poco que sé, parece muy influenciada por algunas experiencias personales en relación con el alcohol y la religión.

El monólogo interior es un recurso narrativo del que yo creo que se ha abusado un tanto. Quizá seduce a algunos autores porque, aunque es ya bastante antiguo, conserva una apariencia moderna, más aún si se fuerzan un tanto las reglas de la sintaxis o se escamotean signos de puntuación, por ejemplo. Además, parece algo fácil de utilizar, suficiente con largar parrafadas mezclando muchas cosas, dejar fluir el pensamiento y generar una sensación de confusión e intensidad. El resultado no siempre es bueno, pero cuando se consigue, la lectura se hace sugerente y la información va calando de forma penetrante.

Jon Fosse lo hace muy bien. Su monólogo se funde a ratos con un relato en primera persona, y en él encontramos reflexiones, recuerdos, deseos, tal vez sueños, escenas reales, sin que sea posible, y es uno de sus grandes logros, determinar a cuál de estos grupos pertenece lo que se cuenta. Se presentan simultáneamente en un mismo relato, de apariencia coherente, distintas posibilidades de una misma vida, las opciones que se abandonaron y las que el destino convirtió en imposibles, todo protagonizado por un único personaje que se desdobla, se observa a sí mismo o a su otro yo posible, e interactúa en aquellos otros escenarios, pasados o imaginados, quizá intentando enmendarlos, o solo para rememorarlos. Si quieren, la monserga de la autoficción, sí, pero que cuando se le hace funcionar de verdad es una opción tan válida como otra cualquiera.

El pintor que colocaba los cuadros vueltos contra la pared hasta no haber encontrado en ellos la luz que buscaba, el alcohólico al borde del colapso, el hombre que perdió a su pareja y que no recuerda si tuvo un hijo o solo lo deseó, uno y varios personajes que desde sus pequeñas casas aisladas parecen ser atraídos hacia la ciudad, donde quizá se encuentre el nudo donde se reúnen todas las trayectorias. 

Esa inmersión entre tinieblas y nieve que cae incesante tiene algo de insana, provoca cierta desazón y transmite el profundo cansancio que pesa sobre el protagonista. Pero al lector, a mí al menos, le deja la gratificante sensación de darse cuenta de que está fuera de ese mundo sombrío y aplastante, y puede disfrutar de maravillosas escenas como la de la pareja que pasa el rato en un solitario parque infantil sin más aliciente que el sentirse juntos, o las sucesivas caídas del pintor, quizá un guiño bíblico, a la espera del aguardiente. La doble presencia del lector, dentro y fuera del relato, por momentos sumergido en la narración, viendo, sintiendo, quizá sufriendo, y un segundo después a salvo en el sillón de su casa.

Mucho talento para llevar a buen puerto toda esta complejidad, mejor dicho, primero crearla a partir de algo de apariencia tan sencilla, y después desarrollarla y culminarla creando la atmósfera adecuada, solo a base de inteligencia, buena mano y una prosa limpia, sin trucos ni artificios. Vamos, calidad como para dejarle a uno a muy poco de ir a por el segundo volumen, y empezar a corregir errores.


Otras obras de Jon Fosse reseñadas en ULADBlancura

miércoles, 17 de abril de 2024

Reseña + Entrevista: La visitante de Alberto Chimal

Idioma original: español

Año de publicación: 2022

Valoración: entre recomendable y muy recomendable

Gabriela, originaria de Toluca, abandona su pueblo ciudad natal para cursar contaduría en la Ciudad de México. Como muchos jóvenes forzados a tomar decisiones vitales prematuramente, encuentra poco placer en su carrera, asistiendo a clases más por rutina que por interés. Su vida toma un giro al descubrir, gracias a su prima, un taller de teatro que la cautiva de inmediato (obviamente, en gran parte gracias al profesor). La novela comienza con estas incursiones de Gabriela en el mundo del teatro, lo que la lleva a cuestionar sus preconcepciones "provincianas". Durante esta etapa, su vida transcurre con relativa calma, aparte de las dificultades típicas de cualquier “estudihambre” normal.

Los conocedores de la obra de Alberto Chimal anticiparán un giro hacia lo paranormal o fantástico, y así sucede. Como sugiere el título, una presencia emerge de una especie de limbo (“l frontera”) para alterar radicalmente la existencia de Gabriela, exponiéndola a ciertos secretos turbios del taller de teatro y a la realidad social de su país. La temporalidad es crucial, situando la narrativa a inicios de los años 70, una época marcada por la desilusión juvenil, las secuelas de represiones estudiantiles y un choque generacional entre conservadurismo y nuevas ideas.

