viernes, 29 de mayo de 2020

Luis Gusmán: Tennessee

Idioma original: Español
Año de publicación: 1996
Valoración: Recomendable

Tennessee, del argentino Luis Gusmán, es un novelón. Apenas llega a las ciento cuarenta páginas pero transmite más, mucho más, que tantas otras narraciones el triple de extensas. Sobre todo, transmite humanidad. Hay algo entrañable en el patetismo tragicómico de sus protagonistas, en la vulnerabilidad de dos forzudos venidos a menos cuyos destinos van a volver a cruzarse sin que el tiempo haya limado las asperezas que median entre ambos. Hay algo entrañable en esta fábula sobre la amistad y el amor fraternal que no teme plasmar ni el resentimiento ni la miseria moral. 

Trata sobre Walenski y Smith, amigos que hace años que no se ven. Ambos fueron pesistas, extras de cine de acción y guardaespaldas; convivieron durante algún tiempo; se acostaron con la misma mujer; permitieron que su relación declinara hasta prácticamente extinguirse. El primero empieza a buscar al segundo porque, según parece, su antiguo camarada está involucrado en una muerte. 

La identidad desdibujada de un perseguidor amenaza con fundirse con la de aquel al que trata de alcanzar. Mentiras, bajezas y traiciones afloran. El desprecio y la admiración forcejean para hacerse con el monopolio de las emociones. El pasado, hasta entonces empañado por un brillo artificial, exhibe su verdadero rostro.

Menuda pinta, ¿verdad? Ya os digo que Tennessee es un novelón. A continuación, señalemos sus múltiples virtudes:

  • Se lee en un santiamén, pues no llega a las doscientas páginas y los capítulos que lo conforman son sumamente escuetos. 
  • Su prosa directa, sobria y depurada; trabajada en su sencillez; minimalista pero, asimismo, atenta al detalle. 
  • Su tono melancólico y hasta diría que depresivo, aunque no por ello exento de momentos hermosamente conmovedores. 
  • Su intrigante premisa, deudora de la literatura detectivesca. 
  • Su puesta en escena, que aúna con acierto ingredientes propios del realismo sucio y el existencialismo. 
  • Su enriquecedora ambigüedad. Gusmán deja sin aclarar diversos aspectos del argumento, entregándole así al lector la última palabra. 
  • Su acentuado contraste entre el presente miserable y un pasado que, aunque claramente glorificado, fue mucho mejor. 
  • Sus reflexiones en torno a la amistad viril, el envejecimiento, la muerte, la soledad o la idea del doble. Temas, todos ellos, debidamente explorados con sus luces y sus sombras.
  • Sus personajes, bastante interesantes en general. Especialmente si hablamos de los protagonistas, cuyas interacciones son de una complejidad asombrosa.  
  • Su final, un clímax de los que te hacen querer volver a leer la obra entera para apreciar los matices que se te puedan haber escapado. 

La primera edición de Tennessee data de 1996. Yo traigo a colación una publicada en España por Contrabando, cuarenta páginas más breve que su contraparte argentina gracias a la poda de un autor maduro que quiere perfeccionar un trabajo previo.

Me alegra constatar que esta joyita ha ido cosechando éxito con el paso del tiempo. Como prueba, sólo hay que ver la nada desdeñable cantidad de reseñas que se le han dedicado en la blogosfera. Su popularidad puede deberse, además de a su calidad, a la adaptación cinematográfica que Mario Levín hizo en 1997 bajo el título de Sotto voce.


También de Luis Gusmán en ULAD: El frasquito

8 comentarios:

Juan G. B. dijo...

Tiene pintaza...

Daniel dijo...

Leyendo sobre el escritor dice que además es psicoanalista. Es probable que eso le haga "fácil" el conocer los efectos de luces y sombras que señalas.
Muy interesante.

Anónimo dijo...

Estoy a punto de adquirirlo. Mayor Thompson

Carlos Andia dijo...

Pues sí que tiene buena pinta, sí.

Oriol dijo...

Me alegra que "Tennessee" os haya suscitado interés, chicos. Creedme: se lee de una sentada, pero deja poso y soportaría una relectura.

Y Daniel, no me extrañaría que Gusmán fuera psicoanalista. En esta obra demuestra un conocimiento del alma humana descomunal. Sobre todo, de sus facetas más recónditas. Así que esa profesión le encajaría.

Por cierto, ya que hablamos del autor, dejad que remarque que con el paso de los años podó esta novelita. Lo cual admiro. Yo, que soy extremadamente sobreprotector con mis dibujos, respeto a todo aquel capaz de modificar sustancialmente sus trabajos artísticos.

Unknown dijo...

Apuntada, pinta a novelaza.

Isabel dijo...

Hola, Oriol.

Ay, qué bonito. Necesitaba un poco de ternura después de tanta truculencia a cuestas.

Lo compré cuando leí tu reseña sucintamente (siempre lo hago así); ahora que la he leído y también tu reseña y a conciencia, coincido en tu análisis: ¡después de visto, todo el mundo es listo! Eso sí, nada más leer la última página, yo también sentí el impulso de volver a empezarla.

¡Gracias!

Oriol dijo...

Qué alegría me produce el saber que “Tennessee” te ha gustado, Isabel. Yo dejaré pasar todavía algunos meses, pero sin duda releeré este novelón muy pronto.

Personalmente adoro la truculencia, y me pareció genial la manera en que Gusmán la combina con la felicidad y la belleza; ese precioso desenlace salva al conjunto, que ya de por sí hubiera sido fabuloso, de hacernos caer en una depresión. Para reflexionar sobre la naturaleza de la existencia.