Título original: Un roman francais
Traducción: Francesc Rovira
Año de publicación: 2009
Valoración: Entre está bien y recomendable
Tengo sensaciones contradictorias tras la lectura de este
libro, tanto en así que no tengo demasiado clara su valoración. Por un lado, hay partes del libro que me han gustado (y mucho); por otro, en ocasiones
me han entrado ganas de estamparlo contra la pared. A ver si consigo
explicarme.
“Una novela francesa” es, sobre todo, una “falsa”
autobiografía. Partiendo de un día de enero de 2008 en el que es
llevado al calabozo por consumo de estupefacientes en la vía pública (Frédéric
es un niño rico muy malote), reconstruye su vida y la de su familia hasta ese
momento. ¿Por qué digo que es “falsa”? Pues porque buena parte de la novela es la recreación de su infancia y adolescencia, pese a que en las primeras páginas Beigbeder admite que
apenas posee un único recuerdo de esa etapa.
Memoria y tiempo son dos de los ejes fundamentales del libro.
Son además los temas mejor tratados. Creo que este es un Beigbeder más maduro,
más serio que el de “El amor dura tres años” o “13,99 euros”. Mantiene, desde
luego, una distancia y una actitud irónica, pero ofrece aceradas reflexiones
sobre la memoria y el tiempo como “inhibidores” de recuerdos y como claves de
en la formación de la personalidad.
Aspecto también interesante es el retrato de la Francia
(blanca y de clase media-alta) del siglo XX a través de las 4 últimas
generaciones de su familia. El recorrido desde la Primera Guerra Mundial hasta
la actualidad, pasando por la posguerra y por mayo del 68, sitúa al lector frente
a las contradicciones de la burguesía y de la aristocracia francesa. Por otra
parte, refleja de manera clara el choque intergeneracional y la deriva de la
sociedad hacia un infantilismo perpetuo.
Así como esta parte que se proyecta del yo al nosotros me ha
resultado bastaste interesante, por acertada y entretenida, la parte del libro
más centrada en el yo, sobre todo el relato de las horas en el calabozo, me han
parecido un verdadero tostón. Bien es verdad que hay momentos muy divertidos
(pocos), pero esas páginas en las que se lamenta constantemente por su
situación (ay, me huelen fatal las axilas y el aliento, no puedo dormir, tengo
sed y hambre, no puedo ni hacerme una paja, etc) me parece que están de sobra. Creo
que no aportan nada a la trama posterior y que el libro mejoraría mucho de haber optado Beigbeder por acortarlas.
En fin, que “Una novela francesa” no pasará a los anales de
la literatura (ni falta que hace), pero es un libro de fácil lectura,
entretenido y que deja buenos momentos para la reflexión.
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