Esta novela tiene muchos elementos que suponían un riesgo al fracaso. Escribir una novela sobre fantasmas y posesiones en un país azotado por la violencia, como lo es México, supone el riesgo, por un lado, de herir susceptibilidades, y por el otro, de quedarse corto. De que los hechos, por paranormales que puedan ser, no superen al terror real con el que tienen que convivir los habitantes de la tierra de los magueyes. ¿Por qué alguien se interesaría por aquellas almas que habitan ese limbo llamado “la frontera”, cuando hay una frontera real, un desierto donde las mujeres tienen la esperanza de vida más baja del país?, ¿Por qué a alguien le preocuparía la posesión de una niña por el alma en pena de una mujer asesinada, cuando hay miles de madres aterrorizadas por el fantasma de sus hijas y hermanas, y que las acompañaran hasta que ellas mismas, de una manera u otra, cruzan a su vez esa frontera? Acaso abordar este tema desde el punto de vista de una niña, y añadiendo elementos fantásticos sea una forma de lidiar con una situación que, de otra manera, sería insostenible (vaya que cuesta ver directamente a la cara a la realidad). 

Pese a que el tono de la novela recuerda mucho a lo que usualmente se cataloga como “literatura juvenil”, caracterizada por adolescentes en pleno descubrimiento de sí mismos y adultos antagónicos, Chimal maneja el tono sin caer en clichés, de tal manera que logra abordar un tema tan delicado (casi tabú en México), como es el de la violencia contra las mujeres y los feminicidios.

Dicho lo anterior, hay algunos puntos que no me agradan del todo:

La novela parece estar dividida en dos partes. Los sucesos que ocurren en la primera mitad, enfocada principalmente a la vida estudiantil de Gabriela y a sus actividades teatrales, pierden relevancia una vez que se introducen los eventos paranormales.

El profesor del taller de teatro cambia radicalmente de carácter sin una explicación, a mi parecer, satisfactoria, como si nos hubiéramos perdido un capitulo de su historia. Posteriormente se revelan ciertos aspectos de su pasado que pueden explicar tal transformación, pero da la impresión de ser una justificación en retroactivo de ese cambio.

Me parece que el papel de la protagonista pierde fuerza una vez que ocurren los elementos fantásticos, como si cediera su puesto a otro personaje. Esto se resuelve al final de libro, pero en el inter es un poco chocante esta salida de escena.

Admiro mucho el estilo de escritura de Chimal, que recuerda mucho a su forma de hablar. Incluso su tono de voz casa muy bien con el tono de su narración. Se disfrutan particularmente los pasajes donde se describen las actividades del grupo de teatro, el movimiento de los cuerpos en el escenario, las sensaciones de los estudiantes, la percepción de aquellos que observan, etc. Me atrevería a decir que solo por esos bellos pasajes vale la pena leer este libro. 

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Alberto Chimal tuvo la amabilidad de regalarme un poco de su tiempo para platicar más a detalle sobre su novela. Además, nos lee un pequeño fragmento. Pueden checarlo en el siguiente enlace.


* Para quienes deseen profundizar en su metodología, Chimal ofrece un curso de escritura creativa en Domestika y en su sitio web, además de un canal de YouTube con su esposa, Raquel Castro, donde abordan variados temas literarios, altamente recomendable. 


martes, 16 de abril de 2024

Michael Winkler: Grimmish

Idioma original: Inglés
Título original: Grimmish
Año de publicación: 2021
Traducción: Eduardo Iriarte
Valoración: Está muy bien

"El hombre es la única criatura que inflige dolor por diversión, consciente de que es dolor" (Mark Twain)

Quiero abrir la reseña con esta cita de Mark Twain porque, aunque en otros sitios (si es que hay sitios que hayan leído y reseñado este libro) puedan decir que es, al menos en parte, novela(falsa)biografíaensayocrónicadocumental, creo que la mejor definición de Grimmish es la de artefacto posmoderno acerca del DOLOR. 

Parte nº 1: artefacto posmoderno. La reseña del propio libro es el capítulo 1 del libro (bucle infinito, vaya) y ya nos da una pista de que lo que vamos a leer va a ser, como poco, peculiar. En páginas posteriores, notas al pie que incluyen digresiones, aclaraciones, citas y reflexiones, informes médicos o policiales, crónicas periodísticas, diálogos surrealistas, ruptura de la cuarta pared, y de la "lógica narrativa" seaesoloquesea, etc confirman ese carácter peculiar del texto y hacen que este oscile entre lo divertido y lo profundo, entre lo realista y lo surrealista, pero mantenga al lector enganchado a sus páginas.

Parte nº 2: acerca del DOLOR. Sí, todo ello para hablar del dolor físico y no físico, del dolor propio y ajeno, de la violencia, de nuestra actitud hacia ella, y de formas de entender o no la masculinidad. No solo, eso; otros temas aparecen de forma tangencial en el libro, como la "australianidad", el papel de las palabras, etc, pero el epicentro del texto lo ocupa, sin duda, EL DOLOR.

