Pepe M. Carrascosa, autor de Falso plagio y El hijo del fariseo, nos sorprende en esta ocasión con una interesante novela negra en la que nos narra las aventuras de un asesino en serie “jubilado” y la periodista con la que este tratará de dar a conocer sus crímenes.
Antoine, un francés afincado en Cataluña, vive un cambio radical en su vida cuando se enamora de una mujer de la alta sociedad y acaba casándose con ella, sumergiéndose en el mundillo de la clase alta y la jet-set barcelonesa; sin embargo, no es oro todo lo que reluce y pronto se ve frustrado por el trato denigratorio por parte de su suegro, y más tarde, la completa indiferencia con la que se ve tratado por sus hijos.
Con el tiempo, estas heridas acaban enquistadas y provocan una sociopatía en el protagonista, el cual, en su ansia por demostrar que no es un don nadie, encuentra un aliciente en el asesinato: obsesionado con demostrarse a sí mismo y a los demás que puede ser y es un hombre válido (herido en su orgullo porque su suegro deja en herencia los negocios a su nieto y no a su yerno) aprovecha su afición a la novela negra y a las series policíacas para convertirse en el criminal perfecto y entrar en el top ten español de asesinos con más muertes a sus espaldas; convencido de conocer las artimañas apropiadas para no ser nunca descubierto, comienza un sangriento reguero de sangre con absolutos desconocidos (a lo Extraños en un tren). De esta manera, si oculta bien sus pasos, nadie podrá ligarlo con los crímenes. Pero aún sigue habiendo una carencia; escondido en el total anonimato, nadie sabrá de sus hazañas; decide entonces ponerse en contacto con una prometedora periodista a la que narrará (y demostrará) su truculenta historia.
Bien, es una buena historia con un final redondo que nos atrapa hasta el final; uno nunca acaba de creerse que un protagonista tan desalmado salga impune de tanta fatalidad. El desenlace es, sin duda, de lo mejor de la narración, nos limpia del mal sabor de boca del crimen y redime en cierto modo toda la novela, dejándonos con una sonrisa satisfecha.
Me ha gustado el planteamiento; si nos informamos sobre asesinos seriales, violadores, monstruos en forma humana, veremos que en muchos casos han sufrido una infancia terrible, traumática, y que de alguna manera los deforma y mutila su capacidad de empatía y cualquier atisbo de mínima humanidad. Mi premisa es, aquellos que hemos tenido una infancia feliz y completa, ¿estamos exentos de cometer un asesinato a sangre fría? ¿lo único que nos detiene es nuestro raciocinio y nuestra ética desarrollada a tan temprana edad? Podríamos, como Antoine, preparar un asalto a un desconocido, y, sin más, acabar con su vida; ¿viviríamos felices hasta el final de nuestros días o la culpa y el remordimiento nos roería por dentro como un cáncer agresivo hasta hacernos confesar?
A mi juicio, uno de los grandes debes de la novela es que no ahonda en la motivación de los personajes. Por lo que sabemos de la vida de Antoine, entendemos que se decide a matar por su complejo de inferioridad, pero en ningún momento se nos aclara: se fabrica un asesino de la nada. Poco se nos cuenta de los posibles arrepentimientos de Antoine (alguna víctima con la que llega a intimar le hace dudar ligeramente, nada más allá). ¿de dónde ha sacado Antoine, tantos años después, ya jubilado, este ansia por matar?
Lo mismo me sucede con Roser, la periodista; sorprendentemente decide, en cuanto Antoine se confiese, no denunciar: se calla, con la futura promesa de tener un best seller en sus manos. Se nos habla también de la vida de esta, y vemos que no es un camino de rosas, pero, ¿tanto cómo para llegar a encubrir a un asesino en serie? ¿tampoco tiene esta mujer un atisbo de empatía, de tratar de salvar vidas? ¿tanta es su avaricia?
En cuanto a la estructura narrativa, es particular la forma en que se desarrolla la novela: prácticamente toda en voz de narrador, con gran escasez de diálogos, contándonos en tercera persona las aventuras y desventuras de Antoine.
Me hubiera gustado que este ritmo variara: por ejemplo, al principio de la novela, donde se nos cuenta la historia de Antoine previa a conocer a Montse, su mujer, si se tratase en presente, como una historia viva, con más diálogos, se podría desarrollar más a los personajes, nos permitiría empatizar (previamente a su carrera criminal) con el protagonista. De la forma en que está escrito, uno nunca deja de ver la historia como algo ajeno.
Es remarcable que, cuando los personajes por fin hablan entre sí, todos demuestran unas maneras muy similares entre sí; tanto alguien de la clase alta como las futuras víctimas de Antoine, en su mayoría procedentes del lumpen (y es que nuestro protagonista es un clasista de mucho cuidado; de hecho es una persona bastante viciosa, egoísta y repugnante, como no podía ser de otra forma).
También hay algunos hechos que, por falta de desarrollo, parecen inexplicables; por ejemplo, una misteriosa recuperación de un personaje con fibromialgia, o la deriva de un opositor fracasado, muy inmaduro para su hipotética situación actual.
A su favor, es una novela muy actual, repleta (repletísima) de referencias actuales de todo tipo, desde medios de comunicación a situaciones políticas y marcas comerciales. Es, sin duda, una novela hija de su tiempo que refleja muy bien la sociedad actual.
Bastante al principio del libro hay una extensa relación de escritores de novela negra que todos los aficionados al género disfrutarán.
Y, lo mejor para mí, la imaginación y el detalle en el desarrollo de los asesinatos; bien es cierto que, en ocasiones, la atención al detalle es excesiva en según que temas (siempre según mi juicio), también se agradece la verosimilitud que este desgranar de los hechos aporta a los crímenes cometidos. Originales y creíbles, que es lo importante.
Sí que es verdad que, en ocasiones, la novela parece ir por caminos nuevos y prometedores (como en el asesinato del metro, donde aparece una segunda víctima) pero que lamentablemente no se siguen, dejándonos con la miel en los labios; afortunadamente, esto se corrige al final de la novela, donde se produce un final redondo.
En resumen, es una interesante novela negra que gustará a los fans del género, pero que tiene sus asperezas a limar.
Esperamos con ganas la próxima entrega de Pepe M. Carrascosa, preguntándonos que se traerá entre manos para la siguiente ocasión.