Título original: Commonplace Book
Año de publicación: 1938
Traducción: Juan Andrés García Román / Carmen Ibáñez Berganza
Valoración: Curioso (aunque recomendable, lo que se dice recomendable, sólo para fans, estudiosos y completistas de Lovecraft)
La figura de H. P. Lovecraft suscita, a día de hoy, muchísimo interés. Prueba de ello son su popularidad creciente entre el gran público, los homenajes, guiños, referencias e incluso parodias que le dedican otros creadores, las adaptaciones de su literatura a distintos formatos, las constantes reediciones de su narrativa o la publicación de sus libros menos comerciales de ensayos, cartas y notas.
Cuaderno de ideas vendría a ser uno de estos libros menos comerciales de Lovecraft que, no obstante, se publican en la actualidad. Su autor lo definió como un compilatorio de «ideas, imágenes y citas anotadas a vuelapluma para su posible uso futuro en ficciones de misterio.» Inmediatamente añadía que, de dichas ideas, «Solamente unas pocas son (…) tramas desarrolladas; la mayor parte consiste en meras sugerencias o en impresiones arbitrarias destinadas a mantener en activo la memoria o la imaginación. Sus fuentes son diversas: sueños, lecturas, encuentros casuales, divagaciones, etcétera.»
Huelga advertir que semejante volumen tiene un interés muy acotado. Sólo le sacarán provecho los fans incondicionales de Lovecraft o los académicos que le estudian. Dejará algo fríos al resto de lectores, pues en estas páginas no hay reflexiones profundas o pasajes estilísticamente memorables. Sea como fuere, insisto en que Cuaderno de ideas hará las delicias a aquellos que amamos la obra de Lovecraft. Aunque es una lástima que la edición de Periférica no esté anotada, porque eso nos hubiera regalado un contexto impagable.
Pero volvamos al meollo: buena parte del contenido de Cuaderno de ideas son premisas para narraciones fantásticas, de terror o de ciencia ficción. Entre estas premisas, que por lo general son apenas un boceto espontáneo, hay historias de corte onírico, góticas, sobrenaturales, de horror cósmico o de extraterrestres; hay mundos pretéritos, monstruos indescriptibles, linajes ancestrales, poblaciones abandonadas, castillos ruinosos, ciénagas y mares tiznados por la luz de la luna, sueños increíbles o libros prohibidos.
Algunas de estas premisas son demasiado esquemáticas como para que podamos valorar en qué clase de relatos o novelas acabarían germinando. Otras son insípidas o carecen de originalidad; sin embargo, unas pocas apuntan maneras y, ejecutadas correctamente, podrían transformarse en ficciones reivindicables. Para muestra, un botón: «Un hombre reta a su peor enemigo. Muere. Su cuerpo asiste al duelo.» ¿Verdad que de aquí saldría un delicioso relato de fantasmas canónico? ¿Qué hay de esta: «Una criatura de alas negras entra en tu casa por la noche. No consigues encontrarlo ni saber lo que es. Se producirán cambios sutiles.»? Mola para un texto tenuemente inquietante o abiertamente bizarro, ¿verdad?
Además de premisas, Cuaderno de ideas alberga también ocurrencias varias, imágenes proclives a un terror enfáticamente adjetivado, pinceladas atmosféricas y citas que dan cuenta de la erudición de Lovecraft. Y no olvidemos esos pasajes inclasificables, casi impresionistas; pongo uno de ejemplo: «Un día perdido de invierno. Quedarse dormido. Veinte años después. Dormirse en una silla una noche de verano. Falso amanecer. Paisaje y sensaciones antiguas. Frío. Personas de antes hoy y muertas. Horror. ¿Congelación?»
También de H. P. Lovecraft en ULAD: Aquí
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