Para ello, Winkler se sirve de Joe Grim, púgil italoamericano de cuarta fila pero con una resistencia sobrehumana al dolor y que anda de gira por Australia allá por 1908-1909, del tío Michael (si es que ese es su verdadero nombre), testigo / acompañante de la tourneé pugilística, y del propio narrador/autor.

Es Grim un personaje fascinante, un tipo que habla como un sabio, que actúa como un bruto y que es un profeta del dolor. Su trabajo hace que las primeras páginas se deslicen a lo que parece una novela biográfica con el boxeo como centro, pero Winkler pone en marcha la batidora, pasa de guardia diestra a guardia zurda, juega con los límites de la ficción, cambia las alturas del golpeo, pasa de lo novelesco a lo ensayístico, de la sangre y la acción a lo reflexivo, se refugia en las cuerdas y nos acaba desarbolando con un texto torrencial y sorprendente que constituye toda una sorpresa y un reto para los lectores que busquen emociones fuertes y textos que se sitúen en los márgenes de la literatura.

P.S.: Grimmish fue un libro autoeditado. Autoeditados del mundo: no perdáis la esperanza

lunes, 15 de abril de 2024

J.D. Salinger: Narrativa completa


Traducción: varios
Valoración: imprescindible

Perdón por la omisión de un eventual interrogante. No sé si la caja que Alianza tiene en el mercado podría llamarse así, cuando pasados ya algunos años tras la desaparición del genio estadounidense no pasa demasiado tiempo sin que se especule con la posibilidad de que exista producción literaria que escribiera en el extenso periodo durante el cual vivió retirado de cualquier actividad pública o editorial. Sus incondicionales estamos en una espera permanente y no encontramos otro consuelo que las relecturas, y qué mejor y más cómodo que acceder de una tacada a todo lo que publicó.
Porque las instrucciones claras y tajantes se siguen cumpliendo a rajatabla. Sus cuatro libros siguen publicándose regularmente sin que se permitan prólogos, epílogos, textos introductorios o meras presentaciones. La obra del escritor, sea novela o cuentos, y con eso hay que apañarse mientras cualquier efemérides. Por supuesto, toda su obra se encuentra reseñada en este blog, junto a algunos textos que refieren a su autor y, me perdonaréis que encaje esto que más que una reseña es un anzuelo, pero la vigencia de los textos del escritor me parece absoluta e incluso más visible que nunca en estos tiempos extraños que combinan globalidad y exposición pública desaforada (promulgada sin decoro desde las RRSS) con retraimiento e individualidad exacerbada. 
De todo ello trató Salinger en una obra que es escueta y a veces críptica y deslavazada pero que su visión conjunta (aquí posible por una obvia cuestión práctica) permite disfrutar. Así que permitidme la licencia de una tenaz re-recomendación, por supuesto habrá quienes no hayan disfrutado aún del escueto recorrido de Holden Caufield expulsado de su escuela (qué envidia poder descubrir eso desde cero), pero sumergíos en la sutil trama en torno a la familia Glass que se encuentra combinada en sus relatos, no solamente para comprender cómo se trataron conflictos individuales y colectivos - el suicidio, la angustia, la depresión - con tal sutileza y precisión que influye en toda una corriente literaria (de Pynchon a Foster Wallace) e integra un corpus literario colosal, presente, moderno y, aunque nos estemos ya resignando en que pueda limitarse a estas cuatro obras (y Narrativa completa sea el título que la defina), probablemente definitivo.


domingo, 14 de abril de 2024

Manuel Azaña: La velada en Benicarló

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1939

Valoración: Muy recomendable


Apenas unos meses después del levantamiento del 18 de julio, y ante la proximidad de los sublevados a Madrid, Manuel Azaña, presidente de la República, fija su residencia entre Valencia y Barcelona. Precisamente allí, en Barcelona, escribe La velada en Benicarló, reflexionando sobre la guerra que, aunque todavía duraría dos años más, empezaba a tener una perspectiva bien oscura para la República. La reflexión se hace extensiva a aspectos más amplios hasta constituir una especie de testamento político en el que Azaña expone sus convicciones sobre cómo debe funcionar un régimen democrático, el valor de la cultura y la necesidad de reconciliación. Hay un fondo de estupor y desesperación que recuerda a algunos pensadores del 98, y que también, claro está, entronca con el liberalismo jacobino que siempre profesó.

El texto tiene el formato de una charla entre diversos personajes, entre los que podemos distinguir al propio Azaña, junto a profesionales de diferentes tendencias dentro del arco político republicano. Podríamos ponerles nombres, en los que seguramente estaba pensado el autor, pero es lo menos importante. Aunque aparenta ser una dialéctica abierta, está claro que Azaña quiere transmitir, por encima de todo, su visión del momento.

Como fácilmente se deduce del hecho de estar escribiendo sus reflexiones al mismo tiempo que no lejos suenan las bombas, Azaña es, más que un político, un intelectual, lo cual siempre presenta el peligro de desconectar de la realidad social. Uno de sus personajes critica abiertamente que sueñe con ‘una República de gentes finas, sin muchedumbres, una República para la Academia de Ciencias Morales y Políticas’, republicanos de cátedra que hablan bajito y sorben tazas de té. Es consciente del reproche y no se defiende, probablemente porque es verdad. Por eso no entiende, o no puede sufrir, la salvajada, el descontrol, la ofuscación de los agresores pero también de algunos sectores rojos que defienden esa su República ideal, pero también otros objetivos que finalmente supondrían su propia negación.

Ante el panorama sombrío que se presenta, identifica los motivos por los que se puede perder la guerra: 

“La política franco-inglesa [de no intervención]; la intervención armada de Italia y Alemania; los desmanes, la indisciplina y los fines subalternos que han menoscabado la reputación de la República y la autoridad del Gobierno; por último, las fuerzas propias de los rebeldes”

La tercera de estas razones parece sumir a Azaña en el desencanto y la amargura: admite, admira y agradece el levantamiento popular contra los golpistas, pero la desorganización y la imposición de intereses partidarios han dado al traste, al menos en el momento en que escribe, con la capacidad de mando de los militares profesionales, quienes debían liderar una estrategia sólida como única forma de enfrentar la situación. Las milicias, los sindicatos y los comisarios políticos imponen sus criterios y a veces se boicotean o se enfrentan entre ellos. Cada uno hace, nunca mejor dicho, la guerra por su cuenta, y los momentos heroicos se quedan en episodios puntuales y poco relevantes para la defensa de la República. El pesimismo y tal vez la falta de energía del presidente alimentan, y quizá exageran, esa visión frustrante del momento.

Que nadie piense en equidistancias, Azaña es un ferviente republicano ya desde antes de la dictadura de Primo de Rivera, alguien que cree en un Estado moderno y en la posibilidad de la convivencia aunque en ese momento resulte algo ilusorio. Cometió errores graves y quizá anduvo escaso de capacidad para maniobrar en momentos difíciles, bien sea por sus propias limitaciones, o por lo explosivo de la situación. Pero es ante todo un demócrata que para detener la sangría y salvaguardar las libertades está dispuesto a casi todo. Como algunas otras (pocas) voces de la época, intenta mantener el conocido lema de “Paz, piedad y perdón”, con muy poco éxito desde luego. Una proclama tal vez demasiado ingenua, o un llamamiento desesperado por frenar el derrumbe.

Con su prosa algo decimonónica y un modo de razonar en abstracto tan lejano a nuestra política de hoy en día, el libro ofrece un punto de vista diferente, en buena parte ignorado al verse sepultado por las circunstancias, pero que merece mucha la pena conocerse. Y de paso deja otra reflexión que parece pensada a propósito para los tiempos actuales:

“A muchos españoles no les basta con profesar y creer lo que quieran: se ofenden, se escandalizan, se sublevan si la misma libertad se otorga a quien piensa de otra manera”


sábado, 13 de abril de 2024

Junichirō Tanizaki: El demonio y otros cuentos

Idioma original: Japonés
Traducción: Ryukichi Tearo / Ednodio Quintero
Año de publicación: 1912-1925
Valoración: Recomendable (con matices)

Qué relatos tan interesantes, estos compilados en El demonio y otros cuentos. Publicados originalmente entre el 1912 y 1925, pertenecen a la pluma de un Junichirō Tanizaki joven. La bisoñez del autor se plasma principalmente, tal y como resalta la nota introductoria de este volumen, en su «infatuación (...) por las formas y costumbres occidentales» (pg. 17). También en su vigor e intensidad narrativa, los cuales a veces actúan en detrimento del desarrollo argumental o la exposición temática orgánicos.

Por lo demás, los relatos recuerdan sobremanera a la obra del autor, independientemente de en qué edad la escribiera. Especialmente por sus atinados retratos psicológicos, su predilección por la faceta oscura del ser humano, su muestrario de erotismo decadente y su finura estilística. 

Dejad que me detenga un instante en los personajes concebidos por Tanizaki, porque son realmente extraordinarios. Odiosos a la par que entrañables, a su complejidad hay que sumarle otro rasgo característico: su tendencia contradictoria. La mayoría son varones, escritores de profesión o estudiantes, y tienen ínfulas artísticas o ciertas dotes intelectuales. 

Muchos de ellos son conscientes de que sus actitudes son «criminales», «inmorales» o «propias de un loco». Aun así, hallan formas de racionalizar su maldad, su egoísmo y sus vicios. Sobre todo apelan a la naturaleza humana, o mejor dicho, a su propia predisposición como individuos. Sin embargo, eso no les impide acusar, inmediatamente después, a la sociedad de sus defectos.

Examinemos al protagonista de "Tristeza de hereje", que primero asegura esto: «Antes de arrepentirse de lo que había hecho, Shozaburo prefería odiarse a sí mismo por aquel defecto incorregible que consideraba innato a su persona. / El arrepentimiento debería ir acompañado de una penitencia. Pero a Shozaburo la autocrítica no lo conducía a pensar en la necesidad de cambiar su forma de ser. Sabía perfectamente que no sería capaz de hacerlo, aun cuando lo deseara.» (pg. 355) Más adelante, este mismo personaje cambia radicalmente de postura y acusa de su «mezquindad» a «las penurias económicas que se había visto obligado a padecer». (pg. 347)

Es cierto que algunos relatos de El demonio y otros cuentos se beneficiarían de un mayor desarrollo. Por ejemplo, aquellos centrados en el retrato psicológico del protagonista ("El criminal", "Una confesión" y "El odio") suelen entregar una voz narrativa y una caracterización únicas; sin embargo, dan la impresión de que podrían insertar éstas en un argumento mayor, como sí hacen "Jotaro, el masoquista", "Tristeza de hereje" o "El demonio".

Estas tres últimas piezas, por cierto, se cuentan entre mis favoritas. Quizá no sean perfectas, pues su acabado y ejecución no es tan redondo como me gustaría. "Jotaro, el masoquista" desperdicia algún personaje secundario, y no exprime al máximo a su protagonista; por otro lado, "Tristeza de hereje" tiene partes muy potentes, pero que no acaban de encajar en el todo; en cuanto a "El demonio", apenas esboza su núcleo duro. En cualquier caso, los tres relatos refulgen con el vigor de su prosa, la audacia de sus premisas, sus memorables protagonistas y su autenticidad literaria. 

Otro relato muy bueno, casi me atrevería a afirmar que perfecto, es "El pequeño reino". Además de partir de una premisa interesante y original, está magistralmente urdido. 

Llegados a este punto, sólo me queda resumir brevemente los textos que componen El demonio y otros cuentos:

  • "La creación": Un artista quiere emparejar a dos jóvenes bellos para que alumbren a un hijo perfecto. Tanto el argumento como los personajes son bastante planos, por lo que su atractivo es, a mi juicio, que está narrado únicamente con diálogos (a excepción de unas pocas acotaciones cronológicas).
  • "El criminal": Monólogo de un pintor que ha acabado en la cárcel tras estafar a un conocido. Las reflexiones de la psicología del criminal que desprende son sumamente curiosas.
  • "Una confesión": Interrogatorio que trata de esclarecer las motivaciones para pegar, robar y asesinar de un hombre. Escrito exclusivamente a base de diálogos, presenta un humor negro y una lógica interna bastante retorcidos. 
  • "El odio": Intensa y contundente descripción del odio en estado puro, con toda su crueldad e irracionalidad.
  • "Un puñado de cabellos": Tres amigos mestizos compiten entre ellos para casarse con una atractiva rusa. Gamberrada simpática y entretenida ambientada en el terremoto de Tokyo-Yokohama de 1923.
  • "Una flor azul": Un cuarentón pasea con su amante adolescente. Quizá el más ambicioso estructuralmente hablando, pues mezcla con idéntica soltura la realidad y el ensueño, el presente y el pasado. Además, aporta contrastes entre lo nipón y lo occidental muy enjundiosos.
  • "Historia de una mujer convertida en mono": Una desdichada geisha se convierte en el objeto de deseo de un primate que no la dejará en paz hasta que logre poseerla. 
  • "Jotaro, el masoquista": Un escritor relativamente exitoso se embarca en una sórdida aventura para satisfacer su lujuria. Por momentos roza la brillantez, y aunque no mantiene ese nivel a lo largo de su extensión resulta una lectura exquisitamente decadente.
  • "Tristeza de hereje": El primogénito de una familia empobrecida y disfuncional ostenta una personalidad miserable con quienes lo conocen. Tiene escenas potentísimas, como esa del gramófono.
  • "El demonio": Un estudiante de provincias que se va a vivir con su tía a la ciudad para cursar Derecho se ve integrado en un triángulo amoroso lleno de celos y perversión con su ambigua prima y el celoso jardinero. Pocos escritores pueden escribir algo así de turbio.
  • "El pequeño reino": Un maestro intenta combatir a un nuevo alumno que se ha adueñado de todos sus compañeros de clase con pasmosa facilidad. Como he resaltado anteriormente, me parece redondo.

Resumiendo: El demonio y otros cuentos es, pese a su irregularidad, una antología recomendable. Sus relatos guardan cierta unidad temática y tonal, pero aun así despliegan extensiones y técnicas muy variadas. Sin lugar a dudas, merece conocer esta fase casi embrionaria de Tanizaki, el eterno candidato al Premio Nobel de Literatura.


También de Junichirō Tanizaki en ULAD: Aquí

viernes, 12 de abril de 2024

Eduardo Mendoza: Tres enigmas para la Organización

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración: está bien

Vamos a reconocer de una vez que Eduardo Mendoza es el escritor español y puede que de todo el mundo más listo que hay. las pruebas: escribió hace ya casi cincuenta años una novela de pretigio, pese a su carácter bastante disfrutón, como se dice ahora o disfrutona pese a tener prestigio, si se prefiere). Repitió la jugada años después con otra no menos disfrutona y prestigiosa y entre medias, unas novelitas graciosetas, como para relajar la mano sin perder el pulso, que tuvieron igualmente gran predicamento, porque a todo el mundo le gusta echarse unas risas. Después multiplicó la jugada con una narración por entregas que acabó siendo un bombazo y el hombre lo vio claro... ¿Para qué preocuparse en escribir novelas más o menos serias, sin duda excelentes, pero que gozaban de menor favor del público lector? Después de todo, ya había demostrado (y demostraría aún en más de una ocasión) lo que era capaz de hacer y si el populacho quería jolgorio y cachondeo, pues eso le iba a dar, que ahí están los chines, después de todo. Así, Mendoza ha acabado convirtiéndose en el autor español de humor más reconocido, celebrado y, sobre todo, rico... quiero decir exitoso, que ya se sabe que los literatos no escriben para ganar dinero. 

En fin, que el señor Mendoza lleva ya años y lustros escribiendo novelas más o menos humorísticas, más o menos originales y más o menos conseguidas. De las que yo he leído (tampoco todo) de lo que va de siglo, destacaría, por ejemplo, El asombroso viaje de Pomponio Flato, cuyo título, simplemente, ya mueve a la sonrisa o Riña de gatos, que, en cambio, no es demasiado cómica, o lo es todo lo que puede serlo un asunto tan risueño como la Guerra Civil española (ninguna de las dos novelas reseñadas en el blog, por cierto... de momento). 

Su última creación, al menos publicada, es, cómo no, otra novela de humor, está Tres enigmas para la Organización, de la que es difícil hacer spoilers, porque ya su título lo dice todo: la citada Organización es una agencia española de ¿seguridad? ¿Inteligencia? ultrasecreta que se ocupa de resolver  relacionar casos que han quedado fuera del alcance del resto de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Con base en una oficina del Ensanche de Barcelona, la Organización es lo más parecido a la T.I.A. del añorado Ibáñez que podemos encontrar en el panorama literario y sus agentes no menos precarios y peculiares que los mismísimos Mortadelo y Filemón: camuflados (?) tras noms de guerre como Pocorrabo,  Buscabrega, Monososo, la Boni o la señora Grassiela, se afanarán en desentrañar tres misterios que si jefe -simplemente conocido como el Jefe- se ha empeñado en que deben guardar relación entre sí: el suicidio de un cliente de un hotel de las Ramblas, la desaparición del propietario de un lujoso yate amarrado en el puerto y el sorprendente manteniendo de precios bajos de la empresa Conservas Fernández. Pese a su apariencia inoperante, la troupe de la organización no se mueve mal en las labores detectivescas, un poco al estilo de los ocupantes de la Casa de la Ciénaga de Mick Herron o los poulets grillés de Sóphie Hénaff, y los tres casos, entre peripecia y trapisonda, se van desenredado a la vez que se imbrican entre sí, por paradójico que resulte...

Con estos huesos se puede hacer buen caldo y a don Eduardo no le sale mal, gracias a su proverbial socarronería, a su inventiva para los personajes extravagantes y a un lenguaje entre relamido y a la pata llana que resulta de lo más eficaz a efectos cómicos. Y, sobre todo,  merced a su gran oficio que le permite dotar a lo que escribe de un aire natural, hacer que sus libros se lean con facilidad sin resultar excesivamente sencillos y dando siempre la impresión de que el autor los ha escrito con la misma facilidad, y, sobre todo, pasándoselo pirata... Que luego resulten más o menos hilarantes es otra cosa; en es te caso, la novela sin duda, provoca una perenne sonrisa e incluso alguna que otra carcajada, pero quizá queda ya un poco lejos de otros títulos más gloriosamente cómicos de este escritor. Lo que, en todo caso, no está nada mal, habida cuenta que el señor Mendoza atesora ya más de ochenta primaveras, cosa que nadie podría adivinar leyendo este libro. Quizás para él y otra gente como él habría que acuñar un término opuesto al popular y expresivo "viejoven"... ¿Joviejo? ¿Joven, sin más? Lo que sea, pero por muchos años.

Tropollón de libros de Eduardo Mendoza reseñados: aquí

jueves, 11 de abril de 2024

Rocio Bonilla: Una de monstruos

Idioma original: catalán / castellano
Año de publicación: 2024
Valoración: recomendable


Siempre me han gustado los cuentos infantiles de Rocio Bonilla, como queda bien patente en las reseñas de sus libros que he realizado en ULAD. Su trazo suave, los colores utilizados y los mensajes que acompañan sus libros los hacen próximos y de personajes amables. 

En el libro que nos ocupa, la autora vuelve a utilizar los tonos pastel característicos de su obra, pero en este caso utiliza también la técnica del collage, intercalándolo en el propio dibujo, consiguiendo de esta manera un efecto visual original y conseguido, con un diseño que emana sensaciones de pasado y en el que el uso del lápiz y la acuarela queda perfectamente patente a lo largo de las páginas.

A nivel argumental, y como es habitual en Bonilla, la historia la protagonizan niños/as a través de los cuales vemos el mundo desde su inocente mirada, aunque, en este caso, la autora añade un punto de misterio a la trama lo que diferencia este libro del resto de su obra. El relato empieza presentando los gemelos, sus gustos y aficiones, sus similitudes y diferencias, pero también aquello que les une especialmente: hacer pasteles. Así que, en una visita al mercado en la que acompañan a su madre a hacer la compra (y que nos sirve para recordar nuestra infancia haciendo lo propio con nuestra madre), la pareja de hermanos ve algo que en apariencia no es fácilmente perceptible (o al menos no a los ojos del resto del mundo) pues, de manera casual descubre que los vendedores del mercado y las personas que allí trabajan no son personas realmente, sino monstruos con apariencia humana. 

Sí, parece que el argumento no es muy propio de la temática infantil pero Bonilla juega muy bien con eso porque en realidad lo que hace es añadir algún miembro animal a los "paradistas": un tentáculo que asoma por la pernera de un pantalón, unas antenas que se ven bajo los cabellos de un vendedor, etc. y los hermanos, sorprendidos, no alcanzan a entender cómo nadie más se da cuenta, cómo hay monstruos que habitan entre ellos sin que parezca importarle a nadie. Así que se ponen a investigar sobre aquellos extraños seres que, de manera casi imperceptible, se mezclan entre la sociedad, para saber cuáles son sus características e intenciones. Y hasta aquí contaré.

Por todo lo tratado, es un libro recomendable, pues manteniendo el estilo gráfico y el tono de las historias habituales de la autora, en este caso le añade un punto de misterio interesante que rubrica con un final abierto, en el que los lectores tendrán que interpretar la historia narrada y en la que, en el fondo, nos hace recordar con ternura la facilidad que tienen los niños para imaginar, soñar y vivir aventuras ya sea a través de elementos reales o inventados.

Otros libros de Rocio Bonilla en ULAD: aquí

miércoles, 10 de abril de 2024

Kokinshuu: Colección de poemas japoneses antiguos y modernos

Idioma original: japonés

Título original: Kokinwakashu (古今和歌集)

Traducción: Carlos Rubio

Año de publicación: 905

Valoración: imprescindible

En su última novela "El Juego de Abalorios", Hermann Hesse concibe un enclave dedicado por completo al perfeccionamiento de las artes y al goce estético, aislado del resto del mundo y de sus tribulaciones, la ciudad de Castalia. Esta idea de un refugio para las artes y el pensamiento puede parecer una utopía literaria, sin embargo, no es del todo ajena a la realidad histórica. Durante la era Heian en Japón, la corte imperial funcionaba de manera similar, como un centro aislado dedicado a las artes, lejos de las preocupaciones mundanas y los conflictos de la vida cotidiana (sí, fue horrible para todos aquellos que no vivían en la corte y apenas tenían para comer, pero para fines de esta reseña, levantemos una oración por ellos y continuemos). En esta época de relativa paz y estabilidad, las artes florecieron como nunca antes, con las mujeres de la corte liderando este renacimiento cultural desde la reclusión de sus aposentos, comparables a monjas de clausura.

Es en este contexto donde surge el Kokinwakashū , una antología imperial de poesía waka que no solo simboliza el pináculo de la estética y sensibilidad literaria de la era Heian (claro, hasta la llegada del Genji Monogatari), sino que también refleja la profunda conexión entre la naturaleza, las emociones humanas y la búsqueda de la belleza, lo que llegaría a ser característico del espíritu japonés. Compilado a principios del siglo X, el Kokinwakashū sería la primera colección de poesía en recibir el patrocinio imperial, marcando un hito en la historia de la literatura japonesa y estableciendo un canon para la poesía (al día de hoy se sigue tomando como referencia en los libros de texto de educación básica y para estudiantes de caligrafía).

La poesía waka (和歌, "poesía japonesa"), esencia de la lírica japonesa, emerge como una forma artística distintiva en un contexto histórico donde la influencia cultural china dominaba el panorama literario de Japón. El waka es un término que abarca varios subgéneros poéticos, aunque principalmente se utiliza para referirse al tanka (短歌, "poema corto"), un formato de 31 sílabas divididas en unidades de 5-7-5-7-7 (si les parece familiar es por el hecho de que el haiku (俳句) derivó posteriormente de esa parte inicial). 

En sus inicios, este estilo poético se nutría de las tradiciones orales autóctonas, las cuales se distanciaron de las convenciones de la poesía china, predominantemente escrita en kanji y caracterizada por su rigidez formal y temática. La adopción y adaptación del kanji (漢字, caracteres chinos) al japonés permitió inicialmente la imitación de la poesía china (signo de estatus y erudición, como el griego a los romanos o el francés para los rusos); sin embargo, la creación y evolución del kana (sistema de escritura fonética japonesa) marcó un punto de inflexión (un claro punto de comparación es el "Manyōshū" o "Colección de Diez Mil Hojas", compilado en el siglo VIII, el cual también incluye poemas cortos, aunque escrito principalmente en kanji, y siguiendo los estándares chinos). El kana ofrecía una mayor flexibilidad y accesibilidad, lo que facilitó su difusión entre aquellos que no tenían un fácil acceso a la cultura e idioma chino (léase mujeres). Esta innovación fue crucial para el desarrollo de una voz poética genuinamente japonesa. Sin embargo, la elección del waka por parte de la aristocracia de la corte Heian no fue meramente estética, sino también un acto de autoafirmación cultural frente a la influencia china (por supuesto, todo esto no hubiera sido posible sin la decadencia de la dinastía Tang). Mientras que la administración y la erudición se regían aún por los estándares y el idioma chinos, la poesía waka se convirtió en el dominio donde el espíritu japonés podía expresarse libre y plenamente. 

El desarrollo del waka, paralelo al del kana (o más bien, retroalimentándose uno al otro), refleja el surgimiento de una estética japonesa propia. Posteriormente, las mujeres de la corte jugarían un papel fundamental en su florecimiento. Figuras como Murasaki Shikibu (Genji monogatari) y Sei Shonagon (El libro de la almohada), utilizando el kana, contribuyeron a la literatura japonesa con obras de una sensibilidad y profundidad emocional sin precedentes. A través de sus diarios, cuentos y poemas, estas mujeres articulaban experiencias personales y observaciones del mundo cortesano con una voz inconfundible, desvinculándose de los modelos literarios chinos (bastaría mencionar que en sus libros, los personajes citan poemas del Kokinwakashū). Esta estética se alejaba deliberadamente de los ideales confucianos y budistas importados (los cuales son centrales en al Manyōshū), encontrando belleza en lo efímero y lo sutil, conceptos encapsulados en la idea del mono no aware (物の哀れ, la empatía hacia las cosas, claramente sintoísta). El Kokinwakashū, compilado en esta era de transición, no solo es un testimonio del refinamiento de la poesía waka sino también un emblema de la autonomía cultural de Japón. 

Con respecto a las temáticas de los poemas, el Kokinwakashu está organizado en 20 secciones (además de los prólogos), las cuales pretenden abarcar el abanico de emociones humanas (felicidad, melancolía, amor, etc.), así como su relación con la naturaleza (algo que se reforzaría aún más en el haiku). Además de aquellos relacionados con las festividades o ceremonias, por ejemplo, el año nuevo o los funerales.

Quisiera presentarles algunos de los poemas del Kokinwakashu, esperando despertar su interés, haciendo también mención de su representación pictórica, la cuál era de igual o mayor valor que el puro significado de las palabras (lo que hasta la fecha se sigue cultivando mediante el estudio y la práctica de la caligrafía tradicional). Los poemas que elegí son de mi particular preferencia. Además, me tomé el atrevimiento de incluir otros solo en japonés (escritos con mi mano). Por cierto, la edición aquí presentada es la de Hiperión. Es edición bilingüe y tiene una muy buena introducción, aunque el estilo con el que se tradujeron los poemas puede no ser del agrado de todos (principalmente porque en algunos casos trataron de incluir rimas, lo cual era despreciable en el contexto del waka). Así que les recomendaría buscar otras traducciones, ya sea en libro o en internet. También pueden buscar en youtube los poemas recitados, como idealmente se tenían que apreciar, es una experiencia totalmente diferente (solo busquen 古今和歌集 朗読).

 


¿No serán ésas

flores de primavera?

¡Ah! Blanca nieve

posada en pobre rama

donde el ruiseñor canta.





 

Fue solo ayer

cuando las tiernas hierbas

campos llenaban.

Bajo el viento de otoño

Hoy sus hojas susurran.


 


Las blancas perlas

que en mis mangas cayeron

las guardaré

cual preciosos recuerdos

de nuestra despedida.




 

¡Ah, si el montón

de noches sin ti, como

la blanca nieve

se apilara y así yo

con ella me fundiera!



Ni aun en sueños

por él quiero ser vista.

¡Ay mi rostro, una

y otra mañana, ajado

lo veo en el espejo!


 



 

Color y aroma.

Oh, ramas que guardáis

fuerza y viveza,

¡ay, cómo añoro a aquel

que hace tanto os plantó!




 




Viejas y duras

se han vuelto ya las hierbas 

del bosque Ooraki.

Ni los caballos las comen,

ni los hombres las cortan.